No podía dejar de hacerlo

Veo una joven vestida con un short certísimo vaquero y no puedo dejar de mirarla y de seguirla

Hola de nuevo mis queridos lectores.

Hoy les relataré algo que me ocurrió en enero pasado, cuando me disponía a dar mi habitual paseo del atardecer…

La calle estaba vacía…

Aquella joven…, salió de la nada.

Me adelantó con un ágil paso, para poner aquel espectáculo notabilísimo a mi alcance visual.

Le di las gracias mentalmente…

Desaceleró y acompasó su ritmo inexplicablemente al mío.

No tenía previsto pasear por ningún sitio especial.

La seguí. Me lo ponía fácil.

No supe hasta más tarde, en que me lo dijo…,  de donde venía y cuál era su pretensión…

Iba delante de mí, pero solo tenía ojos para su culo.

Aquellos vaqueros tan cortísimos y además rasgados eran el número uno de la ropa más sensual que jamás había visto hasta entonces.

Eran tan cortos sus vaqueros, que me hacían disfrutar con absoluta claridad de todo él…

Su  sensual culo blanco vibrante y oscilante con un ritmo más que sugerente se incardinaba delante de mí, sin reparos.

Sus glúteos eran divinos y muy deseables…

Sus jamones eran perfectos para ser admirados durante horas… Incluso semanas, meses y años…

Sus patitas serranas…, se alternaban en movimientos sensuales al andar y mis ojos quedaban hipnotizados.

Pasaban las calles…,  una tras otra…

La dirección a la que parecía que nos dirigíamos…, era presumiblemente el parque de las afueras de la ciudad de donde arrancaba el camino verde a la derecha, donde solían hacer caminatas decenas y decenas de personas prácticamente todos los días.

Si no le molestaba tenerme detrás, me tendría…

Cuando los primeros árboles se acercaban aceleré algo mis pasos…

Quería ver la cara de la propietaria de aquel tesoro.

Parecía joven y me desencanté un poco.

Hubiese deseado que fuese algo más madura… lo de ser bajita no me importaba en absoluto.

Seguía hipnotizado por aquella maravilla andante, a pesar de su juventud.

Aceleré un poco más, para ver su cara finalmente con todo detalle y de paso admirar su precioso culo un poco más de cerca.

Al acercarme a escasos centímetros e intentar adelantarla por la izquierda, volvió la cara.

Me sonrió.

Le devolví la sonrisa con cara de agradecimiento interno por dejarme contemplar aquella parte de aquel monumento de carne sensual… Sus preciosas posaderas.

Llegábamos casi juntos a aquel paseo lateral.

El atardecer nos envolvía en oscuridad progresiva.

No se veía a nadie a nuestro alrededor.

Los que iban a hacer ejercicio cogieron todos, el camino verde. Nosotros el contrario.

Parecía demasiado joven para mí, pero sus ojos querían saber...

Habló por fin, con una voz sensual, tímida, pero con tono de asertividad…

-          ¿Quieres follarme?

-          Quiero disfrutar de tu culo… (Le dije)

-          Vale

Pocas palabras, pero todo muy claro…

Le cogí de la mano y buscamos a conciencia un rincón más apartado y oscuro.

Llegamos a un banco de madera, que resultaba ideal.

La noche había caído severamente y nadie podría vernos.

Dijo llamarse Anabel y tener 20 eneros.

Quería ser deseada y poseída por un maduro interesante de su gusto.

Sería su primera vez de “buscona ocasional”, según me confesaba sobre la marcha.

Lo había pensado la noche antes, mientras se metía su nuevo y enorme consolador por tercera vez...

De mañana no pasa (Había pensado).

Oculta en el portal, espero a su víctima…

Seria yo, el elegido…

Era bastante bajita. Se subió al banco y se apoyó en el respaldo.

Acerqué mi cara a su precioso trasero.

Olía a carne fresca, sin nada de perfume.

Una melena de pelo negro sobre aquella camiseta blanca destacaba en la oscuridad.

Lamí sus tersos glúteos. Dio un ligero respingo.

Bajé sus pantalones.

No llevaba bragas.

La altura del banco era perfecta.

Toque su sexo.

Estaba ardiendo y chorreando…, necesitado sin duda…, urgentemente de placer.

Metí mis dos dedos sexuales…, los habituales: corazón e índice…

Aquel coño había recibido mucha caña de aquel consolador últimamente…

Me lo acababa de confesar.

Saqué mi polla endurecida y se la metí muy…, muy despacio.

Aquel pandero blanco y terso contrastaba con mi polla agitanada y venosa.

Empezó a querer más rapidez.

Se la di.

Se corría musitando…

-          Joder qué gusto.

-          Sigue.

-          No te corras aún.

-          Quiero sentirla mucho tiempo más…

La sentiría mucho tiempo.

Pidió cambiar de postura y sentarse encima de mí…, cara a cara.

Me senté.

Baje mis pantalones, para que la cremallera de mis vaqueros no le molestase.

Se puso de cuchillas y se acopló perfectamente.

Rugía bajito de placer.

Mi polla disfrutaba de su coño.

Mis ojos miraban su cara de vicio juvenil.

Mi mente estaba visualizando su pompis precioso y único…

Se corría nuevamente…

-          Córrete por favor, quiero sentir tu leche. (Me dijo, medio suplicando…)

La educación ante todo.

-          Comprime tu coño Anabel hasta el máximo que puedas…, y luego lo descomprimes. No te menees y veras como sientes la leche mejor (Le dije, pedagógicamente).

-          Ok. (Los jóvenes son parcos en palabras)

Cuando cogió el ritmo, me dejé llevar.

Comprimía y descomprimía su coño con metódica precisión.

-          Me corro. Córrete conmigo… (Suplicó con ojos abiertos y excitados…)

Dejé mi leche salir en borbotones ordenados de mayor a menor como la naturaleza prescribe inevitablemente…, disfrutando de cada segundo y mientras eso pasaba…, mi mente imaginaba la superficie exterior de aquellas asentaderas que sujetaba con mis manos para que no se escapase.

Preciosas y duras asentaderas…

Fueron unos instantes mágicos de dos sexos distanciados en años, pero unidos por el deseo juvenil de aprendizaje o necesidad y la madurez del maestro agradecido y nada egoísta.

Quiso cambiar de postura y acomodarse sentada.

Sin llegar a dejar salir mi polla aún dura, y siendo extremada e incomprensiblemente ágil con sus piernas siguió conectada sexualmente a mí pero mirando hacia el paseo de enfrente.

Cómodamente se sentó a placer en mi polla.

Volvió a comprimir y descomprimir…

Como aprendía de bien esta chica…

Volvió a correrse…

-          Que gusto de polla. Es enorme. Me viene a medida.

-          Me alegro (Le contesté)

Mis manos seguían agarrándole ahora sus caderas, por imposibilidad manifiesta de sobar a placer su precioso asentamiento terso, duro y blanco partido en dos mitades perfectas…

Cogió mis manos y se las llevó a las tetas.

Se subió la camiseta.

Eran unas tetas también duras y las adoré en silencio con mis manos, haciéndoles de todo.

Acariciaba su forma, buscaba sus pezones turgentes e incluso jugaba a acertar los círculos de sus aureolas con mis dedos.

Seguía comprimiendo y descomprimiendo el coño, seguía disfrutando.

-          Me vuelvo a correr…

-          Disfruta Anabel.

-          ¿Te volverías a correr o quieres ya follarme el culo?

-          Lo que tú quieras cariño…

-          Ambas cosas… Preferiría que me volvieses a echar leche dentro de mi coño, me ha encantado antes y he tenido un enorme orgasmo al sentir el calor de tu leche… ¿Si quieres me pongo en cuchillas y me meneo?

-          Pues sí, Anabel, dale caña a mi polla sin parar y córrete bien a gusto sin esperarme… Luego si quieres, te folló ese lindo culito blanco que tienes…

Dicho y hecho…

Sin sacarla y con la ayuda de mis manos se incorporó un poco. Puso sus piernas en cuclillas nuevamente pero esta vez no de frente, sino como estaba, dándome la espalda…, y buscó el ritmo.

Joder con Anabel. Era una atleta. Luego me diría mientras nos volvíamos a casa que jugaba al futbol. Así tenía esos glúteos maravillosos…

Durante varios minutos incansablemente Anabel me dio una tralla tremenda a la polla, mientras no dejaba de correrse…

-          Estoy muerta de orgasmos, creo que me queda solo uno, el de tu leche…

-          Dale diez segundos más y la tendrás.

Como si hubiese sido un adivino, a la décima fricción genital empecé a correrme de nuevo, momento que aproveché para pararla sujetándole sus caderas, y así disfrutar de otra corrida enorme... Era la segunda y no sería la última.

Con la ayuda nuevamente de mis manos, la ayudé a acomodarse totalmente sentada en mi polla y disfrutamos juntos de la impregnación del calor de ambos sexos unidos.

Después de unos minutos de relax…, pidió que la follase el culo si quería…

Pero antes debía de arreglar algún asuntillo…

Al levantarse…,  los restos de leche cayeron encima de mi polla aun endurecida, de mi pubis, e incluso de mis huevos e ingles…

Todo aquello era un maremágnum de fluidos y tenía que limpiarme.

Anabel sacó de su pequeña mochila un paquete de clínex y me lo ofreció.

Me limpie a fondo.

Hubiese preferido coger toda aquella leche y zampármela hasta no dejar ni una sola gota, pero intuí  que podría ser Anabel…, algo asquerosa y obligar a su estómago sin querer a encogerse de asco…

Prefería pasar hambre de leche a romper el clímax con aquel angelito de tan precioso y endurecido culo blanco además de radiante.

Una vez limpio, Anabel cogió mi polla y se la encasquetó en su boca. Se había arrodillado ante mí sujetada en mis rodillas…, y me hacia una mamada de auténtico escándalo. Mi polla revivió enorme enseguida.

Cuando ella vio que la turgencia de aquella polla era la idónea, dejó de mamar y se preparó.

Me levante.

Se acomodó a estilo perrito apoyando sus manos en el respaldo del asiento.

Dilate con mi corazón mojado en saliva su caliente culo.

Cuando había hecho la suficiente dilatación, ayudé con el índice.

Meneé adentro y afuera con mis dedos de mi mano derecha, mientras que con mi mano izquierda mantenía mi polla presta para la inminente enculada…

Cuando aquel agujero rosado y precioso estuvo más o menos preparado, acerqué mi enorme glande a aquel orificio que se me antojaba maravilloso en aquel instante mágico.

Vencí la inicial resistencia gracias un buen salivazo que le eché desde arriba, que el glande se ocupó de repartir adecuadamente…

Una vez había entrado el glande, el resto de mi tronco-polla poco a poco empezó a deslizarse aunque con cierta resistencia como la brocha de un artista al pintar un lienzo…

Menudo lienzo había a penetrar en unos instantes…

Si veía o botaba demasiada resistencia anal…, echaba para atrás y retomaba el camino hacia dentro…

Aquél culo tampoco hacia esto por primera vez.

-          ¿Te has metido consoladores anales ya… verdad?

-          Sí, me encanta follarme el culo.

Cuando mis huevos llegaron a frotar aquel culo blanco y precioso mi mente estaba en la gloria…, una autentica gloria libidinosa.

Aquel momento era con el que toda la tarde estaba soñando.

No podía dejar de mirar hipnotizado como aquel precioso culo era follado por mi dura polla… Como aquella carne preciosa hacia aquellos movimientos naturales al follarla una y otra vez.

Pasados unos minutos gloriosos, me corrí como hacía años no me corría…

Anabel notó aquella leche y me lo dijo.

-          Que gusto me ha dado. No me he corrido porque estaba seca. Pero esta noche me masturbare a tu salud y la de tu polla en mi culo… Ha sido genial. Por cierto… ¿Cuál es tu nombre?

-          José Miguel.

Cuando saqué la polla de aquel maravilloso culo, un chorro de leche caía inevitablemente en dirección al suelo.

Como en un acto reflejo, llevé mi mano allí y rápidamente a mi boca sin que ella se percatase de aquella “guarrería”…

Sabrosa guarrería.

Se pasó un pañuelo por su culito para limpiarse los pocos restos que le quedasen.

Tuvo incluso la habilidad de dejar otro pañuelo en su culo, antes de ponerse los pantalones seguramente para empaparlo con futuros restos y así no manchar aquellos preciosos pantalones vaqueros…

Me ofreció otro. Me limpie. Nos arreglamos e iniciamos el camino de vuelta.

-          Anabel, te seguiré como al venir…

-          Perfecto. ¿Quedamos mañana a la misma hora?

-          Por mi parte, sin problemas… Anabel.

Salió andando.

Unos pasos después, la seguía.

De vez en cuando me contaba cosas suyas.

Su madre estaba divorciada. Tenía un hermano más pequeño. Los estudios se le daban fatal. Tenía varios amigos folladores…

Le dije que si le salía alguno con alguna buena polla y que fuese viciosos, se lo llevase a mi mujer…

Me dijo que sentía inquietud por estar con alguna mujer. Quedamos en hablar al día siguiente de los detalles. Marga mi mujer también es muy bicuriosa. Seguro que os lleváis muy bien…

Hablábamos y hablábamos… Ella delante, yo unos pasos mas atrás…

Mis ojos no dejaban de mirar aquella preciosidad…

Miraba hipnotizado su culo…, su precioso culo terso, blanco y oscilante…

No podía dejar de hacerlo…

(Durante días Anabel disfrutó de sexo con este depravado en aquel rincón del parque. Con el tiempo fuimos amigos y se la presenté a mi mujer. Finalmente Anabel nos resultó una perfecta viciosa y de vez en cuando venía a casa a follar con nosotros dos, también sería un poquito bisexual. Cuando conocía a algún voluntario vicioso y con buena polla, se lo traía a Marga… Me encanta ver devorar pollas de todas las edades a mi mujer…)

(El Covid-19, paró en seco nuestra amistad…)

(Ayer nos llamó por la mañana y por la tarde nos trajo a Ismael… He de contárselo en breves días a todos ustedes,  con todo detalle, como este jovencito de apenas 25 años y con una enorme polla disfrutó hasta correrse con la boca de mi mujer, eso sí, sin quitarse la mascarilla…, aunque antes quiero contarles como anoche 29.06.2020, follamos hasta las tres de la mañana…, mientras seguía pensando en Maribel…)

Hasta pronto amigos…

Ya saben…, escríbanme…

PEPOTECR.