No me sueltas...

Cuando las pieles se hablan y se aman...

No me sueltas

Me encanta sentarme sobre ti, sentir tu olor, tu piel tocando la mía, tu calor, el calor de tus manos navegando por mi cuerpo, buscando algo que sólo ellas saben, despertando mi piel. Dejo caer mi cabeza hacia atrás, para poner mi cuello a tu entera disposición, y me besas con suavidad, aunque creo que sería más adecuado decir: me saboreas; noto tus labios entornados rodear mi cuello, dirigirse a cada uno de mis hombros mientras tus manos continúan su particular excursión por todo mi cuerpo. Te gusta mi espalda porque es un campo lleno de sensaciones, cada pequeña zona que tocas en ella tiene reacción en el resto de mi cuerpo y te gusta descubrirlas. Sonríes.

Sujetas mi nuca y me mantienes apoyada en ti, me dominas, me dejo, me entrego a ti mientras besas, saboreas mi hombro y mantienes tu brazo rodeando mi cintura, acercándome a ti, apretándome contra ti hasta que nuestras respiraciones se acompasan, se acoplan, se unen. Y relajas tu brazo para descubrir si estoy pegada a ti a la fuerza o es un deseo y con mis brazos alrededor de tu cuello me mantengo pegada a ti. Sonríes. Tu respiración y la mía unidas se aceleran, nuestra temperatura es la misma, nuestras mentes se entienden y nuestras pieles se hablan.

Un movimiento de tus brazos y me levantas ligeramente, me vuelves a dejar sobre tu regazo. Ahora noto tu pene erecto, contengo la respiración al sentir que estás entrando en mí y vuelves a sujetarme con firmeza por la cintura, vuelvo a estar pegada a ti, acoplada a ti pero ahora con más intensidad. Mi respiración se acompasa con la tuya, se unen como lo hacen nuestros cuerpos, nuestro deseo. Estás dentro de mi y no nos movemos, no quiero moverme para no separarme de ti. Mantengo mis ojos cerrados, sintiéndote; cada poro de mi piel ahora huele a ti, respiro por tus pulmones y tu corazón bombea mi sangre. No me muevo, me mueves. Es tu cuerpo el que nos mantiene vivos, unidos y él es el que de vez en cuando se mueve, haciendo que nuestras mentes sean ligeramente conscientes de que somos dos en uno.

Tus brazos son fuertes y me mantienen abrazada, rodeas mi cuerpo con ellos y mis brazos rodean tu cuello; tu cabeza en mi pecho, noto tu respiración por todo el cuerpo, el ritmo de tu, de nuestro corazón se acelera; bombeas mi sangre con más rapidez haciendo que llegue a todos los rincones de mi cuerpo. No me sueltas. Nuestros gemidos se confunden, se unen, se mezclan. Mi cabeza cae hacia atrás y la sujetas por el cuello, me mantienes unida a ti, no me sueltas. No puedo pensar, no sé que parte de toda esa piel es la mía, si mi mente diera la orden de mover un brazo ¿dónde se movería?, tus brazos en mi cintura soy yo, mis brazos rodeando tu cuello son tú.

Me mueves, llevas el mismo ritmo con el que late tu corazón, el que bombea mi sangre. No me sueltas. Mis gemidos se aceleran, pongo voz a tu deseo y al ritmo de nuestro corazón. Conoces mi alma tanto como mi cuerpo, no me sueltas. Siento tus brazos más fuertes, me levantas ligeramente, sabes moverme al ritmo que mi mente desea y lo haces. Tus gemidos se unen a los míos, me mueves. Mi corazón, el que tu cuerpo cobija, se acelera de nuevo. Me mueves. Nuestros gemidos son el mismo, ya no distingo tu voz de la mía. Me mueves. Me mueves. Me mueves. Me abrazo a ti con más fuerza ahora sabes que debes parar, entras en mi, me abrazas con fuerza no me sueltas. El orgasmo nos encuentra unidos, tus gemidos dan voz a mi orgasmo y tus pulmones aire a mi cerebro y no me sueltas. Tus manos vuelven a recorrer mi espalda y mis manos rodean tu cuello. Nuestro corazón se relaja. No me sueltes.