No se como ocurrió ni como dejé que ocurriera ix
Laura sigue experimentando lo que tantas veces había soñado aunque no sea por propia inicativa...Un paso más en la realización de sus fantasías...¿ Un paso más en el declive de su controlada vida?
NO SE COMO OCURRIO, NI COMO DEJE QUE OCURRIERA IX
….Sentía su polla, todavía dura dentro de mi culo, y la respiración agitada de mi cuñado resoplar en mi cuello. Poco a poco comencé a reaccionar y a darme cuenta de la situación en que me encontraba. Estaba desnuda de cintura para abajo, en mitad de la nada y con un tío encima de mi con su polla dentro.
Este pensamiento hizo que empezara a moverme intentando quitármelo de encima. Mi cuñado parecía encontrarse muy a gusto así como estaba. Oí un claxon muy cerca y de repente entre en pánico y pataleando conseguí echar a mi cuñado sobre el asiento del conductor. Rápidamente localicé mis bragas en el suelo del coche y como una autómata conseguí ponérmelas de nuevo y adecentarme un poco dentro de lo posible. Me notaba acalorada y hasta muy cabreada por ceder a cualquier situación que se presentara y cada vez más, iba causándome esa sensación de no encontrarme a gusto conmigo misma. Miré de reojo a mi cuñado subirse el pantalón y arrancar el coche intentando volver de nuevo a la autovía para regresar al chalet de mis suegros.
Sentía escozor en el esfínter y notaba el semen caliente de mi cuñado en mi intestino. Apretaba inconscientemente para evitar su salida y así manchar mis bragas y de rebote el asiento del coche.
Seguía mirando con disimulo a mi cuñado y veía su sonrisa cínica, esa sonrisa que hasta hacía unos días me había asqueado, al punto de evitar en muchas ocasiones coincidir con él y con Rosa para cenar o comer, a pesar de la insistencia de Gustavo.
Por eso y sin dejar de mirarle, mientras él se concentraba en conducir a través de la autovía, que a esas horas presentaba mucho tráfico debido a la vuelta de la gente de las playas o bien de los que ya iban acabando sus vacaciones, me hacía pensar en cómo había podido caer tan bajo hasta el punto de dejarme follar por él y no sólo eso, sino a disfrutarlo cómo una zorra sin pensar tan siquiera en ese momento en las consecuencias que podrían dar lugar esta situación.
Mis bragas comenzaban a mojarse. No podía contener del todo la salida de la corrida de mi cuñado. Empezaba a ponerme nerviosa esta situación. No sabía cómo ir sentada, mi cabeza estaba en no manchar el asiento del coche. No dejar ninguna huella de lo que había pasado hacía un rato en él. Tan concentrada iba en mis pensamientos que no oí lo que me dijo mi cuñado.
Me encanta follar contigo cuñada! Sobre todo me encanta metértela por el culo! Ese calorcito me pone a cien, con sólo pensarlo me estoy volviendo a empalmar! Le oí decir a duras penas.
Estamos locos Julio! Si se da cuenta alguien de la familia: tu mujer, mi marido, mi hijo o alguno de tus padres sería un escándalo que nos haría polvo a todos! Lo has pensado alguna vez? Dije muy seria y angustiada.
La verdad es que sí, pero me pones tan loco que no pienso en las consecuencias! Es verte y sólo pienso en follarte, en que seas mía. No sabes el tiempo que llevo soñando en estos momentos que estamos viviendo Laura! Y por primera vez desde que lo conocía lo veía ser sincero y hablar totalmente en serio.
Yo seguía pensando en Gustavo, en mis hijos. En el daño que mi comportamiento indecoroso (¡de lo puta que podría llegar a ser su madre!) podría ocasionarles. Pensaba en mi hija Laura. Un nudo en mi garganta amenazaba con ahogarme. Menos mal que en ese momento llegábamos al chalet de mis suegros. Rápidamente bajé del coche y me dirigí al maletero para sacar la compra y huir lo más rápidamente posible del lado de mi cuñado. Como si fuera tan fácil olvidarme de todo lo que había ocurrido. También necesitaba lavarme y cambiarme de bragas. Y quién sabe si también de vestido. Empezaba a notarme cada vez más húmeda y por qué no decirlo, también más y más nerviosa e irritada conmigo misma.
Subí como una autómata después de dejar la compra en la cocina sin molestarme en colocarla. Cogí unas bragas limpias de mi armario y un vestido corto color fucsia y me introduje dentro del baño. Eché el pestillo y desnudándome me metí en la ducha. Abrí el agua fría y aguantando el escalofrío que se siente al contacto con ella comencé a enjabonarme. Sólo quería quitarme de encima el olor a mi cuñado. El olor a sexo que desprendía por todos los poros de mi piel. A pesar de estar duchándome sentí las lágrimas rebosar en mis ojos y mezclarse con el agua de la ducha.
Sentía el escozor de mi culo a pesar de enjabonarlo una y otra vez intentando aliviarme. Los labios de mi coño hinchados (últimamente parecían no deshincharse, los notaba inflamados a todas horas y muy sensibles al tacto). Un escalofrío recorrió mi cuerpo al tocarlos, haciendo que mis pezones se endurecieran todavía más duros de lo que estaban al contacto con el agua fría.
La ducha serenó bastante el estado general de nerviosismo que sentía desde hacía bastante rato. Me vestí con lentitud intentando tranquilizarme y no delatar nada de lo que había pasado esa tarde cuando volviera a reunirme con todos de nuevo. Me miré un rato en el espejo. Seguía sin reconocer a la Laura que veía reflejada en él. Una Laura desatada, atormentada, enfadada con su comportamiento, satisfecha por sentirse muy mujer, angustiada por no poder expresar lo que sentía y realizada en su fantasía, tantas veces pensada y tantas veces olvidada creyendo que no podría nunca sentir lo que ahora sentía. Una Laura liberada de sus traumas. Una Laura a ratos feliz a ratos apesadumbrada. Una Laura con una vida imprevisible, sin programar, aventurera. No sabía si era eso lo que quería, pero ¡como lo estaba disfrutando!. Había tenido en dos semanas más orgasmos que en toda su vida de casada. Era otra cosa. Otra manera de ver la vida….su vida!.
Una vez vestida y ya más tranquila salió del baño y tranquilamente se dirigió a la parte de abajo de la casa, en concreto a la cocina para colocar la compra. Su sorpresa fue encontrar allí a Rosa colocando la compra.
Hola Laura! Siento no haberte acompañado con la compra pero estaba reventada! Me perdonas verdad cuñadita? Me dijo con un tono meloso que hizo que me recompusiera al ver que seguía sin sospechar nada de lo que pasaba con su marido.
Tranquila Rosa! Yo tampoco tenía ganas de ir pero tengo una niña pequeña y tengo otras necesidades! La verdad es que no había mucha gente a la hora que hemos ido y hemos tardado poco tiempo! Pero hace un calor horrible y he tenido que ducharme otra vez! Comenté muy relajada.
- ¿Salimos esta noche cariño? Tu marido y su hermano, o sea mi marido, también salen esta noche a pescar. ¿Qué te parece si salimos tú y yo también de pesca? Dijo de repente.
Nos miramos y soltamos una carcajada espontánea que apenas pudimos reprimir. Cada vez que nos mirábamos nos salía esa carcajada que se llama risa tonta y que hace que las personas unamos lazos bien sean de amistad o de familiaridad.
No debemos Rosa! Estamos abusando de tantas salidas y no solo de eso sino de a lo que damos lugar en esas salidas! En cualquier momento alguien nos reconoce y nos metemos en un buen lío!.
Que se jodan! Que no nos dejen tanto tiempo solas! O si quieres nos vamos a pescar con ellos!
Nos volvimos a mirar y estallamos de nuevo en una carcajada que apenas podíamos contener. Desde luego que ni por asomo habría imaginado nunca que iba a tener una relación de ese tipo con mi cuñada. Hay que ver lo que nos depara la vida. Hay personas que desde que las conoces parece que nunca vas a poder intimar con ellas y cuando menos te lo esperas surge el momento y lo que antes pensaba queda en el olvido. Eso pasaba con mi cuñada. En estas dos semanas había conseguido tener con ella una confianza que no había conseguido con ninguna de mis amigas en todos los años que hacía que las conocía. Alguna de ellas desde la escuela incluso. La verdad es que a ninguna de ellas le había comido el coño! Este pensamiento hizo que me ruborizada ante la atenta mirada de mi cuñada que sin poder ocultar una sonrisa me preguntó que cual era el motivo de haberme puesto tan colorada.
Para salir del atolladero en que mi mente calenturienta acababa de meterme le conté lo primero que vino a mi cabeza.
¿A que no sabes a quién me he encontrado en el súper? Le solté de sopetón para cambiar de tema.
¿A quién? Me preguntó a su vez.
A Mario! Estaba eligiendo una botella de ginebra cuando de repente se puso a mi lado! El muy cerdo me dijo que se acordaba mucho de mi coño! Será cabrón! Ah! Y que tenía un trabajo para mi! ¿Se pensará este chulo que soy una de sus putas? Jajajaja… Ahora me río pero la verdad es que no me ha hecho ni pizca de gracia! Le dije a mi cuñada aparentando toda la indignación de la que era capaz en ese momento.
¿Eso te ha dicho? ¿Y tú que le has dicho? Me preguntó Rosa a su vez dejándome muy intrigada ante el tono que dio a su pregunta.
Pero chica ¿qué le iba a decir? Que mi mundo no estaba cerca del suyo, que siguiera soñando! Mientras él insistía en que cualquier día de estos me buscaba! Me quedé observándola un rato y de repente la respuesta apareció en mi cabeza haciendo que mi boca se quedara abierta sion atinara a cerrarla.
Joder Rosa! ¿No me digas que a ti ya te ha ofrecido un trabajo de esos que me ha ofrecido a mi? Jajajaja…. No me lo puedo creer! dije en voz algo más baja por si alguien nos podía oir.
Cuéntame anda! Le dije con toda la curiosidad de la que mi feminidad era capaz de asimilar.
Bueno, la verdad es que lo he hecho unas cuantas veces! Es como echar un polvo pero pagándote y además muy muy bien! Jajajaja … Me encanta la cara que pones Laura! No pasa nada mujer es solo sexo! Una aventura que hace que todos los poros de mi piel se abran y respiren! Que todo mi cuerpo se alegre por ser mujer y poder disfrutar del poder que tenemos y que la mayoría de las veces y por pudor o bien por miedo, no podemos ejecutar, salvo en raras ocasiones y siempre con el miedo de si estaremos haciéndolo bien o mal! Además mil euros le vienen bien a cualquiera ¿No crees, tonta?
Coño Rosa! Ni mil euros ni nada! No sé si sería capaz de hacerlo ni aunque me dieran dos o tres veces más! Es ponerte precio! Es algo muy denigrante! Me quedé pensativa una vez acabé de decir esta frase. Me sentía rara. Mi coño había empezado a palpitar mientras manteníamos la conversación y mi vientre daba muestras de acumular más calor del que ya había en el ambiente.
Tú misma Cielo! Ayer noche lo hicimos gratis, porque nos apetecía! Hicimos cosas que ni por asomo intentaríamos con nuestros maridos! Y nos gustó, al menos a mi me encantó! ¿A ti no cielo? Sin dejarme contestar ella misma se contestó…Pues eso!
Lo bueno es que podemos elegir a la persona! Es la única condición que le he puesto a Mario! Que me guste el tío! Además tampoco lo he hecho muchas veces, tan sólo unas cuantas, cuando más aburrida estoy! Es un subidón de adrenalina! No sé cómo explicártelo Laura!
Ya! Pero sigo sin sentirme capaz de hacerlo, a pesar de lo que ha pasado estas dos noches! Creo que me moriría de vergüenza! No sé, es una sensación muy rara, me corta tan solo pensarlo! Dije continuando con la preparación de la cena que entre conversación y conversación habíamos empezado a preparar.
Un zumbido en el móvil hizo que mi atención se centrara en él. Lo abrí sobre la marcha y un número desconocido me había dejado un mensaje en el wasap.
- Sigo teniendo un trabajo para ti! Tengo un tío loco por conocerte! Decía el mensaje.
Muy nerviosa le enseñé el mensaje a mi cuñada. Lo leyó atentamente y se rió.
Es Mario! Has debido de impresionarle mucho Laura! Dijo ante mi estupefacción.
¿Quién le ha dado mi número Rosa? Pregunté intentando no parecer lo asustada que me sentía.
No sé nena! Igual ayer noche lo copió de mi móvil mientras nos quedamos dormidas en su habitación! No sé! Te prometo que yo no se lo di Laura!
Viendo su cara de compungida la creí en que ella no sería capaz de darle mi número a semejante personaje. A pesar de esto, mi cabeza no dejaba de darle vueltas al mensaje. Tenía que bloquear el número si seguía insistiendo. No podía arriesgarme a que Gustavo fuera capaz de enterarse.
Ensimismada en mi pensamiento no oí llegar a mi suegra y a mi marido y mi cuñado que entraban del jardín. Mi marido me abrazó por detrás mientras se pegaba a mi. Ya sabía que esa noche también se iban de pesca pero esperaba a ver cuando me lo decía.
Entablamos una conversación familiar. Hablamos del calor que hacía y como sin querer la cosa mi marido dejó caer que esa noche se iban de nuevo a pescar ya que al parecer se habían escapado unas doradas de una piscifactoría y estaban todos los pescadores revueltos con el tema y que iban a ver si tenían suerte y daban con ellas. Nosotras pusimos el grito en el cielo aunque ya sabíamos con antelación su plan para parte de la noche y de la madrugada. Ellos intentaban conformarnos con que saldríamos mañana a comer y todo eso que hacen los tíos para quedar bien y salirse al final con la suya. Mi cuñado no dejaba de mirarme y de morderse el labio cada vez que yo respondía a sus miradas. Yo desviaba la mirada hacia otro lado intentando que nadie se diera cuenta de esta circunstancia. Cada vez entendía menos como había podido dejarme follar por este patán!
Dejamos la cena casi lista a falta de darle los últimos retoques una vez que llegara la hora. En esos momentos entró mi hija acompañado por su hermano que se recogían de la playa. Estaba orgullosísima de mi hijo Marcos. Tan responsable. Tan guapo. Rápidamente mi hija llamó mi atención para que la acompañara a la ducha y quitarse la arena del cuerpo. Su piel se irritaba con mucha facilidad y estos últimos días al parecer el agua llevaba una gran cantidad de sal que al secarse, casi arañaba su delicada piel.
Me metí en el baño con ella no sin antes coger una muda para ponerle. Estuve un buen rato duchándola y lavándole el pelo. Me encanta oler a mi hija recién bañada. Me la comería a besos. Tan tierna, tan frágil, tan necesitada de cuidados. Me emociono con sólo pensarlo. Con mimo lavé su pelo rubio. Es muy suave y esponjoso. Lo sequé bien con la toalla y después le di un toque con el secador. A mi hija le encanta que la mime (imagino que como a todas las niñas) y a mi me encanta mimarla. Cuando acabé recogí su bañador y la toalla mojada y la eché al cesto de la ropa sucia.
Mi hija en cuanto acabé con ella salió corriendo hacia abajo donde se oía un gran alboroto. Con curiosidad me asomé para ver a qué era debido tanto escándalo y me encontré a Raúl abajo. Mi corazón se puso a latir a mil por hora. Me quedé arriba de la escalera mientras mi sobrino dirigía la mirada hacia donde yo estaba con disimulo. Dios, que guapo estaba! Me tuve que palpar para ver si llevaba las bragas puestas, tal fue la sensación que me produjo su presencia. Hacía sólo cuatro o cinco días que faltaba y ahora me daba cuenta lo que le había echado de menos.
El estómago y el corazón no paraban de dar vueltas allí al final de la escalera, mientras Raúl, una vez saludó a todo el que quedaba en la casa, se dirigió hacia su habitación subiendo las escaleras muy despacio mientras miraba con descaro hacia mis piernas. Era consciente de la visión que le proporcionaba al chico desde allí arriba. Seguro que casi veía como latía mi chocho con sólo verlo subir por la escalera. Al llegar hasta donde yo estaba, una gran sonrisa iluminó su cara (y la mía también, todo hay que decirlo).
Hola tía Laura! Me dijo dándome dos besos.
¿Me has echado de menos? Me preguntó sin soltarme del todo.
¿Tú que crees? Le dije con una sonrisa mientras veía su cara morena y su piel tostada por el sol y mis pezones celebraban la visión del chico poniéndose duros como piedras y afloraban con disimulo empujando mi sujetador a juego con el vestido fucsia abotonado hasta abajo.
Sin dejar el macuto se dirigió hacia su habitación. No podía dejar de mirarle. Dios, qué guapo estaba! ¿Lo he dicho ya? Casi me derrito cuando al abrir la puerta de su habitación dirigió la mirada hacia donde yo estaba y me echó un beso con la mano. Sentí mis bragas mojarse como una adolescente. Joder, me encantaba este chico! No podía negarlo.
Cenamos todos juntos. Mi suegra y yo retiramos los platos y restos de la cena mientras mi cuñada que había quedado con unas amigas para tomar un café se despedía de nosotras y se marchaba hacia el paseo marítimo donde había quedado. Los hombres de la casa incluidos mi marido, mi hijo y mi cuñado se marcharon también con sus cañas de pescar. Tan sólo quedábamos en la casa mis suegros, mi hija Laura y Raúl que no había bajado a cenar con la excusa de que había comido algo en un área de servicio de la autovía y prefería ducharse porque iba a salir a dar una vuelta con sus amigos.
Mis suegros decidieron salir a tomar algo con unos amigos y ante la insistencia de mi hija por ir con ellos decidieron ceder y llevarla con ellos (la verdad es que se les notaba encantados) sobre todo porque sus amigos solían aparecer con algunos de sus nietos y así tenían también nieta para presumir. La verdad es que mi hija (no es porque sea mi hija) es un bombón de niña. Guapa y viva como el hambre y sobre todo muy cariñosa.
Acabé de recoger la cocina y mientras mis suegros y mi hija salían por la puerta del jardín, reparé en que me quedaba sola en la casa con Raúl. Mi corazón que hasta ese momento permanecía relajado comenzó de nuevo a bombear como si le fuera la vida en ello. Mi cara comenzó a sonrojarse y cada vez más acalorada me dirigí a la parte de arriba de la casa. El pasillo estaba en penumbra. Todavía hacía bastante calor. La noche no terminaba de refrescar. Notaba como el nerviosismo hacía que mis poros se dilataran y poco a poco el sudor mojaba mi vestido haciendo que se pegara a mi piel. Notaba mis bragas cada vez más mojadas. No sabía distinguir ya entre mi excitación y el sudor de mi piel. Cada vez más excitada y nerviosa me acerqué a mi habitación y sin encender la luz me introduje en ella. Subí la persiana y a través de ella entraba la luz de la calle.
Me notaba cada vez más acalorada y nerviosa. No paraba de hacerme aire con la mano. De repente sentí la presencia de él a mis espaldas. Me volví muy despacio y me lo encontré allí parado, en bóxer. Apretado. Marcando el bulto que formaba su miembro empujando la tela. Ese bulto que me traía de cabeza. Estábamos solos en casa. Poco a poco se acercó hasta donde estaba. Sentía mis labios temblar y mi corazón golpear con furia mi pecho.
Sin decirme nada subió sus manos por mis costados hasta llegar al primer botón de mi escote. Lo soltó muy despacio mirándome. Siguió con el otro abriendo el escote. Veía mis senos subir y bajar con mi respiración. Notaba las aletas de mi nariz moverse, temblar. Poco a poco siguió desabotonando el vestido que debido al sudor apenas se despegaba de mi cuerpo. Llegó hasta el último botón y lo abrió por completo. Veía perfectamente mi sujetador rosa y mis bragas blancas con el elástico rosa también a juego con el sujetador.
Notaba mis bragas mojadas y mi chocho segregando sin parar. Notaba el frescor de mis bragas mojadas pegadas a mi sexo mientras notaba como me acariciaba despacio, admirando mi cuerpo. Me hacía sentir muy mujer. Capaz de excitar a un joven de veinte años que podría tener a la mujer que quisiera y sin embarga estaba encoñado conmigo. Me acercó hasta él poco a poco y me besó. Necesitaba ese beso, necesitaba su lengua dentro de mi boca entrelazada con la mía. Necesitaba sus manos apretando mi cadera contra su polla y sus manos entre mis bragas y mis nalgas restregando mi coño contra su polla mientras su lengua buscaba la mía. Mis tetas estaban a punto de estallar pidiendo a gritos salir de su encierro. Sus manos comenzaban a bajar mis bragas de su sitio. Mis piernas se movían sin parar intentando colaborar bajándolas hasta que entre los dos y sin soltar mi culo conseguimos bajarlas hasta los tobillos. Saqué una pierna y con la otra las arrojé en medio de la habitación. Bajó una mano hasta mi chocho y abriéndola lo apretó hasta que creí que me moría del gusto. Suspiré muy hondo y mordí sus labios. Estaba desatada, necesitaba que me comiera, que me besara, era suya. No había sentido hasta ese momento lo que me gustaba estar con este chico. Su forma de tratarme, de besarme, parecía saber en cada momento lo que necesitaba.
Sentí sus dedos, porque eran dos los que introdujo de golpe en mi coño haciéndome abrazarme a él con fuerza para no caerme de gusto. Me llevó así contra la pared mientras me comía literalmente la boca. Los pezones me dolían de lo duros que estaban. Me apretaba contra la pared con sus dedos hurgando dentro de mi coño mientras con la otra mano agarraba mi pelo sin dejar de besarme por la cara y el cuello. Dios! Estaba como loco. Yo también me comportaba como si fuera la primera vez que lo hacía. Notaba su mano empapada con la humedad de mi coño.
De repente se agachó y metió su boca en mi chocho haciéndome ver las estrellas. Diosss!! Que gustazo, como me comía el coño el cabrón. Nadie lo hacía tan bien como él. Lamió, chupó, bebió literalmente de mi, tal era mi grado de excitación, hasta que sentí el primer orgasmo venir. Mis piernas temblaban mientras me sujetaba a su cabeza para no caerme. Mi coño comenzó a temblar mientras mi boca se abría jadeando entre gemidos cada vez más altos que acabaron cuando resoplando me dejé caer sobre él. Me levantó en peso y me llevó hasta la cama. Me dejó caer en ella y sin dejar de mirarme ni de decir una sola palabra se quitó el bóxer y su polla saltó hacia arriba como si tuviera un resorte apuntándome.
Me senté en el borde de la cama y cogí su polla. Estaba caliente y mojada. Su glande congestionado parecía reventar. Lo metí en mi boca y lo deslicé hasta mi garganta saboreándolo. Notaba como se encogía del gusto y sin sacarla comencé a chuparla con mis labios como si fuera un chupa chups. Sentía como palpitaba su polla con cada lametón. No quería que se corriera tan pronto. Quería verlo disfrutar. Quería que me follara. Notar su potencia, su excitación mientras me poseía. Sí, mientras me poseía, porque en esos momentos era mi dueño. Mi macho. Mi hombre. No había nadie más para mi en ese momento. Saqué el miembro de mi boca y lo dejé húmedo, lleno de mi saliva. Me eché hacia atrás en la cama. Lo veía de pie con la polla enhiesta apuntándome. La quería dentro de mi coño. Abrí las piernas ofreciéndome. Todavía tenía el sujetador puesto. Lo adiviné porque mis pezones chocaban contra sus copas y notaba su relieve.
Fóllame! Me oí decir.
¿A qué esperas?¿ Quieres que te lo suplique? Estoy loca por sentirte dentro.
Me extrañaba que no hubiera dicho ni una palabra desde que entró en mi habitación. Me cogió de las piernas y me tumbó boca arriba encima de la cama. Abrí mis piernas sin necesidad de que me lo pidiera. Sólo quería sentirlo dentro. Sentir su calor. Su poder.
Abrió mis piernas un poco más y de pronto sentí una palmada en la nalga que me asustó. Seguí quieta sin moverme. Estaba decidida a obedecer en todo lo que quisiera hacerme. Esa noche era suya (aunque sentía que desde la mañana en que lo vi le pertenecía) y estaba dispuesta a darle todo lo que quisiera.
Sentí como agarraba la polla con una mano y dirigiéndola hacia mi coño lo penetró sin miramientos. Su falo entró de una, sin inmutarse. Tal era mi estado de excitación. Se quedó dentro de mi coño mientras mi culo empujaba hacia atrás pidiendo más.
No te pares ahora por favor! Le supliqué.
Pídeme lo que quieras! Le dije.
Empujó otra vez hasta el fondo de mi chocho y se quedó ahí. Salió y rápidamente volvió a entrar. Dios! Me estaba matando de gusto. Entonces por primera vez hablo.
- ¿Lo que quiera? ¿Me lo vas a dar, tía Laura? Me preguntó.
- Siii!! Joder, sigue por favor! Le supliqué de nuevo.
Noté como se apoyaba en la cama con las dos manos y empezó a bombear. Al principio despacio, después fue aumentando el ritmo poco a poco hasta que empezó un mete y saca cada vez más rápido y más fuerte. Sentía mi coño apretarse. La posición era la más adecuada para apretar los muslos. El placer era inaguantable. Sentía como me mareaba del gusto Mis nalgas retrocedían con él buscándolo.
De repente se paró. Mi culo seguía empujando hacia atrás buscando de nuevo su polla que se había quedado quieta.
¿Qué haces? No pares ahora mi niño! Fóllame! Qué más quieres que te diga? Sigue follándome joder!
¿Quieres que te siga follando? Como quieres que te folle? Dime.
Como quieras, pero sigue! No me dejes así, me muero por sentirte dentro, porque te corras en mi coño! No daba crédito a lo que estaba diciendo.
¿Tanto me has echado de menos zorra? Sentí como me agarraba de las caderas y me penetraba de golpe una vez, dos veces seguidas y entonces paraba el muy cabrón dejándome a punto.
Uf! No sabes cuánto Cielo! Sigue por favor!
Siguió agarrado a mis caderas bombeando mientras me oía gemir cada vez más fuerte mientras notaba la llegada de nuevo del orgasmo. Estaba a punto cuando de golpe volvió a pararse. Noooo!! Me oí gritar.
¿Te gusta cómo te follo verdad tía Laura? ¿Te gusta que te folle como a una perra verdad? Le oía decir mientras me penetraba de nuevo con más fuerza.
Siii joder! Fóllame como quieras, pero no pares! Por favor! Volvía a suplicarle.
Sentí sus dedos apretar mis caderas. Notaba que él también estaba a punto de correrse. Estaba aguantando para castigarme pero no hacía falta. Estaba entregada a su polla. Estaba totalmente enamorada de cómo me follaba. Lo sentía entrar y salir de mi coño. Sentía como empezaban a abandonarme las fuerzas y como se nublaban mis ojos. Entre brumas me oía decir:
- Córrete conmigo mi amor! Córrete dentro de tu puta! Soy tu puta! Soy lo que quieras que sea! De repente lo sentí correrse dentro de mi. Sentí su leche caliente llenarme y salirse. Mis muslos y mi sexo llenos de él. De su corrida. De su potencia. Me dejé llevar y me maree o me dormí…No sé. Sólo me dejé llevar. Estaba feliz siendo poseída por un macho joven y potente.
Me dejé llevar así, acostada y con él encima. Me sentía protegida. Nunca había sentido esa sensación. Sentía el calor de su miembro dentro de mi coño. Era una sensación nueva para mi. Nunca me había parado a pensar en eso ni nunca me había sentido así: protegida y poseída.
Al rato y entre tinieblas sentí como salía de mi. Esa sensación de vacío que solo ocurría con Raúl, volvió a perseguirme mientras volví a introducirme en esa modorra que solamente conseguía crearme el follar con él. Me acurruqué en posición fetal mientras me quedé dormida un rato. No pude contar cuanto tiempo estuve asï. La vibración del móvil hizo que poco a poco mi cabeza comenzara a despejarse y analizar cuál era la situación en que me encontraba y lo que era peor, la situación en que podrían encontrarme si alguien apareciera en ese momento en la casa. Me espabilé de golpe y me dí cuenta de la situación real en la que me encontraba. Acostada en mi cama, sin bragas y sólo con el sujetador puesto. Difícil de explicar para cualquiera que hubiera aparecido en ese momento. De una ojeada divisé mis bragas enrolladas en medio de la habitación. Todavía algo mareada me dirigí hacia ellas y no con poco esfuerzo, para mantener el equilibrio, conseguí ponérmelas de nuevo. El móvil seguía vibrando sin parar.
- Sí? Contesté sin mirar quién llamaba deseosa de que me dejara en paz.
- Laura cariño? Dónde te habías metido cielo? Oí decir mientras intentaba adivinar de quién era la llamada.
- Rosa? Eres tú? Dije todavía aturdida por lo ocurrido hacía tan sólo unos minutos.
- Pues claro chocho! Quién iba a ser? Me dijo dejándome entrever una sonrisa que a poco que insistiera acabaría en una carcajada.
Perdona Rosa, no había visto quién me llamaba! Dónde estás? Pregunté sin mucho interés por mi parte.
Tengo que pedirte un favor! Noté la súplica en su petición aunque mis sentidos comenzaron a ponerse en guardia. Todo lo que viniera de mi cuñada, sobre todo últimamente, parecía encaminarse a complicarme la vida.
Me han dejado sola cielo! Rápidamente intuí que se refería a sus amigas.
Y dónde estás? Pregunté para salir del paso.
Recuerdas el restaurante aquel de Salobreña dónde vamos todos a cenar de vez en cuando? Me dijo con esfuerzo por mantener la conversación dentro de unos cauces aceptables. Enseguida me percaté de que había bebido un poco. Miré instintivamente el reloj y me dí cuenta de que ya eran casi las once de la noche. Resoplé y maldije mi suerte. Un poco más tarde y ya todos estarían allí y tendría una buena excusa para evitarla.
Y qué haces ahí zorra? Le dije intentando mantener la calma intuyendo lo que me pediría a continuación.
- Ven a por mí porfa! Me dijo casi suplicándome.
- Joder Rosa! Es muy tarde ya cielo! Están a punto de venir todos y tengo que acostar a la niña! Dije intentando escaparme de la situación.
- Venga! Prometo recogernos pronto! Dijo con voz melosa mezclada con a saber que era lo que había bebido esa noche ya.
- Está bien! Le dije muy a mi pesar.
Pero te recojo y nos venimos, vale? Dije sin acabar de creerme que sería así.
Vale! Te quiero Reina! Oí que me decía antes de colgar.
Rápidamente cogi unas bragas limpias y un sujetador a juego azul cielo muy suavecito y que dado el calor que hacía de nuevo esa noche haría que apenas lo notara cuando se pegara a mi cuerpo con el calor pegajoso que hacía esa noche sobre todo en la zona de la playa donde se encontraba el restaurante.
Me puse un vestido cortito de color azul muy clarito para que no desentonara la ropa interior que llevaba. Me dí una ducha rápida para quitarme el olor a Raúl de mi cuerpo y lo más rápidamente que pude pedí un taxi no sin antes darme un poco de color en la cara y un poco de carmín en los labios. Nada destacable pensé para el poco rato que pensaba estar fuera de casa.
Bajé a la planta de abajo. Ni rastro de Raúl en la casa ni de nadie todavía. Mejor! Pensé para mi. Antes de que vuelvan estaré aquí, me oía pensar mientras sacando el móvil del bolso llamé a mi suegra explicándole la situación. NI una palabra de reproche. Un sol! Lo he dicho ya?
A los pocos minutos llegó mi taxi. Subí en él y le indiqué la dirección a taxista que echando un vistazo por el retrovisor puso el coche en marcha, deteniendo la mirada más de lo aconsejable. Cuando atiné a mirar comprendí el por qué. Mi vestido ya de por si corto, al subirme en el coche, se había acortado lo suficiente para que el hombre adivinara el color de mis bragas. Tiré del borde de mi vestido hacia delante y me acomodé mejor en el asiento cerrando mis piernas, privando al taxista de la vista tan excitante que le había presentado en un momento.
Al poco rato el taxi se detuvo en la entrada del restaurante despidiéndome del hombre no sin antes pagarle y abrir mis piernas un poco más de lo aconsejable al bajarme del auto. Momento que aprovechó el taxista para despedirse, no sin haber echado un vistazo donde antes había fijado la vista.
Una vez en la puerta abrí y al entrar sentí una oleada de frío que debido al calor pegajoso que hacía en la calle hizo que mi cuerpo sufriera un escalofrío que hizo a mis pezones ponerse en alerta.
Busqué a mi cuñada con la mirada y la encontré en la barra hablando con dos hombres. Mi cabeza rápidamente se puso en guardia. Algo no marchaba bien. Me dí cuenta enseguida. Uno de los hombres era Mario. Al otro no lo conocía. Tendría unos cincuenta años, alto con entradas y el pelo engominado. Se notaba con solo la forma de mirarme que estaba acostumbrado a mandar. Un empresario quizás o alguien que manejaba dinero y estaba acostumbrado a que lo adularan por ello. Mi cuñada estaba muy contenta entre los dos. Se notaba que había cenado bien. O igual ese era el problema, que no había cenado y el alcohol había hecho efecto demasiado pronto. Fuera lo que fuera empezaba a arrepentirme de haber venido a buscarla.
Laura cariño! Se acercó a mi encuentro.
Gracias por venir! Ven que te presento!
A Mario ya lo conoces, verdad? Hizo como si no se acordara de qué lo conocía.
Este es Alfredo! Me los acabo de encontrar! ¿Verdad que es una casualidad? Me dijo con cara de inocencia mientras el tal Alfredo se acercaba a mi y me daba dos besos mientras su mano casi como sin querer se apoyaba en mi cadera más abajo de lo debido.
Hola! Saludé con toda la educación de la que fui capaz intentando disimular mi enojo. Mi sonrisa hacía pensar otra cosa.
Alfredo tiene un concesionario de coches de alta gama! Igual consigo convencer a Julio para que me compre un BMW que me trae loquita! Dijo mi cuñada trabándosele un poco la lengua.
- Cuando quieras Bombón! Ya sabes dónde encontrarme! Dijo el tal Alfredo sin quitarme el ojo de encima. Su mirada hablaba por si misma. Mis bragas empezaban a temblar. Tenía la sensación de que en cualquier momento las sentiría enrolladas a mis tobillos. Instintivamente apreté mis muslos.
- Conozco un sitio donde ponen unos combinados espectaculares y además tiene jardín al aire libre! Dijo Mario proponiendo irnos de allí. La verdad es que estábamos muy expuestas en ese lugar tan concurrido y a esa hora. Respiré cuando salimos de allí.
Subimos al coche de Mario. Mi cuñada delante con él y yo atrás con Alfredo. Mi vestido al sentarme en el coche con asientos de cuero hizo que se acortara más de lo debido dándole una visión espléndida a mi acompañante de mis muslos dorados por el sol acercándose peligrosamente a mi entrepierna. Al salir del pueblo la luz comenzó a escasear y mi seguridad se vino un poco más arriba al verme protegida por la oscuridad.
Al rato de circular en la misma dirección y sin previo aviso entramos en lo que parecía ser una urbanización. Subimos una pequeña rampa y de repente nos vimos frente a una puerta grande de hierro que se abrió como si estuviera esperándonos. No me gustaba el cariz que estaba tomando la noche. Nadie decía nada. Ni tan siquiera mi cuñada.
Paramos en lo que era un chalet no muy grande con una zona ajardinada muy bonita y muy bien alumbrada. Una vez bajamos del coche, la puerta de entrada con la misma celeridad que se abrió volvió a cerrarse.
- Estáis en vuestra casa! Dijo Alfredo por fin, rompiendo el silencio entre los cuatro, abriendo la puerta de la casa y echándose a un lado para que entráramos.
Mi cuñada entró rápidamente curioseándolo todo como si fuera una niña que sale por primera vez de casa. Mario la seguía sin quitarle ojo de encima. La verdad es que con la falda rizada que llevaba por encima de las rodillas y una blusa con apenas escote y pegada al cuerpo que hacía resaltar sus pechos de una manera provocadora, estaba peligrosamente sexy. Esto unido a los vapores del alcohol la hacían una presa fácilmente abatible para un cazador tan avezado como Mario.
Mientras Alfredo no dejaba de mirarme. El fresco de la casa ocasionado por el aire acondicionado comenzaba a endurecer mis pezones. Comencé a curiosear con la mirada para intentar aclimatarme a la situación que comenzaba a preocuparme. No sabíamos nada de aquellos tipos y allí estábamos como dos adolescentes en la casa de un desconocido y mucho me temo que a su merced. A nada que se lo propusiera harían con nosotras dos lo que quisieran. Este pensamiento hizo ponerme la carne todavía más de gallina y mis pezones duros como piedras. Notaban como sobresalían de mi vestido. Para qué me habría puesto ese vestido y ese sujetador esa noche! Pensé para mis adentros.
- ¿Qué queréis tomar? Preguntó el anfitrión abriendo una nevera empotrada en el salón que contenía refrescos y una cubitera en un pequeño congelador.
Cada uno pidió su copa. Yo un gyn tonic y Rosa un cubata de ron. Empezó a sonar música sin percatarnos de donde procedía. La verdad es que lo tenían todo preparado. Un trago largo de mi copa hizo que mi mente comenzara a relajarse y a dejarse llevar por la situación. Total ya estábamos allí y ya éramos adultos todos para empezar a escandalizarnos aunque ellos llevaban una cosa en la cabeza distinta a la mía. Mi cuñada Rosa no contaba. Ella entraba en cualquier circunstancia que se diera.
No íbamos a un sitio tranquilo y con jardín? Pregunté con toda la intención de la que fui capaz mientras mi cuñada bailaba al son de la música y Mario la acompañaba agarrándola de la cintura y pegándose a ella al compás de la canción.
Este es un sitio tranquilo no, cielo? Dijo Alfredo acercándose un poco más a mi mientras yo con disimulo ponía distancia entre los dos.
Demasiado tranquilo diría yo! Dije mientras me dirigía hacia el exterior de la casa notando el contraste entre el fresco del interior y el bochorno del jardín.
Desde allí observé como mi cuñada y Mario ya eran una misma persona de lo juntos que estaban. Veía las manos de Mario subir la falda de mi cuñada dejándonos ver sus bragas negras brillantes. Era una imagen muy excitante. Sentía a Rosa entregada a su macarra. Estaba claro que bebía los vientos por él.
Un latigazo de deseo sacudió mi sexo. Ahora no! Pensé para mis adentros. Alfredo seguía avanzando hacia su presa intentando acorralarme. Yo le huía. Estaba empezando a gustarme el juego.
Estoy casada! Lo sabías? Le dije con todo mi descaro para intentar frenarle un poco aunque sabía que llegado el momento poco importaría lo que acababa de soltarle.
Y te diviertes así? Me preguntó mientras me observaba con su mirada felina dispuesto a saltar sobre su presa.
Así cómo? Pregunté a mi vez.
Montándote en el coche con dos desconocidos en mitad de la noche? Te parece lógico? Siguió con el asedio.
Te recuerdo que íbamos a tomar una copa a un lugar público! Nadie me dijo que veníamos a una casa privada! Continué con la charla mientras a través de la cristalera y con la luz de dentro muy tibia vi a mi cuñada arrodillada sacando la polla de Mario y metiéndosela de golpe en su boca hasta dar con sus labios en la pelvis del macarra. Veía sus pechos fuera de la blusa y al hombre sujetándole la cabeza empujándola hacia sus caderas.
Sentí un espasmo en mi coño que casi me hace encogerme mientras Alfredo se giraba para ver qué era lo que tanto llamaba mi atención. Al ver la escena su mano se dirigió hacia su entrepierna acariciándose el bulto que aparecía en ella. Mi cuñada seguía con su mamada sin prestar atención a nada más. Cada vez que sacaba la polla de su boca caía un hilillo de baba que amenazaba con manchar su blusa. Poco parecía importarle esta cuestión mientras se veía la crispación de gusto de su macho con la mamada que estaba recibiendo.
Sin percatarme de su movimiento noté una mano que acariciaba mi seno derecho desde atrás. Reaccioné retirándole la mano y alejándome unos pasos de él.
Te he dicho que estoy casada! No voy a follar contigo! Está claro, no? Dije poniéndome a la defensiva.
Nadie ha hablado de follar! Cuanto me costaría una mamada como la de tu amiga o tu cuñada o lo que de verdad seáis? Me dejó caer muy seguro de sí mismo ante mi estupor y el calambrazo de mi vientre al recibir esta proposición que no me esperaba.
Perdona? Te piensas que soy una puta o qué coño te crees que estás diciendo? Le dije con todo el coraje de lo que fui capaz.
Alfredo metió la mano en su bolsillo y sacó un fajo de billetes. Separó unos cuantos y me los ofreció. No los conté pero fácilmente habría unos mil quinientos euros. Mi indignación crecía lo mismo que mis pezones. Me estaba tratando como una puta y se lo estaba consintiendo. Le tiré los billetes a la cara mientras dejé el vaso sobre una mesa e intenté introducirme en la casa para llevarme de allí a mi cuñada.
Al pasar a su lado me cogió del brazo y me abrazó mientras yo intentaba soltarme pataleando. Me besó en la boca mientras yo tiraba de su pelo y él en una reacción de fuerza me cogió del pelo y tiró de mi hasta arrodillarme en el césped. Sin soltarme, con una mano mientras con la otra abrió su cremallera y sacó su polla dura como una piedra. Tiró de mi vestido hacia abajo dejándome arrodillada delante suyo con el sujetador puesto y el vestido por la cintura.
Haz tu trabajo puta! Dijo mientras cogiéndome de nuevo por el pelo acercó mi boca hacia su polla. Cerré mi boca ante esta maniobra y de repente sentí una bofetada que hizo que mi coño palpitara y se inundara. Parecía que me había orinado tal era la sensación que sentía.
Chúpamela joder! Dijo presionando mi cabeza contra su miembro.
No tuvo que decirme nada más, tal era mi estado de excitación. Me sentía una puta de verdad. Cuantas veces había fantaseado con una situación así. Cogí su polla por el tronco y comencé a pajeársela mientras le lamía el glande. Olía a sudor y un poco a orín pero a mi me ponía a cien ese olor. Mi coño no dejaba de mojar mis bragas. Todavía notaba los restos de Raúl dentro de mi. Ya no tuvo que coger mi cabeza. Mi boca succionaba su miembro ensalivándolo y entrando y saliendo de mi boca mientras sentía como mi macho gemía y disfrutaba de mi lengua.
Te gusta así, cabrón! Le dije mirándole a los ojos sin soltar mi trofeo. Otra bofetada sonó en mi cara mientras mi excitación no tenía límites.
A mi no me hablas así zorra! Me oyes? Decía mientras notaba su polla endurecerse cada vez más. Sentía como palpitaba mientras mi lengua lamía su capullo y mi garganta la recibía presionando mis labios al salir haciendo un movimiento de succión que hacía al hombre encoger sus rodillas del gusto.
Estaba en mis manos. Sentía el poder que ejercía sobre el macho. Era una puta dominando al cliente. Como todas las putas. Se iba a correr cuando yo quisiera. Cuando yo dijera. Y era ya. Saqué la polla de mi boca y sin dejar de pajearlo le pregunté mirándole fijamente a los ojos:
Dónde quieres correrte? Dime? Pregunté, siguiendo con la paja, viéndole entregado.
En tus tetas! Quiero llenarte las tetas de leche! Dijo ya con voz entrecortada.
Muy bien! Tú pagas! Tú decides donde lo echas! Le dije con toda la cara de viciosa que pude.
Fue suficiente con esta acción y con un lametón en su glande mientras lo animaba.
- Vamos! Córrete! Lléname de leche! Has pagado para ello! Soy tu puta! Y puedes hacer conmigo lo que quieras mientras lo pagues! Sentí abrirse su esfínter mientras notaba en mi mano como palpitaba su polla mientras el primer escupitajo de semen impactaba en mi cara y los demás ya más flojos caían sobre mi escote llenando mis tetas de leche. A la vez notaba los espasmos en mi coño coincidir con su corrida mientras mi mano seguía masajeando el miembro escurriéndolo hasta sacar la última gota de leche. Sentía las bragas empapadas de flujo.
Alfredo se subió los pantalones mientras se recuperaba de la corrida que acababa de tener. Mientras, yo me puse en pie, me acerqué a la mesa del jardín donde había un servilletero. Cogí unas cuantas servilletas y me limpié la cara y el escote. Me subí el vestido y me agaché a coger el dinero que había tirado al suelo. Me lo he ganado! Pensé para mi.
- Las putas cobran su trabajo! Dije ante la mirada de Alfredo. Metí el dinero en el bolso y entré a buscar a mi cuñada.
Debíamos irnos pronto de allí…… CONTINUARA
PD: Sigo agradeciendo a mi Sigrid por toda la pasión y la fuerza que pone en que siga escribiendo. Siento tardar tanto tiempo en continuar con esta serie pero hay cosas en la vida de las personas muy difícil de explicar y también de entender. Mil perdones.