No podía...
Relato de un despertar horrible...
No podía ser que Gabriela estuviera muerta. Si, anoche mientras follábamos, estaba perfectamente. ¿Pero qué he hecho? Anoche estaba preciosa con ese vestido negro corto, tan ceñido, si ropa interior, con aquellos zapatos de tacón también negros. No, no, no puede ser. Si después de desnudarse a la luz de la luna su figura relucía perfectamente, eses pechos grandes, cintura fina, piernas largas, el pelo negro y largo, sus ojos de gata.
No puede ser, que ya no esté, si después con sus labios de cereza me comía la polla como una posesa, succionando, lamiendo, chupando, con esa lengua que tan cachondo me ponía. Si luego le follé su coñito a empellones con desesperación, hasta que alcanzó eses escandalosos orgasmos que ella tenía. Si luego, su prieto culo fue el cobijo de mi polla hasta que de nuevo se vino enterándose todo el vecindario. Con semejante espectáculo, todo su orto se tragó mi semen. Debo estar soñando, si después de semejante polvo, se durmió a mi lado con una sonrisa en su preciosa cara.
¡Cómo voy a salir de esta! Nadie va creer que yo no tengo nada que ver, que no la he matado. Que después de semejante noche de sexo y pasión me la encontré así al despertar. ¡Dios mío!, ¿Qué voy a hacer? ¿Dónde está mi revólver? Lo tenía aquí en la caja fuerte. ¿Pero dónde está? Ah, aquí está. Nadie me va a creer, ¿Qué ha pasado? No, no, no puede ser. Hay una bala en el tambor, el martillo está bajado. ¿Cómo me ha podido pasar esto? No puede ser, no puede ser, no puede ser que Gabi está muerta. Si anoche estaba perfectamente.