No es otra serie más. [XIV] Seducido por un menor
El hermano adolescente de Alejandra seduce a Julián para que se lo folle. Imperdible.
No es otra serie más. [XIV] Seducido por un menor
Julián había dejado la casa de sus padres, y a pesar de tener algunos ahorros pronto se dio cuenta de que no sería suficiente para alquilar algo por su cuenta. Necesitaba encontrar un trabajo pronto, algo que le permitiera independizarse. Mientras, revisó sus opciones: lo mejor sería pedirle asilo a algún amigo. Luego de lo sucedido con José, lo descartó por completo.
Luego estaba Chaer, pero recordando lo que había sucedido en el campamento y teniendo tantas dudas acerca de su sexualidad, prefirió evitarlo por el bien de ambos. Al final decidió llamar a Alejandra, que vivía en un pequeño departamento con su hermano menor, ya que su madre trabajaba fuera de la ciudad.
- ¡Hola Ale! ¿Qué tal estas? – dijo saludando Julián a su amiga por teléfono.
- ¡Juliancete! Que has estado haciendo que no me has escrito más. ¿Cómo estás? ¿Qué tal te sentó el viaje? – respondió Alejandra.
- Ale, he estado súper ocupado. Perdóname. El viaje me sentó genial. ¿Y tu que tal llegaste? ¿Qué pasó con Federico al final? – dijo Julián.
- Nada de nada, no ha funcionado –
- Lamentó escuchar eso. Oye Ale, te quería pedir un favor. ¿Será que me puedo quedar en tu casa unos días? He discutido con mi hermanastro Rodrigo y necesito salir de acá. Será mientras consiga un trabajo solamente –
- Por supuesto Julián. Los días que quieras. Te espero – Y diciendo esto, Alejandra colgó.
Julián dirigió su auto hacia la casa de Alejandra. La familia de Alejandra se componía de ella, su madre que trabajaba en una trasnacional y estaba constantemente viajando, su hermano menor Albert, quien tendrá en estos momentos unos 16-17 años. Su padre los abandonó cuando Albert tenía un par de años apenas y desde ahí no han vuelto a hablar del tema.
Una vez en casa de Alejandra, aparcó y se dirigió a la puerta. Tocó y pronto estuvo una desarreglada Alejandra saludándole efusivamente. Alejandra llevaba una blusa algo usada, un short de color rosa, y su pelo bastante despeinado pero seguía siendo esa amiga habladora y concienzuda de siempre. Eso seguro.
Pronto pasamos a la sala y allí nos sentamos a ponernos al día de todo lo sucedido en el campamento y después. En medio de la conversación, Alejandra dijo:
- Joder Julián, y cuando he sabido lo de Chaer. Que locura. Que no los haya ocultado tanto tiempo –
- ¿El qué? – a Julián no le apetecía hablar de la homosexualidad de su amigo.
- ¡Que era gay! ¡Y salía con ese chico que ha llevado, Orlando! – respondió Alejandra, tan cotilla como siempre.
- Ah pues sí, a lo mejor le daba pena decirnos. José y yo hemos sido muy despectivos en nuestras conversaciones con los gays – respondió sin mucho ánimo.
- Puede ser, ¿Pero a mí? Yo que siempre le ha apoyado en todas las circunstancias. Ha sido como una puñalada – empezó Alejandra.
Julián la interrumpió. No quería seguir hablando del tema. No podía juzgar a su amigo Chaer cuando hasta hace algunas horas se había estado comiendo la polla de su mejor amigo, José, mientras él se comía la suya. Le parecía hipócrita.
Al rato Alejandra le mostró a Julián el que sería su cuarto: un pequeño cuarto de estudio, con un pequeño closet. Lo usaban para tener allí los libros y la computadora de escritorio. Alejandra había puesto una pequeña cama y había hecho espacio para que su amigo se instalara.
Cuando Alejandra se hubo ido, argumentando que iba a ver que preparaba de cena, Julián se dispuso a poner toda la ropa que tenía en la maleta, en aquel cuarto temporal en el que se refugiaría mientras conseguía algún trabajo.
- ¡Eh Julián! ¿Puedes venir un segundo? – le llamó Alejandra de la cocina.
- Si, ya voy – dijo Julián terminando de poner sus camisas dentro del pequeño closet.
Julián se acercó a la cocina y allí vio a, Albert, el hermano pequeño de Alejandra, intentando alcanzar el bombillo quemado de la cocina para poder cambiarlo. El chico no llegaba debido a que la silla era muy pequeña. Sin duda, Julián, al ser más alto si podría. Al irse acercando empezó a detallar al hermano menor de Alejandra, Albert, cargaba un short, una camiseta manga corta con la figura de Flash en ella, alto, pero no tanto, flaco pero con buenas piernas del fútbol y un culito respingón, ojos claros como su hermana, rubito pero tirando a castaño, y una barba de tres pelos. El chico tiene 17 años según le dijo Alejandra alguna vez.
Viendo al desconocido, Albert bajó de la silla y lo saludó. Su apretón era firme pero sus manos delicadas, con dedos finos. A Julián le parecieron asombrosos los ojos del chico: de un azul que irradiaba una especie de pureza. Y su sonrisa era un poco chula, del tipo niño que cree lo tiene todo. Futbolista, rubio, seguro era popular. De allí que el chico pensara en eso.
- Hola Albert, no te veía desde que no te crecían vellos en la barbilla – intentó bromear Julián.
- Joder weon , si es cierto. Y tu has cambiado un montón, ahora te peinas como un punk – mencionó el chico y recordándole a Julián que antes se hacía un corte algo más clásico.
- ¿Te echo una mano con el bombillo? – señaló Julián el bombillo.
- Pues claro, que todavía me falta crecer un poco eh – dijo Albert, riéndose
Albert se terminó de bajar de la silla y Julián se montó en ella. Se estiró todo lo posible, alcanzó el bombillo y empezó a desenroscarlo para cambiarlo. Mientras tanto, sentía la vista de Albert fija en él.
Pronto el bombillo estuvo cambiado, Alejandra había cocinado pasta con salsa bolognesa para la cena, y estuvieron los 3 en el salón comiendo y charlando un rato. De lo que pudo saber Julián, a Albert le iba muy bien en los estudios, era excelente en el fútbol y tenía muchos amigos que se la pasaban yendo y viniendo a la casa a quedarse y hacer los deberes, o a jugar a la Playstation en su cuarto.
Finalizada la conversación, Albert se puso a ver TV en la sala, mientras que Julián ayudaba a Alejandra a fregar los platos y a arreglar la cocina.
- Oye Ale, no iré a la universidad en estos días. Intentaré conseguirme un trabajo, ¿Me pondrás al día no? – le dijo Julián a su amiga. Sabía que Rodrigo podría ir a buscarlo en la universidad, y no quería encontrárselo.
- ¿Piensas dejar la universidad es? – dijo Alejandra alarmada.
- Que dices, claro que no, es solo por un tiempo – respondió Julián. Sabía que Alejandra diría exactamente eso.
- Pues, no hay problema. ¿Y de que piensas encontrar trabajo? – le miró Alejandra.
- De vendedor en una tienda o algo así, ya veremos. Mañana mismo me pongo en eso – terminando de secar el último plato, Julián fue hacia el que sería su cuarto. De reojo miró que Albert seguía viendo la TV en la sala.
Una vez en su cuarto, Julián buscó su ropa de dormir y la colocó en su cama. El cuarto no tenía baño propio así que Alejandra le había dicho que podía usar el de huéspedes. Tomando la ropa, Julián se sacó la camiseta y con el torso al aire, y la toalla colgando de su hombro se dirigió al baño. Cuando pasó de nuevo por la sala, sintió la mirada de Albert encima, recorriéndole.
Cuando vivía solo estaba acostumbrado a andar en boxers o pantalón de pijama por su casa, inclusive cuando su padre venía a visitarlos. Ahora que vivía con Alejandra y Albert, obviamente no podía ser lo mismo, se había quitado la camiseta porque Alejandra lo había visto muchas veces sin ella y Albert era un hombre, estaría acostumbrado a ver a sus amigos desnudos en las duchas de los vestuarios del equipo de fútbol o cuando se quedaban acá. No le dio importancia.
Ya en el baño, Julián puso la ropa de dormir: un boxer, un pantalón de pijama y una franelilla encima de la tapa del retrete, y el paño en el lavamanos y se desnudó. Duchándose, no pudo evitar pensar en cómo había cambiado su vida en tan pocos días. De la comodidad de su casa, de ser heterosexual. A tener dudas sobre su sexualidad y vivir con Alejandra.
Se vistió rápidamente en el baño y se dirigió a su cuarto, Albert ya no estaba en el TV. Apagó las luces, y se acostó. Esperando los días siguientes fueran mejores a éste.
Así pasaron los días viviendo con Albert y Alejandra. Julián se levantaba temprano y hacía el café para los 3. Desayunaban juntos, luego Albert se iba para el colegio, Alejandra para la universidad, y él salía a buscar trabajo deteniéndose en todos los establecimientos de la ciudad. No había sabido nada de José desde aquella conversación que tuvieron, se evitaban el uno al otro y sólo sabía de el por lo que Alejandra le comentaba en las conversaciones en las comidas que tenían.
Extrañaba a su mejor amigo. Muchas cosas le pasaban por la cabeza en esos instantes y quería compartirlas, sabía que Alejandra no las entendería por ser mujer, además ésta era muy indiscreta y cuando le comentaba alguna que otra cosa tenía la sensación de que se lo podía comentar a toda la Universidad.
Con cada día que pasaba le caía mejor el hermano de su mejor amiga, Albert, pronto Julián y él se la llevaban como si fueran hermanos y Alejandra fuera la desconocida viviendo en casa. Eran aficionados a los mismos programas de TV por lo que a veces discutían de lo mismo en las comidas o se ponían juntos a verlos en la sala. Cuando Julián estaba aburrido se acercaba al cuarto de Albert y lo invitaba a jugar a una partida a la Play, Albert encantado aceptaba y podían pasar horas encerrados en el cuarto definiendo quien era el mejor en un juego u otro.
Pasadas dos semanas o más viviendo en casa de Alejandra, un día llegó Julián temprano a la casa, entró, como de costumbre y se anunció en la puerta,
- ¡Eh Julián! Ayúdame acá, estoy en mi habitación – respondió la voz de Albert.
Julián dejó las cosas que cargaba en la mesa de la cocina y pronto se dirigió a la habitación de Albert. Cuando la abrió, se sintió un vapor tremendo en ella. Era verano y en Venezuela pueden hacer unas temperaturas por encima de los 35ºC en algunos calurosos días, hoy era ese día. Adentro, se encontraba un Albert en slips luchando por sostener un aire acondicionado que pesaba casi lo mismo que él. Julián se distrajo un segundo admirando el cuerpo del hermano de su mejor amiga, hasta ahora solo lo había visto sin camiseta uno que otro día que se encontraban con él de camino al baño y nunca le había prestado demasiada atención.
Albert tenía unas piernas fuertes, abdominales marcados y algunos biceps de hacer ejercicio en casa, pero era delgado, todo lampiño y bastante atractivo para ser un chico de 17 años. Se hallaba todo sudado producto del esfuerzo que estaba haciendo por sostener el aire acondicionado, vestía solo un slip ( interior) de color amarillo, se le marcaba un culito de campeonato: pequeño pero bastante paradito producto de las prácticas de fútbol, el slip se le metía en la raja del culo debido a lo sudado que estaba.
Inmediatamente Julián se dispuso a ayudarlo, y mientras lo ponían en su lugar, le preguntó.
- ¿Por qué has sacado el aire acondicionado? Te pudo haber caído encima –
- Joder es que ha dejado de funcionar y me estaba asando , no veas el calor que hace. Ni quedándome desnudo me ha entrado aire – respondió Albert.
- Me fueras esperado –
- Creía que podía yo solo con él. Gracias a Dios has llegado chamo . Eres el mejor – le dijo Albert.
Una vez en su lugar, Albert se acomodó el paquete en el slip sin disimulo e invitó a Julián a echar unas partidas en el Playsation.
- ¿Por qué no mudamos el Playsation a la sala y te entra un poco de fresco? – respondió Julián, quien empezaba a sentir el vapor del cuarto de Albert.
- No puedo, el TV de la sala no es compatible. Juguemos aquí, ¿O es que ya me tienes miedo? – se burló Albert.
- Estás loco, mariquin. Esta bien, ve encendiendo la Play mientras voy a orinar – le dijo Julián.
En el baño, Julián recordó la última vez que había estado mirando el cuerpo de otro hombre en slips. Se había tratado nada mas y nada menos que de su mejor amigo José, y habían acabado ambos dañando su relación. Obviamente eso no pasaría con Albert, él era menor de edad, hetero, y no existía ninguna tensión sexual entre ellos.
Julián meó un rato, salió del baño y pronto se puso a jugar en la Play con Albert quien seguía acalorado en su slip amarillo que apenas le cubría sus partes. Pasado un rato del juego, Albert le dijo
- Joder chamo , que calor. No lo aguanto, no sé cómo haces tú –
- Estoy sudando a mares, ¿No me ves? – respondió Julián. Era cierto, su camiseta se pegaba a su cuerpo de tanto sudor que tenía.
- Pues chamo , sácate la ropa. Y así no estoy medio desnudo yo solito. Tranquilo que prometo no violarte – Y se carcajeó Albert.
Julián cautelosamente solo se quitó la camiseta, dejando ver su torso. En el momento de quitársela, sintió como la mirada de Albert lo recorría de arriba abajo. Julián lo ignoró: seguramente era curiosidad. Julián sabía su cuerpo estaba trabajado por las sesiones de fútbol y algún tiempo en el gym en el que estuvo. Solo eso.
Terminaron de jugar, pronto llegó Alejandra y todos empezaron a hablar y hacer de la cena. Albert no hizo ningún amago de cambiarse cuando llegó su hermana, a Julián le pareció que era normal para ellos verse en ropa interior o así.
Desde aquel incidente del aire acondicionado y dado el hecho de que no lo habían llevado a reparar, Albert estaba por la casa siempre en boxers o slips, todo sudado y pasaba largo rato en la sala viendo la TV solo con sus calzonsitos puestos. A Julián ya empezó a parecerle familiar verlo por ahí medio desnudo. Pronto el también había decidido andar sin camiseta y se sintió cómodo al respecto.
Días después, Julián había llegado de una entrevista de trabajo corriendo por las ganas de orinar que tenía. Sin pensarlo demasiado, entró al baño, se sacó la verga del pantalón y el boxer, y descargó el chorro en el retrete mientras suspiraba de alivio. Cuando se le hubo pasado la urgencia fue que se dio cuenta de que la regadera estaba encendida. ¡Joder! Pensó Julián, ¡He entrado mientras Alejandra se duchaba!
- Coño , lo siento Alejandra. He entrado sin tocar. Ya me voy, ya me voy – dijo Julián guardándose la polla en los pantalones de nuevo.
- Tranquilo chamo , la culpa ha sido mía por no cerrar. Es que Alejandra nunca entra a este baño y no estoy acostumbrado a tener visitas – dijo Albert asomándose por la puerta del baño mientras reía.
Julián pudo ver a Albert mojado con el pelo pegado a la frente, las gotas chorreándole y el torso trabajado resaltándole. El muchacho solo había salido un poco de la ducha para no mostrarse entero a Julián. Este se le quedo mirando un rato, embebido.
- Joder, me he dado cuenta que he dejado la toalla en la cama, ¿Podrías pasármela hermanazo ? – rio Albert.
- Claro chamo , ya te la traigo –
Julián salió del baño pensando en el cuerpo desnudo del hermano de su mejor amiga y no pudo contener una erección en sus pantalones. Es tanto tiempo sin sexo , pensó.
Entró al cuarto de Albert, y encontró la toalla, cerca allí también se encontraba un boxer negro de la marca Calvin Klein, Julián lo miró y se imaginó a Albert usándolo, ya me estoy volviendo un enfermo , pensó.
Julián volvió a entrar al baño y su sorpresa ver a Albert desnudo con la puerta de la ducha abierta esperando la toalla, tenía un pene casi lampiño bastante largo pero delgado, unas bolas rosaditas sin ningún pelo en ellas, pero cuando Albert tomó la toalla y se empezó a secar lo que más llamó la atención de Julián fue el culo de Albert: paradito, sin pelos, pequeño pero con bastante carne. Tenía la polla echa un cohete en el pantalón en cuanto salió del baño.
- Eh Julián, que me has dejado con la palabra en la boca chamo . Echemos unas partidas mientras espero a Robert – dijo Albert quien continuaba secándose el cuerpo desnudo sin ningún tapujo ya saliendo del baño.
- No se Albert, ¿No te tienes que vestir para esperar a tu amigo? – dijo Julián esperando para encerrarse a hacerse una paja y bajarse la calentura que tenía.
- Me visto mientras jugamos, ¿Ahora si me tienes miedo? – se rio socarronamente Albert.
- Está bien – una parte de Julián quería seguir viendo el cuerpo de Albert.
Entraron a la habitación del muchacho y Albert se desprendió de la toalla mientras Julián encendía la consola. Pronto Albert tomó el boxer negro y cubrió sus partes, así se quedó mientras jugaba a la consola con Julián. El boxer negro no hacía más que resaltarle el culo que tenía, la tela se lo marcaba completamente, así como su paquete, parecía pequeño pero apetecible.
Julián estaba sudando a mares y eso Albert lo notó.
- Ya sabes cómo es el rollo con mi cuarto, chamo . No le pares, quítate la ropa – dijo Albert con los ojos en la pantalla del TV.
Julián decidió obedecer: el libido se le subía a la cabeza. Quería ver como reaccionaba Albert a su cuerpo, y ver hasta donde quería llegar el muchacho mostrándose desnudo ante él. Corroborar si eran ideas suyas que le estaba lanzando los tejos o no.
Se quitó lentamente la franela cargaba, Albert seguía sin mirarlo. Entonces Julián decidió sacarse el pantalón también, para devolverle la jugada. Lentamente desabrochó el botón y se lo fue bajando hasta quedó junto a su franela tirada en el piso.
Ahora se encontraban unos Albert y Julián ambos sudados, el primero únicamente con un boxer negro de Calvin Klein puesto, el cual le marcaba un culito respingón y Julián con un boxer rojo en la que se le marcaba claramente el principio de erección que tenía, y dado el tamaño de la herramienta de Julián, parecía que tenía un monstruo viviendo bajo la prenda interior.
Albert se dio cuenta apenas volteó: su mirada no pudo desprenderse del boxer rojo de Julián y de su entrepierne. Se le marcaba el principio de erección de su verga descomunal y el boxer apenas podía contenerla.
Ya sin ningún pudor, Albert dejó el mando de la consola de lado y se dirigió a Julián, quien veía todas las acciones del chico. Éste bajo hasta donde se encontraba la herramienta de su amigo y la desenfundó del boxer, el pene de Julián quedó esplendorosamente a la intemperie y Albert apenas y pudo abarcarlo con la mirada. Pronto fue la mano de Albert la que abarcó el pene de Julián. Su mirada se entrecruzo.
- ¿Qué estás esperando? – fueron las únicas palabras de Julián.
Albert reaccionó y se metió el glande de Julián en su boca. No era la primera polla que se comía el chico, opinaba Julián. Movía su lengua con mucha maestría una y otra vez recorriendo el prepucio e intentando limpiar todo el glande. Julián estaba en la gloria. Hace días necesitaba a alguien comiéndole la polla.
Albert siguió su faena abarcando cada vez más de la polla de Julián con su lengua, intentando abarcar todo su grosor, sin éxito aún. Mientras que Julián tomó el elástico del boxer negro de Albert y lo bajó por completo: descubriendo su pipi erecto, largo y delgado tal y como se lo había imaginado Julián, y ese culito respingón que tantas veces había mirado Julián en las últimas semanas.
Mientras que Albert seguía mamando del pene de Julián como si de un biberón se tratase, Julián tomó el culito respingón de éste y empezó a masajearlo sin mesura. Disfrutando de la carne que estaba agarrando y pensando en lo mucho que haría gozar ese culito en los próximos minutos.
Ambos terminaron de desnudarse lanzando los calzoncillos al piso y se acostaron en la cama, empezando un 69, mientras que Albert seguía mamándole el guevo a Julián, se había sentado en la cara de éste, con lo que Julián tuvo acceso a los huevitos del adolescente y a su ano que estaba esperando algo de diversión en èl.
Julián sacó la lengua y empezó con los huevitos de Albert, éste dio un respiro y pronto su polla empezó a endurecerse más y a babear como loca el precum del puberto. Julián decidió tomar el pipi de Albert y voltearlo de manera de podérselo mamar y corresponder las buenas lamidas que éste le estaba dando.
Ambos duraron un rato dando rienda suelta a sus lenguas en la polla del otro. Hasta que Julián no se sintió aguantar, y alejó a Albert de su polla, lo levantó y pronto empezó a comerle los morros , a besarlo con lujuria. La lengua de Julián iba y venía de la cavidad bucal del adolescente una y otra vez mientras ambos se encontraban desnudos y con las pollas hinchadas apuntando al otro.
Con una mano libre, Julián empezó a meterle los dados en la raja a Albert, pero sin penetrarlo. Este empezó a suspirar en la boca de Julián y a morderlo de vez en cuando sin tapujo. Julián se separó de la boca del muchacho y se pegó a su cuello, mientras sus dedos seguían acariciando el orificio virginal del adolescente.
Albert empezó a gemir audiblemente y con sus manos palpaba la espalda y el culo de Julián a diestra y siniestra. Julián le hacía mordiscos en el cuello cuando decidió introducir el primer dedo en el ano de éste. Albert gritó: mas por la sorpresa que por el dolor que estaba sintiendo.
Nunca había tenido un dedo que no fuese el suyo metido en su culo, pensaba Albert mientras sentía los besos en el cuello bajar y descender hasta sus testillas y el dedo furtivo de Julián entrando y saliendo de la cavidad, buscando la próstata y haciéndolo gemir audiblemente.
Julián terminó de descender hasta la polla delgada y perfecta de Albert y empezó a lamersela y darle una mamada de campeonato: con su lengua jugando una y otra vez con el miembro y las terminaciones nerviosas en él. Mientras con el dedo seguía dilatándolo, Albert se mordía el labio inferior y se aferraba a las sábanas mientras tanto.
Julián sabía que por mucho que quería cogerse al chamito , no podría, debido al tamaño de su herramienta y a que Albert evidentemente era virgen, pero decidió darle la mejor experiencia que podría darle. Ingresó un segundo dedo en el ano de éste y arremetió con más fiereza a comerle el pipisito , desenfundándolo una y otra vez y ensalivándolo por completo.
Pronto Albert no se pudo contener y se derramó sin siquiera avisarle a Julián, todo era parte de su inexperiencia: Julián se tragó la mayor parte del semen sintiendo su sabor agridulce mientras sentía el cuerpo del adolescente vibrar, y su ano cerrarse en torno a los dedos que él le tenía metido.
Julián se levantó de encima de Albert y se acostó a su lado en la cama, Albert sabía lo que venía a continuación: inmediatamente se dio la vuelta y volvió a mamarle la polla a su maestro sexual. Una y otra vez, con hambre y delicadeza a la vez. Hasta que Julián se corrió, Albert cerró su boca con presteza y se tragó todo el semen, le encantaba sentir como le llenaba la cavidad el líquido de su amante.
Así se quedaron un rato, ambos sexualmente saciados y descansando en la cama, esperando que sucedería a continuación.