No se traiciona a un amigo (parte 2ª) Chantajeado
Continuación de mi relación con mis amigos y el restp de la familia
Paco apareció al día siguiente por el bar. Loli acababa de bajar con madre y no habíamos podido intercambiar más que un saludo debido a los clientes que tenía que atender, pero al verle entrar con un fabuloso ramo de rosas supe que algo iba a cambiar respecto a lo que teníamos pensado.
Al entregarle el ramo todo fueron peticiones de perdón, a ella y a mí, súplicas y llantos y promesas de que no se repetirían los celos. El espectáculo era seguido con una cierta emoción por parte de los clientes, que estallaron en un aplauso cuando Loli aceptó y se besaron y abrazaron y lloraron hasta hartarse.
Loli me lanzó una mirada y supe que nuestro breve idilio había llegado a su fin.
A partir de ese día continuamos con nuestras salidas, nuestras cervezas y risas, y Paco no volvió a dar muestras de celos, aunque lo cierto es que no le dábamos motivo para ello. Yo seguía acompañando a Loli a su casa el día que él no podía y ahí acababa todo... hasta un día que Loli y nos quedamos un largo rato charlando en el patio y al despedirnos me besó. Fue un beso de agradecimiento por ser tan buen amigo, me dijo.
Lo tomó por costumbre y comenzamos a besarnos cada noche si estábamos solos, por supuesto. Algunas veces los besos se convertían en verdaderos morreos que me dejaban más caliente que la moto de un heavy, pero no pasábamos de ahí. Si acaso, cuando llegaba a casa me hacía una paja en su honor y ya está.
Una tarde, al acabar mi turno me fui a casa y sentada en el escalón de la entrada estaba Belén. Me sorprendió que supiera dónde vivía. Se levantó al verme y la saludé con un "hola, guapa", que era mi saludo habitual cuando venía al bar.
"¿Se puede saber qué estás haciendo con mi hermana?", me soltó de repente.
No pude reaccionar; las palabras no acudían a mi boca, mi cerebro estaba bloqueado...
"¡Eres un cabrón! ¿Crees que no os he visto en el patio?", gritaba.
La gente miraba al pasar y la quise tomar del brazo para calmarla, pero me dio un empujón contra la puerta que me hizo caer al suelo. Se acercó para ayudarme y disculparse y la hice entrar en el portal para dejar de dar la nota en la calle.
"No es lo que piensas, Belén; te juro que no pasa nada entre nosotros. Sube y te lo cuento".
"Ni loca te acompaño..."
"Te aseguro que es verdad, y si quieres le podrás preguntar a tu hermana. Sube y te cuento lo que pasa"
Aceptó a regañadientes, pero se le veía interesada en conocer la historia.
Entramos en el apartamento y le ofrecí algo para beber. Tomó asiento mientras yo mentalmente iba pensando en cómo contarle toda la verdad, porque no pensaba reservarme nada.
Empecé por el principio, por la noche del mensaje de Paco, los días de tristeza de Loli y cómo llegamos a lo que llegamos esa noche en el apartamento. No le ahorré ni un solo detalle, y mientras se lo contaba se me saltaron las lágrimas más de una vez al rememorar la noche.
"Pero te juro que no pasó nada más, ni esa noche ni ninguna. Los besos que ahora nos has visto darnos empezaron como un agradecimiento, me dijo tu hermana. Por ser tan buen amigo y tan buena persona, me dice".
"No me creo que seas tan bueno..." dijo Belén al acabar mi relato.
"No digo que yo sea bueno; sé que hacemos mal, pero te juro que es la verdad..."
"No. Digo que no me creo que seas tan bueno comiéndole el coño a una mujer..." dijo riendo.
Me dejó descolocado, y antes de poder reaccionar añadió: "eso me lo tienes que demostrar..."
No salía de mi asombro, y antes de poder decirle nada tenía una mano suya en mi paquete.
"Veremos quién de los dos trabaja mejor con la boca..."
"¡Tú estás loca o qué! ¡Que eres Belén, coño, la hermana de Loli!".
"¿Y por eso no me merezco lo mismo que ella?¿O es que lo que has contado es pura boquilla?"
No podía creerlo; me estaba retando a ver quién hecía mejor el sexo oral, y lo cierto es que yo estaba con una erección bien visible.
"Venga, que no tiene por qué enterarse nadie. ¿O prefieres que Paco sí se entere?"
La cabrona me estaba chantajeando y parecía totalmente decidida, porque se levantó del sofá y comenzó a desabrocharse el cinturón y bajarse los pantalones.
"¡Quieta, quieta!", le dije. "Si vamos a hacerlo, vamos a la cama" y me incorporé del sofá con un bulto evidente que le hizo sonreir. Me lo sobó por encima del pantalón y me siguió al dormitorio.
Todavía pasaba por mi cabeza la idea de que todo era una prueba a la que me quería someter y que al final no pasaría nada, pero enseguida se desvaneció cuando la vi despojarse del pantalón y quedarse solo con una graciosa braguita de Minnie, lo que indicaba que todavía se resistía a dejar de ser una niña, aunque yo le había conocido ya algunos novietes y me imaginaba que tenía experiencia sexual previa.
"No te cortes y desnúdate, que no eres el primero que veo", dijo, confirmando mis sospechas.
Belén ya se había quitado la camiseta y lucía espléndida sus 19 años. Al contrario que su hermana tenía una bonita figura, tal vez un poco delgada, pero muy proporcionada.
Me desnudé dejando el calzoncillo que parecía una tienda de campaña. No estaba especialmente bien dotado, pero lo cierto era que ninguna chica con las que había estado hasta entonces tuvo la más mínima queja del funcionamiento de mi aparato.
Se sentó en el borde de la cama y empezó a sobar mi pene por encima del calzoncillo, poniéndolo más duro si ello fuera posible. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando se puso a mordisquearlo sin sacarlo de su escondite. Desde luego, la cabrona sabía hacer la faena. Liberó mi polla y le pasó la lengua de abajo a arriba, recreándose en mis pelotas, metiéndoselas en la boca y apretándolas entre sus labios. Yo estaba a cien y aún no había empezado lo bueno. No sabía si podría aguantar sin correrme, así que la aparté y la hice tumbarse en la cama. Pasé un dedo desde sus labios hasta el inicio de sus pechos, todavía ocultos por el sujetador, y la noté estremecerse. Recorrí todo el borde del mismo e introduje el dedo en el interior, acariciando su pezón duro como una piedra.
Belén estaba tan caliente como yo, así que decidí que la suerte estaba echada y no había vuelta atrás. Me arrodillé y empecé a besar su coño por encima de sus braguitas, que ya estaban mojadas. Con los dedos las aparté un poco y descubrí una vagina brillante por los jugos que expulsaba. Mi lengua se introdujo lo justito para saborearlos y empecé a moverla a lo largo de los labios mientras empezaba a gemir. Estuve unos minutos jugando con su clítoris hasta que me detuvo.
"¡Cabrón, sí que sabes hacer tu trabajo, pero ahora me toca a mí!".
Me hizo tumbar y comenzó un masaje con una mano mientras la otra acariciaba mis huevos. Su boca no tardó en entrar en acción, y sus lengüetazos me transportaban al paraíso. Abandonó mi polla un momento y se dedicó a acariciar mi pecho desnudo, lo que aproveché para liberar su pechos de la opresión del sujetador. Eran pequeños -debía llevar algún relleno en el sostén-, con unos pezones pequeñitos y oscuros que sobresalían e invitaban a ser besados. Lo hice con suavidad e inmediatamente se endurecieron de nuevo, haciendo suspirar a Belén, que de nuevo atrapó mi polla. El lento ritmo que imponía a su mano en el sube y baja me causaba un tremendo placer y de nuevo sentí que no tardaría en correrme de seguir así, de manera que le dije que primero le haría yo la faena completa y luego ella me devolvería el "favor".
Le quité las braguitas empapadas que todavía llevaba y me apresté a darle todo el placer que pudiera. No tardó en gemir y suspirar mientras recorría su coño mi lengua y le introducía rítmicamente uno o dos dedos en su coño húmedo. En menos de dos minutos estaba suplicando que parase, a lo que no hice ni caso; quería verla retorcerse de placer y oirla chillar. Iba a pagar cara su apuesta. Continué comiéndole el clítoris y de repente estalló: sus piernas se agarrotaron y y su cuerpo se arqueó mientras llenaba mi boca de un líquido dulzón.
Cayó en la cama cuando solté sus piernas temblorosas y observé que tenía la mirada extraviada, mientras boqueaba buscando aire.
Me reí para mis adentros sabedor de que mi honor estaba salvado, y la acaricié suavemente mientras se recuperaba. Miraba su bonito cuerpo y su carita de muñeca y mentalmente la comparaba con su hermana Loli: qué diferentes mujeres habían salido de la misma madre, aunque las dos coincidían en tener unos orgasmos explosivos e intensos.
Poco a poco se incorporó y me dijo "te vas a enterar ahora de lo que soy capaz".
Atrapó mi polla con la boca y en dos chupadas la dejó dura como una estaca.
Su mano acariciaba mis huevos en un suave masaje y su lengua no cesaba de chupar mi glande a punto de reventar. No podía aguantar más y le avisé. "No te preocupes, que mi boquita será buena receptora". Apenas unas chupadas más y una enorme corrida salió de mi polla depositándose íntegra en la boca de Belén, que seguía chupando mientras yo me retorcía de placer y me mordía los labios para no gritar.
Cuando soltó mi pene en su boca no quedaba ni rastro de semen; solo una sonrisa de provocación: "¿Qué, lo dejamos en empate?" y se echó a reir.
Ese fue el inicio de una relación que nos llevaría más lejos con alguien insospechado. Pero esa es otra historia...