No se puede ser bueno
Ayudo a una adolescente a aprobar la asignatura de matemáticas y me lo paga chantajeándome y haciendo de mi su esclavo personal
Hola, mi nombre es Raúl, tengo 30 años, soy licenciado en matemáticas y tengo un buen sueldo en un empleo que además me gusta y para colmo tengo una novia preciosa que me quiere y por la que yo daría la vida.
Así que no tengo de que quejarme, mi caracter es abierto y tiendo a ayudar a los demás en lo que puedo y ésto último es la causa por la que todo mi mundo se vino abajo.
Volvía a casa de hacer la compra en el mercado cuando me crucé con tres jóvenes, dos chicas y un chico discutiendo sobre un problema con derivadas, no pude evitar poner la oreja y escuchar así que me ofrecí a explicarles el problema, los tres alucinaron con la forma de resolverlo, les expliqué bien cada paso y lo entendieron. El chico me dijo que si daba clases y les dije que no, pero una de las chicas me pidió que por favor la ayudara, así que les di me teléfono y les dije que cuando tuvieran dudas me llamaran, la chica sonríó y me dijo su nombre, Marta, entonces los otros dos se presentaron también, Laura y Antonio.
Caminé a casa alegre por haber ayudado a los tres chicos y pensando en la cena que iba a preparar para cuando Mónica, mi novia, regresara.
Bueno, mi vida continuó sin apenas imprevistos, vi a Marta prácticamente cada semana, un par de días a la semana, me sorprendió lo alegre que era, y como sus ojos, azules como el mar, brillaban cuando entendía la explicación.
Tres meses después todo cambió, mi vida comenzó a derrumbarse. Marta me llamó y fuí como siempre a su casa, nada más llegar se cuelga de mi cuello y me da dos besos, me dice que ha aprobado, ha sacado un siete, le doy la enhorabuena alegre, contagiado de su alegría. Me da el examen y me pide que lo haga, quiere ver donde se equivocó, yo contemplo el examen y accedo, mientras me siento en la mesa ella va a la cocina, al rato vuelve con unas cocacolas y patatas, cortezas y ganchitos. Lo miro y sonrío.
Estoy terminando de resolver el examen cuando tengo que levantarme, me estoy mareando. Abro la ventana y saco la cabeza para que me de el aire.
.- ¿Estás bien? - me pregunta preocupada.
.- Sí, tranquila, sólo estoy un poco mareado – le digo.
Pero estoy lejos de estar bien, noto como las piernas apenas me sostienen y ella se da cuenta.
.- Túmbate en la cama – me dice mientras me sostiene como puede y me guía a la cama y después.... ya no recuerdo nada.
Despierto un rato después, o eso creo, estoy desorientado, desnudo y atado, ella está sentada en su sillón mirándome sonriendo, me doy cuenta de que está desnuda.
.-¿Qué pasa?, ¿por qué me has atado? - ella no me dice nada, tan sólo ríe.
.- Mira – me dice, mostrándome mi móvil – mira que fotos he visto en tu teléfono. - Y me las va mostrando, fotos de ella durmiendo en la cama, de ella en la ducha, de ella en el baño, de ella desnuda.
.- ¿Qué dirá la policía cuando las vea? - me pregunta seria
.- Estás loca – le digo – desátame y me iré, no volveremos a vernos.- en serio espero que lo haga.
.- Más tarde pagarás por haberme llamado loca, ahora mira estas otras – y me muestra más fotos – en una estoy oliendo sus bragas y encima empalmado, entonces caigo en la cuenta, sigo empalmado.
.- ¿Te gusta? - me pregunta, no me da tiempo para responder cuando me dice – a tu novia no le ha gustado.
.- ¿Qué?, maldita sea, ¿cómo te atreves?, me las vas ....- callo porque mi teléfono empieza a sonar, ella me lo muestra, es de mi amor, de mi novia
.- Psssss- me dice y se sienta en mi cara, se mueve y mueve hasta que logra que mi nariz esté en su ano y la oigo contestar.
.- Hola maja, lo siento pero Raúl hace ya tres meses que viene a mi casa. - intento tirarla pero no puedo, me empiezo a ahogar.
.- ¿Sí?, ¿eso te ha contado?, es un cerdo, te lo cuento porque se ha dejado el teléfono en mi casa y he visto fotos de otras chicas, no sólo te la ha pegado a ti, sino que a mi también.
.- Adiós, no llores, no se lo merece – y se baja de mi cara, aprovecho para coger aire limpio, estoy llorando, sólo piendo en hablar con mi novia y arreglarlo, pero está claro, por la cara de Marta que no va a haber arreglo.
.- Ahora ... ¿quieres que te muestre las fotos en las que me metes mano? - yo la miro con odio, ardiendo en la rabia.
.- o... ¿se la enseño mejor a la policía?, mmmm, dime ¿qué hago? - me pregunta.
.- A ver, ¿será Luis tu jefe? O ¿es Marcos? - me mira y no abro la boca – bueno, sino me contestas le enviaré las fotos a todos tus contactos. - Y empieza a tocar el teléfono, olvidándose de mi.
:- Para, para por favor – le digo llorando, ella me mira distraída.
.- ¿Sí? - me pregunta
:- Por favor no lo hagas, te lo suplico.- le digo
.- A ver, podría no enviar nada, claro, pero dime, ¿qué harías tu por mi?- me pregunta mirándome fijamente.
.- Lo que quieras, por favor, pero por favor, deja mi teléfono.
.- Lo que quiera, suena bien, pero ¿lo dices en serio?- entonces pienso en lo que me puede pedir.
.- Bueno...- me interrumpe.
.- Vale, entiendo, mejor sigo con el teléfono.
.- Lo que quieras, haré lo que quieras – me apresuro a decir.
.- Vale, te voy a desatar las manos, pero no las piernas, no hagas ninguna tontería – me avisa, me desata la mano derecha y por un momento pienso en agarrarla, pero entonces ella habla – por cierto, las fotos están también en mi ordenador y sino lo evito se enviarán en unos minutos – eso hace que me quede quieto, me desata la otra, entonces se sube encima, pone sus piernas a ambos lados de mi pecho, se yergue sobre mi, me mira y me dice:
.- Ahora vas a lamer, a lamer como si te fuera la vida, porque ¿quién sabe? Lo mismo te va la vida.- y se ríe.
Se siente en mi cara y empiezo a lamer al instante
.- Tócame, para eso te he desatado.
Empiezo a acariciarla y sin quererlo empiezo a disfrutar, siento su ardor, su calentura me enciende, ella gime y gime hasta que ahoga un gritito y se deja caer sobre mi de espalda.
.- Ufff – y calla.
Se baja de mi y me pide las manos, me las vuelve a atar. Veo que se dirige a la mesa y apaga su móvil, gira la cabeza y me mira.
.- Sí, lo he grabado todo, pero chico eres la leche, que maravilla. Ahora vengo – me dice mientras sale en una carrera de la habitación.
Vuelve en un par de minutos y me indica que ya ha subido el video con el resto del material.
Ahora se sienta en la cama, bueno, debería decir, en mi pecho, con las piernas colgando de la cama y llama.
.- Hola Laura – la oigo hablar, recuerdo a Laura, su amiga del primer día que la vi.
Charlan durante un rato, pierdo el hilo de su conversación pero llega una parte que me hace poner las antenas.
.- Bueno chica, he subido unas fotos a la nube, si me pasa algo o si no tienes noticias mías cógelas y ya sabrás que hacer, ¿vale?
.- No, no te preocupes, no hay peligro, pero no veas las fotos hasta que suceda algo de eso, ¿de acuerdo?.-
.- Un besazo guapa.
De un salto se baja de mi, luego me encara.
.- Bueno, ya has oído, ¿verdad?.-
Asiento con la cabeza.
.- Vale, pues te cuento, yo busco un esclavo – nota la cara de sorpresa de mi cara – y bueno, te he escogido a ti. Ahora va a comenzar una nueva estapa de tu vida.- y parece que va a seguir, pero se para.
.- ¿qué dices? - me pregunta
.- Que estás como una cabra – le digo de mala gana.
.- Cuidado con lo que dices, como te dije, vas a pagar por llamarme loca. Me gustaría que te gustara porque en realidad no tienes opción.
.- No puedes arruinarme la vida así, te he ayudado, has aprobado por mi y ¿me haces esto?
.- Sí, puedo arruinartela y lo haré. Me has ayudado y eso me ha gustado, por eso, ahora me ayudarás mucho más, harás todo lo que yo te ordene, como yo lo ordene y cuando yo lo ordene. ¿Acaso crees que no puedo enviar todo a tus amigos, tu jefe?
.- Sí, sé que puedes – digo
.- Entonces, contesta, ¿puedo soltarte y confiar que me obedecerás? - pregunta y por primera vez noto algo en su voz, anhelo quizás, miedo tal vez.
Yo la miro con incredulidad, es hermosa, alegre, agradable, la conozco hace más de tres meses y ahora se porta así. No puedo quitarme eso de la cabeza, pero ella se impacienta.
.- Contéstame o me voy y te dejo atado toda la noche – se lleva las manos a las caderas y la imagen me parece cómica, y la situación ridícula, no puedo evitarlo y río, eso la cabrea, veo como aprieta los dientes, se vuelve a sentar sobre mi, pero ahora en vez de ponerme su sexo sobre mi boca me da cuatro tortazos que hacen que vea las estrellas.
.- ¿Quieres más? - me pregunta burlona
.- No – digo aguantando el dolor.
Ella me da dos tortazos más.
.- Pués contesta a lo que te he preguntado, o seguiré.
No puedo contestar, guardo silencio, pensando en la pregunta, en las opciones, sé que no tengo pero no puedo imaginarme siendo el esclavo de una niña de 18 años. Veo que se prepara para golpearme de nuevo y rápido contesto.
.- Sí, te obedeceré – ella baja la mano, me acaricia con suavidad la cara y me besa, un beso tierno, sin hambre, suave y cálido sobre mis labios.
.- Así me gusta, te soltaré, te promero que aunque te va a costar, te acabará gustando – y sin esperar más me desata, muevo los brazos para estimularlos, las piernas, ella aún sentada en mi ríe y me avisa que como se caiga me azotará.
Se baja de mi y me dice:
.- Arrodillate esclavo – su tono es serio, por unos segundos pienso si irme, mido unos diez centímetros más que ella y pesaré unos veinte kilos más que ella, pero pienso en las consecuencias, así que me arrodillo ante ella y agacho la cabeza completamente humillado.
.- Besa mis pies – y lo hago, no lo sabe, pero para mi los pies es una las partes que más me atraen de las mujeres.
.- Ahora pega la frente al suelo, manos a la espalda.- lo hago
.- Bien esclavo, obedéceme siempre – me indica – ahora espera aquí, no se te ocurra moverte.
Siento sus pasos mientras sale de la habitación, no me muevo, ahora sé que desobedecerla puede resultar doloroso, escucho como anda abriendo algo, tal vez cajones y al momento regresa. Me pisa la cabeza con su pie descalzo.
.- Muy bien mi perrito – y con el pie me indica que me levante, quedo arrodillado y ella me pone un collar rosa, de al menos dos centímetros, lo cierra con un pequeño candado. Noto como me aprieta, pero lo mira satisfecha.
.- Te queda bien, el rosa te sienta de lujo – dice burlona - ¿No dices nada?
La miro sin saber que decir, salvo que me siento ridículo, me da una suave patada.
.- Venga, no seas tan desagradecido.
.- Oh... gracias Ama .- me siento raro llamándola así y ella lo nota y se ríe.
.- Así se hace perrito, mira lo que le voy a poner – y me muestra una plaquita con forma de hueso, tiene un grabado que pone "Esclavo propiedad de Marta, XXXXXXXX" con su teléfono, que no puedo revelar.
.- Me coloca la placa en el collar - y ahora sí, me mira encantada.- ya está.
Mi teléfono suena, ella lo coje, mientras me indica que no me atreva a moverme, lo mira y me dice:
.- Es tu novia, bueno, tu ahora ex – dice – ven, a cuatro patas a lamerme los pies.
Dudo, sólo un momento, pero me mira con dureza.
.- Obedece – me lo dice con voz tanquila pero noto la amenaza que encierra sus palabras, así que a cuatro patas, roto, camino hasta ella y agacho la cabeza, sin pensarlo más empiezo a lamer sus pies.
.- ¿Sí? - contesta al teléfono.
.- Sí, Raúl está aquí pero no se puede poner – la oigo decir y no puedo evitar llorar, pensar en mi novia, en como la estoy perdiendo me parte el alma pero ni por eso dejo de lamer sus delicados y suaves pies.
.- Lo siento chica, es un pervertido, en serio, te engañaba, ahora está jugando con su lengua, ahhh, no puedo decirte donde. Ahhhhh
.- Vaya perrito, ha cortado – dice – pero sigue lamiendo mis pies, me encanta.
Suelta la correa y me indica mientras se sienta en la cama.
.- Ve a por mis zapatillas y recuerda como las recogen los perros. En la puerta están – levanto la cabeza y las veo, rosas, con orejas redondas y unos ojos y boca con lengua, gateo hasta ellas, ella se ríe, me da un cachete en el culo y me indica que corra.
Las recojo con los dientes, noto el olor que emanan de ellas y se las llevo hasta sus pies, ella me acaricia la cabeza.
.- Buen perrito – se calza sola, mientras recoje la correa y la vuelve a trabar en mi collar.
Echa a andar sin indicarme nada, la sigo, tira de la correa.
.- Más cerca de tu dueña – sin dejar de andar, trato de pegarme más.
.- Así perrito y mirando mis pies, nada más.- y lo hago encantado, la imagen de sus pies, suaves, son preciosos.
Llegamos al salón, veo tres sofás grandes, una televisión enorme, de pantalla plana, rodea los sofás y va al del centro, por el camino coje algo, el mando de la televisión, y la enciende. Agradezco en silencio la mullida alfombra que cubre medio salón.
Se sienta.
.- Descálzame – indica, sin elevar la voz y yo me dispongo a hacerlo, odiando mi lugar, echo las manos a la zapatilla derecha y ella se ríe
.- No tonto, con la boca perrito
Y lo hago, deseando poder irme, poder hablar con mi novia, poder explicar todo lo que me ha pasado y me doy cuenta que no sería capaz de hablar de esto. Ella ríe cuando me ve tirar de la primera zapatilla.
.- Déjala con cuidado en el suelo, nada de dejarlas caer.- Me humillo bajando la cabeza, la boca hasta el suelo, luego la otra, la dejo con cuidado al lado de la primera. Ella eleva sus pies y se tumba en el sofá.
.- Vamos perrito, échate junto al sofá – me tumbo pegado al sofá y me llama la atención.
.- Como un perrito, tu cabeza sobre tus manos, los brazos doblados, vamos – lo hago, forzando la postura y ella ríe divertida.
.- Ahora calladito, sin molestarme que quiero ver la película, tu mirando hacia el sofá, nada de ver la televisión.
Giro la cara hacia el sofá y en silencio siento como las lágrimas batallan por salir, me siento ridículo y sólo espero que esto acabe, que sea una maldita pesadilla. Escucho la película, la noto a ella moverse, pero no veo nada, salvo el oscuro color del sofá, los brazos empiezan a dolerme. Noto como me acaricia, con dulzura, como si de verdad fuera un perro. Paso así unos minutos y finalmente me decido.
.- Ama, por favor – la llamo Ama y noto un raro sabor en la boca, pero he de pedirle un favor y quiero agradarla.
.- Dime perrito, pero la próxima vez cuando quieras hablarme hazlo ladrando, al menos cuando estés como mi mascota
.- Ama tengo los brazos forzados, me duelen, por favor, permita que los extienda – se lo digo en tono de súplica, oírme pidiendo permiso para extender mis propios brazos. Su risa me saca de mis pensamientos.
.- Jajajaja, lo has hecho bien – añade- pedir permiso y el tono, muy bien esclavo mío, te permito sentarte, pero recuesta tu cabeza junto a mis pies.
.- Gracias Ama – le digo francamente agradecido, me siento el suelo y pego la cara a sus pies.
Los mueve con cuidado, me acaricia la cara con la planta de sus pies, pequeños, suaves y el olor.... ese magnífico olor que me vuelve loco.
Van pasando los minutos, la película es de miedo, la música, los gritos me atraen pero no me atrevo a contrariala, así que no miro la televisión, pero sin darme cuenta, ensimismado beso sus pies, con suavidad, ella se ríe.
.- Veo que te estás acostumbrando a tu nueva vida – y vuelve a reír a la vez que yo me estremezco con lo mi nueva vida.
Termina la película y es cuando me doy cuenta del tiempo que llevo con los pies de mi ama en la cara, pero los quita.
.- Cálzame – dice con voz soñolienta.
Yo me apresuro a cumplir su orden, la verdad, de admitirlo, la prefiero cariñosa a curel, de todos modos sé que tengo que cumplir sus órdenes.
.- Vamos, sígueme perrito – se levanta y va apagando todo, yo siempre pegado a ella, mirando sus pies, esos pies que he tenido por casi dos horas en la cara, tan suaves, tan rosados que me dan ganas de volver a besarlos.
Va a la cocina, conmigo siguiéndola a cuatro patas. Abre la nevera, no sé que saca, va al mostrador y se sienta en un taburete, chasquea los dedos y me señala el suelo.
.- Sentado – dice y me siento con la mirada baja, una vez más, asqueado del día, pensando en si esto va a seguir así mucho tiempo.
Unos minutos después se baja, por mi lado, sin decirme nada, se ríe al ver que me muevo.
.- Muy bien esclavo, mirándome los pies no te pisaré – y vuelve a reír.
La vuelvo a seguir hasta un rincón de la cocina, allí escucho que coge algo y un ruido metálico, al momento pone frente a mi un bol.
.- A comer perrito – me indica y pisa el bol con un pie, y me lo acerca.
Miro el bol y veo que lo que hay dentro es yogur, al menos es comida, bajo el morro y como no puede ser de otro modo me mancho la nariz con el yogur, ella se ríe, no retira el pie mientras como ni un sólo momento, me hace lamer el bol y lo retira, otra vez con su pie, se agacha a cogerlo y lo deja en la pila.
Sin decir nada vuelve a moverse, yo sigo, mirando sus pies, siguiéndola.
Va hasta el aseo, el suelo, de azulejos celestes está frío, pero eso claro, ella no lo nota. Se planta de pie frente al retrete, se da la vuelta, quedando de espaldas al retrete.
.- Vamos, con cuidado esclavo, baja mi pantalón y las bragas, con la cabeza baja, recuerda, no me mires sin mi permiso
A cuatro patas me pongo frente a ella, con la cabeza inclinada bajo el pantalón y luego las bragas, suaves, blancas con estrellas azules veo cuando las bajo, ella me pone una mano en la cabeza y se sienta, llevándome a mi aún más abajo, hasta sus tobillos. Escucho como orina.
.- No sabes lo mucho que deseaba tener a un hombre a mis pies mientras orino, mientras como, mientras duermo. Espero que te guste estar así esclavo, no quiero hacerte sufrir, quiero que disfrutes de tu situación.
.- Gracias Ama – digo, no sé que más puedo decir, la verdad es que si pudiera estaría fuera de aquí, por mucho que me gusten sus pies.
.- Dime, ¿te gusta? - pregunta y noto en el tono su juventud, realmente, me doy cuenta, realmente espera que de verdad me guste. No sé si decirle la verdad. Decido que sí, la verdad, aunque intento no desagradarla.
.- No, no me gusta Ama, no tengo más remedio que obedecer – noto como se crispa así que añado – pero espero que tenga razón Ama y que termine gustándome.
Para remarcar más mi estado le beso los pies, y ella se relaja.
.- Te lo prometo esclavo, te gustará.
Escucho como tira del papel higiénico, rompe un trozo.
.- Toma – me dice – y me pone en la mano el papel. Se levanta.
.- Límpiame, con cuidado – así que con miedo lo intento, ella guía mi mano hasta su sexo, luego me deja hacerlo, con suavidad, retiro el papel.
.- Cierra los ojos – obedezco y me anima a elevar la cabeza, con sus manos, me la lleva a su sexo y me indica que lama, que lo limpie bien. Me tiene que retirar la cabeza, aunque noto como se humedece.
.- Venga, vísteme – me indica y lo hago con miedo, no a ella, sino a mi, a que al final me guste eso, y lo tengo que admitir, es una niña, 18 años recién cumplidos.
Llegamos al dormitorio, enorme, con colores pastel, con la alfombra rosa suave, la cama en el centro. Me duelen las rodillas de seguirla a cuatro patas, pero agradezco que no me ponga correa, aunque el collar sigue molestando.
Agradezco entrar en la mullida alfombra, como antes en el baño me hace quitarle el pantalón, luego tengo que pegar la frente en el suelo, se detiene tan sólo por un momento para acariciar mi nuca con un pie, luego cuando me indica la tapo, ya está con su pijama, me indica que doble la ropa y la deje en una silla y que luego me tumbe en la alfombra, a su lado.
.- Perrito, puedes usar mis zapatillas como almohada – me dice mientras me acaricia la cabeza con una mano.
A oscuras, en una alfombra rosa, mullida y cálida, pegado a unas zapatillas rosas con orejas, con el olor de ella, de sus pies. El conttacto con su mano me relaja y me odio por ello, me hace dormir en el suelo, desnudo y aunque la calefacción funciona siento frío. Y aún así me siento agradecido por dejarme apoyar la cabeza en sus zapatillas, agradecido por el contacto de su mano, acariciándome como si fuera un perro.
Y así paso la primera noche, el primer día esclavizado.
Continuará