No quites años a tu vida.

Mari Carmen me confiesa que solía tener fantasías eróticas conmigo. Conseguimos que la fantasía se convierta en realidad.

Generalmente he procurado que las mujeres con las que me he relacionado o con las que he tenido encuentros sexuales tuvieran la misma edad que yo o un poco más jovenes, así lo he cumplido excepto en una única ocasión hasta ahora.

Mari Carmen era una señora de 55 años en la etapa que voy a relatar, de muy buen ver y a la que le gustaba cuidarse bien. Era la señora que limpiaba en casa de mis padres, un día por semana se pasaba por la casa de la playa y otro día por mi apartamento.

Lo que voy a contar sucedió casi al principio de mi vida laboral y entre ella y yo la diferencia de edad era de casi 30 años.

Un día de los que tocaba limpiar mi apartamento, llegó cuando yo aún no había entrado en la ducha, así que le permití que entrara ella a ponerse lo que ella llamaba su "traje de faena". Yo no llevaba puesto nada más que un pantalón de pijama corto, y ella el tiempo que hablabamos, no dejaba de echar miradas de soslayo a mi entrepierna. Cuando salió del baño entré yo y al ir a descolgar la toalla ví que Mari Carmen había dejado su ropa colgada en el baño, eso no me extraño, siempre lo hacía, lo que sí me sorprendió fue ver que lo más visible eran sus bragas, colocadas encima de toda su ropa, no era lo normal en ella

Me acerqué hasta el colgador y tomé aquellas bragas, estaban muy limpias aunque al tacto me parecieron un poco húmedas en una zona muy específica. ¿Se había excitado al verme semidesnudo?

La sola idea de que aquello pudiera ser posible me excitó a mí, pero también era muy posible que todo fuera una coincidencia, un despiste por su parte. Traté de no dar mayor importancia al asunto.

  • ¡Hala! ¿Ya estás bien limpio? ---me preguntó cuando me vió aparecer.

  • Todo bien limpio, sí.

  • Yo ha sido lo último que he hecho antes de venir aquí.

  • ¿Y todo bien limpio también, Mari Carmen?

  • Si, igual que tú.

  • ¿Seguro que todo,todo?

  • ¡Ay, Javier, si yo fuera más joven!

  • ¿Que harías, Mari Carmen? ¿Que harias si fueras más joven?

  • Pues a lo mejor intentaría ligar contigo.

  • Pues inténtalo ahora.

  • ¡Por dios, Javier, yo ya soy vieja!

  • ¿Vieja tú? ¿Con apenas 55 años? La edad es algo más que años, Mari Carmen, la edad es actitud ante la vida. ---le contesté poniéndome filosófico

  • ¡Que fácil lo veis los jóvenes! Si yo tuviera 20 años menos...

  • ¿Tú has oído esa canción que dice "No quieras quitar años a tu vida, ponle vida a tus años"?

  • No sé… yo...

  • De todos modos es igual, Mari Carmen, porque por algo has dejado en el baño, perfectamente visibles, tu sujetador y, sobretodo, tus bragas, sabiendo como sabías, porque yo acababa de decirtelo, que cuando tu salieras de cambiarte, yo iría a ducharme. ¿O es que siempre limpias sin nada debajo de esa bata? ¿Intentabas provocarme o es una ivitación? ---Le dije para ver como reaacionaba. Se sonrojó y no supo que contestar, así que seguía atacando.

  • A ver, Mari Carmen, vas totalmente desnuda debajo de esa bata y yo solo llevo este pantaloncillo de pijama, ---me puse de pie--- mírame y dime ¿ves algo que te llame la atención?

  • Pues... ¡Que estás empalmado! --lo cual, era más que evidente

  • Vale, ¿y entonce que deduces? ¿que significa eso par ti, Mari Carmen?

  • Pues... que... ¡Ay, por Dios, Javier...! ¡pues que tu cama está sin hacer todavía!

  • Entonces ¿te parece que vayamos a y la dehacemos un poco más entre los dos?

  • Por favor, Javier, no te rias de mí.

  • ¿Tú ves que me ría? --la tome de las manos la hice levantar y sin más, la llevé hasta mi dormitorio sin ninguna resistencia por su parte.

Comencé a desabrochar su bata, botón a botón, siendo muy consciente de que no acababa de fiarse, creo que se tenía en muy baja estima y esperaba que de un momento a otro yo me pusiese a reir y le dijese algo así como "¿Pero que te creías, vieja? ¿Pensabas que me iba a poner a follar contigo?" Así que una vez que la tuve desnuda ante mi, di dos pasos atrás y la miré detenida y apreciativamente. Su cuerpo estaba rellenito, pero no estaba gorda, tenía un poco de esa barriga propia de la edad, pero en líneas generales estaba de muy buen ver, sus pechos, no demasiado grandes, se mantenían más erguidos de lo que cabía suponer cuando iba vestida y lucían dos grandes y oscuras areolas coronadas por sendos pezones muy erectos, la hice girar y me admiró su culo, porque así como muchos hombres se fijan en los pechos de una mujer, a mí me atraen sus culos; el de Mari Carmen me pareció hermoso y bien puesto.

La atraje hacia mi de modo que sintiera mi polla en su culo, mis manos ya agarraban sus pechos y le dije que me encantaban tanto una cosa como la otra. La giré para que quedara frente a mí y me pareció mucho más tranquila, me preguntó si de verdad lo creía y le dije que sí con la cabeza y mirándola a los ojos para que pudiera ver que no le mentía. Parecíó quedar convencida, pues metió su mano en mi pantalón y se apoderó de mi polla, ese solo gesto parecío encender totalmente su líbido, pues su respiración se aceleró bastante, me bajó el pantalón hasta donde pudo, yo terminé de quitarmelo y la llevé hasta la cama, hice que se tumbara y sin más dilación me puse en la tarea de mamar sus pechos, sus pezones parecieron aumentar al doble de su tamaño anterior, lo que hizo que les dedicara una atención especial, mis manos, lejos de estar ociosas, magreaban sus muslos y su culo. La notaba tan ansiosa que pensé que sería conveniente para ella y para mí conseguir que se corriera una vez por lo menos para que el resto del tiempo disfrutáramos con mayor plenitud y calma, así que metí mi cabeza entre sus muslos colocando una oreja en cada uno de ellos dándose la feliz coincidencia de que mi boca fue a quedar enfrentada con su coño, un poco más peludo de lo que suele gustarme pero decidí obviarlo en esta ocasión. Ayudándome de mis dedos abrí aquella rajita, húmeda ya, y paseé mi lengua por su interior de abajo hacia arriba y vuelta a empezar, no puedo decir que Mari Carmen no fuera colaborativa, pues fue ella la que, separando sus mulos al máximo, con sus dos manos separaba los labios de su vagina facilitándome el camino hasta su "botoncito del gusto", como lo denominó otra persona alguna vez. Aprisioné su clítoris, muy endurecido, con mis labios y di repetidos tironcitos que la hicieron dar un brinco. Maricarmen aspiraba el aire entre dientes y lo expulsaba con un jadeo, era un continuo Sssshhhh, aaahhh, ssshhh aaahhh.Yo me iba entusiasmando por minutos y se me ocurrió una pequeña maldad con la esperanza de que fuera una novedad para ella, introduje el dedo corazón en su ano, el indice en su coño y con el pulgar masturbaba su clítoris, sacando y metiendo sin parar. Mari Carmen alzaba su culo totalmente excitada.

  • ¡Ay, Dios mio, nunca me habían hecho esto! ¡Ay que gusto, Dios mío! ¡Ay que me muero de gusto! ¡Ay, Javier, que me haces!¡Ay que gusto!¡Déjame que te la chupe, Javier! ¡Pero que gusto, Dios mio! ¡No pares, por Dios, Javier! ¡Te la quiero mamar, Javier! ¡No pares, por tu madre! ¡Déjame que te la chupe! ¿No quieres que te la mame?

No creo que fuera consciente de lo de incoherente de su discurso.

  • ¡Me cooorroooo, por Dios que me corrooooo!

Alzó su culo, se mantuvo así durante un momento y se corrió, vaya si se corrió. Apenas recuperó el aliento, se echó sobre mi sin parar de decir:

  • ¡Dejame que te chupe, Javier, déjame que te la mame!

Le dije que sí, pero que cuando yo la avisase, se tenía que poner de manera que yo pudiese correrme en su culo.

  • ¡Sí, sí, sí!

Y comenzo con una mamada que tardaría mucho tiempo hasta que me hicieran otra que se acercara a esa en calidad e intensidad.

Cuando noté que mi orgasno era inminente, le dije "¡Ya, Mari Carmen, ya! y ella se puso en posición, pero tuve que decirle que acercara un poco más y separara las nalgas, así que se acercó lo suficiente para sentir el contacto de mi polla en el agujero de su culo lo cual la incito a rozarse, supongo que con la sana intención de provocar mi eyaculación, y debo decir que lo consiguió, pues mi semen brotó en bizarros disparos que impactaban de lleno y con atino en la entrada en su ano. Al sentir que mi semen lubricaba su orificio, me gritó ¡Follame, follame! Lejos de poner ningún reparo, le dije que se pusiera boca arriba, levanté sus piernas hasta que sus rodillas quedaban a la altura de mis hombros y la empalé por el culo. Ignoro si era esa la opción que ella hubiera elegido en principio, pero lo cierto es que, una vez estuve dentro, no oi ninguna objeción, si no más bien la exigencia, un poco revestida de una urgencia bastante molesta y en forma de ¡Dame, dame, dame fuerte! Pero yo ahora no tenía ninguna prisa, la enculaba a un ritmo constante aunque pausado, a ella le estaba gustando y mucho, no paraba de gemir, balbucear palabras o frases inconexas o poco coherentes al tiempo que se magreaba los pechos y se tiraba de los pezones casi con rabia. Decidí ayudarla en esa tarea y con una mano manoseaba un pecho y el otro servía de entretenimiento a mis labios y mi lengua. Mari Carmen me animaba: "¡Si, sí,cómeme las tetas, así, así, que gusto me das, Javierito, que gusto, por Dios!" Le agradecí el cumplido aumentando el ritmo de mis embestidas y se corrió de nuevo, pero esta vez fue muy, muy largo. Yo no paré de encularla hasta que conseguí correrme yo también. La dejé descansar y yo también lo hice. Una media hora más tarde se levantó diciendo que se iba al baño a lavarse. La observé mientras salía de la habitación y por la manera de andar, intuí que quizas tardaría un par de días en poder sentarse con normalidad.

Cuando volvió del baño ya traía la bata puesta, lo que quería decir que, por hoy, daba la sesión por finalizada, me pareció muy bien, sin embargo quise jugar una baza más.

  • Por qué no vienes a pasar el fin de semana conmigo a la casa de la playa? Mis padres van a estar de viaje y no volverán hasta el fin de semana siguiente.

Pareció que la idea no le había desagradado del todo, dudo un momento y me respondió que tendría que pensarlo, apenas unos segundos más tarde dijo que sí, que iría conmigo, pero no podria llegar hasta por la tarde del sábado porque por la mañana le tocaba limpiar la oficina. Conociendo su seriedad en lo referente al trabajo, me abstuve de hacer comentario alguno. Pensé que podríamos sacarle mucho jugo a un día y medio.

El viernes me acosté tarde, no pensaba madrugar el sábado y tendría tiempo de reponer fuerzas para lo que sucediera durante el resto del fin de semana. Sin embargo, alrededor de las 9 de la mañana, algo me despertó, la resaca me impidió darme cuenta enseguida de que algo húmedo estaba chupando mi polla, me incorporé a medias y allí, entre mis piernas, estaba la cabeza de Mari Carmen, me miraba mientras su boca prestaba gran atención a lo que tenía entre sus labios. Mi polla todavía no había reaccionado al homenaje, no tardó en hacerlo y fue creciendo, para cuando lacanzó su maximo explendor yo ya estaba despejado del todo, así que cogí la cabeza de Mari Carmen y le dije "Ven aquí, anda". Se tumbo junto a mí, ya estaba desnuda, empecé a comerle la boca y a acariar su cuerpo, su modo de entrarme me habiá dado un enorme calentón. Bajé mi cara hasta sus pechos y succioné aquellos ricos pezones como si tratara de alimentarme de ellos, mi ansiedad y excitación pusieron a cien a Mari Carmen, que no había parado de acariciar mis huevos y mi polla, la imité y llevé mi mano a su coño y ¡sorpresa! lo hallé totalmente limpio y desprovisto de todo rastro del vello púbico que le era natural.

  • ¿Lo has hecho por mí? --le pregunté mirándola.

  • Por tí y para ti, por si te apetecía volver a comérmelo.

  • Te lo voy a dejar seco, Mari Carmen, ¡seco!

  • Cuando venía en el bus, no paraba de pensar en lo que podía pasar aquí y ha habido un momento en que casi me corro de gusto, Javi. Hasta una señora me ha preguntado si estaba bien y he pensado, ahora no, pero lo voy a estar.

Se colocó sobre mí, dejando aquella maravilla de chochito maduro, y fresco a la vez, para que yo lo disfrutara a mi placer. Para animarme, si hiciera falta, ella masturbaba mi nabo lentamente y con maestría, lo hizo durante unos minutos y despues fue su boca la que entró en juego, aprisionó el glande entre sus labios y daba pequeños lametones circulares alrededor del agujero de mi polla, todo ello sin dejar de acariciar mis testículos, poco a poco fue haciendo suyo una cantidad cada vez mayor de mi polla, aunque de vez en cuando la sacaba de su boca y lamía mi nabo en toda su longitud dedicando una atención prolongada a la zona del glande conectada con el frenillo. Yo estaba muy concentrado en su clítoris, parte que ya sabía que tenía una especial sensibilidad en ella, no me olvidaba del resto de su vulva ni, por supuesto, de su ano, que tanto placer nos había dado. Ni ella ni yo teniamos demasiada prisa en alcanzar el orgasmo, disfrutabamos con calma de nuestras respectivas caricias, felación y cunnilingus. Que Mari Carmen estaba sintiendo un gran placer se notaba en los movimientos de su cuerpo, la manera de mover su culo buscando un mayor contacto de mi boca con su vulva. Introduje mi dedo en su ano en una lenta penetración, la respiración de Mari Carmen se alteró un tanto mientras seguía con su profunda mamada. Esta vez fui yo quien se iba a adelantar, así que avisé a Mari Carmen de que me iba a correr, pensando que me ofrecería su culo abierto para que me corriera en él, nada más lejos, sacó mi polla de su boca y...

-¡Aguanta, Javi, cariño, aguanta solo un poquito!

Cambio de posición, volvió a coger mi polla y se la metió en el coño, todo en tres segundos.

  • Ahora, cariño, dame tu leche. Estos días se me han hecho muy largos esperando que llegara este momento y poder tenerte dentro de mi coño y que te corrieras dentro de mí. Damela, cariño, damela, que yo también me voy a correr para ti.

Su vagina estaba super lubricada por lo que la fricción era suave y placentera y eso me dio esperanzas de que podría aguantar un poco más y disfrutar del inmenso placer que me estaba dando Mari Carmen, yo también trataría de darle todo el que pudiera, que parecía que también iba a ser mucho. En ese momento, yo me estaba entregando totalmente a ella, era consciente de eso, me follaba con los ojos cerrados, cabalgándome, sentada en mi vientre, me incorporé con la intención de mamar sus pechos pero ella puso sus manos en el mio y me lo impidió, aceleró sus movimientos y con un grito se derrumbó sobre mi con grandes contracciones de su vagina que, dandome un gran placer, hicieron que me corriera, apreté su culo contra mí y descargué varios chorros de semen que debieron llegar muy profundamente, mis espamos provocaron un rebrote de su orgasmo y no paraba de contorsinarse y frotar sus pechos en el mio, su vientre contra mi vientre, que también buscaba que mi polla penetrara aún más profundamente. No se cuanto tiempo duraron nuestros orgasmos, yo sé que seguía con reflejos como si estuviera todavía eyaculando, pero sabía que eso era imposible.

Una vez más sosegada, me pidio que la dejara estar así, echada sobre mi, sintiendo mi pene dentro de ella, contrayendo su vagina de vez en cuando, como para cerciorarse de que yo permanecía aun dentro de ella, yo le hacía saber que sí que la sentía y estaba alli, con ella, hinchando mi polla todo lo que podía.

  • Javí, aún no estoy lista, cariño, me voy a correr otra vez.

Apenas pudo terminar la frase, pues con un largo ¡Aaaaahhhhh! volvio a correrse.

  • Javi, --me dijo pasado unos minutos-- si todo el fin de semana me vas a dar tanto gusto no llegaré al lunes.

  • Y tu me lo dices a mí, que mes dejado seco, creo que ya no sirvo para darte nada.

  • Yo sé que sí, porque todavía puedo sacarte y darte más, ya lo veras. ¡Dios mio, si yo hubiera sabido esto...! ¡Con las de veces que yo me imaginaba que cualquiera de las veces que me agachaba a coger algo tú venias y me la clavabas! Lo imaginaba y tenía que encerrarme en el baño para hecerme un dedo, apretando mi pañuelo entre los dientes para que no pudieras oir como me corría. ¡Cuanto tiempo he perdido, Javi, cuantos polvos podíamos haber echado! Me siento muy tonta, pero ¡es que te veía tan joven, Javi!

  • Tu te sentías vieja, Mari Carmen, y está claro que tu cuerpo aún pide guerra.

  • Y lo creo que sí. Javí voy al baño a lavarme y refrescarme el chochete. ¿Querrás estrenar mi nueva apariencia? ¡Me hace tanta ilusión!

  • ¡Claro que sí, no tardes mucho o me tendré que hacer una paja!

  • ¡Ni se te ocurra! --y acariciando mis huevos me dijo-- Todo lo que salga de aquí es para mi.

Me tumbé de espaldas con las manos en la nuca, y así me encontró ella, y según me dijo, con una sonrisa angelical en mi cara.

Fue un buen fin de semana.