No hay dos sin tres (experiencia)

Por fin pude tener una experiencia con una pareja, besando los pies de ella.

No hay dos sin tres (experiencia)

Cuando comencé a escribir los relatos, nunca pensé que podría llegar a tener una experiencia como la que logré y les relataré.

Cada vez que publicaba un relato previamente abría mi correo para ver si alguien quería comunicarse conmigo. Y según pasaban los días y la casilla permanecía sin mensajes, cada vez me convencía más que nadie compartiría mis deseos. Hasta que un día un mensaje me solicitaba saber si lo relatado era un sentimiento real en mi. Ante mi respuesta siguieron la preguntas, si mi esposa compartía los relatos y participaba en la realidad, si los distintos personajes que se fueron incorporando también existían, si en realidad deseaba yo tener más experiencias de ese tipo, y varias más. Por fin después de varios días y mensajes fue dando a conocer sus intenciones. Era un hombre joven, de 38 años, y vivía en pareja. Si bien eran de otra provincia estaban dispuestos a que nos conociéramos pues proyectaban viajar próximamente de vacaciones y podrían hacerlo hacia donde yo vivía.

Y así sucedió. Llegaron a encontrarse conmigo en un restaurante del centro de la ciudad. Como no nos conocíamos físicamente, establecimos que yo estaría ocupando una mesa, leyendo un libro, tomando un café y cada vez que ingresara una pareja al lugar yo pasaría el vaso de agua de una orilla de la mesa a la otra. En caso de que no me desagradaran luego que ocuparan otra mesa, volvería el vaso a su lugar. Ellos por su parte, si mi presencia no les desagradara tampoco, después de acomodarse tratando de que fuera próximo a mi mesa, me observarían evaluando la situación hasta el momento de pedir sus bebidas. En ese instante les dirían a quien los atienda que se trasladarían a la mesa de un conocido. Y ella se dirigiría al baño, y él levantándose a continuación se acercaría a mí como si fuéramos conocidos de antes. Hasta ese momento yo solo conocía el nombre de él, Marcos, y lo saludaría por su nombre haciéndome el sorprendido de verlo allí, le preguntaría por su esposa y él me diría "Fulana está en el baño, ya regresa".

Todo pasó tal como lo habíamos establecido. Cuando ella se acercó, me saludó con un beso en la mejilla y se sentó. Y en ese momento, bajando un poco el volumen de la conversación tomamos nuestros pedidos compartiendo temas sin trascendencia, pero de alguna manera estableció cierto grado de familiaridad entre todos. Después de eso, me hice cargo del consumo mientras nos levantamos y salimos juntos. Una vez afuera del restaurante, me dieron la dirección del hotel donde estaban hospedados, y nos dirigimos allí. Cuando ellos solicitaron la llave, le dijeron al conserje que era amigo y si fuera posible me diera habitación cercana. Así me alojé por un día cerca de ellos. Después almorzamos juntos en el comedor del hotel donde fuimos sincerándonos de los gustos de cada uno pero especialmente de lo que a cada uno le disgustaba. Después de almorzar, nos dirigimos cada uno a su habitación aparentemente, pero en realidad ellos me dieron la llave de la suya y allí los esperé yo. Cuando llegaron entraron directamente pues les había dejado la puerta sin llave. Y en silencio ella, Martha, me tomó de la mano, y me llevó al baño, mientras su pareja cerraba la puerta con llave. Una vez en el baño Martha me dijo "De rodillas ante mí, para que te posea como esclavo"- Sin duda había dado con la persona indicada, por lo que me arrodillé ante ella. Después ella continuó- ¿Te sometés como mi esclavo, para servirme en servidumbre, sin condicionamientos ni reservas?- Yo respondí " si, me someto"- Entonces a partir de este momento soy tu Ama y Dueña de tu vida. No podrás hacer nada sin mi autorización, y me obedecerás sin protestar en todo lo que te mande, ¿has entendido?

  • Si, mi Ama.-

-Lo primero que harás será sellar tu obediencia, ¡me besás ya los pies!

Si, mi Ama- inclinándome ante sus pies que estaban calzados de unos zapatos taco alto, besé los empeines de ambos pies.

Yo te ordené que besaras los pies, ¡todos los pies! Tendrás que quitarme los zapatos, esclavo.

Si, mi Dueña, como ordenés- dije, y con sumo placer le quité suavemente los zapatos, observando que sus pies estaban enfundados en medias transparentes sin costuras, lo que permitía ver aprisionado por la tenue malla a sus dedos, con la uñas prolijamente recortadas y con esmalte de uñas color rojo brillante. Y besé con delicadeza sus pies, sintiendo el aroma que desprendían, mezcla de olor de cuerpo perfumado de mujer, mezclado con el olor del cuero.

¡Ahora seguíme de rodillas y besando mis zapatos!- dijo y comenzó a caminar hacia el dormitorio. Obediente, de rodillas la seguí besando el lugar donde ella había pisado, el interior de sus zapatos; Marcos se había quitado la ropa y la estaba esperando acostado en la cama. Cuando ella se detuvo al lado de la cama, dirigiéndose a mí empezó a ordenar.

Extendé las manos juntas adelante -Y sacando el cinto de mi propio pantalón me las ató, porque eso estaba establecido de antemano. Al no conocernos, para tranquilidad de ellos yo debía estar limitado físicamente, para que no me excediera en algún momento debido a la excitación y pudiéramos seguir todos lo pactado. Y después se quitó la blusa, dejó caer la pollera al suelo, y quedando sólo con una pequeñísima braga y un mínimo corpiño, se aproximó hasta que su cuerpo se pegó al mío - Decime, esclavo, ¿que sentís en este momento?

Que me excita su cuerpo, mi Ama- al tiempo que lo decía, lo demostraba pues se me había parado el miembro, el que al caerse los pantalones al suelo por estar sin el cinturón, se presentaba hinchado bajo el calzoncillo.

¿Y qué es lo que más deseas de mi cuerpo?- me dijo mientras lentamente se desprendió el corpiño.

Sus hermosos pies, mi Ama-

¿Qué deseas hacerles?- continuó, quitándose la mínima bombachita y dejándola caer desganadamente al suelo.

Deseo lamerlos, mi Ama.

Sentándose en el borde de la cama -Sólo podés olerlos, porque sos nada más que un esclavo, pero te voy a conceder un favor- y poniéndome un pie en la cara y con el otro pisándome el miembro- mientras me olés el pie, acariciándome, sacáme la media. Así lo hice, le olía el pie y suavemente le acariciaba la pierna, bajando su media hasta llegar al pie, allí me demoré un poco más, disfrutando el momento. Al ver su pie desnudo ante mis ojos creía que llegaría al orgasmo al apoyar ella sus dedos en mis labios. Pero rápidamente cambió de pie para que hiciera lo mismo con el otro.

Mientras tanto Marcos se manoseaba su miembro mientras contemplaba como su esposa me excitaba, y su erección demostraba cuánto. Al quedar totalmente desnuda, se bajó de la cama y tomando a su pareja de una mano hizo que se sentara en el borde de la cama con los pies en el suelo. Luego ella se sentó sobre su miembro erguido, penetrándose su sexo con él. Marcos la abrazó, acariciándole los pechos, entonces Martha le dijo a él- ¿Te gusta que este infeliz nos esté viendo? Mirá como está excitado. No sólo me gusta sino que me excita mucho.

Ellos estaban concretando una fantasía que nunca habían podido concretar, la de coger siendo observados por alguien. Martha, penetrada por el miembro de Marcos, comenzó a moverse sobre él para que esa verga entrara y saliera de ella. Pero entonces dirigiendo su atención hacia mí ella dijo- Esclavo de mierda, tomá mis pies y lamélos - y apoyando sus dos manos en la cama, levantó sus piernas hasta poner un pie frente a mi cara y el otro sobre mi hombro, separando sus piernas. Entonces pude ver la verga de Marcos, como penetraba a Martha y como ella comenzó a moverse de costado para que el miembro refregara las paredes internas de su vagina. Marcos se tiró de espaldas sobre la cama, sin soltar los pechos de ella, jugueteando con sus pezones.

Ella le dijo- nos está mirando, mi amor, está mirando como me estás cojiendo- Las manos de él se crisparon apretando los pechos de Martha y Marcos se comenzó a retorcer bajo ella, quejándose con placer y empezó a lamentarse-¡ me estoy corriendo, mi amor! – entonces ella detuvo un instante sus movimientos, y después los reanudó, dándole así a Marcos un goce intermitente, retardándole su eyaculación. Mientras tanto yo había tomado su pie entre mis manos y no solo los acariciaba sino que lamía la planta del pie y metía mi lengua entre sus dedos. Ella de decía Marcos- no volqués todavía, mi vida, disfrutá como yo, porque todavía nos está mirando . La tiene parada y le late de calentura lo que nos vé- Entonces Marcos le dijo – metéle tu pie dentro de su boca- y ella, entonces dejándo de moverse, me miró y ordenó- ¡Abrí tu boca, esclavo! –y metiendo su pie dentro de ella, comenzó a mover los deditos- ¡ chupámelo, basura!- y yo comencé a succionar ese hermoso pie, jugaba con mi lengua sobre él, recorriendo parte de la planta del pie, metiendo la lengua entre sus dedos, lamiendo sus uñas.- Martha empezó a gemir - ¡qué linda lengua tenés, como me acaricia el pie!- Marcos no pudo aguantar más y derramó su semen dentro de ella, lo que hizo que Martha sin permitir que el miembro saliera de ella, se reclinara hacia atrás, sobre él y comenzara a besarlo en la boca y a acariciarlo amorosamente.

Pero seguía moviendo sus dedos dentro de mi boca. Ella aún no había llegado al orgasmo. El se dio cuenta, entonces bajó una mano y metiéndole junto a su verga un dedo en la vagina, comenzó a masturbarla.- Ella decía- Más, por favor, más- y él la masturbaba con más fuerza. Ella me ordenó- ¡chupáme el pie, esclavo! ¡ más, más, más...!- Y abriendo todos sus dedos dentro de mi boca, se puso tensa y Marcos, tapándole la boca con la mano, sofocó el grito de ella. Cuando llegó al orgasmo. Después se relajó, sacando el pie de mi boca, y girando de costado se acostó al lado de su pareja. Se acariciaban lentamente y con deleite por haber gozado ambos. Luego, Marcos se incorporó y me dijo- Vos no has llegado al orgasmo-y mirando a su pareja, pero dirigiéndose a mí agregó- ¿Quisieras llegar a eyacular?- a lo que contesté - ¡Sí! ¡Por favor!- Entonces, ahora dirigiéndose a su pareja dijo- Martha, mi amor, ¿no le ayudarías? - Ella se incorporó lentamente y mirándome a los ojos dijo- Un esclavo no puede pedir nada para él. Pero te haré un regalo que no merecés- sentándose en el borde de la cama nuevamente, me bajó el calzoncillo y puso un pie sobre mi erecto miembro, y comenzó a jugar con la punta de él, acariciándolo con la planta del pie.- Tomá mi otro pie y llevátelo a la boca y lamélo mientras te masturbo- Yo tomé entre mis manos de nuevo ese hermoso pie y comencé a lamer la planta de él- ¡ chupálo, esclavo de mierda!- metí el dedo gordo en mi boca y lo succioné al tiempo que lo acariciaba con la lengua- ¡pero chupáme todos los dedos, uno por uno! - así que comencé a chupar dada uno de esos hermosos deditos, deleitándome en ello como si fueran unas golosinas- metélo dentro de tu boca- al introducir todo en mi boca, nuevamente comenzó a mover sus dedos dentro de ella y yo a jugar con mi lengua entre ellos. Ella, dándose vuelta miró a Marcos y le dijo- ¿te gusta lo que le hago?- y él mientras se arrodillaba sobre la cama a su lado dijo- tanto me encanta que pisés una verga de otro, que mirá como se me paró de nuevo- y le metió su verga parada en la boca, entonces ella la tomó en sus manos y lo comenzó a masturbar mientras se la succionaba. Y acompañaba el movimiento de su mano con el pie que me pisaba mi verga, masturbándome así a mí. Y la mirada de Marcos iba alternadamente de la cara de su pareja, al pie de ella que me masturbaba. Y entonces nuevamente derramó su semen, pero esta vez en la boca de Martha.

Mi excitación era tremenda pero no conseguía volcar pues los movimientos del pie de ella no eran tan completos como para mi eyaculación, y ella de dio cuenta, por lo que sacando su pie de mi boca dijo- al suelo, esclavo- yo me acosté tendido en el suelo, y ella se paró a mi lado y poniendo un pie en mi cara agregó- laméme la planta del pie y hácete la paja- y de esta forma, masturbándome mientras lamía su pie fue que volqué por fin mi leche. Apenas terminé de eyacular y quedé tendido en el suelo, relajándome, me subió el calzoncillo y corrió el cierre del pantalón sin alcanzar a secarme el semen derramado. Ahora de rodillas! Y colocáme los zapatos- una vez que los coloqué me ordenó- Te vas que me quedo con mi hombre, solo volveras en este día cuando yo te lo diga, si no vendrás mañana a esta misma hora- y me despidió. En besapies21@yahoo.com.ar les cuento lo que pasó al otro día.-