No hay mal que por bien no venga...

Una bonita história de amor de contenido no erótico.

Me llamo David. Tengo 32 años y vivo en Palma de Mallorca.

Cuando terminé mi carrera de dentista, me vine a Palma a trabajar con un compañero de curso con quién siempre me llevé muy bien. Es hijo único de una familia con muchísima pasta y su padre le montó un consultorio de lo mejor y más moderno que hay. Me invitó a trabajar con él. Acepté con placer y la vida me va muy bien en el campo profesional.

Como la mayor parte de los españoles, paso el tiempo a hablar mal de Telefónica, de lo ladrona que es, del mal servicio, de las deficiencias en el ámbito de información y asistencia al cliente, etc...

Pues esta vez tengo que agradecerle, pues debido a una de sus deficiencias tuve la que fue la mejor experiencia de mi vida.

Todo empezó cuando una mañana, en mi apartamento de soltero, cogí el teléfono, para llamar ya no me acuerdo a quién ni por qué... Cuando iba a marcar el número me cogí un cabreo con la dicha compañía... al coger auricular empecé a oír voces; mi teléfono no estaba disponible. ¡Otra avería! No hay quién pueda con ellos, pero cobrar si que cobran y bien.

Cuando iba a colgar, mi instinto me dijo que no hiciera ruido y escuchara, Hablaban dos amigas que por la voz tendrían entre veinticinco a treinta y cinco años, a pesar de que por teléfono las voces a veces engañan.

  • ¿Y cómo lo conociste?

  • Bueno Tere, todavía no lo vi. Tiene una conversación agradable... su nombre es Pablo, es alto, rubio, delgado, deportista,

  • ¿Te mandó alguna foto escaneada? A ver si es un viejo baboso y se está riendo de ti... esto de Internet es una lotería.

  • No me la mandó, pero este sábado ya me quito las dudas, No es nada que yo no haya pensado. Lo conocí accidentalmente a través del ICQ.

  • Lola, ten cuidado, Hay casos muy desagradables con esto de los chats.

  • No te preocupes. Le digo que quiero ir en mi coche y si es un imbécil lo dejo plantado en el primer sitio que se me ocurra. Quedamos de vernos en la plaza Gomila a las once de la mañana.

  • ¿Y cómo lo conoces? – preguntó Tere con picardía - ¿Cómo va vestido?

  • Me dijo que llevaría una americana azul, unos pantalones gris claros y una corbata gris con delfines azules. Yo me llevo unos vaqueros y un polo amarillo.

La conversación continuó, Lola contó una cantidad de detalles a Tere que me resultaron muy útiles; esperé que colgaran para no hacer ruido en la línea y me eché a reír. – Pablo, amigo mío... no te conozco, pero te la voy a pegar.

La descripción física del tío no podía asemejarse más a mí. Era dos años más joven que yo, pero eso no importaba porque parezco más joven que lo que soy. Solo me faltaba ir al Corte Inglés o al Tie Shop a comprar una ridícula corbata con delfines azules en fondo gris. No sería difícil de encontrar.

El sábado estaba yo en el punto de encuentro media hora antes sentado en mi coche, Había aparcado en un lugar estratégico, porque no quería coincidir con el tal Pablo. Esperaba que al tío no le diera por venir antes y que ella no se retrasara. Lola llegó a las once y cuarenta y se quedó junto a la cabina telefónica cómo había explicado a Tere.

La cosa iba bien. Salí del coche y me dirigí a ella. Era muy guapa, pelo negro azabache, la piel muy blanca, con los ojos azules, y su cuerpo parecía muy bonito, mediría por ahí un metro sesenta y cinco, pecho treinta y seis y unas lindas caderas, solo me faltaba verle las piernas tapadas por los vaqueros, pero se adivinaban bonitas...

  • ¿Lola? – Me miró con interés - ¿Pablo?

Le dije que nos fuéramos ya, porque tenía el coche en doble fila con los cuatro intermitentes puestos. Me extrañó que no me dijera que quería ir en su coche tal cómo había dicho a Tere. Al parecer mi aspecto le agradó y no estaba desconfiada.

  • ¡Que maravilla! Una mujer guapa y encima puntual. – dije – Odio llegar tarde a los sitios y tener el típico comportamiento que siempre se reprocha a las mujeres, cómo viajar con una cantidad exagerada de cosas, aparcar mal, esperar que los hombres me inviten a lo que sea y paguen ellos... no es que sea feminista, pero si queremos la igualdad no podemos destacar por ese tipo de cosas.

Lola empezaba a gustarme. Nos fuimos de paseo por la isla... comimos juntos, hablamos de una cantidad de cosas... logré no meter la pata gracias a la cantidad de detalles que Lola había contado a Tere.

Cómo en realidad no sabía hasta que punto conocía a Pablo a través del chat, no hablaba demasiado. Más bien escuchaba. Eso es algo que a las mujeres les encanta. La verdad es que estábamos encantados el uno con el otro. Me quedé helado cuando me preguntó en que trabajaba. ¿Sería una trampa? Le había contado a Tere que llevaba tres semana chateando con Pablo y me parecía increíble que durante ese tiempo no se lo hubiera preguntado o él no se lo hubiera dicho. Cómo no lo dijo en la conversación que oí... estaba en blanco y terminé por decirle: - Soy médico. Médico dentista. – suspendí la respiración por un momento esperando que me llamara mentiroso, o de algún modo me reprochara... pero no. – Qué interesante. Yo trabajo de secretaria en un despacho de abogados.

Lola no me había pillado. Me pareció cada vez más extraño. ¿De qué habrían hablado durante las tres semanas?

Era una mujer inteligente, de ideas claras, agradable... y empecé a sentir remordimientos. Me había aprovechado de no haber respetado la privacidad de una conversación telefónica. Me sentí igual que un muchacho de dieciocho años irresponsable. Salí con la intención de tener un ligue con una desconocida y llevarla a la cama, de ser posible... esa misma noche.

Lola demostró ser una mujer con demasiada categoría para algo así. Al parecer Cupido ese día me hizo el blanco de su flecha.

La noche llegó muy rápida. ¿Por qué tiene que ser tan corto lo que es bueno?

Estábamos del otro lado de la isla y nos fuimos a un restaurante en Alcudia.

Durante la cena no aguanté más y le pregunté cómo lo estaba pasando. – De maravilla, Pablo. ¿Y tú?

  • Lola... si te dijera que fue uno de los días más agradables de mi vida, pasado con la mujer más agradable que conocí en mis treinta y dos años de vida me creerías? – se lo dije mirándola a los ojos.

– Sí, Pablo. Te creo. – Su expresión era ahora triste. Le rolaron dos lágrimas por su lindo rostro. Me quedé sin saber cómo reaccionar. Le cogí la mano. La estreché entre las mías y se la besé. Fue mi primer beso.

  • Lola... cariño, ¿Qué te pasa, porque lloras?

  • Ahora no te lo puedo decir... no me preguntes nada.

  • Lola, tengo muchas ganas de volver a verte. Deseaba pedirte que quedáramos de vernos mañana. Eres la mujer más fascinante que conocí... sin embargo, no me atrevo porque no me lo merezco.

Me miró a los ojos - ¿Estás casado, verdad? Esto de Internet y los chats...

  • No. Estoy soltero. Pero hay algo que debo confesarte y que me hace sufrir mucho en este momento. Vine a esta cita con una intención poco limpia... En mi soledad, imaginé esta cita cómo una posibilidad de encontrar a una compañera de cama fácil. Resulta que no me encontré con lo que esperaba... y encima, por primera vez, siento que encontré a la mujer que inconscientemente estoy buscando de toda la vida. Es muy temprano para decirlo, la vida da muchas vueltas... pero si esto no es amor a primera vista, entonces no sé lo que es.

  • Pablo, me pasa casi lo mismo. Bueno, yo no buscaba un compañero de cama ni mucho menos... sin embargo comparto contigo el mismo sentimiento. Tampoco me había pasado antes. Tuve varios ligues pero nunca sentí por nadie lo que siento ahora por ti... en otras circunstancias querría volver a salir contigo, conocerte mejor, pero por ironía del destino, hay algo que... me impide de volver a verte.

  • Tienes razón. No me lo merezco. Y quedaré toda la vida lamentando y reprochándome por lo que hice.

  • Pablo, no te tomo a mal que hayas venido en busca de cama. Siento por ti que no pueda ser, pero hasta te comprendo y no me ofendes en absoluto. Hasta te respeto por el valor que has tenido al confesármelo. Hoy día, igual los chicos que las chicas, es lo que buscan la mayor parte de las veces. Felizmente o desgraciadamente yo no soy así. No tengas remordimientos por eso.

  • No mi querida Lola. El caso es más complicado. Me avergüenzo de lo que hice, pero no puedo dejarte sin confesarte toda la verdad. Cuando te lo cuente me vas a odiar.

  • ¡No me asustes! – Vi el pánico en sus ojos.

  • Bueno... hace días, estando en mi apartamento, cuando iba hacer una llamada telefónica, me encontré con dos chicas que hablaban de una cita... una tal Tere y una tal Lola. Oí todo lo que dijeron. No respeté su privacidad. Como un muchacho irresponsable me vestí cómo el tal Pablo... me adaptaba físicamente a la descripción que escuché... y decidí dejarlo plantado. Por cierto, mi nombre es David y tengo treinta y dos años, no treinta. Todas las demás cosas que te dije son verdad. La idea me divertía y no medí la gravedad de la situación. Aquí me tienes: un impostor, un imbécil, no me merezco tu perdón... ni el del pobre Pablo.

Cuando esperaba que me dijera una cantidad de cosas desagradables, que me insultara, que me tratara cómo merecía... tuve la mayor y mejor sorpresa del día. Se levantó y se acercó a mí mirándome fijamente; me esperaba un bofetón... no me moví decidiendo aceptar lo que viniera. Me cogió la cara con las dos manos, me la acarició... me besó los labios. - ¡Te quiero, David! Qué peso me quitaste de encima. – yo no entendía nada. Nada hacía sentido. Solo pude decir muy bajito: - ¡Lola! – Se echó a reír. - ¡Tere! Soy Teresa. Verás, cariño... Lola es mi mejor amiga. Es una chica buenísima, con muchos traumas, fue violada por un hermano de su madre a los trece años, nunca se lo dijo a nadie en la familia para no disgustar a su madre y por la vergüenza que le daba la situación, solo se desahogó conmigo que por primera vez lo estoy contando a alguien. Te pido la mayor confidencialidad... sé que eres un caballero. Estuvo a punto de morirse hace poco. Un disgusto de amor, un intento de suicidio... Quise conocer a Pablo antes de ella para ver que tipo de hombre era. – Mi cabeza estallaba. La escuchaba e intentaba asimilar... – Resulta que también yo me enamoré de ti a primera vista. No podía aprovecharme... no podría volver a verte. Tenía que confesar a Lola lo que había hecho, decirle que me parecías una maravilla, presentaros... y desaparecer de vuestras vidas. Por eso lloraba. David... tenemos que conocernos mejor. Ya no hay motivo para que nos alejemos el uno del otro. Lo tuyo fue una tontería pero no tiene la más mínima importancia. Hasta me hace gracia. Lo mío fue hecho con buena intención.

Llamé el camarero. Pedí la cuenta y consentí que pagara la mitad...

Salimos cogidos de la mano. Sabíamos que lo nuestro no era un simple ligue.

  • David... – Me miraba con lágrimas en los ojos. Esta vez lágrimas de felicidad. - ¿Te puedo pedir una cosa?

  • Si, mi amor... Todo lo que quieras.

  • David... no sé qué pasará con nosotros. Hasta puede que no funcione. Solo nos conocemos hace unas horas. Para mí, fue el destino que decidió cruzar nuestros caminos. Yo creo en la fuerza del destino. Nada ocurre al azar... – se calló. – Sigue cariño, ¿Qué me quieres pedir? – Cariño, yo nunca tuve ningún contacto con ningún hombre, quitando algún que otro beso, algún que otro tocamiento... nada más. No se te ocurra pensar que te estoy intentando sujetar... si lo nuestro no funciona en determinado momento, nos vamos cada uno a su vida sin reproches ni remordimientos, pero esta noche... Quiero ser tuya. Quiero dormir contigo. Quiero conocer el amor físico llevada de tu mano. ¿Me dejas dormir en tu apartamento? - Se me inundaron los ojos con la emoción. - ¿Estás segura de que es lo que quieres?

  • Sí, David. Segurísima.

  • Por supuesto que sí, mi vida. Si en cualquier momento cambias de opinión lo entenderé y no intentaré forzar nada.. Seré el hombre más feliz del mundo en complacerte. Es todo un honor.

No cambió de opinión. Vivimos una noche de intensa pasión, de entrega total de cuerpo y alma de parte a parte.

Una semana después Tere se vino a vivir conmigo.

Desde entonces, no podemos pasar un minuto sin estar juntos. Terminamos de trabajar y salimos corriendo para reencontrarnos en nuestro paraíso privado. A sus padres no les gustó nada la situación, pero no les quedó otra solución que aceptarla.

Esto ocurrió hace seis meses. Nos casamos la próxima semana. La madrina es Lola.

En cuanto a su cita con Pablo, también se realizó el mismo día que la mía con Tere. Llegaron los dos tarde a la cita, cuando ya nos habíamos marchado nosotros. Lo de ellos no duró ni una semana.

Por respeto, Tere nunca le contó la verdad sobre la forma como nos conocimos.

La pobre Lola sigue buscando a su príncipe encantado y no termina de encontrarlo. Es una bella persona y además guapísima, pero su inestabilidad mental y su espíritu atormentado no la ayudan nada y ninguna relación prospera... desde luego, no es una chica con suerte.

Fin