No se como ocurrio, ni como deje que ocurriera vii

Laura y Rosa. Rosa y Laura. Otra noche de chicas. Otra noche de cuñadas.

….Todavía sin reponerme del todo de lo sucedido en el parking nos metimos en aquél taxi que mi cuñada, previsora, había conseguido localizar y hacer que nos llevara hasta nuestra casa y la noche acabara mejor de lo que yo misma me temía una vez visto lo que había pasado.

Sentía mis bragas empapadas con la mezcla del semen del chico y mis fluidos. Mi sexo muy irritado, no me dejaba olvidarme de todo lo que había sucedido esa tarde. Tenía esa sensación de tenerlo todo allí abajo inflamado. Mi culo mantenía esa sensación constante de querer ir al aseo (no sé si me entendéis, aunque creo que sí, sobre todo si habéis dejado que alguien entre por detrás y os follen un rato).

Anda qué! Impresionada me has dejado, Laurita! Dijo mi cuñada al rato de ir en el taxi camino del chalet de mis suegros.

Esto debe de quedar entre nosotros chiquilla! Jajajaja…qué sorpresas te da la vida! Dijo mi cuñada sin parar de reir. El taxista miraba de reojo por el espejo retrovisor quizás pensando en que había recogido a dos tías bastante pasadas de bebida y que por lo que adivinaba se lo había pasado muy bien esa noche.

Tenemos que salir alguna noche más cuñada! Esto no debe de quedar así! Madre mía que polvo nos han echado! Estos jóvenes están muy puestos en esto de follar, no es como antes, costaba más! Ahora lo tienen hecho por suerte para nosotras! Continuó diciéndome mi cuñada en voz baja haciendo que de repente rompiéramos a reír, no sé ya si fruto de la relajación después de lo que habíamos hecho o debido al alcohol que todavía mantenía parte de su efecto en nuestras cabezas.

El taxista alucinaba con nuestras risas. Llegamos a la puerta del chalet y mi cuñada( otra vez mi cuñada) sacó una llave yo no sé de dónde, que evitó el tener que llamar a esas horas tan incómodas de la madrugada. Miré mi reloj y las agujas pasaban de las cuatro y media.

En silencio y haciendo gestos ostensibles con el dedo de no levantar la voz mientras apenas conseguíamos controlar nuestras risas nos introducimos en el jardín y avanzamos hasta la casa. Al pasar al lado de la piscina, mi cuñada haciendo alarde de su atrevimiento, me retó a terminar la noche dentro de la piscina.

No hay coño a meternos en la piscina! Me dijo mirándome desafiante a los ojos con esa mezcla de picardía que no había desaparecido de sus ojos en toda la noche.

Venga ya Rosa! Que es muy tarde joder! Le dije no muy convencida de querer ir a acostarme y dar por concluida la noche.

De repente vi a mi cuñada tirar de su vestido hacia arriba y quedarse en ropa interior. Tiró su vestido sobre el poco césped que rodeaba a la piscina y descalzándose se dirigió hacia el borde de la piscina. Allí me miró sonriendo esperando mi reacción.

Encogiéndome de hombros ante la provocación que acababa de hacerme mi cuñada, me desnudé y en ropa interior también me dirigí hacia donde estaba mi cuñada.

Si no te quitas los zapatos te los vas a mojar Reina! Dijo mi cuñada llevándonos la mano a la boca para silenciar nuestra carcajada y evitar despertar a todo el mundo.

Sin podernos contener empezamos a hacer el gesto de silencio con los dedos mientras lentamente nos metíamos en el agua. A pesar de lo calurosa de la noche, mi piel se erizó de golpe haciendo que mis pezones sobresalieran de mi sujetador sin aros que hacía que mis pechos se adaptaran a él como si fuera una segunda piel. Miré a mi cuñada, que también estaba adaptándose al frescor del agua, viendo sus pezones endurecerse y amenazar con salirse del sujetador. Unos pezones que pude observar eran más gruesos que los míos y no sé por qué imaginé cómo sería el mordérselos.

Poco a poco íbamos introduciéndonos en el agua hasta que una vez llegado hasta el cuello y para evitar mojarnos el pelo, paramos y nos quedamos allí mirándonos. Nos acercamos a la orilla y nos parapetamos detrás de una hamaca situada estratégicamente, entre la piscina y la casa, hacía que nos pudiera ocultar de cualquier mirada indiscreta, sobre todo de nuestros maridos o de mis suegros.

Buff! Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien Laura! Me dijo mi cuñada en voz baja.

No me lo creo después de contarme lo que me has contado en la cena, Rosa! Le dije en el mismo tono de voz.

Es verdad! Será el que no esperaba que sucediera lo que ha pasado o que tú estuvieras presente! Eso ha hecho que subieran los decibelios del morbo que ha tenido lo que hemos hecho en el parking!

He tenido algún que otro rollete, todo hay que decirlo, pero no con el morbo de esta noche! Siguió hablando Rosa.

Otra noche que salgamos te cuento una cosa muy fuerte! Pero eso será otra noche, ahora vamos a acostarnos y a comportarnos como dos señoras que han salido a cenar, se lo han pasado bien, dentro de las posibilidades que nos dan nuestros maridos y que han vuelto a casa como dos esposas complacientes que siguen enfadadas por habernos dejado tiradas nuestros encantadores maridos! Dijo mi cuñada toda seria y metida en el papel.

Jajajaj … No pude contener la risa haciendo que mi cuñada pusiera su mano en mi boca para amortiguar la carcajada.

Cuéntame que es eso tan fuerte que tienes que contarme anda, no me dejes así! Le dije casi suplicante.

Nooo!! Así te obligo a que volvamos a repetir esta salida, las dos solas! Ahora vamos a dormir! Dijo dirigiéndose hacia las escaleras.

Al salir de la piscina observé que sus bragas se habían pegado a su culo y que se le marcaba la raja de su culo. Fue una visión muy sexy de mi cuñada ya que su trasero era una de las mejores partes de su anatomía. A pesar de ser algo ancha de caderas, la perfección de su culo la hacía muy atractiva.

Cogimos nuestros vestidos del suelo y junto con nuestros zapatos nos dirigimos hacia nuestras habitaciones. Subimos en silencio procurando no hacer ruido para no despertar a nadie. Mi cuñada se despidió de mi, en silencio, introduciéndose en su habitación que estaba a oscuras. Nos manteníamos tan sólo con las luces que entraban por una ventana que daba al jardín, situada al fondo del pasillo.

Antes de entrar en mi habitación, me dirigí al baño ya que tenía mi vejiga llena después de haberme bebido la botella de agua de un tirón.

Hice mis necesidades y al salir casi me tropecé con mi cuñado, que en bóxer se dirigía al baño. Me quedé mirando su entrepierna dónde se adivinaba lo que ya sabía que existía. Incluso a media erección se adivinaba el tamaño que podía tener.

No encontramos en mitad de la puerta. Yo intenté salir y mi cuñado se interpuso entre el pasillo y yo que con mi ropa interior empapada y mi vestido y mis zapatos en la mano tampoco estaba para quedarme mucho tiempo allí con el riesgo de que alguien nos viera. Mis pezones volvieron a endurecerse un poquito más.

Os lo habéis pasado bien cuñadita! Dijo el muy cabrón pasando un dedo por uno de mis pezones notando la dureza del mismo.

Muy bien, cuñadito! Dije remarcando la frase y dejando que dibujara la silueta de mi pezón hasta que decidí empujarle con delicadeza y salir al pasillo dejándolo atrás sabiendo que su mirada estaba puesta en mi culo y sintiendo mis bragas pegadas a él. Sin mirar atrás me dirigí a mi habitación.

Al mismo entrar y una vez acostumbrada a la penumbra de mi dormitorio, me deshice de mi ropa interior quedándome desnuda. Me puse unas bragas secas y una camiseta de mi marido y me acosté junto a él que dormía sin percatarse de que acababa de llegar.

Me quedé dormida al momento. Notaba mi sexo irritado entre sueños. Sólo me acordaba de eso. Mis pezones seguían duros a pesar de haber entrado ya en calor desde hacía un rato. Mi sueño era intranquilo fruto del alcohol ingerido y de todos los acontecimientos que había vivido durante el día. Las imágenes iban y venían. Unas veces eran de placer. Otras eran de angustia por mi comportamiento. ¿Qué habría querido decir mi cuñada con lo de contarme algo muy fuerte?. De repente el vacío. Mi sueño entró en la profundidad de la noche y ya no recordaba nada más hasta que me desperté a media mañana.

El escándalo de mi hija en el jardín hizo que poco a poco abriera los ojos y me encontrara sola encima de la cama. La camiseta se había enrollado sobre mi vientre y había dejado mis bragas al aire. Eso fue lo primero que vi al conseguir fijar la mirada sobre mi cuerpo. La cabeza empezó a recordarme los excesos ocurridos durante la noche a base de punzadas en mis sienes. Notaba como el corazón bombeaba sangre que chocaba contra mis sienes y luego seguía su camino por el resto de mi organismo volviendo de nuevo a chocar, hasta que cuanto más veces notaba su latido más penoso se me hacía, teniendo que volver a cerrar los ojos para amortiguar el dolor que me producía.

Esta situación se repitió varias veces hasta que poco a poco conseguí abrir los ojos y mantenerlos abiertos sin sentir ese dolor tan molesto en la sienes aunque la verdad es que solo conseguí disminuir la sucesión de latidos tan seguida que martilleaba mi mente amenazando con romperla.

Desde luego no volvería a beber (al menos eso era lo que pasaba por mi cabeza en ese momento) o eso era lo que creía en ese momento.

Me puse de pie en ese momento, me arreglé la camiseta y me dirigí al baño. Subí la tapa del wáter y dejé que la naturaleza hiciera el resto. Me sequé con papel higiénico y cómo una autómata conseguí subirme las bragas sin perder del todo el equilibrio. Me eché agua en la cara. Revisé mis ojeras sin alarmarme por ello ya que me estaba acostumbrando a ellas. Últimamente formaban parte de mi. No sé si debido a mis comeduras de coco o en este caso debido a los excesos de una noche, por qué no decirlo.

Me recompuse un poco el pelo y bajé a la planta baja a desayunar y tomarme algo para disimular un poco la resaca que llevaba encima.

En el salón no había nadie. Mejor, pensé para mi. Abrí el frigorífico y saqué un zumo de piña. Algo con azúcar y fresquito era lo que me pedía el cuerpo en ese momento.

Con el vaso de zumo en la mano me dirigí hacia la salida de la cocina que daba con el jardín y la piscina. El martilleo de mis sienes continuaba haciéndome la situación, tan de mañana, ya insostenible.

Intenté recordar dónde había dejado mi caja de ibuprofeno sin llegar a situar dónde la había visto por última vez.

Buenos días a todos! Dije haciendo que mis cuñados, mi suegra y mi marido se volvieran de sus asientos echándome una mirada que me dio la impresión que era de lástima al ver mi aspecto.

¿Sabes dónde puede estar mi caja de ibuprofeno Gustavo? Dije a mi marido esperando que supiera dónde podía estar y me aliviara el esfuerzo de intentar recordar dónde la podía haber puesto.

La última vez que la vi estaba en el coche! Dijo mi marido.

Me tocaba ir a la parte de atrás de la casa donde se guardaban los coches. Mi marido no había tenido la delicadeza de ir a buscarme la caja al coche. Esto de estar de vacaciones relajaba de más las relaciones. No me extraña que la mayoría de separaciones se produzcan en vacaciones. Estaba empezando yo también a hartarme. Aunque reconozco que sería incapaz de separarme de mi marido así sin motivo grave me refiero, por una tontería.

Metida en mis pensamientos abrí la puerta que daba al garaje y entré en él. Encendí la luz y me dirigí a nuestro coche. A pesar de haber encendido la luz dentro del coche no terminaba de ver dónde podía haber dejado la caja. Me incliné por debajo del asiento delantero y no conseguía ver donde estaba la dichosa caja.

Cerré la puerta de delante y abrí la de detrás. Me incliné todo lo que pude buscando debajo de mi asiento. Sentía cómo el frescor del lugar se reflejaba en mi culo que había quedado al descubierto sólo tapado por mis bragas.

Aquí está! Dije en voz alta cuando de repente sentí una mano acariciar mi entrepierna abarcando mi sexo por encima de mis bragas.

Joder!! Dije en voz alta asustándome al no controlar quién estaba detrás de mi al estar echada sobre mi cuerpo con la cabeza metida en la parte trasera de mi asiento.

Me volví con cara de pocos amigos creyendo que era mi marido el causante del susto, cuando de repente vi la cara de mi cuñado sonriendo detrás de mi sin sacar la mano de mi coño.

Estás loco coño! Dije intentando recomponer la postura que tenía mientras mi cuñado no dejaba de apretarme mi entrepierna intentando bajarme las bragas con la otra mano.

Puede venir tu hermano en cualquier momento y formarse la tragedia! Incorporándome como pude a pesar de que no me dejaba espacio para moverme.

Me abrazó apretándome contra él haciéndome sentir la dureza de su polla en mi entrepierna. Estaba como loco.

Tranquila, ha venido su amigo, el que lo lleva de pesca y están hablando en la calle con él! Mi padre también! Mi mujer está dormida y mi madre vigilando a tu hija, así que tenemos un rato para nosotros!

Mientras hablaba me tenía agarrada por detrás mientras se restregaba contra mi culo. Notaba la dureza de su rabo con cada roce mientras sus manos abarcaban mis pechos y los amasaba apretándolos hasta llegar a hacerme daño. Notaba mis pezones duros como garbanzos. Julio me lamía el cuello empezando a conseguir bajar mis defensas. Mi chocho empezaba a humedecerse y a mojar mis bragas mientras empecé a intentar soltarme de su abrazo manteniendo aún los últimos intentos de mantener la compostura a pesar de que mi coño empezaba a decir lo contrario.

Déjame por favor! Le decía en tono de súplica intentando convencerlo mientras mis sienes parecían explotar con el esfuerzo que estaba realizando para quitármelo de encima.

Nos pueden pillar, joder!! Suéltame!! Le pedía una y otra vez mientras mi cuñado estaba cada vez más loco.

Déjame que te folle cuñada! Un polvo rápido! No puedo olvidarme de ti desde la ayer tarde, necesito metértela otra vez! No creas que te has librado de mi tan rápido! Dijo mientras tiraba de mis bragas hacia abajo intentando bajarlas.

Mi cuerpo permanecía echado hacia delante con la puerta trasera del todoterreno de mi marido abierta. Eso hacía que al ser alto el coche me encontrara en una situación de semiagachada apoyando mis manos en el asiento trasero. Tiró de mis bragas hasta el suelo con un grito de victoria, escapando de sus labios, cuando consiguió sacarlas de una pierna y dejarlas enrollada en el tobillo de la otra.

Me echó hacia delante abriéndome las piernas con su pie tirando del mío haciendo palanca. Había dejado de resistirme. Empecé a pensar que era mejor que lo que fuera a suceder pasara rápido para evitar que nadie nos echara en falta. La situación entre lo peligrosa y morbosa a la vez, había conseguido que mi corazón se disparara de nuevo sintiendo como la sangre volvía a subir hasta mis sienes con toda la rapidez del mundo. Sentí como mi cuñado agarraba su polla por el tronco y la dirigía hacia mi raja que ya estaba lo suficientemente lubricada para que no temiera a su glande. Ese glande que me había impresionado la primera vez que lo vi, pero que una vez que atravesó mi esfínter, entendí que podía pasar por cualquier agujero de mi cuerpo.

Pasó la cabeza de su polla por mis labios mojándola. Una y otra vez preparándola para invadirme. Para penetrar en mi interior. De repente y mientras pensaba en esto sentí como aquél estilete se introducía sin ningún tipo de impedimento dentro de mi coño haciéndome dar un grito que intenté controlar pero que no pude del todo.

Qué pasa zorra! Me dijo mi cuñado tirando de mi pelo hacia él.

¿ Quieres que nos oiga todo el mundo o qué? Dijo en mi oído mientras sacaba su polla y volvía a meterla de golpe de nuevo.

Bufff!! Salió de mi boca de nuevo sin poderlo controlar.

Sólo quiero vaciar mis huevos dentro de tu coño! Así que pórtate bien y haz que me corra pronto y así te dejaré tranquila! ¿Me entiendes putita? Me dijo mientras yo asentía con la cabeza ya que me empezaba a hacer daño al tirarme del pelo.

Soltó mi pelo y me cogió de las caderas empezando a bombear dentro de mi chocho que ya empezaba a adaptarse de nuevo a aquel ariete que amenazaba con traspasarlo. Las paredes de mi vagina empezaban a contraerse para atrapar aquel falo que tanto gusto le estaba dando, para sentir si se podía sentir todavía más, el roce con sus paredes.

Mis sienes junto con las aletas de mi nariz latían cada vez con más fuerza mientras sentía como empezaba a sentir la llegada del orgasmo.

Mi pecho subía y bajaba cada vez con más rapidez mientras sentía una y otra vez a mi cuñado penetrarme con su polla. Oía sus jadeos en mi cuello mientras me llamaba de todo.

Te gusta zorra! Claro que te gusta! Me decía entre jadeos.

Voy a llenarte el coño de leche para que me lleves dentro de ti todo el día y te acuerdes de mi cada vez que te sientes! Me decía haciéndome sentir la más puta de la tierra mientras sin esperarlo empecé a correrme en silencio, con la boca abierta, oyendo apenas salía el aliento de mi boca.

A la misma vez empecé a notar como su polla comenzaba palpitar y los espasmos que precedían a su corrida. De golpe sentí un chorro de leche y después otro y otro mientras mi cuñado gemía con voz ronca mientras se corría dentro de mi coño.

Yo me dejé caer un poco mientras mi cuñado permanecía ensartándome con su polla que hacía de apoyo para evitar que me cayera de rodillas. Salió de mi chocho dejándome ese vacío tan característico que sucedía las dos veces que me había follado.

Rápidamente se subió las bermudas que llevaba y yo reaccioné subiéndome mis bragas y recolocándome la camiseta cuando de repente se abrió la puerta del garaje y oí la voz de mi marido llamándome. Mi cuñado se agachó de golpe mientras yo respondía a su llamada cogiendo la caja que había venido a buscar y saliendo de allí en su busca todo lo rápido que daba mi nerviosismo.

Me lo encontré ya dentro del garaje. Agaché la cabeza e intenté salir de allí para evitar que descubriera a su hermano allí agachado ante su cara de estupefacción.

¿ Qué pasa Laura? Me tenías preocupado! Dijo saliendo detrás de mi al ver que no le hablaba.

¿Que qué me pasa? Dije toda congestionada entre el susto que tenía, el dolor de mis sienes y la rabia contenida por todo el estrés que estaba pasando y estallé (era una manera de desahogarme y de despistar sobre lo que estaba pasando en mi vida de un tiempo hasta ahora).

Pasa que estoy harta de que no me hagas caso desde que llegamos! Pasa que estoy con un dolor increíble de cabeza y en vez de venir a echarme una mano buscando los analgésicos pasas de mi y tengo que venir yo sola a buscarlo! Pasa….y rompí a llorar sin consuelo.

Joder Laura! Lo siento! No pensé que estuvieras así de mal conmigo! Todo esto lo dijo abrazándome y consolándome hasta que poco a poco fui calmándome y me quedé un rato así, abrazada a mi marido después de tantos días; hasta que mi corazón volvía a un ritmo de pulsaciones algo más normal y mi coño comenzaba a bajar el nivel de la excitación que había tenido un rato antes y que había hecho que mi vientre no hubiera dejado de temblar justo hasta este momento en que por fin parecía que había pasado el peligro y que había vuelto a escaparme de nuevo. Esta vez, todo hay que decirlo, por los pelos. Eso si cabe lo había hecho más morboso y más excitante si cabe todavía.

Sentía que poco a poco iba aumentando el nivel tanto de morbo como de riesgo. Una cosa potenciaba a la otra y viceversa. Una espiral muy peligrosa y difícil de controlar, que no sabía hasta donde me podía llevar pero que no podía evitar, al menos mientras estuviera tan fuera de mi ambiente y tan fuera de lo que era mi vida normal. Lo que no sabía era si después de lo sucedido en estos días, sería posible volver a controlar como hasta ahora, lo que era mi vida.

Nos separamos y cogidos de la mano dimos la vuelta a la casa y volvimos hasta donde estaban todos. Todos menos mi cuñado que había quedado oculto en el garaje y que no sabía, ni me importaba, como había logrado salir de esta situación. Bastante tenía con haberme escapado yo sin que Gustavo se diera cuenta.

Al llegar donde estaban ellos, mi cuñada despertó de su modorra y levantando la cabeza me hizo un guiño con el ojo sonriendo.

Mira los tortolitos! Dijo con voz pastosa.

¿De dónde vendrán? Dijo escondida detrás de sus gafas de sol.

De ningún de los sitios de los que tu calenturienta mente imagina! Contestó mi marido.

¿Ya ha venido vuestro chófer marino? ¿Qué significa eso cuñado? Siguió preguntando mi cuñada.

Que esta noche igual tenemos suerte y pescamos ese atún con el que estamos soñando desde que llegamos! Contestó Julio haciéndonos volver la cabeza mientras salía por la cocina al jardín.

¿Otra vez solas cuñada? Pues yo me voy otra vez!

¿Te apuntas? Me preguntó así de golpe.

Ya veremos Rosa! Ahora mismo te diría que no! Después de la siesta ya veremos! Dije yo sin importarme la opinión de mi marido.

Justo en ese momento sentí como mojaba mis bragas empezando a notar como mis ingles ya empezaban a pegarse a la costura de mis bragas con el semen de mi cuñado y mis jugos vaginales. Necesitaba lavarme y cambiarme de bragas.

Voy a tomarme un analgésico y ya lo vemos Rosa! Le dije a mi cuñada dirigiéndome hacia dentro de la casa.

Justo en la puerta de la cocina me encontré con Raúl y una gran bolsa en la mano. Dejándola en el suelo se paró delante de mi.

Un beso tía Laura! Me marcho que tengo que estudiar para un examen a principios de septiembre! Me dijo abrazándome y dándome dos besos sin dejar atisbo de nada de lo que había pasado entre él y yo.

Que tengas suerte! Dije sin recobrarme todavía del encuentro tan repentino que acababa de tener y que había vuelto a dispararme mi frecuencia cardiaca.

Me introduje en la casa y subí a mi habitación en busca de unas bragas limpias y algo de ropa para lavarme y cambiarme.

Elegí un pantalón corto vaquero y una camiseta de tirantes amarilla. Para debajo un sujetador blanco sin aros. No quería que mis pezones volvieran a insinuar en qué estado me encontraba en estos días.

Me alegré de que Raúl se marchara. Un riesgo menos para mi. Además eso indicaba que las vacaciones estaban en su recta final. Por un lado echaba de menos mi vida normal. Por otro lado, sabía que mi vida nunca volvería a ser normal después de lo sucedido estos días de vacaciones.

Me lavé mi entrepierna sintiendo como mi sexo estaba tan sensible o más que la noche anterior, sobre todo después de haber sido penetrada por semejante polla. No tenía ganas de ducharme. Empezaba a pasarme factura tantas emociones. Tanta tensión.

Me sequé con las bragas sucias y las eché al cesto de la ropa. Me puse la ropa limpia y bajé de nuevo al jardín. Allí estaba todo el mundo. Mi cuñada discutiendo con mi cuñado diciéndole lo mismo que le había recriminado yo a mi marido hacía un rato. Me miraba mientras discutía con él guiñándome un ojo. Mi cuñado pasaba de ella acostado en su hamaca. Mis suegros se miraban y sonreían. En fin, una típica imagen familiar veraniega.

Se acercaba la hora de la comida y aunque maldita la gana que tenía de hacer de comer después de la resaca y el estrés generado en el garaje con mi marido a punto de pillarme. Me estaba volviendo loca. Era irritante la poca consideración que tenía con esta familia y lo bien que me habían tratado desde que empecé a formar parte de ella. Me estaba comportando como una ingrata y como una desagradecida poniendo en peligro a toda mi familia.

Mi suegra seguía pendiente de mi hija que incansable entraba y salía de la piscina sin dejar de jugar con todos los juguetes acuáticos que esparcía por los alrededores de la piscina y que hacía intransitable algunas veces el paso por sus bordes.

¿Hacemos la comida cuñada? ¿Me oyes nena? Oía a Rosa mientras seguía concentrada en mis pensamientos.

Ehhh!! Despierta mujer! Insistía mi cuñada.

Perdona Rosa! Decías! Dije ante la carcajada de mi suegra y mi cuñada.

Estoy muy cansada! Ya no tengo edad para salir y llegar tan tarde! Estoy desentrenada! Dije a modo de disculpas ante la sonrisa de las dos mujeres.

Claro! Vamos a la cocina! Levantándome del sillón y acompañando a mi cuñada.

Entramos a la casa y cada una se puso a hacer una cosa distinta. Yo puse la mesa y preparé una ensalada. Mi cuñada sacó unos filetes de pollo y se dispuso a hacerlo a la plancha. Mientras se hacía la comida y viendo que estábamos solas y tranquilas mi cuñada comenzó a hablarme.

¿ Qué tal lo pasaste anoche cuñadita? Me preguntó con una mirada pícara y una sonrisa en la cara.

No le des más vuelta chica! Estamos de vacaciones y todo esto se quedará aquí! Dentro de unos días volveremos a nuestras vidas y lo que ha pasado aquí quedará como un recuerdo del verano! Siguió hablando Rosa ante mi mirada de angustia.

No estoy acostumbrada a estas cosas Rosa! Dije con todo el descaro del que fui capaz. Si tú supieras! Pensé para mi.

Es la primera vez que engaño a Gustavo y aunque me lo pasé bien, tampoco voy a negártelo, no sé si merece la pena como me siento hoy! Dije volviendo a mentir con todo el descaro del mundo.

Antes te dije que tenía que contarte una cosa muy fuerte ¿ lo recuerdas? Me dijo mi cuñada haciéndome recordar la frase que me había dejado toda intrigada.

Sí! ¿De qué se trata? Seguí preguntando si esperar que ella hablara.

Hace un año aproximadamente, me encoñé de un tío bastante más joven que yo! Te acuerdas del chico aquel de la mamada en la disco? Pues seguí con él un año. Era un golfo. Un chulo de mierda pero a mi me encantaba estar con él. Me volvía loca que me follara. Que me tratara como a una puta. Desaparecía durante días, algunas veces semanas. Cuando volvía a mi le estaba esperando con las piernas abiertas. Era una relación enfermiza! Bueno, una relación no era, como te he dicho antes era un encoñamiento.

Un día me llamó por teléfono y parecía muy apurado! Cuando me reuní con él estaba todo magullado y lleno de moratones. Le habían dado una paliza. Un ajuste de cuentas que se llama. Un ultimátum. Debía un dinero a cierta gente y le habían dado un aviso ante la tardanza en pagar del chico.

Se me vino el mundo abajo. Estaba enganchada al chulo aquél. Al macarra, porque así es como se comportó, como un macarra. Pero mi coño no dejó pensar a mi cabeza y sin valorar las consecuencias del lío en que me podía meter le dije que le conseguiría el dinero. Eran cinco mil euros, Laura. Un dineral para una mujer que no trabaja y que por si sola no podía ganar ese dinero.

Durante la exposición de todo esto permanecí callada escuchando y observando los cambios de expresión de mi cuñada y la angustia que se reflejaba en su cara ante la confesión que estaba realizando. Notaba el desahogo que representaba el estar contándome todo aquello y por un momento me sentí cómplice de ella, de su situación pasada y empaticé con ella como nunca creí que lo haría.

No podía pedírselo a Julio. Tampoco podía pedírselo a ningún amigo sin correr el riesgo de que se lo contara a mi marido, así que un día, en una conversación con unas amigas salió a relucir un prestamista.

Un amiga de una de ellas, había tenido que recurrir a uno de ellos y a pesar del interés tan alto en que esta gente prestaba el dinero, decían que la había sacado de una situación muy agobiante aunque no se lo recomendaba a nadie ya que el aspecto y la manera de actuar de estos prestamistas dista mucho del de las personas que estábamos acostumbrados a tratar.

No quise escuchar a mi cabeza y como seguía encoñada con mi hombre y no distinguía que era lo que de verdad estaba pasando y que solo me tenía para sacarme lo que pudiera, conseguí que me dieran la dirección de uno de estos individuos. Concerté una cita con él y conseguí los cinco mil euros. El interés, mejor no te lo digo para que no me llames tonta tantas veces como yo lo hice después. Una vez le dí el dinero, juró y perjuró que me lo devolvería y corrió a devolver lo que debía. O eso creí yo!. No he vuelto a verlo Laura!

Hijo de puta! Dijo masticando las palabras.

Dos mil euros conseguí pagarlos empeñando las pocas joyas que tenía y que no me había regalado Julio. Otros dos mil los pagué del dinero que iba guardando y ocultando del día a día. Pero los intereses me iban comiendo el terreno poco a poco. Hasta que llegó el día que no podía pagar y tuve que enfrentarme a mi prestamista.

Mi prestamista es un tipo alto, fuerte, con tatuajes, rapado y mal encarado. Un tipo a los que normalmente, las personas como nosotras, intentamos evitar. Digo es, porque todavía le debo dinero.

Cuando vio que no podía pagarle tan deprisa como él acostumbra y ante la ocasión que se le presentaba de poder tener a una pija, como él me llama, en sus manos llegó a un acuerdo conmigo. Como todavía le debo dos mil euros, acordamos que se los pagaría follando con él.

Sí Laura! Cobrándose cada polvo! Como si fuera una puta! Así llevo con él casi un año y el caso es que cada vez que me posee, cada vez que me tiene es una sensación de morbo y sufrimiento que no sé definir. Lo temo y lo espero. Es un momento único. No sé cómo explicártelo. ¿ Crees que estoy loca Laura?.

No! Bueno, no sé qué decirte la verdad! Intento comprenderte Rosa, pero es muy difícil! Es una situación muy rara, la verdad sea dicha! Si quieres dinero, puedo dártelo sin que nadie se entere, es todo lo que puedo hacer por ti! Le dije todavía impactada por la confesión de mi cuñada.

No! Ya no quiere dinero Laura! Solo me quiere a mi! Y no sé cómo quitármelo de encima, la verdad! Hoy me ha mandado un wasap. Quiere verme esta noche. Le he dicho que no sé si podría salir sola y no se lo cree. Ha amenazado con venir a buscarme y montar un escándalo. Tengo que ir a verlo pase lo que pase. Acompáñame por favor Laura! Sus ojos de súplica fue una tortura para mi. No quería dejarla sola pero tampoco quería complicarme la vida, todavía más de lo que ya la tenía.

Está bien Rosa! Te acompañaré pero sólo de escopeta! Tú serás la responsable de lo que pase después, si no me gusta lo que veo o me acompañas o me voy sola, ¿de acuerdo? Me oí decir más con el corazón que con la cabeza, por no dejarla en la estacada.

Comimos todos en familia como si no hubiéramos roto un plato en nuestras vidas. Mi hijo Marcos apareció a mitad de la comida llevándose la reprimenda de su padre y más cariñosamente de mi parte también. Era el único que no parecía participar de las actividades de la familia. Tendría que hablar con él cuando acabaran las vacaciones. No estaba dispuesta a tanta independencia a los diecisiete años. Las madres vemos las cosas de distinta manera a los padres.

Una vez acabada la comida y recogida la cocina y la mesa, observamos que nuestros maridos colaboraban de una manera decidida en estas tareas. Sabíamos que era porque esta noche nos tocaba de nuevo quedarnos solas. No sabían ellos el peligro que eso representaba.

Una vez acabado subimos a nuestras habitaciones. Estaba loca por echar una buena siesta. Lo necesitaba. Mi marido se quedó abajo y oí como se fue con su padre al club. Mi hija subió corriendo y se arrojó sobre mi cama. Se abrazó a mi dándome conversación. Era el mejor momento del día. Poco a poco nos rendimos al sueño. Yo primero, mi hija aburrida, después.

Desperté sola encima de la cama. Mi hija ya había despertado y la oía hablar con mi suegra en el jardín. Me desperecé y bajé a la piscina. Me senté en una hamaca y desde allí observé la energía que desprendía mi hija dentro de la piscina. Era incansable. Poco a poco fue pasando la tarde, allí, sin hacer nada. Relajada.

Al rato bajó mi cuñada hasta donde estábamos y se sentó en una hamaca con nosotras. Los hombres no estaban, como siempre. Hablamos de nuestras cosas mientras planeábamos que ponernos esa noche. Mi cuñada me miraba con cara de agradecimiento. Habría sido imposible negarse a ir con ella.

Llegaron nuestros maridos acompañados de mi suegro. Julio me miraba de una manera obscena. Sólo él y yo sabíamos lo que estaba pasando. Intentaban disculparse con lo de ir a pescar esa noche. MI cuñada y yo pasábamos del tema con delicadeza. Haciéndonos las enfadadas. Si ellos supieran!

A eso de las diez de la noche y una vez que los hombres se habían marchado, mi cuñada y yo decidimos que ponernos.

Mi cuñada se decidió por un vestido corto blanco que realzaba su culo y debido a lo corto que era también sus muslos. El escote era palabra de honor que acompañado por un sujetador sin tirantes le hacía lucir sus hombros libres de ataduras. Un poco de maquillaje, suficiente para el calor que hacía, la hacía una mujer apetitosa. Una MILF (término en inglés que quiere decir madre a la que me follaría) y ella estaba orgullosa de serlo.

Yo me decidí por una falda más bien cortita y una camisa blanca. Mi ropa interior también era blanca acorde con la camisa. Así la disimulaba más. Pensé para mi. No quería provocar esa noche lo que había pasado la noche anterior.

Un taxi vino a recogernos como la noche anterior y salimos para el pueblo.

Llegamos al paseo marítimo y esta vez, no entramos a un restaurante a cenar. Decidimos irnos de tapeo. Entramos en dos de los sitios de más fama de Almuñecar especializados en tapas. Es de esos sitios que pides una caña y te ponen el aperitivo. Repetimos hasta cinco veces entre los dos lugares de tapeo. Poco a poco empezamos a ponernos más y más contentas. Los tíos no dejaban de entrarnos pero esta noche al ser muy temprano sabíamos controlarnos y hacer que nos invitaran, pero nada más que eso. Cuando empezaban a querer algo más, rápidamente les dábamos de lado.

Conforme iba avanzando la noche mi camisa se abría un poco más hasta llegar a soltar un par de botones de más. La mente empezaba a desinhibirse y ante esta situación el peligro de perder la compostura aumentaba.

Mi cuñada estaba como eufórica y nerviosa. No dejaba de observarla intentando descifrar que era lo que tenía así de nerviosa. La verdad es que no entendía su postura. Si me pasara a mi estaría muerta de miedo. O quién sabe. Quién era yo para juzgarla después de haber sido capaza de llegar hasta donde había llegado. Intentaría beber algo más despacio, pensé para mi mientras apuraba la cuarta o quinta cerveza.

Mi cuñada mientras tanto no dejaba de mirar el móvil. Yo había decidido dejarme el mío en casa. Total no pensaba contestar a mi marido. Lo consideraba el culpable de que su mujer estuviera así tan suelta. Era una manera de disculparme.

Dejamos el bar donde estábamos y viendo que ya eran las doce de la noche decidimos irnos a tomar una copa y a bailar por lo que cogimos un taxi que nos dejó en la entrada de un sala de fiestas que parecía destinada a un público más o menos de nuestra edad por lo que deducimos al entrar en el local.

Nos dirigimos a la barra y pedimos dos gin tonic´s y mientras los ponían nos arreglamos un poco la ropa y el pelo mientras veíamos el ambiente del local que al ser algo temprano no parecía muy animado todavía.

Cogimos las dos copas y no dirigimos a una de las pistas. Comenzamos a bailar intentando pasarlo todo lo mejor que pudiéramos. Mi cuñada cogió el móvil y comenzó a escribir algo en él mientras algunos moscones empezaron a merodear por nuestro lado intentando entrar en contacto con nosotras. La verdad es que esta noche ya teníamos el plan hecho. Al menos mi cuñada. Estaba intrigada por ver quién era la persona que conseguía poner a mi cuñada tan nerviosa. Nunca la había visto como estaba esa noche. De repente levantó la mirada hacia mi y pude ver en sus ojos un destello de ¿ilusión, morbo, deseo?. No sé algo muy raro.

El calor empezaba a hacer mella en nuestros cuerpos y mi falda se pegaba al mío, haciendo que se acortara todavía más, dando lugar a una visión de mis muslos que no dejaría lugar a dudas del color que llevaba mi ropa interior.

Mientras pensaba esto eché en falta a mi cuñada y buscándola con la mirada la encontré en la barra hablando con un individuo alto, pelo casi rapado, lleno de tatuajes, con barba de tres o cuatro días y vestido de blanco al estilo ibicenco. Un macarra! Pensé para mi. Si me dijera que definiera lo que yo creía que era un macarra, un chulo de discoteca, le haría una foto a este personaje y la pondría de fondo de pantalla del móvil.

Tomé aire y me dirigí hacia ellos. ;i cuñada estaba embobada con él. Cuando llegué hasta donde estaban ellos y casi sin percatarse de mi presencia, saludé.

Hola! ¿Qué tal? Dije con la mejor de mis sonrisas.

Hola Laura! Contestó mi cuñada.

Este es Mario! Me presentó al individuo.

Mario, esta es Laura, mi cuñada! Continuó con las presentaciones.

Nos dimos dos besos y acercándose algo más de lo debido y cogiendo por la cintura haciendo que yo también empezara a ponerme nerviosa.

Un placer Laura! No sabía que Rosa tenía una cuñada así de buena! Dijo el semental sin quitar ojo a mi escote que me hizo advertir lo suelta que había ido hasta ese momento.

Continuamos apoyados en la barra. Yo mirando al tendido con la copa en la mano y ellos hablándose al oído y riendo sin cortarse ni un pelo. Empezaba a arrepentirme de haber cedido a los deseos de mi cuñada. No sé qué coño pintaba yo allí.

De pronto oi a mi cuñada separarse de él y decirle algo enojada:

Qué no Mario! Déjala en paz, joder! Ha venido a acompañarme! No tiene nada que ver en esto! Les oía discutir a pesar de que intentaban que no me enterara de la discusión.

Yo mientras seguía disimulando y acompañando la música con mi cuerpo. La bebida estaba empezando a hacerme efecto .Mi cuerpo empezaba a perder la compostura. Mi coño empezaba a suavizarse. Es un efecto secundario de la bebida en mi cuerpo. Nunca lo he podido remediar.

Voy al baño Laura! Dijo mi cuñada de repente dejándome allí sola con su chulo de discoteca.

Todavía no había llegado al baño mi cuñada cuando su amigo inicio su ataque acercándose más de lo debido hacia mi.

¿Entonces tú también estás casada nena? Preguntó con todo el descaro del mundo

Si! Y hace tiempo que dejé de ser una nena, por si no te has dado cuenta! Le dije con el mismo descaro del que había hecho gala.

¿Te creerás si te digo que estoy cachondo desde que te he visto? Continuó su ataque el macarra.

Tú naciste ya cachondo chico! Le dije poniéndome a su altura.

Poco a poco la gente nos iba empujando hacia uno de los laterales de la barra hasta que no pudiendo retroceder más choqué con la pared quedándome allí apoyada mientras el amigo de mi cuñada se pegaba a mi debido al empuje del resto de la gente.

Mientras me hablaba y debido al ruido de la música se acercaba cada vez más a mi oído haciendo que la situación se tornara cada vez más peligrosa. Mi nerviosismo iba en aumento y no dejaba de mirar hacia los aseos esperando ver de un momento a otro a mi cuñada.

De repente y ante mi sorpresa sentí como el tío metió su mano dentro de mi falda y agarró mi chocho por encima de mis bragas apretándolo. Intenté protestar y cuando iba a abrir la boca me estampó un beso metiendo su lengua todo lo dentro que pudo dentro de mi boca, que debido a la sorpresa que me llevé tardé unos segundo en cerrar. intentando morder su lengua.

Le empujé con mis manos pero apenas pude moverlo de donde estaba. Siguió con su mano hurgando en mi coño que ante tanto roce comenzaba a humedecer mis bragas.

La llegada de mi cuñada hizo que sacara la mano de dentro y que la oliera mientras me miraba fijamente a los ojos. Mi cuñada hizo como que no se dio cuenta y rápidamente se puso entre los dos separándonos ante mi desesperación por el avance del macarra.

Siguieron tonteando y rozándose. No entendía nada. No parecía ser el típico tío que te da miedo o al que intentas evitar a toda costa. Empezaba a no creerme lo que me había contado mi cuñada.

Voy a mear nenas! No os vayáis sin mi! Dijo iniciando el trayecto que había hasta los aseos.

Mi cuñada lo miró como extasiada. No entendía que había visto en semejante personaje.

¿Qué opinas Laura? Me preguntó como la adolescente que presenta a su chico a su mejor amiga.

¿Qué quieres que te diga Rosa? Ten cuidado porque no tiene desperdicio y no se corta ni un pelo! Acaba de entrarme a mi también! Tiene para todas por lo visto! Dije haciendo que mi cuñada rompiera a reír contagiándome a mi también.

Ya lo sé! Está cómo loco contigo también! Continuó mi cuñada.

Dice que nos da mil euros si vamos a su habitación con él! Dijo ante mi sorpresa.

Jajajaj…ni loca! Dije poniéndome muy seria de golpe.

¿No lo habrás pensado ni por un momento verdad? Le dije empezando a temer que lo estaba diciendo en serio.

Joder Laura! No sabía lo que era follar hasta que lo encontré! Me confesó con toda la vehemencia de la que fue capaz.

Qué no joder! Insistí a pesar de que había sentido un pinchazo en mi vientre con la última confesión de mi cuñada.

Vamos al hotel con él y tú decides si sigues adelante o no! Hazlo por mi por favor Laura! Me suplicaba con sus mejillas encendidas.

Si no quieres quedarte te bajas al hall del hotel y me esperas allí! Hazlo por mi anda!.

Mientras hablábamos, el camarero llegó con otras dos copas y le dí un trago largo. Esto acentuó la bruma que empezaba a nublar mi cerebro y sin esperarlo me oí decir.

Vale! Pero si no me gusta la historia me salgo de la habitación! Dicho esto mi cuñada se abrazó a mi y me besó en la cara demostrándome lo colada que estaba por este semental. O por su polla más bien.

Cuando volvió del aseo y ante la prisa de mi cuñada y sin haber acabado del todo la copa nos pusimos en marcha hacia el hotel de su amigo. Entramos los tres juntos al hall y ante la mirada del recepcionista el macho alfa pidió su llave. Nosotras dos seguimos hasta el ascensor intentando no dejarnos ver muy de cerca, no se sabe quién puede conocerte después en cualquier lugar y en el momento más inoportuno.

Subimos en el ascensor sin cortarse un pelo, Mario cogió a mi cuñada del culo y restregándose con ella metió su lengua dentro de la boca de mi cuñada que entregada colaboraba en un beso largo y húmedo que duró durante todo el trayecto del ascensor y que hizo que mi chocho empezara a babear.

Pues empezamos bien! Pensé intentando mirar para otro lado sin conseguirlo ya que el ascensor no daba para esconderse mucho.

Entramos en su habitación y sin mirarnos empezó a desnudarse quedándose sólo con el bóxer blanco con la tira de la cintura azul marino mostrando el mapa que llevaba dibujado en cada rincón de su cuerpo.

-Acompáñame al baño! Dijo mi cuñada cogiéndome de la mano y echándole un beso a su hombre.

Una vez dentro del baño mi cuñada se levantó el vestido y bajó sus bragas sentándose en la taza y comenzando a mear mientras me miraba. Yo me arreglaba en el espejo intentando sofocar el calor que empezaba a sentir y que se acentuaba con mi nerviosismo. La verdad es que no sabía si deseaba estar allí. No escarmientas! Pensé para mi. Mi cabeza decía eso. Mi coño y mi vientre parecían decir lo contrario. Mi cuñada se levantó y se secó con papel higiénico ocupando yo su lugar en la taza. Todo esto lo hicimos sin hablar ni una palabra mientras mi cuñada también se arreglaba el pelo y la ropa mirándose al espejo. Me subí las bragas y después de haber repetido la operación realizada antes por mi cuñada, me arreglé la falda estirándola todo lo que puede.

Salimos las dos juntas del baño mientras Mario estaba acostado encima de la cama. Nos había preparado dos gin tonic´s y sobre el cristal de la mesa habían dos rayas de un polvo blanco que enseguida adiviné que era coca. Mi cuñada se dirigió a la mesa y cogió un canutillo que había ya hecho sobre la mesa con un billete de veinte euros y aspiró de un golpe como si lo estuviera haciendo todos los días. Entonces me di cuenta que ya había hecho esa misma acción de esnifar unas cuantas veces.

Me miró y me ofreció el canutillo. Dije que no con la cabeza. Desde mi época de la facultad no había vuelto a probar nada de drogas. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Mi cuñada se acercó al borde de la cama. El macho alfa la miraba de arriba abajo mientras un destello salía de los ojos de mi cuñada fruto del alcohol, la coca y el deseo.

Desnúdate nena! Dijo sin dejar de acariciarse el paquete que ya empezaba a marcar su silueta dejando entrever un buen tamaño a pesar de estar a media erección.

Mi cuñada no se hizo esperar y muy despacio tiró de su vestido hacia arriba sacándoselo por la cabeza y dejándolo caer allí mismo a sus pies. Su sujetador sin tirantes también blanco y su tanga de color rosa permanecieron puestos.

El rabo de su amigo crecía por momentos comenzando a intentar asomar por encima de la tira de arriba.

Ven! Chúpamela anda! Haz tu trabajo! Dijo con toda la seguridad del mundo.

Mi cuñada se dejó caer en la cama y gateando llegó hasta el bóxer del chico y tiró de él hacia abajo dejando ver un capullo de unos dieciocho centímetro y del grosor de un vaso de tubo.

Bajando el bóxer hasta las rodillas agachó su cabeza y dio un lametón a todo el tronco del falo de abajo arriba lamiendo su glande y ensalivándolo hasta que empezó a introducírselo en su boca muy despacio mirando a su hombre a los ojos. Cada vez iba metiendo más y más dentro la polla del chulo que la estaba prostituyendo haciéndole parecer lo que estaba viendo que le gustaba: una puta. Su puta!. En ese momento y viendo el deleite y la satisfacción que decía su mirada comprendí que no pensaba pagar su deuda con aquel hombre hasta que éste no se cansara de ella.

Desde el sofá donde estaba sentada veía su culo en pompa y su tanga separar sus labios hinchados ya por el deseo, mientras su boca oculta de mi vista, subía y bajaba haciéndole una mamada que ni en las actrices porno había conseguido ver.

Miraba cada vez más excitada y sin apenas moverme mientras continuaba bebiendo de mi copa sin apenas darme cuenta.

Por encima de mi cuñada veía al semental mirarme mientras acompañaba con su mano la cabeza de su amante mientras subía y bajaba de su polla. Dirigió su mirada a la mesita y me hizo un gesto de que me metiera la raya que quedaba.

Con la cabeza le dije que no casi sin moverla. Empezaba a sentir cada vez más calor. Estaba inmovilizada con la escena.

Mario tiró del sujetador de Rosa dejándole caer sus pechos que así colgando y sin soltar su presa de su boca le daba un aspecto muy sexy y morboso.

Casi sin darme cuenta me arrodillé en el suelo, cogí el canutillo y sin meditarlo esnifé de un solo envite la raya de coca que subió por mi nariz explotando en mi cerebro haciéndome saltar las lágrimas y despejando mi cabeza de golpe.

Cuando Mario vio que había acatado su deseo. Levantó la cabeza de mi cuñada de su polla y le señalo con la cabeza hacia donde yo estaba. Mi cuñada volvió su cabeza y un hilo de saliva colgaba de su labio. Lo aspiró y se levantó sus rodillas de la cama acercándose donde yo estaba.

Me puse de pie muy despacio quedándome quieta mirándola. Sus ojos estaban como encendidos (imagino que los míos presentaban el mismo aspecto) y lentamente se acercó a mi. Lo primero en lo que me fijé fue en sus pezones, grandes, dorados, sobre todo me fijé en cómo destacaban sobre el color blanco de la parte que su bikini impedía que diera el sol. Unos pezones duros apuntándome. Mi chocho empezó a segregar líquido.

Sin dejar de mirarme a los ojos comenzó desabotonar los botones de mi camisa uno a uno. Muy despacio. Sin dejar de mirarme. Por encima de su hombro veía al macarra con la mano en su polla, pajeándola sin dejar de mirarnos. Dura, como una piedra. El glande congestionado debido al acúmulo de sangre.

Cuando volví a mi cuñada ya había abierto mi camisa y sacándola de mi falda la dejó caer al suelo. Al aire quedó mi sostén blanco con puntillas que me había puesto para la ocasión y para que no se notara con la camisa blanca. Mis manos se acomodaron cada una sobre un pecho. Intentando taparlos a pesar del sostén.

Mi cuñada siguió mirándome mientras soltaba el botón de mi falda y bajaba la cremallera cortita que hacía que permaneciera ajustada a mis caderas. La dejó caer al suelo. Sentí el roce de la falda al caer acariciando mis muslos. Saqué un pie y con el otro la alejé nosotras.

Mi cuñada se acercó su boca a la mía y sin decir nada metió su lengua entre mis labios tan suavemente que mi coño empezó a latir. A la misma vez bajó los tirantes de mi sujetador hasta dejar caer mis tetas sobre mi pecho. Noté el peso de las dos y mis pezones desafiantes apuntando directamente hacia mi cuñada (tenía unas tetas preciosas, me vi pensando en ese momento) mientras sentí su lengua buscando la mía y su mano buscando mi chocho apartando las bragas y tirando de ellas hacia abajo hasta hacer que descendieran por mis muslos. Ayudé en la labor sacándolas de mis tobillos. De pronto me encontré desnuda en medio de la habitación mientras mi cuñada besaba mi cuello y un tío que no conocía se hacía una paja mientras nos miraba. El cuadro la verdad es que me puso a cien.

Mi cuñada se situó detrás de mi y suavemente me empujó hacia la cama enfrentándome a su macho. Me hizo arrodillar en y con las manos gatear hasta llegar hasta donde estaba la polla de Mario. Sin tener que pedírmelo comencé a chupársela muy despacio al principio y después algo más rápido metiendo todo aquel falo en mi garganta haciendo que las arcadas llenaran mis ojos de lágrimas. No estaba dispuesta a ser menos que mi cuñada. Aquel tipo estaba en el cielo. Dos tías como nosotras peleándonos por él. Su sueño hecho realidad sin duda. El estaba acostumbrado a tirarse cualquier putilla de tres al cuarto y no dos hembras maduras y con clase como nosotras.

Mientras lamía su glande intentando hacer que se corriera sentí la lengua de mi cuñada barrer mi raja de abajo hasta mi esfínter ensalivándolo y mojándolo haciendo que notara el calor de su lengua. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal e hizo que se erizara todo mi vello. Mis pezones estaban dispuestos a estallar y romperse en mil pedazos. Su lengua entro dentro de mi vulva haciendo que mis labios se abrieran. Un extraño placer empezó a recorrer mi vientre. Nunca me había comido el coño una mujer. Notaba como abría con sus dedos mis labios y llegaba al clítoris lamiéndolo y chupándolo haciendo que estallara en un orgasmo que debido a que tenía dentro de mi boca la verga de este tío solo salieran bufidos amortiguados mientras mi vientre temblaba con los espasmos del orgasmo y mi coño latía como si el corazón bombeara toda su sangre en él.

MI cuñada no dejaba de lamerme el coño y yo no aguantaba más. Necesitaba que me follara. Necesitaba esa polla dentro de mi. Dentro de mi coño.

Sin decir nada dejé de mamar. Me puse de espaldas a él a cuatro patas, como estaba hasta ahora. Necesitaba que me montara. Necesitaba que me poseyera. Que me hiciera suya. Que me follara como a una perra. No era consciente de mis actos. No pedí protección. Me daba igual. No pensaba. La sensatez había desaparecido de mi vida. Era una animal salida en época de celo. No importaba quién me follara.

En eso estaba mi pensamiento cuando Mario entendiendo lo que quería se colocó de rodillas detrás de mi. Escupió sobre mi chocho, apoyó la cabeza de mi polla en su entrada y sin avisar me penetró de una estocada haciéndome daño. Grité, de daño de placer. Las lágrimas afloraron a mis ojos. Pareció enardecerse con el grito y agarrando mis caderas empezó a penetrarme cada vez más rápido cada vez más fuerte. Mi cuñada se situó en los pies de la cama sujetándome. Sujetándole la hembra a su macho mientras éste me montaba y me llamaba de todo.

¿Te gusta zorra? Ya lo creo, me he follado a tías más guarras que tú y no han disfrutado lo que estás disfrutando tú esta noche!

Mi cabeza iba y venía con cada empujón de mi macho. Siii!1 También era mi macho en ese momento. No paraba de gemir con cada entrada de su polla. De vez en cuando se escapaba un grito y un suspiro de mi garganta mientras sentía la polla como horadaba mi coño y como lamía mi vagina ensanchándola.

Te voy a llenar el coño de leche puta! Vas a ir a acostarte con tu marido con el coño lleno de otro tío! Decía sin soltar mis caderas y penetrándome como si quisiera partirme en dos.

De repente otra vez empezó a nublarse la vista sintiendo como ascendía el placer desde mi coño, pasando por mi vientre y diseminándose desde allí por todos los rincones de mi cuerpo, mientras mi boca se abría y jadeaba y ya no oí nada más. Empecé a sentir como su polla se hinchaba dispuesta a vaciarse dentro de mi. Y de repente sentí la primera descarga, caliente, espesa, abundante y ya no me acuerdo de más. Tan solo como gemía y bufaba el macho que me estaba montando y de repente la oscuridad, el desfallecimiento, el éxtasis.

Desperté desnuda, hecha un ovillo sobre mi misma, abrazándome yo sola. Sentí el frío de la mañana acariciar mi cuerpo. Levanté la cabeza para situarme donde estaba. No me acordaba de nada en ese momento. Vi un pie de mujer colgando de la cama y la mano de un hombre por otro lado y me dormí de nuevo esperando….

CONTINUARA…

PD: Las fantasías algunas veces se hacen realidad aunque son las menos, la verdad sea dicha. No nos atrevemos la mayoría de las veces. Soñamos con ello, pero no nos atrevemos.

….Todavía sin reponerme del todo de lo sucedido en el parking nos metimos en aquél taxi que mi cuñada, previsora, había conseguido localizar y hacer que nos llevara hasta nuestra casa y la noche acabara mejor de lo que yo misma me temía una vez visto lo que había pasado.

Sentía mis bragas empapadas con la mezcla del semen del chico y mis fluidos. Mi sexo muy irritado, no me dejaba olvidarme de todo lo que había sucedido esa tarde. Tenía esa sensación de tenerlo todo allí abajo inflamado. Mi culo mantenía esa sensación constante de querer ir al aseo (no sé si me entendéis, aunque creo que sí, sobre todo si habéis dejado que alguien entre por detrás y os follen un rato).

Anda qué! Impresionada me has dejado, Laurita! Dijo mi cuñada al rato de ir en el taxi camino del chalet de mis suegros.

Esto debe de quedar entre nosotros chiquilla! Jajajaja…qué sorpresas te da la vida! Dijo mi cuñada sin parar de reir. El taxista miraba de reojo por el espejo retrovisor quizás pensando en que había recogido a dos tías bastante pasadas de bebida y que por lo que adivinaba se lo había pasado muy bien esa noche.

Tenemos que salir alguna noche más cuñada! Esto no debe de quedar así! Madre mía que polvo nos han echado! Estos jóvenes están muy puestos en esto de follar, no es como antes, costaba más! Ahora lo tienen hecho por suerte para nosotras! Continuó diciéndome mi cuñada en voz baja haciendo que de repente rompiéramos a reír, no sé ya si fruto de la relajación después de lo que habíamos hecho o debido al alcohol que todavía mantenía parte de su efecto en nuestras cabezas.

El taxista alucinaba con nuestras risas. Llegamos a la puerta del chalet y mi cuñada( otra vez mi cuñada) sacó una llave yo no sé de dónde, que evitó el tener que llamar a esas horas tan incómodas de la madrugada. Miré mi reloj y las agujas pasaban de las cuatro y media.

En silencio y haciendo gestos ostensibles con el dedo de no levantar la voz mientras apenas conseguíamos controlar nuestras risas nos introducimos en el jardín y avanzamos hasta la casa. Al pasar al lado de la piscina, mi cuñada haciendo alarde de su atrevimiento, me retó a terminar la noche dentro de la piscina.

No hay coño a meternos en la piscina! Me dijo mirándome desafiante a los ojos con esa mezcla de picardía que no había desaparecido de sus ojos en toda la noche.

Venga ya Rosa! Que es muy tarde joder! Le dije no muy convencida de querer ir a acostarme y dar por concluida la noche.

De repente vi a mi cuñada tirar de su vestido hacia arriba y quedarse en ropa interior. Tiró su vestido sobre el poco césped que rodeaba a la piscina y descalzándose se dirigió hacia el borde de la piscina. Allí me miró sonriendo esperando mi reacción.

Encogiéndome de hombros ante la provocación que acababa de hacerme mi cuñada, me desnudé y en ropa interior también me dirigí hacia donde estaba mi cuñada.

Si no te quitas los zapatos te los vas a mojar Reina! Dijo mi cuñada llevándonos la mano a la boca para silenciar nuestra carcajada y evitar despertar a todo el mundo.

Sin podernos contener empezamos a hacer el gesto de silencio con los dedos mientras lentamente nos metíamos en el agua. A pesar de lo calurosa de la noche, mi piel se erizó de golpe haciendo que mis pezones sobresalieran de mi sujetador sin aros que hacía que mis pechos se adaptaran a él como si fuera una segunda piel. Miré a mi cuñada, que también estaba adaptándose al frescor del agua, viendo sus pezones endurecerse y amenazar con salirse del sujetador. Unos pezones que pude observar eran más gruesos que los míos y no sé por qué imaginé cómo sería el mordérselos.

Poco a poco íbamos introduciéndonos en el agua hasta que una vez llegado hasta el cuello y para evitar mojarnos el pelo, paramos y nos quedamos allí mirándonos. Nos acercamos a la orilla y nos parapetamos detrás de una hamaca situada estratégicamente, entre la piscina y la casa, hacía que nos pudiera ocultar de cualquier mirada indiscreta, sobre todo de nuestros maridos o de mis suegros.

Buff! Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien Laura! Me dijo mi cuñada en voz baja.

No me lo creo después de contarme lo que me has contado en la cena, Rosa! Le dije en el mismo tono de voz.

Es verdad! Será el que no esperaba que sucediera lo que ha pasado o que tú estuvieras presente! Eso ha hecho que subieran los decibelios del morbo que ha tenido lo que hemos hecho en el parking!

He tenido algún que otro rollete, todo hay que decirlo, pero no con el morbo de esta noche! Siguió hablando Rosa.

Otra noche que salgamos te cuento una cosa muy fuerte! Pero eso será otra noche, ahora vamos a acostarnos y a comportarnos como dos señoras que han salido a cenar, se lo han pasado bien, dentro de las posibilidades que nos dan nuestros maridos y que han vuelto a casa como dos esposas complacientes que siguen enfadadas por habernos dejado tiradas nuestros encantadores maridos! Dijo mi cuñada toda seria y metida en el papel.

Jajajaj … No pude contener la risa haciendo que mi cuñada pusiera su mano en mi boca para amortiguar la carcajada.

Cuéntame que es eso tan fuerte que tienes que contarme anda, no me dejes así! Le dije casi suplicante.

Nooo!! Así te obligo a que volvamos a repetir esta salida, las dos solas! Ahora vamos a dormir! Dijo dirigiéndose hacia las escaleras.

Al salir de la piscina observé que sus bragas se habían pegado a su culo y que se le marcaba la raja de su culo. Fue una visión muy sexy de mi cuñada ya que su trasero era una de las mejores partes de su anatomía. A pesar de ser algo ancha de caderas, la perfección de su culo la hacía muy atractiva.

Cogimos nuestros vestidos del suelo y junto con nuestros zapatos nos dirigimos hacia nuestras habitaciones. Subimos en silencio procurando no hacer ruido para no despertar a nadie. Mi cuñada se despidió de mi, en silencio, introduciéndose en su habitación que estaba a oscuras. Nos manteníamos tan sólo con las luces que entraban por una ventana que daba al jardín, situada al fondo del pasillo.

Antes de entrar en mi habitación, me dirigí al baño ya que tenía mi vejiga llena después de haberme bebido la botella de agua de un tirón.

Hice mis necesidades y al salir casi me tropecé con mi cuñado, que en bóxer se dirigía al baño. Me quedé mirando su entrepierna dónde se adivinaba lo que ya sabía que existía. Incluso a media erección se adivinaba el tamaño que podía tener.

No encontramos en mitad de la puerta. Yo intenté salir y mi cuñado se interpuso entre el pasillo y yo que con mi ropa interior empapada y mi vestido y mis zapatos en la mano tampoco estaba para quedarme mucho tiempo allí con el riesgo de que alguien nos viera. Mis pezones volvieron a endurecerse un poquito más.

Os lo habéis pasado bien cuñadita! Dijo el muy cabrón pasando un dedo por uno de mis pezones notando la dureza del mismo.

Muy bien, cuñadito! Dije remarcando la frase y dejando que dibujara la silueta de mi pezón hasta que decidí empujarle con delicadeza y salir al pasillo dejándolo atrás sabiendo que su mirada estaba puesta en mi culo y sintiendo mis bragas pegadas a él. Sin mirar atrás me dirigí a mi habitación.

Al mismo entrar y una vez acostumbrada a la penumbra de mi dormitorio, me deshice de mi ropa interior quedándome desnuda. Me puse unas bragas secas y una camiseta de mi marido y me acosté junto a él que dormía sin percatarse de que acababa de llegar.

Me quedé dormida al momento. Notaba mi sexo irritado entre sueños. Sólo me acordaba de eso. Mis pezones seguían duros a pesar de haber entrado ya en calor desde hacía un rato. Mi sueño era intranquilo fruto del alcohol ingerido y de todos los acontecimientos que había vivido durante el día. Las imágenes iban y venían. Unas veces eran de placer. Otras eran de angustia por mi comportamiento. ¿Qué habría querido decir mi cuñada con lo de contarme algo muy fuerte?. De repente el vacío. Mi sueño entró en la profundidad de la noche y ya no recordaba nada más hasta que me desperté a media mañana.

El escándalo de mi hija en el jardín hizo que poco a poco abriera los ojos y me encontrara sola encima de la cama. La camiseta se había enrollado sobre mi vientre y había dejado mis bragas al aire. Eso fue lo primero que vi al conseguir fijar la mirada sobre mi cuerpo. La cabeza empezó a recordarme los excesos ocurridos durante la noche a base de punzadas en mis sienes. Notaba como el corazón bombeaba sangre que chocaba contra mis sienes y luego seguía su camino por el resto de mi organismo volviendo de nuevo a chocar, hasta que cuanto más veces notaba su latido más penoso se me hacía, teniendo que volver a cerrar los ojos para amortiguar el dolor que me producía.

Esta situación se repitió varias veces hasta que poco a poco conseguí abrir los ojos y mantenerlos abiertos sin sentir ese dolor tan molesto en la sienes aunque la verdad es que solo conseguí disminuir la sucesión de latidos tan seguida que martilleaba mi mente amenazando con romperla.

Desde luego no volvería a beber (al menos eso era lo que pasaba por mi cabeza en ese momento) o eso era lo que creía en ese momento.

Me puse de pie en ese momento, me arreglé la camiseta y me dirigí al baño. Subí la tapa del wáter y dejé que la naturaleza hiciera el resto. Me sequé con papel higiénico y cómo una autómata conseguí subirme las bragas sin perder del todo el equilibrio. Me eché agua en la cara. Revisé mis ojeras sin alarmarme por ello ya que me estaba acostumbrando a ellas. Últimamente formaban parte de mi. No sé si debido a mis comeduras de coco o en este caso debido a los excesos de una noche, por qué no decirlo.

Me recompuse un poco el pelo y bajé a la planta baja a desayunar y tomarme algo para disimular un poco la resaca que llevaba encima.

En el salón no había nadie. Mejor, pensé para mi. Abrí el frigorífico y saqué un zumo de piña. Algo con azúcar y fresquito era lo que me pedía el cuerpo en ese momento.

Con el vaso de zumo en la mano me dirigí hacia la salida de la cocina que daba con el jardín y la piscina. El martilleo de mis sienes continuaba haciéndome la situación, tan de mañana, ya insostenible.

Intenté recordar dónde había dejado mi caja de ibuprofeno sin llegar a situar dónde la había visto por última vez.

Buenos días a todos! Dije haciendo que mis cuñados, mi suegra y mi marido se volvieran de sus asientos echándome una mirada que me dio la impresión que era de lástima al ver mi aspecto.

¿Sabes dónde puede estar mi caja de ibuprofeno Gustavo? Dije a mi marido esperando que supiera dónde podía estar y me aliviara el esfuerzo de intentar recordar dónde la podía haber puesto.

La última vez que la vi estaba en el coche! Dijo mi marido.

Me tocaba ir a la parte de atrás de la casa donde se guardaban los coches. Mi marido no había tenido la delicadeza de ir a buscarme la caja al coche. Esto de estar de vacaciones relajaba de más las relaciones. No me extraña que la mayoría de separaciones se produzcan en vacaciones. Estaba empezando yo también a hartarme. Aunque reconozco que sería incapaz de separarme de mi marido así sin motivo grave me refiero, por una tontería.

Metida en mis pensamientos abrí la puerta que daba al garaje y entré en él. Encendí la luz y me dirigí a nuestro coche. A pesar de haber encendido la luz dentro del coche no terminaba de ver dónde podía haber dejado la caja. Me incliné por debajo del asiento delantero y no conseguía ver donde estaba la dichosa caja.

Cerré la puerta de delante y abrí la de detrás. Me incliné todo lo que pude buscando debajo de mi asiento. Sentía cómo el frescor del lugar se reflejaba en mi culo que había quedado al descubierto sólo tapado por mis bragas.

Aquí está! Dije en voz alta cuando de repente sentí una mano acariciar mi entrepierna abarcando mi sexo por encima de mis bragas.

Joder!! Dije en voz alta asustándome al no controlar quién estaba detrás de mi al estar echada sobre mi cuerpo con la cabeza metida en la parte trasera de mi asiento.

Me volví con cara de pocos amigos creyendo que era mi marido el causante del susto, cuando de repente vi la cara de mi cuñado sonriendo detrás de mi sin sacar la mano de mi coño.

Estás loco coño! Dije intentando recomponer la postura que tenía mientras mi cuñado no dejaba de apretarme mi entrepierna intentando bajarme las bragas con la otra mano.

Puede venir tu hermano en cualquier momento y formarse la tragedia! Incorporándome como pude a pesar de que no me dejaba espacio para moverme.

Me abrazó apretándome contra él haciéndome sentir la dureza de su polla en mi entrepierna. Estaba como loco.

Tranquila, ha venido su amigo, el que lo lleva de pesca y están hablando en la calle con él! Mi padre también! Mi mujer está dormida y mi madre vigilando a tu hija, así que tenemos un rato para nosotros!

Mientras hablaba me tenía agarrada por detrás mientras se restregaba contra mi culo. Notaba la dureza de su rabo con cada roce mientras sus manos abarcaban mis pechos y los amasaba apretándolos hasta llegar a hacerme daño. Notaba mis pezones duros como garbanzos. Julio me lamía el cuello empezando a conseguir bajar mis defensas. Mi chocho empezaba a humedecerse y a mojar mis bragas mientras empecé a intentar soltarme de su abrazo manteniendo aún los últimos intentos de mantener la compostura a pesar de que mi coño empezaba a decir lo contrario.

Déjame por favor! Le decía en tono de súplica intentando convencerlo mientras mis sienes parecían explotar con el esfuerzo que estaba realizando para quitármelo de encima.

Nos pueden pillar, joder!! Suéltame!! Le pedía una y otra vez mientras mi cuñado estaba cada vez más loco.

Déjame que te folle cuñada! Un polvo rápido! No puedo olvidarme de ti desde la ayer tarde, necesito metértela otra vez! No creas que te has librado de mi tan rápido! Dijo mientras tiraba de mis bragas hacia abajo intentando bajarlas.

Mi cuerpo permanecía echado hacia delante con la puerta trasera del todoterreno de mi marido abierta. Eso hacía que al ser alto el coche me encontrara en una situación de semiagachada apoyando mis manos en el asiento trasero. Tiró de mis bragas hasta el suelo con un grito de victoria, escapando de sus labios, cuando consiguió sacarlas de una pierna y dejarlas enrollada en el tobillo de la otra.

Me echó hacia delante abriéndome las piernas con su pie tirando del mío haciendo palanca. Había dejado de resistirme. Empecé a pensar que era mejor que lo que fuera a suceder pasara rápido para evitar que nadie nos echara en falta. La situación entre lo peligrosa y morbosa a la vez, había conseguido que mi corazón se disparara de nuevo sintiendo como la sangre volvía a subir hasta mis sienes con toda la rapidez del mundo. Sentí como mi cuñado agarraba su polla por el tronco y la dirigía hacia mi raja que ya estaba lo suficientemente lubricada para que no temiera a su glande. Ese glande que me había impresionado la primera vez que lo vi, pero que una vez que atravesó mi esfínter, entendí que podía pasar por cualquier agujero de mi cuerpo.

Pasó la cabeza de su polla por mis labios mojándola. Una y otra vez preparándola para invadirme. Para penetrar en mi interior. De repente y mientras pensaba en esto sentí como aquél estilete se introducía sin ningún tipo de impedimento dentro de mi coño haciéndome dar un grito que intenté controlar pero que no pude del todo.

Qué pasa zorra! Me dijo mi cuñado tirando de mi pelo hacia él.

¿ Quieres que nos oiga todo el mundo o qué? Dijo en mi oído mientras sacaba su polla y volvía a meterla de golpe de nuevo.

Bufff!! Salió de mi boca de nuevo sin poderlo controlar.

Sólo quiero vaciar mis huevos dentro de tu coño! Así que pórtate bien y haz que me corra pronto y así te dejaré tranquila! ¿Me entiendes putita? Me dijo mientras yo asentía con la cabeza ya que me empezaba a hacer daño al tirarme del pelo.

Soltó mi pelo y me cogió de las caderas empezando a bombear dentro de mi chocho que ya empezaba a adaptarse de nuevo a aquel ariete que amenazaba con traspasarlo. Las paredes de mi vagina empezaban a contraerse para atrapar aquel falo que tanto gusto le estaba dando, para sentir si se podía sentir todavía más, el roce con sus paredes.

Mis sienes junto con las aletas de mi nariz latían cada vez con más fuerza mientras sentía como empezaba a sentir la llegada del orgasmo.

Mi pecho subía y bajaba cada vez con más rapidez mientras sentía una y otra vez a mi cuñado penetrarme con su polla. Oía sus jadeos en mi cuello mientras me llamaba de todo.

Te gusta zorra! Claro que te gusta! Me decía entre jadeos.

Voy a llenarte el coño de leche para que me lleves dentro de ti todo el día y te acuerdes de mi cada vez que te sientes! Me decía haciéndome sentir la más puta de la tierra mientras sin esperarlo empecé a correrme en silencio, con la boca abierta, oyendo apenas salía el aliento de mi boca.

A la misma vez empecé a notar como su polla comenzaba palpitar y los espasmos que precedían a su corrida. De golpe sentí un chorro de leche y después otro y otro mientras mi cuñado gemía con voz ronca mientras se corría dentro de mi coño.

Yo me dejé caer un poco mientras mi cuñado permanecía ensartándome con su polla que hacía de apoyo para evitar que me cayera de rodillas. Salió de mi chocho dejándome ese vacío tan característico que sucedía las dos veces que me había follado.

Rápidamente se subió las bermudas que llevaba y yo reaccioné subiéndome mis bragas y recolocándome la camiseta cuando de repente se abrió la puerta del garaje y oí la voz de mi marido llamándome. Mi cuñado se agachó de golpe mientras yo respondía a su llamada cogiendo la caja que había venido a buscar y saliendo de allí en su busca todo lo rápido que daba mi nerviosismo.

Me lo encontré ya dentro del garaje. Agaché la cabeza e intenté salir de allí para evitar que descubriera a su hermano allí agachado ante su cara de estupefacción.

¿ Qué pasa Laura? Me tenías preocupado! Dijo saliendo detrás de mi al ver que no le hablaba.

¿Que qué me pasa? Dije toda congestionada entre el susto que tenía, el dolor de mis sienes y la rabia contenida por todo el estrés que estaba pasando y estallé (era una manera de desahogarme y de despistar sobre lo que estaba pasando en mi vida de un tiempo hasta ahora).

Pasa que estoy harta de que no me hagas caso desde que llegamos! Pasa que estoy con un dolor increíble de cabeza y en vez de venir a echarme una mano buscando los analgésicos pasas de mi y tengo que venir yo sola a buscarlo! Pasa….y rompí a llorar sin consuelo.

Joder Laura! Lo siento! No pensé que estuvieras así de mal conmigo! Todo esto lo dijo abrazándome y consolándome hasta que poco a poco fui calmándome y me quedé un rato así, abrazada a mi marido después de tantos días; hasta que mi corazón volvía a un ritmo de pulsaciones algo más normal y mi coño comenzaba a bajar el nivel de la excitación que había tenido un rato antes y que había hecho que mi vientre no hubiera dejado de temblar justo hasta este momento en que por fin parecía que había pasado el peligro y que había vuelto a escaparme de nuevo. Esta vez, todo hay que decirlo, por los pelos. Eso si cabe lo había hecho más morboso y más excitante si cabe todavía.

Sentía que poco a poco iba aumentando el nivel tanto de morbo como de riesgo. Una cosa potenciaba a la otra y viceversa. Una espiral muy peligrosa y difícil de controlar, que no sabía hasta donde me podía llevar pero que no podía evitar, al menos mientras estuviera tan fuera de mi ambiente y tan fuera de lo que era mi vida normal. Lo que no sabía era si después de lo sucedido en estos días, sería posible volver a controlar como hasta ahora, lo que era mi vida.

Nos separamos y cogidos de la mano dimos la vuelta a la casa y volvimos hasta donde estaban todos. Todos menos mi cuñado que había quedado oculto en el garaje y que no sabía, ni me importaba, como había logrado salir de esta situación. Bastante tenía con haberme escapado yo sin que Gustavo se diera cuenta.

Al llegar donde estaban ellos, mi cuñada despertó de su modorra y levantando la cabeza me hizo un guiño con el ojo sonriendo.

Mira los tortolitos! Dijo con voz pastosa.

¿De dónde vendrán? Dijo escondida detrás de sus gafas de sol.

De ningún de los sitios de los que tu calenturienta mente imagina! Contestó mi marido.

¿Ya ha venido vuestro chófer marino? ¿Qué significa eso cuñado? Siguió preguntando mi cuñada.

Que esta noche igual tenemos suerte y pescamos ese atún con el que estamos soñando desde que llegamos! Contestó Julio haciéndonos volver la cabeza mientras salía por la cocina al jardín.

¿Otra vez solas cuñada? Pues yo me voy otra vez!

¿Te apuntas? Me preguntó así de golpe.

Ya veremos Rosa! Ahora mismo te diría que no! Después de la siesta ya veremos! Dije yo sin importarme la opinión de mi marido.

Justo en ese momento sentí como mojaba mis bragas empezando a notar como mis ingles ya empezaban a pegarse a la costura de mis bragas con el semen de mi cuñado y mis jugos vaginales. Necesitaba lavarme y cambiarme de bragas.

Voy a tomarme un analgésico y ya lo vemos Rosa! Le dije a mi cuñada dirigiéndome hacia dentro de la casa.

Justo en la puerta de la cocina me encontré con Raúl y una gran bolsa en la mano. Dejándola en el suelo se paró delante de mi.

Un beso tía Laura! Me marcho que tengo que estudiar para un examen a principios de septiembre! Me dijo abrazándome y dándome dos besos sin dejar atisbo de nada de lo que había pasado entre él y yo.

Que tengas suerte! Dije sin recobrarme todavía del encuentro tan repentino que acababa de tener y que había vuelto a dispararme mi frecuencia cardiaca.

Me introduje en la casa y subí a mi habitación en busca de unas bragas limpias y algo de ropa para lavarme y cambiarme.

Elegí un pantalón corto vaquero y una camiseta de tirantes amarilla. Para debajo un sujetador blanco sin aros. No quería que mis pezones volvieran a insinuar en qué estado me encontraba en estos días.

Me alegré de que Raúl se marchara. Un riesgo menos para mi. Además eso indicaba que las vacaciones estaban en su recta final. Por un lado echaba de menos mi vida normal. Por otro lado, sabía que mi vida nunca volvería a ser normal después de lo sucedido estos días de vacaciones.

Me lavé mi entrepierna sintiendo como mi sexo estaba tan sensible o más que la noche anterior, sobre todo después de haber sido penetrada por semejante polla. No tenía ganas de ducharme. Empezaba a pasarme factura tantas emociones. Tanta tensión.

Me sequé con las bragas sucias y las eché al cesto de la ropa. Me puse la ropa limpia y bajé de nuevo al jardín. Allí estaba todo el mundo. Mi cuñada discutiendo con mi cuñado diciéndole lo mismo que le había recriminado yo a mi marido hacía un rato. Me miraba mientras discutía con él guiñándome un ojo. Mi cuñado pasaba de ella acostado en su hamaca. Mis suegros se miraban y sonreían. En fin, una típica imagen familiar veraniega.

Se acercaba la hora de la comida y aunque maldita la gana que tenía de hacer de comer después de la resaca y el estrés generado en el garaje con mi marido a punto de pillarme. Me estaba volviendo loca. Era irritante la poca consideración que tenía con esta familia y lo bien que me habían tratado desde que empecé a formar parte de ella. Me estaba comportando como una ingrata y como una desagradecida poniendo en peligro a toda mi familia.

Mi suegra seguía pendiente de mi hija que incansable entraba y salía de la piscina sin dejar de jugar con todos los juguetes acuáticos que esparcía por los alrededores de la piscina y que hacía intransitable algunas veces el paso por sus bordes.

¿Hacemos la comida cuñada? ¿Me oyes nena? Oía a Rosa mientras seguía concentrada en mis pensamientos.

Ehhh!! Despierta mujer! Insistía mi cuñada.

Perdona Rosa! Decías! Dije ante la carcajada de mi suegra y mi cuñada.

Estoy muy cansada! Ya no tengo edad para salir y llegar tan tarde! Estoy desentrenada! Dije a modo de disculpas ante la sonrisa de las dos mujeres.

Claro! Vamos a la cocina! Levantándome del sillón y acompañando a mi cuñada.

Entramos a la casa y cada una se puso a hacer una cosa distinta. Yo puse la mesa y preparé una ensalada. Mi cuñada sacó unos filetes de pollo y se dispuso a hacerlo a la plancha. Mientras se hacía la comida y viendo que estábamos solas y tranquilas mi cuñada comenzó a hablarme.

¿ Qué tal lo pasaste anoche cuñadita? Me preguntó con una mirada pícara y una sonrisa en la cara.

No le des más vuelta chica! Estamos de vacaciones y todo esto se quedará aquí! Dentro de unos días volveremos a nuestras vidas y lo que ha pasado aquí quedará como un recuerdo del verano! Siguió hablando Rosa ante mi mirada de angustia.

No estoy acostumbrada a estas cosas Rosa! Dije con todo el descaro del que fui capaz. Si tú supieras! Pensé para mi.

Es la primera vez que engaño a Gustavo y aunque me lo pasé bien, tampoco voy a negártelo, no sé si merece la pena como me siento hoy! Dije volviendo a mentir con todo el descaro del mundo.

Antes te dije que tenía que contarte una cosa muy fuerte ¿ lo recuerdas? Me dijo mi cuñada haciéndome recordar la frase que me había dejado toda intrigada.

Sí! ¿De qué se trata? Seguí preguntando si esperar que ella hablara.

Hace un año aproximadamente, me encoñé de un tío bastante más joven que yo! Te acuerdas del chico aquel de la mamada en la disco? Pues seguí con él un año. Era un golfo. Un chulo de mierda pero a mi me encantaba estar con él. Me volvía loca que me follara. Que me tratara como a una puta. Desaparecía durante días, algunas veces semanas. Cuando volvía a mi le estaba esperando con las piernas abiertas. Era una relación enfermiza! Bueno, una relación no era, como te he dicho antes era un encoñamiento.

Un día me llamó por teléfono y parecía muy apurado! Cuando me reuní con él estaba todo magullado y lleno de moratones. Le habían dado una paliza. Un ajuste de cuentas que se llama. Un ultimátum. Debía un dinero a cierta gente y le habían dado un aviso ante la tardanza en pagar del chico.

Se me vino el mundo abajo. Estaba enganchada al chulo aquél. Al macarra, porque así es como se comportó, como un macarra. Pero mi coño no dejó pensar a mi cabeza y sin valorar las consecuencias del lío en que me podía meter le dije que le conseguiría el dinero. Eran cinco mil euros, Laura. Un dineral para una mujer que no trabaja y que por si sola no podía ganar ese dinero.

Durante la exposición de todo esto permanecí callada escuchando y observando los cambios de expresión de mi cuñada y la angustia que se reflejaba en su cara ante la confesión que estaba realizando. Notaba el desahogo que representaba el estar contándome todo aquello y por un momento me sentí cómplice de ella, de su situación pasada y empaticé con ella como nunca creí que lo haría.

No podía pedírselo a Julio. Tampoco podía pedírselo a ningún amigo sin correr el riesgo de que se lo contara a mi marido, así que un día, en una conversación con unas amigas salió a relucir un prestamista.

Un amiga de una de ellas, había tenido que recurrir a uno de ellos y a pesar del interés tan alto en que esta gente prestaba el dinero, decían que la había sacado de una situación muy agobiante aunque no se lo recomendaba a nadie ya que el aspecto y la manera de actuar de estos prestamistas dista mucho del de las personas que estábamos acostumbrados a tratar.

No quise escuchar a mi cabeza y como seguía encoñada con mi hombre y no distinguía que era lo que de verdad estaba pasando y que solo me tenía para sacarme lo que pudiera, conseguí que me dieran la dirección de uno de estos individuos. Concerté una cita con él y conseguí los cinco mil euros. El interés, mejor no te lo digo para que no me llames tonta tantas veces como yo lo hice después. Una vez le dí el dinero, juró y perjuró que me lo devolvería y corrió a devolver lo que debía. O eso creí yo!. No he vuelto a verlo Laura!

Hijo de puta! Dijo masticando las palabras.

Dos mil euros conseguí pagarlos empeñando las pocas joyas que tenía y que no me había regalado Julio. Otros dos mil los pagué del dinero que iba guardando y ocultando del día a día. Pero los intereses me iban comiendo el terreno poco a poco. Hasta que llegó el día que no podía pagar y tuve que enfrentarme a mi prestamista.

Mi prestamista es un tipo alto, fuerte, con tatuajes, rapado y mal encarado. Un tipo a los que normalmente, las personas como nosotras, intentamos evitar. Digo es, porque todavía le debo dinero.

Cuando vio que no podía pagarle tan deprisa como él acostumbra y ante la ocasión que se le presentaba de poder tener a una pija, como él me llama, en sus manos llegó a un acuerdo conmigo. Como todavía le debo dos mil euros, acordamos que se los pagaría follando con él.

Sí Laura! Cobrándose cada polvo! Como si fuera una puta! Así llevo con él casi un año y el caso es que cada vez que me posee, cada vez que me tiene es una sensación de morbo y sufrimiento que no sé definir. Lo temo y lo espero. Es un momento único. No sé cómo explicártelo. ¿ Crees que estoy loca Laura?.

No! Bueno, no sé qué decirte la verdad! Intento comprenderte Rosa, pero es muy difícil! Es una situación muy rara, la verdad sea dicha! Si quieres dinero, puedo dártelo sin que nadie se entere, es todo lo que puedo hacer por ti! Le dije todavía impactada por la confesión de mi cuñada.

No! Ya no quiere dinero Laura! Solo me quiere a mi! Y no sé cómo quitármelo de encima, la verdad! Hoy me ha mandado un wasap. Quiere verme esta noche. Le he dicho que no sé si podría salir sola y no se lo cree. Ha amenazado con venir a buscarme y montar un escándalo. Tengo que ir a verlo pase lo que pase. Acompáñame por favor Laura! Sus ojos de súplica fue una tortura para mi. No quería dejarla sola pero tampoco quería complicarme la vida, todavía más de lo que ya la tenía.

Está bien Rosa! Te acompañaré pero sólo de escopeta! Tú serás la responsable de lo que pase después, si no me gusta lo que veo o me acompañas o me voy sola, ¿de acuerdo? Me oí decir más con el corazón que con la cabeza, por no dejarla en la estacada.

Comimos todos en familia como si no hubiéramos roto un plato en nuestras vidas. Mi hijo Marcos apareció a mitad de la comida llevándose la reprimenda de su padre y más cariñosamente de mi parte también. Era el único que no parecía participar de las actividades de la familia. Tendría que hablar con él cuando acabaran las vacaciones. No estaba dispuesta a tanta independencia a los diecisiete años. Las madres vemos las cosas de distinta manera a los padres.

Una vez acabada la comida y recogida la cocina y la mesa, observamos que nuestros maridos colaboraban de una manera decidida en estas tareas. Sabíamos que era porque esta noche nos tocaba de nuevo quedarnos solas. No sabían ellos el peligro que eso representaba.

Una vez acabado subimos a nuestras habitaciones. Estaba loca por echar una buena siesta. Lo necesitaba. Mi marido se quedó abajo y oí como se fue con su padre al club. Mi hija subió corriendo y se arrojó sobre mi cama. Se abrazó a mi dándome conversación. Era el mejor momento del día. Poco a poco nos rendimos al sueño. Yo primero, mi hija aburrida, después.

Desperté sola encima de la cama. Mi hija ya había despertado y la oía hablar con mi suegra en el jardín. Me desperecé y bajé a la piscina. Me senté en una hamaca y desde allí observé la energía que desprendía mi hija dentro de la piscina. Era incansable. Poco a poco fue pasando la tarde, allí, sin hacer nada. Relajada.

Al rato bajó mi cuñada hasta donde estábamos y se sentó en una hamaca con nosotras. Los hombres no estaban, como siempre. Hablamos de nuestras cosas mientras planeábamos que ponernos esa noche. Mi cuñada me miraba con cara de agradecimiento. Habría sido imposible negarse a ir con ella.

Llegaron nuestros maridos acompañados de mi suegro. Julio me miraba de una manera obscena. Sólo él y yo sabíamos lo que estaba pasando. Intentaban disculparse con lo de ir a pescar esa noche. MI cuñada y yo pasábamos del tema con delicadeza. Haciéndonos las enfadadas. Si ellos supieran!

A eso de las diez de la noche y una vez que los hombres se habían marchado, mi cuñada y yo decidimos que ponernos.

Mi cuñada se decidió por un vestido corto blanco que realzaba su culo y debido a lo corto que era también sus muslos. El escote era palabra de honor que acompañado por un sujetador sin tirantes le hacía lucir sus hombros libres de ataduras. Un poco de maquillaje, suficiente para el calor que hacía, la hacía una mujer apetitosa. Una MILF (término en inglés que quiere decir madre a la que me follaría) y ella estaba orgullosa de serlo.

Yo me decidí por una falda más bien cortita y una camisa blanca. Mi ropa interior también era blanca acorde con la camisa. Así la disimulaba más. Pensé para mi. No quería provocar esa noche lo que había pasado la noche anterior.

Un taxi vino a recogernos como la noche anterior y salimos para el pueblo.

Llegamos al paseo marítimo y esta vez, no entramos a un restaurante a cenar. Decidimos irnos de tapeo. Entramos en dos de los sitios de más fama de Almuñecar especializados en tapas. Es de esos sitios que pides una caña y te ponen el aperitivo. Repetimos hasta cinco veces entre los dos lugares de tapeo. Poco a poco empezamos a ponernos más y más contentas. Los tíos no dejaban de entrarnos pero esta noche al ser muy temprano sabíamos controlarnos y hacer que nos invitaran, pero nada más que eso. Cuando empezaban a querer algo más, rápidamente les dábamos de lado.

Conforme iba avanzando la noche mi camisa se abría un poco más hasta llegar a soltar un par de botones de más. La mente empezaba a desinhibirse y ante esta situación el peligro de perder la compostura aumentaba.

Mi cuñada estaba como eufórica y nerviosa. No dejaba de observarla intentando descifrar que era lo que tenía así de nerviosa. La verdad es que no entendía su postura. Si me pasara a mi estaría muerta de miedo. O quién sabe. Quién era yo para juzgarla después de haber sido capaza de llegar hasta donde había llegado. Intentaría beber algo más despacio, pensé para mi mientras apuraba la cuarta o quinta cerveza.

Mi cuñada mientras tanto no dejaba de mirar el móvil. Yo había decidido dejarme el mío en casa. Total no pensaba contestar a mi marido. Lo consideraba el culpable de que su mujer estuviera así tan suelta. Era una manera de disculparme.

Dejamos el bar donde estábamos y viendo que ya eran las doce de la noche decidimos irnos a tomar una copa y a bailar por lo que cogimos un taxi que nos dejó en la entrada de un sala de fiestas que parecía destinada a un público más o menos de nuestra edad por lo que deducimos al entrar en el local.

Nos dirigimos a la barra y pedimos dos gin tonic´s y mientras los ponían nos arreglamos un poco la ropa y el pelo mientras veíamos el ambiente del local que al ser algo temprano no parecía muy animado todavía.

Cogimos las dos copas y no dirigimos a una de las pistas. Comenzamos a bailar intentando pasarlo todo lo mejor que pudiéramos. Mi cuñada cogió el móvil y comenzó a escribir algo en él mientras algunos moscones empezaron a merodear por nuestro lado intentando entrar en contacto con nosotras. La verdad es que esta noche ya teníamos el plan hecho. Al menos mi cuñada. Estaba intrigada por ver quién era la persona que conseguía poner a mi cuñada tan nerviosa. Nunca la había visto como estaba esa noche. De repente levantó la mirada hacia mi y pude ver en sus ojos un destello de ¿ilusión, morbo, deseo?. No sé algo muy raro.

El calor empezaba a hacer mella en nuestros cuerpos y mi falda se pegaba al mío, haciendo que se acortara todavía más, dando lugar a una visión de mis muslos que no dejaría lugar a dudas del color que llevaba mi ropa interior.

Mientras pensaba esto eché en falta a mi cuñada y buscándola con la mirada la encontré en la barra hablando con un individuo alto, pelo casi rapado, lleno de tatuajes, con barba de tres o cuatro días y vestido de blanco al estilo ibicenco. Un macarra! Pensé para mi. Si me dijera que definiera lo que yo creía que era un macarra, un chulo de discoteca, le haría una foto a este personaje y la pondría de fondo de pantalla del móvil.

Tomé aire y me dirigí hacia ellos. ;i cuñada estaba embobada con él. Cuando llegué hasta donde estaban ellos y casi sin percatarse de mi presencia, saludé.

Hola! ¿Qué tal? Dije con la mejor de mis sonrisas.

Hola Laura! Contestó mi cuñada.

Este es Mario! Me presentó al individuo.

Mario, esta es Laura, mi cuñada! Continuó con las presentaciones.

Nos dimos dos besos y acercándose algo más de lo debido y cogiendo por la cintura haciendo que yo también empezara a ponerme nerviosa.

Un placer Laura! No sabía que Rosa tenía una cuñada así de buena! Dijo el semental sin quitar ojo a mi escote que me hizo advertir lo suelta que había ido hasta ese momento.

Continuamos apoyados en la barra. Yo mirando al tendido con la copa en la mano y ellos hablándose al oído y riendo sin cortarse ni un pelo. Empezaba a arrepentirme de haber cedido a los deseos de mi cuñada. No sé qué coño pintaba yo allí.

De pronto oi a mi cuñada separarse de él y decirle algo enojada:

Qué no Mario! Déjala en paz, joder! Ha venido a acompañarme! No tiene nada que ver en esto! Les oía discutir a pesar de que intentaban que no me enterara de la discusión.

Yo mientras seguía disimulando y acompañando la música con mi cuerpo. La bebida estaba empezando a hacerme efecto .Mi cuerpo empezaba a perder la compostura. Mi coño empezaba a suavizarse. Es un efecto secundario de la bebida en mi cuerpo. Nunca lo he podido remediar.

Voy al baño Laura! Dijo mi cuñada de repente dejándome allí sola con su chulo de discoteca.

Todavía no había llegado al baño mi cuñada cuando su amigo inicio su ataque acercándose más de lo debido hacia mi.

¿Entonces tú también estás casada nena? Preguntó con todo el descaro del mundo

Si! Y hace tiempo que dejé de ser una nena, por si no te has dado cuenta! Le dije con el mismo descaro del que había hecho gala.

¿Te creerás si te digo que estoy cachondo desde que te he visto? Continuó su ataque el macarra.

Tú naciste ya cachondo chico! Le dije poniéndome a su altura.

Poco a poco la gente nos iba empujando hacia uno de los laterales de la barra hasta que no pudiendo retroceder más choqué con la pared quedándome allí apoyada mientras el amigo de mi cuñada se pegaba a mi debido al empuje del resto de la gente.

Mientras me hablaba y debido al ruido de la música se acercaba cada vez más a mi oído haciendo que la situación se tornara cada vez más peligrosa. Mi nerviosismo iba en aumento y no dejaba de mirar hacia los aseos esperando ver de un momento a otro a mi cuñada.

De repente y ante mi sorpresa sentí como el tío metió su mano dentro de mi falda y agarró mi chocho por encima de mis bragas apretándolo. Intenté protestar y cuando iba a abrir la boca me estampó un beso metiendo su lengua todo lo dentro que pudo dentro de mi boca, que debido a la sorpresa que me llevé tardé unos segundo en cerrar. intentando morder su lengua.

Le empujé con mis manos pero apenas pude moverlo de donde estaba. Siguió con su mano hurgando en mi coño que ante tanto roce comenzaba a humedecer mis bragas.

La llegada de mi cuñada hizo que sacara la mano de dentro y que la oliera mientras me miraba fijamente a los ojos. Mi cuñada hizo como que no se dio cuenta y rápidamente se puso entre los dos separándonos ante mi desesperación por el avance del macarra.

Siguieron tonteando y rozándose. No entendía nada. No parecía ser el típico tío que te da miedo o al que intentas evitar a toda costa. Empezaba a no creerme lo que me había contado mi cuñada.

Voy a mear nenas! No os vayáis sin mi! Dijo iniciando el trayecto que había hasta los aseos.

Mi cuñada lo miró como extasiada. No entendía que había visto en semejante personaje.

¿Qué opinas Laura? Me preguntó como la adolescente que presenta a su chico a su mejor amiga.

¿Qué quieres que te diga Rosa? Ten cuidado porque no tiene desperdicio y no se corta ni un pelo! Acaba de entrarme a mi también! Tiene para todas por lo visto! Dije haciendo que mi cuñada rompiera a reír contagiándome a mi también.

Ya lo sé! Está cómo loco contigo también! Continuó mi cuñada.

Dice que nos da mil euros si vamos a su habitación con él! Dijo ante mi sorpresa.

Jajajaj…ni loca! Dije poniéndome muy seria de golpe.

¿No lo habrás pensado ni por un momento verdad? Le dije empezando a temer que lo estaba diciendo en serio.

Joder Laura! No sabía lo que era follar hasta que lo encontré! Me confesó con toda la vehemencia de la que fue capaz.

Qué no joder! Insistí a pesar de que había sentido un pinchazo en mi vientre con la última confesión de mi cuñada.

Vamos al hotel con él y tú decides si sigues adelante o no! Hazlo por mi por favor Laura! Me suplicaba con sus mejillas encendidas.

Si no quieres quedarte te bajas al hall del hotel y me esperas allí! Hazlo por mi anda!.

Mientras hablábamos, el camarero llegó con otras dos copas y le dí un trago largo. Esto acentuó la bruma que empezaba a nublar mi cerebro y sin esperarlo me oí decir.

Vale! Pero si no me gusta la historia me salgo de la habitación! Dicho esto mi cuñada se abrazó a mi y me besó en la cara demostrándome lo colada que estaba por este semental. O por su polla más bien.

Cuando volvió del aseo y ante la prisa de mi cuñada y sin haber acabado del todo la copa nos pusimos en marcha hacia el hotel de su amigo. Entramos los tres juntos al hall y ante la mirada del recepcionista el macho alfa pidió su llave. Nosotras dos seguimos hasta el ascensor intentando no dejarnos ver muy de cerca, no se sabe quién puede conocerte después en cualquier lugar y en el momento más inoportuno.

Subimos en el ascensor sin cortarse un pelo, Mario cogió a mi cuñada del culo y restregándose con ella metió su lengua dentro de la boca de mi cuñada que entregada colaboraba en un beso largo y húmedo que duró durante todo el trayecto del ascensor y que hizo que mi chocho empezara a babear.

Pues empezamos bien! Pensé intentando mirar para otro lado sin conseguirlo ya que el ascensor no daba para esconderse mucho.

Entramos en su habitación y sin mirarnos empezó a desnudarse quedándose sólo con el bóxer blanco con la tira de la cintura azul marino mostrando el mapa que llevaba dibujado en cada rincón de su cuerpo.

-Acompáñame al baño! Dijo mi cuñada cogiéndome de la mano y echándole un beso a su hombre.

Una vez dentro del baño mi cuñada se levantó el vestido y bajó sus bragas sentándose en la taza y comenzando a mear mientras me miraba. Yo me arreglaba en el espejo intentando sofocar el calor que empezaba a sentir y que se acentuaba con mi nerviosismo. La verdad es que no sabía si deseaba estar allí. No escarmientas! Pensé para mi. Mi cabeza decía eso. Mi coño y mi vientre parecían decir lo contrario. Mi cuñada se levantó y se secó con papel higiénico ocupando yo su lugar en la taza. Todo esto lo hicimos sin hablar ni una palabra mientras mi cuñada también se arreglaba el pelo y la ropa mirándose al espejo. Me subí las bragas y después de haber repetido la operación realizada antes por mi cuñada, me arreglé la falda estirándola todo lo que puede.

Salimos las dos juntas del baño mientras Mario estaba acostado encima de la cama. Nos había preparado dos gin tonic´s y sobre el cristal de la mesa habían dos rayas de un polvo blanco que enseguida adiviné que era coca. Mi cuñada se dirigió a la mesa y cogió un canutillo que había ya hecho sobre la mesa con un billete de veinte euros y aspiró de un golpe como si lo estuviera haciendo todos los días. Entonces me di cuenta que ya había hecho esa misma acción de esnifar unas cuantas veces.

Me miró y me ofreció el canutillo. Dije que no con la cabeza. Desde mi época de la facultad no había vuelto a probar nada de drogas. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Mi cuñada se acercó al borde de la cama. El macho alfa la miraba de arriba abajo mientras un destello salía de los ojos de mi cuñada fruto del alcohol, la coca y el deseo.

Desnúdate nena! Dijo sin dejar de acariciarse el paquete que ya empezaba a marcar su silueta dejando entrever un buen tamaño a pesar de estar a media erección.

Mi cuñada no se hizo esperar y muy despacio tiró de su vestido hacia arriba sacándoselo por la cabeza y dejándolo caer allí mismo a sus pies. Su sujetador sin tirantes también blanco y su tanga de color rosa permanecieron puestos.

El rabo de su amigo crecía por momentos comenzando a intentar asomar por encima de la tira de arriba.

Ven! Chúpamela anda! Haz tu trabajo! Dijo con toda la seguridad del mundo.

Mi cuñada se dejó caer en la cama y gateando llegó hasta el bóxer del chico y tiró de él hacia abajo dejando ver un capullo de unos dieciocho centímetro y del grosor de un vaso de tubo.

Bajando el bóxer hasta las rodillas agachó su cabeza y dio un lametón a todo el tronco del falo de abajo arriba lamiendo su glande y ensalivándolo hasta que empezó a introducírselo en su boca muy despacio mirando a su hombre a los ojos. Cada vez iba metiendo más y más dentro la polla del chulo que la estaba prostituyendo haciéndole parecer lo que estaba viendo que le gustaba: una puta. Su puta!. En ese momento y viendo el deleite y la satisfacción que decía su mirada comprendí que no pensaba pagar su deuda con aquel hombre hasta que éste no se cansara de ella.

Desde el sofá donde estaba sentada veía su culo en pompa y su tanga separar sus labios hinchados ya por el deseo, mientras su boca oculta de mi vista, subía y bajaba haciéndole una mamada que ni en las actrices porno había conseguido ver.

Miraba cada vez más excitada y sin apenas moverme mientras continuaba bebiendo de mi copa sin apenas darme cuenta.

Por encima de mi cuñada veía al semental mirarme mientras acompañaba con su mano la cabeza de su amante mientras subía y bajaba de su polla. Dirigió su mirada a la mesita y me hizo un gesto de que me metiera la raya que quedaba.

Con la cabeza le dije que no casi sin moverla. Empezaba a sentir cada vez más calor. Estaba inmovilizada con la escena.

Mario tiró del sujetador de Rosa dejándole caer sus pechos que así colgando y sin soltar su presa de su boca le daba un aspecto muy sexy y morboso.

Casi sin darme cuenta me arrodillé en el suelo, cogí el canutillo y sin meditarlo esnifé de un solo envite la raya de coca que subió por mi nariz explotando en mi cerebro haciéndome saltar las lágrimas y despejando mi cabeza de golpe.

Cuando Mario vio que había acatado su deseo. Levantó la cabeza de mi cuñada de su polla y le señalo con la cabeza hacia donde yo estaba. Mi cuñada volvió su cabeza y un hilo de saliva colgaba de su labio. Lo aspiró y se levantó sus rodillas de la cama acercándose donde yo estaba.

Me puse de pie muy despacio quedándome quieta mirándola. Sus ojos estaban como encendidos (imagino que los míos presentaban el mismo aspecto) y lentamente se acercó a mi. Lo primero en lo que me fijé fue en sus pezones, grandes, dorados, sobre todo me fijé en cómo destacaban sobre el color blanco de la parte que su bikini impedía que diera el sol. Unos pezones duros apuntándome. Mi chocho empezó a segregar líquido.

Sin dejar de mirarme a los ojos comenzó desabotonar los botones de mi camisa uno a uno. Muy despacio. Sin dejar de mirarme. Por encima de su hombro veía al macarra con la mano en su polla, pajeándola sin dejar de mirarnos. Dura, como una piedra. El glande congestionado debido al acúmulo de sangre.

Cuando volví a mi cuñada ya había abierto mi camisa y sacándola de mi falda la dejó caer al suelo. Al aire quedó mi sostén blanco con puntillas que me había puesto para la ocasión y para que no se notara con la camisa blanca. Mis manos se acomodaron cada una sobre un pecho. Intentando taparlos a pesar del sostén.

Mi cuñada siguió mirándome mientras soltaba el botón de mi falda y bajaba la cremallera cortita que hacía que permaneciera ajustada a mis caderas. La dejó caer al suelo. Sentí el roce de la falda al caer acariciando mis muslos. Saqué un pie y con el otro la alejé nosotras.

Mi cuñada se acercó su boca a la mía y sin decir nada metió su lengua entre mis labios tan suavemente que mi coño empezó a latir. A la misma vez bajó los tirantes de mi sujetador hasta dejar caer mis tetas sobre mi pecho. Noté el peso de las dos y mis pezones desafiantes apuntando directamente hacia mi cuñada (tenía unas tetas preciosas, me vi pensando en ese momento) mientras sentí su lengua buscando la mía y su mano buscando mi chocho apartando las bragas y tirando de ellas hacia abajo hasta hacer que descendieran por mis muslos. Ayudé en la labor sacándolas de mis tobillos. De pronto me encontré desnuda en medio de la habitación mientras mi cuñada besaba mi cuello y un tío que no conocía se hacía una paja mientras nos miraba. El cuadro la verdad es que me puso a cien.

Mi cuñada se situó detrás de mi y suavemente me empujó hacia la cama enfrentándome a su macho. Me hizo arrodillar en y con las manos gatear hasta llegar hasta donde estaba la polla de Mario. Sin tener que pedírmelo comencé a chupársela muy despacio al principio y después algo más rápido metiendo todo aquel falo en mi garganta haciendo que las arcadas llenaran mis ojos de lágrimas. No estaba dispuesta a ser menos que mi cuñada. Aquel tipo estaba en el cielo. Dos tías como nosotras peleándonos por él. Su sueño hecho realidad sin duda. El estaba acostumbrado a tirarse cualquier putilla de tres al cuarto y no dos hembras maduras y con clase como nosotras.

Mientras lamía su glande intentando hacer que se corriera sentí la lengua de mi cuñada barrer mi raja de abajo hasta mi esfínter ensalivándolo y mojándolo haciendo que notara el calor de su lengua. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal e hizo que se erizara todo mi vello. Mis pezones estaban dispuestos a estallar y romperse en mil pedazos. Su lengua entro dentro de mi vulva haciendo que mis labios se abrieran. Un extraño placer empezó a recorrer mi vientre. Nunca me había comido el coño una mujer. Notaba como abría con sus dedos mis labios y llegaba al clítoris lamiéndolo y chupándolo haciendo que estallara en un orgasmo que debido a que tenía dentro de mi boca la verga de este tío solo salieran bufidos amortiguados mientras mi vientre temblaba con los espasmos del orgasmo y mi coño latía como si el corazón bombeara toda su sangre en él.

MI cuñada no dejaba de lamerme el coño y yo no aguantaba más. Necesitaba que me follara. Necesitaba esa polla dentro de mi. Dentro de mi coño.

Sin decir nada dejé de mamar. Me puse de espaldas a él a cuatro patas, como estaba hasta ahora. Necesitaba que me montara. Necesitaba que me poseyera. Que me hiciera suya. Que me follara como a una perra. No era consciente de mis actos. No pedí protección. Me daba igual. No pensaba. La sensatez había desaparecido de mi vida. Era una animal salida en época de celo. No importaba quién me follara.

En eso estaba mi pensamiento cuando Mario entendiendo lo que quería se colocó de rodillas detrás de mi. Escupió sobre mi chocho, apoyó la cabeza de mi polla en su entrada y sin avisar me penetró de una estocada haciéndome daño. Grité, de daño de placer. Las lágrimas afloraron a mis ojos. Pareció enardecerse con el grito y agarrando mis caderas empezó a penetrarme cada vez más rápido cada vez más fuerte. Mi cuñada se situó en los pies de la cama sujetándome. Sujetándole la hembra a su macho mientras éste me montaba y me llamaba de todo.

¿Te gusta zorra? Ya lo creo, me he follado a tías más guarras que tú y no han disfrutado lo que estás disfrutando tú esta noche!

Mi cabeza iba y venía con cada empujón de mi macho. Siii!1 También era mi macho en ese momento. No paraba de gemir con cada entrada de su polla. De vez en cuando se escapaba un grito y un suspiro de mi garganta mientras sentía la polla como horadaba mi coño y como lamía mi vagina ensanchándola.

Te voy a llenar el coño de leche puta! Vas a ir a acostarte con tu marido con el coño lleno de otro tío! Decía sin soltar mis caderas y penetrándome como si quisiera partirme en dos.

De repente otra vez empezó a nublarse la vista sintiendo como ascendía el placer desde mi coño, pasando por mi vientre y diseminándose desde allí por todos los rincones de mi cuerpo, mientras mi boca se abría y jadeaba y ya no oí nada más. Empecé a sentir como su polla se hinchaba dispuesta a vaciarse dentro de mi. Y de repente sentí la primera descarga, caliente, espesa, abundante y ya no me acuerdo de más. Tan solo como gemía y bufaba el macho que me estaba montando y de repente la oscuridad, el desfallecimiento, el éxtasis.

Desperté desnuda, hecha un ovillo sobre mi misma, abrazándome yo sola. Sentí el frío de la mañana acariciar mi cuerpo. Levanté la cabeza para situarme donde estaba. No me acordaba de nada en ese momento. Vi un pie de mujer colgando de la cama y la mano de un hombre por otro lado y me dormí de nuevo esperando….

CONTINUARA…

PD: Las fantasías algunas veces se hacen realidad aunque son las menos, la verdad sea dicha. No nos atrevemos la mayoría de las veces. Soñamos con ello, pero no nos atrevemos.