No seas mala, Sandrita

No me preguntéis el motivo pero sabía que era ella. No la había visto nunca pero ese culito respingón apoyado de cara a la barra y esa altanería en la pose que tan cachondo me pone de una mujer tenía que ser de ella… bueno, aunque en este caso no era un mujer sino una niñita caprichosa y cachonda qu

No me preguntéis el motivo pero sabía que era ella. No la había visto nunca pero ese culito respingón apoyado de cara a la barra y esa altanería en la pose que tan cachondo me pone de una mujer tenía que ser de ella… bueno, aunque en este caso no era un mujer sino una niñita caprichosa y cachonda que no había dejado de provocarme una erección tras otra desde que había contactado con ella por mail a raíz de un relato que ella misma había publicado en esta página.

Después de tantos mails y muchas fantasías calientes que acababan mojando mi mano había acabado convenciéndola de que necesitaba una buena lección de sexo y no los fuegos artificiales que había experimentado hasta ahora que (casi) siempre le habían dejado con ganas de más y más. Después de muchos titubeos, habíamos quedado en una céntrica cafetería moderna de esas que están proliferando últimamente… llegué deliberadamente cinco minutos tarde para ponerle nerviosa. No sabía nada de ella físicamente porque se había guardado muy mucho de decirme casi nada sobre su aspecto, pero en cuanto vi ese culito respingón enfundado en una minifalda muy ajustada negra que estaba a punto de romperse coronada por unas sandalias con tacones finos, supe que era ella. Un top rojo con escote palabra de honor y el pelo recogido en una coleta de caballo coronaba un verdadero pibón… e iba a ser mía esta tarde.

Me acerqué por detrás y sin mediar palabra como si la conociera de toda la vida le doy un beso en el cuello mientras le cojo de las manos con fuerza y le susurro: “Hola, Sandrita, ¿no me digas que te has puesto así de puta por mí?”. Sandra no se mueve, me parece oírle un leve ronroneo mientras aprieto mi cintura a su culo para que no te lo que guardo debajo del pantalón. Me separo y ya nos saludamos, nos damos los besos de rigor y nos sentamos en una mesa en una esquina, bastante apartada.

La verdad es que aunque tratemos de disimular hay poco de lo que hablar, los dos queremos follar y hemos venido a eso. Al menos yo que no puedo dejar de imaginármela a cuatro patas o empotrada contra la barra… En un momento dado, ella se levanta para ir al baño y lo hace pausadamente, abriendo toda la minifalda lo que hace que pueda verle todo el tanga. Es una vista muy fugaz pero me parece que ya está mojado, tanto que creo distinguir algo de su rajita a través de él… Levanto la mirada y me dedica una sonrisa como la que ha sido pillada en falta…

Le sigo con la mirada (y, junto a mí, buena parte de la cafetería) hasta que la veo desaparecer por la puerta del baño. Espero un minuto y voy tras su búsqueda. No puedo más. Entro en el baño de mujeres y justo la veo que va a salir de un apartado. Me mira extrañada pero no le dejo ni pensar, la cojo, la meto de nuevo dentro y cierro la puerta. “Vas a saber lo que es una buena polla”, le digo, mientras le pongo contra la pared y empiezo a besarle con lujuria el cuello y con mi mano voy sobándole los pechos. Lo hago con ganas, dominando la situación e ignorando sus gemidos cada vez más altos. Quiero que nos oigan y voy a hacerle gemir como nunca.

Mi polla va creciendo dentro del pantalón y se la paso por el culo mientras empiezo a morderle el cuello, estoy desatado y ella empieza a estarlo también. Lo noto. Le subo la minifalda y aparece ante mí el mejor culo que he visto nunca. Me agacho y empiezo a besarlo y mordisquearlo suavemente mientras te digo “qué culo”. Tú estás gimiendo pero sueltas un hilo de voz para decir “por favor, metémela ya, que estamos en un baño…”. Te doy un azote: “Aquí mando yo”. Te arranco el tanga con la boca, me levanto y te engancho bien de las tetas por detrás para empalarte desde atrás. De la primera embestida casi te chocas con la pared. “Buf, con más cuidado, cabrón”, me dices. No te hago ni caso y cada vez te doy más fuerte. Mi polla está enorme y llega al fondo de tu vagina sin haber entrado del todo… Gritas, te duele un poco pero sé que después de cuatro embestidas más, todo será placer y grande. Sigo, cada vez te doy más fuerte. “Ahhh, me vas a romper…” “¿Quieres que pare, niñata?” “Noooooo, sigue, hijo de puta”. Te muerdo el cuello, a ti ya te da igual que te deje marca mientras te agarro de tus tetitas con rabia, tus pezones están muy duros… “Me voy a correr”, gritas con rabia.. Eso me da más alas y le empotro más y más fuerte hasta que noto como empieza a convulsionarse y cierra su vagina sobre mi pene. La agarro fuerte y empieza a correrse mientras le digo barbaridades al oído… Todavía jadea mientras se recompone la ropa y yo me meto su tanga en el bolsillo. La miro a los ojos y no dice nada, solo veo chispa en su mirada. Salgo yo primero y vuelvo a mi sitio y, por suerte, no me encuentro a nadie al salir del baño. A los dos minutos vuelve ella, tiene cara de haber follado, me digo para mí jaja.

Se sienta, seguimos hablando un buen rato, ni mencionamos el polvo, es como si no hubiera sucedido. “Vamos, que te acerco a casa en mi coche”, le digo. Nos subimos y nada más arrancar me empieza a meter mano en la bragueta mientras susurra: “Ahora te toca a ti, que aún no te has corrido…”. Me sorprende su iniciativa pero no lo dudo y antes de que ella lo haga se lo ordeno yo: “Agáchate y chupámela a ver si sabes hacer una mamada en condiciones…” Te ríes con suficiencia (uf, no sabes lo que me pone ese aire de superioridad). Y aprovechas que paramos en un semáforo para agacharte entre mis piernas, sacar el pene de su prisión y empezar a darle besitos. Si estaba ya duro, ahora se pone mucho más “Guau, es una estaca”, dices. “A ver si te cabe entera, niñata”. La rodeas con la lengua como midiendo su tamaño para besarla luego por zonas, le das un mordisquito a la punta y haces un primer amago de metértela. “Buf, Sandrita, Sandrita…lo estás haciendo muy bien”. Parece que eso te anima para hacerlo mejor, yo ya no puedo ni conducir así que decido aparcar el coche en un lugar discreto. Echo el asiento para atrás para poder mirarte mientras me la comes, em,piezas a masturbarme con la mano antes de metertela de golpe… casi toda porque no te cabe. Me miras con cara de vicio y yo te digo “o te la metes toda o no te vuelvo a follar”. Lo intentas pero tienes que parar porque te da una arcada. Poco a poco vas ganando terreno y, al final, consigues metértela toda. Tienes la boca que parece va a reventar. Sigues chcupando, adentro y afuera y te digo “ahora hazte un dedo mientras me la comes”. Empiezas a masturbarte mientras me la comes cada vez con más ganas. Decido cogerte la cabeza y empezar a follarte yo la boca. Cada vez te embisto más, tienes problemas para aguantar. Subo el ritmo hasta que te aviso de que me voy a correr y quiero que lo hagas contigo a la vez… Un minuto después empieza a salir semen a borbotones de mi polla, no te cabe en la boca y empieza a gotearte mientras veo que estás corriéndote tú también… “Aaaah, ha sido maravilloso, pequeña putita”. Me miras satisfecha mientras tratas de recomponerte… Nos sentamos los dos y suspiramos fuerte…

“¿Y ahora qué hacemos?”, te digo. “A mí se me ocurren muchas cosas pero no sé si querrás seguir enseñando a este niñita caprichosa y cachondona…”, me contestas mientras abres tus piernas y miro tu falda manchada de semen....

Continuará…

Dedicada a sandrita.