No pude invitar a mi cuñada
Con este relato inicio una nueva etapa de contar mis experiencias de la manera más real posible. Pido disculpas porque no soy escritor y probablemente cometeré muchos fallos.
Hola, soy Sergio. Tengo 40 años. Disfruto de una magnífica relación con mi mujer tanto en lo personal como en el terreno sexual pero desde hace un tiempo tengo sexo con su hermanita dos años más joven que ella.
Vivimos en una preciosa casita a las afueras de la ciudad. Todos hemos disfrutado mucho del jardín, la piscina, la barbacoa y demas entretenimientos que te ofrece una casa de este tipo cuando llega el buen tiempo. Siempre ha habido mucha confianza entre todos y mi casa ha sido el punto de reunión de la familia desde hace ya más de 15 años.
Mi cuñada siempre me gustó fisicamente, es muy parecida a mi mujer, debe de ser genetico. Las dos gozan de una buena altura 1,70 más o menos. Hambas se cuidan muchísimo, en ocasiones parece que mantienen una lucha entre ellas para ver quien está mejor. Desde que empece a salir con mi mujer hace ya 20 años siempre he fantaseado con mi cuñada. Es normal, es una mujer muy atractiva que además es muy cariñosa y sobona y siempre me ha tratado fenomenal. Le he dedicado unas cuantas pajas pero nunca se me había pasado por la cabeza estar con ella hasta que pasó algo que lo cambió todo.
Siempre después de nuestras reuniones familiarres yo me tumbo un rato en una hamaca a descansar mientras mis hijos y mis sobrinos se divierten y las chicas pasan horas en la sobremesa charlando sobre ropa, maquillajes y demás cosas de mujeres. Hace dos veranos en una de estas sobremesas, comencé a mirar a mi cuñada detalladamente, llevaba gafas de sol por lo tanto podía recrearme todo lo que quisiera. La verdad que llevaba un bikini que tapaba poquísimo y lo cierto es que está buenísima a sus casi 39 años. _Se puede decir que por unos instantes perdí el norte y la cordura, no podía retirar la vista de ella y yo mismo asumía la cara de lascivia que debería tener en ese momento por no hablar de como estaba mi paquete. De repente me dí cuenta de que ella me estaba mirando y retiré la vista un poco avergonzado pero aún así al tener las gafas de sol seguí mirándola a los ojos y pude ver como sonreía de manera morbosa. Lejos de olvidarse giro la silla donde estaba sentada, subio un pié encima y disimuladamente abría un poquito las piernas para dejarme ver la forma de su coñito por debajo de la silla. De vez en cuando pasaba uno de sus dedos como tratando de despegarse el bañador y podía admirar fragmentos de su maravillosa cueva totalmente depilada. Ella estaba jugando conmigo y yo en cuestión de minutos estaba perdido para siempre, sexualmente enamorado de ella.
En las siguientes reuniones la mecánica siguió siendo la misma, pero los bikinis cada vez eran mejores. Siempre pasaba lo mismo y yo ya no podía más, pero no sabía si ella quería ir más lejos y yo la perseguía como un perrito buscando la forma de follármela. Un día algo cambió, yo no me dí cuenta pero a la hora de comer ella aún seguía en el agua con los niños y salió justo para sentarse en la mesa. Por no comer mojada se puso un vestido para comer y yo pensé en mi maldita mala suerte, aquel día no haby tría espectaculo pero la sorpresa fué cuando después de comer y a la hora del reposo ella adquirío una postura por la cual pude observar que debajo de la falda no había nada. En ese momento mi polla se puso dura y tuve que taparme con una toalla. Ella me miró y sonrió mordiendose el labio inferios, porque había provocado que mi polla saltará como un muelle. La situación cada vez se hacía más dificil y yo cada vez ocuapba mas tiempo mis pensamientos con ella. Hubo muchísimas situaciones similares. Ya no había un patrón, en cuanto podía me enseába las tetas, las bragas, se cruzaba de piernas delante mía, se agachaba para enseñarme el culo y yo seguía buscando el momento de follarmela sin exito.
El pasado verano ella se quedó sin trabajo y empezo a venir a mi casa entre semana. En esta época del año mi mujer trabaja por la mañana y yo por la tarde para poder ocuparnos de los niños. Ella comenzó a venir entre semana ya que vivía en un piso en el centro de la ciudad y se hacía insoportable con el calor y los niños. Venía por las mañanas antes de comer y fuí yo entonces el que empezó a buscar los roces con ella. Comiendo, en la piscina, en la cocina. Cada vez que nuestras pieles se juntaban saltaban chispas pero nunca se podía hacer nada porque estabamos nada menos que con cuatro niños.
Un día ella trajo unos videojuegos y los niños subieron a probarlos. Nos quedamos solos tomando el sol y ella se dirigió a la piscina. Yo la seguí y me dio que no se me ocurriera meterme. Tenía muy claro que no podiamos arriesgar, ambos nos jugábamos mucho. Me senté en el borde mirándola y ella se quitó la parte de abajo del bikini. Me dijo que le encantaba bañarse desnuda aunque en mi casa nunca podía hacerlo. Yo la contemplaba y ella me mostraba su coño quedándose boca arriba en la piscina y su culo mientras buceaba por el fondo. Los niños aparecieron en ese momento y yo tuve que irme porque mi polla estaba superdura y era muy descarado quedarse allí.Aproveché la ducha de antes de irme a trabajar. Entonces llegó mi mujer, yo me despedí de todos y cuando le dí dos besos a mi cuñada ella me dijo que le habría encantado que la leche hubiera sido para ella.
Tenía que follármela, había que buscar el momento pero tenía que pasar como fuese. Y por supuesto que paso pero eso ya en la siguiente parte de este relato.
Me gustaría saber por medio del contacto o de mi correo si el relato ha generado interés, lo digo porque como es la primera vez no se si lo he hecho bien del todo. Si alquien me pide que lo haga, lo escribiré cuanto antes.......
Gracias