No sin mi hija (y 2)

Bibi, cariño, me tienes en la cama, atado de pies y manos, las manos bien sujetas a los extremos del cabecero, mis pies a los pies de la cama... (continuación)

Continuación de la primera parte, por lo que si no la has leído te aconsejo que la leas: www.todorelatos.com/relato/70752/

Eva, decide dar el siguiente paso, poniendo su lindo y rasurado coñito en mí mano. Abre sus piernas y pone su coño en mi mano.

Mis dedos maestros al momento empiezan a moverse de memoria, haciendo lo que mejor saben hacer, lo que les has ido enseñando y perfeccionando con el paso de los años de matrimonio, consiguiendo un nivel de eficiencia que ya querrías para ellos muchos virtuosos.

Esos dedos largos, gruesos, grandes y a pesar de ello muy ágiles, probablemente una especie de broma de la naturaleza, que compensan otro tamaño no tan agraciado…, le hacen sentir el mayor de los placeres, hacen que su clítoris crezca hasta límites casi desconocidos para ella, notando claramente también sus latidos en él, muy grande, salido y excitado en estos momentos. Su coño que ya estaba mojado ahora se empapa y alcanza su primer orgasmo conmigo.

  • " ¡¡¡¡Síiiiiiiiiiiiiiii¡¡¡¡¡ sigue".

Lo dice entre susurros. Su voz ahora es ronca, por la excitación.

Muevo mis dedos dentro de su coño, con lo que ella se retuerce de gusto disfrutando los últimos estertores del orgasmo y sintiendo que su padre sigue acariciando sus encharcados labios, recorriendo su raja, cm a cm, aprendiendo de memoria todos y cada uno de sus pliegues, de sus rugosidades, siendo consciente por primera vez en la vida, de lo potente que puede llegar a ser el sentido del tacto. Alternando esas caricias externas, esa lectura táctil de una parte preciada de su anatomía, por otras caricias más profundas, dejando que uno de esos dedos, ¡y qué dedos!, se introduzca en su virginal coñito, notando como su increíble humedad facilita totalmente la introducción, y sintiendo, ahora desde dentro, un punto de placer casi comparable a su querido clítoris. Notando como la yema del dedo de su padre, descubre un desconocido hasta ahora punto G. G de grandioso placer, G de gloria, G…. de…. GUARRA.

Nota como su padre no solo lo roza con la yema de su dedo corazón, el más largo de todos sus dedos, sino que lo rodea, lo aprieta, suavemente y más fuerte, le da golpecitos. Su respiración se agita, ella que era mujer de un orgasmo tras sus solitarias masturbaciones, nota como un escalofrío conocido surge de su interior, nota como las corrientes empiezan.

Y consigo regalarle un segundo orgasmo.

Le digo entre jadeos, entre suspiros, embriagándome por el olor a sexo que llena ya la habitación:

  • "Linda chica, siéntate en mí, en mi boca".
  • "Sube a mi polla".

Ella sabiendo que ignoro su identidad sitúa su coño latente de placer encima de mi polla, pues ha sido muchas veces masturbado, pero ninguna vez follado.

Y cuando creo que ha decidido, por fin empezar a follarme, porque queda muy claro quién está follando a quién. Ella decide poner su coño en mí boca, dándome así un premio, un regalo de placer. Al tener su coño en mi boca, levanta un poco la venda de los ojos para que vea esa hermosura de chochito, limpio de pelito, abierto por mis dedos, abierto para mi boca.

Lo veo y me pongo a mil. No veo su cara, pero ella sí que ve mi mirada de deseo.

Su padre le está comiendo el coño. Se retuerce sobre mi boca. Gime como una perra caliente.

Se retuerce y yo estoy a punto de estallar.

Tú, querida compañera de vida y deseo, nos estás viendo desde un rincón, sin que ninguno de los dos nos demos cuenta. Sin ver que no estás sola, sin saber quién ha venido contigo, quién te está tocando el coño. Te lo tiene empapado y tú estás deseando comerme la polla, comerme la polla mientras él te folla, pero quieres que sea nuestra hija quien me folle.

Decides entrar despacio en la habitación. La nena se sorprende, pero al instante, con objeto de tranquilizarla le haces un gesto de tranquilidad y le susurras al oído:

  • "Sigue hija, tranquila, disfruta del cuerpo del cabrón de tu padre"

Sabes que nos gusta hablarnos bastante fuerte en la intimidad, pero nunca delante de terceras personas y menos aún de nuestra hija, no delante de ella.

Sé que a veces te gusta insultarme y que eso no quita tu amor por mí, pero acabas de dar un paso más al hacerlo delante de alguien, delante de ella.

Al ver a tu hija en acción, reconoces sus expresiones, sus miradas y sabes que ahora es una putita como tú.

Le sigues diciendo:

  • "Disfruta de su cuerpo"

Para que disfrute de su padre, con su padre.

Ella te mira y te pregunta moviendo los labios, sin emitir sonido:

  • "¿Cabrón???"

Sin yo tener idea de esa silenciosa conversación, le dices que sí, señalándole a la puerta para que y vea quién está contigo. El vecino de abajo, joven, guapo, con un cuerpo en forma, desnudo y con una envidiable erección. Le miras a los ojos, ya sin vergüenza de que te vea así, como estás, sentada en la boca de tu propio padre. Ya ha visto mucho como para ahora sonrojaros alguno de los dos.

Ves el coño empapado de tu madre y la polla fuera del vecino, grande y dura, por lo que deduces que habéis sido espectadores de lujo de una película pornográfica y que habéis disfrutado juntos del momento. Sabes que te está haciendo gozar.

Le sigues diciendo al oído, en un susurro imperceptible:

  • "Sigue hija, disfrútale, disfruta de tu padre.

A pesar de casi ni percibir esos curiosos ruidos, ¿susurros?, me doy cuenta de que alguien ha entrado en la habitación, pero me callo. Aunque huelo tu aroma, sé que tú estás a mi lado, conmigo y eso me tranquiliza y excita más aún.

Tú al notar que te he reconocido me aprietas los huevos y me dices:

  • "Bien cabronazo, hazle gozar a esta hembra y no te corras hasta que ella lo diga".

Dicho esto te agachas a comerme la polla, le das dos lametones y la dejas. Es el momento de la nena, no el tuyo.

Entonces tu acompañante de escalera se acerca. Ya estamos todos en la habitación.

Él te inclina hacia delante y te folla desde atrás, postura que te encanta. No emites ningún sonido, mientras yo sigo comiendo el coño de mi hija. Lo como, lo chupo, el chocho rezuma un néctar maravilloso, ella no para de gemir mientras ve como la puta de su madre es follada y ve como te retuerces de placer.

Ya no puede más, decide levantar un poco la venda para que vuelva a verle el chocho.

Entonces grito:

  • "¡No puedo más!

Y ella levantando su coño de mi cara me responde en voz baja:

  • "Aguanta cabrón, aguanta".

Decir esa palabra, pensarla, decidirla y hacerla salir por sus labios, la excita mucho, muchísimo.

Tú sonríes y piensas que es igual de puta y de cabrona que tú.

Entonces abre sus piernas y despacito clava mi pollita en su coño, muy despacito.

Siento como su coño poco a poco abraza a mi polla, la engulle, no sin algún esfuerzo.

Noto que es un coño muy joven, como ya había visto, pero noto en este momento que es su primera vez, por lo que soy más delicado y lo hago de forma que la nena disfrute.

Eva empieza a gemir, la tiene toda dentro, sube y baja con soltura y yo empiezo a moverme para hacer que ella disfrute.

Tú empiezas a alimentar más aún mi excitación, diciéndome al oído:

  • "Hazla gozar cabrón, hazla disfrutar. Es tu mejor disfrute. Hazla vibrar".

Eva se retuerce, no deja de moverse muy rápidamente ya. En ese momento de potente placer, en ese súmmum de goce, desea por primera vez sentir algo más dentro de ella. No ha acabado aún de follarse a su padre y tiene el mismo pensamiento que en su día tuvo su madre:

  • "Esto no me llena. Necesito más. Quiero más".

Y tiene el mejor orgasmo de su vida, notando en ese mismo instante como su padre se agita, percibiendo mis temblores, como me tenso y como empiezo a llenarla de ráfagas de semen caliente su virginal coñito. Hasta ese momento no ha pensado en condones y ya no es momento de pensar en ellos. Se retuerce y grita, por lo que decides taparle la boca, no quieres que la reconozca.

No puedes evitarlo y le comes los pechos. Con el morbo adicional de que yo no se los he comido ni tocado. Con lo que me gustarían, son muy ricos, de pezones oscuritos, grandes y duros. Pero como lo sabes no dejas que se los toque y me lo haces saber.

Me dices que tiene unos pechos maravillosos, pero que no los cataré.

Eva se ha corrido una vez más, está flojita y pido ver una vez más su coñito. Atendiendo a mi súplica, se baja, corriéndole tu leche por sus muslos y me dejáis que por un instante le vuelva a ver el coño.

Tras follarlo y corrernos, por fin soltando todo el semen acumulado, se ve precioso su coño, está maravillosamente bien. La visión de ese joven coño, rodeado por las manos de mi esposa hace que me salga un poquito más de leche de mi, como antes la ha llamado, pollita. Ya reducida en su tamaño tras la gran excitación que ha tenido.

Eva te mira, le acaricias la carita y le sonríes, preguntándole:

  • ¿Rico?

Ella asiente con la cabeza.

El vecino que te acompañaba no puede evitar acercarse y acariciar el cuerpo de Eva, que se deja con gusto. Pero no le dejas más, sólo una leve caricia.

Le dices con la mirada al vecino que se ha acabado. Él recoge sus cosas, se recompone y sale sin hacer casi ruido, pero huelo que hay un hombre, sospecho lo que puede haber pasado y temo lo que le pueda seguir.

Eva se va a la ducha y tú te vas con ella, por si fuera necesario tranquilizarla, pero antes me dices, confirmando mis peores -o mejores- sospechas:

  • "Cariño, descansa que viene el segundo turno. Y este es más movido, mucho más movido…".

Te vas con nuestra hija a la ducha y habláis. Ella está tranquila y gozosa.

Yo por mi parte, sé a ciencia cierta que nunca sabré quién fue esa chica misteriosa, ni que coñito era. ¿O sí?

-¿Fin del relato? -

Como siempre gracias por las valoraciones y comentarios, tanto públicos como privados.

Besos,

OOAA