No es un sueño

Apasionante historia que trata de la relación entre las fantasías sexuales y la realidad. Fantasías que tenemos día a día sin cumplir y que a veces se alejan del mundo real que vivimos. Pero...otras veces se pueden cumplir. Aguanta hasta el final.

Desde que mi exnovia me dejara porque necesitaba sentirse libre, yo solo centraba mi mirada en hombres. Siempre me habían atraído algunos chicos pero a veces esa atracción era incontrolable.

Llevaba más de 5 meses sin mantener ninguna relación sexual y esa mañana me preguntaba una y otra vez si era verdad lo que estaba ocurriendo:

Estaba de pie en los servicios de la universidad. A mi espalda y con un slip ajustado se encontraba Sergio que apretaba su cuerpo contra el mío, al mismo tiempo que delante de mí y de espaldas, se encontraba Dani que apoyaba sus manos en la pared y miraba al suelo sin mostrarme su rostro.

–No, esto no puede estar pasando- me decía yo a mi mismo, pero Sergio pareció escuchar mi pregunta cuando respondió calidamente:

-Tranquilo, no pasa nada, solo intentamos pasarlo bien. Mi excitación se elevaba al máximo y mi respiración aumentaba a cada momento que sentía los abrazos de Sergio y su respiración a mi espalda. Agarré la cabeza de Dani y la giré porque quería ver su cara, quería ver si estaba disfrutando tanto como yo, pero al girar su cabeza pude ver que no era Dani el que estaba allí, era Oscar, un amigo de la playa.

-¿Qué hace Oscar aquí?-me pregunté. Mi respiración era cada vez más fuerte, estaba excitadísimo pero no comprendía lo que estaba sucediendo. Volví a mirarle para comprobar que tampoco era el rostro de Oscar sino el de mi vecino del 5º, un hombre de unos 30 años que se había mudado hace pocos días. Mi vecino gemía y me decía que siguiera

.Mi respiración entonces aumentó hasta tal límite que estalló en un incontrolable suspiro. Cerré los ojos y al abrirlos vi una pared blanca, una almohada con dibujitos de aviones y unas sábanas azules. Estaba en mi cama, boca abajo y acababa de tener un sueño erótico con mis dos compañeros de clase más inaccesibles, con un amigo al que veía en verano, y con el vecino que me encontraba todas las mañanas en el portal cuando me dirigía a la universidad.

Claro que no podía estar pasando, era una fantasía que había tomado forma de sueño, era un deseo que mi subconsciente había tomado de mi cabeza y lo había convertido por unos minutos en realidad. No había sido un sueño húmedo pero sí lo suficientemente excitante como para levantarme muy caliente, empalmado y con ganas de sexo

Me di una ducha rápida que no calmó mi erección, me vestí, desayuné y salí a la calle a toda prisa porque llegaba tarde.

Vi a mi vecino camino del metro. Llevaba unos chinos ajustados y no pude evitar ir detrás de él todo el camino observándole.

-¡Lo que daría por sentir su trasero rozando mis partes!- pensaba sin poder quitarme de mi cabeza el reciente sueño.

Cuando llegué al metro la mujer que avisa por megafonía las incidencias, las obras y los retrasos, pedía disculpas porque debido a un fallo eléctrico un tren se había parado y el trayecto de trenes se suspendía por un tiempo aproximado de 20 minutos. Me quedé parado, pensando que hacer, hasta que decidí coger un taxi ya que sería la única manera de llegar a tiempo. Pero para entonces mi vecino ya había desaparecido. Hubiera sido una buena oportunidad para hablar con él y tenerle más cerca.

Salí a la superficie y me encontré con un Madrid a las 8:30 de la mañana. Ya había amanecido y el frío se soportaba mejor. Paré un taxi y me subí a él.

Un chico joven, de unos 27 años conducía el Renault megane que me llevaría a mi destino. Me dio los buenos días con una simpática sonrisa y me preguntó a donde íbamos. Le miré por el retrovisor y le conté lo que me había ocurrido en el metro, pidiéndole que por favor se diera toda la prisa posible. Él contestó con un: –eso está hecho, te prometo que llegarás a tiempo.

Comencé a fijarme en el taxista que se empezó a meter por calles paralelas, y como un loco se saltaba cedas y stops con el propósito de llegar a tiempo. Era moreno, pelo rizado, delgadito y muy guapo. Ojos azules que le añadían a su rostro cara de buena persona, tenía perilla y una nuez bastante marcada. Llevaba una camiseta blanca y unos vaqueros ajustados. Ponía cara de velocidad y sus gestos varoniles me llegaban dentro, provocándome una presión extraña en el pecho.

  • ¡Como desearía poder comerle la boca!- me decía mientras mi paquete volvía a crecer. El taxista de vez en cuando miraba por el retrovisor cruzando conmigo un par de miradas. Eso me ponía nervioso, muy nervioso. Deseaba con todas mis ganas follar con ese chico. Me fijaba en sus manos fuertes y con algo de bello. Una de ellas se situaba en el volante y la otra apoyada sobre la palanca de cambios acariciaba ésta con rudeza de arriba abajo y al mismo tiempo me miraba. Nuestras miradas se cruzaban a través del espejo y de vez en cuando sus ojos recorrían mi cuerpo. En uno de los semáforos en rojo que nos paramos, el chico se dio la vuelta y me dijo:

-Te he dicho que llegarías a tiempo y llegarás.

-Gracias, he tenido suerte contigo ya que otro taxista hubiese ido por el camino con más trafico.

  • Bueno…me has caído bien. -me dijo mientras volvía a sonreírme.

¿Qué debía decirle? ¿Cómo tenía que actuar ante ese comentario? Los nervios no me dejaban pensar ni tampoco el sentimiento de lujuria que llevaba dentro. Comencé a fijarme en sus piernas, en sus apretados muslos y en su paquete que se desviaba hacia un lado marcando así parte de su polla .Le miraba su esbelto cuerpo disimulada y rápidamente porque el taxista me miraba una y otra vez por el retrovisor.

Él continuó hablando mostrándome su voz cálida, suave, armoniosa, joven y varonil.

-Llevo toda la noche trabajando y tú vas a ser mi último cliente, he soportado a gente de todo tipo: borrachos, pesados, gente que quería irse sin pagar…y es bueno encontrarse a un chavalote que lo único que quiere es llegar pronto a la universidad.

  • Y más si te va dejar una buena propina- le dije sin darme cuenta que sin querer mi respuesta podía tener doble sentido.

El taxista rió y continuó hablando. Me contó que él también estudiaba pero ahora se dedicaba al taxi que era de su padre, para sacarse un dinero extra. Me habló de la música que le gustaba, de su afición a Internet a pesar de llevar unas semanas con el ordenador roto, de la gente que se encontraba en el taxi….Todo contado con sentido del humor y fijando sus ojos en mi. Cada frase que decía me llegaba dentro, tan dentro que cada vez tenía más ganas de follar con él sin control. No sabía que decirle y sin pensarlo le interrumpí y le dije:

-¿Sabes? A mi también me caes bien.

Él volvió a reír y siguió mirándome. Me hubiera encantado meterme en su cabeza para saber si él me deseaba tanto como yo a él. No sabia si las miradas que me estaban conquistando eran hechas a propósito, o todo era debido a mi imaginación y al calentón que tenía.

Las 9.15 y el viaje llegaó su fin.

-Son 12,20 € ¡ah y me llamo Carlos!- dijo mientras me estrechaba su mano, la misma que había estado acariciando la palanca de marchas.

Yo le respondí con una sonrisa y le di la mano. Sentí su mano caliente, fuerte y suave. Me gustaba la fuerza con que me apretaba mientras me miraba fijamente a los ojos. El apretón duró unos 10 segundos en los que deseé que me acariciara, que se acercara a mí, que me dijera que me fuera con él, pero el taxista sin decir nada no apartó su mano. ¡Qué mano, que sensación sentía! Mi estomago se estremecía y mi mano comenzó a temblar. Levemente y sin apartar la mirada pasé mi dedo pulgar por su mano y sin atreverme a nada más y por culpa de los nervios, aparté la mano aunque no deseaba hacerlo. Tembloroso saqué el dinero y le dije que se quedara la vuelta. Le miré una vez más y dándole las gracias abrí la puerta del coche.

-Hasta luego Carlos- le dije mientras miraba su rostro que había cambiado por completo y había tomado facciones serias.

-Bueno David…espero verte otro día-me dijo

-Lo mismo digo, encantado.

Salí del coche sin creer lo que había pasado. Me insulté a mi mismo por ser tan racional, tan vergonzoso, tan nervioso y por no poder controlar una situación como esa.

Ahora si que no aguantaba más. Llevaba días sin masturbarme y en ese momento mi cuerpo lo necesitaba como el que necesita una droga.

Llegué a clase, me senté y comencé a coger apuntes sin poder concentrarme en nada. Al pasar un par de horas me había calmado un poco pero fue entonces cuando me fije en Dani y Sergio. Estaban sentados, donde siempre, en la penúltima fila. Dani llevaba un polo lacoste ajustado y unos pantalones negros caídos que dejaban ver sus gayumbos por detrás. Copiaba apuntes marcando sus brazos y su pecho, que demostraban los años que llevaba asistiendo al gimnasio. A su lado, Sergio, que al igual que yo, miraba distraídamente a la gente de alrededor. Sergio tenía un cuerpo menos espectacular pero su belleza era suficiente para ser el más deseado de las chicas de mi clase. Me saludó con un gesto y siguió observando.

Al terminar la clase me dirigí al baño y ocupe uno de los tres urinarios que había. Entró un chico y como los cuartos con WC estaban ocupados se situó en el urinario del otro extremo. Al momento llegó Sergio, empujó las puertas de los baños y al ver que estaban cerradas decido mear junto al urinario que quedaba a mi lado, el central.

-¡Qué coñazo de clase eh! -Me dijo mientras se sacaba la polla del pantalón.

Comenzó a silbar una canción de Evanescense y empecé a escuchar como meaba. Estaba separado del urinario así que disimuladamanete podía ver su miembro con toda facilidad pero no me atreví a hacerlo. Yo también me separé algo con la intención de que fuese él quien mirara, y así yo ya no me cortaría. Le miraba de reojo pero el seguía silbando, mirando al techo, hasta que terminó. Entonces dirigió la vista hacia abajo, se la guardó y lanzó una mirada hacia mi polla que ese momento estaba medio erecta. Me volvió a mirar y recogiéndose el paquete me dijo

-Buena polla tío, si señor …y dándome una palmadita en la espalda desapareció del baño.

La mañana se me hizo larga. Había estado empalmado la mayoría del tiempo y no podía dejar de pensar, en Sergio, en Dani, en mi vecino y en el taxista. Éste último ocupó mi pensamiento la mayor parte del día. Cada vez que me acordaba de su cuerpo, su cara y su voz una excitación incontrolable dominaba mi ser..

Era un cúmulo de sensaciones que querían salir pero no encontraban la puerta de escape.

A las 16:00 entraba a trabajar. Me esperaban cuatro horas atendiendo consultas y quejas en el departamento de Atención al cliente de una empresa informática. Comí un sándwich de camino al metro y una vez allí intente tranquilizarme un poco.

Se sentó a mí lado un chico alto, con el pelo rapado, fuerte y con cara de pocos amigos. Sin duda venía de trabajar en alguna obra ya que llevaba unos pantalones grises, ceñidos, con botones a ambos lados manchados de pintura blanca, y una sudadera vieja también manchada de pintura. El chico ojeaba una revista de ropa deportiva y yo aproveché para poder observarle de cintura para abajo. A pesar de que tenía las piernas abiertas se le notaba el paquete que de vez en cuando dejaba ver cuando apartaba la revista. Su pierna izquierda rozaba mi pierna derecha y ese roce me gustaba. Le estuve observando gracias a las ventanillas de en frente que nos reflejaban. Cada vez y con más fuerza el obrero apretaba su pierna contra la mía. Sentía sus músculos, sus muslos. Sentía como él también apretaba su pierna produciendo un roce estimulante que me volvía a poner cachondo. Le miré por las ventanillas de enfrente y observé q me estaba mirando, serio sin pestañear y que de vez en cuando dirigía su mirada hacia mis piernas, mis manos mis brazos… Acercó su brazo al mío y al igual que pasaba con las piernas ocurría ahora con nuestros brazos. Tenía un brazo fuerte, ancho y marcado que rozaba el mío mientras sus manos acariciaban con movimientos cortos su pierna. Me empecé a empalmar otra vez y sin poder remediarlo cogí aire y lo solté de golpe produciendo un gran suspiro. El contestó con otro al cabo de unos 10 segundos. Esta situación duro unos 15 minutos tras los cuales se levantó y se dirigió a la puerta. Le observaba una y otra vez y no sabía como actuar ni que debía hacer. El tren llegó a la penúltima estación y el chico salió al andén y desde allí me miró. Para entonces las puertas se cerraron y yo tuve una sensación parecida a la que había tenido por la mañana con el taxista.

Llegué al trabajo y me puse a currar intentando calmarme y olvidarme de todo. No lo hice pero la tarde fue tranquila. Intente estar distraído y después de todo, la tarde se hizo corta. Volvían a mi cabeza las caras del chico del metro, de mis compañeros de clase y sobre todo del taxista.

Al terminar recogí mis cosas y me encontré con Juanjo. Juanjo es un amigo y compañero de trabajo. Es un chico de 25 años, castaño, más bien bajito y con pintas de chulo. Realmente lo era, pero en el fondo quien le conocía sabía que era un buenazo. Yo le conocí por otro amigo mío y no me dio buena impresión la primera vez que le vi. Le conocí un fin de semana en una discoteca de un pueblo de Toledo y me sorprendieron las pintas de bakalaero que tenía. Ese mismo día le echaron de allí por meterse en una pelea. No le han vuelto a dejar entrar y el desea con todas sus ganas pillar al puerta de la discoteca y partirle la cara. Él es así siempre, participando en movidas pero con su razón por delante. A pesar de todo esto, se ganó mi simpatía por lo bien que se portó conmigo al conseguir que yo trabajara ahí, y porque es una persona con la que se puede hablar de cualquier tema. Esta todo el día salido y él lo reconoce. Le gusta cualquier mujer que pasa a su lado y esto me quita expectativas para tener algo con él.

Ultimamente me fijaba mucho en él y su rudeza cada vez me ponía más cachondo, y todo esto ocurre desde el día que estuve en su casa. Montó una fiesta en su cumpleaños e invito a un par de amigos y 10 tías con la esperanza de triunfar con alguna pero la noche se le dio mal y a las 4 de la mañana no quedaba nadie en su casa mas que yo. Molesto por lo mal que se le había dado la noche y medio borracho, me dijo que necesitaba echar un polvo ya. Me comentó la idea de llamar a una puta y que la pagaramos entre los dos pero yo le dije que la idea no me gustaba.

Entonces se dirigió a la librería y comenzó a sacar películas de video. Puso tres sobre la mesa y el se quedó con una en la mano.

-Esta no la he visto, me la dejo Alex el otro día y no he tenido ocasión de verla…. Se llama Manuela y el sexo-me dijo mientras miraba la carátula de la cinta de video.

Yo me reí al escuchar el título de la película y el me miro también riéndose.

-¿Que? Unas pajillas- me dijo… Yo me quedé callado pero la idea llego a excitarme.

-Venga David joerr ¿hay confianza no?- Me dijo con una pícara sonrisa que me gustaba,

-Venga por qué no- le dije.

Puso la película y se tiró de golpe en el sofá al lado mío.

-Dice Alex que salen unos pivones de flipar-me dijo mientras observaba el titulo de la película en ingles que era algo como: "Fuking in your bed". Me gusta la traducción.

La película empezaba con un rubia imponente que supuestamente era Manuela aunque en la peli la llamaban Rose (cosa q todavía no entiendo), que iba a una entrevista de trabajo, se sentaba y empezaba a echar miraditas al jefe de la empresa hasta que éste la poseía salvajemente. La típica película porno. La tía me gustaba pero no me excitaba tanto como Juanjo que comenzaba a tocarse por encima de los pantalones. Cuando el entrevistador le empezó a chupar el clítoris a la rubia mientras se pajeaba, Juanjo se desabrochó el pantalón y se lo bajó hasta los tobillos y yo seguidamente hice lo mismo. Se sacó la polla por encima de su slip blanco y comenzó a masturbarse. Yo hice lo mismo y disimuladamente miraba su polla. No era muy grande pero si ancha y recta, muy apetecible. Juanjo mojaba su mano y se pajeaba con fuerza mientras con la otra mano se acariciaba los huevos. Comenzó a respirar fuerte, cada vez más, cerraba los ojos de vez en cuando y tiraba su cabeza hacia atrás y repetía:

-¡Sí venga follátela, si!

Yo cada vez mas cachondo intenté ir mas despacio pero sus quejidos y su voz me hacian imaginar que era yo al que deseaba y eso me aceleraba el momento del orgasmo.

-¡Si, vamos, sí!- decía cada vez más alto y masturbándose con mas fuerza.

Esto me ponía cada vez peor, pero aguanté esperando que el terminara antes. Por fin y después de casi 40 minutos de peli y ya entre gemidos fuertes y un ¡aaah! ronco y con los ojos cerrados, Juanjo eyaculaba y dejaba caer parte de su semen sobre la mesa. Se quedó unos segundos sentado y aproveché para mirarle. Con los ojos cerrados se tocaba y eso en mí junto a su lefa, me puso a mil, así q recuperé el ritmo y comencé a pajearme con más fuerza y más rápido. Se levantó y se dirigió al baño. Cuando escuché q estaba allí pare de pajearme, recogí con un dedo su semen y lo acerqué a mi nariz. ¡Como olía! Puse un poco sobre la punta de mi pene y otro poco lo acerqué a mis labios y lo absorbí con mi lengua. Bastaron 4 sacudidas saboreando su semen para que me corriera.

Desde aquel día Juanjo me excita muchísimo y deseo q aunque simplemente sea eso, se vuelva a repetir,

Bien pues ahí estaba Juanjo, contándome que había conocido a una chica y q había quedado con ella el sábado en su casa porque estaba sólo y que el viernes no sabia que hacer así que esa era la excusa perfecta para quedar con él y repetir lo de aquel día, y parece q mi idea funcionaría porque me dijo que si nos tomábamos algo tranquilamente en su casa ese viernes. Yo no quise parecer impaciente y le dije que en principio creía que sí podía.

Me despedí de él y me fui de allí deseando llegar a casa.

Pero mi día lleno de excitación no había llegado a su fin. Tenía que llegar a casa y resumir para un trabajo un libro que yo ya había leído, pero mi decepción llegó cuando me di cuenta que el libro lo tenía un compañero de clase y se me había olvidado pedírselo. La única solución era ir a la biblioteca. Después del duro día q llevaba no sabía si tendría ni fuerzas para hacerme una buena paja esa noche.

Fui lo más rápido posible y cogí el libro. Me senté en una mesa para tomar unas cuantas notas. En la mesa se sentaban dos chicas a mi lado y en frente dos chicos, uno a cada esquina. Todos abandonaron la mesa poco a poco hasta que solo quedó el chico de en frente de mí. Era un chico normalito, alto, con una camiseta corta de un equipo de fútbol extranjero.

El chico leía el libro con cara de aburrimiento, pasaba página tras página y de vez en cuando paraba y miraba alrededor. Note que una de esas veces me observaba y yo haciéndome el tonto seguía tomando notas. Casi apunto de acabar, me di cuenta que él no apartaba la vista así que le mire y efectivamente él me miraba pero al verme apartó su vista y volvió a dirigir sus ojos al libro.

No me agradaba nada la situación porque me hizo creer que me estaba volviendo paranoico pensando que ya todos me miraban.

Para concentrarme decidí levantarme y buscar un libro q me interesase y así aliviar la tensión acumulada. Me levanté y él me miró de arriba abajo, pero muy disimuladamente, como si estuviera pensando en lo que leía.

Desde una de las estanterías volví a mirarle para comprobar que él también me miraba, pero esta vez apartó bruscamente su mirada. Cogí el libro y me dirigí a la mesa.

Las miradas se sucedieron unos 10 minutos más .

Terminé de escribir lo que necesitaba, y justo entonces percibí que volvía a mirarme así que levanté la vista y valientemente le mire sin pudor y sin apartar mi vista de sus ojos. Desvió su mirada de nuevo pero mirándome de reojo mientras yo seguía observándole. Comenzó a mover los dedos sobres la mesa nerviosamente y a levantar su vista una y otra vez encontrándose con mi mirada que no se apartaba. Noté que le inquietaba y creí que ya era suficiente, pero entonces el chico comenzó a recoger sus cosas dejando sobre la mesa un lápiz y el libro q leía. Fue entonces cuando mirándome por ultima vez abrió el libro por la mitad y como acercándolo a mí escribió algo en una de las paginas. Cerró el libro y pude ver el titulo: "El marketing en la sociedad actual I.". Guardo el lápiz y se levanto. Entonces pude observarle de cuerpo entero. Llevaba un chándal blanco y beige q al igual que pasaba con Dani dejaba entrever la goma de los calzoncillos por encima del chándal y por debajo de la camiseta. Se dio la vuelta y observé durante un instante su larga espalda que terminaba en un apetecible e imponente trasero. Se agachó para coger su mochila y entonces se le marcó más su culo y los calzoncillos cortos que daban forma a un par de nalgas separadas por un espacio estrecho que hizo q volviera a tener una erección. Se dirigió a un estante cercano y colocó su libro. Seguidamente y sin mirarme se marchó.

Esperé un par de minutos y me levanté para buscar el libro. Quería saber que había escrito. Recogí mis cosas, deje mi libro en su sitio, y me dirigí hacia el estante buscando el libro llamado "Marketing en la sociedad actual". Había 2 ejemplares del I y otros dos del capitulo II. Cogí uno de los primeros y comencé a mirar en las páginas centrales cuando por fin pude leer en una esquina del libro un mensaje escrito a lápiz: "Mañana misma hora, misma mesa, estaré aquí". Sorprendido por lo que acababa de leer creía q no aguantaba un minuto más todo lo que me estaba ocurriendo. Salí de allí, me dirigí a casa y sin a penas cenar me metí en mi cuarto.

Eran ya las 10 de la noche y yo me encontraba solo, sentado sobre mi cama y pensando todo lo que había ocurrido. Solo recordando el día que más cachando había estado de toda mi vida bastó para que notara como mi polla comenzaba a crecer dentro de mis bóxer y de mis vaqueros. Comencé a acariciar mi paquete delicadamente y con la otra mano acariciaba mis abdominales y mi pecho. Me descalcé, me quite la sudadera y la camiseta y continúe acariciándome todo el cuerpo llegando a mi cara. Chupé mi mano y la pase por mi cara y mi pelo. Vinieron a mi mente todas las personas con las que me había cruzado a lo largo del día y eso hizo que mi rabo se pusiera tan duro que casi llegaba al dolor. Desabroché mis pantalones y miré mi paquete que sobresalía de los bóxer de manera espectacular. Me tiré en la cama boca arriba y con una mano apreté con fuerza el sobresaliente bulto y con la otra mano acaricié mis muslos. Echando la cabeza hacia atrás como lo hacía Juanjo cuando se pajeó delante de mí, recorrí todo mi cuerpo con mis manos, desde las piernas hasta mis hombros, mi cuello y la nuez...

Me quite los gayumbos despacio y sin brusquedad porque quería que aquello durase.

Apagué la luz y por los reflejos de las farolas que entraban por la ventana observe mi rabo que estaba enorme. Mi cuerpo con respiración agitada me pedía lo que tanto había estado esperando. Mojé mi mano con saliva y comencé a meneármela despacio, muy despacio. Recordaba primero el sueño que había tenido y pensaba en la polla de Sergio. Comencé a pajearme más rápido imaginando como sería el cuerpo desnudo de Dani, imaginaba que besaba apasionadamente al taxista y que le agarraba fuerte la polla mientras el me pedía con fuerza que le follara. Imaginé también la polla de Sergio en mi culo y eso hizo que me atreviese a meterme un par de dedos y mientras, me pajeaba más y más rápido. Hice un descanso y al reanudar la masturbación imaginé que estaba con Juanjo y que él me decía que se la chupase. Mojé la palma de mi mano y pasándola por mi capullo imaginé que él me la chupaba. Paré otro momento y comencé a recodar el culo de mi vecino, tan perfecto, me di la vuelta y boca abajo agarré mi polla con una mano y comencé a apretar balanceándome sobre la cama totalmente desnudo imaginando que mi polla estaba en el culo de mi vecino y que mientras, yo agarraba su polla. Continué así, pensando en el culo del chico de la biblioteca, imaginaba que entrábamos en los baños y también rozaba con mi paquete su culo, por encima del chándal que tanto le marcaba. Mi respiración aumentaba y mis gemidos llegaban a ser tan altos y roncos como los de Juanjo. Pasó por mi cabeza mi amigo de la playa, otra vez Sergio y mi vecino que ahora era él quien me follaba. Recordé el paquete del chico del metro ¿Como sería su cuerpo? Sudoroso, fuerte, grande, todo su cuerpo haciendo fuerza sobre el mío, dejando rozar su enorme rabo contra el mío. Mi placer llegaba poco a poco a su fin. Volví a introducir un par de dedos en mi ano y con más fuerza q nunca, apretando los labios llegó a mi mente otra vez el taxista. Él había sido el que más me había gustado, lo notaba porque no desaparecía de mi mente, estaba ahí besándome, deseándome, sonriéndome, con una mano junto a la mía y con su polla contra mi cuerpo. Su rostro y su cuerpo hicieron que llegara al mayor placer que jamás había tenido masturbándome. Apretando fuerte mis nalgas, levantando mi cuerpo y doblando los dedos de mis pies acabé mi paja corriéndome sobre mi cuerpo, llegando el líquido hasta mi pecho y cuello y dejándome relajado pero con pena porque nada de esto, al igual que en mi sueño, era real.

Me encontraba en la calle de pie, esperando a alguien y vi pasar al chico de la biblioteca acompañado de una mujer extraña. Me miraba y me decía mentalmente que me esperaba en los baños de la biblioteca. Entonces me di cuenta que ese chico no me atraía en absoluto, simplemente tenía un buen culo pero él no me gustaba. A pesar de esto tomé el camino hacia él y anduve y anduve pero no le alcanzaba y él esperaba serio junto a la mujer que parecía distante. Un pitido sonaba mientras yo me intentaba acercar, pero cuanto más empeño ponía más alto sonaba el pitido que llegó a despertarme. Eran las ocho de la mañana y acababa de tener un sueño extraño. Esperaba que el día no fuese igual que el sueño.

Me levanté analizando el sueño sin encontrarle mayor sentido que el de que ese chico era guapo, estaba bien, y tenía un buen culo pero que ciertamente no me ponía. Pero si me ponía el hecho de verme follando con él. Supongo que será una cuestión de necesitar sexo.

Salí de casa y no me encontré a mi vecino en el portal ni de camino al metro. Observé todos los taxis que veía deseando encontrarme a Carlos pero no le vi. Los trenes funcionaban perfectamente por lo que llegué a tiempo a clase. Tras dos horas fui al baño como el día anterior y ahí estaba Sergio, meando en el mismo lugar del día anterior. Sin cortarme me puse a su lado y me fijé en su pene. No estaba mal pero era más pequeño de lo que me imaginaba. Terminé de mear y le dije:

-Bueno tú tampoco te puedes quejar ¿no?

Él me miro sorprendido y dándose cuenta de lo que le decía me dijo:

-Te aseguro que aún así las mujeres se mueren por mis huesos.

Terminé las clases y fui a trabajar. El viaje al trabajo fue como tantos otros: Normal y aburrido.

En el trabajo tuve un día de lo más normal pero eso sí: No dejaba de pensar en el taxista. No se porque pero era especial. Sus ojos, sus manos, su pelo rizado, su cuerpo…me habían despertado un interés sorprendente que nublaba mi mente no dejándome pensar en que me esperaba un chico en la biblioteca con el que tenía un polvo seguro.

Decidí pasar por casa y darme una ducha antes de ir a la biblioteca. No se si era el miedo o la obsesión por el taxista la que me hacía dudar, pero aun así decidí ir porque en el fondo deseaba meterme en los baños y follar salvajemente. Busque mis mejores calzoncillos, me vestí en condiciones y sin pensarlo salí de casa en busca de un poco de sexo, del que hacía mucho que no disfrutaba.

Me senté en la mesa del día anterior. Al otro extremo una chica se levantaba y se marchaba y yo esperaba con un libro en mis manos. Miré la puerta y le vi aparecer. Le miré a los ojos y él sin apartar la mirada de mí, se sentó en frente, sacó un libro y torciendo su mirada empezó a leer. Eso me puso nervioso, era lo que me faltaba para las dudas que me acontecían durante todo el día, pero de pronto el juego de miradas comenzó. Yo, nervioso, notaba que el momento se acercaba cuando sentí su pie tocando el mío por debajo de la mesa. Comenzó a rozarme y a subir poco a poco por mi pierna. Yo le seguí el juego y entonces sin decir nada me miro fijamente, guardó su libro, se levantó, abrió la puerta y mientras se cerraba pude ver que entraba en el baño.

Esperé un par de minutos y al final me decidí.

Me levanté muy despacio y con cierto miedo abrí la puerta del único baño de chicos que había. Allí estaba él, lavándose las manos y mirándose al espejo. Cuando me vio entrar se dirigió a la puerta y cerró el pestillo, se dirigió a mí y sin decir una sola palabra me besó. Yo agarré su cabeza fuertemente y nos comimos la boca con brusquedad, rozando nuestros dientes. Comenzó a desabrocharme los pantalones y me sacó la polla que para entonces ya estaba durísima. La agarraba con fuerza y me empezó a masturbar, seguidamente se puso de cuclillas, la miró, me miró a mí y se la metió en su boca. Sentía como su lengua recorría mi glande, como absorbía y se tragaba el jugo de mi picha. A punto de correrme le interrumpí, le bajé los pantalones y sin pensarlo me metí su nabo en mi boca. Era grande, algo torcido y me excitaron enormente sus pelotas recogidas y de gran tamaño. Se la chupé mientras escuchaba sus gemidos cortos y bajos. Él mientras tanto, empujaba una y otra vez y su polla llegó a rozarme la garganta. Tenía un sabor muy amargo y un hedor fuerte. Entonces fue él quien me interrumpió cogiendo mi cabeza y elevándola hasta la suya. Nos volvimos a besar y nos abrazamos. Le apreté el culo con fuerza e intenté meter uno de mis dedos en él pero pareció incomodarle.

Era él quien quería meter sus dedos en mí. Yo me dejé pero cansado de esperar me separé de él y me puse a su espalda. Metí mi polla bajo su raja, intentando que entrara. Mojé mis dedos y se los pasé pero mi intención no pudo completarse porque tras insistir unos minutos él me dijo que no quería que se la metiese. Fueron sus primeras palabras y me dejaron atónito.

-Bien entonces-dije yo agotado.

-Te gustaría que te la metiese yo a ti- dijo

-Sí, no me importa, pero hazlo despacio, me gustaría saber que es lo que se siente con tu polla dentro de mi.

Me dio la vuelta con brusquedad y puso su polla en el final de mi espalda. Bajó y comenzó a pasarme la lengua por el ano para luego meter su punta. Hacía esfuerzos pero no pudo meterla así que dejo su miembro a la entrada y comenzó a empujar mientras su polla rozaba mi ano pero no lo penetraba. Al mismo tiempo me masturbaba y esos gemidos cortos y bajitos se convirtieron en largos y elevados hasta que cuatro sacudidas hicieron q se corriese. En esa misma posición me pajeó hasta que yo también me corrí.

Fue un buen polvo dentro de lo que cabe pero todo acabó ahí. Se subió los pantalones y me dijo:

-No me conoces, no ha pasado nada, y yo no se nada de ti. Lo siento pero no quiero volver a verte más. Solo espero que hayas disfrutado tanto como yo y que recuerdes esto siempre.

Me quedé sorprendido y cuando fui a hablar me besó

-Lo siento- me dijo

-Espera no te vayas así, haré lo que tú quieras pero….No me dejó acabar la frase para volver a repetir:

-Lo siento. Y se marchó del baño sin más.

Pasaron dos semanas y ya habían terminado las clases. Quedé con Juanjo en su casa y la paja se volvió a repetir pero no fue igual de excitante. No volví a ver al chico de la biblioteca y mi vecino se mudaba de casa. Durante ese tiempo me estuve haciendo preguntas sobre lo que realmente quería y lo que tenía, intentando llegar a una respuesta que no alcanzaba.

Por esas fechas un amigo me regaló una bolsa de marihuana y como tenía tiempo libre, la mayoría de las noches me fumaba un cigarrito de la risa y me quedaba horas pensando y divagando en sueños y fantasías. Una de esas noches me encontraba tumbado, con la música puesta y con un porro a medias cuando comencé de nuevo a soñar. Pero esta vez era un sueño en vigilia. Oía voces conocidas que decían frases que ya había oído y que por alguna razón se repetían en mi mente:

-Eres un chico atractivo…..si fuera gay me acostaría contigo…eres el chico más guapo que conozco...tú puedes conseguir a cualquiera…buena polla tío, si señor

Y de pronto entre esas frases aparecía mi exnovia diciéndome que volviera con ella, que yo estaba confundido. Desperté de esa fantasía sobresaltado y comencé a pensar que estaba hecho un lío. Lo que podía tener no lo quería y lo que quería no se cumplía.

Pasó la noche y llegó la hora de volver al trabajo. Me esperaba un día duro ya que teníamos muchos pedidos y reclamaciones sin pasar. Me puse a ello con rapidez. Tenía que terminar pronto porque después tenía que atender a dos clientes que tenían problemas con productos de nuestras marcas. Terminé las copias y atendí al primero. Era un hombre mayor que había comprado un portátil para su hijo y decía que lo encendía y a los diez segundos se le apagaba. Le expliqué al señor lo que era una batería y como se cargaba y le convencí para que le regalase a su hijo el ordenador sin preocuparse porque todo estaba bien. El hombre se fue satisfecho y dejó pasar al segundo cliente.

-Buenas tardes- dijo y tomó asiento.

Me quedé inmóvil, como un tonto, mirándole y sin decir nada. Él me miró confundido y también pareció quedarse sin palabras.

-Hola bunas tardes- dije con la voz entrecortada.

Sus ojos, su cara suave, su pelo negro rizado…no estaba soñando. No. Esta vez no soñaba. Estaba viviendo la realidad y el destino me daba una segunda oportunidad.

Me encontraba frente al taxista que dos semanas atrás me había llevado en su coche, aquel que me puso tan caliente, aquel que me estrechó su mano haciéndome sentir lo que no había sentido con el chico de la biblioteca ni con nadie. ¿Cómo se llamaba? Carlos. Me acordaba perfectamente pero quizás el no, ya que tendría decenas de clientes al día.

Nos quedamos mirándonos hasta que él sonrió y dijo:

  • Te conozco, ¿subiste a mi taxi hace unos días verdad?

-Sí, y te portaste muy bien conmigo-dije.

-Sí, llegabas tarde a la universidad por culpa del metro y me dejaste una buena propina-dijo riéndose.

Se acordaba de mí y de ese día. No podía volver a perderlo.

-Carlos, ¿Qué tal?

-Bien David ¿Y tú?

Creía que le iba a sorprender diciendo su nombre pero el sorprendido fui yo al escuchar el mío en sus labios.

-Bien pues….recuerdas que te dije que no me funcionaba el ordenador pues...aquí estoy…no sabía que trabajabas aquí- me dijo sin apartar sus brillantes pupilas de mis ojos, y sin borrar la sonrisa.

No me había alegrado nunca tanto de trabajar ahí.

-Sí bueno…llevo un tiempo trabajando…y bien

Me comentó el problema que tenía con el ordenador y después de anotarlo y terminar con todo el papeléo para que se lo solucionaran me di cuenta de que la segunda oportunidad que estaba teniendo llegaba a su fin y no sabía que debía hacer, que decir

-Bueno y trabajas hasta muy tarde- me dijo

-No, me queda media hora nada más… ¿y tú, trabajas hasta muy tarde hoy?-le dije con la voz temblorosa.

-No, llevo trabajando todo el día, ahora toca descansar. Iré a tomar algo y a casa que no sabes lo que agota el taxi-me dijo

Me quedé callado, pensando que decir pero las palabras no me salían hasta que él dijo:

-Si quieres, te espero y nos tomamos una cerveza, luego te acerco a donde quieras.

-Bien, sí, me apetece tomar algo. ¿Me esperaras media hora?-le dije

-Sí claro. Te espero en el bar de debajo ¿de acuerdo?

Sin poder creerlo, iba a tomarme una copa con el chico que había ocupado mi pensamiento desde que le conocí. No podía creerlo, esta vez no era un Sueño.

No había en el bar más de diez personas. Carlos se encontraba de pie, junto a la barra tomando una cerveza. Pedí otra para mí y comenzamos a charlar. Pasaron un par de horas y el bar cerraba. Llevábamos encima unas cinco cervezas cada uno y decidimos marcharnos antes de que el camarero nos echara.

Como no debía coger el coche por el alcohol que llevaba encima le planteé dar una vuelta. Hacía una noche buenísima. Hablamos durante un buen rato de nuestras vidas. Cada palabra que decía me parecía perfecta, cada sonrisa, cada mirada me hacían desearlo más y más.

Después del largo y gratificante paseó nos dirigimos hacia el coche. Metió la mano en el bolsillo para sacar las llaves y al sacarlas una moneda se le cayó al suelo. Miramos al suelo pero no la veíamos debido a la tenue luz que daba la farola que nos alumbraba. Él se agachó para mirar debajo del coche y yo dándome la vuelta busqué por la acera. En la misma puerta del bar pude divisar algo brillante, me acerqué y cogí la moneda. Me levanté diciendo-¡aquí está!-y al darme la vuelta me tope con él de frente.

Nuestras cabezas chocaron y para no caer puse un brazo sobre su hombro. Nos quedamos mirándonos. Observé una vez más sus ojos brillantes, me miraban esta vez serios, inquietos. Noté su mano recorriendo mi espalda y sentí su aliento. Entonces ocurrió:

Me abrazó. Me abrazó con fuerza postrando su cara junto a la mía y yo le respondí abrazándole aun con más fuerza. Sentí los pelos tiesos de su cara, su respiración, sus músculos, su pelo. Subí mis manos hasta su cabello y lo acaricié. Él apartó su cara y mirándome acercó sus labios a los míos. Se rozaron suavemente. Eran suaves, secos y entre sus labios y los míos solo interrumpía el aire de nuestras fosas nasales que respiraban profunda y rápidamente. Abrí algo mis labios para que el metiera en mi boca su labio inferior que ahora si estaba húmedo. Lo chupe despacio, lo mordí suavemente. Por fin él abrió más su boca y entonces note su lengua. Su cálida lengua penetró en mi boca y se encontró con la mía. Nos besamos animalmente, sin control y acelerando más aún nuestra respiración. Aprecié su saliva caliente que mojaba mis labios y parte de mi barbilla. Fue el mejor beso que jamás había recibido y no estaba soñando.

Subimos al coche y durante el trayecto no dijimos una sola palabra. Nos mirábamos sonriéndonos y eso bastaba. Yo jugaba con la moneda que todavía estaba en mis manos y que todavía conservo y él conducía a toda prisa hasta llegar a un parking privado donde nos bajamos.

Abrió la puerta de su pequeño apartamento y entramos.

Dimos unos pasos hasta el hall de entrada y una vez allí volvimos a besarnos. Dejamos caer nuestras cosas y agarrándome de la cabeza me acercó hasta su dormitorio. Nos sentamos en la cama y continuamos comiéndonos la boca.

-Siento algo muy especial por ti Carlos- le dije mirándole a los ojos

-Yo no he dejado de pajearme ni un solo día pensando en ti David-me dijo.

Deseaba follar conmigo apasionadamente, me deseaba a mi tanto como yo a él. Era maravilloso.

Nos tumbamos de lado en la cama totalmente vestidos y seguimos besándonos. Acaricié su suave y rizado pelo, sus brazos y su trasero. Pasé mi mano por encima de sus pantalones de pana y noté su miembro erecto y duro. Lo acaricié por encima del pantalón. Él también llevó sus manos a mi trasero y lo apretó tanto que nuestros paquetes quedaron uno junto al otro, rozándose sin parar. Continuamos vestidos un buen rato y al fin el me quitó la sudadera y la camiseta. Me quedé solo con los vaqueros. Me besó el cuello y el pecho. Mordió mis pezones con suavidad provocándome una sensación inexplicable que nunca había tenido.

Le quité el jersey y el polo y miré su pecho firme con bello, su abdomen liso y algo marcado. Lo acaricié y besé sin medida. Me postré encima de él dejando que abriera sus piernas y me rodeara. Me puse de rodillas mirándole, con mi culo en su paquete. Él aprovechó para desabrocharme el cinturón mientras yo sentía su duro rabo en mi culo a pesar de estar vestidos. Me desabrochó el pantalón y se me quedó mirando mis piernas y mi paquete que sobresalía de mis ajustados boxer. Diciendo un –Ohhh sii- me acercó a él, se lanzó sin control sobre mis partes con su boca y me bajo los gayumbos. Noté como chupó toda mi polla de arriba abajo para terminar metiéndosela en la boca. Sentí un placer incontrolable. Le veía chupándomela animalmente, sin control, respirando fuerte. Me quité los gayumbos y le desabroché los pantalones. Unos calzones blancos guardaban su delgado pero grande nabo. Chupé su glande intentando introducir la punta de mi lengua en el agujero de su polla. Eso le encantaba.

Terminamos de desnudarnos del todo y me volví a tirar encima de él. Me gustaba sentir su rabo tocando y rozando el mío mientras nos morreábamos. Dimos vueltas en la cama con esta postura, acariciándonos todas las partes de nuestros cuerpos.

Después se incorporó y volvió a comerme la polla. Yo acaricié su espalda y sus piernas. Tomando una de ellas la pasé por encima de mí quedando nuestros cuerpos entrelazados en un 69. Se la chupé y absorbí, quería comerme su polla literalmente, morderla, saborearla.

Noté que su respiración se aceleraba y tras unos segundos, su cuerpo sudoroso paró de moverse y su polla eyaculó un caliente esperma sobre mi boca. Seguidamente yo me corrí en su boca mientras saboreaba su lefa.

Nos volvimos a colocar cara a cara y nos besamos de nuevo.

-¿Nos vamos a la ducha?-me dijo.

El agua caía sobre nosotros y sobre nuestros sudorosos cuerpos q se encontraban abrazados como si fueran uno.

-¿Podemos ir un poco más allá?- me preguntó

-A que te refieres- le contesté imaginando a lo que se refería.

El contestó metiendo uno de sus dedos en mi ano mientras decía:

-¿Quieres?

-De acuerdo pero si antes te dejas tú- le dije.

-Nunca me han penetrado pero quiero que tú lo hagas, adelante fóllame- me dijo al oído.

Después de largos intentos conseguí meterle el rabo. Tenía algo de bello en el culo pero no le quitaba el morbo a su dilatado ano. Gritó altísimo cada vez que yo hacía cualquier movimiento con mi polla dentro de él. Sentí que mi rabo se abría camino en su interior, rozando sus carnes. Cuando creía que me iba a correr me aparté de él y descansé.

Carlos se incorporó todavía quejándose y me dio otro abrazo.

-¿Qué se siente?-le pregunté

-Parece que me abrías en dos partes. Duele pero es una pasada. ¿Estas preparado?

-Sí lo estoy-le dije con miedo.

Tras largos intentos por dilatar mi ano salimos de la ducha sin poder conseguirlo.

Me dijo que le esperara en la cama y él se fue al salón. A la vuelta traía con él un tubo de vaselina labial diciéndome que eso serviría.

Me puse de rodillas dejando caer mi cuerpo contra la cama. Se untó de vaselina su polla y después dejo caer un buen chorro sobre mi agujero. Comenzó a masajearme y a introducir primero un dedo, después dos y al final consiguió introducir su polla dentro de mí.

Era una sensación increíble pero extraña. Al principio no me agradó pero cuando dejé de sentir dolor comencé a disfrutar relajadamente de la penetración. Se me puso la carne de gallina y mi polla estaba a punto de explotar.

Metía y sacaba su rabo cada vez más rápido. A veces mi ano se cerraba y presionaba su polla. Entonces él me levantaba, me abrazaba y me besaba el cuello con su polla dentro de mi.

Me cansé de estar de rodillas así que nos pusimos de pie y frente a su escritorio continuamos la faena. Rascaba con sus uñas mi torso, mis hombros y mientras su polla entraba y salía hasta que su respiración paró de golpe y tras un par de envestidas se corrió dentro de mi. Sacó su polla y me meneó la mía mientras sentía su líquido salir de mi. Me corrí en su mesa manchando un montón de ropa que había encima.

Nos besamos y abrazamos de nuevo. Nos metimos en la cama sin decir una palabra y conseguí dormirme después de pensar en todo lo que había pasado.

Desperté confundido y miré alrededor. La cabeza de Carlos descansaba sobre mí. Al lado, sobre la mesilla había un bote de vaselina y la brillante moneda que el día anterior provocó de una vez lo que tanto había deseado. Todo era real.

No era un sueño.