No pienso describirme

¿Por qué te empeñas en saber cuanto mido, o como tengo las tetas? Si lo que ha de importarte de mi, al fin y al cabo, es que soy morbosa...

Estoy hasta las narices de ir a intentar excitarme leyendo y encontrarme con moñadas del tipo: Hola, me llamo Marisa, y voy a describirme para que te hagas una idea…

Yo no quiero que te hagas una idea de como soy. Quiero que me imagines como te salga de los cojones. Sí, así de claro. Da igual que sea atractiva o una tía que espante nada más mirarla. Nunca he querido levantarte la polla con una tremenda foto de mi culo. Quiero que te derrames sobre mis palabras, no sobre mis nalgas. ¿O acaso quieres venir a verme, ser mi amante, follarme duro?

Si así lo quieres…

Yo lo que quiero es contarte mis historias, endurecerte, humedecerte, hacerte vibrar. Hay cosas que me pasan y nadie las creería… Hay otras que, simplemente, no las debes ni tener en cuenta… porque serías un iluso. Imagíname como una amiga, que te cuenta una mentirijilla de nada, sabiendo que bajo la tela del pantalón se te pone el miembro duro con mis palabras…

Soy perversa, pero así soy yo.

Me gusta saberte cachondo, es un defectillo que tengo… ¿Y a ti? ¿Te gusta que te ponga cachondo? Lo que daría por estar frente a ti, leyéndote una historia: De como mi amante, en su último arranque de sinceridad, me ha propuesto hacer un trío con un desconocido. ¿Te empalmarías para mí? ¿Me mirarías a los ojos, al escote, o a los labios… al hacerlo?

Siento una enorme curiosidad por ti… seguramente, igual que tú por mis historias… No sé como te empalmas, si cuando nombro de primeras la palabra polla, o cuando te cuento como me la meten. No sé si en ese momento sientes ganas de echar la mano a tu entrepierna, o esperas a haber terminado, y luego recuerdas lo que escribí… O, simplemente, no consigo excitarte nunca.

Yo me excito con lo que escribo. ¿Puede que sea porque son recuerdos? ¿O tal vez porque son, simplemente, mis fantasías? Tal vez te excitara más saber mi altura, el tamaño de mis pecho, o como sabe mi coño. Lo que debes saber, sin duda… es que me gusta el tequila.

Tranquilo, no pienso ponerme a filosofar si es bueno o malo que desees imaginarme. Te recomiendo que pienses en el culo que más te ponga. Al fin y al cabo, yo a los tíos con los que sueño… los imagino siempre muy muy muy…

Eso sí: dibújame morbosa.

De esas mujeres que se relamen los labios pensando en las obscenidades. En bajarte los pantalones en medio de la calle, cuando no pasa nadie, y hacer que te empalmes con dos lametones a tu polla. De esas a las que no le importa que la perfores por el agujero que quieras, con tal de que sea con palabras sucias en la boca, manos firmes en mis caderas, y ojos ardientes bien abiertos, sin perderte detalle. ¡Por Dios! Así te quiero, cuando te cuente la última de mis historias…

Y la última de mis fantasías puede ser… ¿verdad o mentira?

¿Por qué te excita tanto una historia real? ¿Realmente te excita que me violen, que me sodomicen, o que me lo haga con una chica? ¿De verdad quieres que haga un trío? ¿En serio quieres que sea una puta, una respetable madre de familia o una enfermera viciosa? Podría ser cualquier mujer que imaginara. Podría ser cualquier mujer que quisiera. Pero simplemente soy morbosa. Y a ti te gusto así… Porque así sabes que cumpliría cualquiera de tus deseos, con tal de mojarme las bragas imaginándote llevar tu mano a tu polla, y moverla arriba y abajo, buscando ese placer que tanto me gusta brindarte.

Mastúrbate conmigo, sea yo quien sea… ¿Qué más dará si soy rubia o morena, alta o baja, con curvas o sin ellas? Lo que sí te importa es lo decidida que estoy a levantar tu polla. Con palabras o con imágenes, con caricias o lamidas. Quiero que te importe que mi coño esté siempre húmedo, pensando en que me lees… Que mi garganta se seca cuando gimo mientras follo, que mis ojos se clavan en los tuyos, deseando que me cuentes si disfrutas. Me gusta que me hables mientras me la metes. Y que jadees junto a mi oído… al correrte… Claro que, si para ti es interesante que te diga que soy una jovencita de 25 años a la que su amante acaba de informar que desea compartirla con otro hombre… Te lo cuento de otra forma… Porque Magela, ya lo sabes… cuenta las cosas a su modo.

Magela te contaría que le temblaron las piernas al escucharlo, pero que también se humedeció al imaginarlo. ¿Miedo? Sí, tal vez… llámalo miedo. ¿Qué mujer no se asustaría pensando que su novio la quiere compartir? Soy sincera, y te confieso a ti, querido lector, que me morí de miedo. Soy de sensaciones, y en ellas me pierdo. Y la voz de mi amante, al susurrarme que quería verme disfrutar como una puta siendo usada por otra polla me dejó helada. Me imagino contándoselo a una amiga. "¿Sabes que me ha propuesto hacer un trío?" Muchas de mis conocidas me dejarían de mirar a la cara si les dijera que me lo podía estar planteando… ¿O tal vez no? ¿Las amigas de Magela serán tan liberales como ella? ¿Y Magela tendrá amante fijo, o muchos amantes? ¿Será de novio, marido, o de las que busca a hombres casados para levantar su autoestima cuando le arrebata el esposo a alguna tonta? ¿A cual de ellos elegiría mi amante para compartir mi cuerpo?

Eso es realmente lo que humedece a Magela, pensar en qué pone cachondo a un hombre, y por qué… ¿A quién cojones iría a elegir él? ¿Alguien que fuera de mi agrado, que pudiera sustituirle pasado unos cuantos polvos, o al típico enclenque con polla pequeña que no diera la talla y no lo dejara en ridículo? ¿Alguien morboso? ¿Alguien que pudiera arrancarme un orgasmo?

Temblé… claro que temblé. Pero que mi amante me quiera empalada por dos pollas… me dejó asustada y excitada al mismo tiempo. ¿Quieres imaginar si lo hice realidad o no? ¿Quieres, acaso, que te lo describa? Yo, sin embargo… me excito pensando en lo que imaginaba mi amante al preguntarme por la posibilidad. Eso es lo que a mí me tienta, saber si él miraría más la polla del otro al introducirse en mis carnes, o la suya… Si disfrutaría más de mi culo prieto, o de la visión de las manos del otro al apretarlo y palmearlo. Si preferiría el roce de mi piel y sentir mi cuerpo, o la polla del otro rozarse a través del tejido que separaran ambas vergas. Besarme él… o verme besar a otro.

¿Qué es lo que excita a un hombre que pide a su mujer dejarse follar por otro? ¿Quiere repetirlo? ¿Espera que yo lo disfrute, o verme vejada? ¿Desea que luego se lo relate, sabiendo que soy escritora erótica? ¿Qué coño esperas de mí, perversa mente? Magela te lo puede describir antes de hacerlo… Puedo describirte como me vestiría para ambos, donde me sentaría en la primera cita, lo que bebería. ¿Te interesa, lector, saber si me mojo pensando en ello?

¿Y si en vez de gustarme… me doliera? Tal vez eso es lo que te ponga, perverso lector… Oírme llorar y quejarme mientras me follan los dos al tiempo.

Me mojo, amante mío, me mojo y mucho… Pero tengo miedo. ¿A que me guste, a que luego quiera más, a que me trates como a la zorra que me siento y luego ya no deje de serlo en tu mente? ¿Acaso no es eso lo que yo quiero también? Quiero que me imagines como desees, que encuentres en mí lo que siempre quisiste en una amante. Si no te lo dieron antes, me alegro de hacerlo yo ahora. Sigue leyéndome, querido amante, querido lector… e imagíname como quieras, en la situación que quieras, diciendo lo que siempre quisieron escuchar tus oídos. Porque yo escribo para que se te levante la polla, y sin necesidad de decirte que mi culo sería el mejor que habrías taladrado en tu puta vida. Tú… sólo créeme, ¿vale? Es más fácil para ambos…

Yo sé lo que me excita. No me excita describirme…

Yo me mojo cuando te empalmas. Tú te empalmas… cuando me hueles mojada.

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