No se puede ser bueno, cap 7

Marta tiene su primer squirt

La semana siguiente es como siempre, me deja dormir a sus pies unos días, otros días en la alfombra al pie de su cama. A servir siempre su desayuno. Prepararme para ir a la oficina, con dinero pero sin derecho a gastarlo.

Y por las tardes a desnudarme y seguirla a cuatro patas, mi joven ama sigue siendo para mi un polvorín, sigue dejando que juegue a la consola con ella, o me hace acostarme a sus pies mientras juega ella o mientras ve una película, pero aunque trato de complacerla en todo, aunque empiezo a disfrutar obedeciéndola, viendo que sonríe, que me acaricia, no me confío.

Hoy es jueves, he tenido la precaución de llamarla y decirle que teníamos problemas en la oficina, que de verdad lo hemos tenido. Ella se muestra tranquila.

.- Has hecho bien en avisarme esclavo, pero quiero que recuerdes que pasó la última vez que te pasó esto, ¿lo recuerdas?

.- Sí, ama, lo recuerdo.

.- Vale, espero no tener que darte otra lección.

.- No Ama, pero le suplico ama, que si esto se alarga me permita comer aquí.

.- ¿Piensas que se alargará tanto?

.- No sé Ama, pero hay un problema muy muy grave y es posible que se alargue. - Se hace una pausa, larga, que me pone nervioso.

.- Vale esclavo, pero comparte tu localización conmigo.

.- Inmediatamente ama - lo hago sin cortar la llamada.

.- Vale, ahora estás en la oficina, ¿verdad?

.- Sí ama, estoy en un pasillo vacío.

.- Bien esclavo, comproboré tu ubicación regularmente. Si te mueves de allí, me llamas, cuando salgas para comer me llamas, cuando salgas para volver a casa, me llamas.

.- Entendido ama.

.- Vale esclavo.

.- ¿Ama?

.- Sí, dime.

.- Gracias, gracias de verdad ama. - Cuando me contesta la noto alegre y eso me hace sentir alivio.

Vuelvo a mi mesa. El problema queda resuelto alrededor de las cuatro de la tarde, un poco más tarde quizá. Entonces la llamo y me hace .... me hace llorar, pero de emoción.

.- Ama, ya hemos terminado - le digo.

.- Bien esclavo, ¿has comido?

.- No ama, no hemos hecho ninguna pausa.

.- Vale, puedes comer con los compañeros, pero me traes el ticket, ¿entendido? - ahí, hago una pausa, pero porque lloro, la tensión por necesitar su aprobación, el que se muestre tan buena conmigo, tiene que salir de alguna forma y esa forma son mis lágrimas.

.- No llores tonto, te estás portando como yo quiero, no tengo que ser tan dura como cuando me desobedeces.

.- Gracias ama.

.- Pero oye, que lo mismo, no, seguramente esta tarde te de algunos azotes.

Como digo un polvorín.

De vuelta a casa, me arrodillo ante ella en cuanto la tengo delante, le entrego el dinero y el ticket del restaurante. Apenas lo mira, estoy seguro que no lo podido leer.

.- Desnudate perrito - me desnudo allí mismo.

.- Lleva la ropa al dormitorio y vuelve inmediatamente.

Cuando regreso vuelvo a arrodillarme y bajar la cabeza.

.- Perrito, quiero que me cuentes cuál era el problema que ha surgido.

.- Uno de los servidores de banca que controlamos dejó de funcionar, y no podemos irnos sin haberlo vuelto a poner en pie. El banco nos fríe con llamadas.

Ella me acaricia la cabeza y sin dejar de acariciarme como si acariciara a un perro me habla.

.- Lo has hecho bien perrito, por eso no te voy a castigar, al contrario, te voy a premiar - entonces me pone una mano bajo mi barbilla, haciendo que levante la cabeza.

.- Te voy a premiar con una leve azotaina - se ríe, algo debe ver en mi cara porque continúa -No temas, va a ser una azotaina de premio, no de castigo. Vamos ponte sobre mis rodillas como siempre.

Me pongo como dice, ella ahora me acaricia las nalgas, con suavidad y plafff, me cae el primer guantazo, vuelve a acariciarme durante unos segundos y plafff el segundo guantazo, se tira así un par de minutos, dándome unos guantazos espaciados entre caricias, pero entonces cambia y me caen seis azotes por nalga, seguidos y fuertes.

.- De rodillas ante mi perrito.

Me arrodillo sin atreverme a poner el culo sobre mis tobillos, con la beza agachada, la mirada humillada.

.- Mírame esclavo, no seas tímido que no te pega.

Yo la miro y ella me sonríe, con un dedo limpia mis lágrimas, lágrimas que son más de humillación que de dolor. Entonces hace algo que no espero, se inclina hacia mi y me da un suave beso en los labios.

.- Gracias ama - le digo sin poder evitar sentirme realmente agradecido.

.- Venga, ahora siéntate apoyado en el sofá - así hago, donde con un dedo me indica, entonces se tumba y me pone un pie delante.

.- Lame perrito - y sí, me pongo a lamer sus pies y no puedo decir que no me guste, sé que me estoy acostumbrando a hacerlo y eso me da rabia, además no puedo evitar intentar no enfadarla, no darle motivos para castigarme, ni para darme otra azotaina como premio.

La tarde pasa sin más humillaciones que las típicas, lamer sus pies, dormirme a su lado, en el suelo. Y esperar, esperar una nueva orden suya.

Se pone a estudiar y me da un escalofrío verla, en cuanto entro en la habitación para llevarle las zapatillas y verla con la cabeza inclinada mirando sus apuntes veo a la chica que le di clases, pero ella lo nota, nota que me he quedado quieto y chasquea los dedos.

.- Perrito, ¿qué pasa?

Yo me apresuro a corretear para ponerme a sus pies, dejo las zapatillas a sus pies, ella las aparta con los pies.

.- Túmbate bajo el escritorio, te usaré de reposapies.

Me acerco a ella, que levanta los pies, me tumbo boca arriba. Ella me sonríe.

.- Que bien perrito, sabes como contentarme. - Me pone los pies en la cara y se olvida de mi, durante las siguientes dos horas cambia los pies de postura, uno apoyado en el otro, luego cambia el pie de apoyo, le da exactamente igual aplastar mi nariz, o cegarme, es como si en realidad no supiera que yo estoy debajo.

.- ¿Estás bien? ¿Aún respiras? - me pregunta, así que sí, sí sabe que estoy aquí debajo. Por respuesta le beso las plantas de los pies.

.- Buen chico. Cálzame las zapatillas perrito - me dice.

Tras ponerle las zapatillas, rosas, grandes, con la cabeza de algún bicho.

.- Vamos a ver que podemos ver en la televisión, bueno, lo mismo no te permito ver nada - se ríe, seguramente me haga mirar sus pies.

Echa la silla para atrás y me mira. Sonriendo.

.- Sal perrito - al salir me acaricia la cabeza. - Estoy contenta contigo, no creas que no noto tu avance, aunque también noto que me falta algo. Dime esclavo, ¿qué me falta? Y no me mientas.

.- No, no lo sé ama - no sé que decirle, me temo otro castigo - Sé que intento adaptarme a lo que espera de mi y ... es extraño y díficil no hacerlo cuando se porta bien conmigo.

Humillo la mirada.

.- Bien esclavo. Dime, ¿qué harías si hoy te diera la oportunidad de irte sin consecuencias?

.- ¿De liberarme? - pregunto y no quiero mentir, me ha avisado que no mienta.

.- Sí, dime ¿qué harías?

.- Lo siento ama - le beso los pies - pero si pudiera recuperar mi libertad quisiera hacerlo, sé que no es lo que quiere oir ama, pero no le mentiré.

Ella sonríe.

.- Bien esclavo, no te voy a liberar, por supuesto que no. Pero sí me ha gustado que no me hayas mentido, esperaba que lo hicieras.

.- Jamás le he mentido ama y no lo haré nunca.

.- Está bien perrito, vamos, sígueme a cuatro patas.

Va a la cocina, coje algo de la nevera, luego directa al salón, yo gateando tras ella. Realmente no siento rabia ya al gatear tras ella, apenas me hace caso, va a lo suyo, tan solo alguna mirada para asegurarse que estoy tras ella. Es guapa y cuando no está enfadada es alegre y divertida.

Llegamos al salón y se sienta en el sofá, yo, conmovido por mis pensamientos sobre ella, le beso humildemente los pies, ella se inclina y me rasca la cabeza.

.- Vaya, que bonito perrito. - Me echo en el suelo y apoyo la cabeza en la cabeza de sus zapatillas. Ella se ríe.

.- Tontorrón, mira que me gusta que te portes así. Pero vamos a ver la película, te voy a permitir verla.

Así que pone una película de acción, me ordena sentarme, señala con la mano donde. En cuanto lo hago pasa sus piernas por mis hombros.

.- Quítame las zapatillas esclavo. - En cuanto se las quito y las pongo a mi lado me ordena acariciar sus pies y lo hago encontado. Suaves y bien cuidados. La verdad es que en este estado no me importa estar a su lado.

Mientras yo acaricio sus suaves pies ella me rasca la cabeza.

Llegados a un punto de la película se cansa de mis caricias.

.- Esclavo, de rodillas mirándome - me pongo como me indica.

.- Ahora me vas a quitar el pantalón y vas a mantener tu hociquito pegado a mi braguita hasta que acabe la película.

Se pone en pie y con las manos apoyadas en su cintura, mirándome. Yo no la hago esperar, desabrocho su pantalón y se lo saco con cuidado. En cuanto tiene el pantalón quitado se vuelve a sentar y con un dedo me ordena pegarme. Ella recoloca mi cabeza, de forma que mi nariz esté en su vagina. Así recostada hacia atrás, con mi nariz oliendo su sudor, su sexo, su calor, ella continúa viendo la película.

Llevo unos minutos ya con la nariz pegada a su sexo cuando por acomodar un poco mis postura me mueve levemente, pero es suficiente para que me aparte, me de un guantazo.

.- Perdón ama, me dolía la rodilla, no lo hice para despegarme, solo - me corta con otro tortazo.

.- Ni te he pedido ni quiero excusa, me estoy portando muy bien contigo y no quiero cambiar, pero vuelve a hacer algo así y volveremos a los días de castigos.

Llorando y sin esperar ni un sólo segundo más me vuelvo a pegar a ella, para asegurarse ahora cuelga sus piernas por encima de mi, fijándome a ella.

Ella debe notar las lágrimas, que no son por dolor, aunque los guantazos no han sido blandos lo que más ha dolido ha sido dolor interior, frutración. Pasa un minuto desde los tortazos cuando noto que me pone las manos en la cabeza, con suavidad, me empieza a acariciar la cabeza.

.- Buen chico, no me hagas enfadarme perrito. - Sin apartar la nariz de su braguita le doy un beso tierno y profundo, ella responde acariciándome detrás de las orejas haciendo que un escalofrío me recorra el cuerpo entero, haciendo que mi cuerpo vibre, ella se ríe y aprieta mi cabeza contra ella.

Así permenezco hasta que decide que me retire, la película ya había acabado. Otra vez arrodillado con ella mirándome, con la mano que me abofeteó ahora me acaricia las mejillas.

.- Dime esclavo, ¿te ha gustado oler mi braguita?

.- Sí ama, la suavidad y el olor me han gustado.

.- Ahora me la vas a quitar y vas a hacer conmigo lo que ayer hiciste con Laura. ¿Entendido?

.- Sí ama, lo haré encantado.

En cuanto se pone en pie le bajo la braguita, ella tiende una mano para que se la de, en cuanto se la doy me la restriega por la cara. Luego me agarra por mi collar y me lleva hasta el jardín, gateando a su lado.

.- Túmbate aquí perrito - me indica un sitio en el césped. Obedezco inmediatamente. En cuanto lo hago ella se arrodilla aprisionando mi cabeza entre sus piernas. Con su sexo en mi cara me apresuro a provocarle un orgasmo, me esfuerzo en hacerla disfrutar, aunque ella me demanda rapidez, para cuando está a nada de conseguirlo, ordenarme parar, tan sólo unos segundos y volver a empezar, entonces busco su punto G, estimulo el clítoris y luego más profundo, repito el proceso una y otra vez hasta que logra tener un orgasmo que me deja empapado, un chorro transparente, un caudal que apunto está de ahogarme con ella derribada con las manos apoyadas en el césped.

.- ¿He orinado? - me pregunta cuando logra hablar

.- No ama, no era orina - ella se queda pensando, sentada en mi pecho, pasa un dedo por mi cara y se lo lleva a la nariz, luego me lo mete en la boca.

.- No, no huele a orina.

Se tumba a mi lado y me indica que es la primera vez que tiene un orgasmo así, le pido que busque información sobre squirt femenino en google, ella me indica que se lo explique yo y le digo que si quiere lo haré yo.

.- Pero ama, soy un hombre y no soy quien mejor conoce eso. No me gustaría darle información falsa.

.- Vale, vale perrito, te entiendo. Ve a por mi teléfono - Así que me levanto y entro en la casa, en unos segundos estoy de vuelta a su lado, de rodillas le tiendo el teléfono.

.- Venga tonto, túmbate como estabas antes.

Me tumbo a su lado mientras ella anda con el móvil. Así tumbados en el jardín, con una temperatura agradable, sin viento, podría quedarme dormido ahí, si consiguiera olvidar que estoy desnudo salvo por el collar y el aparato de castidad que llevo, llevo un brazo por detrás de mi cabeza, apoyo la cabeza en él y así me ve ella cuando me mira.

.- Vaya, veo que te gusta el jardín, si quieres puedo dejarte dormir en la caseta.

Retiro mi brazo de forma cómida, inmediata.

.- No ama, es sólo ... que se está bastante agradable estar tumbado aquí.

.- ¿Conmigo? - dudo, no es eso lo que quería decir.

.- Sí ama, con usted, aquí. Se está realmente bien.

.- Bueno perrito, vamos a cenar algo y dormirás en mi dormitorio, en la alfombra, pero - se sienta otra vez en mi pecho - esto que has hecho hoy, este squirt, lo tienes que volver a hacer.

Me da un beso y se levanta.

.- Vamos esclavo, en pie, prepara algo de cena, para los dos.

Ella se sienta a ver la televisión mientras yo voy a la cocina.