No me lo creo.
Es una anécdota real, comencé a escribir para desahogarme en realidad, así que puede que haya errores ortográficos y esas cosas que espero poder ir mejorando de a poco. Este relato lo utilicé para describir personajes y el escenario en lo que todo comenzó y como se irá desarrollando la historia.
Les cuento un poquito acerca de mí. Mi nombre es Génesis, tengo 18 años, mido 1,60 (lo sé demasiado bajita en la vida), piel blanca, delgada, cabello liso negro largo me llega a la mitad de la espalda, ojos grandes color café estoy caracterizada por tener la mirada tan intensa en eso de que te podría enamorar o intimidar, lo que ocurra primero, tengo todo en mi lugar pues practico deportes. Soy tímida, asocial pero no por preferencia, simplemente nunca se me dio intercambiar palabras voluntariamente con otras personas y eso la mayoría del tiempo era un gran problema, claro yo tengo amigos y convivo con bastantes personas, pero me cuesta demasiado dejarme conocer. Toda la vida supe que me gustaban las mujeres, mas sin embargo nadie lo sabe, si lo sospecharan porque nuca traje un novio a casa ni he presentado nadie a mi madre, pero si los había tenido y los sigo teniendo pero como pasatiempo. En fin, yo soy muy reservada todo lo que hacía lo hacía en silencio ¡Vaya que hice cosas! y ¡Que cosas! No negaba lo evidente simplemente no lo decía y ya.
Hace unos meses había comenzado un curso de Ingles, como para tener algo que hacer pues ya había terminado la preparatoria y estaba esperando pacientemente un muy merecido cupo en la Universidad. Y además para orientarme porque nunca está de más hablar otro idioma.
El día que comenzaría curso no quería ir, mas sin embargo lo hice como para ver qué tal, cuando llegue me dijeron cuales eran mis compañeros e inmediatamente al entrar al salón y verlos me dio ganas de quedarme, pues vi a unas chicas bastante atractivas y eso me dio un empujoncito. El primer día en el descanso me senté en un lugar completamente alejada de todos los demás, me coloque mis audífonos y me puse a jugar con el teléfono, ahí se pasaron mis 30 minutos de descanso con el intenso sonido de la banda Nirvana retumbándome en los oídos. Era una persona que en serio le costaba adaptarse a un nuevo ambiente. Pero me lo tomaba de lo más normal. Ya el segundo día llegue de primera, nadie más de mi curso había llegado, así que me senté en una mesa y me puse a jugar con el celular, luego alguien se sienta en la misma mesa que yo por lo que levanto la mirada y era una de esas chicas de las que me había llamado la atención el día anterior, yo le sonreí y ella me dijo
-hola- y sonrió.
Yo le respondí- Hola. Y baje mi cabeza de inmediato a enterrarme de nuevo en el teléfono.
Así paso el siguiente día, pero con la otra chica. Llego luego de mí, me saludo, yo la salude y me pregunto sobre algunas cosas de las tareas que habían enviado. Yo le respondí luego no hablamos más. Al rato llego su amiga y se sentó a su lado, en la misma mesa. Estuvimos sin exagerar como 5 minutos sin decir palabra alguna ninguna de las 3. Y creo que los demás del curso habían llegado también pero todos se habían sentado en diferentes lugares, estábamos esperando al profesor. Hasta que alguien decidió acabar con el silencio incomodo y me preguntó
- Tú a que te dedicas.
Yo alzo la mirada y pregunto -¿Yo? .-Obvio era conmigo pero me hacia la loca, me respondió
-Si tú.
- En realidad no hago nada estoy esperando a entrar a la universidad, y ¿ustedes?
-Nosotras también.
En fin hablar de la universidad rompió el hielo entre esas hermosas chicas y yo mientras el profesor llegaba, y es que en serio eran hermosas. Explico. Una se llamaba Victoria, ella fue la que me saludo el segundo día de curso, ella era toda una muñequita de porcelana, o al menos a mi así me parecía. Tenía 17 añitos, Era un poquito más bajita que yo como 1,57 debía medir, supongo. Era blanquita Cabello castaño un poco largo, ojos color café una sonrisa que enamora y hechiza a cualquiera, delgada y tenia un señor culito que Dios la bendiga. Estaba demasiado buena la pendeja. Yo agradecía que nuestro salón quedara en el segundo piso y cada vez que subíamos las escaleras ir atrás de ella para poder disfrutar del paisaje.
La otra chica, su amiga, se llamaba Valeria, ella era preciosa igual, del mismo tamaño, las chicas bajitas la damos en definitiva. Ella un poquito morena, cabello castaño oscuro largo como el mío, delgada, unos hermosos ojos grandes color café y una mirada dulce e hipnotizante, sonrisa bella que a cualquiera enamora y una perspicacia e inocencia que se le notada a mil quilómetros de distancia, ella tenía 16 añitos y aunque no estaba tan buena como su amiga en definitiva no hacía falta, todo lo que yo quería mirar era su carita.
Fueron pasando los días y fuimos hablando conviviendo y compartiendo más, ellas con el tiempo me caigan mejor y nos fuimos integrando a los demás chicos del grupo. Ya a las 3 semanas éramos todos buenos amigos, eran todas bellas personas. Hacíamos todo juntos, nos intercambiamos números de teléfono y redes sociales, salíamos al cine, a almorzar. Hacíamos de todo. Ya luego de un mes habíamos pasado al siguiente nivel y todo iba de maravilla. Me había adaptado bien en ese grupo y eso me alegraba.
Llego un día como cualquier otro, llego un whatsapp de Valeria que iría a casa de Victoria a almorzar, me dijo que si yo quería ir. Así que le respondí que sí. Acordamos la hora de vernos y todo eso. Llegue a su casa las salude, almorzamos y todo relajado. Estábamos chalequeando, como de costumbre hablando y haciendo bromas. De repente se fue la luz, quedamos demasiado aburridas y lo que le sigue.
Valeria: ¿Y ahora qué?
Victoria: Nada, que fastidio, no veo nada donde están?- Acerco para alumbrar con su celular pero no veía casi nada por lo que tenia salvapantallas y la luz era demasiado opaca, de hecho el de las 3 así que era un fracaso tratar de ver algo.
Yo: ¿No tienes linternas, velas, varitas luminosas? Que se yo alguna vaina. –las 2 reían.
Victoria: No nada, mejor vamos al cuarto y vemos que hacemos.
Valeria: Vamos pues, camina adelante que no veo. – Las 2 ya iban camino al cuarto, o eso creo.
Yo: Ya las alcanzo voy a al baño. –Me fui al baño alumbrando a tiestas con mi celular, pero era inútil porque igual no veía un coño e la madre, normalin. Regrese al cuarto adivinando cada paso que daba hacia donde iba porque como si fuera poco en el baño se me apago el celular a lo que recibió un fuerte impacto con todo aquello que golpea duro.
Cuando volví no veía absolutamente nada pero me fui guiando por pequeños susurros que escuchaba de las chicas que estaban juntas en el cuarto hablando. Aun no había llegado al cuarto, ni siquiera sabía dónde estaba. Hasta que me escucharon tropezándome con todo objeto posible metido en mi camino se apiadaron de mí y me alumbraron a penas donde estaban ellas para poder acercarme.
Llegue me senté donde ellas estaban pero se levantaron y se fueron hasta la cama de victoria, creo yo porque aun no veía.
CONTINUARA...