No Sabía que Hacer
Ella estaba alcoholizada, yo la deseaba tremendamente.
No sabía que hacer. No era correcto. Esa noche había salido a bailar y regresó con mucho alcohol en las venas. Iba a pasar el fin de semana con nosotros. Así que ese viernes luego del boliche pasaría por casa.
Yo la vi salir de la casa de mi suegra, llevaba una musculosa negra al cuerpo para resaltar sus pechos pequeños aún para la poca edad que tenía. Todo por causa de un desorden hormonal que hace un año era tratado con anticonceptivos, pero pese a todo no se habían desarrollado mucho, así que su torso era delgado de hombro a hombro y hacia la cintura se hacía mas delgado hasta que se podía rodearla con las dos manos. Quizás eso le daba el aire inocente, pre-púber que siempre me llamó la atención y me causó una especie de ternura desde que la conocí. Abajo llevaba un pantalón rosado también pegado esas piernas largas que iban creciendo hacia arriba donde sus caderas se ensanchaban. Me encantaba. Recuerdo la vez que pude verla en ropa interior, yo llegaba de visita a la casa de mi suegra a la hora de la siesta en un verano; entré por el garaje que mi suegro tenía abierto. Subí. Ella con su madre y mi señora dormían, la puerta del cuarto estaba abierta; desde la entrada no se podía ver la cama pero si la ventana que daba a la calle. Toque como correspondía, y luego anuncié mi llegada, entonces mi suegra le dijo a ella que yo había venido supongo para que se tapara, pero medio dormida como estaba y pensando que yo estaba en la calle todavía, saltó de la cama para atenderme por la ventana, y ahí estaba toda la escena, esas largas piernas blancas y ese hermoso culo grande, frente a mí con una delgada tanguita negra, fueron dos segundos, pero reparé en todos los detalles, era lo único es su cuerpo adecuado a su edad, solo viéndole el culo podía darme cuenta que realmente era una mujer de 16 años, y no la nena de 12 que parecía por sus pechos y su carita de ángel.
Ahí estaba saliendo a bailar, toda maquillada y arreglada, conversando con mi señora a que hora iba a regresar a nuestra casa para que estemos atentos. Yo, al lado, solo la miraba, casi imperceptiblemente, tanto que ni siquiera yo podía darme cuento que estaba mirando, pero estaba viendo.
Nos llevamos siempre muy bien, con distancia, pero bien. Yo la ayudaba con sus estudios cada vez que podía y ella me contaba algunas intimidades que solo hubiera contado a su más cercana amiga. Imaginarme ciertas escenas me causaba cierto morbo.
Hace algunos meses me contó que había sido desflorada. Mme lo contó a la pasada. Estábamos hablando de una compañera de colegio y tocamos el tema del sexo, yo le dije, que debía tener cuidado con eso, y me respondió: " Uh! Yo ya lo hice..." luego me dijo que fue hace dos meses y que se había cuidado con preservativos. Quizás eso fue el detonante, me daba a entender que ya no había inocencia, ya era una mujer. La imaginé debajo de su novio dudando del placer que una criatura como esa podría darle mi cuñada. A esa cuñada que vi desnuda cuando sin querer entré a su cuarto mientras se cambiaba, haciendo que pegue un grito. Toda desnuda, tratando de taparse con sus brazos un poco los senos y otro poco el pubis con esa alfombra de vello oscuro. Luego de disculparme nunca se volvió a hablar del asunto. No se enojó, solo hubo mas confianza, para tocar temas relacionados con el sexo.
Eran las cuatro de la mañana cuando sonó la puerta. Mi esposa dormía. Ella estaba visiblemente borracha. La llevé al cuarto donde iba a dormir. Le ayudé a quitarse los zapatos, ella me despeinaba haciendo caricias en mi cabeza, más en tono de broma que como seducción. le ayudé a taparse y ya me iba cuando me pidió que me quedara. Esas palabras fueron las primeras que hicieron que mi corazón latiera mas fuerte. Me senté en la cama y le pregunté por lo que pasaba.
_¿Te acordás de lo que me dijiste de los hombres?
_ ¿qué cosa? le pregunté.
_ que los hombres se cuentan muchas cosas... Fabián le contó a Manuel que lo hicimos en su casa mientras estaba en la entrada con los otros chicos.
Me acordé de ese momento. Fue un día que fuimos a Internet. " seguí tu consejo" me dijo. "Ese de los masajes, y la verdad que noto algo de diferencia". Un día por bromear le dije que los pechos le crecerían si se los masajeaba frecuentemente: Automasaje. Pero es menos aburrido si lo hace otra persona le dije mientras me reía. Le pregunté si habían sido los automasajes, " Nooooo, un amigo en la casa de Manuel (el chico que la desfloró)" Me imaginé esa escena, ella adentro, posiblemente en el cuarto charlando con su amigo, en la casa de su ex besándose y tocándose, pese al riesgo de que los descubran. Solo una mujer muy caliente puede hacer eso, una mujer que quiere sexo, y no le importa a qué costo. Fue ahí que le dije que los hombres se cuentan esas cosas y que debía tratar de no "tranzar" con conocidos de su ex o con chicos de un mismo grupo de amigos. Porque se van pasando el dato y van exagerando sobre las cosas que hacen hasta contar que todos se lo hicieron; entonces es cuando una mujer se hace la fama de fácil, de "Putita" y con una fama así los únicos hombres que van a acercársele serían los que solo quieren coger con ella, nadie va a querer algo serio y duradero con ella. " Los que quieren una mujer para siempre no van a querer salir con vos porque corren el riesgo de que los hagas carneros, y los que quieren solo una relación casual, puro sexo, sí; porque van a creer que eso pueden conseguirlo con vos muy fácilmente". Mientras decía eso pensaba que yo mismo me figuraba que no podía ser tan difícil llevarla a la cama. Le gustaba. Eso era lo importante, luego de un poco de charla amena accedería a los pedidos. Era una verdadera Putita, y una putita linda, con todas esas ganas de una adolescente. La veía con su faldita cortirta sentada a mi lado frente a la máquina, con las piernas cruzadas, y pensaba que con un poquito de es fuerzo podría ver su ropa interior que era blanca, porque se podía translucir. ¿¡Por qué no había un espejo!?. ¿Y si la toco esta vez sin la excusa de levantar algo del piso, o de tener que acercarme mucho a ella para alcanzar algo?... No hice nada mas ese día
Yo solo pensé que se habían tocado. Nunca pensé que habían tenido relaciones. Así que le dije aprovechando que lo borrachos siempre dicen la verdad:
_ No me habías dicho que lo hiciste..
_ Es que no lo hice, solo nos besamos...
_ ¡Y te amasó las tetas¡ le dije y ella se rió. Seguimos charlando del tema y me contó lo mal que se portaron con ella y que yo había tenido razón. En diez minutos me había hablado de sus relaciones con su ex que no habían sido buenas, que solo quería meterla y apenas lo hacía ya terminaba. Se apoyó en mi pecho y me acarició la pierna como si fuera lo más normal del mundo, yo estaba excitado; así que comencé a hablarle de cómo se debe hacer para durar mas, que como debe reconocer cuando el hombre está por acabar para detener el ritmo, o apretar la base del pene, y cosas como esas. Vi que ella se iba entusiasmándose y poco a poco profundizaba sus caricias. Mi erección ya era notoria la cara alcoholizada de Irma tenía la sonrisa más morbosa impresa. No dijimos nada simplemente nos dimos un beso, y luego otro, cortitos, nos miramos; nos reímos. Nos dimos otro beso más, un poco más largo. Le acaricié los hombros desnudos y con una sonrisa de complicidad comenzamos a besarnos con todas nuestras ganas, parecía como si ella estaba contenía durante tanto tiempo como yo. Como si lo hubiera estado esperando.
Seguíamos besándonos. Yo estaba dispuesto a dar una clase de sexo, a lucirme, a cumplir con todo lo que rato antes le decía: lento, pero no tanto, a un ritmo constante pero no monótono. Fui acariciándole el cuello, la nuca y hacia abajo, todos los rincones, tratando de insinuar en los genitales y en sus senos, pero sin llegara a tocarlos hasta que lo desee como loca.
No obvié ningún centímetro de piel. La acariciaba lento y suave y la besaba profundamente. Solo cuando suspiró por cuarta vez, comencé con sus pechos primero por arriba de la ropa, luego le quité la musculosa negra y lo hice por encima de su pequeño corpiño. Besé sus pezones puntiagudos que protruían contra la tela. Le saqué el corpiño, y lo que vi fue los pechos más dulces y pequeños que conocí en mujer alguna pero con pezones grandes, rosa fuerte, erectos, pidiendo mi boca. Lamí cada rincón, ella estaba visiblemente excitada. Mi mujer, dormía profundamente en la pieza del fondo, y no tenía miedo. Le quité el pantalón acaricié, por fin, sus largas piernas, su culo enorme, blanco y suave: la tenía cargada sobre mis brazos cos sus piernas rodeándome la cintura, ella solo con su colaré blanco removiendo mi pelo besándome como loca.
Con mi dedo medio acariciaba desde atrás sus labios mayores, hasta su ano dando pequeños golpecitos. Estaba mojada, lo podía sentir claramente a través de su ropita interior, y se movía al ritmo de los movimientos de mis dedos. Cuándo la acosté boca arriba sobre la cama y bajé con mi boca buscando su agujerito, le vino el primer orgasmo, y yo todavía estaba vestido. Se tensionó todo su cuerpo y luego se aflojó con un jadeo que me hizo pensar recién en mi mujer. Le puse la mano en la boca para indicarle que trate de ser más silenciosa y me comenzó a chupar el dedo como si fuera mi pene, se lo sacaba de la boca y se mordía los labios, y volvía meterlo en la boca. Así hasta que le quité la colaré y comencé a lamer su vagina, a lamer su clítoris, meter mi lengua lo más profundo, luego mi dedo y otra vez mi lengua, y ambos a la vez. Tuvo otro orgasmo y otro mas. Me bajé los pantalones del pijama y la ayudé a sentarse en la parte de los pies de la cama.
Con los ojos desorbitados me miraba. Se metió mi pene en la boca yo acariciaba su cabeza. Me chupaba la pija casi como desesperada, las ganas con las que lo hacía compensaba en mucho la falta de experiencia. Estaba por acabar y paré. Le saqué el pedazo de carne de la boca y me quité los pantalones. Ella se corrió hasta la cabecera de la cama y abrió las piernas. Era ya toda una mujer no cabía dudas, ¡ Y qué Mujer¡. Me trepé encima de ella. Con la punta de mi pene rozaba la entrada de su vagina, pero no la penetraba. Sin embargo no dejaba de besarla y lamerle los pequeños pechitos me frotaba contra ella hasta que me dijo que la penetrara por segunda vez y sentía que venía un orgasmo mas que con la penetración fue muy evidente, y me clavó las uñas en la espalda. Bombeaba encima de ella mientras que le decía al oído: "dame otro más, putita" "Quiero otro mas". Y fue cuando cumplió mi pedido que me dejé llevar, y ya libre de todo control descargue mi leche dentro de ella, totalmente, sin miedos, sin remordimientos, ella tomaba hormonas no había peligro. Estuve un rato dentro de ella besándola con mucho cariño. Luego quedé a su lado abrazándola hasta que se quedó dormida. Me puse el pantalón. La desperté para que se vistiera y me fui a mi cama donde mi mujer dormía plácidamente.