No le gusto a las mujeres
Me subí a mi piso a una puta rusa y a una amiga suya.
Lo que os voy a contar no es una experiencia sino una historia. No voy a decir mi nombre. Sólo que salgo con putas habitualmente.
Un día me subí a mi casa a una rusa llamada Tania, que ni se llamaba Tania ni era rusa pero si de un país del este. Le pagaría lo convenido y me lo haría con ella. Resultó que antes de subir en el ascensor nos encontramos con una vecina que daba la casualidad que conocía a Tania porque habían sido compañeras, estudiantes de una academia. Por supuesto que mi vecina, llamada Mónica ya sabía a que se dedicaba Tania en sus "ratos libres". El caso es que Tanía invitó a Mónica a subir a tomarse una copa a mi piso y yo accedí amablemente.
Mónica es una chica jovencita y gordita. Empecé a fantasear con ella. Me volvía loco. Tan joven. Se me hacía muy apetecible.
Me pareció increíble que a eso de los cinco minutos apareciese ella en mi piso para así poder hablar con su amiga.
Nos fuimos tomando unas copas y acalorándonos. Le recordé a Tania que tenía que hacer su trabajo. Así que se puso manos a la obra o mejor dicho fui yo el que comenzó todo. Tania se encontraba especialmente alegre esa noche al sentirse acompañada y eso me hacía sentirme muy bien. Le baje los pantalones y las bragas y le chupetee el culo. Al mismo tiempo dejándome incrédulo, Mónica le quito a Tania el sujetador y se puso a besarle los pezones.
Yo me bajé los pantalones y senté a Tania sobre mi. Me la follé. Fue cuando Mónica me lamía mis pezones. Me dio un escalofrió de alivio y cerré los ojos. Soñaba con Mónica. Esa delicia carnosa y juvenil. Eufórico levanté a Tania de mí y me puse a lamerle el coño a la rusa. Y Mónica se puso a hacer lo mismo. Que gozo me produjo ver a la puta sonriendo por el placer que le estábamos dando con nuestras lenguas al mismo tiempo.
Pero Tania se empeñaba en que tenía que metérsela porque ese era su trabajo. "Trabajar, trabajar", me decía. No me quedó mas remedio que volverla a sentar sobre mí y en esta ocasión metérsela por el culo. Ella se la metía hasta el fondo es muy buena profesional pero la verdad es que me encontraba más a gusto cuando nos la estábamos comiendo Mónica y yo. Se me debió notar un gesto de decepción porque Mónica le dijo a Tania que se levantase. Entonces mi vecina me quitó el condón y se metió mi polla en su boca. ¡Y como me la chupo!. Se la metía casi hasta el fondo y a veces se atragantaba."Me encanta, me encanta", decía yo con voz suplicante. Me encontraba totalmente en sus manso. "Joder como gusta lo que me estas haciendo, niña", le decía. Como movía la lengua cuando la tenía dentro de su boca. No pude resistir más y estallé en un orgasmo inundando de leche su boca. Ella se llegó a atragantar, entre risas compartidas con Tania. Las dos se reían mucho y a Mónica se le saltaban las lagrimas de lo irritadas que tenia en ese momento las vías respiratorias.
Encontrándome satisfecho, ellas aprovecharon para pedirme permiso para irse las dos juntas a una de las habitaciones para pasar la noche. Yo accedí. Me acosté muy contento. En la oscuridad. Entre las sabanas podía escuchar como se amaban.
Al día siguiente me levanté temprano pero ya se habían marchado. Hacía el mediodía me di cuenta de que estaba destrozado. ¡Qué dolor!. ¡Como se amaban! ¡qué bien se lo pasaron juntas! ¡Qué ganas tenían de que yo me corriese cuanto antes para meterse en la cama y pertenecerse la una a la otra!.Cuando llegué a casa por la tarde llegué a llorar. ¡Qué dolor sentía! ¡Yo no le gusto a las mujeres!