No se como ocurrio ni como deje que ocurriera vi

Siguen las vacaciones de Laura. Esta vez una salida con su cuñada le hará caer un poco más bajo todavía.

NO SE COMO OCURRIO NI COMO DEJE QUE OCURRIERA VI

….Poco a poco comencé a reaccionar. Me levanté, no sin realizar un grandísimo esfuerzo, mientras mi cabeza intentaba asimilar lo ocurrido un rato antes. No podían encontrarme así, pensé en un momento de lucidez, mientras me quitaba la camiseta y recogía mis bragas del suelo que al ponerme de pie, habían resbalado hasta enrollarse en mi tobillo.

Muy despacio me dirigí hacia el armario y rebusqué entre mi ropa sin saber muy bien que buscaba. Como una autómata agarré unas bragas limpias y otra camiseta, esta vez mía que me quedaba bastante más corta que la de mi marido. En silencio y desnuda me dirigí hacia el baño sin molestarme en comprobar si había alguien más en la casa. Por el silencio que había en ella supuse que estaba otra vez sola.

Entré en el baño y eché el pestillo (últimamente nadie parecía respetar mi intimidad en esta casa, aunque la verdad es que gran parte de culpa la tenía yo misma al haberlo puesto tan fácil).

Me senté en el bidé y con gran lentitud empecé a lavarme. Mi sexo estaba muy sensible y al roce de mi mano mientras lo lavaba parecía explotar debido a lo hinchado que lo tenía. Mi culo, era otra cosa. Me escocía, me dolía y apenas soportaba el roce de mis manos, intentando aliviarlo del asalto que acababa de recibir. Nunca había sentido la necesidad de dejarme penetrar por esa parte de mi anatomía, ni tan siquiera había sentido la curiosidad. Si alguna de mis parejas me lo había insinuado, rápidamente se lo había quitado de la cabeza.

Había tenido que ser la persona con la que menos hubiera pensado, ni en mis peores pesadillas, el que me lo hubiera profanado. Lo peor (o lo mejor) es que me había gustado hasta el punto de llegar casi a desmayarme del gusto. Tan sólo pensarlo ya empezaba de nuevo a sentir esa sensación que precedía a la lubricación de mi vagina, tan sensible todos estos días y tan dispuesta a ser invadida sin preguntar antes quién es la persona.

Una sensación de vacío se apoderó de mi. Comencé a sollozar mientras me secaba y tiraba de las bragas hasta mis caderas. Me paré frente al espejo y recompuse un poco mi pelo mientras sentía resbalar las lágrimas por mis mejillas.

Me eché agua en la cara y me sequé con una toalla. Noté mis pezones otra vez de punta asomar bajo la camiseta y mis pechos moverse con el movimiento de mis manos al secarme.

¿No era eso lo que querías, Laura? Emociones fuertes. Ser tratada como una puta sin miramiento alguno, pues eso es lo que te está pasando!.

¿De qué te extrañas? Encima lo estás disfrutando zorra! ¿Hasta donde serás capaz de llegar con esta locura? Todo esto me oía decir en voz alta sin reparar en que estaba hablando sola de nuevo.

Eché un último vistazo al espejo y recompuse de nuevo mi pelo que a estas alturas del día no tenía mucha solución. Mi cara denotaba las emociones que había padecida hacía tan solo un buen rato. Ni el acaloramiento de mi cara hacía que las ojeras, fruto de la resaca de la noche anterior, desaparecieran de mi rostro.

Di un último suspiro en voz alta, quité el pestillo de la puerta y salí al pasillo ensimismada en mis pensamientos. Una sombra hizo que prestara atención y al levantar la cabeza, mi corazón dio un vuelco y de mi garganta escapó un grito haciendo que Raúl, que era la persona que había en el pasillo al mismo salir del baño se asustará a la vez y diera un respingo, que si no llega a ser porque mi cabeza no estaba para bromas, hubiera conseguido dejar escapar una carcajada. Aun así, una sonrisa escapó de mis labios. Visto lo sucedido con mi cuñado, la aparición de mi sobrino era una sensación agradable.

Joder Laura que susto me has dado! Dijo agarrándose el pecho completamente blanco del susto.

Pensé que no había nadie en la casa! Continuó sin dejar, esta vez de darme un vistazo de arriba abajo, dando a entender con su expresión que lo que estaba viendo le gustaba.

Si llego a saber que me ibas a recibir de esta manera hubiera venido mucho antes tía Laura! Esto último lo dijo con ironía.

¿No estabas con tu putita? ¿O ya te has cansado de ella? Dije sin pensar, con toda mi mala leche.

Veo que cada vez que la ves te pones celosa! Jajja…nada que ver contigo! A mi me gustan más maduritas que ya saben lo que quieren y no de mi edad, que apenas te dejan hacer nada y cuesta mucho más convencerlas! Dijo con todo el cinismo del que fue capaz.

¿Eso quiere decir que gano yo entonces? Dije con toda la ironía de la que fui capaz aunque por dentro me halago la comparación.

Además, se necesita algo más que un buen par de tetas y la faldita por el culo para ponerme celosa, dije ante la sonrisa de Raúl que estaba cada vez más cerca de mi mirando hacia mis piernas.

Bajé mi mirada también y entonces fue cuando me di cuenta que la camiseta no tapaba mis bragas y que se adivinaba el abultamiento de mi monte de venus que a pesar de llevar el vello muy cortito, al ser unas bragas ajustadas, hacía que sobresaliera y que dejara marcado los labios de mi sexo introduciéndose en ellos.

Rápidamente sentí como la sangre acudía a mi cara sonrojándome como una adolescente ante la mirada de deseo de mi sobrino.

Intenté zanjar la conversación iniciando el camino hacia mi habitación pero Raúl se colocó en medio y no me dejaba pasar. Notaba como mis pechos se movían mientras intentaba evitarlo para continuar mi camino. Mis pezones comenzaban a endurecerse y esa señal no me entusiasmaba del todo. Sabía lo que venía después de eso.

Te apartas un poco por favor! Quiero acabar de vestirme! Dije mirándole fijamente a los ojos.

Me pones loco! ¿Lo sabías? Dijo mirándome de arriba abajo.

Ya! Apártate anda, que no estoy para nada! Dije medio suplicándole mientras empezaba a notar como mi vientre empezaba a removerse.

Tienes un no sé qué que no puedo controlar! Dijo mientras me agarraba de los brazos y me acercaba hacia él.

Suéltame anda! Le dije apartándolo de mi con mis manos apoyadas en su pecho sintiendo sus músculos.

¿De verdad es eso lo que quieres, o quieres otra cosa? Dijo mientras bajaba su mano hacia mi chocho acariciándolo por encima de las bragas con la mano abierta.

No me hagas esto por favor! Dije echándome hacia atrás mientras notaba las paredes de mi vagina humedecerse poco a poco.

El siguió acariciándome con la palma de su mano abierta abarcando todo mi monte de venus. Mis bragas comenzaban a mojarse. Mis labios temblaban con la excitación.

Dime que te deje y te dejo tranquila tía Laura! Mientras su boca buscaba mi boca, esta vez con suavidad, no como otras veces.

Entreabrí los labios y dejé que su lengua penetrara en mi boca y ahí ya me abracé a él mientras nos fundimos en un beso húmedo y largo. Después del episodio con mi cuñado necesitaba ese beso. Un beso suave y cariñoso.

Sus manos bajaron hasta mis nalgas apretándome contra su entrepierna. Notaba su polla dura apoyarse contra mi vientre. Mis pies intentaban ponerse de puntillas para conseguir apoyar mi sexo contra el suyo. Quería sentir su dureza, su deseo hacia mi.

Dios! Qué bueno está! Pensaba mientras rozaba mi pubis contra el suyo besándonos sin respirar. Nuestras lenguas mojaban nuestros labios dándonos el placer de saborear nuestra saliva. Nos comíamos en el sentido literal de la palabra mientras me llevaba casi en volandas hacia mi cama.

Me dejó caer de espaldas en ella mientras tiraba de mis bragas hacia abajo intentando sacármelas. Ayudé en la tarea ahuecando el culo para facilitarle la acción.

Ufff! Date prisa, pueden venir y pillarnos! Me oía decir entre suspiros.

Tranquila, aún les quedaba un rato cuando me he despedido de ellos en el club! Dijo mientras acercaba su boca a mi chocho y daba un lametazo en mi raja que hizo que diera un grito de gusto y apretara su cabeza para que siguiera lamiéndome y no parara.

Sigue! Sigue! No te pares ahora! Dije moviéndome inquieta al ver que se detenía.

¿Quieres que siga Laura? Me preguntó de repente.

Siii! Claro que sí! Contesté agarrándolo del pelo y empujando su cabeza para que siguiera con lo que había empezado.

Pídemelo entonces! Insistió.

Me incorporé apoyándome en los codos y mirándolo fijamente le dije:

A qué esperas! Cómeme el coño! Haz conmigo lo que quieras! Me pones a cien, si ya lo sabes! Me tienes loca desde la primera vez que me tocaste! Dije sintiendo cada palabra que salía de mi boca

Cómemelo por favor! Dije dejándome caer hacia atrás y dejar mi mirada perdida en el techo.

Al momento sentí como su lengua empezaba a lamer mi coño que al notarla dentro de mis labios comenzó a temblar de deseo y de gusto. Mis manos tapaban mi cara intentando no hacer mucho ruido con cada gemido que salía de mi boca mientras notaba sus labios chupar mi clítoris haciendo que un placer inigualable subiera por todo mi vientre y que el temblor que sentía en mi sexo se generalizara por todo mi cuerpo haciendo que mis manos bajaran hasta su pelo y tirara fuertemente de él intentando separarlo mientras seguía metiendo y sacando su lengua. De repente un gran temblor recorrió mi espina dorsal llegando hasta mis pechos haciendo que mi piel se erizara y mis pezones se endurecieran hasta dolerme, sintiendo un orgasmo que me hizo gritar de gusto, mientras sentía como la sangre abandonaba mi cerebro y se concentraba en mi coño ( o eso era la sensación que tenía) mientras mi mente se nublaba y comenzaba a perder el conocimiento tal era la sensación de placer que tenía en ese momento.

Estás bien tía Laura! Oí decir a mi sobrino, a duras penas, entre la nebulosa de mi cerebro.

Siiii! Tranquilo es sólo que nunca había sentido algo así de fuerte.

Se hincó de rodillas entre mis piernas con mi coño abierto para él. Abrí los ojos y pude ver como se quitaba la camiseta, se soltaba el botón del pantalón y se los bajaba junto con el bóxer, dejando su polla erecta y dura apuntando hacia mi chocho.

Abrí las piernas con deseo. Quería ser penetrada por ese falo que tantos buenos ratos me había hecho pasar. Quería ser poseída por él, el primer hombre que había conseguido hacerme sentir lo que nadie había conseguido hasta ahora: tener la sensación de que le pertenezco, de que puede hacer conmigo lo que quiera, de que soy de su propiedad. Que por fin tengo un macho que hace que no sea yo cuando está conmigo, que pase a pertenecerle.

Mientras acudía a mi mente la imagen de mi marido, de mis hijos, de mi bufete, de mi vida en apenas unos segundos sentía como su glande acariciaba mi raja abriendo mis labios y acariciando mi vulva sin llegar a introducirse en mi coño. Instintivamente abría mis piernas y empujando mis caderas hacia su polla intentaba que se introdujera pensando que era yo quien tenía que hacerla entrar dentro.

Fóllame! Vamos métemela ya! Me oía decir con desesperación mientras nos mirábamos a los ojos.

No se hizo esperar y de un empujón entró dentro de mi, haciendo que de mi garganta escapara un suspiro intenso que me hizo quedar con la boca entreabierta, mientras mi mirada se dirigía hacia nuestras caderas, viendo cómo su polla se encajaba en mi coño abriendo sus paredes como si fuera mantequilla.

Ufff! Sigue cariño! Vamos, sigue follándome! Mientras sentía sus empujones cada vez más fuertes y más seguidos.

Oía mis suspiros y mis jadeos mientras sentía su cuerpo enervarse y endurecerse con el esfuerzo de follarme. Que bien lo hacía el cabrón. Estaba enamorada de esa polla y de su dueño. De cómo me follaba. De cómo me hacía sentir como si fuera la única mujer del universo.

Me sentía dueña y poderosa de mi cuerpo. De un cuerpo que hacía enloquecer a los hombres a pesar de mis cuarenta años. A pesar de mis dos embarazos. Sentía ese placer que da el saber buscar lo que tu cuerpo necesita. Me encantaba el cariño con el que me estaba poseyendo a pesar de saber que podía hacer conmigo lo que quisiera. Tratarme como a una puta o como a una cualquiera y a pesar de eso me estaba dándome la dulzura que necesitaba en ese momento.

Déjame encima! Me oí decir. Quería ser yo quién decidiera cuando se vaciara. Quería ser yo la dueña de su orgasmo. Quería ser en esta ocasión quién dirigiera la acción. Quería satisfacer a mi hombre. A mi macho.

Se salió de mi dejándome una sensación de angustia debido al vacío que sentí en ese momento. Se acostó boca arriba en la cama. Su mástil empalmado le llegaba casi al ombligo.

Me puse a horcajadas sobre sus piernas. Mis tetas aún en su sitio, a pesar de mis hijos, desafiaban la gravedad apuntando sus duros pezones hacia delante. Con mi mano dirigí su polla, esa polla que me tenía loca, hacia mi cavidad. Apoyé su glande en la entrada de mi cueva y me dejé caer entrando sin oposición ante la humedad que presentaba mi vagina.

Empecé a mover mis caderas en semicírculos intentando buscar el roce con las paredes de mi coño. Sus manos agarraron mis tetas apretándolas. Apretaba mis pezones con sus dedos haciéndome gemir entre el dolor y el placer. Mis ojos entrecerrados se concentraban en contentar a mi macho mientras empezaba a notar como su cara cambiaba debido a no poder controlar el placer que sentía.

Estaba encantada. Por fin estaba en mi terreno. Estaba acostumbrada con mi marido a buscar mi orgasmo. Tenía mucha experiencia en esta situación. Me sentía dueña del hombre. Lo sentía en mis manos. Me pertenecía en ese momento, no era capaz de resistirse. Es una sensación que las mujeres entenderán.

Empecé a subir y bajar apoyando mis manos en su pecho. Apretaba las paredes de mi coño estrujando su polla cada vez que subía y me dejaba caer de golpe sin soltar del todo los músculos de mi vagina. Era como si mi coño ordeñara su polla buscando su leche. Empezaba a notar como su polla se endurecía toda vía más.

Dios mío! Sentía su polla dura como una piedra taladrar mi coño mientras mi vagina la apretaba sin querer soltar su presa.

Empezaba a ver como cambiaba su cara. Cómo estaba a punto de correrse.

No puedo más! Voy a correrme! Le oí decir mientras su polla apretaba todavía más hacia mi útero.

Espera! Espérame! No te corras aún! Le dije

Quiero correrme contigo! Empecé a acelerar los movimientos de mi cadera mientras iba sintiendo la llegada de mi orgasmo. Mi vientre se encogía junto con mi vagina. Empezaba a perder fuerza en mis envites. Mi coño empezó a latir mientras sentía los espasmos de su polla amenazando con llenarlo de semen. Seguía apretando las paredes de mi encharcado chocho esperándolo.

Ahora mi amor, córrete conmigo! Venga! Le suplicaba mientras empezaba a correrme jadeando y gimiendo en voz alta.

Empecé a notar cada vez más seguido sus espasmos mientras sentía un torrente de esperma inundar mi coño, mientras lo oía bufar como un toro corriéndose dentro de mi.

Me sentía en la gloria viéndolo disfrutar mientras me llenaba. Estaba satisfecha de haberle podido devolverle la satisfacción que me daba sin haberme pedido nada a cambio. Mientras iba cediendo nuestro orgasmo, me dejé caer sobre su vientre y su pecho, fundiéndonos en un apasionado beso. Su polla, aún dura, llenaba por completo mi coño. Nuestras lenguas se entremezclaban entre sus fluidos y los míos. Mis pechos rozaban su pecho. Mis pezones seguían igual de duros. Mi chocho empezaba a quejarse de tanto ajetreo. Notaba su escozor aunque para nada era una sensación desagradable, al contrario, era una sensación muy placentera. Me estaba acostumbrando a gozar con el dolor, a que el dolor fuera el comienzo del placer. Una sensación muy rara pero muy gratificante. El problema es que no sabía hasta donde podía llegar con ella. Hasta donde podía llegar a controlarla.

Me quedé adormilada encima de la cama. Sola, tranquila, relajada (muy relajada). La verdad es que estaba hecha polvo. Me había corrido tres veces esa tarde y encima seguía con la reseca de la noche anterior.

Rápidamente conseguí levantarme de la cama y vestirme de nuevo, esta vez con una ropa algo más decente. Sobre mis bragas me puse un pantalón corto y sobre mis pechos un sujetador para darle sujeción y que no sufriera el constante roce de mis pezones sobre mi camiseta. Seguían igual de duros que hacía un rato. No podía quitarme de la cabeza esa sensación que tenía de estar constantemente en celo.

Solo una cosa hacía que mi cabeza tuviera ese punto de angustia que me acompañaba siempre. No estaba tomando precauciones. Podía quedarme embarazada y entonces sí que sería complicado poder explicarlo. Aunque en mi cabeza bullía la idea de que había tardado once años en poder quedarme preñada de mi hija, aún a pesar de no haber tomado precauciones. En eso confiaba.

Desperté al rato al oir el alboroto cuando llegaron del club. Mi hija rápidamente subió por las escaleras para ver donde estaba.

Entró en mi habitación y sin pensarlo un segundo subió a mi cama y se abrazó a mi zarandeándome.

Despierta dormilona! Dijo con su gracejo habitual besándome en la cara.

Me he comido un helado con tres bolas! Llevaba un paraguas también! Pero no se comía.

Voy a bañarme! ¿Te vienes mamá? Preguntó sin dejarme articular ni una palabra.

Luego te acompaño! Coge tu bikini y que no se te olvide ponerte los manguitos.

Si no hay ningún mayor contigo no te metes! ¿Entendido?

Jooo! Yo ya soy mayor mamá! Dijo con su inocencia habitual.

Pues por muy mayor que sepas cariño, si no hay ningún mayor, ni se te ocurra meterte a la piscina! ¿De acuerdo?

De acuerdo mamá! Dijo saliendo de estampida de la habitación.

Me levanté de la cama y me desperecé muy lentamente. Una vez repuesta me dirigí a la parte de debajo de la casa donde estaban los demás.

Mi marido estaba también acompañado de sus padres, su hermano y mi cuñada. Al verme aparecer empezaron con las bromas.

¿Vaya, no es agua todo lo que se bebe eh? Dijo mi marido.

Es que no estoy acostumbrada! Dije sentándome a su lado.

Estaba hecha polvo! La siesta me ha venido muy bien! Dije evitando la mirada de mi cuñado que sonreía sin quitarme ojo.

No hay nada como una buena siesta! Dijo el muy cabrón.

Ni te has enterado cuando he vuelto! Me había olvidado el móvil y estoy esperando una llamada de un cliente al que quiero colocar un mercedes! Siguió hablando como si el mentir fuera lo más habitual en él.

Yo, raro en mi, estaba bastante tranquila con la situación. No sé si el motivo era las veces que me había corrido esa tarde o que estaba acostumbrando también a disimular. También era una manera de mentir aunque no con palabras, pero sí con acciones. No sé qué era mejor. Seguía sintiendo la sensación de estar engañando, no sólo a mi marido, sino a toda mi familia.

Voy a bañarme un rato con la niña! ¿Vienes cariño? Le dije a mi marido.

Voy pero prefiero quedarme en la hamaca a la sombra! Hace mucho calor todavía.

Subí a ponerme el bikini y una camiseta de mi marido encima. Todos pensaron lo mismo y subieron a sus habitaciones en busca del traje de baño.

Vaya! Hoy toca baño en familia! Pensé para mi.

Bajé al salón y me dirigí tranquilamente a la piscina. Mi suegra ya estaba allí vigilando a mi niña. Es un sol esta mujer, pensé, mientras me sentaba al lado de ella en una hamaca y sin quitarme las gafas de sol me despojé de la camiseta y me quedé en bikini.

Un bikini que puesto que estaba en familia decidí ponerme, porque me quedaba algo pequeño, ya que era del año pasado y al parecer había engordado algún kilito de más. Pero era muy fresquito y se secaba enseguida.

Apenas dejé las cosas en el suelo mi hija comenzó a llamar mi atención para que me bañara con ella. Me dirigí hacia la piscina me introduje en ella sin pensármelo siquiera ante el alboroto de mi hija feliz por tenerme para ella sola.

Estuvimos un buen rato jugando en el agua hasta que comenzó a darme frío y me dirigí hacia la parte donde menos cubría el agua. Los demás ya habían llegado y estaban hablando en la sombra cada uno en su hamaca.

Mi cuñado al ver que me quedaba sola en la piscina se dirigió hacia donde yo estaba. Notaba su bañador como poco a poco iba aumentando de tamaño.

Será cerdo! Ya se está empalmando con solo verme., pensé para mis adentros.

Mi hija llegó nadando con sus manguitos hasta donde yo estaba e intentó salir del agua.

Ayúdame porfi! No puedo yo sola! Dijo echada sobre el borde de la piscina sin poder salir de ella.

Le empujé del culete sacándola del agua. A la misma vez mi cuñado se tiró a la piscina de cabeza demostrándonos sus dotes de atleta (o eso parecía demostrarnos).

No sé aún por qué no salí del agua cuando él se metió en la piscina. Pero una vez que asomó la cabeza y vio que todavía estaba dentro, nadó hasta donde yo estaba. A los pocos metros de llegar hasta mi, empecé a nadar, yéndome a otro lado de la piscina donde hacía pie, pero el agua ya me llegaba por el pecho, apoyándome de nuevo en el borde. Ni corto ni perezoso lo tomó como si estuviera jugando y siguió detrás de mi hasta donde estaba.

Se puso junto a mi apoyado también en el borde. Sigo sin saber por qué no salí de la piscina. Nos pusimos a hablar con mis suegros y mi marido que estaban en la sombra como a unos diez metros de nosotros. Mi cuñada estaba leyendo una revista.

Al rato la conversación siguió entre mi marido y mis suegros lo que aprovechó mi cuñado para hablar conmigo en voz baja.

Vaya culito estrecho que tienes cuñada! Tenemos que repetirlo en cuanto podamos! Dijo a media voz pegado a mi, rozándome.

Pueden oírte! Por qué no eres discreto por una vez en tu vida! Le susurré en voz baja.

Casi me has violado cerdo! Le dije con toda la rabia que pude sacar.

Casi! Porque al final bien que te ha gustado! Seguro que tienes el culo escocido, pero eso pasa la primera vez! Ya verás como se acostumbra a mi polla zorra! Siguió con la conversación sin dejar de mirar para el resto de la familia.

No creo que te vuelva a dar ocasión de repetir! Le dije.

¿Qué cuchicheáis los dos? Preguntó mi marido desde su hamaca.

El fantasma éste que me está retando a salir de nuevo esta noche! Contesté a mi marido manteniendo la calma y mintiendo de nuevo.

Salimos si quieres! Que no se diga que estamos ya mayores! Siguió hablando mi marido.

Yo me apunto! Aunque no sé cuánto aguantaré! Dijo de repente mi cuñada.

Pues decidido! ¿Nos vamos a bailar, eh cuñada? Dijo mi cuñado apoyando su mano en mi culo sobre la braga de mi bikini.

Al sentir su mano en mi culo y a los demás tan cerca noté una sensación de nerviosismo que amenazaba con un calor sofocante que aún estando dentro de la piscina subía por mi vientre hasta llegar a mi pecho.

El muy cerdo introdujo su mano entre mi piel y el bikini y comenzó a amasar mi nalga. La situación creada hizo que me estuviera quieta para no delatar lo que estaba pasando. La mano cada vez más decidida se dirigía hacia la raja de mis cachetes y acariciaba ya mi esfínter que al contacto con su dedo se cerró todavía más si eso era posible ante el avance. Intenté apartar mi culo de allí si hacer ningún aspaviento mientras mi cuñado seguía con su avance cambiando la dirección hacia la parte delantera de mi bikini llegando a rozar el vello de mi pubis acariciándolo con la palma de su mano.

Mi sexo empezaba a inquietarse y dentro de lo apurado de la situación en que me encontraba, comenzaba a humedecerse. La situación a parte de peligrosa era muy morbosa. Me estaban tocando el coño delate de mi marido y mis suegros.

Dos de sus dedos siguieron avanzando hasta llegar a mi raja abriéndola y llegando a mi clítoris que al contacto con sus dedos se endureció de repente mientras un calambre de gusto atenazó mi entrepierna. De golpe reaccioné, metí mi mano en el agua y saqué su mano de dentro de mi braga.

Se acabó! Le dije alejándome de mi cuñado mientras al salir del agua observé como se chupaba los dedos que había tenido dentro de mi coño.

La acción hizo que mis pezones se pusieran más duros aún. Me arreglé el bikini por detrás ya que se me había metido entre los cachetes del culo y me dirigí hacia una hamaca que había al sol y me tumbé en ella. Abrí mis piernas y noté la humedad dentro de mi sexo. La tela del bikini marcaba los labios de mi coño introduciéndose en ellos. Mis pezones sobresalían de la tela de mi sujetador. Mi cuñado no me quitaba ojo de encima. La situación no me desagradó. Al contrario, me gustó.

Busqué mis gafas de sol y me dispuse a relajarme un rato tumbada en la hamaca, aunque mis pensamientos no estaban por la labor. Tan sólo pensar en salir esta noche ya me tiraba para atrás, pero como salía del lío en que me había metido yo sola sin que nadie se lo tomara a mal o peor aún, sospechase algo. Esa era mi paranoia. Igual ni mi cuñada y sobre todo mi marido no sospechaban nada de todo lo que sucedía a su alrededor pero mi conciencia no me dejaba imaginar esta situación.

Mi marido parecía pasar por completo de mí, así que por ese lado estaba más que tranquila, aunque por otro lado mantenía ese nerviosismo que no me abandonaba. Esa sensación de no estar haciendo lo que debería hacer una esposa y madre. Mantener las composturas. Dios! Si alguien me descubriera, todo mi mundo se vendría abajo. Mi mundo de mujer respetada y que controlaba la situación (siempre el control, una palabra siempre presente en mi vida). No me gustaba improvisar. Mi vida estaba siempre planificada en el día a día, nada estaba fuera de la planilla diaria.

La escuela de mi hija. Sus actividades extraescolares. La mujer que cuidaba la casa y recogía a mi hija mientras trabajaba. El día a día estaba siempre previsto, hora a hora, minuto a minuto. Así era mi vida, por eso en estos últimos quince días me estaba dejando llevar de una manera que no controlaba. Eso era lo que hacía, que por un lado me angustiara mientras que por el otro sintiera como que por fin estaba siendo como en mis más escondidos pensamientos había deseado ser.

El problema se planteaba cuando mi mente pensaba hasta donde podía llegar y cuánto tiempo podía mantener esta situación tan peligrosa para toda mi familia. De momento no era dueña de la situación. ¿Era eso lo que le daba emoción a mi vida en estos momentos? ¿Eran éstas las vacaciones que estaba deseando desde hace muchos años? Buff! Mi cabeza amenazaba con estallar.

Ya que salimos, cenamos fuera ¿verdad? Oí decir a mi cuñada sacándome de mis pensamientos.

Sii! Contesté yo, en un arrebato, comenzando a animarme.

Pues entonces cuñada, vamos a ir arreglándonos! Continuó mi cuñada levantándose de su hamaca y dirigiéndose hacia la casa.

Rápidamente me levanté también y la seguí. Nos dirigimos a nuestras habitaciones sin reparar en que no había contado con mi suegra para cuidar de mi hija. Me volví y antes de decirle nada la buena mujer me dijo:

Tranquila Laura, yo me encargo de la niña!

Esta mujer merecía un homenaje por mi parte aunque la verdad es que apenas podía disfrutar de su nieta durante todo el año.

Gracias Julia! Dije con todo mi afecto.

Subí a mi habitación y me puse a buscar que ropa ponerme esa noche. No me hacía ilusión salir pero ya que salía intenté buscar algo que me dejara satisfecha. Las mujeres tardamos muy poco en meternos en el rol de tener que ponernos guapas aunque no tengamos el cuerpo para muchos excesos.

Me decidí por un vestido de una pieza, corto hasta un poco más arriba de mis rodillas de color rosa y con un escote palabra de honor que resaltaba mis pechos aunque sin llegar a ser provocativo.

Maquillé mi cara y mis ojeras con un poco de maquillaje. Nada escandaloso para estar en verano. A mis labios esta vez le di un color rojo intenso. Esta noche quería aparentar lo que no sentía. Es una manera de hacer de la mayoría de las mujeres cuando nos maquillamos, aparentar lo que no sentimos. Eso sí, no queremos dejar de estar guapas.

Unas bragas como a mi me gustan, de mi lencería más sexy, del color del vestido y un sujetador a juego sin tirantes muy sueltecito que resaltaba mis pechos. Me levanté el busto con las manos y lo dejé caer. Me sentía orgullosa de mis pechos, la verdad sea dicha.

Al salir al pasillo me encontré con mi cuñada. Al ser más baja que yo se puso un vestido también de una pieza, algo más corto que el mío de color blanco ibicenco con un par de volantes en la falda, cortito también) las mujeres en verano y en la playa nos podemos permitir estas licencias que normalmente en el día a día no podríamos hacerlo no sin cierto reparo. Al estar algo rellenita le daba un aire de voluptuosidad que a mi me parecía muy sexy. Al mirarnos a los ojos sobraron las palabras. Una carcajada salió al unísono de nuestras bocas.

Bajamos las dos a la parte de abajo de la casa y nos dirigimos hacia el jardín. A salir observamos que nuestros maridos todavía estaban en bañador y además hablaban con un amigo y mi suegro mostrando gran entusiasmo en la conversación.

Nos acercamos a los cuatro y el amigo se quedó con la boca abierta mirándonos. La verdad es que estábamos para comernos. Por cierto, mi cuñada se llama Rosa.

¿Pero todavía estáis así? Son las nueve y media ya! De aquí que lleguemos al puerto son más de las diez y no quiero acostarme muy tarde! Venga daros prisa anda!

Rosa, yo no puedo ir esta noche y mi hermano tampoco! Tenemos semifinal del campeonato de mus en el club y no me lo puedo perder!¿Me perdonas verdad cariño? Dijo Julio con el mayor de los cinismos sin dejar de mirarnos especialmente a mi.

Y una mierda, Julio! Si te vas al club, yo me voy a cenar aunque sea sola! Dijo mi cuñada con un cabreo impresionante.

De eso nada Rosa! Te acompaño! Y sin mirar tan siquiera a mi marido saqué el móvil y llamé a un taxi. Hice un gesto a mi marido con la mano como mandándole callar y haciéndome la ofendida también hice el encargo del taxi dándole la dirección donde estábamos.

Ya hablaremos cuando vuelva Gustavo! Le dije a mi marido haciéndole notar que tampoco me había dado mucho gusto el que nos dejaran colgadas.

Joder! Ya os vale! Dijo mi cuñada.

Nos calentáis para salir y después nos dais plantón ya arregladas y todo.

Mi marido no sabía cómo disculparse conmigo y se inició una discusión entre mi marido y yo por un lado y mi cuñado y Rosa por el otro.

Que si las vacaciones son para desconectar, que mañana noche saldríamos, etc. De pronto oímos el claxon de un coche en la entrada de la parcela. Era el taxi.

Mi cuñada y yo nos dirigimos hacia la entrada de la finca dándole a nuestros cuerpos todo el aire de enfado del que éramos capaces ante la mirada atónita de nuestros maridos y suegros.

Nos metimos en la parte de atrás del taxi ante la mirada lujuriosa del taxista ya que al sentarnos y debido a lo corto de nuestros vestidos debimos de enseñar lo que no era de enseñar. Recreándose más de la cuenta en preguntarnos exactamente donde queríamos ir.

AL paseo marítimo! Dijo Rosa con cara de enfado ante el descaro del taxista.

Y mira para adelante coño! No vayamos a salirnos de la carretera.

Al decir esto me miró y soltamos una carcajada que apenas pudimos disimular ante el nerviosismo del taxista que no sabía para donde mirar al ser descubierto por mi cuñada.

Ya estoy harta Julia! Es una detrás de otra! Primero nos embarca para salir y después se va con su hermano y sus amigos sin importarle una mierda el dejarnos tiradas!

En casa también lo mismo, entre el futbol y las salidas con los amigos como no me las apañe yo sola o busque alguna amiga no hay quién salga conmigo a la calle! Decía mi cuñada desahogándose conmigo.

A mi me pasa lo mismo, lo que pasa es que yo me pongo seria y consigo frenarle, pero aquí con su hermano y sus padres la verdad es que paso de mi marido y así voy algo más a mi bola! He salido esta noche por no dejarte sola la verdad sea dicha, porque no tengo el cuerpo para muchas actividades la verdad, especialmente hoy.

Pues esta noche nos vamos a desquitar! Dijo mi cuñada en voz baja.

Nos vamos primero a cenar y después tú y yo nos vamos a ir a bailar y a dar un poco de marcha al cuerpo. Conozco una discoteca para nuestra edad que ya verás! Dijo riéndose y contagiándome a la vez su alegría.

¿Nuestra edad? ¿Qué has querido decir con eso? Pregunté ante las risas de mi cuñada de nuevo.

La verdad es que hacía mucho tiempo, quizás años que no salía en ese plan. Era como cuando estaba soltera y salía con mis amigas. Sentía esa libertad que da el no estar vigilada por tu marido ni tener que comportarte como una señora casada que tenía que mantener su compostura si o sí. La verdad es que tampoco pensaba llegar mucho más lejos que el cenar y pasárnoslo bien sin llegar a nada que pudiera complicarnos la vida.

El taxi nos dejó en el paseo marítimo cerca del club náutico. Buscamos un restaurante a donde no veníamos casi nunca y que estaba al final del paseo marítimo. La verdad es que sin ponernos de acuerdo, las dos parecía que pensábamos lo mismo y queríamos estar lejos de los sitios donde íbamos con nuestros maridos y suegros normalmente a comer o a cenar y donde éramos bastante conocidas.

Almuñécar en agosto y si alguien la conoce está petado de gente. Españoles y de todos los países. Es como una torre de Babel donde cada uno va a su bola y donde muchas cosas que en la vida cotidiana no están permitidas, aquí se toleran o se hace la vista gorda sobre todo si es de noche.

Entramos al restaurante y nos sentamos en la mesa que nos adjudicaron en la terraza. Se veía el mar y hacía un fresquito muy agradable. Al momento se acercó un camarero y nos tomó nota no sin antes darnos un buen repaso, sobre todo a mi cuñada que era la que llamaba más la atención sobre todo porque su vestido era más vaporoso que el mío y dejaba sus muslos al descubierto hasta más arriba de su mitad. Unos muslos acaramelados de haber tomado el sol con muchas ganas.

Pedimos una ensalada con atún y unos filetes de dorada al ajo pescador. Una botella de ribeiro bien fresquita que mientras esperábamos a que llegara acompañamos con dos cervezas bien frías.

Una vez bebido las cervezas, que debido al calor que traíamos, fue un visto y no visto y debido a que ya empezaron a desinhibirse nuestras lenguas, me sorprendió la confesión que me hizo mi cuñada.

Estoy muy cansada Laura! Mi marido y yo cada vez hacemos vidas más separadas, cada uno por su lado! Ya nada es como antes! Y eso que le aguanto sus aventurillas y todo sin pestañear! Me confesó mi cuñada con una franqueza que hasta ahora no había tenido para conmigo. La tenía por una persona superficial y que pasaba de todo. Creía que con mantener su nivel de vida tenía bastante pero estaba dándome cuenta que me había equivocado con ella.

Se piensa que no me doy cuenta o que soy tonta! Una mujer sabe cuando su marido la engaña o tontea con otras mujeres! ¿Qué te crees que no me doy cuenta de cómo te mira? Además desde siempre, desde que lo conozco! Pues así con toda la que pueda y además cada vez disimula menos el muy cabrón!

Yo asentía sin oírla casi. A mis cabeza acudían las imágenes de mi cuñado encima de mi follándome y eso hacía que bebiera más rápido de lo aconsejable.

Así estuvimos un buen rato hablando de Julio, o mejor dicho, haciéndole un buen traje como vulgarmente se dice. Lejos de acabar de asombrarme por esa noche y debido al vino que entraba en nuestros estómagos como si fuera agua, mi cuñada, cada vez más lanzada ,me hizo una confesión.

Cómo será la cosa de insoportable que ya he tenido un par de escarceos para compensar lo mal que me siento Laura! Me dijo con una sonrisa pícara que hizo que me sonrojara y tosiera al no poder asimilar la noticia mientras bebía.

¿A qué te refieres Rosa? Le pregunté en voz baja dando por hecho que su contestación me iba a escandalizar aún más si es que podía pasar aún más.

Pues una noche que salí con dos de mis amigas a cenar, vamos como esta noche, acabamos en una disco equivocadamente que era para público más o menos de la edad de mi hijo. Eso no nos asustó ni hizo que saliéramos de allí como nos decía el buen juicio que deberíamos tener a nuestra edad pero el alcohol y las ganas de pasárnoslo bien hizo que entráramos y nos quedáramos allí. Entre copa y copa y baile y baile no sé cómo cuatro chicos nos entraron mientras bailábamos en la pista ya haciendo un poco el burro entre nosotras tres. Les seguimos el juego calentándolos más de lo que aconsejaba la prudencia. Entre roce y roce allí cada uno fue eligiendo a su víctima. Fue como si lo estuviéramos deseando. Yo creía que aquello podía controlarlo. Yo era la adulta y ellos los jóvenes, pero me equivoqué.

En un momento determinado me hacía pis encima y me dirigí a los baños. La verdad es que no había mucha gente en la disco y eso hizo que los baños de señoras no estuvieran muy concurridos. Tan sólo había dos chicas retocándose en el espejo.

Yo me metí rápidamente en uno de los aseos ya que me urgía la situación (tú ya me entiendes) y mientras hacía pis se abrió la puerta asustándome. Reconocí a uno de los chicos que estaba bailando con nosotras, justo el que más interés había demostrado por mí. Entró y cerró la puerta tras de sí mientras yo acababa lo que estaba haciendo.

Te has equivocado de baño chico! Le dije sonriendo y temiendo lo que iba a suceder mientras me subía las bragas delante de él. Llevaba una falda vaquera esa noche cuando a mitad de subirme las bragas me empujó del pecho y me dejó sentada en la taza del baño con las bragas enrolladas en los muslos.

Se soltó el pantalón se sacó la polla y me la acercó a la cara. Esa acción hizo que despertara en mi la zorra que siempre he llevado dentro y como si me fuera la vida en ello comencé a mamársela como si nunca hubiera chupado una polla en mi vida.

La verdad es que me duró muy poco el chico. Siempre he tenido fama de chuparla muy bien (eso hizo que nos riéramos a carcajadas haciendo que los pocos comensales que había en la terraza nos miraran como si estuviéramos locas).

Cuando vi que estaba a punto de correrse la saqué de mi boca y pajeándosela hice que se corriera poniendo la mano en la punta para evitar que me llenara la ropa con su corrida. Me llenó la mano de leche y en que me vi de limpiármela mientras el chico no daba crédito a lo que había sucedido. Una tía de la edad de su madre le había hecho seguramente la mamada de su vida sin pedirle nada a cambio.

Con la historia de Rosa, mi sexo que hasta entonces había permanecido quieto y tranquilo sobre todo debido al trajín que había tenido esa tarde comenzó a humedecerse. Me había calentado la muy cabrona con su charla. Notaba la humedad mojando ya mis bragas.

Hice ademán de pagar y mi cuñada no me dejó.

Esto lo paga el imbécil de mi marido! Dijo ante la risa cómplice de las dos que comenzamos a levantarnos para pagar en la caja que había en la salida de la terraza.

Buscamos un taxi y le hicimos que nos llevara a una sala de fiestas de esas que tienen varias pistas con diferentes clases de música. Teníamos ganas de bailar y pasárnoslo bien. Durante el trayecto miré el móvil. Tenía diez llamadas perdidas de mi marido y otros tantos mensajes de wasap. No les hice ni caso.

Nos dejó en la puerta y entramos sin apenas oposición de los porteros. No hay nada como ser mujer y estar buena para entrar a una disco por la cara. Y nosotras estábamos muy buenas.

Pedimos un par de copas y nos dirigimos a la sala donde sonaba música de salsa, bachatas, merengues y toda clase de ritmos caribeños y allí nos lanzamos a bailar.

Íbamos a nuestra bola bailando y rozándonos sin parar. El calor ya empezaba a notarse con tanta gente en la pista y la que seguía entrando sin parar. El aire acondicionado apenas se notaba y entre el calor humano y el alcohol nuestros cuerpos y nuestras mentes empezaban a bajar la guardia. No parábamos de reírnos y de hablarnos al oído mientras notábamos los roces de los que bailaban a nuestro lado. Unas veces sin querer y la mayoría de las otras a caso hecho.

Entre baile y baile, el calor hacía que nuestros vestidos se pegaran el cuerpo y se acortaran un poco más dentro de lo corto que ya eran. Mi pecho empezaba a marcarse al pegarse el escote sobre él. Mi cuñada no paraba de hacerse aire y de bailar de un lado para otro.

Me hizo una seña y nos dirigimos a la barra a por otra copa. Según llegábamos a la barra había dos chicos de veintipocos años apoyados en la barra que al ver que no había sitio para pedir nos hicieron señas para que pidiéramos por allí haciéndonos un hueco para que nos acercáramos a la barra. Nos dejaron en medio de ellos acercándose más de lo debido a nosotros.

Están buenos los cabrones!¿Eh cuñada? Me dijo Rosa al oído.

Y duros!¿ La tendrán así de duras también? Haciéndonos estallar de risa a las dos mientras nos servían las copas el camarero.

¿De qué os reís chicas? Preguntó el más alto acercándose a mi oreja haciéndome cosquillas con el aire de su voz. Rápidamente los pezones se me pusieron como garbanzos de duros.

Joder! Qué fácil te has vuelto Laura! Pensé para mí.

El chico se presentó. Debido a la música se acercaba a mi oreja y me hablaba muy cerca de ella a la vez que se apoyaba en mi cadera debido a la estrechez del sitio donde estábamos.

Me llamo Pablo! Estoy de vacaciones hasta el domingo.

¿Y tú? ¿Cómo te llamas? Me preguntó cada vez más cerca de mi cuello. Notaba como rozaba mi hombro con su barba de tres o cuatro días haciendo que mi piel se erizara.

Laura! Y estoy casada y también estoy de vacaciones! Le hice saber para frenar su acercamiento mientras me di cuenta de que mi cuñada había desaparecido de mi lado sin decirme donde iba.

No soy celoso! Dijo apoyando su mano en mi cintura. La separé de mí sin brusquedad pero con firmeza haciéndole entender al chico que no era la cosa tan fácil como imaginaba.

Seguí buscando entre la gente a Rosa. Hasta que el chico, Pablo, me señaló hacia unos sillones que había un poco más allá de la barra donde estaba mi cuñada con su amigo en actitud si no cariñosa si muy cercana. Demasiado cercana diría yo. Cogí mi copa y sin esperar al chico me dirigí hacia donde estaba.

Avísame mujer! Estaba empezando a preocuparme! Le dije al oído.

¿No nos estamos pasando un poco Rosa? Le dije notando el efecto del alcohol en mi cabeza y un poco ya en mi lengua.

Nooo! Déjate llevar mujer! Hoy es nuestra noche! Tú llega hasta donde quieras llegar! Además está bueno de narices! Con esa pinta de macarra que tiene y esos tatuajes! ¿Si quieres te lo cambio? Me dijo entre risas.

Bueno! Tonteamos un poco y nos vamos! ¿Vale? Le dije no muy convencida de que pudiéramos parar aquello una vez que les diéramos pie a los chicos.

Venga vale! No seas aguafiestas mujer! Vamos a pasarlo bien un rato y nos vamos! Dijo mi cuñada.

Nos sentamos separados de ellos dos a un par de metros. La zona estaba en penumbra ya que la luz hacía destacar sólo algunos colores.

Pablo se sentó a mi lado y yo entre mi vestido que se subía más de lo deseado y la altura de los sillones no sabía cómo ponerme para no darle una visión de mis muslos que a nada que me moviera dejaba entrever el color de mis bragas que ante la luz que había hacía que destacaran entre mis muslos morenos. El chico estaba que no podía aguantarse más. Con la excusa de que la música estaba muy alta se acercaba a mi oreja sin dejar de rozármela con su barba. Su mano se apoyaba como sin querer en mi rodilla y descendía un poco sobre mi muslo probando a ver hasta donde ponía yo los límites.

Mi mano, de vez en cuando le apretaba la suya y la soltaba de mi muslo. El chico cada vez estaba más lanzado. Tanto jueguecito estaba haciendo que mi chocho comenzara a despertarse. Tenía que controlarme. Estaba en una discoteca, con un tío al que le llevaba catorce o quince años y que cada vez se estaba poniendo más y más lanzado. No sabía si podría controlar la situación o lo que es más difícil, controlarme yo misma.

Poco a poco, Pablo, se acercaba a mi cuello y lo rozaba ya sin disimulo. La verdad es que no paraba de hablarme y de contarme cosas que hacía que no parara de reir. Me lo estaba pasando muy bien. De pronto miré hacia mi cuñada y vi que el chico y ella estaban dándose un morreo de campeonato. El chico tenía su mano metida dentro de su vestido y la cosa empezaba ya a pasarse de lo normal. Mi acompañante también se dio cuenta y empezó a reírse.

Jajajaja…como se descuide tu amiga se la folla aquí mismo! Me comentó al oído haciéndome sentir un escalofrío por todo el cuerpo que hizo que de repente reaccionara, me levantara y me dirigiera a mi cuñada.

Rosa! Joder! Controlaros un poco! Vamos fuera a tomar un poco el fresco anda! Le dije entre asustada y divertida por la mirada que vi en sus ojos. Estaba cachonda perdida.

Salimos de la discoteca, mi cuñada con el otro chico y yo con el mío. Bueno, el que me había tocado. Nos dirigimos hasta el aparcamiento de la sala de fiestas que era bastante grande. Había a los lados como un muro bajo de un metro aproximado que hacía de valla. Hacia allí nos fuimos para sentarnos y tomar un rato el aire y de paso alejarla del peligro de ser vistos por alguien conocidos dentro de la disco.

El lugar tenía una visibilidad bastante escasa aunque al rato de estar allí se podía ver a la gente que iba y venía por entre los coches sin que nos pudieran casi ver debido a que ellos entraban de la luz a la oscuridad y eso hacía que no se distinguieran bien las caras.

Nos sentamos en el muro para descansar. Los chicos seguían en sus avances. El mío era algo más parado debido quizás al poco pie que yo le estaba dando. Mi cuñada ya estaba comiéndole la boca al otro chico mientras éste le metía las manos por debajo de su vestido y le acariciaba el culo por encima de las bragas. Rosa estaba cada vez más receptiva. Veía su mano entre las sombras como acariciaba la polla de su chico por encima del pantalón. Esta visión del culo de mi cuñada al levantarle el chico el vestido hizo que mi corazón empezara a latir cada vez más fuerte y que mi coño comenzara a mojarse y a notar como la humedad hacía que mis bragas se pegaran a los labios de mi raja.

De pronto sentí como las manos de mi chico me abrazaban de espaldas a él mientras me apoyaba en su cadera. Al contacto de mi culo con su polla sentí la dureza que amenazaba con estallar y romper la bragueta de su dueño. Notaba su mano derecha bajar hasta mi muslo y ascender hasta mi entrepierna buscando mi sexo. Su mano izquierda subía hasta mi escote y lo bajaba dejando mi pecho izquierdo al aire. Empezó a amasarlo con su mano apretando mi pezón que ya amenazaba con reventar de lo duro que estaba. Mientras apretaba mi pezón su mano derecha se introducía dentro de mis bragas y llegaba a mi chocho .

Mientras todo esto pasaba no podía retirar la mirada de mi cuñada y su chico. Había conseguido sacarle la polla fuera del pantalón y sin agacharse comenzó a pajearlo con dulzura como no queriendo hacerle daño. Podía ver con mi visión acostumbrada ya a la oscuridad la polla del muchacho crecer hasta congestionarse y concentrar toda su sangre en su glande que amenazaba con estallar. Mientras sentía como los dedos de mi chico se introducían en mi vagina y hacía que se inundara con mis fluidos haciendo que de nuevo empezara a buscar lo que tanto deseaba. Notaba mis labios hinchados de tanto roce como había tenido esa tarde pero a pesar de eso, de su escozor, de su irritación, todavía se estaba preparando para lo que tan feliz le hacía.

Mientras esto sucedía dentro de mí y con mi vista ya empezando a nublarse observé como mi cuñada se agachaba abriendo sus piernas y metiéndose la polla del muchacho hasta sus huevos dentro de su garganta. Me estaba poniendo a mil haciendo de voyeur.

Sentía como Pablo me echaba hacia delante y me apoyaba en el capó del coche que había más cerca echándome hacia delante. Mi culo quedó expuesto para él. Imaginaba la escena mientras sentía como con delicadeza deslizaba mis bragas hacia mis piernas y dejaba mi culo y mi coño al aire. No podía dejar de mirar a mi cuñada mamándosela al chico. Su cara era todo un poema. Ahora me creía de verdad lo de que la chupaba muy bien. Una sonrisa acudió a mi boca mientras me acordaba de su comentario durante la cena.

De repente noté la lengua de Pablo recorriendo la raja de mi culo de abajo hacia arriba arañándome con su incipiente barba. Un escalofrío acompañado de un calambre en mi espina dorsal hizo que mis pezones amenazaran con romperme el escote del vestido a pesar de que el capó del coche todavía no se hubiera enfriado de donde viniera.

Su lengua empezó a barrer toda mi raja de arriba abajo humedeciéndola entera. Mi esfínter se dilataba y se contraía a pesar del escozor que sentía al haber sido sodomizado por la polla de mi cuñado. Hasta que su lengua llegó a mi coño y se introdujo en él. Diosss! Que gusto! Pensé para mi. No sé por qué me vino a la mente mi marido y por qué no me lo comía así. Por qué estos chicos tan jóvenes tenían tanta experiencia y mi marido apenas sabía por dónde empezar.

Todo esto lo iba pensando mientras sentía su lengua entrar en mi coño y lamerlo sacando mis jugos y haciendo que volvieran a salir otros como si fuera una fuente y no tuviera fin. Otra vez empecé a sentir los espasmos. Qué fácil era joder! Pensé mientras notaba la oleada que ascendía hasta mis tetas, haciendo que temblaran, mientras mi vientre se encogía y se apretaba haciendo que el calor subiera una y otra vez hasta mi garganta amenazando con asfixiarme mientras de mi boca sólo salían gemidos de placer apoyada en el capó de aquel coche desconocido que estaba aguantándome para no caer rodando al suelo.

Volvía a sentir como casi perdía el conocimiento mientras oía, como detrás de mí, el ruido de una cremallera amenazaba con entrar en mi coño.

Tuve un momento de lucidez e intenté incorporarme pero una mano me sujetaba contra el coche. Otra vez una mano me sujetaba y no me dejaba incorporarme.

Ponte un condón! Le dije girando mi cuello hacia atrás.

No llevo! Me dijo ante mi alarma.

No por favor así no! Le dije suplicándole.

Si quieres te la chupo o te hago una paja pero sin protección no, por favor! Le dije presa del miedo mientras intentaba incorporarme de aquel coche. Me iba a follar un desconocido del que no sabía nada que conocía desde hacía un par de horas apenas. Estás loca Laura, coño! Pensaba mientras notaba como se acercaba con su polla empalmada hacia mi chocho abierto.

Agarró su polla y la encaró en la entrada de mi coño y de un golpe la introdujo dentro de mí, sin miramientos, dejándola ahí metida hasta el fondo mientras de mi garganta quería haber salido un no, que quedó sólo en la pronunciación ante la falta de aire al sentir como su polla abría las paredes de mi vagina y llegaba hasta el fondo de mi coño.

Se quedó ahí quieto mientras mi chocho se adaptaba a su rabo y se preparaba para lo inevitable. Sentí como sus manos agarraban mis caderas mientras mi vestido permanecía enrollado en mi espalda. Empezó a bombearme al principio despacio empujando cada vez que llegaba a mi culo hasta el fondo de mi coño acelerando cada vez con más fuerza y cada vez más rápido hasta que mi cuerpo se fue abandonando. Mi coño apretaba sus paredes para sentir todavía más su polla cuando entraba y salía dentro de mí. El chico aceleraba su follada cada vez más rápido. Mi mente ya no regía. Me daba igual el condón. Me daba igual quien me estuviera follando. Sólo quería sentir su polla dentro. No quería que se acabara nunca. Así estuvo como diez minutos follándome. Ya no tenía fuerzas. Notaba mis piernas acalambrarse ante tanto esfuerzo hasta que volví a sentirlo. Ese calor ascendiendo desde mi coño, pero esta vez casi no pude soportarlo, noté como iba perdiendo el conocimiento mientras el placer recorría mis sienes y llegaba hasta mi nuca. Entre nebulosas oí al chico comenzar a gemir y a acelerar su bombeo. Su polla contrayéndose espasmódicamente mientras un reguero de semen llenaba otra vez mi coño. Por tercera vez esa tarde y hasta ahí llegué.

Lo siguiente que pude observar fueron mis ojos abiertos mirando hacia el frente. Mi cara apoyada en el capó de aquel coche mientras empezaba a notar el fresco de la noche en mi culo. Comencé a espabilarme mientras me dejé caer de pie en el suelo. Como una autómata me agaché y llegué hasta mis bragas tirando de ellas hacia arriba colocándolas en su sitio. Me coloqué lo mejor que pude el escote y entre la penumbra de la noche atiné a ver a mi cuñada que venía hacia mí con dos botellines de agua en la mano y riéndose.

Joder cuñada! Y parecías sosita! Dándome el agua que bebí de un trago mientras echamos a andar hacia la puerta de la disco de nuevo.

He llamado a un taxi me dijo sin dejar de mirarme y agarrándome del brazo seguimos andando:

Esto lo tenemos que repetir Laura! Hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien como esta noche.

Qué sorpresas te da la vida chica! Seguía hablando sola ante mi silencio.

Esa sensación de malestar me seguía acompañando. Ese cambio del ángel bueno al ángel malo…..siempre ganaba el malo ¿o era el bueno?

CONTINUARA…

PD: Para Cristina, porque sé que está esperando el relato con muchas ganas. Gracias por leerme y por animarme a seguir escribiendo. Un beso.

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