No se que pasa con mi instinto materno...

¿Dónde lo perdí? ¿Porqué me esta pasando esto? En lo que lo encuentro y no... creo que mi niño se está divirtiendo...

Mi hijo es un hijo normal, como yo creí que era; es un chico sano, no bebe, el cabroncete si que fuma, lo hace a mis espaldas y me intenta engañar diciendo que huele a tabaco porque se junta con sus amigos que no fuman... Yo también soy normal, como algunos llaman, del montón. Mido como 1.60 y mi peso... bueno, encuentren a una mujer que se lo diga sin apenas concerles y me lo comunican, entonces diré el mio ;) Tengo 43 años, se que no soy joven, pero tampoco estoy muy mayor, mis tetas cuelgan un poquito, di el pecho al niño y hoy por hoy no estan firmes como antes. tengo una talla 95, son grandotes y lo mejor es el pezón. Está un poco cuarteado porque di el pecho a mi criatura, pero es marroncito por el centro y según se abre hacia los lados se va poniendo cada vez más rosita. Me gusta verme cuando me agacho, a veces cuando me daba mi marido me rebotaban contra la barriga cuando estaba a cuatro patas... y eso me pone muy malita... Tengo un poquito de barriga y la marca de la cesárea, pero para nada estoy gorda. El culo normal, no puedo hablar maravillas de él. Siempre he llevado bragas, no me ha gustado el tanga, pero desde que la monotonía ha entrado en mi matrimonio, me he comprado algunos tangas para hacerle los ojos chiribitas a mi marido y unas braguitas que son una delicia (me gustan hasta a mi). Son negras, más transparentes por la zona de los cachetes y en mi coño se vuelven mas oscuras, tipo culotte, pero mas ajustadito en la zona que se juntan mis cachetes. Ufff he escrito la palabra coño y algo se ha agitado dentro de mi... Lo que me gusta son los tacones, los tengo de todos los estilos y por lo general bastante altos, nunca de menos de 6 centímetros. Me los pongo para cualquier ocasión, me gusta como realzan mi cuerpo y como me hacen las piernas más largas y deseables, a veces he de reconocer que cuando me llevo alguna miradita por la calle se me escapa algún aplauso con mis labios de ahí abajo... me gusta sentirme deseada, pero siempre fiel a mi marido.

Mi hijo se llama Fernando, tiene 23 años (si, lo adivinaron, soy o fuí madre joven) y es un chico bastante alto, mide como 1.80, es delgado y en los dos últimos años ha comenzado a hacer más deporte. No es un tipo de gimnasio pero la verdad que le veo entrenar en casa todos los dias y se le marcan bien los pectorales y los brazos, a parte de unas espaldas anchas y generosas, debido a que practica dominadas. Es de piel muy clara y pelo rubio, con los ojos marrones y con un sentido del humor especial, nunca se le ve, bueno, se le veía triste y siempre tiene alguna broma o alguna idea de "bombero jubilado" como yo las llamo entre manos.

Hace 4 años se marchó a estudiar fuera de casa (voy a omitir ciudades, porque ya estoy dando demasiados datos y no quiero lios con vosotros, si me entendéis) y mi marido y yo nos quedamos solos, con lo que el sexo pasó de algo semanal a algo casi diário, cosa que me empezó a cansar, puesto que él nunca ha sido muy amigo de los experimentos en la cama. A veces por la noche he puesto el DVD y he metido alguna película, sobretodo de tios pollones, porque me encanta ver como las niñas se estremecen cuando una buena herramienta les entra por sus labios, expandiéndolos y haciendolas chillar a veces del gusto que sienten... En esas situaciones mi coñito expulsaba chorros de flujo, invitándome a meter un poco el dedo, despues otro más y acabar con 4 dedos dentro de mi coño mastubándome salvajemente y acabando en un orgasmo que llenase el suelo del salón de corrida... tal y como pedía mi imaginación. Nunca he logrado culminar un orgasmo conmigo misma, asique esas películas acababan producéndome más frustración que otra cosa. Otras veces con mi marido hemos intentado practicar el sexo anal; con un resultado parecido al de mis masturbaciones... nada satisfactorio. Desde adolescente quise guardar mi virgindad a mi marido, por lo que poco a poco y con las parejas que iba conociendo me entrené en el arte del sexo oral. Me encanta meterme el pene hasta la campanilla de un tirón, sentir como la carne tapona la entrada de aire de mi garganta, como me ahogo y como la saliba se empieza a poner cadavez más y mas densa en mi boca mientras la mirada se me nubla... A mi marido también le encanta, porque casi todas las noches me pide una de mis mamadas... Lo mejor es saber cuando se va a correr, cómo el semen caliente y amargo va a bajar por mi garganta, apresado por el sello de mis labios y por lo honda que tengo la polla, haciendo que ni una gotita se derrame... Cuando se va a correr me gusta dar una ultima embestida con mi boca, haciendo la mamada mas profunda todavia, dilatando mi garganta al máximo y recogiendo ese preciado líquido que ya ha pasado a formar parte de mi dieta habitual... Bueno, me extiendo con algo que no debería, he de comenzar a contar mi historia o tendré ganas de masturbarme dentro de poco (y ya sabéis lo mal que acaba eso).

Como decía, cuando mi hijo se marchó de casa la rutina se instaló en el matrimonio, pero hace un año Fernando regresó cuando acabó la carrera y volvió a ocupar la habitación que salvo los veranos y las fiestas más largas, habia estado vacía. Los roces al principio fueron inevitables, el ya se había acostumbrado a su forma de vida, sus comidas, sus horarios y lo peor de todo... sus pajas. Se masturbaba como dos veces al día, a pesar de que yo no le veía tan feo ni tan desastroso como para no poderse buscar alguna amiga con la que evitarse esos engorros. Se encerraba en su habitación y por lo que creo, se tumbaba en la cama (aunque nucnca llegué a verle como lo hacía) y hacia sonar el somier durante unos quince minutos con un crujido sordo, que intentaba amortiguar no moviendo mucho el cuerpo, pero que yo conocía perfectamente, total, ya habia vivido con el su adolescencia y habia oido ese ruido bastantes veces. La situación poco a poco se fue normalizando, el empezó a acostumbrarse a hacer sus cosas en el baño, porque debió de comprender que el ruido se escuchaba en toda la casa, con la puerta cerrada y ya está. Alguna vez entré yo después que el al servicio, pero no había señales de que huibiese estado haciendo ninguna otra cosa a parte de la evidente. Otras vecees entré y habia mucho papel en el urinario, o los cascos del movil olvidados en el lavamanos, pero sin más incidente. Un día decidió sorprendernos con que iba a prepararse para policía y comenzó a estudiar notablemente.

Su padre salía a trabajar desde por la mañana hasta la hora de comer y desde por la tarde hasta las siete más o menos y el se pasaba las horas muertas en la habitación, estudiando entre sus libros y parando a comer y a descansar poco rato. La casa se me hacia grande sin él y deseaba qu evolviese de estudiar desde fuera de nuestra ciudad, pero con el en casa estudiando tanto, tampoco notaba mucho la diferencia. Un día, cuando el dejó de estudiar por la tarde, entré en su cuarto a guardarle las camisetas lavadas y planchadas y con el brillo del sol en el suelo descubrí debajo de su escritorio unas manchas emborronadas, como si se hubiesen intentado limpiar de mala manera y qeu estaban empezando a secarse. Me agaché pensando " a este desastre y ase le ha caido algo al suelo y ahora se quedará pegajoso y la mancha se pondrá negra". Asique regresé a la cocina, a por un paño humedo cuando en el camino de vuelta a la habitación pense... que quizás pudiese ser una mancha de otra cosa. ¡Hasta ahí íbamos a llegar! Por mucha madre que yo fuese no iba a consentir limpiar las manchas de semen que mi hijo fuese dejando por todas partes, asique me envalentoné, deje la mancha tal y como estaba y me preparé para tener una conversación con el cuando regresase de entrenar.

A la media hora, volvio sudoroso y con la respiración entrecortada, la camiseta se le pegaba al cuerpo por el sudor y se le marcaba un poquito el nuevo torso que estaba moldeando a base de entrenamiento y trabajo. Dejé que se duchase y al salir del baño le abordé. Fernando llevaba una toalla enrosacada en su cintura e iba a buscar ropa limpia a la habitación.

-Fernando, hijo, tengo que hablar contigo.

-¿Qué sucede mamá?

-Mira, tienes 23 años y creo que ya eres mayor para saber lo que haces o dejas de hacer, se que has estado viviendo solo y que has tomado tus costumbres y tus hábitos, pero aquí también tendrás que respetar unos mínimos para que todos nos llevemos bien- le dije.

El me miró extrañado, no sabía a qu eme refería, asique le dije que me acompañase a su habitación, que íbamos a mirar una cosa. Cuando entramos en el cuarto, le señalé debajo del escritorio y en un primer momento el no se dió cuenta de lo que sucedía, pero al segundo su cara cambión, una mueca de sorpresa se dibujó en su rostro y el color rojo tomate se apoderó de su rostro, incluso juraría que vi como se le empañaban los ojos y deseé que mi hijo hecho y derecho no se pusiese a llorar de verguenza.

-Yo... esto... mamá... Perdona, disculpame, de verdad que lo siento... Se me debió de escapar...- dijó sin poder mirarme a los ojos, de repente, la punta de sus zapatillas de andar por casa se volvió mucho más interesante que el resto de la habitación.

-¿Qué concretamente se te ha escapado? No soy un genio, pero me gustaría que me explicases que ha pasado aquí- exactamente, así de cruel fuí, sabía que mi hijo estaba muy avergonzado, quizás hasta enfadado, pero decidí escarmentarlo para que no volviese a suceder.

-Pués verás... Yo, mamá... De verdad no me hagas decirlo, tu y yo sabemos lo que ha pasado, pero por favor no me hagas decirlo, me da mucha verguenza reconocerlo delante de mi madre...- Pobre Fernando, de verdad le caían gotas de sudor por la frente y apuesto a que estaba mucho más angustiado que justo después de acabar de correr hace un rato.

-De acuerdo, creo que has tenido un mal trago ya y creo que no volveré a encontrarme tus sobras por la habitación, pero dime una cosa hijo... ya tienes una edad, a todas las madres les gusta ver como su hijo se hecha una novia y empieza a vivir su vida feliz... porqué no lo haces tu y te dejas de todas estas cosas, que ya no son para tu edad... Tu padre y yo sabemos que lo haces muy a menudo, solo basta escuchar la puerta del baño cerrarse con pestillo para saber que algo va a pasar ahi dentro... no me digas que no es sospechoso...- Decidí darlo todo, quería saber porque mi hijo no lograba buscarse a alguien que le hiciese compañía.

-¿LO SABÉIS? Dios mio que verguenza- dijo fernando llevandose la mano a la cabeza -la verdad es que me cuesta muchísimo hablar con chicas y cuando lo logro las palabras se atrancan, no salen de mi boca y al final acabo invitándolas a una copa, con su telefono en el movil pero sin cojones de volverlas a escribir... creo que estoy condenado a acabar solo. Mamá, los hombres... pues... tenemos...- mi hijo no acabó la frase, aunque sabía que lo que quería decir es que tenían necesidades- y cuando no hay nadie con quien... pues...- las palabras se le cortaron, no quería ni imaginar el esfuerzo que para el había supuesto decir esas palabras.

-Hijo mio, tienes que ser más valiente, has de atreverte a dar más pasos y a poder escribir a esas chicas, robarles un beso y ya entre tu y ella queda lo que pueda pasar después... Anda acaba bien de vestirte y no te pongas muy cerca de la ventana, que está abierta y tenemos una vecina que se pasa la vida cotilleando, no querrás que se emocione -le dije, quitando hierro al asunto-. Por favor, lo de hoy espero que no se vuelva a repetir, ten más cuidado y secate el pelo, que lo tienes humedo todavía y te puedes resfriar- como lo oyen, el instinto materno y las charlas de sexualidad, una agradable combinación a la tarde para disfrutar de una charla con tu hijo.

El día transcurrió sin más incidentes, cenamos, vimos televisión y todos a la cama.

Los siguientes dáis fueron con normalidad, las rutinas se mantuvieron y lo ocurrido no volvió a repetirse, es más, se escuchó la puerta del baño cerrarse por dentro muy pocas veces ya.

A la semana, me encontraba en el patio común del bloque tendiendo cuando una de las vecinas dejó caer una camisa desde las cuerdas de su balcón, miré hacia arriba y era nuestra vecina de en frente, la misma que se pasaba la vida asomada a la ventana de la cocina desde la que se podía ver la habitación de mi hijo Fernando y el salón. Le dije que no se preocupase, que ahora en cuanto subiese le acercaba la camisa.

Al acabar de tender y subir a su casa, me estaba esperando en el marco de la puerta. La verdad es que la mujer para tener ya 50 años se conserva estupendamente. Es más alta que yo, quizás mide 1,70 y tiene un pecho... bueno... creo que lo tendrá muy dificil para encontrar sujetador. Siempre lleva los ojos pintados, se delinea la raya en el ojo. saliendo un poquito de sus párpados para adentrarse en los senos de la cara y tiene un crucifijo de oro que se pierde en su canalillo. Me invitó a pasar decidida a invitarme a un café para agradecerme el haberle subido la camisa desde el patio y empezamos la típica charla forzada para pasar el rato. Cuando hablábamos de la familia, ella me comentó que estaba divorciada desde hace 5 años y que no habia llegado a tener hijos y que me envidiaba por ahber criado a uno tan guapo como lo era Fernando (palabras que en ese momento tomé como de halago pero que a los dias se tornaron en otro interés de mi vecina por la belleza de mi hijo). Acabmos el café y me dijo que gracias por la camisaa, que a ver si sacaba tiempo para arreglar las cuerdas de tender que se habian salido del carril que las mantiene en su sitio y que perdia la ropa con una facilidad terrible.

-Caramba vecina- le dije -mi marido se suele apañar bien con esas cosas, le puedo decir mañana que libra que se pase a revisarlo, total, van a ser cinco minutos y así no vuelves a perder ropa- ya erá la quinta prenda que le subia a la señora en el transcurso del mes.

-Gracias nena, la verdad que sería un favor, ahora que no tengo hombre que me ayude y la verdad... soy un poco torpe para esas cosas-.

Así nos despedimos ya desde la puerta y me dirigí a mi casa, al llegar mi marido y aestaba en casa, se había cambiado e iba a salir con Fernando a correr, ¡WOW! MI MARIDO CORRIENDO, eso si que era una novedad, la barriga le empezaba a crecer un poquito ya y me pareció una genial idea.

-Claro Martinita, me pienso cuidar un poquito para ti, así nos sentimos más jóvenes y te gusto más- Vaya, vaya, vaya; así que era por eso, bueno, de todas maneras le premiaré esta noche con una chupadita de esas que le gustan a él, hay que animarlo a que siga con el deporte. Quizás hoy me ponga un poco más sexy y la corrida en vez de ir garganta abajo, se quede en mi boca un ratito, mientras el ve como me la trago poquito a poquito, que se que le vuelve loco.

Quedamos en que al día siguiente ayudaría a la vecina cotilla (o bruja del 71 como el habíamos apodado en casa) y se fué a correr. yo me puse a hacer la cena y al rato vibró el movil, me temí una mala noticia y fui a responder viendo en la pantalla como ponía FERNANDO LLAMANDO.

-Mamá, papá se ha hecho daño corriendo, pisó un bordillo y se ha torcido el tobillo y le duele el brazo porque se ha caído, voy con el a urgencias, no hace falta que nos acompañes; ya sabes como está eso siempre de gente... llegaremos un poco trade pero tranquila, todo está bien-

Me agité, no sabia que hacer, maldecí el deporte y maldecí al torpe de mi marido... ¡Menuda semanita me esperaba cuidando de él! Pero me tranquilicé a las dos horas, cuando llegaron a casa con mi marido escayolado desde la muñeca hasta el hombro y con una sonrisa triunfante de héroe que casi pierde la vida en una batalla épica (igualito que caerse corriendo, lo sé, pero mi marido es muy orgulloso). Ni me acordé ya más de la vecina, a la que habíamos prometido ir a ayudar con la cuerda de tender.

Cuando me levanté al día siguiente, dispuesta a ser la mayordoma de mi hombre, que iba para 2 semanas de baja y que me iba a amargar la vida pidiendo y pidiendo y pidiendo más cosas, sonó el timbre de casa. Al abrir ahí estaba la vecina, tapada con una bata, con cara de sueño y ojeras.

-Hola Martina, ¿qué tal estas?, ¿va a poder venir Jose al final a arreglar la cuerda?

-Ayyyy vecina, lo siento muchísimo, pero se hizo daño ayer y le tengo en casa como un gato de cerámica, quieto en una silla y con cara de aburrido, le han escayolado la mano y no la puede mover... que faena mujer, porque prometí que te ayudaría con eso- le dije apesadumbrada, la verdad que la mujer no me acababa de caer muy bien, nunca íbamos a ser íntimas amigas, pero me sabía mal quedar así con ella. -Si quieres le puedo decir a Fernandito que se pase, que no es tan mañoso como su padre pero igual se defiende con eso-.

de repente, al oir el nombre de mi hijo, al cara de cansancio le desapareció, de hecho, parecñia muuucho más contenta que al llamar a la puerta de casa. en ese momento pensé que le alegro saber que por fin su ropa no iba a caer más al patio, pero un rato despues desde la ventana del salón vi como lo que le alegraba de la idea de que fernando le ayudase, era otra cosa.

Fuí a avisar a Fernando, que estaba recién desayunado y se ponía a estudiar ya, me miró con cara de desagrado, entiendo que no le apeteciese ir a casa de la bruja ahora, pero seguro que tardaba poco en arreglarlo o se daba por vencido rapidamente. Se vistió con su chandal y una camiseta y se fué a la puerta de la vecina, yo le escuché llamar a su timbre y cerrar luego la puerta de casa.

Me asomé a la ventana del salón apra ver la de su cocina y descubrí como en diez minutos la mujer habia cambiado totalmente. Desde que acabamos de hablar en la puerta de casa, le había dado tiempo a peinarse, pintarse la raya en el ojo, cambiar la bata por una camiseta de publicidad, bastante justita y ponerse unas mallas de deporte, unos leggins. La camiseta le apretaba sus enormes tetas, parecia que las costuras iban a reventar, porque se dibujaba perfectamente el contorno de los senos y por la tela se acertaba a ver dos bultos en forma de moneda que apretaban contra el estampado de publicidad, algo más grueso que el resto de la tela pero que sugería unos pezones grandes y bien duritos ya. Me quedé atónita, soy mujer y se que eso es provocar a un hombre, lo utilizo con mi marido a veces y se que ella lo estaba utilizando con Fernando ahora. De hecho me sentí un poco indignada, no quería que la bruja del 71 intentase algo con mi hijo... pero por otro lado... recordando la charla con Fernando, sabía que el necesitaba desahogarse rapidamente, si no acabaría por crearse un trauma con las mujeres que le impediría relacionarse saludablemente con ellas. No sin cierto recelo, pense que mi hijo ya era un adulto y que el sabría que hacer con su vida, pero que utilizase preservativo, no conocía de nada  ala vecina, ¿y si estaba sucia? ¿infectada por alguna enfermedad sexual? Me hice la loca, o quería volver a asomarme a la ventana, nunca querría ver a mi hijo perdiendo la virgindad, me parecía una idea repulsiva.

Repulsiva. Repulsiva. Repulsiva. Bueno, quizás no pasase nada, quizás mi hijo volvería a perder el valor en cualquier momento y no pasase nada. Vamos, que si pasaba daba igual ¿no?, no me tendría que importar... pero ahora que lo pienso... Ojalá mi hijo lo hiciese bien ¿no? Osea, puesto a hacerlo, que sea el mejor amante del mundo, que tenga un pollón descomunal y que deje a la vecina satisfecha, como dejan a las mujeres de los vídeos que a veces veo... ¡Un momento! ¿Qué acabo de pensar? Acabo de imaginar a mi propio hijo satisfaciendo a una mujer ¿Qué me pasa? Es mi hijo, joder, no es cualquiera; deja de pensar eso Martina por favor.

Me empecé a turbar con mis propios pensamientos asique decidió olvidarme del tema, hacer cosas en casa y callar la mente ocupandola en algo. Dios, hasta una arcada subió por mi estomago al recordar lo que habñia pensado hace unos instantes... Me puse a limpiar y poco a poco me fuí olvidando del tema, la casa se empezó a inundar de la luz de la mañana. Caramba, habíamos madrugado realmente, miré el reloj del salón y vi que solo eran las 8 y que en esa mañana de Sábado, ninguno de los vecinos de mi bloque habñia subido las persianas todavia. Casi sin quererlo, y con la mente ocupada pensando en las persianas de los vecinos, me acerqué a la ventana del salón para comprobar si nadie se habia levantado todavía cuando mis ojos se toparon con la ventana de la cocina de mi vecina... Lo que ví, me hizo parpadear varias veces, pero os lo juro, era una imagen digna de una película X.

En la cocina, mi hijo estaba follandose a la vecina, pero no follandosela de cualquier manera, sino que la estaba penetrando mientras ella tenia una pierna en el suelo y la otra subida a alguna cosa, un poco más baja que el borde de la ventana y que yo no conseguía ver. Mi hijo estaba por detras, mientras la vecina se inclinaba un poco para adelante, con las manos apoyadas en el borde interior de la ventana y esas enormes tetas bailban libres de sujetador mientras las embestidas de la polla de mi hijo le dibujaban una mueca de placer en la cara. No se podñia escuchar anda, pero apuesto a que los gemidos deberían de ser increíbles. Sus pechos eran hipnotizantes, tenian unas pequeñas estrías desde el cuerpo hasta media teta, pero al llegar a su pezon estaban lisas y tersas. Le colgaban mucho, quizas de pies y sin sujetador le llegasen cerca del mbligo, pero qes que realmente eran enormes. Se movian al ritmo de la follada subiendo casi hasta su barbilla y descargando contra su estómago. Las caderas se movian al compás de las de mi hijo, loque me hizo pensar que la mujer sabía lo que se hacía. Por detrás el rostro de mi hijo era un poema, con loos ojos cerrados disfrutaba de la sensación de tener la polla en un coñito húmedo. apretado y acompañado de un culo al que follaba por detrás, lo más probable escuchando el ruido que hacen los cachetes al reventar los incipientes abdominales de mi hijo.

Como pude me escondñi detrás de la cortina, para nada querñia que ninguno de los dos levantase la mirada y descubirese a la vecina/madre mirandolos como follaban. Mi cabeza no respondñia, la conciencia m ehabia abandonado, estaba disfrutando de una imagen realmente erótica y en ningun momento pensé que el que estaba allí era mi hijo, sangre de mi sangre y al que habia cuidado toda su vida. En ese instante el era un macho dominando a una hembra y yo una mera espectadora, que sin pensarlo (os juro que no lo pensé) deslizó su mano hasta el la goma que sujetaba los pantalones de mi pijama, ni un centímetro más allá, pero que luego me hizo pensar si hubiese sido capaz de masturbarme viendo a mi propio hijo reventar a la vecina.

La escena cambió rapidamente, Fernando no pudo aguantar mucho más ese bamboleo, menos para una persona que estaba perdiendo la virgindad en ese instante. Como pudo bajo la pierna de la vecina de donde la tuviese subida y la obligo a ponerse de cuclillas. Agarró su pelo como haciendo una coleta y de un fuerte y quizás doloroso tirón, hizo que la cabeza de la vecina se deslizase para tener de frente el pene d emi hijo. Esto no va  ser como otros relatos inventados, en los que las pollas miden 21 centímetros cuando menos, si no que la herramietna que tenñia mi hijo era normal; muy común en la media española. Ahora que la conozco bien (aunque no quiero adelantar acontecimientos de esta historia) se que tiene como 16 centímetros y es de un grosor normal. Lo mejor son las venas que la recorren, duras y que se notan durante los primeros momentos de la follada, cuando la vagina nota todo.

La cabeza de mi vecina, colgando de la coleta que mi hijo agarraba como un animal, se acercó vorazmente al miembro de mi hijo. ella abrió la boca y se metio toda la polla hasta adentro. Su barbilla se fue hasta los huevos de el, y vi como su garganta no estaba preparada para esa bestialidad, que a mi me ha costado años y años controlar. Estaba claro, el vicio la podía, queria esa polla desesperadamente taponando cualquier agujero de su cuerpo, incluida la boca. Relajó la maniobra, sacó un poco el pene y su cara se recompuso de nuevo. Con una mano empezó a masturbar a Fernando, mientras que la otra se perdia en sus tetas, pellizcando sus pezones y retorciendolos hasta una postura que a mi me haría daño. Los estrujo tanto que se pusieron un poco morados mientras no paraba de masturbar a mi hijo, qeu cerraba los ojos y alzaba la cabeza al cielo, con la boca entreabierta (supongo que gimiendo). Cada vez más la bruja fue retirando la boca de la polla hast aque solo sus labios se cerraban alrededor de la dabeza de la polla de mii hijo. La verdad es que supongo que yo de estar así hubiese jugado con la lengua en la punta de su polla mientras le masturbaba, pero yo no era de esas, yo me la comía hasta adentro, muy adentro, nunca la chipaba así. De repente la mano de mi hijo se empezó a mover espasmicamente, tironeando del pelo a la zorra de mi vecina que no apartó la boca de la pola de Fernando hasta el último mmomento, en el que el último chorro de semen se escapó de sus labios y fue a parar a toda su cara de puta. Aterrizó en su ojo mientras ella hacía una cosa que me anoté mentalmente sin ni siquiera saber que lo estaba haciendo. Abrió la boca mirando a mi hijo, mostrandole todo su trofeo, toda su corrida caliente y grumosa, que olí a sal y a humedad; la corrida de un ho,bre que nunca antes habia hecho otra cosa que correrse en su mano. Saco la lengua, que se notaba empapada de semen, la metio en la boca y acto seguido la cerró; para tragar de golpe toda la leche de mi hijo; excepto esa mancha que habia cabado en su ojo y que ahora se deslizaba lentamente por su mejilla, arrastrando todo el maquillaje de su delineador de ojos, haciendo que pareciese una auténtica puta, con la cara corrida, tanto de semen como de maquillaje.

En ese preciso momento me aparté de la ventana, ahora si que corría riesgo de que me viese cualquiera de los dos. Con la mente totalmente cegada por loq ue acababa de ver, huí del salón, me metí en la cocina y me sente en frente de la encimera sin pensar en nada, pero lentamente comprendiendo que en mi pantalon del pijama notaba cierta humedad. Me miré, una terrible mancha se apoderaba de toda mi ingle. Sin acabar de comprender la realidad de la situación me di cuenta del terrible calentón qeu tenía, de lo mojada que estaba, de lo cerca que habia tenido la mano de mi coño y de lo bien follada que habia quedado la vecina... Tenia el estomago lleno, ya no necesitaría desayunar...

CONTINUARÁ!


Un saludo a todos los lectores, diganme en comentarios si sigo contando mi historia o si es muy larga y se les hace pesada de leer... ;) Besitos