No existen límites...

No existen la vergüenza, no exista la moral, no existe las normas de la sociedad, no existe un NO por respuesta...

Soy una chica que tiene 25 años, de contextura delgada, pelo largo castaño y ojos de color café, de piel pálida, estatura: 1.57, de bonitas piernas y lindos ojos, según mis colegas y los piropos que me lanzan los hombres en la calle, mis medidas son 96, 72, 94. En resumen, me considero una mujer normal físicamente. Soy una persona de carácter fuerte, directa, decidida, risueña, amable y honesta.

Soy secretaria de una gran empresa, mi jefe, el dueño de ésta. Un hombre de 40 años, abogado, físicamente de ojos cafés, pelo negro, piel blanca, alto. Guapo en definitiva.  Mi relación con él es buena, podría decir que conformamos un buen equipo. Cuando llegó al área me llamo mucho la atención su aire misterioso e intelectual. Él siempre se mantenía apartado de toda celebración que se hacía en la oficina, siempre mantuvo el espacio en ello y la indiferencia con el equipo. Era cordial, amable y profesional. Por la señal que nos daba, esto sólo es trabajo y no vida social, por ende no veía la obligación de conversar con nosotros otros temas que para él, no son de su relevancia o interés.

Mi jefe era muy exigente, tanto que termino solicitando el cambio de la secretaria que siempre tuvo el cargo, puesto que, según él, no era competente. El mismo me solicitó, después me enteré que lo hizo, ya que ha tenido muy buenos comentarios de mí, en cuanto a mi desempeño y a lo efectiva que soy en cuanto a respetar los tiempos de entrega de los informes tanto semanales como mensuales. El punto es que me enteré de mi cambio el mismo día que me debía cambiar de puesto, ya que a partir de ese momento era la secretaria del jefe, después de todas los improperios posibles de hacer, puse mi mejor cara para entrar a reunión con él y poder ver el procedimiento a seguir, es decir, que me ponga al día en cuanto a su modus operandis. La primera semana fue nefasta, me ponía nerviosa de solo tener que transferirle las llamadas, de las cuales varias transferí mal, él me ponía de mal humor y lo que es peor, me ponía muy nerviosa, puesto que, la oficina de él estaba detrás de mí, y para peor, tenía las persianas del ventanal hacia arriba, por ende podía ver todo lo que yo hacía. Podía sentir como su mirada me evaluaba cada movimiento. Sí, definitivamente tenía todos esos apodos que merodeaban por la oficina, como egocéntrico, pesado, antipático, el nerd, etc...

A medida que me iba acostumbrando a su forma de trabajar, ya podía estar "mejor", pesé que aún su mirada me incomodaba, ya no lo hacía tanto como las primeras semanas, a medida que pasaba el tiempo, nuestra relación laboral mejoraba, incluso él había cambiado conmigo, hablábamos de nuestros gustos por los libros, por la comida, los lugares que hemos conocido, incluso a veces nos tirábamos chistes de todo tipo, incluso de doble sentido, lo cual hacía un ambiente de trabajo más agradable.

Como generalmente pasaba, me tuve que quedar hasta tarde para terminar un informe que debía entregar a primera hora del siguiente día, no me extraño que estuviera también mi jefe, puesto que él todos los días se iba tarde. Luego de dejar pasar 2 horas, decidí tomar un descanso, ya que si seguía viendo más números me iba a terminar doliendo la cabeza. Puse la cafetera en funcionamiento, mientras esperaba, decidí tocar la puerta de la oficina de mi Jefe, para preguntarle si deseaba un café, a lo cual el me respondió más que encantado con un Sí. Cuando se lo serví me retiraba y me pidió si lo podía acompañar, puesto que ya estaba mareado de tanto trabajar. Nos servimos el café en silencio, un silencio que a medida que pasaban los minutos se hizo incomodo, por lo cual el procedió a romperlo realizándome preguntas triviales, amenizando el ambiente. Entre conversa pasamos a los chistes y comentarios de doble sentido, el ambiente cambió, era más sensual, erótico, la mirada de mi jefe era más profunda, cada vez que me percataba de sus ojos, de su cuerpo, de sus facciones podía sentir un calor en mi interior, mi cuerpo lo llamaba, definitivamente lo deseaba. Me atraía mi Jefe, pero en ese momento, entre tanto comentario sexual, me calentó. Y quería probarlo a él. Su cuerpo también me señalaba que quería jugar, pero no se atrevía. Por lo cual mi calor pudo más que mi sentido común. Me pare frente al escritorio de él y camine para quedarme al lado de él, moví la silla en la que él estaba sentado, en mi dirección, quedando frente a frente, para después sentarme en su regazo y besarlo, poniendo una pierna a cada lado, quedando abierta para él, sólo nos separaba mi ropa interior, y su pantalón, puesto que andaba con falda,  mientras mis brazos envolvían su cuello, para luego mis manos jugar con su pelo y tirarlo hacia atrás para poder tener mejor ubicación de su boca y poder devorarla, pasaba mi lengua por su labio superior y luego inferior para después morderlo y meter mi lengua en su interior. Mientras el respondía a mi beso, sus manos amasaban mis nalgas. Mi lengua jugaba con la suya en el interior de nuestras bocas, yo necesitaba probarlo, chupaba su lengua, sus labios para luego mi lengua jugar en el interior de su boca y así probar de él. Era un beso apasionado, desesperado por querer todo de él. Mis manos bajaron a su camisa, mientras seguía saqueando su boca, se la saqué, mientras estimulaba mi sexo con el suyo por arriba del pantalón. Sentía su dureza y yo cada vez me mojaba más. Saque mi lengua de su boca para chupar su labio superior y después morderlo. Mi boca jugo con el contorno de su oreja, la chupaba, la mordía…para luego meter mi lengua en el interior y lamerla…gemía en ella, quería que me escuchará, que se diera cuenta de cómo me estaba sintiendo. Una uña la pasaba por debajo de la otra oreja…lentamente…sé le erizaron los pelos del brazo…seguí con ese roce mientras mi boca jugaba con su oreja. Mientras tanto las manos de él ya me habían desabrochado la falda, ahora estaban en mis pechos, masajeándolos por arriba de mi blusa y sostén. Sentir sus manos ahí me desesperó, interrumpí mi juego en su oreja para mirarlo, y le dije muy cerca de su oreja…desnúdame… a lo cual el me empezó a desabrochar la camisa para luego tirarla al suelo. Me levante y deje caer mi falda ya desabrochada por mis piernas, quedando con ropa interior y mis zapatos de taco aguja de color negro todo a juego. Aquí le haré pagar todas y cada una de las rabietas que pasé, pensé al ver como su mirada me comía. Tome sus manos puse las mías arriba de las de él, lo guíe a mis caderas, a mis nalgas, las apreté contra ellas para luego moverlas a mi pelvis, baje hasta mi pantaleta de encaje, pase por debajo de ella, su mano tocando mi piel y la mía encima de la de él, guiándolo. Haciéndolo tocar la suavidad de mi sexo depilado, pase su mano por arriba de mis labios aún cerrados, para luego abrirlos con dedo índice y que de esa manera se diera cuenta que estoy mojada, de abajo hacia arriba, hasta tocar mi clítoris, al sentir su dedo en el, cerré los ojos y gemí. Con gran fuerza de voluntad subí su mano, paso por mi vientre, hasta llegar a mis pechos, puse mi zapato entre sus piernas, la punta de mi zapato tocaba su entrepierna y el taco quedaba fuera del asiento. Apreté un poco más la punta a su entrepierna y con sus manos en mi pecho y mis manos arriba de ellas, solté su agarre, para pasar una de mis manos por mi pierna que estaba levantada. Quería que la mirase,  y viera que esta culminaba en mi zapato y que la punta de él lo tocaba. Me acerque a sus labios, para que sintiera la vibración de los míos al decirle suave y lentamente: Sácame el sostén, quiero sentirte. Y al decirle mis últimas palabras pase mi lengua por mis labios para luego terminar en los suyos, y hecho esto me di la vuelta, dándole la espalda y me senté arriba del, sintiendo su erección y estando nuestros dos sexos rozándose entre las prendas de ropa que aún teníamos. Me desabrocho el sostén y pedí sus manos, las volví a poner debajo de las mías, lo guie a mis pechos, apreté mis manos, haciendo él, el mismo movimiento con las suyas sobre mis pechos, yo lo guiaba, hice que me amasara los pechos y mientras lo hacía más hundía mi trasero en él, para sentir su erección, me sobaba en su regazo, mientras guiaba sus dedos a pellizcar mis pezones, los cuales se ponían duros con su solo tacto, guíe su mano a mi boca y metí su dedo índice, pase la lengua mientras estaba en el interior de mi boca, para luego chuparlo y sacarlo de ella y luego hacer lo mismo con el dedo pulgar. Teniendo dichos dedos mojados por mi saliva los puse en mis pezones e hice que me los pellizcara. A lo cual mi cuerpo se arqueo, levantando aún más mi cola para él y rozándola aún más con su erección. Mientras gemía y mi respiración se hacía cada vez más agitada. Pase su manos por mis caderas, para que de apoco fuera bajando mis pantaletas, de apoco se iban despojando de mí, hasta que termine de sacármelas tirándolas a un lado con mis zapatos. Él se dejaba hacer, le gustaba, lo podía ver en su cuerpo y en esos ojos que me hipnotizaban. Me puse frente a él y chupe muy cerca de su cara su dedo índice, para luego bajar esa mano por mis pechos por mi vientre para luego, posar el dedo húmedo con mi saliva en mi clítoris, yo quería que me viera gemir, como mi cara y mi cuerpo mostraba el deseo que me estaba dando. Rozaba su dedo con mi clítoris, para luego su dedo medio y el pulgar abrir  mis labios mayores para de esta forma poder tener mejor abordado mi clítoris con el dedo índice. Todo me lo hacía yo, pero con sus manos, sentir esas manos invasoras me excitaba, sentir que el disfrutaba me calentaba aún más, yo no me cortaba, con cada toque gemía, mi boca se abría y mi lengua pasaba por  mis labios, el inferior y luego el superior, mientras q con mi otra mano pellizcaba mis pezones ya dolorosamente duros.  Su dedo rozaba mi clítoris para luego seguir bajando a mi interior, y posarse en la abertura de mi vagina. El dedo índice y medio recorrían su alrededor…para luego subir y pasar entre mis labios y mojarse con mis líquidos e invadir y pellizcar mi clítoris. Agarre sus dedos y los puse en mi boca, quería degustar mi propio placer, los metí en mi boca y los lamí en el interior, probando detenidamente su gusto ácido y dulce…con los ojos cerrados degustaba de mi propia excitación, cuando los saque de mi boca los chupe y solté un ligero gemido, un gemido de necesidad. Pose mi boca en la suya y lo besé, quise que él también me probará, pero por medio de mi boca, nuestras lenguas jugaban en el interior de nuestras bocas, mientras el paladeaba mi sabor. Mordí sus labios y me retiré, puse su mano en mi vagina, pase su dedo índice por el contorno de mi vagina…por el interior de mis labios, mojado por mi excitación, deje que se introdujera en mi interior, arquee mi espalda frente a la intromisión, gemí, y le dije a mi amante que moviera su dedo en mi interior como el desee, de un dedo pasaron a dos, jugaban en mi interior, entraba y salían, mientras yo me arqueaba más, ofreciendo mis pechos a su boca, el paso la lengua por la aureola de uno de mis pezones, para luego chuparlo y morderlo, grite, tiré de su pelo, quería más. Él con una mano amasaba mis nalgas, aprisionándolas para que embistieran más fuerte a la intromisión de sus dedos. Mientras yo, ofrecía mis pechos a su boca, con una mano jugaba con uno de mis pechos y también rasguñaba su hombro y con la otra tiraba de él a mi antojo, su lengua lamía mi pezón lentamente, para luego pasarla por su alrededor y luego chuparla. Repetía el mismo acto con mi otro pecho, mientras yo sacaba mi mano de el para darle liberta y así yo poder pasar mis uñas por su cuello y bajar por su hombro…

CONTINUARÁ...