No es lo mismo
O como sentir de forma distinta algunos momentos.
Mi collar y cadena, objetos inanimados a priori, se convierten en motivo de culto cuando el primero adorna mi cuello y la segunda, arrastra por el suelo mientras gateo hacia el sofá. Mi melena rizada, despeinada, aún mojada, se convierte en la mejor de las riendas, para la mano firme que enredada en ella, me guiará de nuevo, haciendo que mi espalda se arquee, y mi boca se abra emitiendo sonidos entre el dolor y el placer.
Ya estuve así antes, más de 20 hombres han alabado mi culo y el ritmo de mis caderas, han visto mis tatuajes en la espalda desde esa posición de privilegio, fetichistas que agarraban mis pies al tiempo. Dedos lascivos introduciéndose en mi boca y manos que recorrían mi cuerpo haciendo que las bocas soltanse deseos inconfesables. Manos, palmeteando mis nalgas, algunas tímidas, otras contundentes.
Ni parecerse, mi cuerpo era el mismo, mi mente otra, gateando por el suelo, con ese collar, con esa cadena, con una mano imperativa tirando de ella. No eres una mujer que folla, eres una perra que desea ser poseida, que ansia que ese collar se tense, y el calor que emanas, derrite el frío acero de esa cadena. No piensas por ti misma, no eres libre en ese momento, tu mente y tu cuerpo permanecen atentas a una voz, a unos movimientos, las mentes conectan. No chupas polla, la alojas en tu garganta, no profundiza, te introduces en ella. Es muy distinto, lamer como parte del juego a mamar con devoción y deseo, dejarlo cuando tú quieres o esperar que no pare, que te siga obligando a ello.
Nada es lo mismo, en esos instantes, en esa posición privilegiada, aquellos te dieron las gracias, se esmeraban en dar placer, en agradar, en complacer, pensando en volver otro día, y sus tímidos azotes eran caricias de agradecimiento.
Quién tira de mi cadena, logra que me centre en el suyo, que me olvide del mío, no preguntará si puede verme otro día, ya sabe que lo deseo, cada azote que enrojece mi culo, va a recordarmerlo, la ligera marca en el cuello cuando me mire ante cualquier espejo, las babas que hay en el suelo.
El que tira de mi cadena no ve mis tatuajes en la espalda, ve los suyos, los que me pidió que me hiciera, le pertenecen, y lucen orgullosos sobre mi cuerpo.
Aquellos entraron ansiosos en mi cuerpo, precipitados, sin esperas.
El guía despacio su polla hasta su húmeda raja, diciendo, entra en casa pequeña, y soy yo la que culea, hasta la cocina.
Me han llamado de todo, pequeña, cascanueces, gordi, niña, morena, pero nada suena en mis oídos, nada como su, perra!!
He vivido muchos porritos del después, varias manos acariciando mi pelo, mis caderas, muchos ojos mirando incrédulos, y frases de "quiero volver a verte", quien tira de mi cadena no me permite fumar después de hacerlo, sigue su mano firme sujetando mi cabello, mi rostro en su torso, mi mirada en su polla, deseando bajar y adorarla de nuevo. Me acaricio mi culo, las marcas que aún queman, es probable que diga, "es increíble, como se recupera". Espero la señal, que me diga, chupa mi polla, perra.
Ya estuve así antes, sabiendo que no es lo mismo, que un hombre espere que vuelvas o ser tu quien desea que venga.
Laura