No se pudo resistir.

Una joven caliente empuja a su tío a que le enseñe a tener orgasmos y la madre de la chica (y cuñada del hombre) se entera y lo obliga a confortar la realidad con consecuencias inesperadas.

--Nota del autor: hace muchísimo que no cuelgo relatos y me ha resultado casi-imposible terminar los que había empezado. Pero la inspiración ha llegado con no nuevo. Espero que les guste---

Aquella media mañana de fin de octubre de 2019 todo comenzaba igual en el apartamento de la familia Gonzani. Pero iba a ser la mañana en que todo cambiaría para siempre.

Como todas las mañanas (de lunes a viernes) en la vida de Mónica, una casi-cincuentona, voluptuosa y conservadora madre de familia, la rutina se repetía: Mónica amanecía temprano, preparaba el desayuno para la familia, y veía cómo uno a uno todos se iban retirando.

La primera en salir siempre era la hija menor, Felisa, de 18, que bajaba corriendo a tomar el bus escolar para ir su colegio privado donde cursaba el último año de segundaria.

El padre, Antonio, un hombre sesentón, cansado de todo, carcamán, muy cuida, pero a la vez dominado por las tres mujeres de la casa, ya se había resignado a no seguir a la niña hasta la puerta del bus y en cambio la vigilaba desde el balcón. Cuando el bus de “la bebé” había partido, el tipo se despedía y bajaba a buscar su auto para ir a trabajar en una oficina pública donde hacía poco mas que flirtear con sus compañeras de trabajo y reproducir memes o videos porno en diversos grupos de whatsapp.

La última en salir siempre era Mica, de 22, estudiante de ingeniería informática y exitosa “generadora de contenidos online” (youtuber, bah). Desde el comienzo de la universidad la costumbre era que Micaela se quedaba hablando con su mamá un buen rato, compartiendo breves historias, “pidiéndole su opinión” en cuestiones de facultad, de trabajo, y de chicos, obvio. Pero eso estaba cambiando. Y Mónica lo notaba y lo resentía. En el último año lectivo Mica había empezado a distanciarse de su mamá. Estaba más esquiva, siempre un poco ofendida, cuestionadora. ¡Además, se le había dado por ser progre-zurda! ¡¡¡Mica ahora estaba a favor de la igualdad de género, de los derechos del trabajador y en contra del calentamiento global!!!

Era un golpe duro para Mónica. Mica era casi una fotocopia de ella misma: físicamente se parecían mucho a pesar de los 30ypico de años de diferencia. Caras similares e igualmente bellas. Piel color caramelo que se doraba naturalmente con la menor caricia solar en un bronceado imponente, especialmente cuando las marcas del bikini resaltaban esos atributos.

Si, claro, la hija, a los 20ypico tenía una cinturita de avispa que la mamá había perdido hace no-mucho,  pero los kilitos extra de Mónica se habían acumulado mayoritariamente en su pecho y en sus nalgas firmes dándole un aspecto de MILF que enloquecía a cualquier hombre. Mónica aún escuchaba con orgullo los frecuentes “pero si parecen hermanas!!!”  que pronunciaban ciertos miembros de la familia extendida.

Y sin embargo esos parecidos ahora estaban amenazados por las diferencias de opinión, de visión y de actitud de Micaela. La hija se empeñaba en diferenciarse de su mamá no en su aspecto (al cual, en cierto modo imitaba al vestir y al moverse) sino en los principios que cada vez expresaba con más vehemencia.

En un primer momento Mónica culpó al padrino de la chica, su propio cuñado, José, el esposo de la “Tía Clarisa”, hermana menor de Mónica. Clarisa y José, de cuarenta y poco, eran acaudalados profesionales sin hijos que trataban a las dos sobrinas de Clarisa como sus tesoros más preciados. José Baumann, instructor de buceo, biólogo, ex-guarda parque, si bien era un tipo encantadoramente seductor, era, según los Gonzani, “un zurdito de mierda, pero el mejor esposo, tío y cuñado del mundo”. Aclaremos. Todos pensaban eso menos Antonio. Antonio lo consideraba un zurdo de mierda a secas, y le tenía una extraña mezcla de admiración, celos y bronca, especialmente por la manera en que “sus mujeres” adoraban José.

Es que Mónica, Clarisa y toda la familia pasaban muchísimo tiempo juntos. Comían juntos varias veces a la semana, las niñas iban a casa de sus tíos a hacer tareas desde el jardín de infantes hasta la secundaria e incluso, en la facultad. Antonio era la enciclopedia Britania (o como lo cargaban: “la enciclopedia germánica”, debido a su ascendencia)

En fin, Mónica (Y Antonio) consideraron inicialmente que el tío era la influencia ideológica negativa que estaba torciendo a su hija mayor, lo cual hacía reír burlonamente a Clarisa y a José y enfurecer a Micaela. Pero pronto se dieron cuenta que Mica en verdad era “más extremista” que su tío a juzgar por las acaloradas discusiones entre ellos que siempre terminaban bien, y con un: “Realmente no estoy de acuerdo con vos, Mica, ¡pero me encantó la manera en que expusiste tus argumentos! Ojalá todas las discusiones que tengo fueran así che! ”, de parte del tío bonachón.

Luego los anacrónicos padres intentaron culpar a los profesores universitarios de “La Nena”.

—La están indoctrinando, comunistas del ortoooo — gritaba desaforado el padre cuando se quedaba ridículamente sin argumentos frente a su joven hija hablando de cosas tan simples como la identidad de género.

—¡No seas ridículo, pá! ¡Si en la facu de ingeniería solamente me enseñan cálculo y coding! Lo que pasa es que la última vez que vos leíste algo del tema lo leíste de las tablillas cuneiformes del Código de Hamurabi— humillaba la culta jovencita mientras el tío aplaudía con sus manotas y reía a carcajadas sobre una extendida sobremesa de un domingo cualquiera.

Finalmente fue Mónica la que comenzó a aceptar que Micaela había cambiado y que era el fruto de todas las influencias positivas de su vida: ellos, sus padres, sus adorados tíos, incluido “el hippie con OSDE” (expresión Argenta para referirse despectivamente a izquierdistas con dinero), de los mejores docentes de los mejores colegios, de sus amigas y amigos, y de la mente aguda de la propia Micaela, claro.

Pero eso no llenaba a la madura madre. ¿Por qué Mica ya no quería compartir tanto? ¡¡¡Especialmente sobre chicos!!! Mónica adoraba hablar de esas cosas con Micaela y en los últimos meses, eso ya no ocurría.

—Será que se quiere volver lesbiana o bisex????— se flagelaba la madre que luego proyectaba —El padre se muere! (y ella también).

Sumado a eso había otro cambio que Mónica había notado: desde hace unos días Micaela estaba eufórica, provocadora, risueña y burlona con toda la familia en vez de enojada y confrontativa. Y, POR CASUALIDAD, José estaba esquivo y huraño.

Entonces, aquella fatídica mañana, después que todos se fueron a la calle, Mónica tomó su ducha matinal, se maquilló y arregló como la diosa que seguía siendo e ingresó a la habitación de su hija mayor, Micaela, a revisar sus cosas en busca de “información”. El producirse y arreglarse era clave para ella: cuando se veía y sentía atractiva se percibía capaz de todo. Y con tantas inseguridades que había desarrollado en torno a Mica, necesitaba ese shot de confianza para hacer algo que consideraba ya parte del pasado: hurguetear en la privacidad de su hija mayor.

—A ver qué tenemos por acá— Pensaba en voz alta Mónica mientras revisaba la computadora donde Mica guardaba sus espectaculares contenidos de youtube.

Todo estaba sin clave. En parte porque la joven confiaba en su familia y en parte porque buscar video en un disco con teras y teras de video es como buscar una aguja en un pajar.

Pero las lectoras que son madres saben bien que la intuición de una mamá es un buscador más poderoso que Google. La carpeta “en familia” tenía varias carpetas con nombres de cada uno, y Mónica abrió la que decía Clari-Jose.

Había cientos y cientos de videos. Pero el más reciente decía “NaughtyMica”. Mónica lo abrió temblando. Y cuando vió los primeros contenidos no pudo pasar más allá del minuto quince. Cortó la reproducción y copió el contenido a un pendrive.

Lo que había visto era suficiente para “atar cabos” entre los cambios observados. Era un video íntegramente editado que incluía tomas de varias cámaras. Había sido grabado el fin de semana anterior en la cabaña de “los tíos” en Entre Ríos donde todos habían pasado el día de la madre. Y la escena transcurría cuando todos (menos Mica y José) se habían ido al pueblo de compras. En las tomas Micaela intentaba agresivamente seducir a su tío cuarentón mientras el tío mostraba una débil resistencia a los avances de la jovencita, intentando vanamente razonar con ella en vez de cortarla enérgicamente.

Mónica conocía a la perfección las tácticas de su hija para “convencer” a los mayores: Primero pedir, luego protestar, más tarde llorar o victimizarse, volver a pedir, insistir, insistir, dar lástima, amenazar, insistir, insistir. Lo hacía desde que aprendió a hablar y hoy, 20 años más tarde lo seguía usando. Funcionaba con todos menos con Mónica. A António le ganaba amenazándolo. A la tía clarisa con lástima y al tío José simplemente con una leve protesta.

Por eso, cuando Mónica vio lo que ocurría, en los primeros 15 minutos del film, no quiso seguir sin antes hablar con su respetado y admirado cuñado.

El film comenzaba con Mica y José en el sillón mientras Mica flirteaba descaradamente con su tío tocándole el brazo, pavoneando sus turgentes pechos y hablando cerca de su cara y poniendo pico de pato con sus brillosos labios carnosos. Micaela intentaba pedir consejos sobre chicos a su tío y José, desconcertado, intentaba patearla al córner.

—Mica, yo creo que eso es mejor que lo hables con la tía Clarisa o mejor con tu mami, si después de todo vos siempre has confiado en ella para esas cosas— balbuceaba el maduro hombre.

El diálogo se prolongaba en una ida y vuelta entre la chica y el hombre con ella berrincheando para que su tío escuche lo que quería decirle y el maduro mentor negándose débilmente y con excusas vanales. Por ejemplo:

—Tío, no te hagas el pavo, que si quisiera hablar con ellas ya lo hubiera hecho— aseguraba la chica y redoblaba la apuesta— Si te pregunto a vos es porque quiero la opinión de un hombre hecho y derecho.

—Tu papá… mejor hablalo con…—Intentó escapar el padrino por un camino que él mismo sabía bloqueado. (el hombre es así: cuando una mujer lo pone en aprietos comete tonterías y errores)

Micaela capitalizó el error de su tío para arrinconarlo más: —¡No seas ridículo tío, dije un hombre de verdad! Quiero la opinión de un hombre maduro, pero moderno, ¡como me gustan a mi! ¡No un vejete machista y debilucho como mi viejo!

El tira y afloje continuó en el sillón hasta que se volvió insostenible: El tio se había parado y la chica se le había abalanzado para colgarse de su cuello.

—Ahora le afirma las tetas y le habla mirándole a los ojos—Anticipó en voz alta la madre de la diablita.

—Porfa tío! No me dejes así, necesito que me escuches y que me aconsejes. Sos el único hombre con el que me animo a “desnudar mi intimidadddd”— dijo la chica exactamente usando con el desconcertado hombre las artes que había adelantado su madre: refregándole las duras tetas mientras lo miraba provocadora a meros centímetros de su cara.

—Hijaderremilputas— se auto-insultó de manera simbólica la mamá—Si se lo hace al padre, cómo no se lo iba a hacer al tío para salirse con la suya— reflexionó la mamá que en cierto modo veía en su hija actitudes y artes que ella usaba todo el tiempo para convencer a muchos hombres.

Cuando el tío aflojó y amagó a sentarse intentando infructuosamente deshacerse del abrazo de la endiablada joven, la madre cortó la reproducción y empezó a maquinar un plan con la frialdad de un francotirador de la ex-KGB.

—Si no hago algo, se lo va a terminar cogiendo– dijo para sí la madre. —Bah… si ya no se lo cogió. —concluyó.

—No. No. aún estoy a tiempo— se convenció Mónica mientras copiaba el video y a la vez mandaba un mensaje a su cuñado pidiendo que por favor pasara por su casa a mediodía para entregarle algo que debía llevarle a su hermana.

Cuando José vio el mensaje de su cuñada se le hizo un nudo en la garganta, pero al leer su contenido se tranquilizó. Era un pedido normal y corriente de los que siempre le hacía la hermana de su esposa y parecía tener nada que ver con los sucesos recientes entre su sobrina y él, así que se apersonó en la residencia de Mónica con la guardia baja.

Al arribar, lo primero que le llamó la atención es que Mónica estaba arreglada de manera especialmente elegante. No es que no fuera costumbre en ella, siempre se maquillaba, incluso para estar en su casa, pero hoy estaba particularmente bella. El desapercibido cuñado asumió de inmediato que la dueña de casa estaba por salir y el diálogo que abrió lo llevó a la segunda sorpresa.

—Hola Monique! (así solía llamarla él). ¡Cuanta elegancia! Debes estar por salir, así que no te quito tiempo, estoy de pasada para buscar el recado que me dijiste. — Equivocó José.

—Para nada. No voy a ningún lado. Pero vení, pasá, quiero mostrarte algo— Dijo Mónica intentando parecer lo más calma posible, y continuó sin dar pausa—Vení, sentate en el sofá, quiero que veas esto.

Ahora la intriga de José crecía, pero nada le hacía sospechar algo, así que se sentó tranquilo frente al enorme TV del living.

Mónica dio play al Smart TV y dejó que corrieran los primeros minutos hasta completar el primer diálogo entre tío y sobrina, fingiendo mirar la tele, pero observando de reojo la cara de su cuñado que abría los ojos y la boca en una expresión de sorpresa caricaturezca. Luego de pausar el primer minuto de video, se volvió imponente mirando a su cuñado.

Ella estaba parada con los brazos en jarra, sacando pecho con sus enormes tetas paradas (gracias al push-up) y volcando el peso en una de sus estilizadas y rígidas piernas mientras la otra apenas se flexionaba en una actitud de demanda y espera que se acentuaba en el sobresalir de las anchas caderas y en la impasibilidad de la mirada.

El tipo pasó de ver la tele boquiabierto a mirarla a ella, con igual asombro, con miedo, pero en cierta manera con algo de lujuria porque no pudo evitar repasar el cuerpo imponente de la mujerona que estaba demandando una explicación.

—Bueno. ¿Me vas a contar cómo termina esta película, José? — preguntó Mónica

José ignoro la pregunta y tomó su cabeza entre las manos, apoyó los codos sobre sus propias rodillas y quedó mirando el piso sin poder pronunciar palabra.

—Creo que tenés una explicación para dar—Cargó la madre y sin dar tiempo a responder, continuó: —Mejor dejá. No te molestes. Veámoslo directamente.

El maduro hombre estaba desesperado, intentó pararse y frenar la reproducción del video argumentando que no quería ver eso y que estaba arrepentido.

—¿Arrepentido de qué estás? ¿De haberte cogido a la sobrina de tu esposa? —Golpeó la madre exagerando su enojo.

En ese momento el hombre intentó zafar con un tecnicismo.

—Si viste el video, sabés muy bien que no me la cogí, Monique—Se defendió José.

—Si te soy sincera, sólo vi los primeros 10 o 15 minutos así que no sé cómo termina eso, pero ahora lo vamos a saber—vaticinó la cuñada.

—No es necesario, Monique, me comporté mal, los traicioné a todos. A vos, a tu hermana, a tu familia, a todos. Te pido por favor que no me expongas a esto, si querés mostrarle esto a tu hermana, hacelo y terminemos con todo—se resignó el cuñado.

—No pienso mostrarle esto a mi hermana sin antes conocer el contenido, pero no puedo dejarlo pasar, necesito que te hagas cargo de lo que hiciste sentándote a ver el video conmigo y a responder todas mis preguntas, y luego veremos que hago—sentenció Mónica con una seguridad que sorprendió a sí misma.

José se sentó nuevamente y dejó correr el video. Mónica se sentó junto a él y los casi 50 minutos que restaban del video transcurrieron en más de hora y media por la cantidad de pausas y los diálogos entre los cuñados.

En el video quedaba claro que Micaela le había tirado a su padrino con toda la artillería de la seducción. La muy taimada jovencita usó la excusa de una consulta sobre temas sexuales-sentimentales con su tío para arrastrarlo en una vorágine sexual digna de una película erótica.

En un primer momento la chica dijo que le era imposible tener orgasmos con sus amantes y que todos los muchachos acaban antes que ella. El tío intentando conmiserarse lo atribuyó al hecho que los jóvenes varones son demasiado ansiosos y poco expertos, lo cual los lleva en general a acabar antes que las mujeres. Esa primer patinada fue aprovechada por la chica para acorralarlo aún más.

—Eso quiere decir que, si me busco un tipo experimentado, como vos, seguro voy a poder tener un orgasmo, José? —Preguntó retóricamente la maligna jovencita.

La madre comentaba las alternativas de manera explícita sin ahorrar adjetivos para su propia hija ni para su cuñado presente.

—¡Qué boludo estuviste ahí, José! ¡Cuando discutís de política o de ecología no te dejás arrinconar de una forma tan pava! ¿Y ella? ¡Que pendejita más tremenda, estaba esperando eso para hacerte caer!

El maduro tío no atinó a defenderse y admitió su responsabilidad. —Vos lo dijiste, Mónica, estaba tan desconcertado que no me comporté a la altura de las circunstancias, estuve mal, estuve mal.

La mujerona minimizó los comentarios y continuaron viendo el video. La joven pasaba de ser provocadora a víctima, casi llorando que era incapaz de tener orgasmos y que ni siquiera masturbándose los lograba. Eso dejó perplejo al tío que cayó en la trampa como un jilguero cae en una trampera con llamador y alpiste.

—Eso no tiene sentido, Mica—Dijo el padrino inocente—Seguro que si te masturbás con calma y sin imponerte presiones podés llegar a un orgasmo.

—Mostrame vos cómo, tío, dale. Porfa te lo pido— Insistió la jovencita

La expectante madre revoleó los ojos e hizo un comentario sobre cuán fácil era para las mujeres de la familia aprovecharse de hombres incautos, lo cual hizo ruborizar aún más al cuñado.

—Lo que viene es fuerte—Intentó advertir José a su inmutable cuñada que ignoró de lleno sus palabras y se dedicó a comentar los detalles de lo que iba ocurriendo.

En el video se veía cómo el maduro tío iba cediendo poco a poco y se dejaba llevar por la sobrina. En pocos minutos estaba él recostado en el sillón a lo largo del mismo, con la espalda apoyada en el apoyabrazos y las piernas abiertas, cómo dejando un hueco en el cual se sentaba Micaela de espaldas a él y totalmente despatarrada.

Ella pedía, rogaba, incitaba, exigía, ser acariciada y estimulada por su tío mientras con una mano se estrujaba las tetas o se restregaba su propia entrepierna mientras con la otra intentaba atraer las manos del tío a su cuerpo.

La espalda de la chica ya se frotaba sobre el vientre del hombre entre cuyas piernas estaba sentada y estiraba la cabeza hacia atrás apoyando la nuca en el hombro del padrino al cual intentaba besar, mientras él sacaba la cara, negándole la boca, pero exponiendo el cuello y el lóbulo de la oreja a los labios carnosos y ávidos de la sobrina.

Micaela besaba el cuello de su tío, le lamía la oreja y le hablaba entre exagerados jadeos.

—¡Siento tu verga dura en mi espalda tío, no podés negar que te está gustando! No me niegues el gusto a mi, como hacen todos los otros hombres, ¡¡¡¡dale!!!  — Touche! Acusaba y exigía la descarada jovenzuela.

—Obvio que te gustaba—sentenció la madre— si al mirarlo otra vez ya se te ha parado la pija—acusó la cuñada pausando el video y mirando la carpa de circo que se armaba en los pantalones del esposo de su hermana.

A esa altura José no intentó defenderse. Simplemente reconoció su estado. —Sé que está mal, pero no puedo evitarlo ahora, como no pude evitarlo esa tarde. Es más fuerte que yo.

La expresión facial de la madre mostraba una puja entre el enojo y la risa, pero ignorando los comentarios, continuó con la reproducción del video.

En pocos minutos la resistencia del hombre su fue rompiendo y las bocas de tío y sobrina se encontraron. No se besaron, no se morrearon, pero se hablaban entre estertores y jadeos de placer, mirándose a los ojos y rozando boca con boca.

—Dale tío, dale, haceme acabar con tu mano, aunque sea. Mostrame cómo tengo que hacer para estimularme y tener un flor de orgasmo, como los que le dás a la tía cuando la pajeás— imploraba la chica.

—Sólo por esta vez, mi chiquita, sólo por ésta vez, ¿si? —negoció el maduro

La madre ya no atinaba a pronunciar palabra, y sus manos se aferraron del antebrazo de su cuñado como si estuviera viendo una película de suspenso y no una porno.

El hombre se quedó helado mirando la pantalla, sintiendo las manos apretando su brazo y mirando a los ojos a la madre de la chica que compartía pantalla con él. El volumen del TV los sacó a los dos de la contemplación mutua.

—Tenés que acariciarte alrededor de la pepita, Mica, estimula el clítoris sin tocarlo directamente así, así, así, mi chiquita—decía el tío de la pantalla, vuelto en un pervertido vejete abusador de jovencitas.

La chica gritaba y expresaba su entusiasmo sexual sin tapujos. —Siiii! Dale, José! Mostrame, dale!

En pocos minutos la chica estaba desnuda de la cintura para arriba, sin sus shorts y con la diminuta tanga movida a un costado. Las piernas del hombre habían envuelto a la muchacha. La mano derecha del tío dibujaba círculos en la entrepierna. La izquierda viajaba de los senos a las piernas, al vientre al cuello y la cara.

Las lenguas de los amantes desiguales se latigueaban mutuamente. La mano derecha de la chica se elevaba por encima y detrás de su cabeza y aprisionaba la cabeza del maduro amante, a la que acariciaba o presionaba para indicarle cuando debía meterle la lengua y cuando debían separar las bocas. Y la mano izquierda de la jovencita se posaba sobre la derecha del hombre copiando sus movimientos como quien quiere aprender a pajearse usando una mano ajena.

Los jadeos eran ahora sinceros y por demás obscenos, como las palabras que se dedicaba la pareja.

—Haceme acabar como a una perra en celo, tío!!!

—Te lo prometo, bebé, hoy vas a acabar, te lo prometo

—SIIII tíoooo que ricooooo, no paresssss!

—El tío no va a parar, chiquita, el tío no va a parar hasta que te vengas con todo, así, así, sentilo, ¡sentilo!

Los espectadores estaban rojos de vergüenza y lujuria por partes iguales. Para José era increíblemente erótico revivir aquello mirando el video que no sabía que existía y para Mónica, ver a su hija gozando como una loca en los brazos de su atractivo cuñado era una experiencia sorprendentemente erótica.

—Madre mía, que manera de gozar tiene esa hija mía— dijo Mónica con una mezcla 50/50 de orgullo y resentimiento.

—Me dejé llevar, nunca me había pasado algo así. —confesó José mientras la película rodaba.

Y al seguir rodando, el desenlace, la gran finale, se vino imparable. Micaela había montado cámaras en varios ángulos de la habitación y había editado el video con varias tomas repetidas, algunas en cámara lenta, del momento de su orgasmo.

Una cámara de frente tomaba de lleno su vulva acariciada y penetrada por los dedos del tío. En el desenlace, José le metía tres dedos de la mano derecha en la concha hasta que la palma tocaba el monte de venus, mientras Mica se estimulaba el clítoris circularmente con su mano libre. La cara de placer de la chica también se veía en esa toma, cómo fruncía el ceño y ponía pico de pato besando al cielo con sus labios carnosos en plena inundación orgásmica.

Pero la toma que más impresión causó en la madre vino de costado. Una cámara estratégicamente ubicada tomaba la mano izquierda del tio estrujando una teta cuando llegó el orgasmo. En ese punto la chica puso la nuca sobre el hombro de su tío y su espalda formó un arco perfecto, mientras el cuerpo se sacudía, incluso se alcanzó a ver al tío intentando empujar con la pélvis hacia arriba persiguiendo con su verga inflamada infructuosamente el arco de la espalda de Mica. Y finalmente, después de varios sacudones brutales, la chica se desplomó como si fuera una gelatina mal refrigerada sobre el regazo del corpulento amante maduro.

Varias tomas se repitieron a distintas velocidades, con y sin sonido ambiente y finalmente se pudo ver cómo el amante experto abandonaba los frenéticos frotamientos y caricias para abrazar tiernamente a su joven sobrina y la consolaba con ternura inusitada.

—Shhhh… ya pasó, ya fue, ya está, mi vida, shhhh—murmuraba audiblemente el tío

La película no duró mucho más y terminó sin mostrar cómo se habían recuperado y vestido los amantes. La madre apagó la tele y miró a su cuñado que estaba totalmente erotizado y avergonzado a la vez.

—Uffff qué impresionante, José, no lo puedo creer—Dijo la madre de la chica al asustado tío y prosiguió—No te voy a negar que me indigna, pero a la vez, me causaa… No se cómo decirlo… Me quedé re-caliente, bah—

—¿Caliente? —preguntó tontamente el tío.

—No te hagas el pelotudo, esa es la escena más erótica que he visto en mi vida—Sentenció la madre—Y si bien al analizarlo moralmente me parece una bestialidad incestuosa de tu parte, cuando lo veo como mujer, como madre consiente de la sexualidad de su hija adulta, creo que es lo mejor que le pudo haber pasado a Micalea.

—¿Lo mejor? —José se empeñaba en pregunta boludeces.

—Basta de fingirte estúpido, José. Vos y yo sabemos que para una chica de 22, ser tratada de esa manera tan caliente, pero a la vez respetuosa y tierna es sexualmente espectacular—Que digo de 22, de 22, de 48, de cualquier edad, Dios mío, cómo la hiciste acabar! ¡Cómo la guiaste! Cómo la pervertiste, que cosa más hermosa, José.

José dudaba. La palabra “pervertiste” era realmente engañosa y un arma de doble filo.

—Debería cagarte a palos, denunciarte y arruinarte la vida por viejo verde y por abusador incestuoso, José. Pero no quiero. En su lugar te voy a cubrir. Te voy a cubrir por haber sido tan… caballero con mi hija—Aseguró Mónica ante un enmudecido cuñado y prosiguió— Te voy a cubrir porque, si te soy sincera, fue Micaela la que te empujó a hacerlo.  Y si bien vos DEBERIAS haberte negado, yo sé muy bien que es casi imposible resistirse a mi hija.

—La responsabilidad era mía y fallé— se autoflageló el tío al cual la erección no se le bajaba en parte por lo que había visto en la película y en parte por las palabras que escuchaba de la madre.

—Callate, José, callate. De haberte negado ella te hubiera seguido persiguiendo hasta hacerte caer, o hasta hacerte la vida imposible. Es mi hija, y cuando nosotras nos proponemos seducir un tipo, somos imparables, igual que mi hermanita, bah—hablaba con orgullo Mónica mientras José asentía mansamente.

—¿Y qué pasó después? contame TODO. No oses mentirme—Exigió Mónica.

Y José relató el diálogo en el cual la chica estaba exultante por haber logrado su cometido y él estaba shockeado y se empeñaba (infructuosamente) en extraer de su sobrina una promesa de no insistir con una repetición.

La madre sonreía y vaticinaba que su hija volvería a la carga: —Mirá que te va a prometer eso! Después de semejante orgasmo, ni loca se va a resignar a no repetirlo. Yo no me resignaría. Además, lo que mas cuesta siempre es la primera vez, ¿o no?

José imploraba a su cuñada para ser apoyado en evitar una repetición mientras Mónica se empeñaba en reírse e insistía que ya nadie iba a poder parar a Micaela.

Era un contraste interesante: José se lo tomaba a la tremenda y la madre de la chica se lo tomaba a la chacota.

Conversaron de todo lo ocurrido antes, durante y después de aquel pajote antológico. Ninguno de los dos adultos comprendía cómo había hecho micaela para filmar todo subrepticiamente, pero obviamente su experiencia generando contenidos de video era mayor que lo que ellos imaginaban.

También abordaron las reacciones de todos luego de aquella tarde. Mica estaba alegre como nunca, burlona, llena de confianza. Incluso se comportaba mejor con sus padres, volvía a ser la dulce adolescente que había sido antes de comenzar la facultad. Y a José lo carcomía la culpa, claro. Pero eso no fue impedimento para tener sexo bestial con su esposa, por supuesto.

Mónica se reía y decía que las mayores beneficiadas iban a ser las dos maduras hermanas. Ella porque recuperaba a la hija obediente y tranquila que no había tenido en meses y Clarisa porque estaba teniendo el mejor sexo en mucho tiempo.

—Bueno, bueno, ahora viene lo importante José. Van a tener que ser cuidadosos cuando repitan. Yo los puedo ayudar y cubrir, pero conociéndola a Mica, sé que ella se va a volver más atrevida y va a intentar empujarte a hacer todo tipo de cosas en cualquier parte. Puedo ser tu aliada en esto, pero tenemos que poner ciertos parámetros.

José no podía creerlo. La madre que debía denunciarlo con su esposa estaba proponiéndole tramar un plan para seguir adelante con aquella aberración. Eso era demasiado. Pero sus protestas cayeron en cántaro roto y cuando Mónica se cansó de escucharlo, lo puso en su lugar.

Primero le explicó claramente que Micaela no se iba a resignar y que sería más fácil manejarla y contenerla si él continuaba proporcionándole orgasmos. En segundo lugar, le vaticinó (falsamente y a propósito) que después de un tiempo Mica se daría por vencida. Y finalmente se comprometió a ser su cómplice, a cubrirlo, a ayudarlo, a apoyarlo logística y anímicamente, siempre y cuando José se comprometiera a ciertas reglas básicas.

—Y cuáles son esas reglas? —preguntó resignado el cuñado

Mónica puso reglas claras:

—Yo siempre voy a estar al tanto. Me vas a decir todo lo que pasa. Es mejor que te dejes filmar por Mica, yo voy a buscar los videos y los vamos a mirar juntos. Será la manera en que tendremos confianza entre nosotros dos.

—No te la vas a coger. No la podés penetrar con esa verga inmensa que se te insinúa entre las piernas en este momento. Podés usar tus manos, tu boca, tus orejas o el páncreas para estimularla, de todo menos penetrarla con esa pija dura que tenés ahí.

—Esto es por mi nena, por nuestra chiquita Micaela, no por vos, así que vos NO VAS A ACABAR. No importa cuánto insista ella, no vas a acabar. Te dejo llevarte una copia de la peli para que te pajees como un mono, cogete a mi hermana imaginando a Mica, no sé, vos sabrás, pero no quiero que mi nena te haga acabar.

—Estamos?

El hombre anonadado por la crudeza de las palabras aceptó. Estaba ahora más caliente que nunca. Una atractiva y casi-cincuentona MILF estaba haciéndole firmar un contrato para convertirse en el juguete sexual viviente de la hija de 22 y ponía como condición compartir los detalles.

—OK. No creo tener alternativa. Acepto. —Se rindió de buena gana el maduro cuñado.

Se despidieron con beso “como si nada”, pero que erizó los pelos púbicos de ambos cuñados. Y cuando José iba casi saliendo, Mónica lo detuvo para darle algo.

—No te olvides lo que viniste a buscar para mi hermana— dijo Mónica mientras le pasaba una bolsa con productos de maquillaje, y luego, con una sonrisa diabólica le pasó un pen-drive similar al usado en su TV y agregó—Y no te olvides de ésto. Vos sabrás como cuidarlo y usarlo. Disfrutalo mucho, cuñado, y andá pensando qué vas a hacer en el próximo encuentro, ¿si?

Comenzaba así la historia que cambiaría las vidas de toda la familia.