No es otra serie más. [XII] Sediento de sexo

Luego de haber sido violado por su hermanastro, Rodrigo acompaña a su amigo Fran al gimnasio y en él descubrirá a Sam: una verga palpitante perfecta para enterrarse en su culito.

No es otra serie más. [XII] Sediento de sexo

-       ¡Joder Julián! ¡¿Qué hemos hecho?! ¡Despierta! –

Julián abrió los ojos, tan pronto como lo hizo y viendo a su amigo José, a su lado llamándole, con tan solo un slip amarillo que cubría sus partes, lo recordó todo. Como la noche anterior, en medio de una calentura bestial y sin importarle el consentimiento de éste, se había lanzado hacia la polla de su amigo y le había dado una mamada de campeonato.

Enrojeció. ¿Se habría convertido en gay? ¿Qué estaba pasando con él?, sintió una vergüenza descomunal con su amigo. ¿Qué habría de pasar a continuación? ¿Podría su amistad soportar todo esto?, recordó además lo mucho que había disfrutado al escuchar los gemidos de José cuando le estaba realizando la mamada, y así mismo, todo lo que había gozado al sentir los labios de José en su miembro, sin duda, el no era el único que tendría dudas acerca de su sexualidad.

Sin decir nada aún, se levantó, buscó en la ropa cercana a la cama, y encontró el boxer que le había prestado su amigo el día anterior, y se lo puso.

-       Lo siento – Suspiró Julián.

-       ¡Pero chamo! Que nos hemos comido las pollas como unos auténticos maricos – Respondió José.

-       Lo sé José, que yo también he participado –

-       ¿Qué está pasando con nosotros? Te juro que yo todavía tengo los sentimientos por Rosa intactos –

-       No lo sé, José. ¡JODER! ¡QUE HE INTENTADO ENCONTRARLE EXPLICACIÓN A TODO ESTO DESDE LO QUE ME PASO CON RODRIGO! – Julián empezó a gritar.

-       ¡Cálmate! –

-       QUE NO JOSÉ, YA ESTOY CANSADO DE ESTA INDECISION. ¡¡¿QUE SI NO HE DISFRUTADO COMIENDOME TU VERGA?!! PUES SI, ME HE VUELTO UN AUTENTICO MARICA – Julián estaba al borde de las lágrimas.

-       Julián, bájale dos. Que yo también he gozado con lo de anoche, mira – Empezó a decir José y tomó de los hombros a su amigo, que parecía estar a punto de estallar en lágrimas.

-       No puedo saber que está sucediendo contigo, pero al menos, yo creo que todo fue cuestión de la calentura y de la experimentación y todo eso, sigo queriendo estar con Rosa y eso no va a cambiar por muy bien que hagas las mamadas – Continúo diciendo José.

Julián empezó a llorar en el pecho de su amigo, había tenido demasiado. Todos esos deseos reprimidos con su hermanastro, aquellas sensaciones nuevas que había experimentado gozando, con su hermanastro y con su mejor amigo. La asquerosidad que sentía al haber estado juzgando tanto tiempo a los “maricas” y ahora haberse convertido en uno de ellos. La necesidad de aceptación que requería de su amigo y de todos los que le rodeaban. Y las ganas de continuar la senda de la experimentación gozando de su cuerpo hasta los límites inexplorados y de sentirse bien consigo mismo de aquella manera.

Todo esos sentimientos se veían expuestos ahora, medio desnudo, con su mejor amigo, que ahora lo sabía todo y que sin duda lo estaría juzgando por haberse convertido en eso, un comepollas. No pudo aguantar mas la situación. Se levantó y empezó a vestirse.

-       Julián espera, que haces. ¿A dónde vas? –

-       A mi casa José, gracias por todo. Lo siento, de verdad – Decía Julián mientras se cerraba la cremallera del jean.

-       Quédate Julián, nada ha cambiado entre nosotros. Te lo juro –

-       No no, José. Que necesito tiempo para aclararme. Esto no es justo para ti ni para Rosa. Necesito irme –

-       Pero Julián, ¿Con tu hermanastro? –

-       No me importa, ya resolveré. Pero aquí no puedo seguir. Perdóname por todo esto, espero que algún día podamos volver a ser amigos –

Y con lágrimas corriéndole por la mejilla, abandonó la habitación, pudo sentir como su amigo se había levantado y lo estaba siguiendo, intentando impedir que se fuera, pero pronto se vio en el umbral de la puerta. Echo un último vistazo.

Allí lo dejaba, a su amigo, en ese slip que apenas cubría esa verga que bien había estado lamiendo la noche anterior. Se daba asco a si mismo. Se dirigió hacia la parada de autobús.

Ya allí, con el pasar de los minutos. Se fue calmando y empezó a pensar de nuevo racionalmente. Recordó que lo último que había hecho en su casa había sido nada mas y nada menos que violar a su hermanastro, y salir huyendo. El bien sabía que Rodrigo era lo suficientemente orgulloso como para no denunciarlo y no decirle a sus padres, pero no sabía que podría esperar de él.

A momentos de llevar a cabo su plan en días anteriores había considerado sus opciones luego de la violación y sabía que tenía que huir lejos de su hermanastro, lo más lejos que lo permitiera el dinero que tenía.

Su hermanastro era una persona de temer, lo consideraba violento. Y sin duda podría atentar con su vida, además de que tenía contactos en la red de tráfico de drogas y eso ya daba mucho que pensar. Sin embargo, tenía que volver a su casa a recoger sus cosas y el dinero, para poder irse a vivir a un hotel mientras conseguía algo más estable.

El autobús lo dejó a unas cuadras de su casa justo como lo había planificado, necesitaba encontrar un momento en el que su hermanastro no se encontrara para poder entrar a ella. Apenas la fue divisando, le entró nostalgia. Era increíble como hacia algunos meses había tenido una vida plena y dichosa en esas cuatro paredes, sin dilema alguno, estudiando, saliendo con una que otra chica y siendo feliz. Y ahora, desgraciado, no podría estar más en su casa, había cometido un delito, violar a su hermanastro, la había cagado con su mejor amigo, era un auténtico desastre.

Al no divisar la camioneta de su hermanastro, Julián decidió que era el mejor momento para recoger sus cosas. Entró a la casa y encontró todo tal y como lo recordaba: la mesa del comedor, el florero encima de ella, la posición de los muebles que nunca se habían cambiado con el pasar de los años. Allí Julián había vivido quizás los mejores momentos de su vida: de niño con su padre, de adolescente con sus amigos jugando Playstation o con alguna de sus novias, se había sentido cómodo y pleno detrás de esas cuatro paredes, de las cuales ahora se estaba marchando como una rata: avergonzado, a escondidas, y sin poder decirle nada a nadie. ¿Qué le diría a su padre de porque había huido de casa? Ya lo tenía bien pensado: Julián necesitaba independizarse, y dado el largo historial de problemas que había tenido con su hermanastro, su papá debía entender que había querido salir huyendo lo más rápido posible y no darle la dirección a éste. Si, eso sin duda lo tranquilizaría.

Julián entro a su habitación y encontró todo en un inesperado orden: nada de la ropa que Rodrigo solía regar por toda la habitación, las camas se encontraban hechas, e inclusive existía un aroma a limpio que llamó su atención. Abrió su closet y de allí sacó la maleta más grande que tenía, con prisa y sin mucho miramiento, retiró toda su ropa de los cajones y la fue poniendo en la maleta, su crema de afeitar, desodorante, perfume, y todo lo que era de él en esa habitación. No le llevó mucho tiempo, pasó rápidamente por el baño y tomó su cepillo dental, su toalla y alguna que otra cosa más que había dejado allí. Finalmente, con un suspiro, cerró su maleta y se despidió de la que había sido su habitación durante 22 años, alejándose por el pasillo.

Unos días antes en la misma habitación…

A Rodrigo le dolía la polla de tenerla presionada erecta contra el colchón de su cama, olas y olas de desmesurado placer le consumían los sentidos, su cara estaba de un auténtico rojo, mientras que sus oídos le zumbaban con cada embestida que recibía. No conocía de abusos familiares ni de amigos que se mofarían de él por ser un marica. Se sentía al lado de Dios. Sus tetillas no podían estar más erectas mientras que los dedos de sus pies se encontraban extremadamente doblados. Como siguiera restregando su polla contra el colchón con las embestidas que estaba recibiendo, se correría sin remedio. Su ano se encontraba a momentos vacío y a momentos lleno de carne caliente y palpitante. Lo podía sentir en cada una de sus terminaciones nerviosas. Le encantaba el placer que estaba recibiendo, cuando ese monumento de polla entraba y salía de su culo sin parsimonia. Se sentía estallar en cualquier momento. En la posición en la que se encontraba no podía ver al hombre que se lo estaba follando con tanto esmero, pero se propuso recordar cómo era su físico en un intento desesperado de no correrse todavía: alto, trigueño, con el pelo castaño oscuro y unos ojos marrones y profundos, bastantes músculos y un abdomen de envidia, casi lampiño (a excepción de su pecho y su polla) y aquel monumento de pene que ahora le estaba dando una follada increíble: no circuncidada, 19 centímetros aproximadamente, con unos huevos que le colgaban rosados y con algunos pelos a su alrededor, una auténtica bestia del sexo. ¿Pero cómo el: un auténtico machito que hasta hace días se la pasaba en grande teniendo sexo con mujeres, mecánico, con todos sus amigos heterosexuales, machista, había dado con esa bestia y como lo había convencido de venir a su casa a follarselo? A Rodrigo le parecía mentira como había sucedido todo.

Un día después de que su hermanastro Julián se fuese marchado a Maturín con sus amigos, Rodrigo no podía dejar de pensar en su orientación sexual: lo mucho que le gustaba tener algo dentro de su ano mientras alcanzaba el climax sexual. En su trabajo, muchas ideas lo acosaban: todos sus amigos, los otros mecánicos, hablando despectivamente de los gays y contando anécdotas sexuales con varias mujeres. Mientras que el solo pensaba en volver a alcanzar esa plenitud sexual que antes había sentido con su hermanastro follándoselo sin piedad mientras el se negaba rotundamente a ello. Se sentía sucio e hipócrita, pero no le interesaba en absoluto. Lo único en lo que pensaba era en volverse sentir así. Mientras todo esto pasaba por su cabeza, de súbito alguien lo interrumpió.

- ¿Marico que harás después de que terminemos de arreglarle el motor al carro de la señora Liliana? – dijo Fran. Uno de los mejores amigos mecánicos que tenía Rodrigo en el taller.

-       No se marico , la verdad es que no tengo planes. ¿Por qué? – Lo cierto era que Rodrigo había cancelado todas sus salidas después del incidente de la droga y de su hermanastro poseyéndolo.

-       Acompáñame al nuevo gimnasio que abrió la hija del señor Manuel. Está en la avenida Libertador – El señor Manuel era uno de los clientes habituales del taller, un calvo cuyo mejor atributo era su hija: una despampanante rubia con las tetas hechas y un culo de película. Cuando su padre no podía, ella solía traer el Toyota Corolla para las revisiones en el taller.

-       ¿Qué acaso no te basta con acosar a la hija del señor Manuel cuando viene al taller si no que ahora la persigues? – Se burló Rodrigo.

- Marico, esa jeva lo vale. ¿Es que eres ciego? Yo a ella la acosaría hasta las puertas del infierno si fuese necesario – Dijo Fran.

La verdad era que Fran tenía razón, la mujer tenía lo suyo. Su amigo también, lo pensó: él era moreno claro, con unos ojos negros y con una barba de 3 días que lo hacía verse a la vez joven y a la vez salido de alguna telenovela latina, bastante formado porque iba regularmente al gimnasio y con una personalidad muy divertida. Estaba claro que la hija del señor Manuel parecía ignorarlo únicamente por el hecho de que éste era mecánico y de que ella tenía un padre con mucho dinero y estatus social.

-       Está bien, te acompaño. Pero no me quedo mucho tiempo ¿Vale? – complació Rodrigo.

-       Perfecto marico . Solo quiero ver si ella se encuentra allá, y ver si viendo todo esto con mayor detalle, me la gano – diciendo esto Fran se tocó los biceps que estaban siendo ocultados por su overol de trabajo.

Al final de la jornada, se encontraba Rodrigo lavándose la cara en los vestuarios de los mecánicos cuando siente una fuerte nalgada en su nalga derecha, Rodrigo dio un respingo: volvió a pensar en todo de nuevo. Volteó y se trataba de Marcos,  otro de sus amigos del taller.

-       Epa weon, porque no mejor me agarras éste – Y Rodrigo se volteó y se agarró el paquete, era algo que hacían automático los mecánicos allá y se lo habían tomado a broma. Las cosas estaban cambiando, pensó Rodrigo.

-       ¿Qué harás el sábado en la noche mano ? ¿Si te acuerdas que Sofía dará una fiesta y los ha invitado a todos no? – Sofía era la novia de Marcos, una muchacha bajita y bastante plana: de tetas y de culo no tenía nada, pero con una personalidad bondadosa. Era enfermera en el hospital central de la ciudad y el sábado era su cumpleaños. Había invitado a todos a un pub al que solían ir.

-       Claro, ya te dije que si voy a ir. ¿Quiénes van? – dijo Rodrigo mientras seguía quitándose las manchas de grasa de su cara.

-       Hasta hora todos los muchachos menos Fran, y Sofía ha invitado a todas sus amigas enfermeras: no te imaginas lo buenas que están – respondió Marcos mientras se desprendía de su overol de trabajo: abajo solo iba vestido con un slip azul oscuro que apenas ocultaba sus atributos.

-       Pues perfecto. No veas como me hace falta conocer a una enfermera que me cure de todos mis males – dijo Rodrigo, aparentando, mientras su atención se dirigía a la entrepierna de su amigo Marcos, imaginando como sería el pene del trigueño y pensando en lo mucho que le gustaría que se lo follase ¿Qué estaba pasando con él? Así de radical habían cambiado sus pensamientos.

-       Genial, esta una amiga de Sofía: Laura. Que la tipa esta jodidamente buena, y bien fácil es también: recuerdo que una vez se me ofreció a sabiendas que soy el novio de su mejor amiga – dijo Marcos poniéndose un jean y ocultando su slip mientras tomaba una camisa de manga corta del locker que tenía asignado cada mecánico en el vestidor.

-       Vale, no te olvides de presentarmela – respondió Rodrigo mientras cerraba el grifo del agua.

-       Por supuesto que no, weon. Bueno, me voy que me espera Sofía en el hospital – y se despidió Marcos dándole una palmada en el hombro a su amigo.

Cuando se hubo cerciorado que se encontraba solo en el vestidor, Rodrigo tomó su overol y lo fue retirando: su polla hinchada se marcaba exuberante debajo del slip gris que se había puesto esta mañana: ver a su amigo Marcos en slips lo había puesto a mil, cosa que había hecho millones de veces desde que trabaja con él en el taller y nunca había tenido semejante reacción. Soy un hombre nuevo , pensó Rodrigo.

Sin darle tiempo a que se terminara de subir el jean, salió de las duchas su amigo Fran con solo una toalla a su alrededor.

-       Alguien está muy contento esta tarde parece – se mofó Fran mientras sacaba su ropa del locker.

-       No tienes idea marico – dijo Rodrigo un poco avergonzado al pensar que esa reacción la había tenido el cuerpo de Marcos y terminando de cubrir su pecho con una camiseta.

-       Recuerda que me prometiste iríamos al gimnasio, ni se te ocurra irte – dijo Fran dejando caer su toalla azul y mostrándose desnudo frente a Rodrigo, era algo normal en los vestidores de los mecánicos.

-       Por supuesto, te espero afuera y nos vamos – Rodrigo salió huyendo del vestidor ante cualquier otra erección indiscreta con su mente puesta en el culo y la polla morena de su amigo Fran.

Más tarde, mientras Fran se entretenía hablando con la hija del señor Manuel en la recepción del gimnasio, llevando una franelilla que le hacía mostrar sus abultados bíceps con un mayor esmero. Rodrigo se encontraba en la máquina de pesas, sudando y pensando. La mayoría en aquel gimnasio eran hombres: todos fuertes, atléticos, preocupados por su físico, y algunos marcaban una polla impresionante debajo del pantalón de chándal o el short que cargaban. Parece que si, ahora Rodrigo se fijaba en el guevo de los otros machos alrededor y no le importaba. Solo quería ser follado hasta la saciedad por alguno de aquellos tipos y no sentir remordimientos al respecto. Y fue pensando en eso cuando lo vio.

Se trataba de un tipo alto, trigueño bronceado, con los ojos marrones penetrantes y la quijada bastante cuadrada. Estaba rasurado y cargaba una franelilla en donde se veían unos biceps prominentes y un abdomen marcado por el gimnasio. Tenía pinta de heterosexual: no parecía tener gestos ni nada que delataran alguna inclinación por los hombres, pero algo le dijo a Rodrigo que así como el tenía ganas de que se lo follasen, ese tipo estaba esperando a alguien precisamente como él.

El sujeto estaba terminando una serie en la máquina para los brazos, de repente se levantó de la máquina y tomó su toalla. Rodrigo lo sabía: esta era su oportunidad. Se levantó rápidamente de su propia máquina y se llevó consigo sus cosas, vías hacía el vestidor. Ya en el vestidor, no habían muchos hombres en él en ese momento (el gimnasio estaba próximo a cerrar), Rodrigo se apresuró a acercarse a una taquilla y empezó a desnudarse mientras esperaba ver entrar por la puerta al sujeto. Se estaba desabrochando el jean, cuando el sujeto entró. Estaba sudado y brillante, lo que acentuaba su musculatura y las facciones de su cara. Era increíble, pensó Rodrigo mientras seguía desnudándose. Era hora de saber si el tipo estaba interesado en cogérselo o no: se quitó jean y slip a la vez y se encontró desnudo mientras estaba atento a las acciones del sujeto: el sujeto, mientras colocaba sus cosas en el locker, tuvo la reacción que Rodrigo esperaba, se quedó mirando su culo sin disimulo, si el sujeto fuese podido morderse el labio en ese mismo instante, lo fuese hecho. Rodrigo estaba encantado. Terminó de poner sus cosas en el locker, y tomando su toalla se dirigió hacia una de las duchas individuales del gimnasio. Allí, miró fijamente al sujeto, que seguía a medio desnudarse en el medio del vestidor, y le guiñó un ojo. Sabía que eso era todo lo que necesitaba. El gimnasio no contaba ni con 4 personas en ese momento, estaba claro que podrían liarse allí.

Rodrigo entró a la ducha individual, encendió el agua y se metió en ella, aguardando, su polla se encontraba medio morcillona pensando en si el desconocido o no aceptaría su invitación. No tuvo que esperar demasiado. El sujeto entró completamente desnudo y con su polla apuntando al techo.

-       Me llamo Sam – anunció mirándolo con el mayor líbido posible en sus ojos.

-       Encantado, Rodrigo – dijo éste y sin muchos miramientos hizo lo que tenía tiempo pensando quería hacer y ver como se sentía al respecto. Se agachó, y en medio de la ducha individual (apretados, porque no era muy grande), tomó la polla de Sam entre sus labios.

¡El mecánico hetero machista ahora tenía un guevo en su boca! Algo que nunca en su vida pensó que haría. Y le encantaba. Saboreó el pene del muchacho, sabía a limpio y un poco a orín, no le importo. Siguió paladeando el sabor de la verga mientras Sam suspiraba entrecortadamente. Subía y bajaba por todo el tronco de la polla, dando lametazos, estirando y contrayendo el prepucio, mientras su propia polla se balanceaba arriba y abajo muy cercana al piso de la ducha, todo era surreal.

De repente, Sam tomó la cabeza de Rodrigo y dirigió la mamada el mismo. ¡Se estaban follando la boca de Rodrigo! Mientras este lo único que hacía era ensanchar su garganta para recibir el trozo de carne una y otra vez. Sam parecía apunto de correrse, se detuvo y sin pedir permiso, hizo a Rodrigo levantar y lo besó.

Después de tener la polla de Sam en su boca, el beso no le pareció nada. De hecho, lo disfrutó. Sam era un maestro moviendo su lengua y ambos compartían ahora el sabor a polla de éste y sus fluidos salivales. Mientras que sus cuerpos se encontraban juntos y las manos del hasta ahora desconocido se posaban en las nalgas de Rodrigo. Éste suspiró. Le encantaba sentir el contacto allí. Sus pollas ahora chocaban como en un duelo de espadas, una contra la otra y contra sus abdómenes.

Sam levantó un poco a Rodrigo y puso su polla en la raja de su culo mientras seguía besándolo apasionadamente. El contacto le pareció a Rodrigo sublime, sentir el pene del desconocido tan cerca de su ano lo tenía a mil. Quería tenerlo en su interior, lo más pronto posible. Pero sabía que allí, en medio de las duchas, no lo disfrutaría como tal, así que no se hizo muchas ilusiones.

Sam parecía pensar lo mismo porque mientras seguía restregando su guevo contra la raja del culo de Rodrigo, se corrió abundantemente. Soltando un suspiro. El cuerpo de Rodrigo quedó lleno de la lefa del desconocido mientras que su propia polla estaba apunto de hacer lo mismo. Sam pareció darse cuenta y la tomó entre sus manos, y empezó una masturbación lenta pero con mucho morbo.

A Rodrigo nunca se la habían jalado de esa manera: solo un hombre podría habérselo hecho con tanto gusto y parsimonia como lo había hecho aquel desconocido. No aguantó demasiado: se corrió en las manos de Sam, y gimió audiblemente. Pronto volvieron a besarse un rato mientras el latido de sus corazones se ralentizaba. Aquello había sido abismal.

Una vez pasado el morbo, ambos se turnaron para quitarse los restos de semen y se enjabonaron mutuamente. Cuando Sam se disponía a salir, Rodrigo le tomó un hombro y le dijo

-       Más tarde, encuéntrame en esta dirección y podemos terminar lo que hemos comenzado aquí – Y le dio la dirección a Sam, quien sonrió y le dio un beso de pico como respuesta.

Rodrigo esperó prudentemente unos minutos luego de que Sam salió de la ducha, y la cerró, tomando su toalla se dispuso a salir de ella. Lo primero que vio fue a su amigo Fran, en boxers, sentado en la banca del vestidor con su teléfono en la mano.

-       Hombre, pensé que nunca saldrías – dijo Fran levantando la mirada y observando fijamente a su amigo.

-       Que va, casi me quedo dormido en la ducha. Estoy muy cansado – respondió Rodrigo. ¿Podría haber estado Fran allí cuando salió Sam unos minutos antes de ella? ¿Sabía Fran que había estado con Sam en el interior de la ducha? ¿Los habría escuchado? Rodrigo palideció. Se había olvidado completamente de su amigo.

-       ¿No te habrás estado haciendo una paja eh, cochinete? – se rio Fran mientras se colocaba el jean y ocultaba en el su paquete cubierto de un boxer color azul.

-       Estoy guardando toda mi leche para el sábado – respondió Rodrigo con sorna, intentando parecer normal y evitando la mira de Fran.

-       Oh cierto, es una pena que vaya a estar de viaje – dijo Fran terminando de recoger sus cosas del locker, ahora vestido.

-       De la que te vas a perder, marico – respondió Rodrigo mientras terminaba de vestirse él también.

Y pensando en todo esto, le llegó la corrida a Rodrigo, tanto roce con el colchón y con su culo apunto de estallar, la había prolongado demasiado. Con un gritito, Rodrigo se corrió abundantemente en el colchón, su segunda corrida en el día, mientras, a la vez, Sam hacía lo propio dentro del condón en su interior, suspirando como un loco.

Le había encantado sentir la polla de Sam por fin en su interior, no había manera de describir lo mucho que se sentía pleno cuando se lo follaban bestialmente. Le encantaba. Era una auténtica perrita en celos.

Sam retiró el condón, lo lanzó a un lado, y tomó a Rodrigo de su boca mientras lo besaba ardientemente, ambos con las pollas decreciendo minuto a minuto, disfrutando de los cuerpos de cada uno. Rodrigo puso las manos en el culo de su amante y lo palpó con creces. Era el primer culo de hombre que tomaba, hoy había sido un día de muchas primeras veces. Le encantó el tacto, y pensó que, lo siguiente que intentaría en esta alocada experimentación suya, era poner su propia polla dentro de un culazo como el que tenía su amante.