No estás sola.

El verano y la abstinencia pueden traer consecuencias fraternales.

Esta es una historia que me sucedió este verano y que todavía me tiene en estado de shock.

Me llamo Oscar y tengo 35 años. Nací en el seno de una tradicional y humilde familia del centro de la península.

Dicha familia estaba formada por un padre, una madre, obviamente, una hermana y un hermano. Parece claro que yo soy el hermano.

Esta historia tiene como protagonista a mi bonita hermana Patricia.

Sí, ella es la protagonista porque cuando sigas leyendo el relato ,verás como toda la atención recae sobre ella.

Nunca tuvimos una relación demasiado cercana, de adolescentes no se produjo entre nosotros ningún tipo de acercamiento más allá de alguna "pillada" desnudos, o viendo algún canal en la televisión, más erótico de lo apropiado para un hermano.

No, nos llevamos 5 años de edad y esa distancia siempre fue insalvable.

Se casó joven y se separó joven. A los 32 años ya tenía un ex-marido, una ex-pareja y dos chiquillos uno de cada simiente.

Así que podréis adivinar, que lo suyo no era la fidelidad, y sobre todo que no era una mujer muy centrada en cuanto a relaciones se refiere.

Supongo que en parte, esto tuvo que ver con los hechos que ocurrieron el pasado mes de Julio.

Por mi parte diré que siempre fui un empollón, saqué sin problemas un par de licenciaturas, y en el ámbito laboral siempre me fue bien.

Todo lo contrario que en el terreno amoroso, en el cual siempre he sido un desastre.

Por mucho que mejorara mi apariencia física, que lo hice a base de gimnasio y de asesores de imagen, me era muy difícil congeniar con el sexo opuesto.

No obstante, cada cierto tiempo conocía a una chica tan tímida como yo y conseguía tener un romance. Romances que duraban ciertos años, que siempre acababan fracasando.

En mis 37 años de vida, he tenido 4 parejas estables, la última me dejó un poco tocado, y decidí romper con todo y marcharme a vivir a la costa.

Afortunadamente tengo un trabajo que puedo desempeñar desde casa, así que lo solicité en mi empresa y tras una negociación, puse rumbo al mar.

Me trasladé a vivir a una pequeña ciudad costera del litoral mediterráneo. Un pequeño piso de una sola habitación, con vistas parciales a la playa. Playa que disponía de un bonito paseo marítimo donde salir a correr o a pasear.

Allí estuve feliz durante varios meses, hasta que Patricia decidió venir a hacer una visita.

Su llegada no es que alterara mi felicidad, sino que alteró toda mi vida.

Acababa de dejar una de sus muchas parejas, y había cogido unas largas vacaciones en sus innumerables trabajos. Era el final de la temporada escolar, y sus hijos pasarían al menos un mes con sus respectivos padres.

No se quería ir al pueblo con papá y mamá, y sus amigas no tenían vacaciones tan pronto. Así que entre quedarse sola en su casa y venirse a pasar unas vacaciones gratis a la playa ¿Tú que harías?

Se plantó en mi casa un sábado a las 4 de la tarde, justo acababa de tumbarme a echar una bonita siesta de fin de semana, cuando sonó el móvil. Estaba a unas dos manzanas de mi bloque porque el taxista se había perdido y no quería dar más vueltas. Al menos eso me dijo por teléfono.

Allí estaba ella, con un buen par de maletones, un pantalón demasiado corto y una blusa holgada que dejaba entrever sus grandes pechos cubiertos por el bikini.

-Vienes directa para tirarte al agua-solté al verla.

-Vengo directa a tirarme lo que sea-respondió divertida.

La respuesta me dejó sorprendido a medias, porque ella era así, tenía pocos filtros. A pesar de que no existiera una confianza suficiente entre nosotros, ese tipo de frases siempre las soltaba en cualquier reunión familiar.

Siempre hacíamos caso omiso y pensábamos que perro ladrador poco mordedor, pero estábamos bastante equivocados con ella.

Me dio un abrazo donde noté sus pechos más de lo que hubiera deseado.  Mi hermana no es que tuviera un cuerpo diez, pero estaba bastante bien proporcionada, un culo resultón y unas glándulas mamarias bastante grandes y muy buen puestas. Puede decirse que era una mujer atractiva sin ser el centro de las miradas.

-¿Qué tal Nano? Te veo muy bien-siempre me había llamado Nano desde que tengo uso de razón.

-Todo lo bien que se puede, no me quejo-Fui bastante escueto porque estaba deseando volver a mi sofá. El sábado es el único día que me echo la siesta y realmente me estaba incomodando estar allí.

Cuando eres soltero te vuelves bastante maniático con tus cosas, porque controlas todo en tu vida, y cualquier contratiempo se puede sobredimensionar más de la cuenta.

Así que cogí la más grande de sus maletas y la arrastré por el asfalto hasta llegar a casa.

Por el camino hablamos de cosas triviales, el trabajo, los niños, la familia, etc.

Al llegar al piso ella se percató de que sólo había una cama.

-Menos mal que es grande, Nano-sonrió

-No te preocupes que yo duermo en el sofá, es bastante cómodo. En efecto lo era, ya que se hacía cama.

-No, Nano, si alguien se queda en el sofá seré yo, faltaría más

-No te preocupes, tengo aquí la oficina montada y me despierto pronto para trabajar, así que te despertaría sin necesidad. Tú tranquila, que a  veces me quedo dormido aquí.

-¿Hacemos un trato? Tú duermes en el sofá entre semana y los fines de semana en la cama.

-Me parece un buen trato

Aunque en aquel momento ella no especificó que fuera a dormir los fines de semana en el sofá.

-Guarda tu ropa en mi cuarto, te he dejado espacio en el armario. Aunque no creo que haya espacio para todo lo que te has traído. Parece que te vinieras para un mes en lugar de para una semana mujer- protesté

-¿cómo que una semana?-rió- te dije que me quedaba dos semanas y no pusiste pegas.

En ese momento me sentí un poco mal por dentro, por una parte no me importaba que se quedara en mi casa una semana, serían 5 días laborables y dos fines de semana, pero el doble me resultaba demasiado.

Estaba acostumbrado a vivir sólo, a ir casi desnudo o desnudo por la casa, a masturbarme, o en alguna rara ocasión a llevarme a alguna chica. No habían sido más que un par en estos meses, pero era verano y la cosa es completamente distinta.

Pero tampoco quería echarla de mi casa obviamente. Y juro que no recordaba lo de las dos semanas.

-De todas formas si quieres que me vaya antes me voy, no te preocupes- soltó ella ciertamente triste.

-Sí claro, anda ya-arrastré como pude su maleta mi cuarto, y se la puse en un rincón.

-Coloca todo lo que puedas, y quédate el tiempo que quieras-dije con la boca pequeña-pero no tendré mucho tiempo para estar contigo.

-No te preocupes de verdad, me quedaré sólo esta semana-volvió a decir sin apenas mirarme.

No supe salir de la situación, así que me dispuse a ayudarla a deshacer la maleta y no sé porqué abrí la que tenía a mi lado.

Lo primero que vi fue una colección ingente de tangas y bikinis. Me quedé tan cortado que no supe qué decir.

Ella me miró y se echó a reír, contagiándome la risa.

-En serio Tata, quédate el tiempo que quieras, pero lo del trabajo es en serio. Tengo mucha faena.

-Me las apañaré, ya verás

Salí del cuarto porque estaba deseando coger el sofá, mientras salía le dije que se podía duchar y dormir la siesta en la cama, que yo me iba a tumbar un rato en el salón.

Accedió y la tarde dio paso a una extraña noche.

Yo no tenía ganas de salir a pesar de que era sábado. Mi día de la semana eran los jueves cuando quedaba para jugar al basket o al pádel con algunos compañeros que había conocido en el gimnasio.

Tras el rato de deporte, nos acercábamos a una zona de copas cercana y a veces nos liábamos hasta tarde y otras no. No depender de horarios tiene grandes ventajas.

Pero Patricia me convenció para salir. Era su primera noche y venía con ganas de darlo todo, así que tampoco quise ser el corta-rollos oficial.

Yo me vestí primero y tras esperar un buen rato en el salón a que ella saliera, apareció y no sé que coño me pasó en ese momento que se me puso dura.

Bueno, me pasó que ella estaba espectacular. Un vestido negro de los de "por la raja de tu falda" con un escote "en tirantes" que permitía divisar la mitad de sus pechos y todo su canalillo. Espalda descubierta y unos tacones de los que hacen daño solo de mirar.

-¿Estoy buena eh Nano?-me dijo riendo al darse cuenta de que me había quedado con la boca abierta.

-Tú no vas pidiendo guerra Tata, tu directamente eres la portadora de las armas de destrucción masiva.

Nos reímos a carcajadas, y salimos de casa. Al meternos en el ascensor mi erección no había bajado.  Era mi hermana, coño, pero no podía dejar de mirarla de arriba abajo, y ella se daba cuenta. Para soltar tensiones me atreví a hablar.

-Te voy a decir una cosa, no pienso pelearme con ningún maromo que te arrime cebolleta-avisé.

Se rió y su respuesta me dejó atónito.

-Lo mismo eres tú el que me arriba cebolleta, guarrete.

-Touché sister-sonreí.

Tras esos primeros momentos de impacto la cosa se relajó y paseamos hasta llegar al restaurante donde cenaríamos.  Le pregunté el porqué de su indumentaria y me confesó que hacía tiempo que no se sentía deseada, y que el verano era para vestir así.

Volvimos a la charla trivial hasta llegar al restaurante, donde todos, y todas le miraban. Hubo un momento que incluso, me sentí orgulloso porque percibí la envidia de algunos, y algunas.

Tras la primera botella de vino, la charla se tornó más interesante.

-¿Qué estás haciendo con tu vida Patri?-espeté

-La verdad es que no lo sé ni yo-contestó al mismo tiempo que acabó de un sorbo media copa de vino-Los niños me absorben, no puedo encontrar un trabajo compatible con sus horarios de colegio y extraescolares.

-Pero sus padres, y los nuestros te ayudan-repliqué.

-Sí, pero no siempre, y he perdido algún trabajo por ello.

-Quizá pueda ayudarte a empezar a trabajar desde casa-fue una afirmación estúpida, pero en el fondo deseaba ayudarla.

Fue estúpida porque a ella se le iluminó la mirada.

-¿En serio? Siempre te he envidiado en ese aspecto, no tener horarios y poder hacer lo que uno quiera

-Espera, no es oro todo lo que reluce. No tengo horarios, pero sí los tengo. Es decir, me creo mis propios horarios, porque si no al final es un descontrol.

-Lo sé, lo supongo, pero tú me has entendido, ¿de verdad harías eso por mi?

-Claro que sí, eres mi hermana y no me gusta verte mal, y creo que lo has pasado mal y esto podría ayudarte bastante.

-¿Qué tendría que hacer?

-Para empezar yo te mandaría tareas fáciles que me quitarían mucho trabajo y así podría avanzar más rápidamente. Escritura de documentos, clasificación, búsquedas por internet... Podría pagarte algo hasta que estuvieras más desenvuelta.

Su sonrisa y sus pupilas se dilataron mucho más

-Entonces, ¿es en serio? ¿Me vas a dejar trabajar para ti?

Y dicho esto se levantó y con su pedazo de escote se acercó y me pegó un beso en la boca, sí en la boca, que me dejó aturdido.

-Te quiero Nano, no te emociones que no ha habido lengua-soltó con una carcajada y no tuve por menos que reir.

Tras un rato de explicarle un poco más sobre el trabajo, y un par de botellas de vino más. Dimos por terminada la cena.

Yo tenía ganas de volverme a casa, estaba un pelín tocado, pero ella estaba eufórica y no pude negarme.

Fuimos a una pequeña discoteca con terraza que había en la playa, y mientras yo pedía un par de copas, ella se adentró en la pista a bailar sola.

Era más que obvio que cuando llegué, estaba rodeada por un grupo importante de jovenzuelos que se la comían con la mirada y con algo más.

Lo de no meterme en movidas por su aspecto lo decía en serio, yo no era su novio y ella era adulta, así que dejé las bebidas en una mesa alta  y la observé bailando como una loca. Su estilo y su vestido hacían que fuera el centro de todas las miradas, una vez más.

La verdad es que bailaba bastante bien, no en vano uno de sus trabajos era el de  monitora de zumba.

Empezó a sentirse incómoda cuando uno de los chicos que la rodeaban, empezó a pegarse demasiado, así que se escabulló como pudo y se reunió conmigo.

¿Adivinas qué hizo?

Exacto, otro morreo, mientras miraba a los chicos riendo.

-Patri, no me jodas, no hacía falta, ellos ya se han dado cuenta de que pasas de ellos. Y además ahora he quedado como el novio de una calentorra

-¿Perdona? ¿Me has llamado calentorra?- espetó furiosa

-Esto...no he usado bien las palabras

A los 5 segundos ella soltó una carcajada

-Tenías que haberte visto la cara-siguió riéndose-Pues claro que lo soy, ¿Qué quieres? Tengo 32 años y estoy divorciada, en mi situación ser una calentorra es lo normal.

-Eso es un micromachismo, ¿lo sabes?

-Sí que lo sé, sí-y en ese momento me cogió del paquete-Y esto ¿qué es? ¿un micro pene?

Me retiré asustado, pero ella siguió riéndose a carcajadas. Al ver mi expresión, paró de reirse y vino a abrazarme

-Anda ven pequeño, no te asustes. Solo bromeo, prometo no incomodarte más.

¿Pero cómo no iban a incomodarme esas dos pedazo de tetas apretadas contra mi pecho?

-Eres tremenda, tata-solté abrazándola fuerte.

Nos separamos y nos tomamos nuestras copas. Ella me contó que hacía tiempo que no estaba con un hombre. Y obviamente me preguntó por mi vida sexual.

-Bueno, tengo una amiga especial

-Ah sí¿Y como se llama?

Tras dudar un poco, le dije que se llamana Alicia.  Alicia era una chica con la que me había enrollado un par de veces y con la que tenía bastante confianza, pero tampoco es que fuera nadie especial.

-¿Por qué no le llamas? Todavía es pronto y quizá quiera venirse.

-Ya es tarde, otro día ¿Vale? Creo que tras esta copa nos vamos a ir ¿no?

-Pufff noooo, si sólo son las 2, no me seas muermo-no sé si por instinto o conscientemente, ella hizo un movimiento en el que expuso aún más sus grandes pechos y el vestido se retrajo un poco hacia los lados dejando entrever el comienzo de sus pezones.

Era imposible negarlo, mi hermana tenía un buen par de tetas y en ese preciso momento, y sólo en ese momento me resultaron apetecibles.

Así que me dejé convencer y a base de alcohol pasó la noche. Y el alcohol hizo que perdiera un poco la noción de todo, e hizo que recordara vagamente solo algunas cosas.

Recuerdo que tras tomarnos una segunda copa en ese garito, y ella contándome cómo le puso los cuernos a su primer marido, nos fuimos a otra discoteca.

De esa discoteca recuerdo que volví a ir hacia la barra a pedir, y que tras buscarla en la pista, donde parecía obvio que estaría bailoteando con algún hombre, la encontré bailando con una mujer bastante atractiva y volvían a ser el centro de la miradas.

Me tomé la copa bastante rápido, y recuerdo que mi hermana me puso entre medias de las dos y que a pesar del alcohol, una erección se precipitaba en mi entrepierna.

Recuerdo que puse mi paquete sobre el culo de una de las dos chicas, o quizá sobre las dos y recuerdo que una de las dos, o las dos pasó su mano por dicho paquete.

Estaba aturdido y le dije a mi hermana que tenía que ir al baño, y ella me siguió, agarrándome de la mano. No sé como, mi hermana acabó en el baño de chicos, y meando a pulso sobre un inodoro bastante sucio.

Recuerdo que ella se reía y yo trataba de taparle la boca. Creo recordar haberla visto el coño, aunque ese recuerdo era bastante difuso. En ese momento no sabría decir si lo tenía depilado o no.

Lo que sí recuerdo es que ella me la sujetó para mear, porque simplemente se encaprichó de ello, y porque la verdad, yo estaba bastante borracho.

No recuerdo como salimos de aquella discoteca y acabamos bañandonos desnudos en la playa. Pero sí recuerdo que ella fue la que me desnudó y que yo fui el que la ayudó a terminar de ponerse su vestido cuando dimos por terminado el baño.

Tras el baño, yo estaba ya bastante más lúcido, y recuerdo bastante bien como abrazados y dando tumbos, como dos borrachos llegamos hasta el portal de casa.

Y lo que guardo con toda nitidez, es el momento del ascensor de subida.

Estábamos el uno en frente del otro riendonos por cualquier cosa, tipico de borrachos, cuando le dije

-Pedazo de tetas tienes Patri

-No seas guarro, Nano-respondió divertida

Y acto seguido mis manos se dirigieron a cada uno de sus tirantes, y los apartaron. Dejando a la vista sus dos preciosas tetas.

Ella, lejos de ofenderse, volvió a reirse

-Sí que tengo buenas tetas eh, Nano

-Ya te digo, sister-Y en ese momento las apreté, una con cada mano, pero con bastante torpeza.

-Me las vasa a arrancar, inútil.

En ese momento se paró el ascensor, y le tapé como pude. En la puerta del ascensor estaba mi vecino, un cascarrabias entrado en años que puso mala cara al vernos

Le dimos los buenos días, y corrimos a refugiarnos en el apartamento.

Entramos riéndonos, y dando golpes.  Parecíamos dos adolescentes.

Cuando vi el sofá, creí ver el cielo, y me tiré como si de una piscina olímpica se tratase.

Ella fue al baño, y tras pasar un rato en el que di algunas cabezadas, me desperté sobresaltado.

-¡Patri! ¿Estás bien?- No obtuve respuesta, así que preocupado me levanté  y llegué al servicio como buenamente pude.

Seguro que adivinas la escenita que me encontré.

Sí, mi querida hermana, espatarrada, con el tanga en las rodillas y dormida sobre el retrete.

También tenía un pecho fuera porque uno de los tirantes se le había bajado. Una escena dantesca.

No podía dejarla así, y a pesar de todo el morbillo de la noche, no veía ningún morbo en desnudar a una mujer borracha y meterla en la ducha.

Pero era "mi obligación" , así que la quité el vestido como buenamente pude. Terminé de quitarle el tanga, y arrastrandola la meti en la ducha.

Ella no estaba precisamente atractiva, era simplemente un cuerpo inerte. La duché con agua tibia  y poco a poco fue espabilándose. Yo me puse perdido, pero no, no me desnudé y me meti con ella.

Cuando fue reaccionando, colaboró más a la hora de levantarse, y empezó a balbucear algo.

-Que mal, Nano, que mal.

Logré entender, la sequé como pude y la arrastré a la habitación.  Y la tumbé como si fuera un saco de patatas. En ese momento me di cuenta de que yo también estaba completamente KO, y me desplomé sobre la cama prácticamente encima de mi hermana desnuda.

¿Recuerdas que no me había desnudado y que me acosté vestido con la ropa mojada?

Pues desperté desnudo con la polla empalmada sobre el culo de Patricia y mis manos agarrando sus enormes pechos.

La escenita se las traía, mi hermana y yo desnudos y en una posición completamente sexual.

Traté de moverme, al menos eso decía mi cabeza, pero mi cuerpo decía lo contrario.

Mi mano derecha estaba atrapada bajo su cuerpo, y yo no tenía ni fuerzas para moverme.  Así que decidí intentar dormirme otra vez.

Y me separé todo lo que pude de ella, que no fue mucho la verdad.

Pero no pude dormirme.

La edad afecta ya, y el alcohol no me dejaron. Bueno, eso y el cuerpo desnudo de mi hermana.

Ya no estaba borracho, sólo mareado, pero los recuerdos fugaces de esa noche dispararon mis instintos.

Sus besos en la boca, sus enormes tetas, los bailes en la discoteca. Joder, me agarró la polla para mear. En ese momento en lugar de darme morbo me produjo una carcajada.

Definitivamente se nos había ido la olla, volvi a reirme cuando recordé la escenita del ascensor.

Y en ese momento, al recordar sus tetas, me pudo la curiosidad.

La luz era patente ya en el cuarto, y me coloqué como pude para mirárselas. Tan sólo se veía una parte de su pecho derecho.

Volví a ser razonable, y me tumbé de nuevo, con la intención de dormirme.

Pero sus tetas volvieron a mi mente.

Así que volvió  a vencerme la curiosidad.  Y en esta ocasión usaría mis manos, y no mis ojos.

Tras susurrarle al oído, para ver su grado de consciencia, di por sentado que seguía soñando con algún maromo que la diera lo que tanto necesitaba.

Y con pequeño morbo, comencé a acariciar su pecho izquierdo.  Como ella seguía respirando profundamente, me envalentoné y mis caricias se volvieron más lascivas.

La verdad es que tenía una piel exquisita, y yo todavía estaba bajo los efectos del alcohol y , porqué no decirlo, de la abstinencia sexual.

Por ello las caricias, pasaron a un verdadero magreo, en el que pellizqué suavemente su pezón. Pezón que por cierto se había endurecido.

Uno no es de piedra, así que mi entrepierna, notó los efectos de esa suave piel, de esos preciosos pechos, y como no, de sus duros pezones.

Y como mi polla es una envidiosa, dedició también ponerse dura.

La mano que tenía atrapada por su cuerpo, la tenía muy cerca del otro pecho, así que todo lo despacio que pude, la acerqué también a su teta derecha, e inicie un magreo a dos manos que me puso bastante cachondo.

Sí, era mi hermana, y sí, estaba dormida y bajo los efectos del alcohol, pero ella me había zorreado toda la noche, y yo también estaba borracho.

Ese era el argumento que tenia en mi cabeza cuando puse mi polla pegada a su culo al mismo tiempo que mis manos pellizcaban abiertamente sus pezones.

Pero no calculé, y a los pocos segundos ella hizo un movimiento que me congeló. Creía que se había despertado.

Pero no lo hizo, y el movimiento fue seguido de otro movimiento, y de otro, y de otro.

Su culo se movía restregándose contra mi polla.

Quise creer que estaba soñando, debía estarlo, debía estar en esos momentos del sueño donde te vienen imágenes eróticas, pornográficas, y uno se excita tanto que lo ve como real.

Tras unos momentos de duda, decidí que de perdidos al río, y acompañé los movimientos de su culo con envites de mi pelvis. Justo como habíamos hecho la pasada noche en la discoteca.

Solo que ahora sin ropa de por medio.

Tras unos breves minutos de ese vaivén amoroso, ella paró. Y yo volví a petrificarme pensando que se había despertado.

Pero no, simplemente había parado. Sin duda estaba dormida y con algún tipo de sueño.

Llegó la cordura a mi cabeza, y decidí parar aquella locura.

Volví a separarme de ella todo lo que pude y  conseguí sacar la mano que me tenía atrapado.

-¿qué coño estás haciendo?-pensé.

Y me di la vuelta separándome de ella.

Me maldije a mi mismo por ser un puto cerdo, a regañadientes me quedé dormido. Pero ya sabes, no te quedas dormido profundamente, así que al poco tiempo me volvi a despertar.

Pero me desperté porque noté a mi hermana apoyada sobre mi, abrazándome como antes yo la estaba abrazando a ella.

Notaba su calor, y lo que es peor de todo, sus tetas aplastadas sobre mi espalda, y su mano sobre mi ombligo.

No le di más importancia, y traté de dormirme otra vez.

Pero la fisiología volvió a traicionarme y al poco tiempo de sentir su mano sobre mi ombligo, mi polla volvió a crecer.

No me podía estar pasando esto, no era justo. Ella era una mujer sexy y los dos estábamos solteros, pero....

El caso es que mi polla creció y en un movimiento rozó su mano. En otro pequeño movimiento su mano quedó apoyada sobre mi duro mástil.

Quería irme, pero también quería quedarme.  El deseo venció a la razón y cogí su mano con la mía, y la puse sobre mi polla moviendo sus dedos para que me la agarrara como si estuviera haciéndome una paja.

Al fin y al cabo, no era la primera vez que me la tocaba esa noche.

Y con la ayuda de mi mano, la suya me empezó a masturbar.

Sin duda era la situación más extraña y morbosa que había vivido nunca.

Pero al poco tiempo, me di cuenta que no era nada placentera. Su mano estaba inerte, y yo me sentía como un auténtico cerdo.

Decidí marcharme de allí, y me escabullí de su abrazo con dirección a la ducha. Antes de irme, por desgracia, tuve que dedicarle una última mirada.  Y esa mirada fue mi perdición

Ella estaba prácticamente boca abajo, con su culo ligeramente en pompa y hacia un lado.

Tenía un buen culo,  y mi polla seguía dura.

Sólo sería un momento, después iría a masturbarme.

Me acerqué y me puse junto a sus nalgas, se las abrí. Pude ver su culo y su coño. No estaba depilada, pero sí estaba mojada

solo sería una vez

Acerqué mi nariz hasta su coño y aspiré bien fuerte.

Me levanté y me dispuse a irme

¿sólo sería una  vez?

Ella seguía dormida, así que volví hasta sus nalgas, las volví a abrir y pegué mi boca, saqué la lengua lentamente.

-¿Qué coño haces?

Levanté la mirada y Patricia estaba mirándome con los ojos medio cerrados y con una extraña expresión en su rostro

Continuará...

-