No Me Borres (Parte VI)

Enamorarse puede llegar a ser una de las cosas más difíciles del mundo, ¿Quién te prepara para el amor? ¿Quién te prepara para enamorarte de otra mujer, de tu prima? Pero sobre todo ¿Quién ayuda a recordarle que hubo algo entre nosotras después de que un accidente le arrebatara esos recuerdos?

No Me Borres

Parte VI

A la mañana, al abrir los ojos, un fuerte dolor en la cabeza me golpeo; sentía mis ojos completamente hinchados y un ligero mareo se apoderó de mí. Traté de recordar que había pasado conmigo, pero un dolor de estómago me hizo automáticamente lanzar mis manos hacia mi vientre. Mi sorpresa fue darme cuenta que no traía ropa, alcé las sábanas y en efecto... ¡Estaba desnuda! Rápidamente me cubrí con las sábanas e insistí en intentar recordar que me había sucedido y nada llegaba a mi mente.

No sabía ni siquiera cómo había llegado a la casa, si, sabía que estaba en casa, pero no recordaba cómo había terminado en mi cama, mucho menos por qué estaba desnuda. A mi mente llegaron vagos recuerdos, pero no de la noche anterior... Recordé... recordé que siempre había tenido problemas con el alcohol, recordé que siempre que tomaba me olvidaba de principios y reglas, me olvidaba de mí misma.

"¡Maldita sea! -dije entre dientes." ¿Cómo no podía recordar esa clase de cosas antes de alguna tontería? Claro, podía recordar cual era mi color favorito, pero no cosas como la culpable de que estuviera ahora aquí sin saber que me había pasado.

Me levanté cautelosamente enrollándome entre una de las sábanas que logré sacar de la cama, lo primero que hice fue buscar algo de ropa entre los cajones (lo primero que encontré) y caminé directamente hacia el baño. No recordaba si ya me había bañado o no, no quise averiguarlo y sin dudarlo dos veces me metí debajo de la regadera y comencé a ducharme.

Cuando salí me sentí mucho más aliviada, por una parte porque ya me encontraba con ropa y por otra... Porque Mia no estaba allí. Salí de la habitación sigilosamente y no logré percibir a nadie en los pasillos, pensé en regresar a la habitación, pero decidí ir a tomar algo a la cocina e intentar quitarme esta sensación vomito y mareo con alguna cosa que lograse encontrar.  Cuando entré en la cocina no logré percibir a nadie, y en efecto, no había nadie en la cocina tampoco.

Avance hacia el refrigerador y lo abrí, a simple vista no sabía que elegir para desayunar... Bueno, realmente había muchas cosas pero en su mayoría me daban asco con sólo mirarlas. Con más náuseas que antes cerré el refrigerador y me senté en una de las sillas de la mesa de la cocina, me quedé allí pensativa por unos segundos hasta que mi concentración se vio interrumpida por la presencia de Mia.

Ella se dirigió directo a buscar unas cosas en las repisas que se encontraban frente de mí, como si no existiera o no me hubiera visto simplemente me ignoró. Mi indignación resaltó al instante, pero tal y como estaba no tenía muchas ganas de discutir, así que solo le dirigí la palabra pero en un tono igual de indiferente.

-¿Dónde están mis padres y Evan?

-Mis tíos salieron temprano por la despensa y Evan habló temprano para avisar que llegaría después de medio día -me contestó dándome aún la espalda.

-Mmm... Oye, sabes si fueron ayer a buscarme o algo así -le pregunté.

-¿No recuerdas como llegaste?... Mmm, supongo que no podía esperar otra cosa.

-¿A qué te refieres con eso? -Levanté la voz.

-Olvídalo -respondió cortante.

-¿Y me lo dices a mí? ¿No crees que ya estoy cansada de olvidar cosas?

-No lo sé -se giró. Últimamente sueles olvidar las cosas más que recordarlas.

-¡Hey! ¡Bájale dos tonos a tus indirectas! Si me vas a decir algo dímelo y ya.

-Decírtelo... Eso suena tan... tan como si... como si diciéndotelo lo fueras a entender.

-No diciéndomelo tampoco me ayuda en mucho o ¿sí?

-¿Sabes qué? Hoy tengo muchas cosas que hacer, no tengo tiempo para discutir por estas banalidades -se dirigió hacia la puerta de la cocina, me levanté rápidamente y la tomé del brazo derecho.

-Quiero que me digas lo qué me pasó ayer... Y sé que sí lo sabes -me miro a los ojos como juzgándome.

-Lo que pasó anoche es lo que menos importa... Pero si quieres recordar algo que sí valga la pena, mejor pregúntate... ¿Quién es Kim?

-¿Kim? -realmente no sabía a quién se refería con ese nombre, pero se me hacía tan familiar.

-Sí, Kim... K-I-M.

-No lo sé, ¡¿Dónde rayos escuchaste ese nombre?!

-¿Escucharlo? De tus propios labios Eva, justo ayer que... Después de que te quedaste dormida, después de que te bañé y te quité ese olor maloliente -la solté y ella misma se jaló el brazo hacia ella, me miró y prosiguió-. Como te decía, tengo muchas cosas que hacer -salió por la puerta y simplemente me quedé allí sin saber que decir o hacer.

Después de un par de segundos reaccioné y regresé a sentarme al mismo sitio, cerré mis ojos y prácticamente comencé a obligar a mi cerebro a recordar a la persona de aquel nombre... ¿Kim? ¿Había dicho Kim? ¿Quién diablos era Kim?

Mi cerebro siguió trabajando en busca de aquel nombre, siguió y siguió y al final... Al final no hubo nada. Cuando mis padres regresaron, todo giró alrededor de la fiesta, de mi falta de madurez y desconsideración... De cosas que dije y no recordaba, en fin, el resto de aquel día y a partir de entonces no podría salir los fines de semana.

De regreso a clases al primero que busque para obtener explicaciones fue a Santiago, cuando lo vi a lo lejos, este parecía tan nervioso y asustado que lo primero que hizo fue darse vuelta y encaminarse hacia la entrada de la sala de lectura. Sorprendida por aquel acto, que me sorprendía demasiado pues era él el que  siempre corría a saludarme, lo seguí hasta que finalmente lo detuve.

-¿Qué pasa? ¿Qué te hice para que huyas de mí?

-¿Qué me hiciste? Mas bien qué te hice yo... -me miró y luego bajo la mirada al suelo.

-Explícate.

-¿Qué me explique? ¿Qué tengo que explicarte?

-Pues lo que pasó aquella noche en la fiesta.

-¿No lo recuerdas?

-Tengo problemas con el alcohol y la memoria.

-¡Dios! No solo basta con sentirme mal al recordarlo... Y ahora te lo tengo que decir.

-Dios... No me digas que tú y yo... -puse una cara de reproche.

-Sí -respondió en tono bajo mientras acentuaba con la cabeza-. Y... -guardó silencio.

-Y... ¡Dime Santiago! ¡¿Qué más pasó?!

-Los tres... Yo, tú y... y... A...Amber.

-¿Tu amiga...? -él solo volvió a acentuar con la cabeza, yo solo me toqué la frente y fruncí fuertemente la mirada.

-Lo siento, yo casi no tomo, y aquel día Amber me incitó a hacerlo... ¡Tú lo viste! Yo jamás pensé en invitarte aquel día para aprovecharme de ti, yo solo me acosté en la cama y después llegó Amber y luego ustedes dos...

-¡Ya! No sigas, ya estoy empezando a recordar... Déjalo no fue tu culpa, el alcohol no nos jugó nada bien aquella noche. Solo no se lo vayas a contar a nadie.

-Eso sería un suicidio, y Amber, ella ni siquiera va al mismo colegio que nosotros. La conozco desde hace año y si algo te puedo asegurar es que no es chismosa, hasta podría decir que es reservada.

-Bueno, no me queda más que confiar en ella… Y en ti claro.

-Tengo que irme a clases… ¿Podemos hablar luego sobre ello?

-Claro, luego… Hablamos…

Cuando Santiago se fue mi cabeza parecía querer explotar, todas las ideas de pronto parecían revolverse y…  y otras parecían encajar. Si de alguna manera había tenido sexo con dos personas aquella noche, entonces… ¿Qué tenía que ver Mia en todo eso? ¿Sabía algo? ¿Por qué estaba furiosa de la nada? ¡Dios! Y… y si había tenido algo con ella… No, eso no. Se suponía que estaba tratando de arreglar las cosas, de no volver a caer en el mismo error, de hacerle parecer o creer que yo no recordaba respecto a los nuestro.

Desde hacía ya algunas semanas, ya recordaba algo, de hecho recordaba escenas de nosotras desde que estuvimos en el campamento. Pensé o al menos creí que si le hacia creer que no recordaba nada, tarde o temprano haría por muerto aquello, se le olvidaría y simplemente algún día lo nuestro se quedaría en un simple recuerdo.

Yo sabía que quería a Mia, que la amaba… Pero, no lograba entender que era lo que me hacía querer terminar todo aquello. Quizá antes del accidente madure y razone que lo nuestro era un imposible, porque dos mujeres son… es aceptable hasta cierto punto, pero dos primas… No quería ni siquiera imaginar que dirían nuestros padres o al menos ahora simplemente mis padres.

Entonces… Si aquella noche había pasado algo que no recordaba, había caído en el mismo error y ahora ella tendría la esperanza de que quizá lo nuestro siguiera allí. Quizá sí, sí seguía allí, pero no podía seguir así, ella ya había sufrido mucho por los de sus padres, por mi coma y mi falta de memoria… Como para sufrir el colapso de la sociedad frente a nosotras.

Ella, ella debía seguir su camino; quizá tener una familia o un novio, y hasta una novia, pero que fuera yo. Era interminable los pensamientos y todo lo que se venía a mi mente en tan solo unos instantes. Por un lado, me preocupaba Mia, pero otro me preocupaba más que ella hubiese escuchado acerca de esa tal Kim; esa Kim que ni yo sabía quien era.

¿Cómo podía decirle la razón por la que dije Kim? Si ni yo mismo la tenía. Tomé mi celular y comencé a buscar entre todos mis contactos alguna Kim, para mi mala suerte, no había nadie con ese nombre. Sin esperanzas me tope con un numero de un viejo amigo, Roberto, quien cuando se enteró que yo había despertado fue a visitarme, y me hablo de cosas que jamás entendí y hasta la fecha desconozco.

Lo que sí recordaba era que él me había dicho que era compañero de salón, ya que todos lo de mi generación ya habían salido no hace mucho, así que con suerte… quizá él sabría quien era Kim. Suspiré antes de marcarle, la verdad me entró ese temor por saber quién era Kim, no lo sé, quizá era alguien a quien odiaba o alguien que me había hecho daño o yo ella… no lo sé. Con las esperanzas puestas en Roberto, me decidí a llamarle y después de un par de minutos quedamos de vernos en un café cerca de la escuela, así que eso se suponía no tener que asistir a unas clases de orientación vocacional; así que fui.

Cuando nos reunimos no dudó en preguntarme si ya recordaba quien era, yo no podía mentirle así que le dije que no, que aún no recordaba quien era, pero que necesitaba me ayudase a recordar algunas cosas. Al principio le pregunté cosas superficiales para no ser tan evidente; él me dio por decirlo de alguna manera, una biografía por cada integrante de mi generación que ya no recordaba. Cuando tuve por fin la oportunidad fue discreta.

-Kim… ¿Era alguien de nuestra generación?

-Kim… Kim… Kim… Me suena ¡Ha! Sí, Kim… Sí, era de nuestra generación; es más, iba en nuestro salón.

-Y… ¿Quién era? –hizo una mueca con al boca de manera despectiva.

-Pues el cerebrito del salón, ya sabes… La nerd… Creo que te tocó trabajar un par de veces con ella porque el profesor de matemáticas decía que necesitabas ayuda con los números.

-No lo recuerdo.

-Eso no es culpa tuya Eva, ni yo me acordaba de esa.

-¿Por qué lo dices tan despectivamente? –me puse seria.

-No es eso, es sólo que… Pues era rara, no tenía amigos y siempre era callada, yo ni sabía que era nuestra compañera, hasta que un día pregunté que si era nueva… ¿Y sabes que me dijeron? Me dijeron que era nuestra compañera desde primero.

-Me suena imposible que pase algo así en un salón de menos de 30 alumnos.

-Pues eso pasó en el nuestro.

-¿Tienes idea de dónde encontrarla?

-No ¿Por qué tanto interés?

-No encuentro algunas cosas y quizá ella las tenga.

-Mira, tengo algunos contactos, quizá pueda hacer algunas llamadas y… Yo te envío lo que encuentre.

-Te lo agradecería.

Pocos días después un mensaje por parte de Roberto me sorprendió, en este tan sólo venía una dirección, sin número o algún correo electrónico, tan solo la dirección. No dude rápidamente en buscar aquella dirección primeramente en los mapas de mi celular, traté de recordar si aquella dirección me era conocida, pero no funciono de mucho.

En uno de los días que ni mis padres, ni Evan y ni Mia se encontraban en casa, decidí escaparme después de fingir que me dolía la cabeza y pasaría todo el día en cama con el simple fin que pensasen que me encontraría tan mal como para no salir de casa. Rápidamente y en cuanto no hubo nadie en casa llamé a un taxi, le di la dirección y este me llevó hasta una enorme residencia casi a las afueras de la ciudad.

Al tocar el timbre no pasó mucho tiempo antes de que escuchara una voz a través de una pequeña bocina que se encontraba a un lado de la puerta. La voz de una señora me preguntó si buscaba a alguien, yo simplemente le pregunté por Kim; la señora me respondió que ella ya no vivía allí, ya que ahora tenía su propio departamento.

Mi mirada de decepción por haber hecho tanto y al final para nada no tardó en asomarse, sin embargo, la misma voz me preguntó por mi nombre, al decírselo el tono con el que me hablaba se volvió algo más suave. La puerta se abrió y salió una señora que prácticamente corrió a abrazarme.

-¡Eva! Ya tenía bastante sin saber de ti, todavía recuerdo cuando venías a estudiar con Kim… Qué lástima que te hayas ido a estudiar al extranjero.

-Yo…

-Bueno, o al menos eso fue lo que me dijo Kim… que por eso dejaste de venir.

-Sí, quizá… ¿Supongo que sabe dónde puedo encontrarla? –intenté no verme tan asombrada por lo que acababa de decir.

-Claro, pero cuando la veas… ¡Por favor! Dile que recapacite.

-¿Recapacite?

-Cuando la veas sabrás a que me refiero.

La señora algo angustiada y alegre por mi visita, simplemente me dio la dirección del departamento de Kim; no dude en perder tiempo y dirigirme hacia aquella dirección. No sabía quién era Kim, ni siquiera como era físicamente… Pero vaya mujer como para inventar una salida al extranjero cuando realmente estuve postrada en una cama sin señales de vida.

Al llegar a la dirección indicada, logré ver un enorme edificio a lo lejos; identifiqué el número y comencé a buscarlo. El lugar se veía bastante decente… Bueno, más que decente, pero bueno, no podía esperar menos después de haber visto la mansión donde vivía con sus padres. Después de observar el tablero de departamentos tomé un elevador que me llevó directo al piso deseado. Cuando una vez tuve la puerta con el número correcto, respire hondo, fingí una sonrisa de alivio y finalmente toqué el timbre.

Cuando la puerta se abrió una chica de tez clara, delgada, ojos verdes con delineador negro y sombras grises, de cabellos castaño dorado y no más alta que yo se asomó con una mirada insólita.

-¡Qué demonios! –quiso cerrar la puerta pero la atranque con el pie.

-¡Hey! Tengo muchas preguntas y apuesto que tú muchas respuestas.

-¿Cómo me encontraste?

-Fácil, veras… Después que una llega del extranjero siempre quiere encontrarse con sus viejas amistades, en mi caso… Como la gente me tiene lastima por haber estado en coma, suelen cumplirme cualquier capricho; incluso si este significa que te den exactamente la dirección del mismísimo diablo.

-Pensé que las cosas ya habían quedado claro desde antes de que te estamparas contra un tráiler.

-¡Corrección! Fuimos desviados, o eso me han dicho. Y por otra parte, necesito que me dejes entrar, y que me refresques la memoria… Porque incluso viéndote no se quien eres.

-¿Qué quieres decir? –le empuje metiéndome pertinentemente.

No me gaste demasiado tiempo en explicarle todo lo que me había sucedido, aunque supongo que algunas cosas ya las sabía, pero lo que más le sorprendió fue el hecho de que recordara su nombre a pesar de no recordar muchas otras cosas.

-Ósea… No te acuerdas en absoluto de mí.

-Pensé que había sido muy clara al explicarlo.

-Lo sé, es solo… A veces en las noches realmente deseaba que me olvidaras, es como si mis suplicas se hubiesen hecho realidad.

-Pues no esta tan bien como suena, porque necesito que me ayudes a recordar… Quizá tú estés bien con eso, pero yo me muero con la simple intriga.

-¿Realmente quieres saberlo?

-A eso vine.

-Bueno, supongo que no me cuesta nada ayudar al prójimo –se puso de pie y se dirigió hacia unos cajones, revoloteó un rato; regresó con una foto y me la entregó-. Esa soy yo hace más de un año, dos o tres meses antes de tu accidente.

En la foto había una chica mucho más delgada, tez incluso más pálida que la de ahora, cabello largo castaño oscuro, lentes y sin un gramo de maquillaje. Al verla, mis ojos se exaltaron e incluso me mordí el labio por la impresión.

-¿Qué te pasó?

-Tú, me pasaste tú. Cuando te pasó aquello, de la discusión que tuvimos y no poderte haber dicho algo antes de todo eso; decidí que la vida era demasiado corta como para perder el tiempo detrás de los libros… Terminé la prepa y ahora simplemente estudió fotografía y artes plásticas.

-¡Espera! ¿Dijiste discusión?

-Mira, para que me entiendas necesito empezar desde el principio.

-Ok, te escucho.

-¿Segura que no recuerdas nada?

-No, lo siento.

-Entonces… No recuerdas aquellos días que el profesor te obligaba a ir a estudiar y hacer trabajos en mi casa –negué con la cabeza.

-Bueno… Al principio si hacíamos eso, estudiamos hasta que te hartabas y prácticamente te escapabas por la ventana, y créeme que sí lo hacías. Un día después de mucho estudiar, y solas como siempre, ya que mis padres estaban en alguna de sus importantes reuniones; decidimos ir a tomar agua a la cocina, después te ofreciste a lavar los vasos y bueno… De pronto comenzó a salir agua a chorros. Quedaste muy empapada y yo apenada vi aquello corrí por una toalla, luego te ofrecí ir a mi cuarto para que te pusieras algo.

-Te insulté…

-Sí, me dijiste que mi ropa parecía como si se la hubiese sacado de la tumba a mi abuela, luego comenzaste a quitarte la ropa allí frente a mí y te metiste al closet a cambiarte. Entonces  gritaste porque había una araña o no sé qué allá adentro y saliste así, desnuda.

-Creo que sí era una araña.

-Cuando te vi allí frente a mí, desnuda me paralicé y juraría que tú también; me preguntaste…

-¿Te gusta mi cuerpo? –proseguí-, entonces tú te acercaste y me dijiste sí moviendo el rostro de arriba hacia abajo.

-Realmente me gustaba tu cuerpo, así que me acerqué nerviosa, muy nerviosa y me paré frente a ti.

-Yo… te dije… que me tocarás y tú lo hiciste.

-Sí, con la mano temblorosa toqué uno de tus… Pechos, entonces tú misma me jalaste hacia tu cuerpo y pusiste mi otra mano sobre tu pecho, yo no sabía qué hacer y me quedé allí parada como tonta.

-Agarré tu cabeza con ambas manos y la bajé hasta…

-Hasta tu sexo, que no tenía ni un solo vello… Yo jamás me había imaginado algo así, entonces me dijiste que te lamiera todo.

-Y comenzaste a hacerlo, tu lengua por todo mí… Me excité tanto en ese momento que, el frío por el agua comenzó a desaparecer.

-Luego te acostaste sobre mí cama y abriste las piernas, dejando todo tu sexo frente a mí. Comencé a excitarme también y yo misma comencé a lamerte todavía con más fuerza  -todo esto se estaba volviendo más que un recuerdo, de pronto Kim ya estaba frente a mí, desabrochó su pantalón y se bajo el cierre.

-Y comenzaste a quitarte la ropa…

-Aja.

-Y… -Mi respiración comenzó a cortarse-.

-¿Por qué no hacemos cambio de papeles hoy Eva?, dejemos ese recuerdo atrás…Hagamos uno nuevo –tomó mi cabeza entre sus manos y la dirigió directo hacia su parte. Tomé el pantalón por los costados y comencé a bajarlo, después bajé lentamente sus bragas color rojo y finalmente deje su sexo frente a mi rostro.

Nos estamos leyendo y hasta pronto.

Te invito a leer mi novela de amor lésbico "Andrea Princesa... Samantha Príncipe" en mi página web.

http://writeandimagine.webnode.mx/

http://movil.todorelatos.com/perfil/1418900/

Twitter: @WriteAndImagine (http://twitter.com/WriteAndImagine)