No es otra serie más. [III] El secreto de Chaer
Primer relato de la serie con sexo explícito. El primer encuentro de Julián y Rodrigo. Conociendo un poco mas a Chaer, uno de los mejores amigos de Julián.
No es otra serie más.
CAPÍTULO III. El secreto de Chaer
-----------------------------------------------------
Fue justo como lo sospechaba, mi padre decidió pedirle a Mayra que se mudase con el sin consultarme, exactamente como lo del matrimonio.
Como la casa era pequeña, y mi habitación la mas grande, me ha tocado compartir habitación con el hijo de Mayra, Rodrigo.
Al principio me horrorizaba la invasión a mi privacidad que eso supondría, los fines de semana solía traer rollos ocasionales a la casa, cosa que no iba a poder hacer mientras compartiese habitación con mi hermanastro.
Hasta principios de agosto, no supuso un gran cambio. Mi padre salió de viaje, Rodrigo no venía todos los días a dormir y cuando llegaba, lo hacía muy tarde y se levantaba muy temprano, solo sabía de el por las sabanas revueltas en su cama y su colonia barata en el ambiente. Así que en este tiempo solo estábamos Mayra y yo.
Todo empezó a empeorar cuando iniciaron las vacaciones de Agosto, tanto como Rodrigo como yo, estaríamos libres todos los días de la semana por mes y medio hasta que se reiniciaran las actividades en nuestras Universidades. Debido a ello, al principio intentaba dormir en las casas de mis amigos, duré casi un mes donde José, unas 3 semanas donde Alejandra y algunos días donde Chaer, pero no era lo mismo, necesitaba tener mis cosas y siempre en las casas ajenas sentía la necesidad imperiosa de halagar a los familiares haciendo mandados, lavando los platos o escuchar sus charlas interminables, cosa que en mi casa no.
El viernes 5 de agosto, decidí volver a mi habitación, y apenas la he abierto he sentido el olor nauseabundo de sudor, cosas en mal estado y semen. El cuarto estaba revuelto, mi cama incluida, y había ropa y comida en todas partes. Deje mis maletas e intenté organizar el chiquero en el que me encontraba: abrí las ventanas, dejé los platos sucios en el fregadero, recogí la ropa tirada de Rodrigo, incluido sus boxers inmundos que parecía hace años no lavaba, y se me pasó todo el día en ello.
A eso de las 6pm sucedió mi segundo encuentro con Rodrigo a pesar de haber estado viviendo juntos casi 2 meses, me encontraba yo leyendo una de mis novelas favoritas, cuando escucho abrirse la puerta: Rodrigo entró, pareció que encontró la habitación vacía o eso creyó, se despojó de su camiseta, por lo que pude ver su torso con algunos vellos, y se fue al baño. Esperé un rato, y apenas salió hice un esfuerzo sobrehumano por decir:
- Hola –
A lo que el respondió con un gruñido y una mirada hacia mi dirección, pero jamás me miró, solo al espacio a mi alrededor.
Eso me enfureció, e hizo que me parara y me pusiera frente a el, fue allí donde me di cuenta de que me sacaba varios centímetros de tamaño y sus biceps eran tres veces los míos. Fue allí donde me miró y dijo:
- ¿Te pasa algo hermanito? –
- No me digas así, ¿Me estabas ignorando hace rato? –
- No, simplemente no me fijé en que estabas ahí –
- ¿Ni cuando te dije Hola? –
A lo que no respondió, simplemente, se acostó en su cama, se desabrochó el jean, y se puso la almohada sobre su rostro.
Nunca había estado tan molesto. Así que reuní todo mi valor, y me abalancé sobre el, me puse arriba y puse mis manos en su pecho en un intento de hacer fuerza, enseguida me agarró de los hombros y se puso a horcajadas sobre mi, poniendo sus gruesas manos en mi cuello y me dijo
- Facilitémonos la vida los dos y finjamos que no estamos en esta habitación de mierda ni que tenemos un hermano de mierda, y nunca jamás me vuelvas a tocar con tus manos de porcelana, ¿De acuerdo? ¿Ricky Ricón? –
Con su pierna aplastaba mi muslo y mi escroto, y con sus manos me hacía difícil respirar, puse todo mi esfuerzo en girarme pero el tipo era una mole, solo respondí:
- Recuerda que tu en esta habitación eres un invitado, así que te puedo echar a la calle cuando quiera, esta sigue siendo mi casa –
Rodrigo enrojeció, y su puño se cerró sobre mi garganta, además dijo
- Te convenía más que te fuese ignorado, pero si vas a querer las cosas por las malas serán por las malas –
Intenté zafarme, pero ni con toda mi fuerza podía, en eso se escucha el ruido de la puerta sin pestillo y entra Mayra a la habitación. En cuestión de segundos, Rodrigo se ha levantado y ha mostrado su mejor sonrisa. Mayra ha preguntado:
- ¿Qué están haciendo?
A lo que Rodrigo contesto:
- Le enseñaba a Juli unas técnicas de defensa propia, mamá –
Estaba morado y respirando con dificultad, dispuesto a decirle a Mayra que tenía un animal por hijo y que no iba a seguir tolerando todo eso en mi casa, cuando me he fijado en ella: tenía la cara que tiene toda madre que sabe que su hijo es malo pero intenta pensar todo lo contrario. Decirle que tenía problemas con el, iba a ser devastador. No solo para ella, para mi padre también. Así que me recuperé y simplemente no dije nada. Por lo que ella dijo:
- Salgan al comedor chicos, les he hecho la cena. Es tu pasta favorita Rodri –
Rodrigo salió, y yo me quedé enfurecido en su cama terminando de reponerme. Algo tenía que hacer con mi hermanastro abusador, ya estaba suficientemente grande como para esa clase de bullying . Ya pensaría en una lección.
Mientras tanto, en una casa en las afuera de la ciudad.
Chaer estaba flotando sobre las nubes, literalmente. Se sentía en el paraíso. Hacía tiempo que no tenía el placer de probar algo como eso. Su cara toda sonrosada, sus orejas parecían arder. Sus brazos completamente extendidos. Su pecho parecía arder, sus pezones a punto de estallar como en cientos de fuegos artificiales. Sentía que el orgasmo estaba cerca. Su esfínter recibía las batidas de una lengua maestra en el arte de dar placer, sentía como se movía de arriba a abajo y de abajo hacia los lados, hacía círculos apartando sus escasos pelos y volvía a estar en su interior, Se hundía y subía, mientras que las yemas de unos dedos encontraban los puntos en los que los abdominales se unían, y sus 17 centímetros dirigían su vista al cielo, con sus testículos llenos hasta el último vaso seminal del néctar divino del placer: el semen. Sus manos se aferraban fuertemente a las sábanas mientras un grito se escapaba de su boca y no dejaba de pensar en Orlando.
Orlando, nadie practicaba el rimming como ese rubio ricachón que hace 2 años atrás Chaer conoció una tarde en el gimnasio. Orlando era otro auténtico Dios del fitness en todos los sentidos, con un pecho abultado, piernas esbeltas, un trasero de campeonato, y aparte era rubio de ojos claros, justo como le gustaban a Chaer.
Se conocieron una tarde en la que Chaer se disponía a salir del gimnasio para ir a una reunión importante con unos socios de su padre y accidentalmente chocó una parte del guardafangos del automóvil de Orlando. Al enterarse, éste salió furioso del gimnasio a enfrentarse con el malnacido que había chocado su carro último modelo. Apenas lo vio, lo primero que pensó fue en que un árabe mafioso y fornido lo había chocado, así que quizás era mejor dejar las cosas así. Pero luego Chaer se disculpó incansablemente, le tendió un cheque por los daños y le suplicó que no presentara cargos contra él.
Orlando se quedó pasmado, nunca había visto tanta yuxtaposición entre lo físico y los sentimientos. Por fuera, Chaer le parecía un semental árabe miembro de algún tipo de clan, digno de aparecer en alguna película de acción. Pero luego de ese gesto, se dio cuenta de que en el fondo había una personal con buenos sentimientos y no hizo mas que recibir el cheque con agrado. Igual, el dinero nunca había sido un problema para el.
Así Orlando recibió el numero de Chaer en un papel por si necesitaba alguna otra cosa: mas dinero, un mecánico. Y Chaer salió corriendo a su reunión.
Orlando desde los 16 años se había declarado homosexual, ante sus padres y ante todos los que se lo preguntaran, sin importar las críticas y el hecho de que en la posición social de su padre no le estaba permitido tener un hijo homosexual. Había salido a lo largo de su vida con muchos hombres: maduros, adolescentes, blancos, negros, bajos, altos, con dinero o sin él. Pero siempre había quedado con una sensación banal en su corazón, por lo que sus relaciones no duraban. Solía pasar mucho tiempo en el gimnasio, porque aparte de tener su cuerpo en perfectas condiciones no había mejor sitio en toda la ciudad para conocer homosexuales.
El sexo no estaba en sus preocupaciones, siempre tenía a alguien a disposición con quien practicarlo. Eso si, siempre de activo. No le apetecía que algún desconocido estuviera hurgando en su ano con pase libre. Aunque siempre se consideró versátil, simplemente no había llegado aquella persona a la que darle su virginidad anal.
Poco después del incidente del coche, Chaer recibió una llamada de un número desconocido. Era Orlando, había reparado el coche sin problemas, quería invitarlo a que lo verificara por el mismo y le dio la dirección de su casa para que le hiciese una visita.
Chaer se consideraba a si mismo tímido, en un principio, en su adolescencia, se enamoró de una mujer, Ann, una inglesa que vivía cerca de su casa, y que sin piedad jugó con sus sentimientos más de 5 años de su vida. En esos momentos en los que su amor por Ann se veía manipulado por ella, en esos momentos flanqueaba su sexualidad. No se dio cuenta de que estaban empezando a atraerle los hombres hasta una tarde en el vestuario del gimnasio al que asistía. No pudo evitar perder detalle de todos esos penes flácidos: circuncidados, no circuncidados, inclinados hacia la izquierda, hacia la derecha. De todos esos culos, en su mayoría firmes, algunos lampiños, otros no. Cuando accidentalmente tuvo una erección al ver las nalgas de uno de sus compañeros de gimnasio, Manuel, supo que algo estaba pasando en su interior.
Fue en ese momento en el que se alejó de sus amigos: José, Julián, Alejandra. Necesitaba encontrarse a si mismo. Cayó primeramente en una fase de negación, y para probar su punto decidió acostarse con cualquier muchacha con la que tuviera oportunidad, de las pocas que logró ligarse, las relaciones no fueron satisfactorias. Luego lo intentó con la pornografía gay que encontró en internet, ver a todos esos hombres sudados llevándose unos a otros hasta el límite del placer, hizo de que se diera cuenta de la verdad, era gay.
Nunca se lo dijo a nadie conocido, porque en el islamismo, la homosexualidad es casi un pecado capital. Ni a sus amigos. Siendo Julián y José tan heterosexuales y si se lo decía a Alejandra, se lo decía a toda la Universidad. Lo guardó para si mismo, y empezó a experimentar.
Fue así como conoció a Raúl, a través de la red, un moreno fibrado que vivía fuera de la ciudad, concertaron una cita, en total discreción. Chaer no se había decidido en que rol quería encajar, por lo que Raúl terminó decidiéndolo por él. Se encontraron en un hotel, apenas al verse, se desvistieron con la mirada uno al otro. Chaer era mas impresionante, pero sin experiencia. Ya en la habitación, empezaron a besarse, algo completamente nuevo para Chaer. Sentir la boca de otro hombre en la suya, y su lengua viscosa entrar y salir de su cavidad con tanta sensualidad, hizo que una erección interrumpiera en sus pantalones. Siguieron morreandose un buen rato, hasta que la ropa sobró.
Se quitaron las camisetas, Chaer mostrando su torso velludo, sus tetillas con muchos pelos en ella, pero cada centímetro de su piel marcada por el duro ejercicio, mientras que Raúl estaba completamente depilado, y aunque no iba al gimnasio con tanta regularidad, contaba con unos buenos abdominales. Sus manos pasaron a acariciarse entre ellos, recorrieron toda su extensión, Raúl tomaba el cabello del árabe y lo jalaba sin exagerar, mientras que Chaer sostenía el culo de Raúl por encima del blue jean , apretándole con firmeza y dulzura.
Y así Raúl empezó a desabotonarle el jean a Chaer, botón a botón, hasta que terminaron por deslizarse solos hasta las rodillas de éste. Dejando al descubierto un boxer verde oscuro con una evidente erección en ellos. Raúl sonrío. Mientras Chaer hacía lo mismo con su amante, tomó sus pantalones y los bajó de un tirón, descubriendo el pene del moreno y su culo de trofeo. Raúl no llevaba ropa interior, había venido preparado.
Se acostaron en la cama con dosel, Raúl completamente desnudo y Chaer aún con su boxer, que parecía reventar. Las manos de Chaer empezaron a bajar hasta encontrarse con el aparato del moreno. Nunca había tocado el pene de otro hombre, lo sintió cálido y palpitante. Empezó a masturbarlo. Mientras Raúl se mordía el labio inferior e intentaba bajarle el boxer con los pies.
Raúl no pudo más, despegó a Chaer de su pene, y se abalanzó sobre el, bajándole el boxer y enseñando toda su virilidad. Su pene salió como un resorte, estaba completamente depilado para la ocasión, y sin circuncidar. Raúl tomó una decisión: Chaer parecía evidentemente virgen, así que le iba a dar el mejor polvo de su vida.
En un arrebato, tomó el pene de Chaer con sus labios y empezó la succión. Con solo el uso de sus labios, bajo el prepucio, y con la punta de su lengua lamió la cavidad del glande, mientras que con sus manos acariciaba suavemente los testículos del árabe.
Chaer se sentía en la gloria, nunca en sus 20 años de vida había vivido tal experiencia, se sentía sobrenatural. Raúl siguió con la succión hasta que Chaer con un gemido audible, no pudo más, y se corrió abundantemente en toda la boca del moreno. Fue una sorpresa para Raúl semejante corrida, por lo general no dejaba que los polvos ocasionales se corrieran en su boca, pero algo había en Chaer por lo que se tragó entero ese manjar.
Se sentía avergonzado Chaer, pero Raúl no lo dejó dirigir palabra alguna, terminó de lamer cada gota del líquido y empezó con su lengua a recorrer todo el cuerpo del árabe, su vello depilado, sus abdominales, sus tetillas, deteniéndose en éstas para dar leves mordiscos, y su cuello. La verga de Chaer ya volvía a recuperarse, mientras que éste daba gracias a su herencia árabe.
Fue cuando Raúl hizo lo que Chaer había temido desde el principio, con su dedo anular y medio, buscó la entrada del ano de éste. Al principio se contrajo, pero de beso en beso, Raúl logró que su amante se empezase a relajar. Volvió a bajar, deteniéndose un rato en el pene de Chaer de nuevo hasta llegar al preciado esfínter. La parte favorita de Raúl recién acababa de empezar. Empezó con el rimming .
Si Chaer había creído sentirse al lado de Dios con la fabulosa mamada de hace unos minutos, esta vez se creyó sentir el mismo Dios. Sentir que una lengua ajena incursionaba en esa cavidad suya al principio le dio pudor, pero luego de que tan hábilmente Raúl logró presionar la próstata de éste, Chaer temió correrse por segunda vez sin siquiera tener completamente erecto el pene de nuevo.
Así continúo unos minutos Raúl, preparando la cueva, ensalivando y lubricando cada resquicio que próximamente albergaría un trozo de carne, su pene. En ese instante, Chaer decidió tomar la iniciativa, hizo voltear a Raúl de manera de que su gruesa y palpitante verga quedó justo en su boca, iniciando así su primer sesenta y nueve.
Mientras lamía por primera vez un pene, algo que antes le hubiese parecido un acto completamente asqueroso, sentía como sus entradas nerviosas seguían encendiéndose con la lengua de Raúl en su esfínter.
Unos minutos después con el mismo Raúl apunto de correrse por el morbo de la situación y con el esfínter de Chaer preparado. El primero se puso un condón de aquellos que vienen lubricados y pidió permiso con un leve asentimiento de cabeza, Chaer no hizo más que dejarse llevar.
El glande del pene de Raúl iba incursionando el ano de Chaer, mientras éste en un principio sentía un estremecimiento de dolor, al sentir aquel trozo de carne ingresando por allí. Pero a medida que con lentitud, Raúl iba haciendo entrar su herramienta en todo el recto del árabe, este empezó a sentirse lleno y con todas las sensaciones a flor de piel, fue cuando Chaer sintió como el pene de Raúl había entrado por completo y su glande había tocado las paredes de su próstata y no pudo evitarlo, se corrió de nuevo en las manos de Raúl como una bestia, gritando como un desposeído.
Así empezó Raúl el mete y saca, con lentitud mientras que con sus dedos recorría los pezones de Chaer, y éste se encontraba en un auténtico estado de trance. Nunca había sentido tanto placer en su vida. Pensó por un segundo que se iba a desmayar. Cuando Raúl salía casi por completo de el, sentía el vacío y no podía evitar tomar el culo de Raúl y presionarlo sobre el.
Así duraron unos minutos más, Raúl aumentando con creces la velocidad y Chaer empezando a sentir una mezcla de dolor y placer en dos niveles diferentes. Fue cuando decidieron besarse, y en un segundo, Chaer pudo sentir como el tronco del pene de Raúl palpitó antes de desembocar en una lluvia torrencial de semen dentro del condón.
Esa noche, Raúl y Chaer hicieron el amor unas tres veces, sintiéndose Chaer desfallecer en cada una de ellas.
Y esa fue la primera experiencia homosexual de Chaer, el mejor amigo de Julián.