No se puede empezar mejor el 2022

Lo que se había planteado como un fin de año lleno de sexo, se desinfla por culpa del virus dichoso, pero si pensaba que el año iba a acabar de forma penosa, he de decir que se inicia el año de una forma milagrosa

Me he tirado de viaje una semana y a la vuelta he ido directamente al pueblo a pasar las navidades con la familia. Porque el fin de año hemos quedado un grupo de amigos y amigas, casi todas parejas en pasar el cambio de año en un chalet de uno de ellos y se prometía una fiesta de mucho sexo. Habíamos quedado cada uno encargado de llevar una parte de lo que íbamos a consumir. A mí en concreto me tocaron los vinos. Que ahora me los iba a tener que beber todos los litros yo. Porque del grupo el día 26 un matrimonio dio positivo y el resto algunos también lo dieron y los que no pues a guardar cuarentena, aunque en algunos sitios dijeran que no hacía falta. A mí no me cogió porque había estado de viaje.

Fue una faena pero cuando no se podía pues no se podía. El día 27 regreso a trabajar directo desde el pueblo y por la tarde al llegar a mi casa en el garaje me encuentro a un vecino que es del Valencia y mientras saco las maletas hablamos de nuestro equipo del alma como siempre. Vicent es un tipo simpático de 40 años y trabaja en un banco como director. Tengo una cuenta en su banco y me asesora muy bien. Pero tampoco es que tengamos una relación de ser amigos, somos algo más que conocidos, pero amigos, amigos tampoco. Tiene algún kilo de más y de 1.80 m. Su mujer es muy vistosa, se llama Celina y aunque parece más joven tendrá los 38 o 40, mide 1.70, su pelo es una gran melena de color cobrizo, delgada y tetas medianas. Es administrativa y un buen físico, tienen una hija de poco tiempo. Con ella mi relación es de saludarnos educadamente y poco más. Después de hablar de lo último del Valencia y la manifestación del día 11.

Me recuerdas a un amigo con el que no me pongo de acuerdo con lo de la manifestación ni con otras cosas, sois iguales de cabezones.

Lo mismo lo eres tú Pelayo.

Que va, no soy nada cabezón. Te lo aseguro.

Y que, como se te presenta el fin de año, a meter como un loco, no?

Jajajajaja, como no la mete en un agujero en las paredes, el puñetero virus me ha jodido el fin de año.

Jajajajaja, por lo menos me ahorraré el oírte dale que te pego, macho es que no paras y estas paredes que son de papel de fumar, pues se oye todo.

No lo sabía, lo siento.

No es que me moleste, pero jajajajajaja, luego la parienta aunque no lo diga hace comparaciones.

Pues te vuelvo a pedir disculpas.

Nada hombre, ahora no te vayas a cortar. Y pensado lo bien, te podías venir a cenar el 31.

Que va, no quiero molestar, que estáis en familia.

Si es por eso no te tienes que preocupar, la niña está con los abuelos y vienen dos matrimonios que seguro os caeréis bien.

Trate de escaparme pero este tío es capaz de vender hielo a los esquimales. Al final acepté con la condición de que me dejaran llevar el vino y le explique por qué y acepto. La cena empezaría a las 9 en punto de la noche. El día 31 estaba diez minutos antes y ya estaban los otros dos matrimonios. Uno era Juliana de 42 y 1.65 m. pelo más corto que su amiga, le llega por los hombros y de color rubio tonalidad ceniza. Un escote exagerado que era difícil no fijar los ojos en sus tetas. Su marido Sancho 44 y 1.68 m. una condición física de diez. La otra pareja la conocía de vista porque eran vecinos, eran los mayores, muy secos y de poco hablar. Las otras dos parejas eran divertidas, estaban de cachondeo todo el tiempo y no les pegaba haber invitado a esos dos. Cenamos y luego las uvas. Nos felicitamos el año y no tardaron ni cinco minutos en irse los otros vecinos. Una vez que se fueron todos respiramos tranquilos, porque creía que solo era a mí a quien me hicieron sentir incómodo, pero no a ellos también. Ni Vicente ni su mujer dijeron porque les habían invitado y no pregunte.

La TV quedó puesta y lo que echaban era un rollazo. Empezaron a decir que podíamos hacer para pasar la noche. Sancho propuso jugar al póker, con dinero. La primera que se negó fue su mujer, que dijo que no le gustaba jugar a las cartas con dinero y jugamos sin dinero y al no haber ningún aliciente, Vicent se quejó, le apoyó Sancho y al mirarme todos a mi —pienso como ellos, al no haber ningún aliciente todos vamos a todas las jugadas porque da igual, no se pierde nada— hubo discrepancias de opiniones y se me ocurrió decir que como no querían jugar con dinero, que se hiciera con prendas. Vicent dijo que no teníamos 14 años, Sancho dijo que le parecía buena idea y las mujeres se encogieron de hombros pero no respondieron, porque dejaron todo en el terreno de sus maridos. Al final ellos dijeron que sí. Y entonces va Celina y pone una pega, lo que me dejó mal, porque ya había pensado que la noche se podía poner bien —al póker no, tiene que ser a las 7 y media, que si no llevaréis vosotros la ventaja— Juliana le dio la razón.

Vicent y Sancho aceptaron, pero el problema lo tenía ahora yo, porque no sabía cómo se jugaba a eso. Rápidamente me lo explicaron y jugamos tres manos de prueba y no era nada complicado. Me saltaré las primeras manos y llegaré a cuando se fue poniendo interesante. Celina y Juliana estaban solo con la ropa interior, que además de ser sugerente trasparentaban sus pezones y ambas los tenían bien hermosos y grandes, porque se les notaban perfectamente. Vicent estaba en calzoncillos, Sancho y yo, en slip y camisa. Celina ya estaba dudando de seguir jugando y la tuvo que convencer Juliana, —chica por lo menos una prenda mas, total cuando vamos a la playa enseñamos las tetas, que ya las tienen muy vistas— pero esta vez pierde Juliana que se quita el sujetador sin perder el tiempo y menudas dos tetas, estaban caídas pero eran maravillosas, los pezones de color cabe y como un capuchón de grandes.

Perdemos seguidos primero yo, que me quito la camisa, el siguiente Sancho que también se la quita y Vicent que se quita los calzoncillos dejando a la vista y un rabo de lo más normalito y eso sí, empalmado que estaba. Luego pierdo yo y me quito el slip, también estaba empalmado y al verme mi rabo las dos mujeres dijeron una —HALA— y la otra —MADRE MIA— y sancho no se corta y entre risas le dice sobre todo a Vicente —al lado de este tenemos una mierda, si lo sé no juego a esto, jajajajajaja— y las dos mujeres también se reían. Como estamos alrededor de una mesa no se veía nada más. Ahora pierde Celina que duda pero se quita el sujetador, tiene dos tetas medianas y sus pezones son llamativos, son de color rosados pero con un tono fuerte y más grandes que los de su amiga. Empieza a decir que lo deja, pero esta vez hasta su marido la anima y se deja convencer fácilmente.

Yo creo que todos hubiéramos preferido que Celina hubiera perdido de las ultimas pero volvió a perder. Antes de que dijera nada, todos la animábamos y se quitó las bragas, no tenía ni un pelo, parecía el coño de una muñeca. Se sentó rápido. Al quedar solo Juliana con una prenda, acordamos que quien perdiera tendría que pagar una prenda que impondría quien ganara. Todos hicimos lo posible porque perdiera Juliana y lo conseguimos, perdió se sacó las bragas y tenía un rectángulo vertical de un velo muy oscuro. Estaba claro que aunque a nosotros nuestro estado de estar cachondos era visible, ellas también lo estaban. Celina puso dos nuevas condiciones, que las prendas se realizaran con la luz apagada y que fueran suaves, porque si no ella había terminado de jugar y precisamente la primera que pierde es ella. Juliana es la que impone el castigo o la prenda. Dar un beso a alguien que no sea tu marido.

Manda apagar las luces, pero de la calle entra la suficiente luz como para distinguirse bien todo. Por lo que manda a su marido bajar bien las persianas del salón. Una vez hecho eso, se apagan las luces. Estamos todos sentados y es durante 3 minutos. Por estar a oscuras es Juliana quien va a contar hasta 180. Empieza a contar cuando Celina vaya a empezar. Para sorpresa mía, Celina ha llegado a mí, me agarra el rabo se coloca encima, se lo va metiendo en su coño y dice que puede empezar a contar. Coño con la que decía que pruebas fáciles. Se dejaba caer para sentir mi rabo hasta dentro y cuando Juliana iba por 160 se levantó y al 180 se fue a su sitio. Nadie podía decir a quién había besado.

Esa fue la prueba que fuimos haciendo todos y Juliana cuando le toco hizo lo mismo que su amiga. La diferencia que mientras follaba a Juliana, me comía una de sus tetas, esta no se contuvo y gemía como una perra lo que dejaba claro lo que estaba pasando. Eso llevo a que Sancho se mosqueara y dijera de irse. Todos tratamos de convencerle pero no hubo manera. Nos quedamos solos Vicent, su mujer y yo. Vicente de forma ingenua dice —y ahora que hacemos? Porque entre tres la partida no es lo mismo— su mujer la modosa le respondió —pues hijo mío, las cartas se pueden ir a la mierda y lo que podemos hacer o mejor dicho, lo que podéis hacer es follarme hasta que yo os diga— dije que me parecía bien y como su marido no decía nada, ella se levantó me dio la mano para llevarme con ella y le decía a su marido —Vicent mientras te lo piensas estamos en la habitación—

Al llegar se puso a hacerme una mamada poniéndose de rodillas en la cama y quedando ella de cara a la puerta, para cuando llegara su marido la viera en plena acción y así fue. Cuando le vio dejo de lamer mi rabo para metérselo en la boca y trataba de hacerlo lo más profundo pero le daban arcadas, le faltaba practica con un rabo de ese tamaño. En un momento dado mientras Vicent nos mira ella con todo su morro le dice cayéndole alguna baba —mejor no podíamos empezar el año y así conocemos mejor a nuestro joven vecinito— y ahora Vicent se sentó desnudo en el costado de la cama, muy cerca de su mujer, que volvió a meterse el rabo en la boca y hacia ruidos obscenos y paraba solo para decirle a su marido lo bueno que estaba mi rabo y lo bien que le sabía. Los dejaba para que fueran cogiendo confianza, más por Vicent que por ella, que lo tenía muy claro.

Celina le dice a su marido —gordito, ponte atrás y juega con tu lengua que eso se te da muy bien, que hoy ya tengo una buena polla, no como la tuya— cuando una mujer le dice eso a su marido hay un momento de tensión, el saber cómo va a responder el marido. Vicent responde timorato pero una vez que se amorra al culo y coño de su mujer, se le acabo todo, ya tenía claro cómo actuar. Le digo que se ponga bien colocada a cuatro patas como la perra que es, Vicent mira serio al oírme y ella con una sonrisa de puta, se da la vuelta y deja su parte trasera a mi disposición, eso descoloca a Vicent y ahora le toca a el —Vicent abre las nalgas de tu mujer para ayudarme a follarla— lo hace sin poner ninguna pega y delante de sus narices voy follándola muy lentamente, para que disfrute viendo como mi rabo va entrando. No tarda nada en correrse y ahora quiero cambiar de posición, me tumbo boca arriba y hago que ella se monte sobre mí.

No duda ni un segundo y después le digo a Vicent —vamos Vicente da por culo a la puta de tu mujer, vamos a follarla como se merece— y no tarda nada en empezar a follar el culo de su mujer, que para echar más salsa le dice —la del vecino sí que se sentiría más seguro, te gustaría verlo?— y Vicent la folla con rabia, Celina había conseguido lo que quería, que la follase en plan bruto. Vicent no se encuentra cómodo en esa posición, le falta físico y quiere cambiar. Pero no le permito mandar a él, antes de que su mujer se siente sobre el —espera Vicent, tengo un problema y tú me lo vas a solucionar. Abro las nalgas de su mujer y le digo coge mi rabo y colócalo en la entrada del ano de Celina— dice un no rotundo Celina interviene —no seas un aguafiestas y haz lo que dice— lo hace y no lo suelta hasta que se lo digo y lo hago para que su mujer lo oiga —Vicent ya lo puedes soltar. Joder Celina no quería ayudarme y luego no quería soltarlo— y ella solo decía que era una pena no haberlo visto.

Se coloco como pudo debajo y costo que su mujer se sentara sobre él. Una vez estábamos acoplado, inicie una sesión de azotes en sus nalgas, que ella recibia de agrado y su marido fuera de si me decía —rómpele el culo, métele hasta los huevos a este putón— y la follamos haciendo que tuviera múltiples corridas. Hicimos un descanso y Celina aprovecho para decirle que bajara a por porras para desayunar y que ella mientras preparaba chocolate. Nos vestimos, Vicent se va por las porras y nosotros a la cocina. Yo seguía cachondo y me coloque detrás de ella metiéndole mano, tanto en las tetas como en el coño. Ella no se quitaba pero me decía que tenía que preparar el chocolate. Cada vez la notaba mas cachonda y cuando más la note, le hice caso a lo que me decía y me senté en una banqueta.

—Y ahora te paras?— parto el chocolate del fuego, se gacho y me desabrocho el pantalón, dejo fuera mi rabo y se puso a comérselo de nuevo. Llega Vicent y aunque ella le oyó y pudo parar siguió y cuando Vicent nos ve en la cocina, ella se levanta se sienta en la otra banqueta y le dice —quiero ver como se la cojes y me la pones en la boca, pero no la sueltes— Vicente esta vez duda más, le debe de pillar frio, pero lo hace y Celina ni lo disimula ni lo oculta, —Vicent que cachonda me estas poniendo haciéndolo, nunca me has puesto tan cachonda— luego se comía mi polla y delante nuestras, se metía la mano por debajo del vestido y se tocaba el coño. En esa cocina hay poco espacio, pero aun así, me levanto hago que se apoye en la cocina y en esa posición, aparto sus bragas y me la follo mientras ella coge la mano de su marido —Vicent me encanta lo bruto que es, no me sueltes la mano, ahora bésame— y mientras se besaban se corría y lanzaba sus gemidos dentro de la boca de su marido.

Acabamos de corrernos y ya ni me comí porras ni nada, me despedí y me fui a mi casa a descansar porque Celina había resultado una mujer muy fogosa. Lo mejor vino hoy el día 2. Es domingo y regreso de comprar comida preparada, son las doce me encuentro a Vicent y hablamos con absoluta normalidad, como si no hubiera pasado nada. Hablamos sobre los partidos que se jugaban hoy, a las dos el Getafe-R. Madrid y a las cuatro y cuarto At. Madrid-Rayo. Mientras hablamos aparece Celina con su hija pequeña y viene junto a sus padres. Me sorprende Celina que prácticamente ni em saluda. Se paran junto a nosotros hablamos un rato y el suegro de Vicent dice de ir a tomar un vermut al bar de la esquina. Como vemos que hay sitio en la terraza vamos todos, pero me daba la impresión que Celina iba a disgusto. El suegro también es de los que le gusta el fútbol y hablábamos de la situación del Valencia y del último partido con el Español.

Mientras Celina y su madre hablaban de una tía suya. Como veo los partidos en casa que tengo la plataforma donde los echan. Salió eso en la conversación y el suegro que era un hombre campechano dijo que se subía a ver el futbol a mi casa. Nos reímos le dije que sin problema, lo único que había comprado poca comida y fue cuando tuvo una brillante idea que descompuso a su hija y a su mujer, porque Vicent también estaba por la labor de venirse a ver el futbol. El suegro nos dijo —pues la paella que íbamos a comer, se le echan un par de puñados mas de arroz y ya hay apara todos— Celina tarto de evitarlo diciendo que me estaba comprometiendo y dije que no, que a mí me venía bien. Pero añadí —si queréis para que sea más cómodo, tengo todo lo necesario para hacer la paella en mi casa— Vicent y su suegro, aparte de animarlas para que se hiciera de esa manera lo dieron por hecho.

Me subí primero a mi casa y al poco rato subieron ellos cargados con cosas, después subieron abuela, madre e hija. Nada mas entrar en la cocina a Celina se le puso una sonrisa de oreja a oreja. Todo porque la cocina era de inducción y ella la paella la hacia con gas o no la hacía. Pero le salió mal, —si es por eso no te preocupes, que a mi madre le pasa lo mismo y me hizo comprar un quemador, un trébede, varias paellas, vamos que de todo— puso cara de disgusto, pero aguantaba una sonrisa perversa. Dije que todo lo tenia en el trastero, Vicent se ofreció a bajar pero Celina dijo, mejor bajo yo, que es la que sabe lo que me va a hacer falta. Ella llevaba una falda holgada y ya me estaba relamiendo los labios. Antes de bajar dije —si tardamos no os asustéis, es porque el trastero está a tope, que no cabe ni una aguja— su madre dijo —pues como el nuestro, que mi marido no tira nada y lo guarda todo, hasta lo que no vale para nada—

Al abrir el trastero estaba prácticamente vacío. Solo estaba lo de hacer las paellas y nada más. No era muy grande, pero lo suficiente para hacer lo que quería, que era follármela. Por eso cuando ella dijo —por qué has dicho que lo tenías lleno?— y mi respuesta fue clara y toda una invitación, —por si te apetecía lo mismo que a mi— y ella sonriéndose me dijo —eres un guarro, en que estarás pensando?— pero no se movió cuando empecé a acariciarla y en cuanto lleve la mano a su coño, sus bragas estaban muy húmedas. Nos pusimos a echar un polvo rápido, no me quise aguantar mientras la follaba azote su culo con saña y como resonaba ella me decía que parase que nos iban a oír, por eso como me la estaba follando por detrás agarre los pezones y me decía en voz baja, eso sí, mejor. Lo único que cuando se corrió dio un alarido corto pero fuerte. Se la saque del coño y se agacho, acabe corriéndome en su boca. Me hizo salir a mi primero para que mirara s había alguien en el garaje, luego salimos los dos y en el ascensor me dijo —me ha sentado de vicio, eres un provocador pero muy morboso, ahora estaré todo el tiempo cachonda—

Lo primero que hizo al llegar a mi casa y al ver la mirada escrutadora de su marido, fue acercarse a el y darle un beso en la boca. Que su marido al saborearlo supo lo que había pasado, en vez de poner cara de enfado se vislumbró una sonrisa cómplice con su mujer. Comimos rápido y durante el primer partido. La abuela nada mas acabar de comer se bajo con la nieta que no paraba de lloriquear. Mientras suegro y yerno veían el partido, me fui a echar una mano a Celina a la cocina. Prepare el café y les pregunte a todos como lo querían y de forma sarcástica Celina decía que lo quería con mucha leche. Me fui a llevarle el café a la cocina y empecé a tontear con ella, que se dejaba pero sin llegar a más. Hasta que logre ponerla muy cachonda y esta vez quería follarme su culo. Me lo estaba follando y entra en la cocina Vicent que iba a por agua para su suegro. Lo único que hace es besar a su mujer en la boca y en voz baja me dice —rómpele el culo que no se pueda sentar la muy puta—

Nada más correrse se quitó y como me manche me fui al baño, con dolor de huevos y sin haberme corrido. Del partido de fútbol ya ni me enteraba, estaba viendo como poder seguir follándome a Celina sin que su padre se diera cuenta. El padre quería tomarse una copa y aunque no era verdad dije que no tenía alcohol. En el descanso bajó a casa de su hija por alcohol. Mientras y delante de Vicent, levanté la falda de su mujer, sabía que no me iba a dar tiempo, pero quería comerme su coño y la muy puta iba sin bragas, se las había quitado. Se derretía mientras le comía el coño y el padre había tardado poco, ella se cabreó con su padre por haber subido tan rápido. Ahora se quedó ella a medias. Pero fue más lista que todos nosotros, porque se escapó por el pasillo hacia las habitaciones y cuando llegó su padre dijimos que se había ido a llevar algunas cosas al trastero. Empieza el segundo tiempo y disimulo con que tengo una llamada y los dejó solos. Voy hacia las habitaciones y me la encuentro desnuda en mi cama. En segundos estábamos haciendo un 69 y luego follándomela sin parar hasta que me corro en su coño.

La dejo así y regresó al salón, pero sigo haciendo que estoy hablando por el móvil le hago una señal a Vicent, que dice que va al baño y va hacia la habitación. Les doy unos segundos y lo veo comiéndose el coño de su mujer con mi corrida. Ella me ve mirando me sonríe y me levanta un pulgar, luego agarra la cabeza de su marido y la aprieta más contra su coño, cierro la puerta y me siento con el suegro de Vicent. Luego viene Vicent, con cara de acalorado pero una cara muy satisfecha. Celina se marcha sin hacer ruido y bastante después sube de nuevo. Al marcharse todos dicen que ha estado muy bien los partidos, que tenemos que repetirlo otro día dice Vicent. Hasta después de irse no em entere que el Getafe había ganado al Madrid.