No se como ocurrio ni como deje que ocurriera xi

En primer lugar pedir perdón por tanto tiempo sin continuar con el relato. Creo imprescindible leer algunos de los capitulos anteriores para recuperar el hilo del relato. Laura sigue cada vez más cerca de su decadencia, está a punto de caer en las manos de Mario, un proxeneta amigo de su cuñada Rosa

NO SE COMO OCURRIO NI COMO DEJE QUE OCURRIERA XI

….Al verlo mirándome con la media sonrisa que tan bien conocía, mi cabeza intentó despejarse de la modorra. Rápidamente me di la vuelta sobre la cama y me quedé sentada con el vestido arremangado y mis muslos al aire. Me percaté de la imagen que estaba dando a mi cuñado y conseguí taparme un poco, metiendo el vestido entre mis muslos, consiguiendo ocultar mis bragas de la vista de aquel depredador. Mis pezones no podían esconder su dureza  amenazando con salir de mi sujetador y rozando con él me producían escalofríos a pesar del calor húmedo de la mañana.

Seguía allí parado en la entrada de mi habitación. Su pantalón corto de pijama apenas tapaba una erección descomunal que hacía imposible no dirigir la vista hacia esa parte de su anatomía. Una gota, imagino que de líquido preseminal, dejaba entrever una mancha que empezaba a ser importante en su parte delantera.

Rápidamente, mi cabeza empezaba a despejarse. Mi marido fue la primera persona que acudió a ella.

-          Y Gustavo? Pregunté con voz apenas audible.

-          Y Rosa? Seguí preguntando sin esperar respuesta mientras retrocedía poco a poco sobre la cama intentando protegerme de lo que imaginaba que iba a pasar si no ponía remedio de inmediato.

-          Tranquila cuñadita! No te preocupes que todo está controlado.

Estas palabras dichas así, sin dejar de sonreír, junto a la acción de cerrar la puerta de mi dormitorio y de echar suavemente el pestillo del mismo, lejos de tranquilizarme, hizo que mi corazón amenazara con salir de su caja y poner toda la cama perdida de sangre.

Me levanté de la cama con rapidez intentando poner tierra de por medio entre la figura de mi cuñado y la mía. Me fui hacia la ventana asomándome para ver que había querido decir Julio con que todo estaba controlado. Mi marido estaba en medio del camino que comunicaba la parcela con el portón de salida a la calle con la puerta del coche abierta y hablando con el vecino de la parcela de al lado que, subido a una escalera estaba cortando unas ramas del seto que separaba las dos parcelas.

Intenté cerrar la ventana para evitar que cualquier ruido procedente de la habitación desviara su atención y ocurriera la desgracia que llevaba todas las vacaciones intentando evitar. Sentí la mano de mi cuñado intentado sujetarme del brazo y arrastrarme hacia él. Conseguí apartarle de un empujón y todo lo rápida que pude me arrojé sobre la cama y gateando intenté huir de su acoso.

Esta posición hizo que mi culo apenas tapado con mis bragas, quedara apuntando hacia él mientras notaba como el vestido dejaba un hueco, que hacía que desde la posición en que estaba mi cuñado y la debilidad del sujetador que me había puesto esa mañana, ya muy desgastado por el uso, dejaba ver caer a mis pechos por acción de la gravedad, dando de mi una imagen muy excitante y a la vez debido a los apuros para huir, muy morbosa.

Mi cuñado se abalanzó rápidamente sobre mi agarrándome de mis bragas y tirando de ellas hacia atrás. Intenté con todas mis fuerzas sujetarlas para evitar que pudiera quitármelas aunque en la pugna noté como se desgarraban y se rompían por uno de sus laterales haciendo que mi cuñado consiguiera su empeño de quitármelas y enseñármelas como si fuera un trofeo.

Sentí como el fresco inundaba mi sexo ya libre de la prenda que lo ocultaba de la vista de Julio. Mi respiración  estaba cada vez más agitada mientras mi cuñado avanzaba gateando también sobre mi cama intentando llegar hasta donde yo estaba en el otro extremo.

Mi angustia aumentaba con cada centímetro que ganaba en su afán por llegar hasta mi. Sus ojos denotaban su excitación y sus ganas de volver a poseerme. Yo era un trofeo, al cual intentaba acceder todos estos años y que yo misma le había puesto en bandeja estos días atrás sin que ni siquiera pudiera imaginarlo.

Bajé de la cama, mientras con mi dedo le hacía la señal de silencio con cara de suplicarle, mientras seguía sonriéndome se  acercaba cada vez más hacia su presa. Intenté retroceder y choqué con la cómoda que había detrás de mi junto a la pared y que llegaba a la altura de mis glúteos notando como el borde se clavaba en ellos.

Mi cuñado bajó de la cama y lentamente se aproximó oliéndome mientras muy lentamente comenzó a bajarse el pantalón del pijama dejando aparecer su miembro que como un resorte cabeceó hacia arriba y chocando contra su vientre dejaba un rastro como de baba de caracol pegado a él.

Mi vista no podía dejar de mirar esa barra caliente y dura que apuntaba hacia mi con un deseo que apenas conseguía recordar en ninguno de los hombres con los que había estado antes.

-          Tranquila cuñada! Tu marido está yéndose a sus cosas y mi mujer está durmiendo la resaca de anoche abajo en el salón! La puerta está cerrada y tú y yo tenemos que acabar lo que hemos empezado abajo o te creías que te ibas a ir así sin más y me ibas a dejar con la polla así de dura?

-          Además, mira como tienes el coño! Metiendo su mano en mi entrepierna notando lo mojada que estaba mientras lo único que se me ocurrió en ese momento fue mirar como sacaba sus dedos empapados de mi flujo y los introducía  en su boca relamiéndose y volviendo a acceder a mi cavidad sacándolos de nuevo y metiendo un dedo en mi boca haciendo que lo lamiera muy despacio mientras notaba su sabor salado y mi fuerte olor a hembra en celo.

Mi cabeza ante esta situación dejó de pensar y volví a dejarme llevar mientras un asomo de intento de oposición  apareció de repente cuando sentí que los brazos de Julio me subían sobre la cómoda y al sentir el frío de la madera en mi culo, hizo que despertara en mi un atisbo de cordura que rápidamente desapareció cuando note la lengua de mi cuñado entre mis piernas mojando la entrada de mi vulva y haciendo que mis piernas se abrieran como si tuviera un resorte facilitando la acometida del macho sobre mi sexo.

Mis manos agarraron su cabeza intentado que no saliera de allí mientras mi respiración comenzaba a agitarse y mi pecho comenzaba a acelerar su ritmo. Notaba como mi coño se abría todavía más y oía el chapoteo de la lengua con mis labios mientras el clítoris crecía al mismo ritmo que su sensibilidad y esto hacía que unos calambrazos de placer sacudiera mi bajo vientre llegando hasta los músculos de mis muslos que debido a lo forzado de la situación amenazaban con contraerse produciendo en mi una situación embarazosa.

Poco a poco fui introduciéndome en la situación en que me encontraba. Ya nada de lo que ocurriera a mi alrededor carecía de sentido. Solo llamaba mi atención su lengua lamiendo mi coño.

-          Ufff! Un jadeo salió de mi boca sin poderlo controlar mientras el macho que tenía entre mis muslos seguía dándome placer y poniéndome cada vez más cachonda. Mi sexo mojaba su boca como si hubiera abierto de nuevo el grifo de mi bajo vientre. Notaba el chupeteo de su lengua, como el que saborea un helado, sin querer que nada de él se desperdicie mientras mi vientre comenzaba ser recorrido por espasmos al principio débiles y poco a poco más fuerte llegando a hacer que todos los músculos concentrados en mi entrepierna comenzaran a agarrotarse esperando la llegada de un orgasmo que ya sería el segundo de esa mañana y que estaba empezando a asombrarme ante la capacidad para disfrutar que mi cuerpo parecía tener y que tanto tiempo había estado ocultando.

Ya casi estaba alcanzando lo que tanto estaba deseando cuando de repente sacó su cabeza de entre mis piernas y sin salir de entre mis muslos me cogió fuertemente del pelo y me puso de pie junto a él. Sentía su miembro duro chocar contra el bajo de mi vestido y presionar contra mi sexo.

Esta acción de agresividad, lejos de enfadarme me puso todavía más cachonda si cabe. Sin soltarme del pelo empujó de mi hacia abajo poniéndome de rodillas entre sus piernas.

Cogió su polla y empezó a pasarla por mi cara mientras yo con la lengua intentaba lamerla. Era un juego morboso pero muy excitante a la vez que hacía que mi desesperación hiciera que  mostrara cara de enfado. El enfado de una niña al que no le quieren dar su caramelo.

-          Te gusta mi polla, verdad guarra? Te gustaría comértela verdad? Me decía mientras se la sujetaba con una mano y con la otra sujetaba mi cabeza sin soltar el pelo mientras mi lengua permanecía fuera de mi boca intentando lamer su glande rojo ya casi amoratado todo humedecido.

Mi desesperación no tenía límites. Nada quedaba de la abogada seria y profesional que tanto cuidado llevaba con las insinuaciones que oía a su paso. De las miradas indiscretas de la gente de la calle, desnudándola, cada vez que pasaba junto a ella. De sus fantasías camino a casa todos los días al acabar en el bufete. Solo tenía una cosa ahora mismo en mi cabeza, meter esa polla en mi boca y demostrarle a mi macho que yo también sabía hacerle feliz.

De repente soltó mi pelo y mi boca alcanzó su polla abarcándola con mis labios apretándola sin dejarla salir. Mi mano agarró la base del falo. Una bofetada hizo que la soltara  mientras asombrada y muy mojada a la vez miraba sin comprender la cara de mi cuñado esperando sus palabras.

-          Quién te ha dicho que utilices las manos puta? Me dijo mientras volvía a dirigir su polla a mi boca haciendo que la engullera de nuevo sin preguntar mientras colocaba mis manos agarrando sus muslos, sujetándome, mientras su miembro entraba y salía de mi boca haciéndole una de las mamadas en la que más empeño había puesto de toda mi vida.

Lamía el tronco de arriba a abajo introduciéndomela de nuevo en el fondo de mi garganta. Una arcada acompañaba a esta acción cada vez que lo hacía y mis ojos apenas veían de las lágrimas que brotaban a su vez. Mis manos seguían sujetando sus piernas mientras le oía gemir y bufar como si fuera un toro. Sentía su corrida próxima y mi garganta ya estaba preparada para recibirla aunque no me había gustado nunca esta acción.

Mientras estaba concentrada en mamársela y conforme lo hacía, agarró mi cabeza por la nuca, acompañando cada vaivén y acelerando la mamada cada vez con más rapidez.

Sentía mis flujos resbalar por mis muslos llegando hasta el suelo sintiendo como mis rodillas comenzaban a resbalar ante la cantidad de líquido que descendían por ellas.

Cuando ya creía que estaba consiguiendo su premio a pesar de no haber obtenido el mío, sentí como tiraba de mi pelo y se desenganchaba de mi boca (en el sentido literal de la palabra tal era mi ofuscación en la mamada) y con su eterna sonrisa de triunfo en la boca se quedó observando mi desconsuelo y desconcierto al quitarme mi juguete, mi caramelo.

Sin decir nada se dirigió hacia la ventana que daba al jardín abriéndola de nuevo y dejando solo la fina cortina puesta y entrando de nuevo el ruido de la conversación entre mi marido y el vecino.

Mi cuñado se volvió hacia donde me encontraba. Su mirada lo decía todo. Mi cara también. Me entró el pánico. Quería que me acercara hasta donde estaba. Su polla enhiesta, desafiante, esperándome para follarme.

Yo negaba con la cabeza mientras mi corazón parecía reventar dentro de mi pecho. Mi vientre se encogía hasta darme punzadas de dolor que me hacía aflojar las piernas del gusto. Sabía lo que quería Julio y yo me negaba mientras mis pies me llevaban hacia donde él se encontraba oyendo la voz de mi marido cada vez con más nitidez.

Mis pezones dolían como si fuera a reventar. El morbo obnubilaba mi mente, mientras mis pies no dejaban de avanzar muy despacio, con miedo. Me cogió de la mano y me puso de espaldas a él abrazándome desde atrás pasando su mano por mi cintura y atrayéndome hacia su entrepierna sintiendo la dureza de su polla entre los cachetes de mi culo.

Yo miraba con miedo y recelo hacia el jardín mientras notaba sus manos acariciar mi vientre y mi monte de venus, notando la aspereza de mi vello con el roce de su mano haciendo que mi piel se erizara.

Mi boca temblaba de miedo, deseo y morbo por la situación que poco a poco estaba dando lugar que sucediera. Sus manos ascendían por debajo de mi vestido subiendo a la vez sobre mi vientre sintiendo como llegaba hasta mis senos notando la dureza de mis pezones entre sus dedos.

Escurrió el sujetador hacia arriba con sus manos sintiendo mis tetas desnudas sobre sus palmas. Las apretaba mientras me atraía hacia él y lamía mi nuca y el cuello. Estaba para estallar. Mis caderas empujaban mi culo hacia atrás buscando su miembro. Lo necesitaba dentro de mi. Ya eran demasiadas emociones sin ser penetrada.

Me empujó hacia la ventana. Me entró el pánico al ver lo que podía suceder si nos descubrían. Intenté resistirme sin mucho éxito. Noté una palmada bastante fuerte en mi nalga teniéndome que morder el labio inferior para no gritar mientras mi marido y el vecino miraban para la ventana. Creí desmayarme hasta que volvieron de nuevo a su charla.

MI cuñado abrió mis piernas desde atrás con su pie y me empujó hacia delante sacando mi culo hacia afuera. Me apoyé como pude en el alfeizar de la ventana pillando la cortina con mis manos para tapar la visión a los de abajo.

-          Tú decides cuñada! O te estás quieta y te follo sin sobresaltos o se entera tu marido y de paso el vecino! Qué decides? Me dijo el cabrón si soltar mis caderas.

-          Venga cabrón! Acabemos ya! Dije en voz baja mirando hacia atrás por encima de mi hombro mientras mi cuñado con desesperación me mordía la boca colaborando yo también totalmente desbordada por la situación.

Me afiancé a la ventana mientras  Julio buscaba la entrada de sexo. Apoyó su glande en mi entrada y de un empujón me penetró sin miramientos. Mi vagina que estaba esperando el ataque desde hacía un buen rato la dejó entrar hasta el fondo apretando sus paredes para evitar su salida.

Ufff! Que ganas de tenerla dentro pensé. Sentía las manos de mi cuñado apretando mis caderas mientras empezaba a bombearme. Su polla entraba como un ariete dentro de mi coño. Mis manos aferradas a la ventana comenzaban a dejar mis nudillos sin sangre. Mi sexo se hinchaba con cada embestida que recibía mientras mi hombre me penetraba con bufidos que me hacían desear que se vaciara y me llenara  con su leche. Que me hiciera suya. Que me marcara como si fuera de su propiedad.

Noté como aceleraba las embestidas y los espasmos de su ariete ante la llegada de su orgasmo. Esta situación acrecentó las ganas de correrme yo también mientras acompañaba sus embestidas para correrme con él. Nos merecíamos llegar a la misma vez mientras notaba como cada vez la polla llegaba más adentro y más adentro mientras notaba las convulsiones de mi vientre descender hacia mi sexo y nos corrimos, los dos a la vez arrugándonos hasta el suelo. Mis piernas no me sostenían y Julio se dejó caer sobre mi espalda. Sin sacarla. Los dos arrodillados.  Sudorosos. Agitados. Mientras, el mundo seguía debajo de esa ventana. Nosotros estábamos conectados el uno dentro del otro y el otro dejándose poseer.

Salió de mi entrada dejándome un vacío importante. Me quedé allí acostada al pie de la ventana, desmadejada. Satisfecha de haberme corrido de nuevo, parecía no haber nada más importante en mi vida de unos días para atrás. Notaba su esperma salir de mi vagina y resbalar hasta el suelo intentando recuperar fuerzas para levantarme de allí, mientras oía a mi cuñado quitar el pestillo saliendo de mi habitación cerrando la puerta tras él.

Como pude me levanté y me eché sobre la cama acurrucada en posición fetal mientras empezaba a enfriarse la situación y mi mente se enfriaba volviendo de nuevo a la realidad.

El móvil empezó a temblar dentro de su silencio. Vibraba como encabritado. Lo cogí y con asombro y hastío alguien me llamaba sin caer en ese momento quien podía ser al no tenerlo memorizado. Siguió vibrando hasta que un nombre vino a mi cabeza…Mario.

-          Joder! Lo que me faltaba! Dije en voz alta.

La vibración del móvil aceleró si cabe las contracciones de mi vientre que todavía y a espasmos cada vez más cortos intentaban relajar mi útero del polvo que acababa de recibir y del cual todavía no se había repuesto.

Despacio y sin recuperarme todavía del temblor de mis piernas me incorporé de la cama. Cerré con el pestillo y bajé del toda la persiana. Seguía sin importarme lo que sucedía tras ella.

Localicé mis bragas, destrozadas por el afán puesto por mi cuñado para agarrarme, al pie de la cama y limpié con ellas todo lo que había manchado en mi deambular por la habitación.

Poco a apoco mi cabeza comenzaba a reaccionar ya asimilar que si alguien entrara de repente en la habitación, no sabría que argumentar puesto que me encontraba con el pelo todo revuelto y sin bragas a pesar de que todavía llevaba el vestido puesto aunque debido a lo corto que era poco dejaba a la imaginación.

Una sensación de agobio próximo a un ataque de ansiedad comenzó a agarrarme por el vientre haciendo que todo mi cuerpo comenzara a temblar y a marearme. Conseguí echarme sobre la cama bocarriba mientras la habitación comenzaba a girar sin poder controlar la situación. Mi respiración comenzó a agitarse mientras el corazón no atendía a razones y se disparaba sin atender a la orden que mi cabeza le mandaba para que volviera a su ritmo anterior y no me complicara todavía más la mañana.

Poco a poco y con la sensación de agobio que me agarraba por el pecho comencé a perder el conocimiento mientras volvía a oir la vibración del móvil insistiendo en que contestara, mientras notaba las lágrimas resbalar sobre mis mejillas, sintiendo como descendían por mi cuello hasta la sábana.

Desperté sobresaltada. Un espasmo de mi cuerpo hizo que mis brazos se movieran sin haber recibido la orden y el susto hizo que abriera los ojos sin saber exactamente donde me encontraba.

Un suspiro hizo que me comenzara a relajarme al darme cuenta que permanecía acostada en mi cama, aunque la situación que descubrí al darme un repaso no fue la más tranquilizadora. Permanecía sin bragas y con el sujetador abrochado aunque fuera de su sitio haciendo que mis pechos campearan por sus fueros aunque al mirarme por el escote contemplé la marca que había dejado la poca elasticidad de sus gomas en mis tetas.

Rápidamente me incorporé en la cama y puse los pies en el suelo aunque tuve que desistir de incorporarme debido a que sentí como el mareo amenazaba con volver de nuevo. Una vez conseguido hacerlo desaparecer, me dirigí hacia la cómoda y saqué unas bragas verde oliva que al ponerlas me dieron la sensación de seguridad que había echado en falta nada más despertarme y notar que no las llevaba puestas.

Cogí lo necesario para la ducha y me dirigí al cuarto de baño. Estaba desocupado.

-          Menos mal! Pensé de nuevo en voz alta.

Abrí el grifo del agua y mientras me desnudaba me acordé que el pestillo de la puerta estaba sin echar y por aquella mañana ya estaba bien de emociones. Me introduje bajo el chorro del agua y noté su frescor haciendo que poco a poco la vida volviera a mi cuerpo o esa era la sensación que sentía. Mientras me duchaba lo que estaba ocurriendo con mi vida sin proponérmelo pasó por mi mente.

Empezaba a angustiarme de nuevo la situación que tenía. Una parte de mi estaba deseando que acabaran las vacaciones y salir disparada de allí. ¿Pero de verdad eso sería el final de todo lo que había estado pasando estos últimos días? o ¿lo que de verdad temía cada vez con más fuerza era que fuera el principio de un cambio en mi vida para el que no sabía si en realidad estaba preparada?.

Sin poder alejar estos fantasmas de mi mente acabé de ducharme, me sequé y embarré mi cuerpo de leche corporal ya que los estragos del sol a pesar de mi moreno lo hacían más que necesario. Todavía desnuda y sin dejar de mirarme en el espejo me vestí. Una camiseta ancha y un pantalón corto vaquero me parecieron suficiente. Debajo las mismas bragas verde oliva y un sujetador blanco completaron el atuendo.

Salí del cuarto de baño después de echar la ropa en el cesto del cuarto de baño y justo al pasar por el cuarto de mis cuñados se abrió la puerta y apareció mi cuñada con los ojos a medio abrir, el pelo despeinado y desperezándose como si le hubiera puesto pegamento en las articulaciones. Nos quedamos mirándonos. Yo, con cara de asombro de ver lo desaliñada que estaba y ella con cara de susto al no esperar encontrarme así de sopetón.

-          Joder Laura, eres casi perfecta, qué bien hueles cabrona! Dijo de sopetón mientras una carcajada salía de ambas gargantas ante su comentario. La verdad es que habíamos creado un nexo de unión del que por supuesto antes carecíamos. Tampoco esperaba mucho más de esta situación aunque sabía que me podía complicar la vida ya que lo que estábamos haciendo tampoco era lo más normal entre dos cuñadas.

-          Anda date una ducha y espabílate si no quieres que tu marido y Julia (nuestra suegra) sospechen cualquier cosa rara! Le dije sin dejar de reírme  y darle un azote en su apretado culo que llevaba casi desnudo apenas tapado con un tanga y una camiseta de tirantes.

Bajé despacio hasta la parte de debajo de la casa donde se oía la televisión con el volumen no todo lo discreto que mi cabeza se podía permitir ante la resaca y las emociones de la mañana.

-          Laura cariño, baja la tele anda Cielo! Dije a mi hija que ante mi aparición corrió a abrazarse a mi como si hiciera meses que no me viera. Su calidez y su fuerte abrazo junto a sus besos hizo que la ternura que sentía cada vez que la abrazaba apareciera de repente, haciéndome sentir un bienestar del que ahora mismo estaba totalmente necesitada.

La solté y rápidamente volvió a sus dibujos animados olvidándose por completo de que la había parido. Ese pensamiento hizo que una sonrisa apareciera de nuevo en mi cara y sin dejar de sonreír me dirigí hacia la cocina donde estaba mi suegra luchando por hacer la comida para todos los que estábamos de vacaciones (como si ella no lo estuviera también). Me acerqué a ella y le di un beso. Se quedó mirándome extrañada aunque de vez en cuando la besaba y una sonrisa de placer apareció en su rostro. Con eso sentí que mi suegra se daba por satisfecha.

Nos pusimos las dos manos a la obra. Hoy tocaba paella y mientras mi suegra se peleaba intentando encender la encimera, mascullando no sé qué del butano, yo me empecé con la ensalada después de montar la mesa. Al rato apareció mi cuñada ya duchaba y con mejor cara volviendo a aparecer la situación normal de todos los días.

Mientras preparaba la ensalada, oyendo la conversación de Julia ante nuestro silencio concentradas las dos en nuestras respectivas tareas, sentí de nuevo la vibración del móvil en mi bolsillo de atrás.

-          Mira quién es porfa, tú que tienes las manos secas! Le dije a mi cuñada sin prestar atención a quién podía ser.

-          Es Mario! Dijo mi cuñada apenas audible para mi ya que mi suegra seguía con su conversación esperando que nosotros estuviéramos también pendiente de ella.

Ante su mirada de sorpresa y cinismo, le cogí el móvil que cada vez vibraba con más fuerza( esa era la sensación que tenía debido a mi nerviosismo) y me quedé mirándolo con cara de no saber qué hacer ante su insistencia.

-          Contéstale joder! Me dijo en voz baja como si aquello fuera lo más divertido de su vida.

-          ¿No ves que lo tienes loquito?  Se muere por follarte de nuevo, me lo dijo ayer! Vamos cógelo me muero por saber que quiere de ti! Me dijo con cara de súplica.

-          Que no Rosa! Le dije cuchicheando ante la pregunta de mi suegra que de que estábamos hablando.

Escondí el móvil detrás de mi, ocultándolo de la vista de mi suegra, mientras no dejaba de vibrar. Ese temblor que producía su vibración junto con el nerviosismo, el morbo y el saber quién estaba detrás de la llamada hizo que mi cuerpo comenzara a temblar a la misma vez que el aparato. Me fastidiaba no poder controlar este tipo de situaciones. Ese era el miedo que me daba el volver a mi vida normal sin ese freno. Antes era diferente: lo tenía todo controlado o eso creía yo. La verdad es que estas situaciones no formaban parte de mi vida. No tenía a ningún macarra llamándome y diciéndole a mi amiga que estaba loco por follarme.

Ante los gestos de insistencia de mi cuñada y la vibración que no paraba me armé de valor y salí fuera de la cocina. Todavía tardé un poco en decidirme en contestar. El móvil parecía haberse puesto de acuerdo con mi cuñada y no paraba de sonar y sonar. Me armé de valor, hice una respiración profunda y abrí la llamada.

-          Sí? Quién es? De sobra sabía ya quién era.

-          Hola Bombón! Te ha costado contestarme eh? Oí su voz tras el teléfono produciéndome esa sensación de sumisión que tanto me desagradaba a la vez que me excitaba.

-          No sabía quién eras y no acostumbro a responder a los números que no conozco! Es una costumbre laboral el no responder a quién no conozco! Le dije con todo el cinismo del mundo.

-          Pues ya te lo puedes grabar entonces la llamada y así la próxima vez no tardaras tanto en responder! Me contestó con toda la seguridad del mundo.

-          Y quién te ha dicho que habrá próxima vez? Le contesté siguiéndole el juego.

-          Yo! Cuando vuelvas a estar conmigo no podrás olvidarme, ya lo verás! Siguió provocándome todavía más

-          Y quién te ha dicho que habrá próxima vez conmigo? Tan seguro estás de eso? No podía creer que estuviera entrando en su juego. Cuando decidí descolgar me había propuesto cortar toda relación de una vez por todas con semejante individuo.

-          Ya lo creo que estoy seguro! Dime donde nos vemos esta noche, estoy deseando follarte! Seguía insistiendo mientras notaba mi sexo despertar poco a poco sin poderlo evitar.

-          Esta noche no salgo! Voy a descansar! Le dije a ver que respondía.

-          Si me dices eso te espero hasta que salgas de tu casa! No voy a rendirme y no estoy acostumbrado a que me digan que no! Dijo con todo el cinismo del mundo.

-          Eso será con tus mujeres o debo decir mejor con tus putas? Me salió del alma la frase. Intentaba provocarle para que viera que no podía manejarme como a las demás.

-          Yo no soy tu puta! Le dije a la vez que sentía como si un latigazo de gusto acompañara la frase que acababa de decir.

-          Seguro que no te gustaría ser una de mis putas? O ya lo eres? Le oí decir mientras oía como la puerta de la parcela se abría asomando el coche de mi marido. Presa de los nervios me despedí rápidamente.

-          Lo siento, mi marido acaba de llegar! Cortando la llamada y metiendo el móvil de nuevo en el bolsillo.

Esperé que Gustavo bajara del coche mientras intentaba calmarme. Crucé los brazos sobre el pecho empezando a notar el calor que hasta entonces ni me había dado cuenta que hacía. Notaba mi sexo escocido fruto del trajín de la noche anterior y de la mañana mientras me abrazaba a mi marido y juntos entramos a la casa.

Comimos todos juntos. Esta vez en constante charla. Mis cuñados y yo como si nada de lo que había ocurrido estos días atrás alterara nuestra vida cotidiana.

Rosa andaba en ascuas después de mi conversación con Mario aunque yo intentaba evitarla. No me apetecía hablar de su amigo ni de la conversación que habíamos mantenido. Nada de decirle la sensación de atracción que me producía la seguridad que emanaba este personaje acostumbrado a que las mujeres hicieran lo que quisiera. No estaba acostumbrada a eso. Estaba acostumbrada más bien a lo contrario: a mandar y a mantener el orden que más me interesaba en mi día a día.

Acabamos de comer y recogiendo, mi suegra comentó que faltaba cosas para la cosa y para acabar los tres días de vacaciones que nos quedaban (por fin podría coger de nuevo el timón de mi vida pensé para mis adentros). Como siempre, mi cuñada pasó del tema y yo me ofrecí a llevar a mi suegra al centro comercial después de recoger. Yo no estaba para siestas ya que me había levantado al mediodía y no estaba acostumbrada a dormir demasiado en mi vida normal. Así mientras me entretenía y de paso daba un descanso a la mujer, que bastante jaleo tenía para intentar ser la criada de todos (aunque ella estaba encantada de tenernos a todos juntos, la verdad es que siempre he envidiado la capacidad de trabajo que tenía y siempre con una sonrisa).

Mi marido subió con mi hija a nuestra habitación mientras yo me cambiaba a la misma vez. Mi hija se acostó rápidamente en la misma cama de su padre.  Mientras me cambiaba el pantalón corto por una falda corta y bastante vaporosa acorde con la hora que era, sentí la mirada de mi marido. Me volví y vi el deseo reflejado en ella. Le hice un gesto con el dedo indicándole que cuando volviera mientras me acercaba a la cama y le daba un beso. Aprovechó para disimuladamente meter su mano y acariciar mi entrepierna mientras mi hija levantaba en el aire su muñeca y se despistaba.

Le saqué la mano y murmuré un ¨después¨. Le cogí la mano y se la acaricié mientras me levantaba de la cama donde estaba sentada y salía de la habitación.

Conduje como una autómata hasta el centro comercial mientras mi suegra intentaba sin éxito que participara de la conversación (bastante tenía con estar allí y despierta pensaba para mis adentros). Aparqué el coche en el parking subterráneo del centro comercial. Había muy poca gente a esa hora. Lo dejé junto a uno de los muros del parking entre una columna. Así evitaba que me lo rozaran. Era una costumbre que tenía desde siempre a pesar de la poca gente que parecía haber en el supermercado. La zona a pesar de ser a primeras horas de la tarde mantenía la penumbra ya que el tubo de iluminación de esa zona parecía estar fundido.

Sacamos nuestro carro de la fila y tranquilamente subimos al centro comercial. Como suponía no había mucha gente comprando, a esa hora los cristianos descansan o acaban de comer en vacaciones o mejor aún se quedan en la playa.

Iba distraída buscando lo que habíamos venido a buscar mientras mi suegra se quedó hablando con una amiga que al parecer y debido a la efusividad con que se saludaron hacía mucho tiempo que no veía.

Tan ensimismada estaba en mirar los artículos que no me percaté de que alguien estaba muy cerca de mi espacio vital(se llama así creo cuando alguien está demasiado encima de ti). Demasiado junto diría yo, tanto que sentía su respiración un poco agitada. Me volví despacio, algo asustada ya que al no haber casi gente el miedo a que si pretendía algo fuera de lugar no tendría ayuda, o eso pensaba en ese momento.

Mi asombro fue todavía más grande al darme cuenta que era Mario. El asombro pasó a enfado al darme cuenta de que este individuo me estaba siguiendo. Me fastidiaba que me controlara de esa manera.

-          Qué coño haces aquí? Está mi suegra conmigo. Lo sabías? Le dije sin poder aguantar la mala leche que me había producido el encuentro.

-          Ya que no quieres quedar conmigo esta noche, he venido a buscarte en persona, para que veas que quiero verte otra vez! Me dijo sin dejar de pasar su mirada de arriba abajo mientras sentía como si tuviera el poder de erizar mi vello según recorría mi cuerpo.

-          Márchate anda! Antes de que mi suegra venga y note algo extraño! Dije empezando a ponerme nerviosa mientras mis cinco sentidos se ponían en alerta ante el peligro que sentía dentro de mi cuerpo.

Mis pezones se pusieron duros de golpe mientras mi corazón comenzaba a latir cada vez con menos ritmo dentro de su rapidez. Repasé por primera vez al macarra que tenía al lado. Su pantalón blanco ibicenco embutido dentro de un cuerpo musculosos y tatuado, todo esto adornado con un pendiente en el lóbulo izquierdo y su cabeza casi rapada daba al personaje en cuestión una aspecto de maleante con el que daría miedo cruzarse en cualquier lugar sin mucha gente alrededor.

Me cogió del brazo ante mi desesperación por intentar soltarme y ante mi sorpresa me condujo hasta la parte más escondida del supermercado y donde le cuesta a la gente  llegar( el lugar de las mascotas). Allí de un empellón conseguí soltarme. Esta accuión le enfado mucho y cogiéndome del cuello me empujó contra el final de una estantería apretándome contra ella y su cuerpo.

Notaba su miembro duro empujar contra mis caderas mientras nuestras respiraciones se agitaban. La suya por la excitación, mientras que la mía era por el miedo y el morbo. Su boca buscó la mía y a pesar de mi oposición a abrirla  me lamió como si fuera a lavármela mientras intentaba girar mi cabeza para ponérselo más difícil e intentar que me soltara. Mi suegra aparecería en cualquier momento y no sabía que explicación le tendría que dar si me encontraba así.

Su mano sujetaba mi garganta mientras con la otra hurgaba debajo de mi vestido buscando mi entrepierna. La situación empezaba a ser cada vez más comprometida. Notaba mi coño cada vez más excitado y cada vez más tembloroso. A punto de entregarme a semejante individuo, de repente me preguntó:

-          Donde tienes el coche zorra? Date prisa o te follo aquí mismo! Me espetó de repente ante mi mirada de miedo.

-          En el parking! Lo tengo en el parking! Notaba mi pecho como subía y bajaba con el nerviosismo de la situación. Tenía mucho miedo de que alguien conocido a parte de mi suegra se diera cuenta de la situación.

-          Vamos para abajo entonces Reina! Me dijo el cabrón sin inmutarse arreglándome  la camiseta y la falda.

-          Tengo que decirle algo a mi suegra! No quiero que me busque, por favor! Le supliqué presa del pánico.

-          Muy bien! Si en un minuto no estás abajo se me puede ir la olla, me entiendes zorra?

-          Si, sí! Tranquilo pero mantén un poco la calma por favor, en seguida bajo! Dije para intentar quitármelo de encima mientras pensaba alguna cosa.

Busqué a mi suegra por todo el supermercado y al final la encontré en la cafetería tomando café con su conocida o amiga. Le dije que me había dejado la cartera en el coche y que bajaba por ella.

No sabía qué hacer. Me daba miedo no bajar y que este loco hiciera alguna tontería estando mi suegra delante. De repente sonó el móvil. Un wasap que decía:…te estoy esperando zorra!. Tan solo eso bastó para decidirme a bajar. La resignación pudo a cualquier posibilidad de un escándalo donde la más perjudicada fijo que sería yo.

Bajé al parking por las escaleras. Intenté darme un poco de prisa (cuanto antes acabara aquello mejor). Mi corazón volvía a latir sin control mientras notaba las aletas de mi nariz temblar del nerviosismo. En el subterráneo solo se oían mis zapatos de tacón al andar. Mi corazón daba la sensación que también se oía por todo el parking pero solo era mi imaginación.

Lo divisé al fondo. Se le marcaban las marcas de sudor en sus axilas. Debía de estar nervioso también de tanto esperar. Se notaba un gran bulto en su entrepierna. Ese detalle hizo que me excitara todavía un poco más. Al acercarme hasta él me cogió de la muñeca y me preguntó que cual era mi coche. Le señalé con la cabeza el rincón donde estaba el auto.

-          Perfecto! Le oí decir cuando se dio cuenta de que estaba en un lugar bastante discreto.

De repente y una vez parapetados por el coche sentí una bofetada que me hizo apoyarme en la puerta del coche. Me pilló de sorpresa. La indignación pugnó por la excitación que me produjo tan repentina acción e intenté devolverle el guantazo siendo más rápido que yo y cogiéndome la mano. Noté las lágrimas saltar de la impotencia mientras sin soltarme la mano me ordenó de repente acercando su cara a la mía que no paraba de resoplar.

-          Quítate las bragas zorra! Ya, joder! Me ordenó ante mi desafío.

Sin pensar lo que hacía me bajé las bragas delante de suyo manteniendo su mirada fija en mi acción. Las dejé resbala por mis rodillas y al caer en mis tobillos saqué una pierna dejándolas enrolladas en la otra a la altura del tobillo

-          Date la vuelta joder, a qué esperas? Siguió ordenándome mientras yo respondía a esta órdenes como una autómata.

-          Súbete el vestido por detrás y enséñame el culo golfa! Deprisa joder! Nos va a venir todos los putos veraneantes a comprar!

Mientras obedecía sus órdenes sin discutir él no dejaba de observarme. Mis manos sujetaban la falda del vestido sobre mi cintura.

-          Abre las piernas zorra! Joder, qué buena estás, si pudieras verte ahora mismo! Fue lo último que dijo.

De repente abrí las piernas y noté su lengua recorrer toda la raja de mi sexo y ascender lamiendo mi culo. Mi piel se erizó de golpe. Un tremendo escalofrío partió mi columna vertebral en dos haciéndome abrir mis piernas todavía más mientras su lengua seguía recorriendo mi raja haciendo que se derritiera en el sentido literal de la palabra mientras sentía como si me estuviera meando encima.

-          Ahora vas a saber quién te folla mejor! Abrió mis piernas y sujetándose su polla la enfilo hacia mi chocho y de un empujón me la clavó hasta el fondo (esa es la definición de lo que sentí en ese momento) sintiendo como mi útero apenas aguantaba el envite entre sus caderas y el coche. Su polla parecía traspasarme.

Me cogió de las caderas mientras me follaba. Su miembro parecía querer taladrarme. Mi vagina apretaba mis paredes para acentuar si cabe el roce de su polla con ella. Mi boca intentaba gritar pero no podía. Bramaba como un toro sin parar de decirme lo buena que estaba.

-          No vas a encontrar quién te folle así Reina! Ya lo irás viendo! Me decía mientras su voz se entrecortaba debido al esfuerzo con que me estaba follando. Sentía mi vientre apretarse contra el coche mientras mi corazón se salía de su caja. No pensaba con quien estaba follando o si me podía pegar alguna enfermedad. Solo quería que se corriera dentro de mi. Que me llenara de leche.

De repente noté como su polla parecía hacerse más dura si cabe como empezaba a temblar mientras yo continuaba en silencio. Un coche entraba al parking en ese momento mientras mi macho comenzaba a llegar al orgasmo y el mío comenzaba a parecer. Intentaba taparme la cara con mi brazo apoyado en el coche mientras mi macarra empezaba a correrse llenándome el coño de leche. Al sentir su calor mi vagina comenzó a apretarle la polla como si quisiera ordeñarle hasta la última gota mientras un temblor generalizado de mi cuerpo anunciaba la llegada de mi orgasmo y entonces me deje llevar de nuevo hasta el final, hasta mi depravación, hacia un camino sin retorno del que ignoraba hasta donde podía llevarme….

CONTINUARA…