No puedo evitarlo y me follo a un amigo de mi hijo

Conviene leer antes el relato anterior donde nuestra protagonista engaña a su marido con un chamán

Salí de la consulta exultante.

Lo primero que hice fue llamar a Raquel para darle las gracias.

—Dios, nunca pensé que pudiera hacer algo así —le dije en confianza.

—¿El qué? ¿Someterte a un ritual de desbloqueo?

—Sí, yo... Nunca me había comportado así con un extraño, pero fue pedir que me desnudara, darme aquel masaje y follarme con ese falo y...

—¡¿Cómo?! Rebobina, ¿qué has hecho qué? —Al escuchar su voz incrédula me paré en seco en mitad de la calle.

—Ya sabes...

—No, no sé. A mí el maestro solo me pasó unas varitas de incienso mientras hacía algunas posturas tipo yoga, que según él abrirían mis canales hacia el sexo...

—Pues yo le chupé la polla y se corrió en mi boca, me dijo que necesitaba tragar semen.

—¡Madre mía! ¿Y lo hiciste?

—E-estaba muy excitada, era justo lo que necesitaba...

—¡Pero si ese tío es un adefesio! —Escuché la exclamación de Raquel al otro lado de la línea—. Se aprovechó para follarte...

—Pues yo me siento muy bien, me parece que igual necesitábamos rituales distintos, mi bloqueo era muy grande.

—Oh, por favor Catarina, has de denunciarlo. ¿No le pagarías?

—Claro que lo hice, no soy una jeta.

—¿Jeta? El jeta es él, no ha estado con una mujer como tú en su vida, se ha aprovechado...

—Sea como sea yo me siento divina y ahora mismo voy a casa a tirarme a Antonio.

—Estás loca.

—¿Por querer tirarme a mi marido?

—No, por no denunciarlo.

—¿No será que estás celosa de que no te hizo lo mismo?

—¿Celosa? ¿Yo? ¿Pero te estás oyendo? Que ese tío mide metro sesenta y tiene barriga cervecera, ¿tú has visto a mi marido?

—Por supuesto, pero no sabes lo bien que folla el maestro... Deberías probar para poder opinar.

—Ni loca.

—Tú te lo pierdes, te dejo que he llegado a casa y quiero sorprender a Antonio.

—Ciao.

—Ciao.

Quería sorprender a mi marido, por lo que en cuanto llegué al recibidor me desnudé por completo. La tele seguía sonando de fondo y yo estaba muy caliente.

Seguro que lo encontraría en la misma postura tumbado en el sofá. Por lo que fui a cuatro patas para que no me viera, me agazapé sobre el respaldo y me dejé caer.

—¡Auch! –protestó una voz que no sonaba a la de mi marido. Alcé la cara y me encontré con Javi, el mejor amigo de mi hijo.

—¡Joder! —exclamé intentando cubrir mi desnudez. El chaval no dejaba de comerme con los ojos.

­—¡Madre mía! —dijo él poniéndose las botas.

—¡¿Pero puede saberse qué haces aquí?! —Pregunté cubriéndome con un cojín.

—Javi me invitó a comer. Pero se ha atrasado, el cabrón del profe de historia que se la tiene jurada. Su marido me abrió la puerta, me dijo que bajaba al bar  a tomarse una cerveza.

—¡Madre mía qué vergüenza!

—¿Por qué? Señora Martínez está muy buena... —Su observación me sonrojó.

—Eres el mejor amigo de mi hijo y acabas de verme en pelotas.

—Y seguiría observándola si no llevara ese cojín. No sabe la de pajas que me he hecho imaginándola desnuda.

—¿Pero qué dices?

—Desde que la vi en la piscina el verano pasado que no he podido dejar de machacármela. Si yo tuviera una madre como usted no dejaría de colarme en el baño para verla ducharse.

Sus palabras me estaban calentando.

—Javi, eres un crío... y yo soy una mujer madura...

—Usted es una mujer que está buenísima y me la pone dura. ¿Quiere comprobarlo? —El chaval que acababa de cumplir los dieciséis se levantó para bajarse el pantalón de chándal y mostrarme una nada despreciable erección—. Lo ve, así se me pone cada vez que la miro—.Tragué con dureza y me relamí. El masaje del maestro me había convertido en una olla bullendo de necesidad sexual. —¿Le gusta?

—Esto no está bien... —Javi me lanzó una sonrisa. Era muy guapo, según mi hijo el ligón de la clase y capitán del equipo de futbol. Tenía un cuerpo precioso y una sonrisa con hoyuelo.

Se quitó los pantalones, los calzoncillos y la camiseta, quedando totalmente expuesto ante mí.

—¿Le gusta lo que ve, señora? —Me daba mucho morbo que me llamara así.

—Mi hijo o mi marido pueden volver en cualquier momento...

—Sabe que no. Toni tiene una hora desde el instituto y cuando su marido baja al bar no es a tomarse solo una. —Javi tenía razón. Pero no estaba bien, él era un adolescente y yo una mujer madura...

Se acercó y tiró de mi cojín mirando mis tetas. Tragué con ellas apuntando directamente a su torso y Javi las masajeó.

—¡Joder! Está muy buena —admiró llevándose un pezón a su boca para succionar con fuerza. Gemí tomándole el pelo entre las manos. Podía negarlo pero la verdad es que la situación me excitaba...

Su mano buscó entre mis piernas y se congratuló de encontrarme húmeda.

—Así que esto le gusta...

—Sí, me gusta —confesé...

—Quiero comerle el coño, señora Martínez, siéntese en la mesa.

Caminé hasta ella y me subí abriendo las piernas, dejando que Javi y su lengua impertinente me rebañaran el coño.

—Mmmm, me gusta como huele... —Pensé en los aceites y la corrida anterior. Javi lo comía con codicia rebañando mi coño desnudo, dándome chupetones en los labios y succionando el clítoris como un bebé mamando.

No podía parar de gritar, tenía los ojos cerrados y mis caderas se movían contra la cara juvenil.

—Las crías del instituto no saben cómo usted, está deliciosa señora. ¿Puedo comerle el culo? Las del insti son muy estrechas y no me dejan hacer según que cosas.

—Sí —jadeé apoyando la espalda contra la mesa para levantar las rodillas contra mi pecho y darle vía libre.

Noté sus dientes raspando mis nalgas, sus manos separándome los cachetes y aquella lengua regodeándose en mi ano. Me puse a pinzarme los pezones mientras él lo saboreaba con devoción.

Nunca hubiera dicho que un chaval de dieciséis pudiera ser tan intenso.

La lengua entraba y salía, serpenteaba haciéndome desear una mayor profundidad.

—Fóllame el culo —Le pedí. Su cabeza se levantó como un resorte.

—¿En serio?

—Sí, por favor, fóllamelo.

No tuve que suplicar demasiado. Javi puso su polla en mi agujero húmedo y empujó sin cuidado.

—Ahhhh —aullé al notarme colmada. Sus caderas se movían con furia desatada y me agarraba de los tobillos tirando de mis piernas hacia delante, para que fueran más profundas.

No podía dejar de gritar, estaba a cien y sin frenos. Javi se puso a lanzar escupitajos sobre mi coño expuesto que se escurrían para dar lubricidad al oscuro agujero.

—Mastúrbate y fóllate el coño. ­—Me pidió. Llevé la mano hasta mi centro y me puse a frotar el clítoris, combinándolo son acometidas en mi coño encharcado.

—¿Te gusta? —Le pregunté delirante.

—Por supuesto. Métase todos los dedos, uno a uno.

Los fui colando como Javi me pedía, sin dejar de mirarlo, sin dejar de sentir cómo mi ano se dilataba buscando ser rellenado.

Logré meter cuatro. Notaba su polla contra la fina pared de tejido...

—Vamos, señora Martínez, métase el quinto...

Empujé deseosa de que cupiera, me estaba costando...

—No puedo.

—Claro que sí, deje que la ayude... —Javi se puso a escupir todavía más y me ayudó a encajar el pulgar, después fue tirando del antebrazo hasta que metí la muñeca—. ¡Menudo coño tiene! ¡Fóllelo! Bombee conmigo.

Nos sincronizamos, mientras él taladraba mi culo, yo me encajaba la mano. Sus gruñidos y mis jadeos eran sumamente potentes.

—Voy a correrme en su culo.

—¡Sí, por favor, hazlo! Llénalo con tu corrida.

Javi no dejó de encastrarme con violencia, me obligó a sacar del todo la mano y luego meterla, mientras él iba escupiendo en mi interior.

—Madre mía, que chochazo tiene. Déjeme a mí.

Grité cuando su puño me tomó trazando círculos, lo metía y sacaba a la vez que su polla en mi culo, trazando el mismo patrón. Yo estaba al borde del colapso y él también.

Sus caderas se tensaron y llegó la primera descarga en mi culo mientras el puño se enterraba en lo más hondo y yo chillaba del gusto y el dolor.

—Eso es, eso es —repetía—. Mastúrbese y córrase.

Llevé los dedos al clítoris y me puse a frotarlo como una loca, dándole el empujón que necesitaba engullendo su puño y ordeñándolo con fuerza, para llenarlo de fluidos.

Cuando acabamos Javi me miró sonriente.

—Ha sido una puta locura.

—Lo ha sido —admití sonriente.

Él se apartó de mis agujeros y me contempló con deleite.

—Tenemos que repetir.

—No, esto no va a volver a ocurrir —lo contradije incorporándome de la mesa.

—Claro que sí. —Su boca buscó la mía y me besó con entusiasmo sobeteando una de mis tetas.

—Javi...

—¿Qué? Dígame que no le ha gustado.

—Ya sabes que sí, pero tú ni siquiera eres mayor de edad y yo estoy casada.

—¿Y cree que eso me importa? Vamos a follar como conejos, señora Martínez. Mi madre quería que me buscara una profesora particular porque voy flojo en alguna asignatura y creo que la acabo de encontrar...

—Javi...

—Shhh —me silenció—. ¿Por qué no nos duchamos y ventilamos un poco? Si no su marido se va a dar cuenta que me he follado a mi nueva profe de álgebra...

Me daba mucho morbo imaginándome la situación. Darle clases y follando a Javi, mientras los demás no tenían ni idea...

—Vale, pero nadie tiene que saberlo.

—Por supuesto, ahora vamos a la ducha, me he quedado con ganas de que me coma la polla y de follarle ese coñazo tan bestia.


Me pasé la hora de la comida sin bragas, con Javi follándome el coño con los dedos mientras comía muslos de pollo con las manos. Mezclaba mi sabor con el del pollo y decía delante de mi marido y mi hijo que nunca había probado algo tan bueno.

Eso no hizo más que acrecentar mi deseo así que por la noche volvía a estar cachonda.

Me tumbé desnuda en la cama y esperé a que mi marido viniera. Cuando lo hizo, despues del partido de futbol frunció el ceño.

—¿Qué haces así?

—Hace mucho que no nos acostamos... y pensé...

—No me apetece, estoy cansado.

—Pero Antonio...

—¿Pero Antonio qué? ¿No te ha bastado con tirarte al puto crío que ahora tienes que molestarme? —me quedé rígida al escucharlo—. ¿Creías que no iba a darme cuenta? El piso apestaba a coño. Haz lo que te apetezca pero a mí déjame.

Apagó la luz y se metió en la cama, a mí me dieron ganas de llorar.

—Antonio, yo no... —. Mi marido se dio la vuelta de malas maneras.

—¿Tú no qué? ¿No te lo querías tirar? Ves a otro con ese cuento, cuando te conocí te habías tirado a media ciudad, mi madre ya me advirtió que la cabra siempre tira al monte, en tu caso a la polla. Yo estoy harto, mi vida se acabó con el accidente laboral, ni siquiera se me levanta...

—Si se trata de eso podríamos probar...

—¿El qué? ¿Una viagra para poder follarme a mi mujer?

—No, hay otros métodos, esta mañana visité a un chamán que es muy bueno.

—¿Un chamán? Lo que me faltaba por oír. ¿Y tú has ido?

—Sí, me lo recomendó Raquel, yo también estaba algo mustia y mira. Ahora no puedo dejar de pensar en follar. Piénsalo, podríamos ir juntos y salvar nuestro matrimonio.

—Yo estoy tocado y hundido Catarina... No me importa que folles, entiendo que tienes necesidades que yo no puedo colmar. Así que tienes mi permiso para hacerme un cornudo.

—Pero yo te quiero, podríamos probar, te lo suplico Antonio, vayamos mañana juntos, no perdemos nada por intentarlo...

—Ya veremos, ahora estoy muy cansado. Buenas noches Catarina.

—Buenas noches Antonio.

Espero vuestros comentarios si os ha gustado...