No se puede ser bueno, cap 2

Sigue mi esclavitud y sufro mi primer gran castigo por mi joven Ama

Capítulo II

Dormí como pude, desnudo, pasé frío aunque la alfombra era cálida, pasé horas y horas despierto, pensando en todo, en como era posible que estuviera durmiendo en una alfombra al lado de la cama de una chica mucho, mucho más joven que yo, con la cabeza apoyada en sus zapatillas y lloré, lloré y me desesperé.

Por la mañana me despertó ella, me dió unos golpecitos con la mano en la cabeza.

.- Despierta dormilón – y al ver que abría los ojos – venga, que tienes que prepararme el desayuno.

.- En seguida Ama .- le dije protestando por dentro, no tenía ni idea de lo poco que había podido dormir.

.- Ama, no sé que le gusta desayunar – digo en cuanto me levanto.

Ella protesta adormilada pero me mira sonriendo, con cara picarona, yo me sonrojo y agacho la mirada, ella se da cuenta y sonríe.

.- Tonto, prepárame cereales con leche fría y un zumo de naranja.

.- Gracias Ama – le digo y me retiro, directo a la cocina.

Mientras estoy exprimiendo las naranjas la escucho caminar, pienso que se ha calzado ella sola y sonrío, oigo que abre algún grifo y al rato la siento a mi espalda, miro y agacho la cabeza al ver que me mira, está sentada en un taburte, con los brazos apoyados en el mostrador de la cocina.

Le sirvo el desayuno y doy la vuelta al mostrador para arrodillarme a su lado, en cuanto lo hago me acaricia el pelo y empuja mi cabeza hasta que apoyo la frente en su tobillo, y así la oigo comer, apenas un minuto después me pregunta.

.- ¿Quieres desayunar tu perrito? - me pregunta mirándome desde lo alto.

.- Sí Ama – contesto recordando que me dió yogur y no cualquier porquería, nada más decirlo beso sus pies agradecido o mejor dicho queriendo ganármela.

.- Muy bien, me gusta como te comportas. Levántate, prepárate lo mismo que a mi y come sentado frente a mi.- Siento una gran gratitud hacia ella

.- Gracias..... gracias Ama – Beso sus pies y me levanto, de espaldas a ella me voy preparando el desayuno.

Termino de prepararlo y me siento frene a ella, me mira y por un momento no puedo verla como mi ama, es mi amiga, me mira sonriendo y por un momento temo que me haya tomado el pelo, pero me deja que me siente y empiezo a comer encantado. Pero me sorprende.

.- Quiero que hoy llames a la oficina y digas que no te encuentras bien. No irás a trabajar.

La miro, no me lo puedo creer, poner en riesgo mi trabajo.

.- ¿Pasa algo? - me pregunta y noto la amenaza escondida en su pregunta.

.- No Ama, perdón por favor – digo dándome cuenta de mi error.

.- Me estoy portando bien contigo, no lo estropees.-

.- Sí Ama, lo siento – digo con humildad

.- Me llevarás a la facultad, luego irás a hacer la compra y luego regresarás a casa, sin tardar.- me avisa y pienso otra vez, en sus manos, me crea un horario.

Terminamos de desayunar y recojo la cocina, ella va hasta el baño y me indica que acuda cuanto antes. Acudo y sin que me diga nada me arrodillo a su lado, está esperándome.

.- Bien hecho, ahora desnúdame – me dice mirándome.

Trato de no mirarla, de no tocarla, empiezo por las zapatillas, luego el pantalón del pijama, noto sus piernas, suaves, cálidas, ella levanta primero el pie derecho, lo beso antes de sacar el pantalón, luego repetimos con el izquierdo, echo mano a sus braguitas, pero me lo impide.

.- Primero por arriba, puedes levantarte – me indica

Me levanto sin atreverme a mirarla a la cara, me ayuda levantando los brazos, me estremezco al tocar su vientre, al casi rozar sus pechos, pequeños..., se ríe al notar el gesto de timidez que hago. En cuanto le saco la camiseta y la pongo sobre una banqueta me vuelvo a arrodillar, entonces ella me coge por la barbilla y me hace mirarla.

.- Mírame, no te avergüences de mirar a tu dueña – y la miro, su braguitas, preciosas y luego su vientra plano, sus pequeños pechos y su cara, sonriendome y no puedo evitarlo, me vuelvo a sonrojar.

.- Vamos – me indica – que no quiero llegar tarde.

Llevo las manos a los laterales y comienzo a bajarlas, bajo la mirada, veo como caen a sus pies, espero que los levante pero no lo hace.

.- Sácalas con la boca – me indica

Agacho la cabeza, a ras de sus pies, se los beso, luego cojo con cuidado la braguita con mis dientes, entonces ella levanta un pie, la saco y sin buscarlo para ello mi nariz roza toda la planta de su pie. Luego tengo que rodearla para poder sacar el otro lado, otra vez rozando su pie.

Entra en la ducha dejando la puerta abierta y chasquea los dedos por lo que a cuatro patas entra tras ella, se inclina sobre mi y cierra la puerta.

Abre el grifo y se mete debajo de la cascad de agua caliente, veo como se acaricia el pelo mientras levanta la cara hacia arriba, no puedo negar la figura que tiene y justo cuando estoy pensando eso ella baja la cabeza y me mira, me escupe un chorro de agua con la boca y me indica que empiece a lamer señalándose entre las piernas. Me lanzo a hacerlo pero apenas puedo por la cantidad de agua que me cae, pero no le importa, lo que hace es comenzar a orinar, me separa de ella.

.- Mírame – dice, entonces la orina me cae en la cara – abre la boca perrito mío.

Cuando acaba me pide que me ponga en pie, me señala unos botes de champú.

.- Cógelo, te voy a enseñar a bañarme tu.

Lo voy haciendo como me dice con cuidado de no tirar de su pelo, largo, moreno. Luego sigo con el cuerpo, siento un cosquilleo al tocar sus pechos que tengo que enjabonar bien, además me coge las manos y me las aprieta sobre sus pechos, instintivamente las muevo, con firmeza amaso sus pechos, reclina la cabeza hacia atrás y veo que se está tocando, me dan ganas de besarla, me dan arcadas. Sin que me diga nada me arrodillo y empiezo a lamer, primero sus dedos, hasta que los saca, empuja mi cabeza apretándome contra su sexo y así seguimos hasta que tiene un orgasmo sin fin

.- Muy bien perrito, ahora sigue lavándome que voy a llegar deliciosamente tarde.

Termino por sus pies después de haber lavado su zona íntima y sus bien formadas piernas, luego deja que me lave yo mientras mira y juega con mi pene, o con su pena como diría ella.

Luego nos vestimos, no deja que la vista yo porque ya va tarde, así que para cuando yo termino, con la única ropa que tengo, la voy calzando mientras ella se peina.

Antes de salir tiene un gesto de bondad, un gesto que me asegura que lo que dice es verdad, no quiere causarme daño, sólo quiere que le pertenezca, bueno, como sea, me quita el collar y salimos, vamos hasta el coche y mientras vamos de camino a la facultad saca veinte euros y los pone junto a una lista de compra, me indica que compre todo eso y que quiere todos los tickets de compra, que no se me ocurra comprar nada que no esté en la lista y el tono en que me lo dice me hace pensar que para ella es importante. Cuando llegamos me hace acompañarla hasta donde sus amigos esperan, justo en el último minuto antes de entrar, yo cargo con su mochila mientras ella saluda a sus compañeros yo espero separado, Laura, la chica que estaba cuando la conocí me saluda sonriendo, mi Ama me pide la mochila y me indica que no vaya a recogerla, que espere en casa, yo asiento y ella sonríe sabiendo que no puedo llamarla Ama delante de todos ellos.

Compro todo lo que me ha indicado y voy a la casa, no sé si tiene forma de saber a que hora regreso a la casa, pero por si acaso acudo directo del mercado, la verdad es que tampoco quiero encontrarme a nadie conocido.

Ella llega ya por la noche, en cuanto llega la ayudo a cambiarse y luego me pongo con la cena, ella me pide los tickets de compra y el cambio, tras comprobarlo todo lo guarda y le sirvo la cena, come conmigo a su lado, acostado a sus pies, me acaricia de vez en cuando.

.- ¿Has echado de menos a tu ama? - me pregunta y la verdad es que si, me siento extraño en la casa, sin ella, esa casa no me pertenece, no es mi sitio. Así que le beso los pies con suavidad y le digo que sí, juguetea con el móvil y me lo enseña, veo un mensaje en el que le indica la hora a la que la puerta de la casa se abrió, así que sí, tiene forma de saber a que hora he regresado.

.- ¿Ves? No te dije nada, quería ver que hacías, has aprobado esclavo – me vuelve a acariciar – compórtate así siempre y no tendrás que temerme.

Y así van pasado los días, yo llevándola a la facultad y luego corriendo al curro, saliendo del trabajo directo a hacer la compra que me hubiera mandado, a veces recogiéndola de la facultad, la mayoría esperándola en casa. Sin tratarme mal, bueno, sin pegarme demasiado, pero con una entrega y sumisión completa. Pero llega un día en el que un problema informático hace que salgamos de la oficina durante casi una hora, voy con los compañeros a la cafetería y pensando que con el ticket bastará tomo un par de cañas.

Cuando llega a casa y le muestro el ticket, conmigo arrodillado a su lado me da un tortazo que me tira al suelo, me indica que la descalce y lo hago temblando, se da unos golpecitos en las rodillas, me pongo con las manos en el suelo, mi abdomen sobre sus rodillas y empieza a darme con la zapatilla, con dureza, cada golpe es un trallazo que enmudece a la televisión, yo comienzo a llorar por el dolor, por la impotencia, no sé los que lleva cuando me vuelve a hablar.

.- Esclavo, eres bueno con las matemáticas, es mejor que vayas contando porque he perdido la cuenta y tengo que volver a empezar – y sin mediar una palabra más me vuelve a azotar, intento ahogar un aullido, me abre la boca y me mete una zapatilla que me hace abrir la boca hasta que me duele y luego continúa con los azotes, voy contando, sin poder anunciar los que lleva, el culo me duele una barbaridad, lo tengo adormecido, pierdo la noción del tiempo, tan sólo el contínuo zas y zas, uno tras otro. Ya no me quedan lágrimas, pero noto los ojos irritados, los golpes paran, me saca la zapatilla de la boca.

.- ¿Cuántos esclavo?

Entre sollozos le indico que perdí la cuenta con cincuenta y siete, me tira al suelo, empujándome con fuerza con sus manos, no tengo fuerzas para sostenerme, se calza con dureza, sobre mi y echa a andar.

.- ¡Sígueme!

Hago un esfuerzo descomunal para ir tras ella con el culo convetido en un centro de dolor inmenso, ahora me duele incluso más que cuando me estaba azotando.

.- Deja de llorar imbécil, no te va a servir de nada.

Cruza el jardín y llega a la perrera, la abre y me indica que entre, yo gimoteo, completamente roto, abatido, le beso los pies con una humildad que no he sentido nunca, los beso una y mil veces, sin dejar de llorar, pero impasible me indica que entre, nada más entrar cierra la puerta y la traba con un candado. Sin decirme ni una palabra más se va, entra en la casa y apaga la luz del jardín, me quedo a oscuras, pasando frío, encogido, con el culo rozándo la caseta y enviando descargas de dolor. Veo desconsolado como un rato después la luz del salón se apaga y ahora sí, me quedo completamente a oscuras.

La noche es con toda seguridad la más larga de mi vida, sin haber comido, sin poder dormir, con calambres por todo el cuerpo, sucio tras haber tenido que orinar, muerto de sueño y sin poder dormir, cuando llega el día escucho ruido en la casa, espero que abra la puerta pero no lo hace, pasa un rato hasta que comprendo que se ha ido a la facultad sin siquiera mirar como estoy, vuelvo a llorar, la impotencia que siento, la dependencia total de ella que tengo ahora. Me asombro cuando veo luz en la casa, comprendo que ya está oscureciendo, no me había dado cuenta del paso del tiempo, he dejado de llorar y tan sólo siento un abatimiento total, el olor de mi propia orina es horrible, el cuerpo me duele, tengo hambre y tengo sed y el dolor del culo es especial, más agudo que el dejado por los calambres. Se hace de noche y el ruido de la puerta corredera del jardín me llama la atención, camina hacia mi, seria, muy seria y temo otra nalgada, sin poder evitarlo comienzo a temblar y me enfado, la necesito y a la vez la temo.

Llega hacia la perrera y retroceda asqueada.

.- Cerdo, ¿qué has hecho? - dice haciendo una mueca de asco.

No puedo hablar, su reacción ha hecho que vuelva a llorar.

.- Vamos, con treinta años y llorando como un niño pequeño. - lo dice y noto que se burla de mi.

Se agacha y abre la puerta, voy a salir y me levanta un dedo, retrocedo acobardado, ella da un paso atrás y se queda mirándome.

.- Sal – y entonces sí, salgo como puedo, renqueando, intento acercarme a ella y besar sus pies pero me lo impide.

.- Quieto cerdito, que hueles como una cloaca

Se va y veo que abre una manguera, me indica que me acerque y empieza a "lavarme", los chorros de agua en el trasero son como latigazos en las heridas y gimoteo, me hace rodar y me echa agua por todas partes. Cuando acaba y cierra el agua me pongo a cuatro patas y la miro implorando su cariño, piedad, no sé que, se agacha y me llama, me acerco a ella tan rápido como puedo, me acaricia el pelo, mi estómago protesta, me acaricia la espalda y yo le beso los pies.

.- Tenemos que hablar perrito – me dice, calmada y eso es aún peor, aunque por un momento espero que me diga que me va a liberar.

.- Espera aquí – se va, yo espero arrodillado, la veo caminar con un toalla, sale al jardí y me lanza la toalla.

.- Sécate bien, no entres en la casa hasta estar completamente seco – me avisa y tras el último incidente quiero poner verdadero empeño en ello.

Secarme el trasero es especialmente doloroso, estoy en ello cuando me habla, sin haberme dado cuenta ha vuelto a salir y me está mirando.

.- Deja el culo, si ya estás seco entra

Camino tras ella, veo el botiquín en la mesa que hay frente a los sofás, se sienta y me indica que me pongo otra vez sobre sus rodillas, no puedo evitar estremecerme cuando lo hago.

.- Tranquilo perrito, no te voy a pegar ahora – me dice notando mi miedo.

Primero me seca el trasero con suaves gasas, luego me da una pomada que supone un alivio inmediato al dolor que siento. Sigue limpiando heridas y mi miedo se disipa, pero me niego a sentir gratitud, está arreglando lo que ella misma ha roto.

Termina y me indica que me arrodille frente a ella, sin dudar ni un sólo segundo lo hago.

.- Bien esclavo, dime, ¿crees que puedes gastar dinero en ti sin que yo lo autorice? - la pregunta me choca, hasta ahora siempre lo he hecho

.- Eres mi esclavo, acéptalo, tu ya no tienes dinero – otra vez lloro, el dolor que siento es interior, no físico.

.- Ama, en la oficina hubo ...

.- Silencio – sin gritarme – me obliga a callar.

.- No me importan tus razones o tus excusas, me da igual si eres el único que no pide una cerveza, los demás tendrán derecho a hacerlo, tú no.

Tras unos segundos de silencio me vuelve a hablar.

.- Necesito saber que has entendido lo que te acabo de decir.

.- Sí Ama, lo he entendido.

.- ¿Te parece mal esclavo?

.- No Ama, es su decisión, la acepto – digo sin decirle que sí me parece mal, fatal.

.- Quieto aquí – me dice y se va

Cuando regresa y se sienta me enseña unos tacones

.- Pónmelos – me los da

Con cuidado se los pongo, negros, altísimo, con un tacón fino, delgado como una aguja.

Veo que pone un pie en la mesa, levanta el talón.

.- Esclavo pon tu lengua bajo mi tacón – El pánico me paraliza, tiemblo como un flan pero lo hago, con un miedo atroz lo hago, ella baja el talón y noto como el tacón toca mi lengua, poco a poco va ejerciendo más presión. Me tiene así unos segundos hasta que se sienta y me pide que le ponga las zapatillas, cuando lo hago me enseña una foto en su móvil y puedo ver a tres esclavos con la lengua fuera, todos con la lengua perforada.

.- Mira, son los esclavos de una amiga de mi madre, ya sabes como se les perforó la lengua. - Me estremezco ante la escena que imagino

.- Para mi tu eres igual y puedo hacerte lo que quiera, pero por suerte para ti esclavo, yo no soy ella, no quiero azotarte por enfado o por castigo. Te seguiré azotando siempre porque me gusta, pero te aseguro que no es lo mismo que cuando te azote por un castigo. Pero esclavo, no me hagas hacerte algo peor, porque puedo hacerlo.

No sé que decirle, es verdad, ella me ha tratado muy bien mientras he sido obediente.

.- Gracias Ama – y lo digo con sinceridad.

.- O podría venderte, no creas que si me canso de ti te liberaré, cuando no me seas útil te venderé y quien sabe quien te puede comprar.

.- Así que dime esclavo, ¿vas a volver a desobedecerme? - me levanta la cara, quiere que conteste mirando sus ojos.

.- No, no Ama, no la volveré a desobedecer

.- Bien esclavo. Venga, ve a prepararte algo para comer.-

.- Gracias Ama – le beso los pies encantado – Ama, ¿usted ha cenado?

.- Sí esclavo, sólo para ti. Cuando termines de prepararla vuelve aquí, quiero seguir hablando.

.- Entendido Ama – me dirigo a la cocina, me preparo una ensalada y un filete de atún.

Vuelvo al salón y está sentada donde siempre, en el sofá de siempre, me señala a su lado, en la alfombra.

.- Siéntate aquí, coloca un mantel para poner la bandeja en la mesa, comerás sentado en el suelo, frente a mi.

.- Bien, hoy llamé a tu oficina, dije que estabas sudando muchísimo, que tenías mucha fiebre y tos, así que hoy tampoco irás al trabajo, te dejaré descansar para que tu trasero mejore.

.- Gracias Ama – le contesto cuando logro tragar lo que acababa de meterme en la boca.

.- Pero esclavo, no quiero que te equivoques, no me arrepiento de tu castigo y si quieres la prueba vuelve a desobedecerme.

Se recuesta en el sofá, subiendo los pies a la mesa, tanto que apunto está de meter un pie con calcetín incluido en mi plato, por un momento me olvido de la cena y le beso la planta de los pies, noto como me mira, juguetea con los dedos sobre mi cara por unos segundos antes de indicarme que siga cenando.

Y ceno tranquilo, sin prisas, absorto con sus pies, con todo lo que me ha dicho, ¿sería de verdad capaz de venderme? Ahora no me cabe duda de que lo haría.

Cuando termino la cena me indica que lo lleve a la cocina y limpie todo. Cuando regreso al salón me dice que apague la luz y nada más hacerlo pone una película.

.- Ven a mis pies esclavo – me dice en un tono bajo, tranquilo, que nada hacer ver en ella a la chica que me azotó.

Me siento en el suelo y me dice que suba al sofá, me siento en el sofá, inmediatamente me pone los pies encima y sin que me diga nada empiezo a acariciarlos, deseando que me indique quitarle los calcetines.

Estoy concentrado en el masaje a sus pies cuando estornudo, ella me mira, desnudo como estoy. Sin decir nada se calza y sale del salón, vuelve en un minuto, me tira una camiseta larga, rosa, sin mangas y unas braguitas suyas.

.- Vístete, mañana iré a comprar ropa para ti – No queriendo contrariarla así que me pongo la braguita, que me queda ridícula, demasiado pequeña, ella se ríe y me indica que deje la braga, me pongo la camiseta y ella vuelve a salir, se lleva la braga, regresa con una manta, se tumba y la tapo, me cubro también con ella y sigo con los pies, ahora sin poder verlos, pero agradeciendo el calor. Sin darme cuenta la mira de vez en cuando, ella me pilla, me sonríe.

.- Quítame los calcetines – me dice y lo hago sin demora, deseando como estoy de sentir sus pies

Sigo un rato así, atento apenas a la película, divertido cuando ella se sobresalta por algo que pasa en la película, meto la cabeza bajo la manta y levanto sus pies, se los beso con verdadera devoción, cuando saco la cabeza ella me está mirando.

.- ¿No crees esclavo que estar así es mucho mejor que estar en la perrera?

.- Sí Ama, mucho mejor, de verdad, siento haberla desobedecido

Ella me sonríe. Para la película.

.- Mira esclavo, yo he crecido siempre teniendo esclavos, el hombre que vive con mi madre, no es mi padre, es su esclavo – la miro atendiendo a todo lo que me dice – pero no soy como mi madre, no me gusta ser cruel, me gusta someter, me gusta humillar, me encanta que el esclavo se humille, se deje humillar por mi, pero si lo hace, no le hago daño, salvo cuando me apetezca azotar, claro.

La miro sin hablar, sus ojos grandes y azules brillan, vuelvo meterme bajo la manta, ella va a decirme algo pero la sorprendo abrazando sus pies y besequeándolos, en lugar de protestar se ríe.

.- Muy bien esclavo, así me gusta, sigue así y serás siempre mío.- Guarda silencio y pone la película.

Cuando la película termina la calzo, coge los calcetines y me los pone en la boca.

.- Coge la manta, te la pondrás esta noche para taparte mientras duermes.

Camino tras ella, extrañado después de los días que siempre la he seguido a cuatro patas, llegamos al dormitorio, antes de acostarse me mira el culo, lo que me da un ramalazo de verguenza, ver a la chica inspeccionandome, pero debo acostumbrarme, es mi Ama y me tengo que hacer a ello.

Luego le pongo el pijama, o lo intento, porque cuando le voy a subir el pantalón me atrae a ella y vuelve a poner mi boca sobre su braguita, la beso con rapidez, ella me acaricia la cabeza, me deja besarla por unos segundos.

.- Quítame las bragas – se las bajo dejando su sexo a la vista.

.- Ven, bajo mi sábana – me meto bajo la sábana, ella se estira, levanta las rodillas.

.- A lamer perito – noto como se tapa con la manta, apaga la luz, cruza las piernas sobre mi espalda.

Comienzo a lamer con suavidad, casi acariciandola, ella me deja hacer, luego lamo su clítoris, lo lamo y lo relamo, lo golpeo con la lengua y veo como se va exitando, se va calentando, empieza a gemir, entonces mordisqueo con cuidado el clítoris y ella estalla, inunda mi boca con fluidos que apresuro a tragar, a dar lametazos para limpiarla y volver al ataque, ella me deja, yo por mi parte estoy empalmado, rezo por no tener un accidente, pero me olvido de mi mismo cuando noto de nuevo sus gemidos, cuando alcanza su segundo orgasmo enciende la luz y levanta la sábana, me sonríe.

.- Buen esclavo, deja que te vea yo, levántate – me indica y siento otra vez vergüenza, pena.

Se inclina hacia adelante y toca mi pene, se ríe.

.- Vaya perrito, voy a tener que comprarte una jaulita para el pajarito – y se ríe – Vamos a la alfombra.

Con tristeza bajo a la alfombra, cojo la manta y me indica que la deje, no puedo entender que he hecho mal para que ahora no me deje taparme.

.- Bocarriba – me indica y cuando lo hago me pisa el pene, lleva el otro pie a mi boca.

.- Lame esclavo – y no la hago esperar, la presión en mi pene, hace que esté a mil, lamo su pie con devoción y ella empieza a pajearme con el pie, con lentitud, dejándome disfrutar durante un par de minutos, parando cuando ve que voy a eyacular, pero luego me hace estallar en una brutal corrida que se derrama sobre mi abdomen, ella la pisotea y luego lleva los pies a mi boca.

.- Te toca limpiar lo que has hecho – y con asco empiezo a lamer mi propio semen.

Durante un par de minutos estoy lamiendo los pies hasta que se aburre y se calza.

.- Ven conmigo cerdito – y gateo pegado a sus pies.

Vamos al baño.

.- Descálzame

En cuanto está descalza mete un pie en el bidet.

.- Lavamelo esclavo – le lavo los pies admirando la suavidad de sus pies.

Cuando la calzo me indica que me lave yo que voy a dormir en la cama, me estremezco cuando lo dice, pero sin duda hace que me limpie a conciencia, cuando me seco le beso los pies, agradecido por el trato que me da, aunque me haga andar a cuatro patas es buena conmigo.

De vuelta a la habitación me vuelve a hacer meterme bajo las sábanas, otra vez con mi cara entre sus piernas, me dice que bese la braguita con suavidad, que quiere dormise arrullada por mis caricias y que cuando ella se haya dormido trate de dormir yo tb.

Durante unos minutos beso su braguita, hasta que considero que se ha dormido, luego le doy un beso largo y por primera vez de forma consciente me considero suyo y me prometo que no la desobedeceré más. Me quedo dormido en nada, muerto de cansancio como estoy.

Continuará