No sabia ni quien era
Un día al salir del trabajo, lo encontré
Era ya tarde. Estaba oscureciendo mientras caminaba de regreso a casa. Durante todo el día había estado muy caliente … hacía mucho ya que no follaba y me sentía el coño ardiendo. No paraba de imaginar una polla enorme atravesándome el coño mientras yo me retorcía de placer para que ocupara cada uno de los rincones de mi vagina.
Al llegar al paso de peatones me detuve para que el coche pasara, pero tú me miraste, te quedaste parado y sin decirme ni una palabra me abriste la puerta del coche y sin pensármelo dos veces crucé la calle y subí. No nos dijimos ni palabra. Arrancaste mirando fijamente al frente. Me iba el corazón a mil por hora, podías haber sido un psicópata asesino… pero algo me decía que aquella aventura no iba a acabar mal. Me senté en el coche arremangándome la falda lo suficiente para que vieras el punto exacto en donde acababan mis medias y donde empezaban mis piernas. Me las miraste mientras conducías tranquilamente, inalterable, pusiste tu mano encima y empezaste a subir buscando mi coño caliente. Eran unas manos grandes y fuertes, pero suaves y delicadas a la vez. Hacía mucho que no veía un hombre tan atractivo : de unos 40 años, canoso, impecablemente vestido …. El olor de tu perfume era discreto y fresco. No llevabas ninguna alianza, nada que dijera nada acerca de ti : de quien eras, de cómo te ganabas la vida. No importaba. No quería saberlo. Tu polo de manga corta dejaba al descubierto unos brazos firmes, fuertes, musculosos, de quien se cuida y hace ejercicio, un vientre liso, prieto. Al empezar a subir tus manos por mi pierna, apenas me acariciabas con la yema de los dedos, unos dedos hábiles, calientes, limpios … fuiste subiendo y metiste tres dedos por la esquina de mis braguitas que ya estaban empapadas. Yo me estaba mareando de tanta excitación, instintivamente abrí más las piernas para facilitarte el trabajo y eché la cabeza hacía atrás para cerrar los ojos y estar solo concentrada en el placer que estaba sintiendo. El corazón me latía cada vez más aprisa, la respiración se me hacía cada vez más ronca, el coño cada vez más mojado y más caliente … cuando por fin metiste tus dedos dentro casi me corro al instante … ¡ qué ganas tenía ¡ ¡cuánto tiempo hacía que nadie me hacía una paja así ¡
Tu seguías impasible, conduciendo, mirándome a mi y mirando a la carretera, ya oscura y poco transitada. Al llegar al semáforo empezaste a retorcerme el clítoris con cuidado, rítmicamente, con los dedos empapados de mi jugo, un motorista que paró en el semáforo casi se muere al vernos … la falda me llegaba ya a la cintura y solo se veía tu mano magreándome bajo mi minúsculo tanga negro de encaje, los labios de mi sexo quedaban al descubierto… bien depilados y visibles y el pobre motorista se metió la mano en su pantalón para tocarse la polla que debía estar a punto de reventar en su pantalón vaquero, como la tuya. Me corrí, como una puta en celo, miré tu entrepierna y ví como un enorme bulto quería salir de su bragueta y volví a calentarme pensando en lo bueno que sería tenerla toda en la boca.
Después de correrme observe tu enorme bulto. Quería salir del pantalón. Puse mi mano sobre él y aún pareció crecer más. Muy despacio baje la cremallera y te deshice el cinturón. Apareció un bonito calzón blanco de marca.
Muy despacio introduje un dedo dentro de él y como un resorte apareció un pedazo de carne como jamás había visto. Una polla enorme, ancha y con unas venas muy bien marcadas. Lance un suspiro y me correspondiste con una sonrisa de satisfacción. Pero la realmente satisfecha era yo. Aquello iba a ser mió y sólo mió.
Mientras conducía me incliné sobre aquello y empecé a pasarle la lengua por toda su longitud. Su dureza era increíble. Sólo pensar en tenerla en mi boca estaba haciéndome llegar al borde de un nuevo orgasmo.
Empece a comermela despacio, muy despacio. Era genial. Mientras lo hacía jugaba con una mano en mi clítoris. Estaba enorme. Él no apartó en ningún momento la vista de la carretera, pero era más que evidente que gozaba como un loco.
Al parar en un semáforo, se detuvo a nuestro lado un 4x4 conducido por una preciosa mujer de unos 35 años. Llevaba una camiseta de tirantes y estaba muy morena y cuidada. Al ser un vehículo más elevado tenía una perfecta visión de lo que ocurría dentro de nuestro coche. La miré y vi como abría la boca de excitación mientras le pasaba mi lengua. Sus ojos se comían aquel enorme rabo. Sus manos se introdujeron en su blusa y observé como se pellizcaba un pezón, mientras la otra mano la bajaba a lo más profundo de su cuerpo.
En aquel momento me hubiese encantado que aquella preciosa mujer hubiese estado entre mis piernas comiéndome aquello que más me gusta y que sólo una mujer se lo puede hacer a otra, pero aquella vez aquel hombre seria sólo mió, aunque no me importaría compartirlo algún otro día.
Arrancó y seguí con mi trabajo. No tardé mucho en notar como sus venas se tensaban, lo que indicaba que su excitación estaba llegando al límite. Y llegó. Explotó en mi boca de manera impresionante. Salió tal cantidad de leche que mi boca no consiguió tragarla toda. La leche me salía por la comisura de mis labios, lo que me hizo sentir como una puta en celo. Mientras mi masaje también surtió efecto y mi corrida fue descomunal.
Después fuimos a su casa, pero será el siguiente relato...