¡No, no, no! yo soy heterosexual, yo soy h. 2

De la pesadilla a la realidad...

Durante el día posterior al de la pesadilla y el día siguiente no pude pensar en otra cosa que no fueran los acontecimientos que transcurrieron durante el sueño. En todo momento vinieron a mi mente las imágenes de la situación soñada y, no lo ocultaré, estuve caliente todo el tiempo. De solo recordar las imágenes mi miembro respondía enérgicamente, se endurecía, aumentaba su tamaño considerablemente y me hacía sentir sensaciones muy placenteras, una especie de cosquillas en la zona del glande que enviaba señales al cerebro muy parecidas a las de una eyaculación. De hecho mojaba el slip con abundantes fluidos viscosos imposibles de contener.

Cuando llegó el día correspondiente me presenté a mi clase de natación tal como lo hacía de costumbre pero para mí ya nada era igual. Me parecía que todos me miraban, especialmente las chicas, y que tenían algo que decir de mí. Haciendo un gran esfuerzo no hice caso de mis complejos y me dirigí al vestuario de la manera más inocente posible. Me repetía a cada momento: fue solo un sueño, nadie sabe lo que pasó por tu mente, olvídate de todo y por sobre todas las cosas el infaltable "yo soy heterosexual". Indudablemente no estaba muy convencido ya que tenía que repetírmelo a cada rato.

Nadé más que nunca, esforzándome como ninguno y luego de tanta dedicación no me quedó más remedio que aflojar un poco y tomar un respiro. Mientras me reponía en un borde de la parte menos profunda de la piscina se acercó Mario, el profesor, y me preguntó si me sentía bien y yo, que pensaba pasar desapercibido, que lo único que quería era no llamar la atención, que quería olvidarme de todo, voy y le digo a boca de jarro: anteanoche soñé contigo. Contigo y con los muchachos. Soñé que me agarraban entre los tres y me violaban. Es decir no llegaban a violarme porque antes de que lo lograran me desperté a los gritos y desperté a mi mujer que se sobresaltó y no atinaba a hacer nada, solo pudo traerme un té y decirme que no me preocupara que solo se trataba de una pesadilla.

La primera reacción fue de risa. Nos reímos juntos e hicimos bromas pero en el acto me di cuanta de que había cometido una barbaridad exponiéndome y a mi subconsciente para que el profe supiese mis secretos e imaginara cualquier cosa. Y la respuesta no se hizo esperar, a continuación me preguntó si no me había gustado. Le dije que no, a lo que respondió que lástima ¡con lo que me gustas! Nervioso, me reí con ganas pero muy pronto me di cuenta de que no bromeaba. No esperó más reacciones y volvió a preguntar ¿y quien iba a ser el afortunado que te la metiese?, digo, en tu sueño

Cuando le dije que él iba a ser él el encargado de violarme mientras los otros me sujetaban solo dijo: tal vez algún día tu sueño se nos haga realidad

Ya no le dije nada y seguí nadando. Estaba muy confundido. No sabía porqué había hecho eso. Por qué le había contado mi secreto y porqué me había expuesto de esa manera y la única repuesta que encontré fue que la situación me superaba y que fue un acto inconsciente y que no había sido responsable de mis propias palabras.

Fuimos al vestuario y ya Mario no ocultaba nada. Me miraba con deseo inequívoco y me provocaba con miradas y gestos absolutamente lujuriosos pero sin hacer participar a los otros. Por lo visto para él la cosa era solo entre nosotros. Por mi parte de solo sentir su mirada me derretía y se me hacía muy difícil contener mi indomable erección por lo que debía permanecer de espaldas ofreciéndole de esa manera el culo. O al menos eso sería lo que él estaría pensando. Me vestí lo más rápido que pude y me retiré. Un segundo antes de irme me llamó delante de los otros dos y como si nada me pidió que lo esperara afuera, en la calle, un momento ya que tenía algo para mostrarme.

No tardó ni cinco minutos Cuando salió lo miré intrigado preguntándole con la mirada que qué era lo que quería mostrarme. Solo me dijo: acompáñame. Caminamos unas tres cuadras en las que conversamos de temas varios. Se me hizo evidente que en ese trayecto intentó distraerme, serenarme y romper un hielo muy consistente que yo había levantado en esos minutos entre los dos. Volvió a sus chistes y logró hacerme reír de buena gana hasta que me distendí por completo. Pregunté si faltaba mucho y me dijo que no, que ya habíamos llegado parándose de repente frente a un edificio de departamentos de muy buena presencia. Buscó una llave, abrió la puerta y me invitó a pasar. Tras pasar la puerta de entrada me dijo: bienvenido a mi refugio. Le pregunté de qué se trataba y me dijo que era un lugar secreto que tenía para disfrutar, que muy pocos sabían de su existencia y que ahora yo sería cómplice de su secreto y beneficiario de las virtudes del lugar.

Subimos por un ascensor y luego de caminar por un pasillo iluminado por finas lámparas de una buena imitación de cristal llegamos a la puerta de su "lugar".

Al pasar me dijo que me distendiera, que dejara el bolso donde quisiera, que me sirviese una copa, que me sentara y que lo esperara unos minutos. Cuando volvió él también se sirvió algo de beber, puso música, encendió la tele, conectó el video y se sentó a mi lado en un cómodo sofá de dos cuerpos.

No me vas a decir que me has traído aquí para hacerme ver una película, le dije. No, me contestó, te traje para intentar seducirte, pero de paso podemos mirar la peli que es muy buena. La peli se trataba de un hombre rubio, claramente de origen sajón teniendo sexo con un negro bien africano, muy fornido y con una verga descomunal. El rubio se la chupaba al negro con un entusiasmo frenético, la tomaba con ambas manos y la pajeaba a más no poder, luego se la metía en la boca y chupaba con tanta fuerza que se notaba como sus carrillos se introducían dentro de su cavidad bucal dando muestras claras de la fuerte succión que ejercía con la mamada que estaba haciendo. Luego el negro se sentó en una silla y el rubio se sentó a horcajadas sobre la enorme pija y se la fue clavando hasta tenerla toda adentro.

Mario, dije, te equivocas, yo soy heterosexual. Claro, me dijo y yo soy Penélope Cruz, se rió. Lo digo en serio, le dije y como respuesta se acercó, metió su mano entre mis piernas, acercó su lengua a mi cuello, lo lamió, apretó fuerte mi erecta pija y me preguntó: ¿y esto, a que se debe?

Y no esperó respuesta, se agachó, liberó mi miembro de su envoltura y lo metió en su boca casi por completo y yo sentí que me iba a morir. Empecé a temblar como una hoja, me invadió un sudor frio, mi piel se erizó como nunca lo había hecho y empecé a sollozar. Esto último lo hizo dudar. Me preguntó que me pasaba y le dije: por favor no hables más, cumplamos mi peor pesadilla.

No habló más, demostrando que era un hombre prudente. Me quitó la ropa, me recostó sobre el diván, me acarició todo el cuerpo e hizo que le hiciera lo mismo. Luego se ubicó de tal manera que quedamos en posición de sesenta y nueve y volvió a meter mi pija en su boca y ya no dudé y lo acompañé y también me metí en mi boca su cosa. Y lamí como un poseso, y me la metí hasta la garganta hasta casi no poder reprimir el vómito. Nunca había sentido tanto placer

Luego de un buen rato de lamernos y chuparnos me dio vuelta dejándome boca abajo. Yo, que sabía lo que venía y lo que me esperaba lo dejé hacer y colaboré lo mejor que pude y me entregué consciente y feliz por lo que iba a hacer o mejor dicho dejarme hacer. Me lamió el culo otro buen rato, me metió un dedo y luego dos y luego tres dilatándome perfectamente, era un experto. Se tendió sobre mí, apoyó la punta de su pija sobre mi dilatado ojete y empujó sin prisa y sin pausa hasta que lentamente fue entrando hasta el final, hasta los huevos para que mejor se entienda. Yo empujé lo mejor que pude para atrás y cuando se dificultaba hacía fuerza como si fuera a defecar logrando de esa manera una mejor y más amplía dilatación. Estuvo bombeando como diez minutos en los que fui feliz, me sentí lleno y completo por primera vez y disfruté mucho, pero reconozco que algo me faltaba, hasta ese día yo siempre había sido el que estaba atrás y ahora, que estaba adelante, recibiendo mucho pero dejándome desamparado hacia delante de mí hubiera necesitado algo o alguien para agarrar, morder, apretar, lamer o quien sabe qué hacer.

Cuando estuvo por acabar me dio vuelta, me hizo arrodillar y acabó sobre mi cara dándome de beber su delicioso semen convertido en exquisito elixir. Yo no podía creer que me lo estuviera tragando pero lo hice, y me gustó. Luego de eyacular tomó mi pija entre sus manos y me masturbó hasta lograr que yo también me viniera luego de lo cual volvió a sentarse a mi lado y me besó en los labios siendo esta la primera vez que besaba a un hombre en la boca con labios lengua y todo lo demás.

Me preguntó si me había gustado, le dije que sí pero que estaba bastante confundido. Me dijo que era natural, que me agradecía porque él lo había pasado muy bien ya que hacía mucho que me deseaba. Me comentó que se había dado cuanta de que me había faltado"algo" para asirme por delante y que no me preocupara, que la próxima vez lo íbamos a solucionar