No se traiciona a unas hijas

Otro miembro de la familia se une a mi vida

Después de mi cumpleaños nuestra relación se estrechó mucho más. Paco y Loli no perdían ocasión de solicitar mis "servicios", tanto para que les prestara mi apartamento ccomo para que les "prestara" mi cuerpo. Nuestros encuentros múltiples eran cada vez más frecuentes y más desinhibidos.

En cada uno de ellos Paco y yo avanzábamos en nuestros tocamientos, y no tardamos en besarnos, acariciar nuestras pollas y hacernos mamadas mutuas siempre en presencia de Loli, que a veces participaba y otras se conformaba con mirar mientras se masturbaba, eso sí, no nos perdonaba que no la penetrásemos, lo que solía poner punto final a las sesiones de sexo.

Yo simultaneaba esta relación con la que mantenía con Belén, ignorantes ambas hermanas de esta situación, que me exigía andar con pies de plomo para que no descubriesen el doble juego.

Pero la ley de Murphy dice que cuando una cosa puede salir mal, sale mal, y si se puede complicar, puede hacerlo hasta límites insospechados..

El asunto fue que se casaba un primo mío y como la boda era de postín necesitaba un traje, así que una mañana que estaban Loli y su madre desayunando lo comenté y me dijeron que con gusto me acompañarían una tarde a comprar uno. Quedamos al día siguiente y recorrimos algunas tiendas, pero tenían unos precios que con mi sueldo de camarero no me podía permitir. Entonces Carmen me hizo el ofrecimiento: "Oye, guardo todavía algún traje de mi difunto marido. No creo que te queden mal, si acaso habría que acortar los pantalones porque era más alto que tú, pero para llevarlo un día no es necesario que te gastes el dinero. Sube una tarde a casa y escoges el que quieras..."

Nos pareció buena idea y un par de días después subí al terminar mi trabajo. Carmen estaba sola y me sacó varios trajes, todos ellos en muy buen estado, cada uno en su funda. Yo había estado muchas veces en el piso, pero nunca en la habitación de Carmen. Allí me probé los trajes porque había un gran espejo en el que me podía ver de cuerpo entero. Lo cierto es que tal y como pensaba Carmen, solamente había que acortar un poco los pantalones, pues las chaquetas me quedaban como un guante.

"Ven, súbete a una silla para que te marque por dónde hay que acortarlos".

Lo hice, y mientras Carmen buscaba alfileres para hacer las marcas, me hablaba de sus hijas.

"¿Sabes que mis hijas no hacen más que hablar de ti? Tienen mucha suerte de tener un amigo como tú..."

"Es que son unas chicas estupendas. Tú eres la afortunada de tenerlas como hijas. Y ellas mucho más de ternerte como madre. Las quiero mucho"

En ese momento se puso de rodillas para tomar la medida del dobladillo y su cabeza quedó a la altura de mi paquete. Yo me había desnudado delante de ella para cambiarme sucesivamente de pantalones y no me había sentido incómodo en absoluto, era como si lo hubiera hecho delante de mi madre.

"¿Hay alguna razón que yo no conozo, de momento, para que sean tan felices contigo...?"

Ese "de momento" lo dijo haciendo una pausa y levantando la mirada hacia mis ojos, entrecerrándolos y sonriendo de una forma extraña. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Acaso sabía lo mío con las dos hermanas? Repentinamente me sobrevino una erección que no podía disimular porque la tenía a mis pies. Y pasó...

Llevó su mano a mi paquete diciendo "¿Éste es el causante de su felicidad...? Pues a lo mejor también es capaz de alegrarme a mí el día..."

No podía creerlo. Su mano sobando mi paquete, que crecía rápidamente, mordiéndolo por encima del pantalón.

"¡Carmen, qué haces...!" le grité "¡tus hijas...!"

"Desde que murió mi marido hace doce años no he tocado una polla. Ya ni me acuerdo cómo son..." se rió, mientras me bajaba pantalones y calzoncillos dejando al aire mis vergüenzas.

"Bonita, sí señor... Menudita, como me gusta... Que me quepa entera en la boca..."

Y sin más se la metió entera. A pesar de los años no había perdido la práctica, desde luego. Su mano subía y bajaba al ritmo de la mamada, proporcionándome un placer increíble. Estuvo varios minutos chupando mi polla y luego me hizo bajar de la silla y me empujó a la cama. Me quitó el resto de la ropa y empezó a besar mi cuerpo mientras mantenía mi pene en su mano.

"Ni se te ocurra correrte todavía... Tienes que darme lo que no he tenido en doce años..."

Se fue quitando la ropa y descubrí un cuerpo bien cuidado, unas tetas algo caídas por la edad, pero aún duras y un culo potente. Ahora veía a quién había salido Loli.

"Hazme lo mismo que a ellas, no me quejaré si me dejas tan contenta como a mis niñas..."

Excitado por tener al tercer miembro de la familia a mi disposición empecé a besar sus pechos, arrancando los primeros suspiros de su boca. Sin dejar de lamer dirigí la mano hacia su coño oculto en las bragas y comencé a acariciarlo por encima. Podía notar la enorme mata de pelo que lo cubría, y sin mirar metí la mano por el elástico e introduje un dedo en la vagina húmeda por la excitación. Enseguida hallé el clítoris y en cuanto lo acaricié se estremeció. Debían llevarlo en los genes, pues el primer orgasmo le llegó en unos minutos, y al igual que sus hijas quedó medio desmayada en la cama, jadeante y temblorosa...

"¿Quieres más ahora...?"

"¿Estás de broma...? ¡Quiero esa polla dentro de mí...! ¡Ya!"

No me hice de rogar y me acomodé entre sus piernas iniciando una lenta penetración, jugueteando con mi glande en la entrada de su coño chorreante.

"¡Empuja, cabrón...!"

Nunca la había oído soltar tacos, pero me decía de todo menos bonito...

Metí mi polla hasta el fondo y escapó un gemido de su garganta. Un gemido que ya me era familiar. Empecé un metesaca tranquilo y poco a poco fui acelerando el ritmo mientras los gemidos aumentaban en intensidad. Se mordía los labios para no gritar mientras su rostro era el vivo retrato del placer.

Saqué mi polla cuando noté que no me faltaba mucho para correrme y entonces se incorporó y la atrapó con su boca, limpiándola así de sus propios flujos y comenzando una mamada marca de la casa...

No me atreví a correrme en su boca y lo hice en sus pechos, aunque luego limpió todos los restos de mi polla con suaves lengüetazos que me transportaron al paraíso.

Nos tumbamos boca arriba en la cama sin mirarnos y rompió el silencio: "No me extraña que te quieran tanto si eres capaz de satisfacerlas así... ¿Te acuestas con las dos?"

Le conté de forma resumida mi relación con ambas y con Paco, causándole una enorme sorpresa, rogándole que no les contara esa doble relación que mantenía.

"¿Estás loco o qué...? ¿quieres que así se enteren de esto también...? No te preocupes, que sé guardar un secreto...al menos mientras tenga que arreglarte los pantalones... porque esos pantalones van a necesitar muuuuchos días de arreglos..."