No quiero que me encuentren..
Igual y no es poesía..
Tus ojos. Si. Son tus ojos lo que me llevan a acantilados de placer. Vale, no las esferas con retina y pupila encajadas en tu linda cabecita. O si, pero no solamente. Es todo lo que veo de mi cuando te veo a ti, casi siempre cuando me penetras por ultima vez. Penetras mi cuerpo, y penetras mi alma, casi que paralelamente.
Pero, ¿cómo lo resisto? Ni me interesa hacerlo. Aunque no son solo tus ojos, ni lo que siento cuando me clavas, tanto la mirada como la verga, cariño mio. No. Eres todo tu. Preocupado por hacerme llegar, ¿qué a donde? Pues a la profundidad que le sigue al acantilado, que suele estar siempre a tu lado.
Mmmm. A tu boca no la puedo dejar por fuera. Ni a tus dientes que muerden siempre lo que quiere ser mordido. Ni a la lengua que humedece, que guía a todo lo demás en los hoyos de mi cuerpo. Todos ellos impacientes por lo que hay, y por lo que viene después.
¿Y que me dices de tu obligo? Casi lo olvidaba, pero eso habría sido una blasfemia, porque me hipnotiza. Allí, dispuesto en ese lugar tan estratégico. A medio camino entre lo bello indecente, y el vello indecente. Indecente y eléctrico, que me electrifica toda. Que esconde tu secreto, que dejo de serlo para mi hace ya tanto tiempo. ¿Sigo siendo yo un secreto? No lo creo. O tal vez si. Dejar de ser secreto seria trágico. Quiero que me descubras siempre.
Y cuando ya me hayas descubrido por completo, me cambiaré el nombre, dibujaré sobre mi cuerpo, leeré nuevos poemas, escribiré cartas más románticas. Tendrás que conocerme una vez y otra vez, hasta que ya no puedas encontrarme, y es que estaré perdida en ti, tanto que seremos solo uno, y tus ojos serán los míos, mi boca la tuya, tus díentes los míos, las lenguas una sola, ambos uno.
Si estoy perdida en ti, no quiero que me encuentren. Lo que quiero, es a ti.
Nota de la Autora: bueno, no sigue ninguna regla poética, este particular poema mío, eso es seguro. Que sea poema o no, lo decidirán quienes lo lean.