No laves mis calzoncillos

Hasán un marroquí que estaba en la calle y entró en mi vida.

Todos los días estaba en el mismo semáforo. Se dedicaba a limpiar los parabrisas a cambio de algunas monedas. Era moreno de unos 32 años, su aspecto era de vivir en la calle.

Un día paré el coche y abrí la ventanilla

  • ¿Le limpio el cristal? - me dijo.
  • Pero límpialo, no me lo ensucies más. le contesté.

El lo limpió, lo dejó perfecto, le di 50 céntimos de euro, pues en ese momento era la única moneda que llevaba,

Así poco a poco, cada semana paraba en el semáforo y Hasán, que así me dijo que se llamaba, limpiaba el parabrisas de mi coche.

La amistad, surgió entre nosotros, Un día que iba andando, me lo encontré que ya estaba recogiendo sus tratos y se estaba preparando para irse.

  • ¡Hola¡, ya terminaste por hoy
  • Sí, recogí lo suficiente para poder cenar y comprar unos cigarrillos
  • ¿Dónde vives?- le pregunté
  • No tengo casa, duermo donde puedo

Seguimos hablando y me comentó que vino de Marruecos buscando hacer algo de dinero para mandarlo a su familia. Me dijo que vivía en la calle, aunque algunos días iba a dormir a un albergue para transeúntes, y allí aprovechaba para ducharse y arreglarse.

Aquel día le invité a tomar una cerveza y nos despedimos.

Me invitaron a una boda y tenía que limpiar mi coche pues las lluvias lo habían ensuciado, salí del trabajo pero había mucha cola en los lavacoches, así que pensé que quizás Hasán podía hacerlo y me acerqué al semáforo.

  • ¡Hola , Hasán¡
  • ¿Quieres que te limpie el cristal?
  • No, en realidad quiero que me limpies el coche
  • Pero eso aquí no puedo hacerlo- me contestó
  • Bueno mira, había pensado que lo hicieras en mi casa y a cambio cenas conmigo y te doy unos euros
  • Vale

Recogió sus cosas y subió al coche. Llegamos a mi casa y deje el coche fuera del garaje, saqué lo necesario para que Hasán pudiera limpiarlo y le dije:

  • Cuando termines me avisas, yo estoy dentro preparando algo de cenar
  • Vale, así lo haré

Al cabo de un buen rato, Hasán me llamó y me enseñó su trabajo, la verdad es que lo había dejado perfecto, lo había limpiado por fuera y por dentro.

  • ¿Está bien así?
  • Está perfecto, entra a casa y descansa un poco

Hasán estaba sudado del trabajo que había realizado, se sentó y le saque una cerveza.

  • Refréscate un poco y descansa
  • ¿Puedo quitarme algo de ropa, estoy sudado?
  • Sí, y si quieres puedes ducharte
  • ¿De verdad?
  • Sí, creo que es lo mínimo que puedo hacer por ti
  • 1Gracias¡, no sabes lo que te lo agradezco, hace ya una semana que no me he podido duchar
  • Tómate la cerveza y después te duchas

Nos tomamos la cerveza y Hasán se quedó en camiseta, mostrando una mata de vello que indicaba como era su cuerpo, eso a mí me gustó, pues siempre me atrajeron los hombres con vello.

Le acompañé al baño para que se duchara, fui a por una toalla y encontré a Hasán casi desnudo sólo con el calzoncillo.

  • ¿Puedo lavarlo un poco? – señaló su calzoncillo que más que blanco estaba amarillo
  • Creo que mejor será que te duches y yo me llevaré tu ropa para lavarla
  • Pero es que no tengo con que vestirme después
  • Tranquilo te dejare algo mío mientras
  • ¡ Gracias¡ - me dijo, mientras se quitaba el calzoncillo y pude ver una polla hermosa y unos huevos colgando maravillosos

Cogí su ropa y entonces instintivamente sin pensar que Hasán estaba allí me lleve sus calzoncillos a la nariz. El olor que desprendían era fantástico, una mezcla de orina, semen y sudor que hicieron que me empalmara inmediatamente.

  • ¿Te gusta el olor de Hasán? – dijo él entonces.
  • Perdona, lo siento – dije yo.
  • .No pasa nada, yo me alegro de que te guste mi olor.

Entonces vi como su polla empezaba a crecer.

  • ¿Quieres oler aquí? – dijo señalando sus huevos
  • ¿Me dejas?
  • Claro, a mi también me gusta oler la polla.

Me acerqué, me arrodillé y metí mis narices entre sus huevos y su polla. El olor era espectacular, mi polla estaba a tope.

  • Puedes chupar si quieres - me dijo- Hasán está agradecido a ti y es todo tuyo.

Entonces vi como su polla estaba totalmente erecta, Era una polla proporcionada de unos 18 cm, estaba circuncidada y lucía un capullo precioso.

Mi lengua empezó por lamer sus huevos, cosa que le gustó.

  • Hasán quiero tener sexo contigo ¿Tú quieres?
  • Sí, hace mucho que no tengo sexo y a Hasán también le gusta.
  • ¿Vamos a la cama?
  • Claro, allí mejor

Nos fuimos a mi cuarto, él ya estaba desnudo, yo me quité la ropa y le pedí que se tumbara sobre la cama. Me acerqué a él y lo besé en la boca. Nuestras lenguas se unieron y jugaron mientras nuestras pollas erectas se rozaban.

Empecé a lamer su cuello, los lóbulos de sus orejas, la comisura de sus labios. Levanté sus brazos y lamí sus axilas que olían a sudor, eso le gustó. Lamí sus pezones rodeados de vello y reaccionaron poniéndose

duros como piedras. Lamí su ombligo y pude notar que él se dejaba hacer. Su polla empezaba a estar húmeda y la mía también. Llegué a sus genitales, pero los dejé para el final, quería comerme sus pies. Bajé hasta ellos, olían también a sudor, empecé a chupar sus dedos mientras disfrutaba del olor que desprendían. Él miraba, cerraba los ojos de placer. Subí por sus peludas piernas y llegue a sus inglés quería disfrutar de su olor, lamer sus huevos despacio, metérmelos en la boca, primero uno después el otro y subir lamiendo su polla hasta el capullo, yo estaba a punto de correrme y él también. Llegué al capullo que estaba muy húmedo, pase mi lengua por su frenillo y de repente empezó a soltar su semen. Mi boca agarro aquel capullo intentando que no se perdiera ninguna gota. Toda su leche entro en ella, mientras mi polla también sacaba sus jugos en una corrida bestial. Hasán quiso también probar mi leche y su boca limpió mi polla. Nos fundimos después en un beso mientras nuestros jugos se mezclaban,

Descansamos un rato abrazados, Nuestras pollas de nuevo empezaron a crecer y fue entonces cuando él se volvió de espaldas y me ofreció su culo.

  • Quiero ser tuyo – me dijo

Un culo peludo se abría frente a mi, mi lengua empezó a lamer, mientras mi nariz aspiraba su olor, lo lamí, lo llené de saliva, escupí en su agujero mientras pasaba mi dedo que iba haciendo que se dilatara, después metí dos dedos.

  • No puedo Hasán, no tengo preservativos
  • No pasa nada, métela sin preservativo
  • ¿Estás seguro?
  • Sí, quiero sentirte dentro de mí

Se arrodilló en la cama y puso su culo en pompa, restregué mi polla húmeda por los alrededores de su agujero y poco a poco la fui metiendo. Cuando ya estaba dentro, empecé a bombear a la vez que con mis manos, sujetaba su polla y le pajeaba a ritmo, notaba como el hacía gestos de dolor y le dije:

  • ¿Quieres que paremos?, parece que te está doliendo.
  • No, por favor sigue

Seguí bombeando hasta que note que su polla empezaba a crecer en mi mano, lo cual anunciaba su pronta corrida y la mía lo hacía en su culo. Los dos sentimos como una fuerte sacudida y explotamos a la vez. Mi mano se llenó de su leche y su culo de la mía.

Nos quedamos los dos un rato así, mi polla dentro de él y la suya entre mis manos. Poco a poco saqué mi polla y le dije:

  • Vamos a ducharnos

Hasán sonreía, me beso y dijo:

  • Sí vamos a ducharnos

Una vez en la ducha, empecé a enjabonarle mientras él hacía lo propio conmigo, nos volvimos a besar mientras el agua resbalaba por nuestros cuerpos.

Nos secamos y le di ropa a Hasán, me dijo entonces:

  • No laves mis calzoncillos, quiero que te los quedes.
  • ¡Gracias!, yo quiero que te quedes aquí conmigo

Así Hasán, permaneció en mi casa durante varios meses, hasta que un día se marchó a su tierra porque su padre se puso muy enfermo. Fueron unos meses inolvidables, Me escribió una carta en la que me comunicaba que su padre había muerto y no podría volver, pero que no lavara sus calzoncillos pues así su olor siempre estaría conmigo.

No he lavado esos calzoncillos y cuando lo echo de menos, los huelo y me pajeo pensando en él.