No sé bien cómo empezó todo 2
No sé bien cómo empezó todo. Solo sé que ahora estoy solo en mi casa, sin mi mujer, sin la finca, sin la casa donde nací, sin ilusión
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Amigo Pablo: Como te prometí te sigo contando lo que me ha ocurrido a partir del día en que te facilité lo que escribí refiriendo lo que pasó. (Ver relato anterior)
Una semana después de nuestra entrevista me llamó Laura para anunciarme que vendría a verme… Acompañada, claro que no me dijo de quien.
No puedes imaginar cual fue mi sorpresa cuando se presentó con Paula. De todos modos las hice pasar y sentarse. Les ofrecí algo de beber y Paula quiso agua. Se la traje y me senté frente a ellas.
Paula sentada en el sofá, junto a Laura, me miraba con tristeza. Parecía que en las semanas que transcurrieron desde que la vi hasta hoy había mejorado bastante. Tenía mejor color y las mejillas no aparecían tan hundidas.
Yo no entendía nada y así se lo hice saber.
— ¿Qué es esto Laura? ¿Qué pretendes?
—Tranquilízate Rafa… Antes de nada quiero que Paula te explique cosas que te interesan, que ocurrieron hace años y no sabes.
—Vaya ¿Y cuáles son esas cosas que tanto me interesan? – Paula me miró, después bajó los ojos y comenzó a hablar con una vocecilla que apenas se escuchaba.
—Ante todo quiero que sepas que lo que te voy a contar ocurrió antes de que empezáramos a salir, o sea hace muchos años. Éramos muy jóvenes, tonteábamos unos con otros, y tú eras el más serio de todos los amigos del grupo. Al principio no me fijé en ti, no me gustabas, precisamente por eso. Estudiabas, trabajabas y… No eras divertido, eras demasiado formal y yo demasiado joven. – Ya me imaginaba por donde irían los tiros.
—Y eso ¿A dónde nos lleva? – Pregunté
—Déjame explicarme y no me interrumpas, por favor… Ya bastante me cuesta decirte esto… Por el contrario Sergio…
— ¡Sí! Sergio era el más divertido y el más payaso. ¿Eso es lo que te gustaba? ¿Querías un payaso para casarte? ¿Y por qué lo hiciste conmigo? –Paula comenzó a llorar y Laura la abrazó consolándola.
— ¡Rafa, no seas bruto! ¡Déjala hablar! ¡Bastante duro le resulta esto! – Laura me dirigió una dura mirada. Asentí con la cabeza y continuó.
—Como te decía tonteábamos unos con otros y empecé a salir con Sergio. Laura aún no se había unido al grupo, era más joven, ya lo sabes. Durante dos o tres meses estuvimos juntos. En aquella época no era normal tener relaciones sexuales antes del matrimonio… Pero nosotros las tuvimos… — Mi estómago se revolvía…
— ¡O sea, que la virginidad que yo rompí era falsa! Me engañaste desde el principio. Desde antes de casarnos.
—Sí, Rafa. Y lo siento pero déjame seguir… Sergio no se conformaba con tener relaciones normales, cada vez quería cosas más… Bueno, hoy día sería normal, pero entonces… Llego un momento en que me dio miedo, me resistía a hacer las cosas que me pedía. Me parecían muy guarras y yo…
— ¿A qué cosas te refieres Paula? – Pregunté tratando de disimular mi enorme disgusto.
—Pues… Quería que se la chupara… Y me daba mucho asco…
—Pero se la chupaste ¿No?
—Sí… Muchas veces… Llegué a acostumbrarme… Y me gustaba… Pero no quedó ahí la cosa, quería que se lo hiciera en el cine, en el parque, donde nos pudieran ver… Mientras él me metía los dedos en…
—En el coño, Paula… No te dé reparo. Después de lo visto…
—Sí, Rafa. Me metía los dedos en el coño y también pretendía que me dejara meter mano por sus amigos… De hecho uno de ellos Anselmo, su mejor amigo, se sentaba con nosotros, me acariciaba los muslos, los pechos y me pellizcaba los pezones… Llegaron a follarme entre los dos. Pero yo ya no aguantaba más y lo dejé. Rompimos. Entonces fue cuando me fijé en ti. Por entonces Laura se agregó al grupo y empezaste a salir con ella. Nos hicimos buenas amigas. De hecho… Muy buenas amigas.
—Sí Rafa, estuvimos un tiempo enrolladas. Hasta que te dejé por Sergio y empezó a salir contigo… — Dijo Laura, acariciando el pelo de Paula.
—O sea que… — Balbuceé incrédulo.
—Sí Rafa. Durante unos meses tuvimos relaciones las dos, mientras estuve saliendo contigo. Luego nosotros rompimos y empecé a salir con Sergio. Y cuando os pusisteis en serio… Lo dejamos, bueno paula me dejó. Te iba conociendo, me dijo que se había enamorado de ti, que eras un buen hombre y no quería que te enteraras de algo y la dejaras. Yo sabía, por Sergio, lo que había habido entre ellos y le aconsejé que reparara su…
—Su himen ¿No es así? ¡Imbécil de mí! Yo el tonto que no se enteraba de nada. Pensaba que tenía unos cuernos de tres y eran cornamentas de cuarenta y cinco años.
—Por favor Rafa, no pienses eso. Durante nuestro matrimonio no te engañé nunca. Hasta lo que ya sabes. Y te quería… Y te quiero. Sé que ya no me crees y que no puedo esperar que me quieras. Pero déjame seguir. Tal vez puedas comprenderme.
—Ya todo me da igual Paula. Pero sigue, has despertado mi interés — Paula bebió de su vaso, Laura se levantó y fue a la cocina a ponerse un refresco y volvió a sentarse.
Paula la miró extrañada por la familiaridad con que se movía su amiga por mi piso. Al parecer desconocía que Laura ya había estado aquí.
—Sigo Rafa… Durante todos los años que estuvimos casados, hasta hace tres, intenté amenizar los juegos en la cama. Pero tú no me lo permitías, cada vez que intentaba introducir algo nuevo, algún juego erótico, tú te lo tomabas a broma lo que intentaba y acababas dándote la vuelta en la cama y durmiéndote. Mientras yo me levantaba y en el váter me pajeaba hasta alcanzar el orgasmo que tu no me habías permitido alcanzar… Intenté chupártela un montón de veces y tú te escurrías diciendo que eso eran guarradas… Pero sin pensar que a mí me encantaban esas guarradas. Y llegó un momento en que decidí no intentarlo más…
—Claro, y lo hiciste con Sergio. A quien ya se la habías mamado, que te había follado, que te había dado por el culo y que sabías que estaba deseando follarte, de nuevo, para ponerme los cuernos a mí, ¿No es así Laura?
—Así es Rafa. Y lo consiguió. Pero debes reconocer que tu pasividad sexual facilitó las cosas. Si hubieras prestado más atención a Paula, otro gallo cantaría. – Laura me miraba condescendiente.
—Bien, ¿tienes algo más que contarme?
—Sí. Ya sabes que Sergio por su trabajo en el ayuntamiento, disponía de mucho tiempo libre. Pasaba horas en el casino jugando a las cartas. Pues bien. En varias ocasiones, cuando no se le daba bien la partida y perdía, nos apostaba a nosotras… A mí, y a Laura… Si se reponía y ganaba, no había problema, pero si perdía… Entonces pagábamos ella o yo. Laura desde que se casó, yo desde que me lio hace tres malditos años.
— ¿Cómo? ¿Qué follabais con cualquiera para pagar sus deudas?
—Bueno, follar, follar, era lo de menos… — Apuntó Laura – Lo peor era que a veces eran varios y que tenía que soportar que me follaran por todos mis agujeros… Había noches que terminaba destrozada…
—O sea… Que te gustaba… Que disfrutabais de las marranadas que quisieran haceros…
—Pues sí, Rafa. A veces terminaba molida, pero los orgasmos que me proporcionaban… —Dijo Paula entornando los ojos…
—Y yo mientras dejándome los riñones en el campo para que tuvieras todos los caprichos… ¡Eres la más puta de las putas Paula!
—Sí, Rafa, es cierto. Soy una puta y me gusta… No puedo evitarlo… Pero me encantaría que fueras tú quien me puteara, que me follaras por todos mis agujeros, que me pegaras hasta hacerme sangrar y sentir tu semen por todo mi cuerpo. – Dicho eso se cubrió la cara con sus manos y estalló en sollozos.
Laura le acariciaba los cabellos amorosamente y me miraba mientras movía su cabeza negativamente.
— ¿Y ahora qué, Laura? Qué pretendes que haga yo…
—Algo muy simple. Fóllanos a las dos. Castíganos por putas y nosotras te ayudaremos a castigar al cerdo que ha destrozado nuestras vidas… Sergio… ¿Tendrás los cojones de hacerlo? ¿No te atrae vengarte de mi marido?
En ese instante me percaté de la abertura de la camisa de Laura, que permitía ver sus pechos hasta la areola de loa pezones. Y me excité. Sentí un movimiento en mi bragueta y una presión que se tornó desagradable al estar torcido el miembro y no poder desplegarse en su totalidad. Pronto se dieron cuenta las dos… Laura se acercó reptando por el suelo hasta alcanzar mi sillón, desabrochó el cinturón y bajó la cremallera liberando mi oprimida verga que saltó frente a su cara.
Su boca atrapó el prepucio y lo engulló. Paula miraba. Sus ojos irradiaban lujuria, deseo… Se acercó a Laura y tocó su hombro. Se miraron, una mano de Laura se prendió de mi apéndice, la otra de la mano de Paula. Nos levantamos y antes de darnos cuenta estábamos los tres en la cama, desnudos…
Laura besaba a Paula, que a su vez la acariciaba. Me miraron y me atrajeron hacia ellas. Laura masajeó mi hombría, me empujó hacia Paula que temblaba y me miraba con ojos llorosos… Se colocó en cuatro… Laura me susurró…
—Se avergüenza de que la veas así, tan delgada… Se ve fea y por eso te da la espalda… Pégale…
Me sorprendió, pero lo hice. Descargué una palmada en su nalga derecha…
— ¡Más fuerte maricón! – Susurró más fuerte en mi oído.
Y golpeé, con fuerza, con mucha fuerza, con toda la rabia acumulada durante el último año.
Sus rodillas separadas me ofrecían los oscuros agujeros impúdicamente. Mi polla estaba tan dura que me dolía… Laura la asió, apuntó a su ano y… Empujé… Con toda la fuerza de la que fui capaz.
Un alarido rompió el silencio de la habitación. Y mientras bombeaba febrilmente el ano de la mujer a la que había amado tantos años, a la que había respetado y cuidado, pensaba que ya no me importaba… Que deseaba hacerle daño, golpeaba sus nalgas alternativamente con ambas manos al ritmo de las estocadas, sus lamentos no me decían nada. Deseaba venganza.
Pero vi las manos de Laura manipulando bajo Paula. Una excitaba su clítoris, la otra sus pechos, pellejos colgones, terminados en pezones oscuros y largo que ella pellizcaba con fuerza y tiraba hasta límites insospechados. Golpeaba las tetas con furia y me miraba, se enderezó para atrapar mi boca con la suya. Y no aguanté más. Descargué en los intestinos de Paula con un empujón que mandó mi polla al fondo y la hizo gritar, no se ya si de dolor o placer, porque al pasar mi mano por su sexo, se empapó de líquidos que segregaba y chorreaban por sus muslos.
Al sacar mi polla se escuchó un ¡Plop! Y un hilo de semen se escurrió hacia el coño, sumándose a los fluidos de ella…
Se dejó caer en la cama sin fuerzas para levantarse… Laura se tendió a su lado y acariciándola dijo:
—Ya lo ves, Paula. Él también puede darte por el culo y hacerte gritar de placer… Y con un poco de práctica… Lo convertiremos en un cabronazo que sea capaz de darnos más gusto que el cabrón de Sergio.
Me quedé perplejo. Lo habían preparado todo… ¿Qué otras sorpresas me aguardaban?
Me tendí al otro lado de Paula y la besé.
—Gracias, Rafi… Me has hecho muy feliz. Ahora te espera Laura…
Y sí, Laura estaba dispuesta. Se colocó sobre Paula girándose para formar un sesenta y nueve, me miró y señaló su culo. Pero en aquel momento me apetecía más un coño, y eso hice. Primero se la puse en la boca. Chupó del culo de su amiga sin aprensión. Seguramente lo habrían hecho muchas veces. Una vez limpia, la introduje en el coño de Paula, que con los lametones de Laura y mi polla en su interior tardó muy poco en correrse con fuertes convulsiones.
Yo seguía empalmado y aproveché para colocarla en el ojete de Laura, que lo agradeció alzando las nalgas para facilitar la penetración. Ya empezaba a controlar las eyaculaciones. Agarré su melena y tiré de ella como si montara una yegua. La lengua de Paula llegaba hasta mi escroto y las manipulaciones de Paula bajo su amiga provocaron un poderoso orgasmo simultáneo. No sé si también repitió Paula, ya que la cabeza de Laura se perdía entre sus muslos. Pero yo ya estaba para el arrastre. Me dejé caer en la cama y me dormí.
Desperté solo, cubierto por una colcha, probablemente no querían que me constipara. Al salir al salón encontré una misiva donde me agradecían los orgasmos y me citaban en casa de Laura, en el pueblo, el día siguiente a medio día, para comer.
Me levanté temprano. Di un paseo por el parque cercano a mi casa y desayuné fuerte. No quería arriesgarme a quedarme sin comer ya que desconocía las intenciones de las dos amigas. Regresé a mi casa y me entretuve en visualizar el video grabado el día anterior en el dormitorio. Lo preparé con la intención de grabar a alguna de las mujeres de los que se habían acostado con mi exmujer. Pero al final no me desagrado la sorpresa recibida. Follar tan duro a la que me había destrozado la vida me gustó.
Decidí comprar un ordenador donde pudiera ver cómo se lo montaba la gente hoy día. Reconocía que estaba desfasado. La experiencia de los últimos tiempo ponía de relieve que los el concepto sexo, era muy distinto al que conocía de los tiempos de mi juventud. Quizá debería reconocer que si hubiera prestado más atención a las solicitudes sexuales de Paula… Bueno, pero ya sé que agua pasada no mueve molino. Solo aprovechar y adaptarme el tiempo que me queda de vida para disfrutar de los placeres desconocidos que pueden ofrecerme los nuevos tiempos.
Con mi utilitario me desplacé hasta el pueblo. Apenas una hora de camino. Aparqué en una calle cercana a la de la casa de Laura y aproveché un momento en que no veía a nadie por la calle para acercarme a la casa. Llamé y me abrió Paula. Se arrojó en mis brazos y me besó. La separé con delicadeza pero firmemente y entré.
En el saloncito estaba Laura. Al otro lado de la mesa preparando la comida, con un amplio delantal que dejaba entrever sus generosos pechos. Al dar la vuelta para venir a besarme me sorprendió… No llevaba nada debajo. O sea. Solo el delantal cubría su delantera. Pero sus nalgas estaban totalmente al descubierto.
Fue cuando me fijé en Paula que me seguía desde la puerta. Se había desnudado y mostraba su cuerpo en vías de recuperación. Aun así, me desagradaba.
—Por fin Rafa. Ya creíamos que no vendrías. ¿Qué te parece? ¿Sorprendido?
—Pues… Sí… Muy sorprendido… ¿Y si viene tu marido?
—No pasa nada, lo hemos esperado muchas veces así. ¿Verdad Paula?
Un escalofrío recorrió mi espalda. ¿Esperaban así al cerdo de Sergio? El sarcasmo me dolía.
— ¿Solo a él? – Laura me miró con enfado.
— ¡No Rafa! A veces venía con sus amigos y montábamos orgias en las que nos hacían de todo. No puedes ni imaginar lo bien que lo pasábamos las dos follando y rodeadas de pollas…
No sabía si lo que me decía era cierto o fruto del cabreo. Fingí una sonrisa y me senté donde me indicaron. La comida no era copiosa pero si agradable. De todos modos no me fiaba de ellas, desconocía sus intenciones, solo comía y bebía de donde ellas lo hacían.
Al terminar y tras un café…
—Bueno Rafa… Paula te conoce muy bien y me ha dicho que sabe que desconfías. No tienes motivo, pero lo entiendo. Solo te pido que lo que vas a ver no se lo digas a nadie, por ahora. Siéntate por favor.
Me senté y ellas lo hicieron una a cada lado. Paula a mi izquierda, Laura a mi derecha. Estábamos frente a una gran pantalla de las modernas. Laura manejaba el mando y la encendió. Tras unos segundos de imágenes de letras y números aparecieron las imágenes.
Y que imágenes… Tal y como dijo Laura, las dos aparecían desnudas, rodeadas de tres amigos de Sergio, también desnudos, en las más lúbricas y lujuriosas posturas. Las magreaban rodeándolas. Pellizcando los pechos, las nalgas. Metiendo los dedos en el ano y la vagina de las dos. Penetradas por dos de ellos en el ano y la vagina y el tercero en la boca. Una imagen mostraba a Laura siendo penetrada por dos verga al mismo tiempo por la vagina… Después por el ano… Pero las mismas soportaba Paula, solo que a esta le introducían dos pollas a la vez por el culo.
Ella, Paula, tendida sobre la mesa del salón donde habíamos comido, era acariciada por Laura, que poco a poco introducía dos, tres cuatro dedos en su culo… Hasta meter la mano entera, bombeando a gran velocidad y provocándole convulsiones similares a la epilepsia. No se escuchaba, seguramente para facilitar la concentración en la imagen…
No pude soportarlo más. Fui corriendo hasta el servicio donde vomité…
Me lavé y sequé la cara. Al salir las encontré serias, seguían las imágenes. Ahora estaban en una habitación extraña. Con paneles en las paredes llenos de artilugios extraños, aunque algunos reconocí como aperos del campo, de animales, correas, látigos…
Y Paula atada con correas a una especie de X en cruz de madera… De su coño colgaban sujetos con pinzas cadenas y pesas. Pinzas en los pezones con una cadena que los unía. Laura se colocaba bajo ella, como una perra. Paula orinaba y todo lo recibía su amiga en la espalda. Una vez mojada aparecía Sergio que también se orinaba sobre ella y a fuerza de fustazos la obligaba a beber del suelo los orines caídos.
Los vergajazos marcaban la espalda de la mujer que lloraba pidiendo piedad.
Al parecer, Sergio, le ordenaba algo y ella se negaba, entonces arreciaban los latigazos en su espalda y caderas. En los muslos. Ella obedecía. De una estantería cogía un artefacto que por su movimiento parecía de goma y por su forma y tamaño la verga de un caballo.
Se colocó bajo su amiga y, tras recibir dos vergajazos más, comenzó a introducirla en el interior de Paula que gritaba, aunque no se oyera, y movía sus muslos tratando de impedirlo…
Poco a poco logró que al menos un tercio de aquella monstruosidad penetrara en el interior de mí, supongo que entonces lo era, mi mujer.
Pude ver horrorizado como Paula se desmayaba… aquí se cortaba la imagen.
— ¡Esto es una atrocidad! ¿Cómo habéis podido permitirlo?
Las dos amigas estaban abrazadas y lloraban…
—No podíamos Rafa. Nos amenazaba con colgar las imágenes en internet, con darnos palizas hasta matarnos y no sé cuántas barbaridades más. Estábamos en sus manos. Paula no podía permitir que tú lo supieras. Sobre todo cuando ella había aceptado, al principio, aceptar sus juegos. Pero llegó un momento en que ya se hicieron peligrosos para nuestras vidas…
— ¿Cuándo ocurrió esto último que he visto Paula?
—Yo… Rafa, yo… Fue cuando viajaste a la feria expo alimentaria de Barcelona.
— ¡Diosss! Qué horror.
—Y tu Laura ¿Cómo disimulabas las cicatrices?
—Pues sin salir a la calle durante días, metiéndome en la cama…
— ¡Uff! ¿Dónde está Sergio?
Se miraron las dos y me acojoné. Inmediatamente pensé en que se lo habían cargado y me querían a mí para quitarles el muerto de encima…
—Ven Rafa, acompáñanos…
Me llevaron de la mano hasta una puerta que desconocía. Tras ella una escalera estrecha y lúgubre conducía a un sótano que constaba de dos salas. La primera con almarios, la segunda era la que aparecía en el video… Unos sillones en la pared a los lados de la única puerta y frente a ella la cruz… Donde pude ver a Sergio atado con las correas y al parecer…
Pero no. Respiré cuando lo oí gemir y levantar levemente la cabeza. Nos miró sin vernos y dejo caer la cabeza sobre el pecho.
— ¿Qué le habéis hecho?
—Nada tan malo como lo que él nos ha hecho a nosotras… Lo drogamos y lo atamos aquí. Solo queríamos que probara su propia medicina. Y a Paula se le ocurrió que no podíamos dejarte sin participar en esto. Nos había hecho mucho daño…
— ¿Cuándo se os ocurrió?
—Pues… El día que estuvimos juntos, después que fueras a ver a Paula, me llamó para decírmelo, hacía casi un año que no hablábamos. Sergio se enteró y me dijo que ella ya no le interesaba. Lo que quería ya lo había conseguido, joderte la vida. Aquello me indignó. Hasta entonces no había caído en la cuenta de qué impulsaba a Sergio a putear a Paula. Tal ruindad me sacó de mis casillas. Aquella noche me trajo a dos amigos para follar conmigo… Y me negué… Y me dio una paliza que me tuvo unos días en cama, me follaron pero juré vengarme. Y aquí lo tenemos…
Me acerqué, lo cogí por los pelos y levanté su cabeza, estaba como adormilado… Me miró y no me reconoció…
— ¿Cuánto tiempo lleva así?
—Desde ayer, antes de ir a buscarte… — Vi una mirada de odio en los ojos de Paula.
—Trae ese cubo… Mearos en él — Les dije.
Me lo acercaron, se agacharon una tras otra y orinaron en el cubo. Me excitó ver sus chochos abiertos y dejando su líquida carga en el cubo… Al terminar lo cogí y arrojé los líquidos a la cara de Sergio que dio un respingo. Entonces fue cuando se fijó en mí para mostrar un rostro de auténtico terror…
—¡¡¿Qué, qué, me vais a hacer?!! — Dijo temblando de miedo.
— Nada, nada comparado con lo que les has hecho a ellas y a mí. ¿Recuerdas los estacazos que te di cuando te pillé con Paula? Una caricia, Sergio, eso era una caricia. Que te follaste a mi mujer… Y yo a la tuya, supongo que sin tú saberlo… Tengo que agradecerte que les rompieras el culo, así me ha sido más fácil follármelos yo…
Sergio miraba a su mujer y a Paula, después a mí.
—Laura, donde está la polla de caballo que le metías a Paula en… ¿Dónde se la metías?
—En el culo, Rafi. Sergio quería que se la follaran de dos en dos por el culo. Si le ensanchaba el coño podrías darte cuenta… Pero sabía que el culo no se lo tocarías… Supe que cobraba los polvos que le echaban. Ganaba dinero con tu mujer… Toma…
Me entregó una perfecta copia de la verga de un caballo. Se la enseñé, le golpeé la cara con ella. Di la vuelta a la X y pude comprobar que era articulada. En una de las posiciones quedaba Sergio en el suelo de espaldas. Mirando al techo.
—Laura a tiéndete sobre él. Tu culo sobre su cabeza, que te lo vea bien mientras te follo. Tu Paula… Coge esa polla… Vas a tener el privilegio de follarte a Sergio por el culo, como él te hacía a ti… ¿Serás capaz?
—Lo estoy deseando Rafa. Este hijo de puta consiguió viciarme. ¿Sabes que me drogaba sin yo saberlo? Que introdujo una substancia en mi boca que anuló mi voluntad para llevarme a casa de sus padres… Aquella fue la primera vez, me hizo fotos y me amenazó con enseñártelas… A partir de entonces fui cuesta abajo, hasta hoy. El día que nos sorprendiste me había colocado. Hacía lo que quería conmigo a cambio de una dosis. He pasado un año en desintoxicación… Y lo he hecho por ti. Ya sé que no puedo esperar nada, solo vengarme de este cerdo.
La confesión de Paula me dejó aturdido. Miré a Laura… Asentía con la cabeza… En ese momento Sergio comenzó a reírse… Después…
— ¿Sabes que me la follé antes que tú, cornudo? ¿Que yo la llevé a que le reconstruyeran el virgo para que no notaras nada la noche de bodas? ¿Qué después de recién casados aún me la follé dos o tres veces? – Tras su discurso un grito atronador salió de su garganta.
Miré hacia abajo y vi a Paula con la verga de goma en una mano empujando, rompiendo el culo de Sergio, bombeando con furia, la otra agarraba los huevos y el pingajo del autor de sus desgracias, con la cara contraída en un gesto de auténtico sadismo… Él gritaba como un marrano en la matanza.
Laura se acercó a la estantería de los artilugios y cogió uno parecido al bocado de un caballo, pero con una bola. Se lo abrochó a Sergio, con la bola en la boca y sujetándolo a la estructura para inmovilizar la cabeza. Sus gritos acallados por el bozal.
Se tendió de espalda sobre él. El culo en su boca, el coño abierto, brillante húmedo. Me sujetó y se colocó mi verga en el coño, empujando a continuación para enterrarla entera en su vientre. Me besaba, sorbía mi boca, mi verga entrando y saliendo en su coño. Paula a su vez acariciaba sus tetas desde atrás. Pellizcaba los pezones de Laura con furia… Y gritaba y se corría sobre la cara de su marido. Un chorro de no sé qué se derramó sobre el rostro de Sergio que apenas podía respirar ingiriendo los líquidos que caían sobre él.
Mi corrida se acercaba, empujé a Laura, la saqué de donde estaba y derramé mi leche sobre la cara y los ojos de Sergio, que vio venir la descarga e intentó apartarse, pero las sujeciones se lo impedían.
Se desmayó. Supongo que no pudo soportar la follada anal que le propiciaba Paula.
Se levantó, se abrió de piernas sobre el mártir y se meó en su cara. Yo aproveché y también lo hice. Laura se esforzó y logro expulsar un chorrito.
Paula se me quedó mirando suplicante. Me acerqué y la abracé. Nuestras bocas se unieron. Mi espada se erguía de nuevo y rozó su vientre. Me llevo hasta el sillón más próximo, me sentó en él y se abrió de piernas sobre mi polla, incrustándola hasta el fondo. Luego comenzó un sube y baja que me enloquecía. Pero pronto dio muestras de cansancio, así que fui yo quien abrazándola y situándola bajo mi cuerpo follamos con delicadeza, despacio, sin prisa, hasta llevarla a un avasallador orgasmo.
Laura nos miraba con ternura, se acercó y nos fundimos en un ardiente beso a tres.
Con una manguera a presión bañamos a Sergio y quedó el lugar más o menos limpio.
Lo dejamos atado. Subimos y nos bañamos los tres en una bañera de hidromasaje donde se habrían celebrado auténticas orgias.
Todo quedó grabado en video. Sobre todo el enorme boquete sanguinolento que era el culo de Sergio así como los chorreones de lefa en su cara.
Laura tenía conocimientos informáticos. Arregló las imágenes para que no se vieran nuestras caras, solamente la de Sergio. Tengo un montón de DVD con las fechorías de este malnacido. No quiero verlas pero a veces no logro evitar la tentación…
Informamos a Sergio de la situación en que se encontraría si las grabaciones salieran a la luz. Le aconsejamos que se marchara del pueblo… Lejos… Muy lejos.
Y así lo hizo. Creo que se fue a Barcelona con una hermana viuda. Seguramente se la estará follando.
Regresé a mi casa en Albacete. Laura y Paula viven juntas, como pareja, me visitan a veces y echamos algún polvete, pero yo… La verdad, lo que he visto no me atrae mucho, esas actividades no son lo mío y no estoy para muchos trotes. A veces me cuentan cosas. Laura sigue con la idea de follarse a las mujeres de los amigos de su ya ex esposo. Tiene un fuerte ramalazo lésbico. Quizá me convenza.
Pablo, te seguiré contando lo que siga ocurriendo. Dale un fuerte abrazo a Claudia.