No me vengas con remilgos, esclava
Metía dos dedos, pellizcaba mi clítoris, me azotaba fuerte el sexo y yo me retorcía de placer ante todo lo que me hacía. Me mordía los labios para no gemir pues mi gozo solo le pertenece a mi amo, pero él no me lo permitió. - Grita, gime y retuércete como la perra que eres.
En primer lugar una aclaración, amo. El que yo imagine cosas o tenga fantasías NO significa necesariamente que desee que se hagan realidad y dicho esto, paso al relato que te prometí, recordándote que eso sucedió la noche que estuve con mi amigo, que me habías ordenado dormir con el vibra en marcha en mi xoxo y que cuando salgo a la calle me pone nerviosa la posibilidad de que un amo reconozca en mi la esclava que soy.
"Esa noche había salido a bailar con mi amiga y su acompañante. Con mi pelo negro rizado recogido en una coleta alta, maquillada levemente, con el vestido que se ajusta perfectamente a mis formas y que muestra mis pequeños senos de forma generosa y mis sandalias negras me sentía atractiva y sexy.
Nadie podía notar que bajo el vestido, una A de amo y una J por la inicial de mi amo estaban escritas con rotulador negro en mis tetas, justo encima de los pezones. Tampoco podían notar que llevaba escrito de la misma forma la palabra ESCLAVA debajo de mis tetas y el nombre de mi amo en mi xoxo. Sólo yo era consciente de ello y de la pelota que mi amo me había mandado introducir en mi xoxo a fin de que permaneciera excitada toda la noche y sin olvidarme de mi amo (como si eso fuera posible).
Tal y como le gusta a mi amo, no llevaba ni tanga ni suje.
Al llegar a la discoteca, nos acercamos a la barra, aprovechando la semioscuridad que ofrecían las luces, yo me senté en un taburete alto, con mi culo directamente encima del asiento. Pedimos de beber y enseguida mi amiga y su acompañante se fueron a bailar.
Yo me quedé en la barra sola. Absorta, jugaba con el hielo de mi bebida mientras pensaba en las veces que mi amo me lo había hecho meter en mi culo o en mi xoxo, como se derretía dentro de mí y como cuando podía soltar todo el agua salía caliente de dentro de mí.
Con descuido y sin darme cuenta, empujaba el hielo de la bebida hacia abajo y luego me lamía el dedo. Al mismo tiempo, iba notando como mojaba el asiento del taburete cuando ejercitaba los músculos de mi vagina contrayéndola y relajándola con la pelota dentro.
Distraídamente, recorrí con la mirada a los presentes sin fijarme realmente en nadie, hasta que mis ojos se posaron en un hombre al final de la barra.
Era un hombre elegante, atractivo, de unos 45 a 50 años que me miraba fijamente, como si supiera lo que estaba haciendo con mi xoxo y la excitación que sentía. Me sentí completamente desnuda ante su fuerte mirada y agaché la cabeza concentrándome en mi bebida.
La apuré de un trago e iba a bajarme del taburete para reunirme con mis amigos en la pista de baile cuando una voz me sobresaltó:
buenas noches, me llamo Víctor ¿puedo invitarte a una copa?,- me dijo en un tono que más parecía una orden que una invitación
si, claro,- le respondí algo cohibida- mi nombre es María
Afortunadamente, tenía una conversación amena y poco a poco me fui relajando. La música discotequera fue dando paso a música más lenta, las luces se hicieron más tenues y sin decir una palabra, me cogió del brazo, me ayudó a bajarme del taburete y agarrándome firmemente de la cintura me llevó a la pista de baile. Yo no me había dado cuenta pero, al bajar del taburete se me bajó un tirante del vestido y él pudo ver la A escrita encima de mi teta, así como el pezón en erección.
Mientras bailábamos, una de sus manos se deslizaba despacio por mi espalda hacia mi culo. Al llegar donde se supone que debía estar la goma del tanga o de las bragas, evidentemente no notó nada. Pasó varias veces los dedos para asegurarse y entonces me atrajo fuertemente hacia él de forma que pude notar la dureza de su miembro. Yo intenté separarme pero él me apretó más fuerte.
No llevas ropa interior, tienes una A marcada en un pecho, te sientas directamente sobre tu culo y a juzgar por la cara de excitación que tenías en la barra debes llevar algo metido en tu coño o en tu culo. Así que no me vengas con remilgos, esclava. ¿Que llevas puesto?, responde PERRA
Una pelota,- respondí temblando
¿Así es como te han educado? ¿Cómo se responde???????
Por primera vez, levanté la cara desafiante y le respondí:
Sólo a mi dueño llamo amo
Muy bien, esclava, ¿Y donde está tu amo ahora? ¿Nos está mirando?
Mi amo no vive aquí
- Señor
¿Cómo?
Que responderás siempre no señor o sí señor a mis preguntas, ¿entendido, esclava?
Sí, señor
Bien, me has gustado y esta noche quiero disfrutar de ti. Despídete rápido de tus amigos y sígueme.
Caminé detrás de él con la cabeza agachada y pensando en mi amo. Pasara lo que pasara esa noche imaginaría que estaba con mi amo.
Entramos en el aseo de hombres. Sacó mis tetas del vestido, me hizo subirlo dejando mi xoxo al descubierto, me sentó en el frío mármol de los lavabos y me metió dos dedos hasta tocar la pelota.
- Esto está muy bien, estás caliente como una perra. Ahora enséñame la pelota pero sin que se salga.
Empecé a hacer fuerza para llevar la pelota hasta la entrada de la vagina, me hacía tenerla allí unos segundos y luego él mismo me la volvía a meter hasta el fondo. Repitió la operación varias veces. Cada vez costaba menos pues la excitación crecía y tenía que morderme los labios para no gemir. Estaba nerviosa y avergonzaba por si entraba alguien y nos veía así. Mi amo aún no me había puesto en una situación tan comprometedora y no quería que un extraño lo hiciera, así que me atreví a decírselo.
- Está bien, que sea tu amo el primero en hacerlo, pero has hablado sin permiso, así que luego te castigaré por ello. Acomódate el vestido mientras salimos.
Me llevó a un apartamento en la parte alta de la ciudad. Nada mas entrar en el salón me ordenó desnudarme y poner las manos en la nuca. Empezó a dar vueltas alrededor de mí sin dejar de mirarme de arriba abajo.
- Sígueme de rodillas, como la perra que eres.
Le seguí hasta una habitación donde había una gran cama. Me hizo subir y quedarme a cuatro patas con las piernas abiertas, con mi culo y mi xoxo totalmente expuesto a su mirada. Empezó a jugar con la pelota de mi xoxo, metiendo un dedo, luego dos y llevando mis jugos hasta mi culo. Cuando sentí que metía un dedo grité, mas de susto que de dolor.
Por el culo no, señor, ese solo le pertenece a mi amo. Nadie puede penetrarlo. Úseme, castígueme, haga conmigo lo que quiera, pero se lo suplico, por favor, no folle mi culo,- le dije medio llorando
Está bien, hay que respetar las restricciones de los otros amos pero puedo usarlo sin meter mi polla dentro ¿verdad, perra?
Sí señor, puede hacerle lo que quiera menos meter su polla
¿Y puedo follar tu boca y tu coño? ¿Puedo disponer del resto de tus agujeros a mi antojo?
Sí, señor, con el resto de mi cuerpo puede hacer lo que quiera.
Cogió de un cajón un plug anal y me hizo ensalivarlo bien para metermelo en mi culo.
- Puesto que no vamos a usar tu culo, será mejor taparlo,- y diciendo esto me lo metió hasta el fondo. Era muy grueso y me lastimaba, pero opté por no decir nada, ya me había anunciado un castigo dos veces.
Empezó a acariciarme el culo y sin previo aviso me dio un azote tan fuerte que me hizo estremecer. Le debió divertir mucho la cara que yo puse porque ahora los azotes eran cada vez más fuertes y más rápidos. Lo notaba completamente rojo y picaba mucho.
Me dejó un rato a cuatro patas encima de la cama, con la pelota en mi xoxo, el tapón en mi dolorido y colorado culo, mientras oía como se iba desnudando a mis espaldas. Me hizo bajar de la cama y de rodillas delante de él me metió su polla en la boca hasta el fondo. La sorpresa del movimiento y su fuerza hizo que casi me ahogara. Me soltó un bofetón en la cara.
- Si vomitas, tendrás que limpiarlo con la lengua, así que más vale que lo hagas bien y no dejes caer ni una gota de mi leche
Empecé a lamer su polla lentamente desde los huevos hasta la punta mientras pellizcaba mis pezones con fuerza haciendo que los ojos se me llenaran de lágrimas.
Debía de gustarle mucho como se lo hacía porque pronto empezó a follar mi boca con fuerza, sujetándome la cabeza por la coleta hasta que se corrió directamente en mis amígdalas. Tuve que tragar rápido para evitar que se saliera nada. Le limpié bien la polla y me la sacó de la boca.
Volvió a tumbarme encima de la cama, saco de un golpe el plug anal y me ordenó sacar la pelota. Como siempre, salió caliente y empapada de mis jugos, me la metió en la boca para que la limpiara bien y se quedó contemplando mis dos agujeros dilatados.
Sacó un vibrador que nunca había visto, por un lado tenía forma de pene y por el otro tenía varias tiras, lo metió en mi culo, quedaba como si fuera una colita y me hizo pasearme a cuatro patas por toda la habitación moviendo la colita que me rozaba en el xoxo y provocaba aun más excitación.
Durante mucho rato, estuvo jugando conmigo. Follándome con todo lo que tenía en su cajón, penes de distintos tamaños, grosores y texturas, haciendo que se la chupara de nuevo para correrse después en mis tetas y hacer que me bebiera su leche directamente de sus dedos.
Estaba agotada, quería irme a casa y darme una buena ducha, pero aun no me lo permitió.
Fuimos de nuevo al salón donde me hizo servirle una copa mientras él se relajaba viendo una película porno. Me hizo colocar entre sus piernas lamiendo su polla pero sin dejar que me la metiera en la boca, solo permitía que jugara con ella.
- Eres una buena perrita, seguro que tu amo está satisfecho contigo,- me dijo al tiempo que me acariciaba la cabeza.
Al terminar su bebida, me hizo poner en el sofá con las manos en el respaldo. Empezó a chupar mi coño que a estas alturas ya estaba pidiendo un orgasmo pues no me había corrido en toda la noche. Metía dos dedos, pellizcaba mi clítoris, me azotaba fuerte el sexo y yo me retorcía de placer ante todo lo que me hacía. Me mordía los labios para no gemir pues mi gozo solo le pertenece a mi amo, pero él no me lo permitió.
- Grita, gime y retuércete como la perra que eres.
No pude contenerme amo, y empecé a gritar y a suplicar que me permitiera correrme, ya no sabia si me follaba él con los dedos o me follaba yo contra ellos.
Cuando estaba a punto de alcanzar el orgasmo metió de golpe su polla en mi xoxo y entonces me dio la orden:
- Ahora, perra, ahora puedes correrte
Aceleró el ritmo de sus embestidas, yo creí que me sacaría la polla por la boca de lo fuerte que lo hacía y me corrí.
Cuando conseguí calmar mi respiración, volvió a meterme la pelota en mi xoxo.
- Vístete, nos vamos.
Yo lo miré atemorizada, pero no tenía que preocuparme, me llevó a casa y antes de bajar del coche me entregó una tarjeta.
- Cuéntale a tu amo lo que ha sucedido esta noche y si lo desea, dile que me llame, tengo una propuesta que hacerle."
Todo lo escrito, amo, es producto de la imaginación de tu esclava en una noche que se me hizo muy muy larga por lo excitada que estaba.
Un besazo donde más te guste, amo.
Fdo: esclava María