No es otra serie más. [IX] El viaje

Rodrigo se despierta la mañana después a su violación y Julián sale de viaje con su grupo de amigos.

No es otra serie más.

CAPÍTULO IX. El viaje

---------------------------------------------------------------------------------------------

Olas, más bien ráfagas, una detrás de otra, que lo llenaban de un placer nunca antes experimentado y le hacían hervir la sangre como si de una posesión se tratase, sus nervios expuestos al límite y su mente sumida en la inconsciencia de alguien que ha encontrado el punto máximo de goce sin mesura.

Un líquido lechoso que salía sin control de sus conductos expulsados por todo ese placer que rugía una y otra vez dentro de él y fue cuando despertó.

El sol estaba en su punto máximo, Rodrigo se hallaba desnudo, tendido boca abajo con su redondo culo mirando hacia el techo y su verga comprimida por su peso y las sábanas de debajo de él.

De súbito lo recordó todo: las drogas, su inmovilidad, su hermanastro Julián violándole, entrando y saliendo con su poderosa verga de su culo, haciéndole el amor en cada embestida, llenándolo con un placer nunca antes alcanzado y aquel recuerdo desbloqueado de su padre, su primera experiencia sexual en la que, éste, al igual que su hermanastro la noche anterior, ensartó su sexo en su culo nunca antes desflorado.

El sentimiento que experimentó Rodrigo era de auténtico miedo: aquella memoria bloqueada por su subconsciente ahora liberada, sabiéndose abusado por su padre y aquel frenesí de placer que experimentó la noche anterior cuando su hermanastro, sin ningún consentimiento, le insertó la verga en su ano. ¿Qué estaba pasando con él?.

Desde los inicios de su pubertad, Rodrigo se había sentido atraído irremediablemente por las chicas: aquellos suculentos senos, cinturas de avispas y silueta magistral. Sus masturbaciones, siempre habían sido pensando en mujeres. La mayor parte de sus relaciones sexuales, también.

Recordó de nuevo aquella tarde de verano en la que su padre, encolerizado por su hijo consumidor de drogas, en vez de azotarle había querido desflorarle y marcarle para siempre. Su primera experiencia sexual. Aquella verga palpitante entrando y saliendo de su culo puberto. En esa ocasión no lo había disfrutado, todo se había resumido al dolor de su esfínter sumado a la mancha de haber sido violado por la persona a la que más quería sobre la Tierra, su padre.

Pero la noche anterior, con los diecinueve centímetros de su hermanastro entrando y saliendo de su interior, estimulando cada pared anal y su próstata hasta hacerlo delirar de placer en ese estado suyo, sumido en la inmovilidad y las drogas, fue completamente diferente. Lo había disfrutado si, y sin duda, su polla babeante de semen en este instante y sus sábanas manchadas hasta la inmundicia daban prueba de ello.

Rodrigo se palpó el culo con sus dedos, sentía algo de dolor y humedad, sin duda del semen de su hermanastro, le odió aún más. No creía que fuese posible detestar a alguien en extremo. De haber tenido un arma, no hubiese pensado en dispararle y afrontar las consecuencias. El muy cabrón había abusado de él, eso era rebasar un límite.

Miró hacia su cama, estaba hecha. Todo en orden. Lo buscó en su habitación con intenciones de golpearlo hasta matarlo pero no lo encontró. Se levantó con su polla flácida balanceándose de un lado a otro, y tomó sus sábanas lefadas para dejarlas en un rincón.

Tomó la toalla que ambos compartían y se fue a la ducha. Bajo la regadera, su mente seguía divagando en el odio hacia su hermanastro, la posibilidad de conseguir con alguno de sus contactos un arma y un plan para esconder su cadáver y huir de la ciudad y en su padre, el muy cobarde se había ido del país la noche siguiente a su violación, sin duda, un buen plan sería matarlos a ambos.

Cuando estaba terminando de secarse, volvió a su mente los recuerdos del placer y su polla se irguió disparada, pensó en aquella sensación de tener un pene en su interior y de que este le recorriera cada fibra de su ser, ¿En qué clase de maricón se había convertido?, se terminó de secar y con la polla aún erecta salió del baño.

Julián no había regresado, la habitación estaba vacía y algo viciada con el olor a sexo. Rodrigo tomó un boxer blanco de su gaveta y ocultó su erección en él, fue cuando recordó aquella prenda Calvin Klein que tanto le había costado y su hermano había roto sin tapujos. Vio los pedazos del boxer regados en el piso. Bastardo , pensó.

Abrió las ventanas de la habitación y salió para inspeccionar el resto de la casa, nadie. Rodrigo sabía de sobras que su madre no llegaría hasta el día siguiente, pero en algún momento creyó que encontraría a Julián desayunando y podría quebrarle los dientes para desahogarse.

El culo le dolía, recordándole toda la noche anterior y la erección no parecía desaparecer del boxer que llevaba, se sentó en la sala y tomó su mástil en sus manos, hacía descender y ascender su prepucio distraídamente mientras pensaba en la mejor manera de afrontar la situación.

Primero y principal, la discreción. Nadie podía enterarse de que 2 hombres habían hurgado en su culo y se habían salido con la suya. ¿Qué dirían sus amistades de la cauchera? pensó, con toda la homofobia que él solía proferir en sus horas de trabajo y con todo lo machito que lo creían sus amigos, en ese ambiente. Tendría que asegurarse de que su hermanastro mantuviese la boca cerrada, de alguna manera lo haría. Pensó que a él tampoco le convenía abrir la boca y que todos lo tomaran por un marica.

Lo segundo, el castigo. La muerte le parecía muy poquita cosa para el violador de su hermanastro, tendría que pagarlo con algo más caro que la sangre. Aquel pensamiento dirigido hacia su hermanastro, le bastó para correrse en el sillón, la lefa salió disparada hacia el piso y sus piernas, mientras dio un largo suspiro.

Maldito maricón , se dijo así mismo. Ya casi era hora de ir al trabajo, se dio cuenta Rodrigo. Tomó un pañito y limpió su corrida, y se subió el boxer de nuevo. En su habitación, cogió su overol de trabajo y se lo puso por encima de su ropa interior. Tomó su caja de herramientas del armario y salió de su casa directo al trabajo.

Pronto se hicieron las siete de la noche y su jornada se dio por terminada, había tenido mucho trabajo y su mente se había logrado distraer de todos los asuntos de su vida, sin embargo, una erección se marcaba claramente en el overol cuando salió al fin.

Llegando a su casa, estacionó y entró casi al trote con el pensamiento de que encontraría a su hermanastro y por fin lo molería a palos hasta desfigurarle. Abrió la puerta de la sala, y se encontró con alguien comiendo en el comedor, el mismo color de pelo, pronto Rodrigo dejó su caja de herramientas y corriendo iba a escoñetarle la cara a Julián, cuando paro en seco y se dio cuenta.

Se trataba de Juan, la misma mirada perdida y los gestos que hacía cuando comía. El detenimiento súbito de su hijastro asustó a Juan, y le preguntó.

-       ¡Hombre Rodrigo! Que susto me has pegado. ¿Cómo estás? – Y le tendió una mano afectuosa, que Rodrigo a regañadientes tomó.

-       Hola Juan, disculpa. He pensado que eras tu hijo – Dijo un Rodrigo con evidente decepción en su rostro.

-       Me halagas Rodrigo, pero no. ¿No te lo ha dicho? Ha partido esta misma mañana para Maturín con sus amigos – Dijo el padre de Julián.

Así que el maldito salió huyendo, pensó Rodrigo. Algún día tendría que volver, pensó. Y él se las cobraría. Incluso pensó en llamar a José y pedirle la dirección para ir a partirle la cara en frente de sus amigos y humillarle, pero decidió esperar. Con una excusa se despidió de Juan y se fue a su habitación.

Ya en ella, se sacó el overol y con el boxer blanco de la mañana se acostó en su cama sin colcha, estaba exhausto. Pero la excitación le dolía, el boxer tenía una auténtica tienda de campaña en él, transparentando la cabeza de su pene de color moreno sin circuncidar. Ya se había masturbado una vez hoy, y había tenido una polución bastante cuantiosa en la mañana. No entendía tanta fogosidad.

Se sacó el boxer y quedó con su erección apuntando el techo, la tomó con sus manos y empezó a masajearla, dándose algo de placer. Pensó de nuevo en todo lo que había experimentado la noche anterior en esa misma cama, y su erección pareció aumentar. Pero ni con toda la maestría en pajas podía darse un placer similar.

Una idea vino a su mente, Estaba solo de todas maneras, pensó. Nadie sabría que Rodrigo se metía dedos en el culo mientras se masturbaba. Nadie lo haría. Además, necesitaba experimentar de nuevo aquel sentimiento de tener algo enterrado en su esfínter. Lo necesitaba.

Tomó su dedo con sumo cuidado y sin experiencia. Y empezó a recorrer su perineo mientras que con su otra mano seguía masturbando su falo. Luego, llegó a su esfínter y sintió aquel agujero cálido que anhelaba ser penetrado, y empezó a pasar la yema lentamente por toda su extensión, como si de un clítoris se tratase, tratando de excitarle.

Aquello era divino, la sensación del dedo recorriendo ese lugar prohibido. Pero quería mas, empezó a presionar. Sus tetillas estaban duras y ansiaban alguna caricia, así que soltó su pene y empezó a pellizcarlas mientras el dedo seguía intentando entrar en su esfínter. Lo logró, el dedo traspasó la barrera, y se encontró dentro. Y sin tocarse, Rodrigo pensó que se iba a correr, estaba alucinando con ese dedo metido allí.

Se mordió el labio para no gemir y soltó sus tetillas para volver a tomar su pene erecto, y con el dedo aún allí, explorando aquel territorio, siguió con la masturbación. Dos minutos después se estaba corriendo abundantemente sobre su pecho y el colchón, algo sudado de aquella excitación que había tenido.

Y su último pensamiento antes de caer en ese estado de ensueño que todos experimentamos después de una buena paja fue Quien viera al machito de Rodrigo, pajeándose con un dedo metido en el culo como una perrita en celo.

Cinco noches antes de aquello, estaba Orlando recostado en el sofá de su casa, con sus rizos rubios apoyados en el respaldo y su cara disfrutando de un placer indescriptible, su camisa medio desabrochada y su pantalón y ropa interior en sus tobillos. Mientras que la hábil lengua de su amante árabe se paseaba por toda la extensión de su pene y su escroto se debatía en las yemas de los dedos de éste. En el tiempo que tenían juntos, pensó Orlando, una de las cosas que más disfrutaba de Chaer era su maestría en el sexo oral, sin duda nadie había hecho alucinar a su pene con caricias bucales de esa manera antes.

Estaba cerca del punto de no retorno por lo qué Orlando hizo levantar a Chaer y separarlo de su pene y lo levantó, besándolo y compartiendo su propio líquido preseminal además de sus salivas para terminarle de arrancar el boxer negro que llevaba y desnudar ese pene sin circuncidar y ese majestuoso culo auténtico regalo de los dioses. Con Chaer semilevantado, Orlando terminó de desvestirse para seguir acariciándose y besándose en plena sala.

Tomando un condón, Orlando empezó a introducir su glande en el ano del árabe mientras este gemía sin tapujos una y otra vez en cada embestida. Orlando adoraba hacer el amor con Chaer, sin duda estaba empezando a considerar que se había enamorado del árabe sin remedio. Cada célula adoraba su silueta fuerte pero a la vez tierna, sus gestos y sus espesas pestañas y cejas, además de ese culo al que adoraba reventar una y otra vez y que lo tenía al límite, de solo pensar en que estaba dentro de él en ese instante, casi hizo que se corriera.

Chaer por su parte, ya estaba completamente seguro de que Orlando era el amor de su vida. Y el hecho de que se lo follase con ternura y salvajismo a la vez, no hacía más que comprobar su teoría. Nunca se había sentido tan pleno el árabe, tan estable. Tan a gusto. Orlando era un sueño, no solo en su belleza física y forma de follar, sino también en la pureza de sus sentimientos hacia él. Tenía suerte de haberlo encontrado, pensó el árabe.

En eso se reducían sus pensamientos mientras el placer crispaba cada terminal nerviosa de ambos. Las gotas de sudor resbalaban por los abdominales de Orlando mientras se vislumbraba una y otra vez el glande rosado cuando este se salía centímetros del esfínter del árabe. La cara de éste, se encontraba sonrosada como nunca antes, mientras su pene era masturbado una y otra vez por la mano maestra de Orlando. Ambos estaban en la gloria.

Con un grito, Orlando se corrió dentro del cordón, para segundos después, Chaer hacer lo propio en las manos de su amante. Sin siquiera salir de él, Orlando empezó a besarle, agradeciéndole aquella mamada y aquel sexo sin precedentes, así estuvieron un buen rato, sin ánimos de separarse. Disfrutando en la intimidad de sus bocas y sus miembros unidos.

-       Te quiero – Susurró Chaer.

-       Yo también te quiero – Selló Orlando con un beso.

Ambos se quedaron recostados y desnudos en el sofá. Conversando de temas triviales y acariciándose levemente. En eso estaban cuando el teléfono de Chaer, sonó.

Se levantó balanceando su pene flácido y sus bolas ligeramente con pelos mientras buscaba en su ropa, el teléfono móvil. Lo descolgó, diciendo.

-       Aló –

-       ¡PRIMO! Soy Jamal. ¿Si sabes en que fechas estamos? – Se trataba de su primo favorito, Jamal Nahre, se había mudado a Maturín hace algunos años y trataban de no perder el contacto, pero al menos, desde que conoció a Orlando, había descuidado la relación.

-       No primo, ¿Agosto no? ¿Qué sucede? – Dijo Chaer

-       ¡PRIMO! ¡SERÁS CABRÓN! Como es posible que no te recuerdes, si hace un mes ya que hemos cuadrado tu venida para irnos de camping ¡JODER! –

-       ¡Ah Jamal! ¡Perdóname! ¡Es que ando muy ido! Si es verdad, pero no se si podré, tengo unos asuntos y .. – No quería separarse de Orlando.

-       Que me lo has prometido primo, además ya he hecho las reservaciones donde siempre – Dijo Jamal

-       Jamaal, ¿Qué has hecho? – Resopló Chaer.

-       Ya he reservado las cinco carpas que habíamos acordado, ¿Recuerdas? Para nosotros y tus amigos – Fue cuando Chaer recordó que además, les había comentado el asunto a Alejandra, José y Julián y habían acordado ir todos aprovechando las vacaciones, no tenía salida.

-       Bueno bueno, pero en esas carpas ¿Caben dos personas? – Pensando Chaer en decirle a Orlando, quién también estaba de vacaciones.

-       Supongo que si, pero me has dicho una sola para mujer, que son diferentes, así que si quieres meter a una tipa no podrás eh primito – Dijo Jamal al otro lado de la línea.

-       Es que es que van a ir más de mis amigos, Jamal – Dijo Chaer, pensando en que una tipa era lo último que metería en su carpa.

-       Ah pues bueno, pero ya sabes que es en tres días, los espero aquí en mi casa y de ahí nos vamos, que es algo alejado, tu sabes – Respondió Jamal

-       Ah si, cuenta con nosotros Jamal. Nos vemos, te estoy avisando cualquier cosa – Y Chaer colgó.

Chaer dejó el teléfono y volvió al lado de Orlando y le comentó. A este pareció gustarle la idea, no conocía al primo de Chaer y eso serviría para que lo conociese, ya que Chaer parecía tenerlo en mucha estima.

Los siguientes días sirvieron de planificación, Chaer le avisó a sus amigos y todos acordaron ir. José llevaría a su novia Rosa y Alejandra a un ligue, un tal Federico. El iría con Orlando, y Julián iría solo. Además de su primo. Compraron comida, todo lo necesario, y acordaron salir el viernes temprano, a eso de las 4 para llegar en la mañana a Maturín.

Se fueron en el carro de Orlando, quien los pasó recogiendo a todos. El grupo en total presentaba bastante atractivo. Orlando, rubiales de rizos con espaldas anchas y bastante ceñido en una sudadera y una bermuda para el calor con una gorra de color verde, Chaer, también cachas, con sus ojos claros y sus cejas y pestañas espesas, enfundado en una franela manga corta y en una bermuda negra en la que se le marcaba su respingón culito, propiedad de Orlando. Julián, con una franela Tommy de estilo marinero color azul, un short negro. José con una franelilla color caqui y una bermuda verde. Federico, el caucásico ligue de Alejandra, más delgado que el resto, con una franela de Metallica y una bermuda blanca. Alejandra enfundada en una blusa que enseñaba el escote, y Rosa con una blusa de tirantes y sandalias.

El viaje duró unas cuantas horas, hasta que pudieron llegar a la casa, o mansión, del primo de Chaer en Maturín.

Los recibió un tipo alto, de brazos fuertes y abdominales marcados bajo la franelilla que llevaba y unas piernas bastante fuertes enfundadas en una bermuda color azul, con barba y unos ojos negros azabache de bastantes cejas y pestañas. Se presentó como Jamal, el primo de Chaer. Éste no lo recordaba tan fuerte, habría ido al gimnasio regularmente luego de su separación. Se saludaron afectuosamente, como siempre lo hacían y Chaer le presentó a sus amigos.

A Orlando le pareció un tipo agradable, hacía chistes graciosos y parecía siempre conservar su buen humor. Montó su equipaje en su camioneta, y el grupo completo se dirigió al espacio de camping. Orlando hablaba con Julián y José de fútbol español, entretenido con la opinión de éstos. Mientras que veía a su novio hablando con su primo y poniéndose al día. Las mujeres hablaban entre ellas y Federico parecía hablar por teléfono con alguien.

Llegaron hasta un lugar en el que la camioneta de Orlando no podía traspasar así que todos tomaron las maletas y decidieron seguir a pies. El calor era extenuante, mientras caminaban las gotas de sudor resbalaban por las caras de todos en el grupo. El primero en desprenderse de la franelilla fue José, enseñando sus fuertes brazos y abdominales a todos. Orlando no pudo evitar echar una rápida mirada, había comprobado lo bueno que estaba José hace un tiempo ya, pero verlo sin camiseta y mojado de sudor, era otro nivel.

Así uno a uno se fueron desprendiendo de sus camisetas, quedando con el torso al aire, Jamal, el primo de Chaer, tenía unos oblicuos envidiables con algunos pelos en él y unos pectorales bastante firmes con unas tetillas oscuras.

La caminata continúo durante veinte minutos, entre bromas y bromas poco a poco Orlando pudo hacerse una idea acerca del grupo y del primo de su novio. Le pareció que Julián era algo presumido en sus gestos y su manera de hablar, Alejandra y Rosa hablaban hasta por los codos y se sabían todos los chismorreos de la gente en la ciudad, Federico era algo abstraído y solo hacía observaciones y tarareaba canciones desconocidas para él, José y Jamal eran muy parecidos, graciosos y hablaban sin pudor de cualquier tema que les llegase a la mente.

Hasta que al final llegaron, era un claro bastante remoto, habían en el, cinco tiendas de campaña, cuatro pequeñas y una inmensa, algo que parecía una fogata en el medio, y al final del claro se divisaba un río. Todo estaba cercado y había un nombre en el letrero, además de un anuncio de alquiler.

Llegando Jamal dijo.

-       Bueno mi gente, les explicó, la tienda grande tiene colchones en vez de colchonetas y un ventilador y mosquitero, es como para las damas – He hizo un gesto hacia a Rosa y Alejandra, quienes le sonrieron.

-       El resto nos la podemos repartir entre nosotros – Continuó.

Chaer volteó a mirar a Orlando y vio que no estaba, miró en derredor y se dio cuenta de que su novio iba caminando hacia el río, y se dispuso a alcanzarlo.

Yendo detrás, Chaer pudo tener una vista panorámica de lo que sucedió a continuación, sin ningún pudor, aunque no estaban cerca, Orlando se quitó su bermuda y se la sacó por los pies, no llevaba ropa interior, por lo que pudo ver las nalgas casi albinas de su novio firmes y a punto de entrar al agua del río, Chaer tuvo una erección de caballo en el boxer dentro de su bermuda.

Orlando se dio cuenta de que Chaer lo estaba siguiendo por lo que, dentro del agua, volteó y miró a su novio que estaba paralizado en la orilla mirando cada centímetro de su cuerpo y se sintió deseado como nunca antes, el agua del río estaba buena, limpiando cada resto de suciedad en el cuerpo del rubio.

Chaer no perdió el tiempo y se sacó la bermuda quedándose en un boxer negro que marcaba una erección de caballo, entró al agua con su novio y en facto, empezaron a besarse y tocarse dentro del agua.

Chaer agradeció a Jamal haberlo invitado a aquel viaje, justo en ese momento cuando se besaba a gusto con su novio en ese distante río, y le tocaba el culo por debajo del agua. Así estuvieron un rato, bañándose el uno al otro, cuando la noche empezó a caer y el agua se volvió en extremo fría.

Salieron del agua, en la oscuridad Orlando pudo ver como Chaer se sacaba el boxer y se ponía la bermuda encima sin ropa interior para guardar ésta en su bolsillo e hizo lo mismo.

Ambos volvieron al campamento sonriendo y mojados, y encontraron la fogata encendida y a todos en medio de una conversación. Fue en eso cuando se dieron cuenta de que prácticamente no habían notado su ausencia. De otra cosa que se dieron cuenta fue de que las tiendas habían sido repartidas ya. Esto molestó a Chaer porque su idea era compartir una con Orlando, y fue a reclamarle a Jamal.

-       ¡Jamal! Repartieron las tiendas de campaña sin esperarnos – Recriminó Chaer

-       ¡Primo! Pero si no sabíamos dónde estaban, además teníamos que poner las cosas. Pero tranquilo que puedes compartirla conmigo, me he quedado con una – Dijo Jamal en su inocencia

-       ¡Na’guara Jamal! – Pensó Chaer en decirle que no quería compartir la tienda pero pensó que era mejor guardar las apariencias, aún no le había confesado su orientación sexual y no quería generar dudas, además conocía a su familia y veía a Jamal como el típico machito hetero que no lo aceptaría.

-       Tranqui primito así hacemos una pijamada como cuando estábamos pequeños eh – Dijo Jamal. Chaer recordó aquellas pijamadas, ambos de pequeños en sus interiores comiendo y jugando PlayStation toda la noche y sonrió pensando en cómo habían cambiado las cosas.

Chaer terminó de hablar con su primo y luego fue a avisarle a Orlando que estaba entretenido hablando con Julián del nuevo automóvil de Nissan y de cómo sería imposible en Venezuela conseguir uno, esperó a que terminaran de hablar y de que Julián se fuese para comentarlo.

-       Orly que Jamal ya ha repartido las tiendas y no me he podido quedar una para ambos – Dijo un Chaer triste.

-       ¡Que! Pero Chaer, ¿Y con quien se supone que vas a compartir tienda? ¿Y yo? No debimos irnos hacia el río, lo he arruinado – Dijo un Orlando con evidente enfado.

-       Yo la compartiré con mi primo, y pues te tocó con Federico. Lo siento Orly, de verdad, igual podemos seguirla pasando bien – Dijo Chaer

-       Ni modo, esta bien. Y yo que tenía tantas ganas de comerte el culito esta noche, pero ni modo, me conformaré con una paja en la vegetación – Le susurró discretamente Orlando a Chaer.

Aquella mención hizo que a Chaer se le marcara una erección en la bermuda sin boxers que llevaba y apenas podía ocultarla. Orlando se fue hacia donde estaba el grupo y el espero discretamente a que se le pasara para volver.

Cuando llegó estaban reunidos comiendo y charlando, se incorporó y a Chaer le pareció que a pesar de que no compartirían la tienda las noches que iban a estar allí, este sería un buen viaje después de todo. Y no se equivocaba.

Empezaron a beber y a tontear, Alejandra y Federico se perdieron pronto, y era conocimiento de todos de que habían ido a follar en la vegetación. Se había quedado Rosa con el resto de los chicos, y estando esta un poco salida, propuso.

-       Eh chicos, porque no se echan una partida de strip poker y así me entretienen un poquito que con lo aburrida que estoy me voy a dormir ya – Dijo bostezando.

-       Rosa, que salida que estas, ¿No te da pena con José? Pilla – Le respondió Julián riéndose.

-       Mi bebé no tiene problemas con eso, ¿O no amorcito? – Dijo mirando a José.

-       No, pero me las voy a cobrar – Dijo José besando a su novia.

-       Bueno va, ¿Quién tiene los huevos y se une? – Retomó José mientras Rosa sonreía divertida

-       Cuenta conmigo – Dijeron Julián y Jamal sin problemas. Chaer se disponía a levantarse e ir a dar un paseo, dándose cuenta de que solo llevaba la bermuda como prenda, cuando escuchó.

-       Con nosotros también, ¿A que sí Chaer? ¿O tienes miedo de que veamos tu cosita? – Dijo un Orlando divertido y todos rieron.

Chaer resopló y aceptó, empezando así el juego. Rosa les pasaba las cartas mientras todos intentaban adivinar las del otro. Chaer sabía que no podía perder ni una sola vez porque todos le verían desnudo y sabrían que no llevaba ropa interior.

Los que mas prendas tenían eran Jamal y Julián, con camisetas inclusive. José usaba solo la bermuda al igual que Chaer y Orlando.

La primera partida la perdió Julián, despojándose de la franelilla y enseñando su torso lampiño y sus tetillas rosadas. Rosa silbaba pasada de copas, mirando los cuerpos de todos los hombres. Esperando.

La segunda partida la perdió José, divertido, se sacó la bermuda por los pies, mostrando un boxer azul en el que se le veía el paquete y el que marcaba un culo de campeonato. Aquello se estaba poniendo interesante, pensó Orlando.

La siguiente volvió a perderla Julián, quién no tenía suerte al parecer, era el único que llevaba zapatos, y riéndose se los sacó pagando la penitencia.

Se repartieron las cartas de nuevo y a Orlando le pareció que Chaer sudaba, sin duda había tenido una mala mano, y estaba sufriendo de la vergüenza de perder y desnudarse frente a todos, se sintió algo culpable por meterlos en eso. Pero resultó que Jamal perdió la partida y se sacó la sudadera, enseñando su marcado torso.

Rosa se encontraba en el auténtico paraíso, todos sin franelas, su novio en boxers enseñando el paquete que tanto conocía y su culo que la hacían ser la envidia de todas. Entregó las cartas rápidamente, para ver quien perdería a continuación. Resultó ser Jamal el perdedor de nuevo, a regañadientes, se sacó la bermuda y quedó en un boxer negro con rayas blancas en el que se le marcaba un paquete algo morcillón y un culo bastante trabajado en el gimnasio.

Por un segundo, Chaer no pudo despegar la vista del hilillo de pelos que recorría los marcados abdominales de su primo y finalizaban en la hendidura del boxer, se estaba excitando con aquella visión así que separó su vista, no podía permitir que aparte de desnudo, terminase erecto en frente de todos. Ese sería su fin.

Orlando creyó perder en la siguiente mano, ya se estaba haciendo a la idea de tener que ser el que se desnudara cuando Julián anunció que el había perdido y respiró. Un Julián sonriente se bajó el short negro y enseñó el boxer rojo que llevaba.

Todos menos José, quién ya había visto repetidamente a su amigo inclusive desnudo, se sorprendieron. En el boxer, en estado flácido, se vislumbraba una descomunal polla que parecía querer salir de su cárcel. El culo no estaba mal, pero nada podía distraer a la audiencia de aquel pene.

Rosa y Chaer dejaron caer sus mandíbulas casi sin disimulo de asombro, mientras que Orlando le echó un rápido vistazo y se dio cuenta de que tenía una polla de similares condiciones.

La expectativa estaba al límite, todos distaban de una prenda para la desnudez. Se echaron las cartas y Rosa estaba al límite entre el alcohol y el morbo de la situación. Todos los amigos de su novio en boxers y apunto de despelotarse.

Chaer se dio cuenta de que había perdido, y resignado, iba a quitarse la bermuda y enseñarles a todos sus partes. Cuando Alejandra y Federico salieron de la penumbra, Alejandra riéndose, dijo:

-       Pero que hacen cuerdas de pervertidos, se montaron una orgía en plena fogata –

-       Yo sé, que somos colirios para tus ojos – Dijo Julián sobándose imperceptiblemente el paquete.

-       Ya están pasados de tragos todos, ¡A dormir! – Dijo Alejandra

-       ¡Aleeee! Que haces mujer, deja que terminen el juego – Dijo Rosa

Mientras Rosa le decía eso a su amiga, Orlando, aprovechó y sin que Chaer pudiera siquiera darse cuenta, le intercambió sus cartas, quedando el con la peor mano y evitando así que se desnudara.

No le hacía gracia que todos ellos le vieran las partes a su novio, eran solo suyas. No supo si era por el alcohol, o por el hecho de que compartiría cuarto con Chaer, pero le pareció que Jamal estaba muy al pendiente de los movimientos de ambos.

Terminada la discusión, Alejandra y Federico se sentaron y todos mostraron sus cartas. Chaer se sorprendió al comprobar que no tenía las que eran suyas y vio que Orlando las había cambiado, perdiendo automáticamente.

Nadie a excepción de Chaer tenía idea de que Orlando no llevaba ropa interior por lo que fue una sorpresa mayúscula cuando se sacó la bermuda y salió ese pedazo de vergajo, medio morcillón, y se mostraron esas nalgas blancas dignas de un Dios. Orlando, orgulloso de lo suyo, espero para volverse a sentar para que todos pudieran contemplarlo.

La reacción en todos fue diferente. Las mujeres abrieron la boca impresionadas por el tamaño del miembro, ni José ni Federico se encontraban a la altura de ese pollón que se gastaba el rubiales. Rosa estaba que se le lanzaba encima y se lo metía a la boca, de lo salida que estaba. Julián y José estaban con los ojos entrecerrados, como si aquella visión les hacía la vista desagradable. Federico parecía mirarle con auténtica envidia. Jamal tenía el ceño fruncido, como si el tamaño del miembro de su amigo de alguna manera lo molestara, y Chaer no parecía mirarle en absoluto, pero Orlando pudo comprobar la tienda de campaña que estaba intentando ocultar en su bermuda. De súbito, José se paró diciendo:

-       Bueno bueno, se acabó el circo. Tápate chamo, y Rosa, te vas a la cama, ya estás pasada –

Rosa parecía no responderle por lo que la tomó en sus brazos, y sin siquiera ponerse la bermuda, se fue con los boxers marcándole el culo de escándalo hasta que ambos se perdieron de vista.

Alejandra pareció despertar del letargo, y los siguió, luego de despedirse de Federico con un leve pico.

A Orlando le pareció que ya había dado demasiado espectáculo así que volvió a colocarse la bermuda. Con el pollón de Orlando enfundado de nuevo, todos parecieron despertar.

Federico se despidió con un ademán y se fue hacia la penumbra. Mientras que Julián y Jamal se ponían la ropa de nuevo. Chaer no se movía, estaba como suspendido intentando tapar su erección con sus manos. Orlando suspiró y sin siquiera despedirse de Chaer, fue tras su compañero de cuarto hacia la tienda de campaña que compartirían.

-       Nos vemos mañana – Dijo Julián al despedirse. Quedando solos los primos y la fogata.

A Chaer se le había pasado la erección, pero le aturdía la vergüenza de que a su novio lo fuesen visto todos desnudo, y les guardaba rencor a las mujeres por su evidente muestra de deseo. Se dio cuenta de que Jamal lo estaba esperando para que se fuesen a dormir. Se levantó y ambos se dirigieron en silencio hacia donde se encontraba la tienda.

-       Espera primo, que me estoy meando, si quieres adelántate – Le dijo un Jamal que apenas podía sostenerse en pies.

Chaer entró en la tienda, en ella apenas había espacio para algunas cosas y una colchoneta doble en donde ambos dormirían. Aprovechando la ausencia de su primo, removió su bermuda, quedando desnudo, aún con el pene algo morcillón, buscó en sus cosas, se puso un boxer amarillo y un pantalón de dormir, había demasiado calor como para pensar en una franela.

Esperó a que Jamal regresase para poder dormir, pero parecía no volver. Se preocupó, debido a que lo había dejado muy borracho. Salió y se paseó por todo el campamento intentando buscarlo, pasó por la tienda que compartían Federico y su Orly, las luces estaban apagadas y no se oía ningún ruido. Estaría durmiendo su novio, el cual se había sometido a la desnudez publica para salvarlo a él de ese bochorno. Pensó en lo que estaría sucediendo ahorita de haber compartido la tienda, y en la insinuación que había hecho de comerle su culito, y el pene de Chaer dio un respingo en el interior del boxer.

Luego llegó a la tienda que José y Julián compartían, con sigilo, Chaer se acercó y pudo escuchar que parecían mantener una conversación. José decía,

-       Pero joder chamo, el amigo de Chaer, éste Orlando, es todo un cerdo. Mira que no llevar interiores debajo de la bermuda pff –

-       Y no es como si no pudiera pagarse unos guayumbos – Dijo Julián.

-       Si porque una cosa es andar con la pija bailando en los shorts en la casa, pero salir sin el boxer a la calle, vaya cerdo, es un enfermo –

-       A ti solo te molesta que Rosa le vio la polla – Sentenció Julián.

-       Coño si, no me hace gracia que mi novia este soñando con el guevo de otro marico justo ahora – Dijo José irritado.

-       Pues tu aprobaste el juego – Dijo Julián riéndose.

-       Pero no sabía que ese vergajo me iba a dejar en rídiculo, sin mariconerías, pero ¿Viste el guevo que se gasta? – susurró José.

-       Más grande es el mío – Dijo Julián pedante.

-       Julián, tío, que te he visto la maraca y es un palillo en comparación. – Dijo José

Chaer escuchó ruidos de un golpe y pensó que Julián le había lanzado algo a José, decidió no seguir escuchando. Si sus amigos heteros hablaban del pene de su novio no se imaginaba lo que las cotillas de Rosa y Alejandra estarían diciendo ahora.

Decidió regresar a la tienda, cuando se aproximaba a ella escuchó ruidos, balbuceos y movimientos en la vegetación. Chaer se asustó pensando en que sería algún animal o algún espectro pero pronto lo vio. Estaba su primo en el suelo intentando levantarse, iba despeinado, pasando la auténtica borrachera, llevaba el botón de la bermuda abierto y el boxer medio bajado, se le podía ver la cabeza de su verga flácida.

-       Chaer, primo, ¿Eres tú? Ven, ayúdame. Estaba intentando mear y me he caído y creo me he roto el tobillo – Dijo Jamal en el piso.

Chaer lo ayudó a levantarse, puso su hombro por encima del suyo, y lo arrastró hacia la tienda de campaña. En el proceso, la barba de su primo le acariciaba la mejilla y aquella visión de su polla flácida con algo de vello a través del boxer, tenía a Chaer medio cachondo dentro del pantalón de pijama.

Llegaron a la tienda y Chaer dejó a su primo en la cama, éste, con un ademán de agradecimiento se sacó la camiseta y se acostó a dormir, mientras Chaer hacía lo mismo a su lado. Pronto Chaer sintió un movimiento en la colchoneta y cuando se giró lo vio.

Su primo Jamal se había sacado la bermuda con todo y boxers y se había recostado boca abajo. En la penumbra, Chaer pudo observar las nalgas firmes y musculadas de Jamal, así como un hilillo de pelos que la recorrían, como culminación de una espalda ancha y de mucho trabajo muscular.

Le erección en su pantalón de pijama parecía querer reventarlo, Estás serán unas buenas vacaciones , pensó Chaer antes de hundirse en un profundo sueño.