No se puede ser bueno, cap 3

Continuación de la historia

Capítulo 3

Cuando me despierto es ya de día, ella se ha ido, veo una nota en la mesilla, me dice que descanse, que cuide mi trasero, que me quede con la camiseta rosa, larga, que me llega casi hasta las rodillas, para que mi trasero no roce nada menos delicado. Me indica que me haga algo para comer, pero que no salga, que me quede en casa y haga lo que pueda por la casa.

Así que me preparo el desayuno y luego, pensando en agradarla, limpio el povlo, barro, friego la casa, voy hasta la perrera y la limpio, pongo una lavadora y la secadora y luego plancho todo, doblo la ropa y la coloco en sus sitios y luego, me quedo helado, no sé que hacer, no sé si puedo encender la televisión, si le molestará que lo haga, si puedo leer y pienso en que es verdad, mi dependencia de ella ahora es total.

Cuando llega me encuentra arrodillado en la entrada, con sus zapatillas preparadas, viene cargada de bolsas que deja en el suelo al verme, se ríe divertida, da un par de saltitos, emocionada, cierra y me deja besar sus pies, le cambio los zapatos allí mismo, besando sus zapatos, sus calcetines, sus pies, aspirando su olor.

.- Que buen recibimiento perrito – me hace mirarla y me da un beso en la frente – venga, lleva mis zapatos a su sitio.

Y se va para el salón dejando todas las bolsas. Yo llevo sus vans a la habitación, miro que están un poco sucias y espero poder limpiarlas luego.

Salgo para el salón donde ella espera sentada, me arrodillo a su lado y me acaricia la cabeza.

.- Que bien perrito, me gusta que te portes así – yo me siento agradecido por sus caricias e inclino la cabeza hasta descansar la frente pegada a su pierna.

.- Ve a por las bolsas que he dejado esclavo y traélas aquí.

.- En seguida Ama – y salgo a por ellas, las llevo todas, veo que salvo una que hay con pan y otros comestibles el resto son de ropa. Cuando las dejo todas a su lado me dice.

.- Tonto, la de comida a la cocina, rápido – y yo me levanto y corro para volver a estar a su lado.

Me arrodillo y empieza a sacar la ropa de las bolsas.

.- Mira, te he comprado algo de ropa – siento agradecimiento y a la vez rabia, comprarme ropa sin preguntarme por mis gustos.

Y debe notar algo en mi forma de mirar la ropa.

.- ¿No te gusta? - y sé que no puedo decirle que no.

.- Sí Ama, me gusta, sólo que alguna prenda no lleva el color que me gusta.- confiedo atemorizado.

.- Vaya perrito, pero como entenderás, si me gusta a mi es suficiente, lo entiendas, ¿verdad?.

.- Sí Ama, tiene razón.

.- Vale, dime, ¿qué es lo que no te gusta? - me pregunta y sé que no admite que guarde silencio.

.- Ama, por favor – le digo y nota mi miedo – no quiero desagradarla, no se enfade, por favor Ama.

Exitende el brazo y temo que me de un tortazo, pero en lugar de eso me acaricia la cara.

.- No tengas miedo, dime que es y te diré cual es tu castigo – me da una rabia inmensa que una niña me diga que no le tenga miedo y es que sí, le tengo miedo.

.- No me gusta el color verde claro Ama – le confieso abatido, temiendo el castigo.

.- Vale, toma – me da un pantalón vaquero roto (que tampoco me gusta) y la camisa verde, junto a ropa interior y calcetines. - Cámbiate, vamos a cenar fuera.

Y eso me aterra, imagino mil humillaciones a las que me puede someter en público y pienso en como negarme, pero no puedo, tengo que hacer lo que me dice, el recuerdo de la perrera está muy vivo aún.

Vestido voy al salón, donde ella espera, me hace acompañarla de nuevo a su habitación, allí me pide que le quite el pantalón y como va siendo costumbre al hacerlo beso su braguita.

.- No esclavo, eso luego – dice apartando mi cabeza de su sexo.

Me hace ponerle unas medias opacas, negras, que me vuelven loco y luego una falda corta y unos tacones bajos que la hacen parecer algo mayor.

Coge luego un perfume y se lo aplica, me pide que me acerque y me lo aplica a mi a base de bien.

.- Genial - pienso, ahora huelo a mujer.

Conduzco en silencio, ella va concentrada en la música, limitándose a darme alguna que otra indicación. Finalmente llegamos a un restaurante de comida americana, muy conocido. El camarero nos lleva a una mesa y nos entrega las cartas. Yo no sé que hacer, ¿debería pedirle permiso para escoger?

Llega una camarera joven y nos pregunta si ya hemos escogido, yo digo que no, pero mi Ama.

.- Sí, ya hemos escogido – la camarera me mira y se ríe, yo asiento .

Pide por los dos, las bebidas y la comida y me mira desafiante.

.- Gracias Ama – le digo cuando la camarera nos deja.

.- Tonto, ¿pensabas que ibas a elegir tu? - pregunta con una risita. - Por cierto ¿has visto como te ha mirado?, creo que ha olido tu perfume. - Agacho la cabeza humillado, porque lo más probable es que mdio restaurante lo haya olido ya

.- No Ama, quería preguntarle si podía escoger yo, no me dió tiempo.

.- Acostúbrate – me dice encogiéndose de hombros.

Me pone un pie sobre las rodillas, descálzame anda. Lo hago acariciando sus medias, la suavidad de las medias me encanta, cálidas por el pie de mi Ama

.- Masaje perrito – y en eso estoy cuando se acerca la camarera, nos deja la bebida y noto como mira debajo de la mesa, me siento enrojecer, pero estoy absorto en el pie de mi Dueña.

Cuando un rato después vuelve con las hamburguesas y las deja en la mesa dice.

.- Debe ser agradable que le den un masaje en los pies a una, ¿no? - pregunta a mi Ama.

.- O, es una delicia, si quieres luego te lo hace a ti – y yo me quedo paralizado, ella tiene que mover el pie para que reaccione.

.- Eso, si quiere luego puedo hacerle uno a usted – la camarera se ríe y se va.

Mi Ama se ríe, pués me ve realmente humillado.

.- Lo has hecho bien, si luego te dice que se lo des, se lo darás, ¿entendido?

.- Sí Ama – digo casi en un murmullo, sin poder evitar mirar a un lado y otro de la mesa.

Ella sonríe y me indica que coma, ve mi cara de desconcierto, con las manos impregnadas del sudor de sus pies.

.- A ver, acercame una mano – se la acerco, la huele y pone cara de asco – que bien, que suerte tienes, vas a comer como yo pero como si comieras a mis pies – y ella no lo dice en un susurro.

.- Vamos, quiero verte comiendo – así que sin esperarla más comienzo a comer

La cena prosigue sin más humillaciones que resaltar, me pregunta por mis aficiones y se ríe.

.- ¿Eres consciente de que muchas de ellas no las volverás a disfrutar? - me pregunta con una sonrisa que me hiela, es cierto, pienso, maldita sea, me lo está arrancando todo, pero encuentro la forma de mostrarle que aún tengo orgullo.

.- ¿Sólo algunas Ama? Llevo más de un mes en su casa y no he practicado ninguna de ellas

Hace un extraño mohín y me arrepiento de haberla desafiado.

.- Lo siento Ama – le digo humillando la mirada – no he querido ofenderla – Veo como los chicos de la mesa de mi derecha me miran extrañados, comentan algo y se ríen con disimulo, yo me horrorizado.

.- Está bien, no ha sido tan grave – me dice ella tranquilizándome, veo que está mirando a los chicos de la mesa que se han reído, yo me echo a temblar, no sé que está pasando por su cabeza pero estoy acojonado.

Por suerte para mi llega la camarera de nuevo, con dos coca colas más, mi Ama le sonríe y yo le doy las gracias, lo que no sabe es que lo hago porque ha distraído a mi Ama de la atención que tenía puesta en la otra mesa.

.- No seas tonto – me dice – si te gusta leer puede que te haga leerme algunos de tus libros, jugar al baloncesto no creo que te deje, pero ¿quién sabe?, la consola, puede, no sé.

Y así vamos hablando de mi sobretodo, lo quiere conocer todo, sé que lo hace para encontrar formas de humillarme o, tal vez, sea para de verdad para recompensarme, para darme algo que hacer cuando haya terminado.

Los chicos de la mesa de al lado se van, no sin reir al pasar a nuestro lado, lo que sin duda alguna alegra a mi Ama mientras yo trato de hacerme el sordo. La camarera vuelve con otros dos refrescos, los deja en la mesa pero mi Ama interviene.

.- No, él no beberá más refresco, traéle agua por favor, llévate eso.- La camarera sonríe mientras lo hace sin dejar de mirarme, noto la burla en su mirada.

.- Así se hace chica – le dice a mi Ama, cuando por fin deja de mirarme a mi. Mi Ama sonríe agradecida mientras coge su refresco y bebe.

Yo agacho la cabeza, otra muestra más de su poder sobre mi, pero no quiero guardar el reproche, quiero agradarla, necesito que me trate bien, así que me humillo aún más.

.- Gracias Ama, por traerme a este sitio, por permitirme cenar con normalidad – ella me sonríe, sus labios de un rosa pálido y sus ojos del color de las estrellas me atrapan.

Alarga un brazo y me indica con un gesto que haga lo mismo, me coge la mano y me aprieta con suavidad.

.- ¿Te sientes sometido a mi? - pregunta en un susurro que me sorprende después del tono que ha venido usando.

.- ¿Lo siento? No Ama, lo estoy. -

.- Con eso me basta, que te sepas en mis manos, ahora dime, ¿vas a querer postre? - y sus ojos despiden un brillo especial, pícara, de mi respuesta dependerá que pueda comer postre o que tenga que mirar como come ella.

.- Me gustaría Ama, si usted me concede permiso para hacerlo claro.

.- Uys, que bonito – sonríe.

Llega la camarera para recoger y nos pregunta si vamos a querer postre, como hasta ahora, lo hace mirando a mi Ama.

Ella escoge un cheese cake con arándanos, yo guardo silencio, no me atrevo a pedir, sé que si lo hago ella me va a corregir, pero me sorprende.

.- Vamos tonto, te permito escoger el que quieras – me indica y la camarera me mira con una sonrisa insolente que humillado como estoy no puedo sostener.

.- Yo lo mismo que ella, gracias. - le digo a la camarera que en otro gesto que me humilla le pregunta a mi Ama si está de acuerdo.

.- Sí, se ha portado bien – le dice y yo me quiero esconder bajo la mesa.

Seguimos hablando, se encuentra divertida porque ahora es seguro que la camarera sabe que le debo obediencia, encima ha notado, sin duda, mi perfume. Para confirmar todo, no tarda en regresar con los postres, los deja en la mesa y mirando a mi Ama.

.- ¿Dejarás que luego me de el masaje de pies? Los tacones me están matando – le confiesa

.- Claro, cuando quieras. - le contesta ella ignorándome a mi que me encuentro abatido.

Cuando se va me hablar.

.- Vaya con la camarera – me dice hipócrita – te ha calado bien.

La miro, roto como estoy, y contesto:

.- Sí Ama, claro que lo sabe – digo sin ganas.

.- Oye – reclama mi mirada, la miro aterrado y lo nota – no seas tonto, no te voy a hacer daño, confía en mi, es algo básico de tu entrenamiento, confía siempre en mi.

.- Gracias Ama – le digo, pero no puedo evitar sentir pánico ante la situación que nos espera.

Terminamos los postres y mi Ama se levanta.

.- Espera aquí – me avisa

La miro mientras se aleja, va a la barra, habla con la camarera y veo que paga. Miro como conversan y miran, se ríen y yo tiemblo. No, confío en ella, tengo que confiar.

Mi Ama vuelve a la mesa, la veo caminar de vuelta mirándome, sonriendo, yo aguardo en la mesa, sin saber que hacer, sin saber que ha planeado.

.- Vámonos – me indica, yo me levanto y camino tras ella.

Nos cruzamos en la entrada con una pareja que entra al local y me miran al pasar y se ríen. Pero Ella no le da importancia y yo la sigo. Apenas nos hemos separado unos metros me tiende la mano, echando su brazo hacia atrás, yo tiendo mi brazo y me coje la mano, me apremia a ponerme a su altura y mueve nuestros brazos balanceándolos, me mira y me dice:

.- Vamos a dar una vuelta, dentro de una hora Sara termina su turno e iremos a verla para que le des el masaje que te ha pedido.

No puedo decirle nada, no puedo decirle lo que pienso, así que me callo, dándome cuenta que por muy bien que me trate va a buscar formas de humillarme siempre en cada situación.

.- ¿No dices nada? - me mira sabiendo que lo que le diga no será la verdad, sabiendo que me está humillando.

.- ¿Qué puedo decir Ama? - le hago saber que sé lo que piensa, que no tengo salida.

.- Puedes decirme si te gusta o no – me dice como si de verdad eso importara.

.- De acurdo Ama, no, no me gusta, pero no tengo opción, así que poco importa lo que yo pienso.

.- En eso tienes razón esclavo, pero ¿no te gusta ella?

.- Es muy guapa Ama – contesto indiferente

.- Sí, pero no es eso lo que te he preguntado, ¿quieres que te castigue? - No puedo evitar sentir temblores, terror y eso hace que me enfade, que me cabree conmigo y lloro de impotencia.

.- No, Ama no me castigue por favor.

.- Entonces, contesta.

.- No, no me gusta, o sí, me gusta es guapa, pero no me he fijado en ella en ese sentido, pero ¿por qué me pregunta esto? ¿Puedo acaso elegir? - estoy desesperado, nervioso y ya su contacto, con su mano aún apretando la mía me molesta.

Ella se para, muy seria, me suelta la mano, cosa que agradezco, y me mira, poniéndose frente a mi.

.- No, no tienes elección, pero me gusta saber si lo harás disfrutando o no – me dice

.- Ama, lo haré lo mejor que pueda, no le fallaré, no la dejaré en mal lugar – le digo con sinceridad.

.- No estés nervioso, no te dejaré sólo con ella, estaré con vosotros, no te hará nada que yo no quiera – me dice queriendo tranquilizarme y aunque parezca mentira lo agradezco, estamos en la calle, oscura salvo por las espaciadas farolas que hay a lo largo del paseo, veo parejas en los bancos o paseando, pero me da igual, me arrodillo y beso sus pies, ella me deja, luego me indica que me levante.

Pero ya está, no quiero hablar. Estoy molesto, enfadado y eso no lo puede cambiar ella.

.- Siéntate aquí conmigo – me dice – en un rato iremos a tomar algo.

Me siento como me ha dicho, me pone una mano en la rodilla y me mira. Yo la miro, sé que me va a castigar pero no puedo evitarlo. Sostengo su mirada y me espero un tortazo, pero suspira.

.- ¿Quieres que te castigue de nuevo? - me pregunta seria, manteniendo la tranquilidad y la mirada clavada en mi.

.- No, no quiero, pero si la miento creo que faltaría al respeto, es dificil acertar Ama -

.- No es lo que respondas, es tu tono, como me miras.

.- Le confieso, me ha costado mucho acostumbrarme a ser un esclavo, pero lo había conseguido. Pero no para en eso, cuando estoy "bien", busca nuevas forma de humillarme.

.- Es que eso es parte de ser mío, de ser mi esclavo, puedo dejarte, prestarte a cualquiera, no puedes negarte.

.- Lo sé Ama, acataré sus órdenes – le digo, pero suena frío y nervioso, me pongo en pie, ella me mira, una vez más la he desafiado, doy vueltas de un lado a otro, tres pasos, luego otros tres en dirección contraria, luego me encaro con ella.

.- Soy tu esclavo, puedes hacer conmigo lo que quieras, ya me lo has demostrado, pero no puedes pretender que encima sea feliz – ahora sí, se pone en pie y me da un tortazo que me deja su mano marcada, veo que sacude la mano, le ha dolido.

.- Ya lo sabía yo – me dice enfadada – me porto bien, te compro ropa, te llevo a un restaurante y te pones así.

Yo la miro sin saber que decir, estoy atacado de los nervios, el miedo aparcado, pero paso a respirar profundamente.

.- ¿Quiere que le muestre algo? - le pregunto

.- ¿El qué imbécil? Hagas lo que hagas te aseguro que lo que has dicho tendrá consecuencias.

.- Lo sé – le digo. Le doy la espalda y camino hacia un naranjo, cuando estoy cerca, doy media vuelta y le doy una patada a una naranja que está por encima de mi cabeza, salto y le doy otra a una que está al lado.

Me giro hacia ella y le pregunto.

.- ¿Sabes lo que podría hacerte? - Ella retrocede, por primera vez veo miedo en sus ojos y eso no es lo que quiero, camino lentamente hacia ella y me arrodillo.

.- Perdón Ama, nunca le haré daño, se lo promerto – y beso sus pies, la oigo respirar profundamente. Con un pie me hace levantarme, con la mano que me ponga de pie, lo hago y me vuelve a dar un tortazo, esta vez agacho la cabeza.

.- Gracias Ama, me lo merecía – le digo con humildad.

.- No esclavo, te mereces mucho más - me dice

.- Pero..., - me mira enfada, algo en mi rostro le hace dejarme hablar, tartamudeo – aa.a.a.admito que que

Me pone una mano en mi brazo.

.- Tranquilízate -

Tomo aire, trato de poner en orden mis ideas, de decir lo que quiero.

.- Admito que soy feliz a su lado – algo se rompe en mi interior – he llegado a acostumbrarme a estar a tu lado – comienzo a llorar – pero esto no tiene fin Ama, por cada paso que doy usted sube más la barrera – hago una pausa – me está vaciando.

Ella se sienta de nuevo y cogiéndome con una mano me hace sentarme otra vez a su lado.

.- Decirme lo que has dicho puede salvarte del castigo – hace una pausa – aunque creo que no – y sonríe, otra vez la veo alegre.

.- Ama – guardo silencio, no sé si seguir – por favor, no se enfade.

.- Sigue – me dice – tranquilo.

.- No puedo Ama, no encuentro las palabras – agacho la cabeza abatido.

.- Tranquilo, no te preocupes – me dice en tono alegre

.- Pero esclavo, me tienes que entender, para mi es importante, te lo dije ya, me gusta verte sometido, no así, sometido por mi, ver que te aguantas y lo soportas sólo porque te lo digo yo.

Yo asiento, aunque no puedo, no quiero aceptarlo, aunque poder, no tengo más remedio.

.- Pero, aunque te humille, no dejaré que te haga daño, si a mi no me gusta hacerte daño, no voy a dejar que otra te lo haga.

.- Gracias Ama – le digo

.- Pero quiero que sepas que decidí hacerte mi esclavo el día que nos explicaste el problema, simpático, guapo, buen cuerpo, educado, inteligente, wow, no podía dejarte pasar y durante tres meses mientras me explicabas las mates soñaba con el momento de tenerte a mis pies, encariñado de mi y yo sin tener que castigarte.

Yo la miro antes de hablar.

.- Eres guapísima- no me sale otra cosa y me siento tonto

.- Esclavo esclavo mirar así a tu Ama no está bien – agacho la cabeza, humillado y contrariado y ella se ríe.

Suena el teléfono, mi Ama mira y me dice que es Sara, hemos estado demasiado tiempo hablando, echamos a andar, yo con el corazón en la boca sabiendo lo que me espera.

Sara nos espera, vestida ya con ropa de calle, me ignora completamente, saluda a mi Ama y se dan dos besos, yo permanezco dos pasos por detrás de mi Ama, tengo la mirada clavada en el suelo.

.- Vamos, sígueme guapa y que tu perrito nos siga – la oigo decir eso y me dan ganas de salir corriendo. Mi Ama me mira un momento, haciéndome un gesto, tranquilizándome.

Echan a andar y yo camino tras ellas, quiero abstraerme, no escucharlas.

Caminamos durante unos quince minutos, de vez en cuando mi Ama mira hacia atrás, comprueba que siempre estoy a unos pasos tras ella, abatido, noto su gesto contrariado, pero no hay marcha atrás.

Entramos al portal, en el que me han esperado para que sujetara yo la puerta, paso tras ellas y me indican que corra para llamar al ascensor, cuando ellas llegan a mi altura tengo la puerta abierta, pasan y me indican que yo suba por las escaleras, planta quinta, además Sara me da los zapatos que ha usado en el restaurante y me dice que los lleve en la boca, miro a mi Ama y asiente, así que hago lo que me ha ordenado.

Con un asco tremendo, con una rabia infinita que me tengo que comer, voy subiendo con los zapatos de la dichosa camarera en la boca, el olor es terrible, de haber estado horas y horas sirviendo. Oigo ruidos tras las puertas y mi corazón se acelera, no quiero tener que explicar cualquier tontería si alguien me ve, subo corriendo, cuando llego están esperándome, se ríen cuando me ven llegar y no puedo sino bajar la mirada.

Sara abre la puerta de su casa, mi Ama me indica que me ponga a cuatro patas y así entramos, las sigo, entramos en el salón, Sara me quita los zapatos de la boca y se va indicando a mi Ama que espere que vuelve enseguida, mi Ama se sienta en un sofá, yo dudo, ir tras ella, ponerme a su lado, pero no me da tiempo a pensar nada, ella chasquea los dedos y acudo a su lado, me levanta la cara y ve que he estado llorando, pasa un dedo por debajo de los ojos limpiando las marcas de las lágrimas y me acaricia, pero me repugna la situación, por un momento pienso en irme y dejar que pase lo que deba pasar, levanto la cara y miro a mi Ama a la cara, ella me sostiene la mirada y yo me humillo agachando la cabeza, Ella suspira y me lleva a poner la cabeza sobre sus piernas, la pongo y me siento arrullado, me acaricia y me susurra.

.- Así es, te vas a humillar mucho más, te voy a humillar mucho más, pero también te cuidaré.- Guarda silencio ante la llegada de Sara, que se sienta a su lado.

.- Vaya, que pose más chula, como un buen perrito con su dueña – dice y admito que dice la verdad, pero me gustaría poder seguir en esta postura toda la noche, que temo será mucho peor.

.- Sí – dice mi Ama – es adorable.

.- Bueno guapa, ¿me lo prestas? Me iría de miedo ese masaje en los pies – y le da un beso.

Mi Ama se ríe, la mira y le devuelve el beso.

.- Venga, perrito, cumple tu deber – y yo desanimado gateo hacia Sara, le beso los pies y pido permiso para quitarle las zapatillas.

.- Claro perrito, ¿podrías quitármelos con la boca? -

.- Sí señorita, lo que usted quiera – digo con humildad y asco

Le quito las zapatillas con la boca, huelen bien, demasiado bien para lo que pienso de ella, en cuanto las dejo en el suelo me pone un pie, toda la planta, en la cara.

.- ¿Te gusta como huelen perrito? - me pregunta riendo mientras coge a mi Ama por la cintura.

Me quedo absorto mirando el abrazo.

.- Esclavo, Sara te ha hecho una preguta – y me da un leve puntapie, así que contesto, sincero.

.- No, tras la jornada, lo siento pero apestan – ahora me llevo una patada de mi Ama y una de Sara, en mi trasero y mi cara.

.- Pareces tonto esclavo – me dice mi Ama – ya puedes pedirle permiso para oler sus pies durante un buen rato.

De rodillas, con la frente pegada al suelo suplico.

.- Por favor señorita, ¿me permite pasar un buen rato oliendo sus pies?

.- No perro, tendrás que esforzarte mucho más si quieres de mi un favor.

Alzo la cabeza, ha recogido los pies, los tiene puestos sobre el sofá, veo que mi Ama y ella siguen abrazadas, me pregunto si mi Ama será lesbiana, pero no es eso lo que me preocupa ahora, la mirada de mi Ama hacia Sara es dulce, hacia mi es severa.

.- Por favor señorita, sé que soy un ser indigno de dirigirse a usted, pero le suplico que me permita el privilegio de olerlos durante el tiempo que usted desee.

Ellas se ríen, se miran y Sara me mira divertida.

.- Dime Marta, ¿se lo concedo? - yo miro a mi Ama implorando su ayuda, pero me mira burlona durante un segundo y vuelve su atención a Sara.

.- No sé Sara, ¿crees que se ha mostrado sincero? - que mi Ama me abandone de eso modo hace que mis ojos se enrojezcan.

.- Vaya perrito, parece que ni tu Ama cree que me lo pidas de verdad, así que lo siento, no te dejo.

.- Oh, parece que voy a tener que castigarlo de nuevo – le dice mi Ama o Sara y yo me echo a temblar, a llorar pensando en las consecuencias.

Comienzo a sollozar, a llorar.

.- Por favor señorita, por favor, se lo ruego – beso las zapatillas precipitadamente y oiga sus risas – por favor, le impoloro compasión, señorita permitame oler sus pies - y sigo suplicando cuando la oigo decir:

.- Joder Marta, te tiene miedo, es mucho mayor que tu y está acojonado – mientras yo sigo sollozando

.- Está bien perrito, puedes olerme los pies.

.- Gracias, gracias, gracias señorita, es usted muy buena, es usted un ángel – ella se ríe

.- Sara, sus súplicas me han puesto cachonda – Sara la mira y sonríe.

.- Tan pronto como el gusano este me empiece a oler los pies estoy contigo cariño – le dice y yo pego mi nariz a sus pies, apestosos, realmente apestosos, sudados, mi cara se humedece enseguida con el sudor de la chica, pero ni eso me hace separar mi nariz de sus pies, aspiro profundamente, sin parar.

Escucho como ellas se besan, me ignoran por completo, pero no me fío y sigo oliendo los nauseabundos pies de Sara. Paso así unos veinte minutos, más o menos, porque en mi posición medir el paso del tiempo se me hace difícil, pero ella retira sus pies de mi cara.

.- Cálzame perrito – me dice, y sin hacerla esperar la calzo

.- Ahora vengo Marta, voy a ducharme que tu perrito tiene razón, los pies me apestan, ¿a qué sí perrito?

.- Sí señorita, pero no huelen mal, perdone por ofenderla antes por favor.

Ella se ríe y mi Ama me señala sus pies, así que paso a oler los pies de mi dueña, veo que está sonrojada.

Sara sale del salón y nos deja solos, mi Ama, me acaricia la cabeza mientras olfateo sus pies.

.- Lo has hecho bien esclavo.

.- Gracias Ama – y beso sus pies para remarcar mi agradecimiento.

Otra vez, me hace subir la cabeza a sus piernas, en cuanto lo hago me acaricia como cuando se acarica a un perro.

.- Sigue así esclavo, y todo irá bien, no quiero tener que castigarte – agradezco sus caricias, o mejor dicho, agradezco que no me quiera castigar.

No deja de acariciarme, además me pone los pies en mis piernas, se encentra así, casi cariñosa con sus caricias cuando Sara regresa.

.- Vamos guapa, vamos al dormitorio – y veo que sonríe, puede ser guapa admito, inmediatamente mi Ama me reclama para que la calce, lo hago y sale tras Sara.

.- Conmigo – dice mi Ama, lo que me dice siempre que quiere que la siga a cuatro patas.

Llegamos al dormitorio, veo una cama baja, sin patas, y grande, no esperan siquiera a que yo las descalce, ambas se suben a la cama y se besan, se acarician, yo permanezo arrodillado a un lado de la cama.

Giran, ruedan sobre ellas mismas mientras se besan, Sara comienza a quitarle a mi Ama la sudadera que lleva, mi Ama se deja. Le quita la camiseta y comienza a besar sus pechos, acariciando por debajo de su pantalón, mi Ama gime y ella misma comienza a desnudar a Sara, las dos se han olvidado de mi.

Completamente desnudas se van comiendo a besos, se van tocando y entonces mi Ama se acuerda de mi.

.- Sube perrito, lamenos los pies – y me lanzo a la tarea más humillante de mi vida, mientras ellas disfrutan de su pasión yo disfruto de mi fetiche. Noto como tengo una erección y me riño a mi mismo por ello.

Las oigo gemir, se soban con verdadera pasión, cansadas de mi lamida de pies Sara me indica que lama su sexo, yo dudo, pero mi Ama me da una patada, entiendo que debo obedecer y me lanzo a ello, pero la tarea me repugna, estoy sufriendo una vegación como ninguna antes, usado para su placer.

Sara comienza a gemir de forma descontrolada, mi Ama lo ve y sonríe, busca su pantalón, se agacha, pierdo de vista lo que hace, pero cuando se vuelve a incorporar tiene un condón en la mano, me lo pone y empieza a cabalgarme, Sara aprieta mi cabeza contra su sexo, noto llegar su orgasmo, luego se levanta, se sienta en mi cara, y me ordena seguir lamiendo, ella queda encarada frente a mi Ama y se vuelven a besar, un momento más tarde mi Ama se arquea, pido en silencio que siga cabalgándome mientras sigo comiendo del coño de Sara. Mi Ama se pone de rodillas a mi costado y me da tortazos en el pene hasta que pierdo mi erección, Sara se corre en ese momento. Casi me ahoga con sus fluidos, con mi llanto, con el orgasmo arruinado. Mi Ama una vez ha visto mi pene decaer se lanza sobre Sara y se vuelven a besar, vuelven a tumbarse y con los pies me empujan a los pies de la cama, las miro con lágrimas en los ojos hasta que mi Ama me pone un pie delante, me golpea y comienzo a lamer, otra vez a lo mismo, y así sigo hasta que se quedan dormidas, cosa que ansiaba, pués nada más hacerlo me giro, les doy la espalda e intento dormir.

Abro los ojos cuando siento que me menean, he debido darme la vuelta durante la noche porque vuelvo a estar encarando sus pies, mi Ama está de pie, me reclama, me indica que me vista, mientras lo hago veo que escribe una nota, se la deja en la cama, Sara sigue dormida y ahora sí, con las piernas dobladas y en los brazos de morfeo parece un ángel.

Salimos de la casa sin hablar, bajamos en el ascensor. Cuando salimos a la calle mi Ama me felicita, me indica que me he portado muy bien y que pensará en algún premio porque a los perros hay que premiarlos cuando se lo merecen y yo pienso que hasta cuando me halaga tiene que humillarme.

Cuando llegamos a casa me indica que se va a acostar, me ordena que lave su ropa, la interior a mano como siempre.

.- Cuando acabes acuéstate a mis pies y espera a que yo me despierte para volver a moverte.

.- De acuerdo Ama – le digo mientras recojo su ropa.

Apenas unos minutos después durante los que he pensado en todo lo que pasó la noche anterior, vuelvo al dormitorio y me encuentro a mi Ama dormida, otro falso angelito que a su manera, he de reconocer, me cuida.

Continuará.