No se salva nadie
En mi vida todo esta permitido.
La primera vez que la ví fue una mañana cuando volví del colegio. Yo tenía catorce años, y mis hormonas estaban prácticamente a flor de piel, pero aunque no hubiese sido así, Guadalupe era capaz de hacerlas hervir en cualquier hombre.
Ella tenía el pelo castaño, casi negro, muy abundante, y con unos rulos que la hacían parecer una verdadera leona. Su piel era oscura, y esto hacía que sus ojos celestes resaltaran en una forma increíble. Pero lo que más me llamó la atensión fue su boca de labios carnosos, que se me hizo como hecha para el amor.
Mi madre me la presentó, y si bien yo ya sabía que pronto ibamos a cambiar de servicio domestico, la nueva sirvienta me sorprendio. Yo me había criado con Ramona, una mujer que ya era vieja, por lo menos para mi, cuando yo nací, y Ramonita finalmente se había jubilado, y se había ido a vivir con su hija al interior de la provincia.
Mi madre me dijo: "Adolfo Guadalupe te va a servir la leche en la cocina, cualquier cosa que necesites pedíselo a ella." Yo lo primero que pense es en que se quitara la ropa.
Ella usaba un guardapolvo color gris topo, y el atuendo lo completaba un delantal, que se ajustaba en la cintura.
Mientras Guadalupe, Lupe como la empezamos a llamar todos, preparaba las cosas para que yo merendara, yo tuve la oportunidad de mirarla con mayor detenimiento.
La morocha tenía un cuerpo increíblemente bien formado. El cordón del delantal hacía que se notara claramente la estrechez de su cintura, y sobre todo hacía que resaltara la deliciosa redondez de sus nalgas. Sus piernas a pesar de que el uniforme apenas superaba el largo de las rodillas por no más de cinco centimetros, me dejaba ver unos muslos musculosos, y firmes que me estremecieron de placer.
Ahí estaba yo sin poder articular palabra por la emoción, y con una erección que me hiba a ser muy dificil de dicimular a la hora de pararme de la mesa.
Cuando ella se paró a mi lado y me puso la bandeja con la merienda, pude apreciar gracias al espacio que había entre los botones del uniforme, unos senos gnerosos, y parte del corpiño que ella llevaba puesto, y que era de color negro.
Creo que ella se dio cuenta del efécto que ella me provocaba, y cuando me sirvio me regaló una sonrisa picara que me provocó pararme, tomarla entre mis brazos, y estamparle un beso en esa increíblemente sensual boca.
En ese momento entró mi padre en la cocina.
Mi padre es abogado, uno de los más prestigiosos de la ciudad, y uno de los mejor pagos. Un tipo serio y poderoso, que está completamente conciente de esto, y se lo hace saber a todos los que lo rodeamos, incluídos los miembros de su familia. Casi siempre está de traje, y yo medio en chiste, o medio en serio digo que él se baña de traje.
Una vez que me saludo como quien saluda a un mueble, le dijo a Lupe que le prepare un café negro,
Como yo estaba de frente donde estaba la cocina, pude ver como la ropa interior que la chica tenìa puesta se le marcaba a travez del uniforme. Ya había visto que el corpiño era de color negro, por lo que supuse que la parte de abajo sería del mismo color, y esto me estaba llevando a una erección que amenazaba con romperme el pantalón, ya que el triangulito que yo alcanzaba a adivinar debajo de la falda, era super pequeño, y yo me hice a la idea de que esa cola super redonda con una tanguita negra era algo como para ponerle los pelos de punta a cualquiera.
Yo ya estaba terminando con lo que estaba en la bandeja, pero no quería dejar de admirar ese verdadero espectaculo que era Lupita, cuando mi madre aparecio en la puerta, y anuncio que iba a sus clases de pilates. Mi madre casi nunca estaba en casa, siempre tenía algo que hacer fuera de casa, y yo sospechaba que el fín último era estar lejos de mi padre, quien tenía su estudio en mi hogar, y por lo tanto pasaba grán parte de su vida en casa.
Padre parecio darse cuenta de que estaba terminando, él parecia darse cuenta de todo, y me preguntó: "No tenes que hacer nada para el colegio?."
Era su manera sutil de decir, no perdas el tiempo, y anda a estudiar.
Yo apuré los últimos tragos de mi café con leche, y me paré tapandome con mis libros, ya que mi exitación no se bajó, ni siquiera con la entrada de mi padre en la habitación.
Al poco rato de estar en mi cuarto, mi padre se apersono en él, obviamente para controlar lo que estaba haciendo, y me preguntó si al día siguiente necesitaba alguna cosa que estuviera a su alcance. Yo solo atine a decir que nada, luego de lo cual él se marchó escaleras abajo, supuse yo que a trabajar en su estudio.
A los pocos instantes de que él se retirara de mi habitación, yo me acordé que en su estudio había una enciclopedia multimedia que podía a llegar a necesitar al día siguiente, y bajé las escaleras con destino a su despacho. Como hacía calor yo no llevaba puestos los zapatos, por lo que mi descenso por las escaleras, fue totalmente silencioso, y al pasar por la puerta de la cocina pude oir que me padre estaba alli diciendole algo, seguramente a Lupe.
Hasta el día de hoy me parece mentira la escena que vi en la cocina, y a pesar de haberlo visto con mis propios ojos, me resulta dificil de aceptar.
Mi padre estaba de pie detras de Lupita, quien estaba lavando los posillos, y demás utencillos en la pileta de la cocina. Mi padre aún tenía la taza de café en la mano, y luego de alcanzarcela a la muchacha, y sin ningún tipo de preambulo, le apoyó la palma de la mano abarcandole una de las nalgas.
Mi padre el hombre más serio que había visto en toda mi vida le estaba tocando la cola a la sirvienta.
Lupita dejo de lavar, y simplemente dio vuelta la cara, como preguntando que era lo que estaba haciendo, a lo que mi padre solo respondio llevandose un dedo a los labios para indicarle que no diga nada.
Ella simplemente se dio vuelta nuevamente, y siguió con lo que estaba haciendo.
MI padre la tomó por las caderas, y le resfregó la entrepierna por las nalgas, luego de lo cual se retiró un poco, y con ambas manos le levantó lentamente la falda, lo que dejó al descubierto me hizo abrir la boca de la emoción.
Tal como yo había supuesto, debajo de la pollera Lupita llevaba puesta una prenda de color negro, pero lo que yo no sabía era que la misma era bastante pequeña, y tanpoco pensaba que la cola de Guadalupe fuera la mejor cola que había visto en mi vida, y eso teniendo en cuenta todas las modelos que aparecían en las revistas de moda.
Los muslos musculosos, y las nalgas duras y redondas de la muchacha me hicieron llevar mis manos a mi entrepierna, y comenzar a masajearme el miembro por encima de mi pantalón.
A mi padre se le escapó un discreto silvido de admiración, y no era para menos, pero justo en ese momento sonó el timbre que había en la puerta de su despacho, y que anunciaba la llegado de un cliente, y como era su obligación, luego de darle una palmadita en la cola, le bajó la pollera y se fue a atender a su cliente.
Por suerte la puerta que llevaba al despacho desde la cocina no era en la que yo estaba, de esta forma él nunca se enteró de que yo lo había visto.
Apenas él salio de la cocina entre yo.
Lupe estaba con la cara roja, y yo no sabía si era de bronca, de verguenza, o si el manoseo la había calentado, y yo estaba dispuesto a averiguarlo.
Yo no tenía idea de la forma en que lograría llevar a cabo mi cometido, pero casi sin pensar me paré detras de ella, y antes de que me pregunte si necesitaba alguna cosa, yo la tomé de las caderas, y le apoyé mi verga entre sus nalgas.
Yo estaba de pantalones cortos, y mis muslos desnudos se pegaron a la parte de atras de los suyos, mientras mi pene duro de la emosión se hundía entre esos dos glutoes de ensueño.
Ella no reaccionó de ninguna manera, simplemente siguió con sus tareas como si nada estuviera ocurriendo, mientras yo me le refregaba por el trasero.
Mis manos poco a poco fueron subiendo desde sus caderas hasta llegar a sus pechos.
La dureza de sus pezones eréctos en ese momento no me llamaron la atensión, pero luego me enteré de que esta era una muestra de la exitación en una mujer, aunque en ese momento la única exitación que existía para mi, era la mia.
Ella había dejado de lavar los platos, aunque la canilla seguía abierta, y ella seguía sosteniendo un vaso en sus manos que seguían debajo del agua que corría.
Yo estaba enceguecído, mis manos no hacían sino masajear esos pechos, y mis dedos se entretenían jugando con sus pezones pelliscandolos.
Lupita había hechado la cabeza asia atras haciendo que mi cara quede metida entre su abundante cabello oscuro.
Podía sentir ese hermoso perfume de hembra caliente a travez de su piel, y enloquecido la besaba en el cuello mientras ella había comenzado a arquear la espalda recibiendo la caricia que mi entrepierna le hacía a sus nalgas.
Yo estaba dispuesto a todo, mis manos dejaron el delicioso contacto con sus pechos, y bajaron hasta el borde de su pollera, y lentamente se la levante dejando los gluteos más apetecibles que jamas había visto.
No pude evitar arrodillarme, y con la pasión que me inspiraba la gloriosa visión de sus nalgas, comence a besar toda la fantastica geografía de su trasero.
Mientras mis labios se deleitaban besando y mordiendo su cola, mi mano fue hasta su entrepierna para acariciar su sexo humedo de exitación.
Ella estaba disfrutando de mis caricias, ahora mis dedos estaban debajo de la tanga que ella llevaba puesta, y se movían entre los mojados labios de su vagina.
Era el momento, y yo me puse de pie bajando mis pantaloncitos hasta que terminaron en mis tobillos.
Yo me acerque a ella apretando mi pene duro contra sus nalgas.
Estaba haciendo lo imposible por no eyacular, así que me dije que era el momento de penetrarla, por lo que le bajé la tanguita hasta las rodillas, y sin que ella hiciera nada para impedirlo me dispuse a meterle mi verga en el culo.
En ese momento sentí que la puerta de la calle se abría, y la voz de mi madre que a los gritos preguntaba por Guadalupe.
Fue una locura, Lupe se subio la bombachita, y fue a recibirla, mientras yo me puse el pantalon, y me senté a la mesa, ya que la erección que tenía era muy evidente, y como para ir a mi habitación necesariamente tenía que pasar por donde estaba mi madre estaba ella podía llegar a notarlo, aunque ella no me prestaba demasiada atensión, ni a mi ni a nadie, que no fuera ella misma.
Mi madre entró en la cocina, y luego de darme un beso en la frente, comenzó a contarme cosas que le habían pasado en su día, cosas como quien estaba en el shopping, o en el gimnacio.
Minetras ella me hablaba, está demas decir que yo no le prestaba la menor atención, solo trataba de hacer que mi miembro dejara de estar tan duro, y que se fuera el dolor que estaba empezando a sentir en mis testiculos.
Esa noche luego de cenar, y mirar un poco de tele, me fui a acostar, y una vez en la cama tuve que luchar para no masturbarme, pero a duras penas lo conseguí, ya que me hice la promesa de que todo el esperma que sentía me inundaba, tenía una mejor destinataria que mis sabanas.
Yo era el que primero me levantaba, entraba a las siete de la mañana al colegio, y siempre fue Ramona la encargada de despertarme, nunca se me pasó por la cabeza que esa tarea estaba destinada a Guadalupe.
En mis sueños yo estaba en la cocina, sentado a la mesa, y Guadalupe entraba a la habitación, y sin decir nada se sentaba encima mio. Ella no llevaba ropa interior, y yo podía sentir como cuando ella se sentaba sobre mi dejando sus senos a la altura de mi cara, mi verga se metia entre los humedos labios de su vagina.
La sensación era realmente deliciosa, y yo no hubiese querido despertarme jamas, pero poco a poco esto ocurrio, aunque no puedo decir que esto me molesto.
Yo duermo con unos calzoncillos con piernas, y con una bragueta en la parte anterior por la que cuando yo tenía una erección salia mi pene, tal como ocurria siempre. Esta vez yo estaba boca arriba, y por el calor había hecho que las sabanas quedaran a mis pies.
Entre sueños me llamó la atención que a pesar de sentir que me estaba despertando seguía sintiendo las mismas sensaciones que tenía en mis sueños, pero cuando bajé la mirada me dí cuenta de porque era esto.
Guadalupe estaba sentada en la cama, y mi verga estaba metida en su boca.
La visión, y la sensación que sentí me hizo gemir de placer. Ella siguio metiendose y sacandose mi miembro de la boca como si no se hubiese dado cuenta de que yo estaba despierto, y solo cuando se dio cuenta que la eyaculación era inminente dejo de hacerlo, y fue la punta de su lengua la que siguio en contacto con mi pene.
Ella lamió la parte e abajo de mi glande, mientras con una mano sigui masajeandome hasta lograr la eyaculación más brutal que tuve en toda mi vida.
El esperma salio disparado hacia el techo, y por poco estuvo a punto terminar allí, pero lamnentablemente no fue así, y tras alcanzar su maxima altura descendio cayendome en la cara y mi pecho, cosa que al parecer le parecio gracioso a mi bella mucama, quien sin disimular una risa, me dijo que me lavara, y mi apurara, que apenas tenía tiempo para desayunar, y partir para el colegio.
Antes de que yo pudiera decir, o hacer algo ella salio de la habitación.
Luego de higienisarme fui a la cocina, y allí comí mi desayuno, aprovechando cada vez que Lupe se acercaba a la mesa para poner mis manos entre sus piernas, o en su duro trasero.
Casi a los empujones la chica me hizo salir de casa ya que el remise que me llevaba al colegio ya había llegado, y esperaba para llevarme.
En el colegio me moría de ganas de contarle a todo el mundo mi placentera forma de despertarme, pero no me animé, seguramente todos mis compañeros querían ir a mi casa para conocer a Guadalupe, y eso era algo que yo no estaba dispuesto a permitir.
En la última hora de clases tuve un examen, y como el que terminaba se podía retirar del establec yo no hice como era mi costumbre, que consistia en esperar a que el remise me viniera a buscar, sino que llamé uno y me hice llevar a mi casa, no veía la hora de volver a estar con Guadalupe.
Cuando llegué a casa, de inmdiato me dirijí a la cocina, pero alli no estaba, por un segundo dude pero finalmente me diriji a el estudio de mi padre.
A el estudio se podía entrar por la entrada que daba a la cocina, por la calle, que era por donde estrabam los clientes, y una puerta que estaba en la cochera, y que no daba directamente a la habitación en donde mi padre tenía el escritorio, sino que primero habia que pasar por una pequeña habitación en donde mi padre archivaba todo tipo de papeles relacionados con su trabajo.
Yo entré en la cochera, y luego al archivo, que como siempre estaba oscuro, ya que era uua habitación sin ventanas, y allí llegue hasta la puerta que daba al escritorio.
No era la primera vez que desde allí yo había espiado lo que pasaba en el estudio, pero esta vez confieso que una sospecha hacía que mis manos temblaran, y mis sospechas se vieron confirmadas.
La escena me impactó, Guadalupe estaba agachada sobre el escritorio de roble de mi padre, y él estaba parado detras de la chica.
Ella estaba con el trasero al aire, y mi padre solo tenía puesta la camisa desprendida, sus pantalones estaban en el suelo, y la tanguita de Guadalupe estaba en los tobillos de la joven.
El la estaba sodomisando con una furia que para quien hubiera tenído trato con mi padre nunca se hubiera imaginado.
Guadalupe tenía las manos sobre el escritorio, mientras mi padre la tenía por las caderas, mientras le daba unos empujones que parecían tener por objeto hacerla pasar por ensima del mueble.
Ella apenas si emitia algún gemido, mientras mi padre detras gruñia como un animal, y le murmuraba cosas que yo no alcanzaba a escuchar.
Esta visión lejos de enojarme, debo confesar que me exitó al maximo, y no pude reprimir la tentación de empezar de tocarme.
Mi padre comenzó a levantar un poco la voz, y ahora podía escuchar las cosas que le estaba diciendo a la chicas.
El le dijo: "Asi que te gusta por el culo negrita?. Entonces te voy a llenar el orto de leche para dejarte contenta.
Ella estaba realmente caliente, tenía la boca abierta pero de su garganta apenas si salía una especie de sonido gutural.
Mi padre tomó a Guadalupe de los cabellos, y sin sacarle el pene del trasero se sentó en el sillón del escritorio con ella sentada entre sus piernas.
Ahora las manos de mi padre masajeaban los senos de la chica, mientras ella movía la pelvis para adelante y para atras, y con sus propias manos comenzó a masturbarse metiendose los dedos en la vajina.
A esta altura yo ya había sacado mi pene y también me estaba masturbando.
Lo nuestro fue prácticamente un orgasmo simultaneo, yo acabé junto a mi padre, Guadalupe emitio un grito, que mi padre alcanzó a apagar tapandole la boca con una mano, mientras él con un gruñido dejaba ver que tambien había llegado al climax, el único que no pudo hacer ningun ruido obviamente fui yo, incluso tuve que hacer malabarismos para que mi semen no caiga al piso, vale decir que no quice dejar huellas de mi paso por la habitación.
Ese día lo pasé en mi habitación, y solo baje a la hora de la cena, que era el único horario en el que coincidíamos todos los miembros de la familia.
Mientras Guadalupe servía la cena, yo no podía dejar de mirar a mi madre. No podía entender porque mi padre la engañaba con la mucama, obviamente Guadalupe era una hembra impresionantemente sencual, pero mi madre no se quedaba atras. Con sus treinta y tres años, era una mujer en la madurez de su belleza. Tenía todo el dia para dedicarlo a mantenerse en buena forma, y eso era esactamente lo que hacía. Cuando no estaba en el spa haciendose masajes, o algún otro tratamiento de belleza, estaba en el gimnacio haciendo que su cuerpo mantenga una firmesa, y unas formas que envidiarían muchas chicas de veinte años.
Tenía el pelo castaño ondulado que le llegaba hasta los hombros, y un rostro de una belleza singular, que hacía que mi padre fuera envidiado por el cien por cien de sus colegas, vecinos, y por todos los hombre que tenían la suerte de ver esa diosa que era mi madre.
Me resultaba hasta cierto punto gracioso ver como mis compañeros de colegio se quedaban con la boca abierta de par en par cada vez que mi madre pasaba a buscarme al colegio, y ni hablar cuando ella se aparecia con sus famosas polleras tubo, que en general ella gustaba de usar quince centimetros por encima de la rodilla, dejando a la vista unas piernas super bien torneadas.
Al día siguiente no fui despertado por una deliciosa mamada, sino que fue mi padre quien me despertó para decirme que él me hiba a llevar al colegio, porque tenía que hacer un tramite en tribunales, y le quedaba de paso para llevarme al cole.
Cuando bajé a la cocina, ahí estaba Lupe. Mirandola no pude sino preguntarme si mi padre ya había estado haciendo de las suyas con la chica, pero eso era algo que nunca hiba a saber.
Mi padre me dejo en el instituto, y antes de irse me dijo que mi madre me pasaría a buscar a la salida.
Cuando llegó la hora de salida, mi madre aparecio en su auto, y como yo estaba con mi mejor amigo Ignacio, me dijo que lo tragera con nosotros, que iriamos de paseo.
El paseo consistía en ir de shopping.
Mi madre no se bajo del automovil hasta que llegamos al estacionamiento del shoping, y cuando lo hizo Ignacio se quedo con la boca abierta, y sus ojos a su pesar no pudieron disimular el efecto que le causó mi bella madre.
Ella estaba llevaba puesta una blusa blanca muy liviana que dejaba traslucir un corpiño del mismo color, pero lo que dejó sin palabras a Nacho fue la ajustada pollera de color crema que mi projenitora llevaba puesta, que por supuesto que era corta, y por lo ajustada tenía un tajo en la parte de atras para permitirle caminar. Las piernas de mi madre eran esplendidas, y su duro trasero quedaba deliciosamente delineado por la prenda. Por eso cuando empezamos el recorrido por los locales subiendo por las escaleras eléctricas, Nacho siempre se quedaba detras de nosotros para ver que era lo que alcanzaba a ver en esa posición, ya que la pollera era corta, y el tajo en su parte posterior facilitaba la observación.
Mi madre no era tonta, y pronto yo tambien me dí cuenta que mi amigo estaba a mil, y creo que ella estaba bastante divertida con la idea de tener a un adolecente detras de ella mirandole las piernas y el trasero.
Al principio me molesto la actitud de mi amigo, pero luego me di cuenta que eso era bastante normal, y en realidad el cien por cien de los hombres en el shoping estaban igual que mi compañero, por lo que me dije que enojarme con él era una estupides.
Era fin de mes y el lugar se encontraba lleno de gente haciendo compras, y luego nos enteramos que pronto se sortearía un auto, y como a nosotros nos regalaron varios cupones por las compras realizadas, los completamos y luego de tomar un refrigerio en el bar del lugar, nos fuimos todos a presenciar el sorteo.
Como dije el lugar estaba lleno de gente, y casi todos se quedaron para ver el sorteo, que se hizo en la planta baja.
Nosotros conseguimos un lugarcito junto a las escaleras eléctricas, y ahi quedamos apretados los tres.
Mi madre quedó delante de Ignacio, que quedo contra la escalera, y yo quede al costado de mi madre que me pasó un brazo por la cintura ya que no es más alta que yo, o que Ignacio.
Yo también pasé mi brazo por detras de mi madre para tomarla por la cintura, pero me sorprendí al hacerlo, ya que al intentar pasar mi brazo por detras de ella, me encontre con que me tope con que mi amigo estaba pegado a ella y mi mano chocó con la entrepierna de Ignacio que estaba apretada contra la cola de mi madre.
Por el lugar en donde habíamos quedado, la parte de abajo de Ignacio, y por supuesto de mi madre, quedaban ocultos a la vista de la gente, y por lo visto esto le había dado la idea de aprovechar el momento a mi compañero de escuela.
Pero lo que más me sorprendio fue el hecho de que mi madre no hiciera nada por evitar que él la estuviera apoyando desde atras.
Fue en ese momento en que me di cuenta de que yo era un voyeur, ya que en lo único que pense fue en como podía hacer para poder ver lo que pasaba entre mi amigo y mi madre.
Creo que cuando yo me desembarace del abrazo materno, ambos se tienen que haber asustado, tal vez pensaron que mi reacción se debía a que los había descubierto, pero cuando le dije a mi amigo junto a su oído, que me hiba a quedar al lado de él para mirar, y que él siguiera haciendo lo que le dí a entender yo ya sabía, y no me molestaba, las cosas se tranquilizaron.
Yo quedé al costado de mi madre pero apenas un poco más atras, y desde ahí tenía una visión total de lo que estaba sucediendo.
Por supuesto que Nacho no se amilanó con el hecho de tenerme de espectador, la exitación que tenía era demasiado grande, asi que de inmediato se volvio a pegar al trasero de mi madre.
La situación me estaba exitando a mi tambien, él estaba con el pantalón gris del uniforme del colegio, y debajo de la prenda no llevaba calzoncillo, por lo que la erección que tenía se podía notar claramente.
Mi madre se dio cuenta enseguida que yo había autorizado a Ignacio para que siguiera apoyandola, y me miró a los ojos mientras una pícara sonrisa iluminaba su cara.
El sorteo se empezó a alargar gracias a que antes del sorteo del automovil lo antecedieron otros premios de menor valor, pero a ninguno de nosotros tres nos importó, más bien todo lo contrario.
En un momento dado note que mi madre se mordía el labio inferior, y para ver que era lo que había provocado esto miré lo que estaba haciendo mi amigo.
Nacho se había separado un poco de mi madre, y ahora tenía puesta una mano entre sus muslos.
Como estabamos en una epoca en la que había comenzado a hacer calor, ella no llevaba puesta medias, solo tenía una tanga de color blanca que era, como buena tanga, muy pequeña.
Ya estaba comenzando a hacer el sorteo del auto, y vi que Nacho movia su mano asia adelande y asia atras, mientras mi madre acompañaba el movimiento de la mano de mi amigo con imperceptibles moviemientos de su pelvis.
El roce con los dedos de Ignacio la llevo a un orgasmo que por suerte coincidio con el hehco de que justo sacaran el número ganador, por esta razón salvo yo, mi madre y mi amigo nos dimos cuenta de que mi bella progenitora estaba ahogando un grito de satisfacciónn con un largo gemido del más absoluto gozo.
Como ya no había nada que ver en ese sectór la gente comenzó a dispersarce, por lo que nosotros tuvimos que hacer lo mismo.
Mi madre se acomodó la falda, y con la cara todabía sonrosada por la exitación, nos dijo que era hora de volver a casa.
Para ir al estacionamiento que estaba en el subsuelo del complejo, teníamos que tomar un ascensor. Lamentablemente no estabamos solos en el mismo, sino que una pareja de bastante edad, digamos más de setenta años hizo el trayecto con nosotros.
Al entrar al ascensor mi madre nos paso un brazo por los hombros a Nacho y a mi, y mientras nos daba un beso en la mejilla a cada uno nos dijo: "Que linda tarde que me estan haciendo pasar mis dos hombresitos".
La anciana mujer al escuchar la frase nos miró a los tres con una sonrisa, y para nunestra hilaridad, le dijo a mi madre: "Que lindos hijos que tiene señora".
Mi madre respondio con una encantadora sonrisa a este comentario. Por suerte la mujer no podía ver la espalda de mi madre, ya que sino hubiese visto como la mano de Ignacio tocaba cada centimetro del trasero de ella.
A todo esto yo tambien estaba super caliente, y antes de salir del ascensor no pude reprimir el impulso de meter mi mano por debajo de su pollera, y sentir entre sus piernas la humedad que Ignacio había provocado con sus manoseos.
Mi madre se dio cuenta de que no era la mano de mi amigo la que estaba bajo su falda, y me miro extrañada por un momento, pero de inmediato se aflojó, y con una sonrisa complice me despeino el flequillo.
Cuando llegamos al subsuelo, nos encontramos con que nuestro auto había quedado tapado por varios automoviles, todos vacios por supuesto.
Como no habíamos hecho demasiadas compras, mi madre empezó a meter las bolsas en el asiento trasero del coche, mientras lo hacía Nacho se acercó a ella, y cuando ella se agachó él le levantó la pollera dejandole el trasero al aire, y antes de que ella pudiera hacer algo, él le corrió la tanga para el costado, y su lengua empezó a recorrer su sexo con la lengua.
Mi madre apenas ensayó una protesta, que fue rapidamente ahogada por gemidos de placer.
Yo estaba al lado de los dos, y al ver semejante espectáculo me dije que debía participar, y mientras Ignacio seguía arrodillado con su lengua hundida en la vulva de ella, yo me acerqué y me puse a lamerle el ano.
Mi madre estaba estallando de placer, su cuerpo se movía ancioso estremecido por las caricias que nuestras lenguas le proporcionaba.
En un momento determinado Nacho se puso de pie. Mientras estaba arrodillado se había bajado los pantalones, y cuando se paró quedó con el miembro duro justo a la altura de la vagina de mi bella madre, quien tenía la tanga a la altura de las rodillas, y que por lo estirada que estaba, sin dudas no hiba a soportar más tiempo, y así fue, la prenda sedió y ella pudo abrir las piernas justo cuando Nacho le metio el miembro en la vagina y comenzó a bombearla.
Yo ya no podía seguir lamiendole el culo, así que me dí la vuelta, y metí en el asiento de atras del coche.
Mi madre estaba con los codos apoyados en el asiento trasero del auto, y como yo estaba sentado en él, me bajé los pantalones, y le metí la verga en la boca.
La exitación que teníamos los tres era impresionante, creo que si alguien se hubiese acercado a nosotros en ese momento, ni siquiera nos hubiesemos dado cuenta, pero por suerte eso no pasó, y a pesar de que varias personas fueron a retirar sus autos, nadie se dio cuenta de lo que estaba pasando en nuestro sector.
Los labios de mi madre me estaban llevando al septimo cielo, y no tardó mucho tiempo para que le llenara la boca de esperma.
Por su parte Nacho tambien llegó al orgasmo, y debo decir que mi madre no tuvo uno, sino que fueron varios.
La playa de estacionamiento se empezó a llenar de gente, y nosotros nos metimos en el auto.
De nuestra aventura solo quedó una tanquita blanca tirada en el suelo de la cochera, y nosotros nos fuimos, y llegamos a casa sin que ninguno de nosotros dijera una sola palabra.
Mi madre parecia un tanto confundida, sin dudas se estaba preguntando si había hecho bien en dejarse llevar, y dejando via libre a todo su deseo.
Luego de bajar las cosas del coche nos fuímos cada uno a su habitación, ya eran las siete y media de la tarde, y ella nos dijo que hiba a darse un baño.
Nosotros nos fuimos a mi cuarto, y luego de poner un poco de música nos tiramos en mi cama, mirando el techo, y sin decir nada. Desde donde estabamos podíamos escuchar la lluvia de la ducha en el cuarto de baño de mi madre.
Está demas decir que Ignacio llamó a sus padres con el celular, y les dijo que iba a casa a terminar un trabajo para el colegio, por lo que se vino a casa con nosotros.
Ignacio se sacó el uniforme quedando solo con un boxer de color blanco, en donde aún se notaba cierto grado de exitación.
Yo lo mire, y él me despejó las dudas diciendome: "Yo tambien necesito un baño. Y vos?".
Yo tambien me saque la ropa, y me quedé tan solo con mi ropa interior, y juntos nos fuímos a la habitación de mi madre.
Cuando entramos vimos que la ropa que ella llevaba puesta estaba sobre la cama, y que desde donde pero cuando intentamos entrar al baño nos encontramos con que la puerta estaba cerrada con llave, por lo que volvimos a mi cuarto, y allí nos turnamos para bañarnos. Nacho por ser el invitado fue el primero, mientras que yo entré luego.
Cuando sali del baño y entré en mi habitación me encontré con mi madre arrodillada en el alfombrado suelo, con el miembro de Ignacio metido en la boca.
Le estaba haciendo una mamada espectacular, y mi amigo no podía dejar de mirar como su pene entraba y salia de estre los labios de esa bellísima mujer. Ante semejante visión tuve una tremenda erección. Yo tenía puesta una toalla alrededor de la cintura, y la dejé caer al suelo quedando totalmente desnudo al igual que Nacho, quien a esta altura ya había empezado a entrecerrar los ojos en señál de estar muy cerca del orgasmo.
Yo me arrodillé detras de ella, que solo llevaba puesta una pequeña tanguita de color roja, y abrazandola de atras me puse a pelliscarle los erectos pezones, mientras le resfregaba mi verga dura contra la cola. Esto parecio exitarla aun más, y comenzó a lanzar unos gemidos que me pusieron a mil, al igual que a Nacho que con un gruñido de placer llegó al orgasmo.
Mi madre no alcanzó a sacar el pene de su boca antes de que Ignacio acabara, por lo que gran parte del esperma le quedó dentro, y otra parte le cayó en la cara, pero yo antes de que pudiera limpiarse la hice caer en cuatro patas, y corriendole la tanguita asia un costado la penetré vaginalmente.
El deseo que ella tenía hizo que prácticamente me fuera imnecesario moverme, su cuerpo enardecido se movía para adelante y para atras llevandonos a un orgasmo que fue una explosión de placer.
En mi habitación la lúz estaba prendida, y ni siquiera nos habíamos tomado precausión de cerrar las ventanas, por lo que desde un edificio que estaba enfrente, alguien había seguido las alternativas de nuestro encuentro clandestino, y para colmo con camara en mano, y justamente una con un potente tele objetivo que le permitio tomar una larga secuencia con unos hermosos primeros planos de mi introduciendome en el cuerpo de mi madre.
Como sabíamos que mi padre no tardaría en llegar dejamos nuestros juegos amorosos, aunque tanto Nacho como yo estabamos dispuestos a seguir por un rato más, mi madre nos dijo que ella no estaba dispuesta a que mi padre se encontrara con el cuadro de los tres en pleno acto sexual.
Mi madre no se equivocaba, a no más de diez minutos, mi padre hizo su entrada en mi hogar, y como siempre estaba impecable, con un estupendo traje gris oscuro, y su imfaltable maletin.
Yo pense que hibamos a estar cohibidos durante la cena, pero fue todo lo contrario, hacía bastante tiempo que no teníamos una mesa tan animada.
Guadalupe no llegó para servir la comida por lo que lo mi madre, con la ayuda de todos, menos mi padre, pur supuesto, nos divertimos yendo y viniendo de la cocina con todas las cosas. Yo me mantuve tranquilo, pero Nacho de vez en cuando aprovechó el momento de quedar cerca de mi madre para tirarle algún manotón que ella esquivaba con una sonrisa picara.
Luego de terminar de comer Nacho se fue a su casa, y al poco rato llegó Guadalupe, si bien yo ya estaba en mi habitación, me enteré que era ella, ya que mi madre le llamó la atensión por haber llegado tan tarde, para mis adentros me preguntaba, en el caso de que Guada estuviera en la casa, seguramente se hubiese prendido en nuestros jueguitos, y con una sonrisa me dormí.