No me enamorare IV

Muchas gracias por sus comentarios, intentare hacer mas larga cada parte que suba de ahora en adelante.

Me encontraba tirada en mi cama, sobre mi espalda tratando firmemente de no pensar en Regina. Ella había salido temprano por la mañana y como le dije, no fui a la uni. Papá vino a revisar si yo estaba bien, le dije que no tenia ganas de ir y el se encogió de hombros y se fue al trabajo. Debía escribir algo sobre Regina, sobre como me beso y como me sentí, algo sobre mi acercándome a la luz que desprende Regina, sufrir por una chica que conoces en tan poco tiempo no parece sensato. Las voces en mi interior dicen “superarlo Sam” pero más que una voz, dentro hay una fuerza que no me deja dejarlo ir.

-       ¡Sam! –la voz de Ro interrumpió mis pensamientos y un minuto después el abrió la puerta, entrando a mi habitación con su sonrisa habitual de medio lado y un vaso de jugo de naranja en su mano-. ¿Qué haces?, vamos a desayunar.

-       ¿Qué haces tu aquí?, ¿Guardaste de nuevo la llave en la maseta? –interrogue-. Papá se va a enojar si no lo hiciste-

-       Si, si claro –Ro se arreglo el cuello de la chaqueta. Movió la silla hasta atrás y tomo mi cuaderno que estaba puesto sobre mi escritorio-. ¿Qué estabas escribiendo? –pregunto

Deje que se diera cuenta. Abrió el cuaderno y le echo un vistazo a la hoja que había marcado con mi pluma. Leyó por unos minutos mientras yo esperaba ahí sentada, jugando con mi celular.

-       “¿Quién soy yo? ¿Quién es ella? Cuando estamos juntas ¿Quiénes somos? Si nos mantenemos juntas… ¿acaso podremos averiguarlo?” –repitió Ro. Me miro y dejo el cuaderno de vuelta en su lugar-. No me digas que te gusta Regina de verdad.

-       ¿Seria eso tan malo?

-       No lo seria… dependiendo de que piense Regina de ello

-       Probablemente piensa que soy ridícula

-       Lo eres, eres bastante ridícula al gustarte una chica tan imposible como esa –el puso los brazos sobre el borde del asiento-. Y te lo digo porque te quiero, Sam.

-       Lo se –asentí-. Se que estoy siendo ridícula.

-       Sin embargo, yo digo: ¡Ve por ella! –el hizo una mueca-. Es lo que quieres ¿verdad? Entonces hazlo.

-       ¿Desde cuanto estas tan positivo?

-       Desde que leo las cosas que escribes –se encogió de hombros balanceándose en la silla-. No es que tu seas positiva es que a mi me da por dármelas de positivo para contrarrestar la vibra de tristeza que me dejan tus poemas

-       ¿En verdad lees?

-       Lo hago –asintió-. Es decir, te conozco, eres mi amiga… podría escucharte, sin mirarte y sin haberte visto por un montón de tiempo y aun así saber como te sientes pero leer lo que escribes va mucho mas allá de eso… es como si pudiera saber lo que hay dentro de tu mente y eso es importante

-       Con que por eso lees

-       Como sea, iras a mi fiesta ¿verdad? –pregunto

-       Lo hare.

-       ¿Regina ira?

-       Si, la llevare

-       Si haces algo, me dices. Yo te apoyo –ya habíamos llegado a desayunar-. ¡Mesera, cariño, ven aquí!- Ro levanto la mano y la chica castaña a unas cuantas mesas de distancia se dio vuelta-. Un vaso de leche con chocolate para mi amiga, y tu número de teléfono, si no te molesta.

Al final de todo, Ro seguía siendo Ro.

La mesera trajo el pedido un minuto después. Ro consigue su numero.

La nota debajo del vaso decía: 1, 2 ya viene por ti, 3, 4 cierra la puerta, 5, 6, no duermas aun, 7, 8, mira el crucifijo,9, 10 esta detrás de ti.

Ro hizo una reverencia ante ella por la buena broma. Mágicamente la chica se rio y cuando el lo invito a su fiesta… sorprendentemente dijo que si. Mi teoría es que al ser ella una fan del cine de terror, como lo es Ro, el uso esa táctica de los gustos similares. Yo era la que debía aplaudirle.

Para cuando volví a casa, Regina ya estaba ahí. Lo sabia porque vi su mochila junto a la puerta de abajo. Al subir me di cuenta que su puerta estaba entreabierta. Ella sentada en su cama, sobre sus piernas, como a ella le gustaba y miraba mi cuaderno. Cuando sonrió me sentí tan bien conmigo misma, como una especie de ganadora. Maravillosamente. No quería interrumpirla pero ese acto no quedaría impune.

-       Pensé que no te gustaría- empuje la puerta y me apoye contra el marco de la puerta.

Regina dio un respingo y sostuvo mi cuaderno contra su pecho. Parpadeo varias veces y luego frunció el ceño

-       Solo quería leer desde el principio- dijo como si no fuera la gran cosa-. Ya sabes, para ver si no me perdí de algo bueno

-       Tus críticas son duras, Regina –sonreí a medias-. ¿No has encontrado nada bueno?

Ella se quedo callada como por dos minutos enteros. Luego miro el papel y paso su dedo sobre el, buscando alguna línea en particular. Cuando la encontró se acomodo y la leyó en voz alta- :

”no estaba buscando solo a una persona… ella buscaba a dos, buscaba a su chica y en el proceso, se buscaba a si misma. Jamás se conoció tanto hasta el dia en que la encontró”

-       Si quieres olvidar realmente lo que ha pasado, no vuelvas a citarme… porque voy a besarte la próxima vez y nos gustara a ambas.- Asentía y mientras me separaba del marco

Mas tarde...

Elvis, mi perro me miro todo el tiempo mientras me vestía. Y no es que me incomodara, pero es que me miraba como si en cualquier momento fuera a saltar sobre mi y morderme. Eran las siente cuando Regina y yo salimos de casa. Y no le dije nada aparte de “¿Lista?” y “Vamos”. No planeaba hablarle, aunque sonase muy infantil de mi parte... pero si me pongo a analizar la situación, eso es lo que ella quiere; que seamos una pareja de desconocidas como cuando esto empezó. Era lo que iba a darle. Aunque realmente mi plan de hacerla enojar no estaba funcionando, ella actuaba normal, como si en realidad jamás hubiese puesto esos labios escurridizos sobre los míos.

Salimos de casa y pasamos por dos de sus amigos, Lucia y Tomas. Entablaban conversaciones bastante graciosas en la parte trasera del auto. Regina se unía a ellos de vez en cuando pero mas que todo se había pasado los veinte minutos de viaje mirándome de reojo. Lo sabia porque podía verla por el espejo retrovisor. No parecía enojada porque la estaba evitando… mas bien estaba preocupada, tal vez, era lo que podía percibir. Ro estaba celebrando su cumpleaños, su casa era grande, dos pisos, con piscina, un enrejado la rodeaba y su jardín era posiblemente el mas hermoso de toda la cuadra, con sus arbustos podados en forma de animalitos. Su padre era un importante juez y su madre era fiscal, no era de sorprenderse que tuviera una casa tan hermosa. Ya había asistido a fiestas de Ro, siempre eran malditamente geniales y animadas.

-       Ro si que sabe hacer fiestas –Tomas silbó bajando del carro.

Me adentre al mar de personas en busca de Ro, no supe quien era el DJ en la fiesta pero vaya que sonaba bien.

-       ¡Sam! –Ro me abrazo cuando por fin lo encontré al pie de las escaleras

-       ¡Feliz Cumpleaños! Esto si que esta encendido ¿cómo lo haces, Ro?

-       Solo es cuestión de tener una casa grande y buena música; la gente hace el resto –se encogió de hombros-. ¿Dónde esta mi regalo? –indago emocionado, colocando sus manos debajo de su mentón y dando un pequeño saltito.

-       Oh… - me puse la mano en la frente – lo deje en el auto ¿te lo doy luego?

-       Vale –el asintió

Ro y yo fuimos en busca de su primo, Raúl, un buen chico de vez en cuando nos juntábamos con el hasta llegaba acompañarnos a nuestras salidas de madrugadas; lo encontramos en el patio trasero. Raúl sostenía una gran jarra de cerveza suspendida sobre un chico, vaciándola sobre el mientras los demás gritaban “¡Fondo, fondo!”, Raúl casi se ahoga, pero a pesar de eso levanto los dos puños en el aire y dio un salto agitándose para sacudirse la cerveza de encima.

Todos tenían un papel en cada fiesta y el mío solo era la que llevaba a todos a casa y se quedaba a limpiar cuando la fiesta terminaba.

Decidí ir en busca de Regina cuando empezó a sonar el remix de If I Lose Myself. Empuje la puerta que iba de la cocina hacia la sala y me tropecé con una chica. Recargo las manos en mis hombros y susurró un “lo siento”, muy familiar.

-       Oh… estaba buscándote – me dijo Regina.

-       Y yo a ti –sonreí

-       Me gusta esta canción –grito sobre la música, muy cerca de mi oído -. ¿A ti no?

Asentí. Sin decirle nada tome su mano y la lleve a la pista de baile en medio de la sala donde todo el mundo se movía al ritmo de la canción. Arrastre a Regina y aunque no soy la mejor bailarina, sinceramente lo intentaba. Regina soltó una carcajada y negó con la cabeza pero se acerco a mi y simplemente se movió conmigo. Ni si quiera tenia que pensar lo que estaba haciendo, solo me divertía.

-       ¡Sam! –grito en mi oído y apenas pude escucharla -. Ven, vamos, quiero decirte algo.

Me tomo la mano cuando volvió a cambiar la canción y esta vez fue ella la que me arrastro escaleras arriba. Regina se veía preciosa esa noche; la camiseta corta de color negro le quedaba de maravilla y los shorts me hacían agradecerle al cielo por esta noche y ella jamás salía de sus botas, así que también las llevaba. Su cabello, como siempre, lucia perfecto a mi parecer.

Regina estaba buscando una puerta, en algún lugar. Abrió varias antes de encontrar la correcta; el baño. Me empujo dentro haciéndome chocar con el lavamanos del inmenso baño de la casa de Ro. Paso y suspiro antes de cerrar la puerta.

-       ¿Esto es lo que haces tu para conquistar? –le pregunte pasando mi mano por mi adolorida cadera -. ¿Empujas dentro de las habitaciones bruscamente?

-       No –ella se acerco-. Hago esto: -dijo y luego de eso junto sus manos detrás de su espalda- “El tiempo es el peor enemigo que una persona puede tener; va lento cuando las noches son solitarias, va de prisa cuando llega el amor, se lleva a la familia, a los amigos y te lleva consigo aun cuando no quieras ir”

Me cruce de brazo delante de ella. Ese era una pequeña parte de uno de mis poemas. Parpadee varias veces y luego de un segundo ella se acerco. Ella quería que…pues entonces muy bien. Me acerque, colando mis manos en sus mejillas y la atraje cerca de mi y antes de besarla dije -: Conste que tú lo has pedido, bonita.

Regina me beso con tantas ganas como yo la bese a ella, no había manera de que pudiera negar luego que no había querido esto tanto como yo. Supuse que lo de olvidar estaba en el pasado…aunque tenia que admitir que una relación con Regina realmente no iba a ser fácil y tenia asegurado que no me dejaría llamarla “novia” o llevarla a una cita…pero eso era lo bueno de Regina; ella no era lo usual.

Regina se movió lejos de mi con los brazos cruzados, dejando mis labios extendidos. Camino lo mas alejado de mi, suspiro antes de voltearse de nuevo a verme y dejo caer sus brazos a sus costados como si estuvieran pidiendo ayuda para algo. El beso había estado bien…según mi perspectiva. No lo se, tal vez ella sintiera algo diferente.

-       Ya he probado lo que quería –levanto una ceja y coloco sus manos en sus caderas -. Eres buena besadora, Sam…pero no creo que seas –ella me miro entrecerrando los ojos y buscando las palabras correctas –mi tipo de personas que me guste. Y me gustas pero…no de esa manera.

Eso ya lo había oído antes de ella pero… lo que me sorprendía era la frialdad con la que se refería a mi, casi como si se estuviese burlando. Me gustaba Regina pero a este punto de hacer el ridículo, siendo manipulada por ella… era mejor dejar de insistir. No voy a ser su maldito entretenimiento, ya me ha pasado antes y no volverá a pasar.

-       Pude suponerlo –me encogí de hombros sin aparentar mucho interés-. Esta bien para mi ¿sabes? No tengo ningún problema con los besos por diversión, Regina.

Pude ver la confusión en su rostro, no sabia si era bueno o malo, así que simplemente la deje ahí y me fui. Tenia que escapar de ella antes de que diera un paso al frente y yo la besara de nuevo. Soy débil, muy débil.

Me dirigí al patio trasero y trate de componerme y respirar con calma; ¿por qué de todas las chicas a mi alrededor la única en la que podía pensar era en Regina? Regina y su perfecto trasero de detective, si pusieran mas atención a su cuerpo, me entenderían. Maldita sea ella y sus perfectos genes otorgados por el hombre que sale con su madre.

Es que todo es su culpa; de no ser porque ella me besó, yo estaría aquí disfrutando de mi soledad, mirándola de reojo y ¡sin una maldita esperanza! Estaría ahí con Ro, empujando a Raúl de un lado a otro ¡No aquí! Pensando en el beso de Regina. Estaría charlando con alguna chica, tratando de bailar con ella de la cual no recordaría su nombre ni la manera en que se veía ¡No aquí!. Realmente no quería estar en la fiesta, no tenia la energía para ello. Busque a Lucia y le dije que si veía a Regina que le dijera que buscase la manera de regresar a casa solo, porque yo me iba.

“Creo  que mi error fue creer que tenia una oportunidad

sabia, por tus miradas despectivas, que yo no te agradaba,

la manera en que te agrado ahora no me gusta.

Yo provoque esto, soy la culpable de que ahora no quiera mirarte.

Tu no has hecho nada, Regina

Yo me lo he hecho sola” –Palabras para Regina

A cada persona que ha tomado un papel importante en mi vida le he escrito. A cada una de ellas le he dedicado pensamientos profundos y palabras de amor, amistad y admiración. Realmente no se como clasificar las palabras que le dedicaba a Regina.