No quiero ser una princesa
Ambos intentamos dejar de vernos y aunque muchos no lo entenderéis yo no puedo luchar contra el más primitivo de mis deseos solo con él me siento plenamente satisfecha. Mi cuerpo solo vibra entre sus brazos
Salía encantada del cine del brazo de mi amiga, detrás de nosotras iban Juan y Luis, ellos no salían tan convencidos como nosotras de lo buena que había sido la peli.
-A mí me ha encantado –dije contenta-
-A mí también –dijo mi amiga mientras ellos resoplaban-
Nos despedimos de ellos y Luis y yo fuimos a casa de este, sus padres habían salido a cenar y teníamos la casa para nosotros.
Llevaba varios meses saliendo con Luis, a pesar de no terminar de encajar del todo lo pasábamos bien juntos y tampoco buscábamos algo súper serio, sino más bien vivir la vida así como se nos fuera sirviendo.
Subimos a la habitación de él entre achuchones y nada más cerrar la puerta por si acaso, nos desnudamos mutuamente con prisas. Dos minutos después Luis se colocaba entre mis piernas y traspasar sus dedos rápidamente por la humedad entre mis piernas, se agarró la polla, se colocó un preservativo y sin más de un solo empujón la alojó en vagina.
Se movía despacio, dentro y fuera, mientras sus labios atrapaban los míos y pasaba por ellos la lengua. Tras unos minutos de estrellar su pelvis contra la mía mientras me penetraba suavemente, metió la mano entre ambos y buscó mi clítoris frotándolo hasta conseguir mi orgasmo que tan solo precedió al suyo unos segundos.
Solo dos minutos después salió de mi interior y de la habitación para volver unos minutos después sin condón y limpito.
Luego yo hice lo mismo, fui al baño a asearme un poco y volví a vestirme a la habitación donde Luis ya estaba en el ordenador mandando un mensaje a su amigo Juan.
Siempre me quedaba esa sensación de que había algo más, él era un amor de chico, pero yo creo que tenía más inquietudes que la mayoría de mis amigos, incluido mi chico.
Nos veíamos más los fines de semana, ya que la familia de Luis pasaba los veranos allí, pero yo solo los fines de semana, entre semana trabajaba.
El domingo nos despedimos por la tarde después de achucharnos cogí el autobús; era una suerte que los padres dejaran que me quedara a dormir en su casa, así podía ir el sábado y quedarme a dormir.
Mis padres no decían nada a mis veintidós ya no era una chiquilla.
Luis iba a empezar a trabajar con su padre ese invierno, con lo cual estaba disfrutando a lo grande antes de atarse, odiaba sentirse presionado por nada y le iba a costar seguir ordenes de alguien ya que era el típico niño mimado por unos padres con dinero que lo tuvieron demasiado mayores que ya no esperaban tener más hijos y tras más de diez años de tener ya la parejita llegó Luis.
La semana fue de lo más aburrida, pero por fin llegó el sábado y cogí el primer autobús de la mañana.
Todos estaban en el centro, pero Luis y yo con la excusa de llevar la mochila a su casa nos fuimos solos. Me besó y acarició antes de llegar a su casa y ya en ella nos desnudamos de nuevo como siempre y follamos en su habitación.
Después de una semana de alejamiento y promesas por teléfono no necesitamos demasiados mimos y tan solo un cuartito de hora después los dos habíamos acabado después de una rápida sesión de sexo.
Justo cuando ya salíamos oímos la verja de la entrada y él se apresuró a contarme que eran sus padres y su hermano este había subido a pasar el fin de semana. Le había visto un par de veces con su mujer pero no habíamos congeniado demasiado.
Entraron y saludé como siempre cortésmente al padre y hermano de Luis y más cariñosamente a su madre, detrás de esta estaba la mujer del hermano.
Nos quedamos un rato con ellos, tomamos unos refrescos en el jardín y con la libertad de las gafas de sol estudié al hermano de Luis y los comparé a ambos. Luis tenía más de diez años menos que su hermano y era más bajo y delgado que este.
Mientras les observaba me di cuenta de otra cosa, la manera en la que el hermano me miraba creyendo que yo no miraba. No sé explicar cómo lo hacía pero me puso nerviosa.
Eso despertó mi curiosidad y pasé el resto del fin de semana estudiando sus reacciones, un par de veces me cazó y tuve que disimular sin tener claro de haber conseguido despistarlo.
Luis no se dio cuenta de nada, él vivía en su mundo particular.
Las visitas inesperadas nos restaron intimidad para nuestros escarceos sexuales y ese sábado no pudimos hacerlo de nuevo.
El domingo mientras todos estaban haciendo la siesta nos escabullimos a su habitación, allí Luis se sentó en la cama, me senté a horcajadas sobre el tras quitarme las braguitas mientras él se ponía el condón, sin soltar su polla la colocó a la entrada de mi vagina y me clavé en su polla, me agarré a su cuello y el me agarró del culo ayudándome a llevar el ritmo que a él le llevaba rápido al orgasmo.
El jadeaba y a mí me despistó un ruido, me giré y vi a su hermano reflejado en la pantalla del ordenador, el creía no poder ser visto puesto que yo le daba la espalda y su hermano se había dejado caer hacia atrás mientras yo cabalgaba sobre su polla. Verle allí espiándonos me puso a cien y empecé a mover las caderas, Luis jadeaba al borde del orgasmo.
-Venga nena no puedo más voy a correrme
Apoyé las manos en su pecho, miré fijamente la pantalla y entonces él se dio cuenta, no aparté mi mirada de la suya mientras me corría un segundo después de Luis.
Me levanté y vi que ya no estaba, pero el resto de la tarde noté su mirada aunque por supuesto nadie comento nada.
Pasé toda la semana recordando esa ardiente mirada, incluso me masturbé dos veces recordándolo. Pasaron tres semanas antes de que volviéramos a coincidir y de nuevo ambos nos estudiamos, yo vigilaba cada movimiento suyo y le cacé un par de veces a él haciendo lo mismo.
El sábado Luis y yo nos escabullimos y lo hicimos sin ser vistos pero el domingo volvimos a tener visita, esta vez sin pantallas, le vi en la puerta y tras sonreírle bajé la mirada viendo la evidencia de su excitación, de nuevo volví a correrme.
No sé en qué momento se convirtió en una necesidad para que mi placer fuera máximo, solo sé que estaba plenamente inmensa en un juego tan excitante como peligroso.
Poco a poco me volví más osada y le rozaba al pasar por su lado, le miraba sin disimulo cuando estábamos solos y no escondía lo mucho que me gustaba que espiaba mis encuentros sexuales.
Cuando descubrí que mi presencia le perturbaba empecé a enseñar más partes de mi cuerpo cada vez que podía y mientras tanto a ojos de todo el mundo apenas nos tolerábamos.
Pasaba las semanas pensando en sus miradas y soñando con sus manos recorriendo mi cuerpo; cuando estaba con Luis me sentía culpable, pero no podía evitar que la pasión por su hermano me consumiera. Ni siquiera tenía claro que me gustara físicamente y eso solo lo hacía todo más excitante.
Ninguno de los dos se sentía cómodo en la nueva situación ya que saltaban chispas entre ambos al más mínimo roce, ni siquiera hoy se cómo llegamos a esta situación. Ambos creíamos poder controlarlo y seguir jugando sin más, sin ir a más pero tampoco consentimos en ir a menos.
Después de dos semanas sin coincidir volvimos a vernos, volvimos a jugar a más de lo mismo la misma tarde del sábado tuvimos sexo ya que Luis salía con unos amigos por la noche a un cumpleaños.
Luis salió antes de cenar y mi plan era cenar con su familia y luego conectarme con mis amigas en el portátil tranquilamente desde mi habitación.
Cenamos y según el plan tras ver un rato la tele me fui a mi habitación, mandé un par de mensajes a Luis y supe que no vendría antes de la madrugada, estaban de fiesta a tope.
Pasé dos horas chateando con unas amigas y oí salir a alguien de la casa, me asomé a la ventana y vi al hermano de Luis salir a la calle. Supuse que se iba a dar un paseo.
Más tarde les oí retirarse a todos a sus habitaciones y media hora después me asomé a la ventana y le vi volver.
Caminaba con paso firme pero tranquilo, levantó la mirada y me vio, no me aparte; durante unos segundos se quedó parado mirándome mientras yo me perdía en sus ojos. Me quedé enganchada al calor de esa mirada y vi deseo, dudas y temor mientras mi corazón latía desbocado en mi pecho le sonreí con tristeza, el bajó la cabeza y siguió acercándose a la casa, abrió la puerta sin hacer ruido.
Mi osadía momentánea me hizo abrir la puerta cuando el pasó y se paró ante mí. Me miró de arriba abajo, solo llevaba una vieja camiseta de Luis y mis braguitas. Sus ojos calentaron mi piel a medida que recorrían mi cuerpo, empezó por mis pies descalzos, mis tobillos, subió por mis muslos y siguió hasta que volvieron a cruzarse nuestras miradas.
-Entra Alba –dijo con voz ronca-
Entré y cerré la puerta apoyándome un segundos en ella sabiendo que el seguía tras esta, sabiendo que ambos queríamos lo mismo en ese mismo instante y que él había decidido que no pasara mandándome dentro. Enrabietada, dolorida y muy excitada me decidia a acostarme cuando oí la puerta.
No tenía que girarme para saber quién era, oí dos pasos en la oscuridad y su cuerpo se pegó al mío, sus manos acariciaron mis pechos con violencia sobre mi camiseta, estrujándolos y buscando mis pezones para friccionarlos entre dos dedos.
En la penumbra mire sus grandes manos acariciándome sobre la fina tela de la camiseta. Mis pezones estaban tan duros que me dolían y la fricción de estos entre sus dedos, me aliviaban.
-Si fuera capaz de pensar en algo más que follarte debería irme bruja. Pero me pones tan caliente que hay momentos en los que no puedo pensar con claridad.
-Pues no pienses
De repente apoyó las manos en mis hombros y me empujó, caí de bruces sobre la cama.
-No sé si te arrepentirás niña, ahora mismo no te veo como una adorable princesa
-No quiero que me trates como una princesa –contesté sin pensar, pero siendo totalmente sincera-
Deseaba que ese hombre me poseyera por completo hasta hacerme perder la razón, porque algo me decía que con él, la perdería.
Me dio un azote sobre las braguitas antes de darme la vuelta, noté como la cama cedía bajo el peso de él que de rodillas a mi lado metió su mano bajo mis bragas.
Su otra mano subió mi camiseta y al momento bajaba la cabeza y sus labios apresaban mis duros pezones. Chupó fuertemente y luego los atrapó entre sus dientes imprimiendo más fuerza a cada instante, mientras sus dedos jugaban entre los pliegues de mi carne caliente, húmeda y anhelante. Temblaba incontrolablemente abandonándome por completo a sus ávidas caricias.
-Esto es una locura –decía serio sin dejar de acariciarme-
Pronto llegué al orgasmo temblando como una posesa mientras él arrodillándose entre mis piernas me apartó la braga con una mano sacando su polla con la otra y agarrándola por la base, la paseo entre los pliegues sensibles de mi carne aun temblorosa.
-La mayor de las locuras bruja –dijo agarrando mis caderas tras colocar su polla en la entrada-
Rodee sus caderas con mis piernas y el pasó las manos bajo mi culo, me empujó contra él penetrándome con furia.
De un empujón llego al fondo de mi vagina llenándome por completo, salió unos milímetros y volvió a penetrarme hasta el final haciendo que mi cuerpo estallara en el segundo de mis orgasmos.
-Dios bruja esto sigue siendo una locura, tu estrechito y caliente coño va hacerme perder la cabeza por completo. –dijo jadeando mientras arremetía una y mil veces dentro de mí-
Cada vez que me penetraba lo hacía con fuerza, con furia apenas contenida perdiéndose en mi interior.
Subí más el culo, sus manos pellizcaron mi carne y volví a sentir un largo orgasmo, salió tan rápido como había entrado y unas gotas de semen espeso y caliente cayeron sobre mi braguita que estaba a un lado, el resto sobre mi estómago y mis pechos.
Apenas podía respirar tras mi tercer orgasmo y su respiración estaba igual que la mía, no dijo nada, no hubo caricias ni besitos tras el mejor sexo de mi existencia.
Salió en silencio como había entrado tan saciado como me dejaba a mí; dormí del tirón toda la noche tras limpiarme su semen.
Bajé a desayunar tras ver que Luis dormía como un lirón, me había mandado un mensaje a las tres de la madrugada y la fiesta estaba en pleno apogeo. Me sentí culpable al verle dormir plácidamente y recordar mi ardiente sexo con su hermano.
Estaba tomándome el café, sola en la cocina cuando el susodicho entro en la cocina, se sirvió el café y se sentó a mi lado, sin mirarme puso su mano en mi muslo y subió despacio. Mi corazón empezó a palpitar más deprisa cuando la mano subió bajo mi falda suelta y palpó mis braguitas.
-Separa las piernas bruja
No dude un solo segundo, separé los muslos y apoyando los codos para disimular en la mesa llegué al orgasmo diez minutos después mientras el jugara con mi clítoris.
Apenas había logrado controlar la respiración cuando apareció su padre por la puerta, el cogió una galleta de las de mi montón con la mano que me había masturbado y la mojo deliberadamente en su café, justo antes de lamer las puntas de sus dedos y decir lo buenísimas que estaban las galletas.
Su padre sorprendido por su entusiasmo dijo antes de salir:
-Me voy, tu novio ha venido esta mañana a las seis o sea que dormirá hasta el mediodía al menos –dijo mirándome antes de mirarle a él para decirle que su madre y mujer estaban de compras y traerían ellas la comida-
Antes de que su padre saliera me levanté de la mesa apartando la mano de él que quemaba mi muslo. No podía dejar que ese hombre doblegara toda mi resistencia, sentía que necesitaba huir de él y escapé.
Intenté despertar a Luis, pero su aliento apestaba a alcohol y dormía profundamente cuando se abrió la puerta. Me miró sin pronunciar palabra ya que desde donde él estaba no veía si su hermano dormía o no. La necesidad que vi en su mirada profunda me hicieron decidir incluso antes de que el cerrara la puerta. Salí unos segundos después y e estaba apoyado en la pared.
-Ven
Dijo antes de darme la espalda y empezar a subir la escalera, al final de esta había una habitación sin amueblar que daba a la terraza.
Le seguí sin pedir ni donde iba ni que quería porque fuera cual fuera su respuesta le seguiría igual. Porque solo en sus ojos se reflejaba una necesidad de querer más, parecida a la mía.
-Desnúdate –me ordenó mientras tumbaba uno de los colchones apoyados en la pared para emergencias de visitas-
Me quité la falda y el vestido ante su atenta mirada, tras abrir la ventana para así oír si venia alguien de la calle por ella.
Me puso mirando hacia la pared con las manos apoyadas en esta justo a los pies del cochón. Desde atrás retiró el pelo de mi nuca y empezó a lamer mi piel, bajó por el cuello, los omoplatos y mi columna hasta llegar al elástico de mis braguitas de algodón con florecillas.
Soltó una carcajada antes de bajarlas hasta mis tobillos y seguir entonces lamiendo ahora mi culo, sus dientes pronto se clavarían en mi carne con suavidad primero, pero poco a poco iban perdiendo la piedad y mordía mi culo fuerte.
Di un grito de dolor y clavo más sus dientes.
-Calla, ¿quieres que te oigan bruja?
Apoyé fuerte las manos en la pared y note que poco a poco aflojaba de nuevo y ahora su lengua volvía a lamer mi piel castigada por sus dientes.
Metió su mano de canto entre mis piernas cerradas, las bragas en mis tobillos no me permitían separarlas como hubiera querido, pero subió la mano así hasta mi sexo, presionó hacia arriba y yo empecé a frotarme con su mano.
-Tu hambre es lo que más me enloquece de ti bruja, así menéate, frota tu coñito ardiente contra mi mano y mójala bien con tus juguitos.
Le hice caso y mientras el lamia la parte de atrás de mis muslos, mi culo y mis riñones, yo me froté hasta correrme, entonces el me agarró de la cintura de cuclillas como estaba y tirando de mi me lanzó sobre el colchón, se puso de pie y me dijo.
-Quítame el pantalón –el mientras se quitaba a toda prisa la camisa-
Lanzó esta al suelo junto a mi ropa y yo conseguí quitarle el pantalón, después tiré de la ropa interior y su poderosa polla quedó ante mis ojos, ansiaba probar su sabor y me lancé. La cogí por la base y tras descapullarla un poco bajé mis labios y atrapé el glande entre estos succionándolo antes de lamerlo con glotonería. Fui ganando terreno con mis labios y terminé con más de media polla dentro de mi boca, retrocedí y volví a meterla un par de veces hasta sacarla por completo, lamí sin dejar un solo milímetro sin humedecer.
El gemía agarrado a mi cabeza con las piernas ligeramente abiertas y cogiendo la polla por la base volví a menearla despacio subiéndola para poder lamer sus testículos con la misma glotonería que había lamido su polla. Los metía y sacaba de mi boca dándoles potentes lamidas que los movían y le hacían gemir de placer.
-Madre mía bruja quien te ha enseñado a lamer así una polla, vas a matarme de gusto
No iba a decirle que jamás había sentido la necesidad de hacer mío cada rincón de otra persona.
Se agachó y me empujó hacia atrás, separó mis piernas y entre ellas volvió a penetrarme salvajemente, rozando cada terminación nerviosa de mí interior con su carne caliente que entraba en mí como un cuchillo en la mantequilla abriéndome completamente.
No dejó de mirarme los cinco minutos que estuvo bombeando, entrando y saliendo volviéndome completamente loca, subí las caderas apoyando mi culo en sus muslos para que la penetración fuera aún más profunda.
Ambos jadeábamos conjuntamente cuando el salió de mi interior y casi lloré de la desesperación al borde ya de mi próximo orgasmo. Me dio la vuelta en el colchón y puso mi cuerpo entre sus piernas, sus manos en mis omoplatos me presionaban contra el colchón, apenas podía respirar y solo quería que siguiera.
Sentía su húmeda polla sobre mi culo, el retrocedió y separó mis piernas, se colocó de rodillas en medio y bajo para lamer las marcas del día anterior.
-Me encanta verlas marcas que he dejado en tu cuerpo –decía mientras pasaba su lengua-
Separó con ambas manos mi carne y lamió mi rajita en dirección a mi ano, hizo círculos alrededor mojándolo y lo preparó para a continuación pasar la yema de un dedo y empujar en ese rincón inexplorado.
Por un momento tuve miedo, pero solo fue un segundo porque nada podía parar lo que quería, nada podía hacer que temiera que él me poseyera por completo.
Su dedo se introducía lenta pero firmemente hasta la mitad, solo entonces retrocedía un poco solo para volver a mi interior. Luego uso un segundo dedo para dilatar bien mi ano.
-Voy a partirte el culo bruja, porque quiero correrme ahí.
-Yo nunca…-le dije asustada-
Se colocó de rodillas, me agarró de las caderas y con una mano guio su polla, sus dedos se clavaban en mis caderas y su polla entraba despacio.
-Solo será un momento, te necesito
Mordí el colchón y me agarré con fuerza a este con ambas manos dispuesta a dárselo todo, cuando de un último empujón me penetró mientras unas gordas lágrimas corrían por mis mejillas y la vista se me nublaba ¿del dolor? No lo tengo tan claro. Dio un grito sordo y se quedó quieto unos segundos antes de empezar a moverse.
Metió la mano entre mis piernas y me masturbo; el placer era indescriptible, sentía como me escocia el culo y me ardía el coño cuando oleadas de placer me lanzaban al abismo de un demoledor orgasmo mientras él me mordía fuerte un hombro y marcaba de nuevo mi cuerpo y mi alma mientras se vaciaba en mis entrañas.
Caímos rendidos en el colchón aun entrelazados, me colocó en posición fetal y no hizo ademan de abandonar mi cuerpo hasta diez minutos después.
Volví a casa el domingo dejando a Luis aun recuperándose de su juerga; yo tarde más en recuperarme de la mía. Pasé la semana pensando en él y en que todo era un delicioso error. Me convencí de nuevo a mí misma que no debía volver a pasar.
El miércoles cuando salía del trabajo y me dirigía a coger el autobús un coche paró ante la parada.
-Sube alba
-No
-¡Sube!–grito-
Me senté en el asiento del acompañante y condujo hacia las afueras, aparcó en un rincón y salí del coche enfadada.
-Soy la novia de tu hermano, lo del fin de semana pasado fue un error
-Si lo fue, lo es, estoy de acuerdo en que es un gran error.
Acercándose a mí que me había apoyado en el coche me dijo:
-¿Entonces no quieres que te haga esto? –dijo desabrochando mi vaquero y metiendo la mano dentro.
-No, no quiero
-Ni esto –dijo lamiendo mi cuello-
Las rodillas me temblaban y sus dedos hurgaban ya en mi sexo húmedo.
-Tu coño no está de acuerdo con nosotros y mi polla tampoco, compruébalo
Estiré la mano y toqué su dura polla ya he inconscientemente empecé a acariciarla sobre el pantalón.
-Brujita, se tanto como tú que esto está mal, por mi hermano, por mi mujer, por nuestras distintas edades y vidas, pero te has metido bajo mi piel y necesito follarte tanto como respirar.
-Yo también lo necesito
No necesitó más, me dio la vuelta, tiró de mis vaqueros solo a medio muslo y sacando su polla me la metió de un solo golpe, jadee desesperada de placer al sentirme de nuevo llena.
-¿Te gusta que te folle duro bruja? –pregunto enardecido-
-Sí, me encanta no pares párteme en dos –dije sin poder obviar lo evidente-
-No puedo mucho más estoy a cien y no tengo los preservativos
-No pares por favor, no dejes de follarme.
-Aun tienes la marca de mis dientes en el hombro, me he corrido solo recordando ese momento.
A lo lejos la gente paseaba sin sospechar que tras ese coche el hermano de mi novio me follaba como un bárbaro dándome placer.
Me corrí en una de sus arremetidas y de nuevo cuando sentí como se tensaba y el calor de su semen inundaba mi vagina.
Me subí el pantalón y fuimos a tomar un café.
-Solo saber que llevas el coñito lleno de mi semen me tiene de nuevo como un mulo, vamos a algún sitio donde pueda follarte
-¿No tienes que volver a tu casa?
-Esta noche no
Fuimos a un hotel y follamos toda la noche hasta quedar rendidos.
Pasé el fin de semana con Luis sintiéndome mal por él y por lo que sentía solo con su hermano. Hicimos el amor como a él le gustaba con paciencia sin grandes estridencias. Y me sentí la peor de las golfas cuando en todo momento eche de menos a su hermano.
Había pasado más de una semana y no había vuelto a verle, el jueves me llamó y simplemente me dijo.
-Si como yo no puedes soportar esta ausencia te espero en el hotel de la otra vez.
Antes de meter el móvil en el bolso me giré para coger otro autobús y un cuarto de hora después tocaba a la puerta y esta se abría.
Su mano tiró de mí y su boca se apoderó de la mía, mordió mis labios y los lamió mientras me arrancaba la ropa y yo la suya.
Me empujó en la cama y se lanzó sobre mis pechos, los lamia y mordisqueaba hasta saciarse, me dio la vuelta y siguió lamiéndome mientras ataba mis muñecas a unos pañuelos atados a la cama, me sorprendió pero me olvidé del mundo cuando tiró de mis caderas y me penetró desde atrás.
Lloré de placer cuando mi vagina se acopló a su polla y le oí gemir roncamente, me folló como un poseso taladrando mi coño, mientras un dedo volvía a dilatar mi culo.
Yo me movía al borde del orgasmo y justo cuando me corrí sacó su polla y me la metió en el culo corriéndose al instante dando pequeños alaridos directamente de su garganta y volví a correrme.
-Siento mucho perder el control y sobre todo siento haberte hecho daño –me dijo cuándo me levanté con un quejido de la cama
Nos duchamos y dormimos un par de horas, me desperté a media noche con él pegado a mí, me separé y bajé la cabeza para atrapar su polla con mis labios, esta se puso dura al instante.
Se tumbó despertando lentamente de espaldas y tiro de mí para colocarme en la postura en la que pudiera lamer mi sexo al mismo tiempo que yo el suyo.
Su gloriosa boca me llevó enseguida al orgasmo y mi boca temblaba sobre su polla. Me aparté, me coloqué entre sus piernas para poder lamer sus huevos y bajé a su ano, también lo lamí y empujé mi lengua en su interior ante sus jadeos.
Durante varios minutos ensalive la zona y volví a sus huevos y su polla, empecé a masturbarle tranquilamente con una mano mientras con la otra busqué la humedad que había dejado en su ano y un dedo jugo en la entrada.
Me miró a los ojos sorprendido y excitado, entonces empujé mi dedo y succioné su polla al mismo tiempo.
-Te adoro bruja, no puedo más
Lejos de apartarme seguí metiendo mi dedo en su ano y succionando su glande sin dejar de meneársela. Tensó el cuerpo y se corrió en mi garganta, en mi boca y mis labios.
Mientras gemía volviendo en si, relamí mis labios después de dejar limpia su polla y tragar hasta la última gota de semen ante su mirada.
-No dudes brujita que sé que está mal, muy mal. Pero no puedo renunciar a esto
Sonrio ahora al recordar esa primera de mil veces, hoy cinco años después seguimos follando como salvajes… mi ahora cuñado y yo.
Ambos intentamos dejar de vernos y aunque muchos no lo entenderéis yo no puedo luchar contra el más primitivo de mis deseos solo con él me siento plenamente satisfecha. Mi cuerpo solo vibra entre sus brazos, porque el no me trata como una princesa, el saca la puta que hay en mi.