¡ no le hagas esperar!

En la barra de la discoteca nos dimos los primeros apretones, pero luego en una zona concurrida pero mas discreta nos dimos placer mutuamente.

Viernes noche, por un motivo u otro, mis amigos me han dejado solo. No me resisto a quedarme en casa y me animo a salir a dar una vuelta.

Mientras me arreglo, decido ir a algún sitio fuera de lo habitual, donde las caras no me resulten conocidas y sea una pequeña aventura; iré a una discoteca de moda donde dicen que hay “marcha”.

Nada mas entrar, tengo la sensación de caer dentro de un torbellino de gente, y que para desgracia para mi, todos parecen ser bastante mas jóvenes que yo.

En la pista todos se mueven como en clase de aeróbic, acelerados al máximo y ajenos unos a los otros. Me doy cuenta que mis 29 años ya empiezan a diferenciarme de la llamada “juventud”.

Mejor será ir a tomar algo, a ver si me entono un poco. Me dirijo hacia la barra. En un extremo de ella parece haber un hueco y voy hacia allá.

Menos mal, en este rincón ya no me empujan. Me acerco a la barra y tropiezo ligeramente con una chica. Con mi cadera le he dado un pequeño golpe en el culo.

Buen culo, pienso, y me acomodo junto a la barra para pedir. Ahora, es ella la que al seguir el ritmo de la música me ha dado un ligero empujón. Con paciencia, espero que el camarero se digne venir al extremo de la barra.

De reojo miro la chica que tengo a un lado; buen tipo, pelo negro, mediana estatura y sobre todo muy “bailonga”. Una de las veces que puedo verle la cara, me parece adivinar que no tiene “cara de buenos amigos”, parece bastante contrariada.

Sigo esperando al camarero y mientras busco en el bolsillo algunas monedas. Al sacarla, mi mano roza en el culo de ella. Me reafirmo, “Que culo más hermoso tiene”, “redondeado y muy prieto”.

Sin pensar mucho en ello, giro ligeramente el cuerpo para que mi cadera roce las más veces posibles con ella, mientras ella se contonea con la música.

Poco a poco me voy animando y me voy haciendo más atrevido. Ahora, también yo me muevo un poco para favorecer el contacto, y de vez en cuando dejo la mano extendida a lo largo del cuerpo para que también roce lo suyo. Me estoy poniendo muy cachondo.

Ella se vuelve y me mira directamente a los ojos, “Me estas tocando el culo?”, pregunta con tono enfadado. “Lo siento pero no lo puedo evitar”, le respondo tras tragar saliva. Tengo el corazón acelerado y no se me ocurre decir nada más.

“Pues, tienes mucho morro”, añade. Me armo de valor y le digo “Te molesta mucho?”, “tú, que crees...”, responde ella y tras unos instantes cambia el semblante, se hace más pacifico, se gira nuevamente y continua bailando.

No es una mujer de bandera, pero es bonita y resulta muy atractiva, con sus labios pintados de morado, grandes ojos negros y la media melena negra.

Tengo dudas sobre lo que me ha querido decir, quizás si continuo me de un bofetón o a lo mejor... le gusta que le sobe el culo un poco; al fin y al cabo tampoco se le va a gastar.

En el peor de los casos, aquí nadie me conoce, así se decido ser atrevido.

Ahora, yo también bailo. Muevo ligeramente las caderas en círculo, mientras que ella

lo hace de atrás hacia delante. Según los compases de la música, me cadera se va

frotando por todo su culo. En ocasiones, noto como paso de una nalga a la otra pasando por la raja del culo.

La mano, también la envío de “excursión” y la pobre hace lo que puede. Se que en cualquier momento me puede dar un bofetón, pero merece la pena el riesgo, y con el empalme que tengo no puedo dejar la posición.

Cada vez hay mas gente y los espacios mas reducidos. Estoy seco, y el camarero sin acercarse.

Otra chica se abre camino entre la gente y se acerca a ella. Se saludan e intercambian algunas palabras. “Mi compañera” parece seguir enfadada. Se dicen algo al oído y ríen.

Me siento en situación embarazosa, ¿que le habrá contado?, ahora se aprieta contra mi y se mueve frotándome con el culo.

Ríen de nuevo, y “la nueva”, mira por encima del hombro de su amiga hacia mi. Sin saber que hacer le dedico una sonrisa, y ella me la devuelve con un gesto de aprobación. Vuelven a hablar de nuevo y parecen llegar a la conclusión de que no estoy mal y que piensan “déja que disfrute al pobre”.

Ya estoy muy animado, primero con el dorso de la mano y luego con los dedos empiezo a recorrer las nalgas, muslos y raja del culo de mi “acompañante”, con su aprobación.

El camarero, me trae el gin lemon que le he pedido y de un sorbo me he bebido más de la mitad. Ellas han visto el detalle y se sonríen maliciosamente. Solo echo en falta poder fumarme un cigarrito. (me faltan manos).

De pronto mi pareja se separa de mi, y parece irse. Su lugar lo ocupa su amiga. Ahora, dudo. Se ha ido y ha dejado su sitio a la otra para que haga lo mismo... o se ha ido porque ya esta cansada. La primera opción me parece demasiado irreal, por lo que recojo las velas... me pongo en posición mas discreta, termino la bebida.

Pido otra. Uy, que bueno!!!. Cada vez hay más gente y prácticamente no se puede ni andar. Suerte que estamos en un recodo que parece mas tranquilo.

Mientras me tomo la segunda copa, vuelve la primera chica. A empujones, logra llegar. Trae en

la cara una expresión de malicia que me hace temblar. Vuelven a intercambiar posiciones y la tengo de nuevo en posición.

Algo de da en la mano a su amiga y vuelven a reír las dos. Su amiga me dedica una mirada de complicidad y desaparece entre la gente.

Aunque me cuesta gran esfuerzo, me vuelvo a poner a tono y continuo donde lo habíamos dejado. Tengo la polla dura y el bulto llega casi a la altura del bolsillo. De vez en cuando, ella deja la mano atrás y me va dando golpecitos, supongo para calibrar como va la cosa.

Hay una pequeña avalancha de gente, y no nos podemos mover. Aprovecho la situación y coloco la mano de manera que mi dedo medio, se hunde entre sus nalgas buscando su chocho.

Ella sigue inmóvil y yo comienzo a frotar con el dedo. Lo que le ha dado a su amiga son las bragas...!!!, noto una ligera tibieza y ella me lo agradece separando ligeramente la piernas.

Ya no puedo parar...haciendo como pequeños pliegues en el vestido de tela suave que lleva se lo voy levantado hasta que mi mano es capaz de ponerse debajo de el y por fin entro en contacto con la piel de sus piernas.

Nadie parece percatarse de la situación, y poco a poco voy desplazando mi mano por todas las curvas de ese hermoso culo. Mi dedo medio busca con afán su chocho hasta que las piernas se separan levemente.

Esta caliente y húmedo, con suma suavidad lo acaricio y noto como se va humedeciendo.

Sin duda, lo estamos pasando bien aunque sea un desconocido el que la acaricia.

Ya hay menos gente y ella se empieza a mover de nuevo, pero con cuidado de no separarse demasiado de la pared de la barra. El chocho lo tiene bien mojadito y caliente .

Trato de colocarme de forma que le pueda meter el dedo, pero me resulta imposible. Solo puedo frotar el chocho.

Un joven se acerca directamente hacia nosotros. Ella se separa de mi y le da un beso en la mejilla. Hablan unas palabras y ella parece recriminarle algo.

Se me termino la fiesta con un empalme de caballo. Vaya mala suerte!!!

Ella se vuelve hacia mi y dice dirigiéndose a él dice: “Te presento a Ignacio... el novio de Marta. Si no fuese por él, me habría aburrido como una ostra y ya me habría ido”, mintió ella.

Yo hice un gesto con la mano, todavía húmeda del coño de ella. Me devolvió el saludo con un guiño y con el pulgar levantado en señal de OK.

“Ahora, me esperas aquí un momento que nosotros vamos a ir a ver si la encontramos pues hace rato que se fue”, le dijo a él.

Me cogió de la mano, y estiro de mi hacia el torbellino de gente. Entre tantos apretones, yo procuraba ponerle mi polla dura en su culo para que notara como la tenia, mientras la seguía por la discoteca.

Subimos al piso de arriba, donde había una especie de terraza que daba justo encima de la pista. Desde allí, se veía toda la discoteca. Llegamos a un pequeño rincón, más discreto y ella se colocó junto a la baranda.

Levanto el brazo haciendo señales a su amigo, al tiempo que me cogía de la mano.

  • “Por favor... termina lo que has empezado”, me dijo.

Yo no lo entendí muy bien, pero ella se colocó justo delante de mi y empezó a moverse de nuevo, restregando su culo contra el bulto de mi pantalón. La oscuridad y la gente me parecieron una buena cobertura, así que con disimulo me saque la polla, le levante con cuidado el vestido y con un leve empujón logre colocarla dentro de aquel chocho ardiente que me esperaba.

Con extremado cuidado, recompusimos nuestra postura poniendo el vestido lo más bajo posible y yo de pie erguido y lo más pegado posible a ella.

Empezamos a movernos, al principio con lentitud, como midiendo las posibilidades y luego cada más deprisa y con movimientos más amplios. Ella se movía mucho más que yo, ya que resultaba mucho más discreto.

¡Qué música tan bonita ponían!, me pareció a mí, y que bien la bailaba ella.

La polla parecía salirse del lugar tan resbaladizo donde se encontraba y luego apretábamos nuestros cuerpos hasta lograr meterla hasta el fondo.

Algunas veces, ella agitaba los brazos por encima de la cabeza y sacudía la cabeza haciendo que su pelo se balanceara de un lado a otro.

Siguiendo el ritmo enloquecido de la música, ella gritó con fuerza, apoyó las manos en la baranda y arqueó ligeramente el cuerpo. Sus piernas parecieron flaquear y detuvo su baile.

Yo explote inmediatamente y la abrace con fuerza. Con mucho disimulo recompusimos nuestras ropas, me cogió de la mano nuevamente y me llevó a un sitio mas discreto. Nos dimos un largo beso con mezcla de pasión y ternura.

  • “Tengo que irme... me esperan... no a mí no me gusta hacer esperar” me dijo.

La despedí con un gesto de la mano.

La verdad, a mi me encantó que él llegase tarde.

Deverano.