No eres su juguete, eres mi amante

Mi pelvis golpeaba la porcelana a cada arremetida y no me importaba, me ardía la vagina de tanto traqueteo y eso me excitaba aún más.

Llevaba un año trabajando para Alicia, en el sector inmobiliario. Ella era la mejor amiga de mi hermana mayor. De pequeña soñaba con ser como ella, ahora puedo decir con el paso de los años y el conocimiento más cercano que no la soportaba y me preguntaba mil veces al día que podía ver en ella cuando siendo solo una niña quería parecerme a ella.

La Alicia que idolatré era una chica que al igual que mi hermana me llevaba casi diez años, era guapa, resuelta, muy moderna y dispuesta a divertirse continuamente, ahora era una mujer atada a un matrimonio sin amor, a un marido rico que le permitía llevar la vida que siempre había deseado.

Eso la había convertido en una insulsa mujer que a pesar de vestirse y maquillarse con lo mejor era una copia de mil mujeres más que al igual que ella se vendían por llevar ese estilo de vida.

Mi hermana había seguido sus pasos y cazado así a mi cuñado, el cual también le proporcionaba lo mismo, incluso era amigo del marido de Alicia. Ambos bastante más mayores que ellas y carcamales a mis ojos.

-Buenos días señorita, ¿esta Alicia en su despacho?-esa voz me sacó de mis pensamientos-

-Sí, le está esperando –le dije a Diego-

Era un secreto a voces que esos dos estaban liados, hecho por el cual el me caía fatal, no entendía cómo podía ser amigo del marido y al mismo tiempo se tiraba a su joven esposa.

Cuando salió del despacho una hora después le miré con desprecio al pasar por mi mesa, no le soportaba y no podía ocultarlo.

Unos días después me sorprendió el ofrecimiento de Alicia.

-Necesitamos un dosier completo de una casa, sabes que normalmente me encargo yo, pero tengo una complicada semana con la fiesta del cumpleaños de mi maridito. Es un amigo y al haber estado en la casa ya sé cómo es, o sea que tú puedes encargarte de todo el papeleo.

-Me encantaría –dije emocionada por dejar el trabajo de oficina-

-Te llevara un par de días, quiero que sea muy completo. Del mobiliario se encargara el señor Romo, como siempre –el señor Romo era su amiguito Diego- No creo que coincidáis, si lo hicieras espero que seas de lo más profesional.

-No te preocupes

Dos días después al mediodía llegué, me recibió una simpática señora que tras informarme de todo se fue dejándome sola tras decirme:

-Tiene comida y bebida en la nevera, me dijeron que estaría un par de días, cuando acabe me puede traer la llave a esta dirección –dijo pasándome un papel-

Nos despedimos y algo intimidada por la “casita” empecé mi trabajo pensando que cuanto antes empezara antes acabaría.

A media tarde aún tomaba notas en mi Tablet además de fotos cuando un ruido me alertó, me asomé y vi que llegaba alguien.

Abrí la puerta y me quedé  helada al ver a Diego.

-Buenas tardes “señorita” –dijo con sorna-

-No le esperaba, me dijeron que llegaría en dos días

-Siento ser una clara molestia, pero estaba cerca y he pensado en parar de camino en vez de volver en dos días, si no es molestia para usted pensaba quedarme, pero si es un problema…

Como siempre me molestaba hasta su tonito, me entraron ganas de mandarlo a tomar… pero una tiene educación.

-La casa es enorme, si el “señor” no tiene problemas yo tampoco

Se fue con una amplia sonrisa que hubiera borrado a tortas de su rostro. Pero me decidí a volver al trabajo antes de demostrar  mi mala milk por la interrupción y el cambio de planes.

-¿La “señorita” piensa cenar?-se asomó un par de horas después-

Sin contestarle ni ocultar mi mal humor pasé por su lado; iba hacia la cocina cuando él que me seguía me espetó sin más

-¿Soy yo, o es así de borde con todos?-le lancé una mirada furibunda y seguí-

Me sorprendió encontrar la mesa puesta, unos fiambres, quesos y una botella de vino.

-He pensado en hacer algo ya que te he fastidiado imponiéndote mi compañía que claramente te parece insoportable.

-Lo siento –tuve que disculparme después de eso-

-No lo sienta “señorita” no puedes caerle bien a todo el mundo, aunque me encantaría saber que le he hecho yo

-Nada

Comimos casi en silencio hasta que él lo rompió

-¿Es por los rumores sobre mi relación con Alicia?

Me quedé helada ante su pregunta y al tomarme por sorpresa no me dio tiempo a preparar mi alegato

-Son sus vidas –dije tratando de mantener las distancias-

-¿Pero no te gusta no?

-Pues no

-No son ciertas, Alicia solo es la joven esposa de un buen amigo.

-Anda ya –le dije terminando mi último bocado-

Mientras recogía la mesa estalló una tremenda tormenta que me sobrecogió por la intensa rapidez con la que empezó.

-Vaya parece que va a ser una noche movida, ¿te dan miedo las tormentas?

-No –mentí-

-Podrías fingir al menos que crees lo que te he dicho, para que esto sea algo más tolerable.

Pactamos una tregua y seguimos bebiendo el vino mientras fuera la lluvia caía a mares. Con la penúltima copa y ya cómodamente lanzada le espeté

-¿Es cierto que no te acuestas con Alicia?

-No lo hago

-Ella querría –le dije suelta por el vino-

-Pero hay cosas que se hacen entre dos ¿no?

-Supongo –dije de repente avergonzada-

-Que uno de los dos quiera algo no indica que vaya a haberlo, yo ahora mismo te besaría hasta dejarte sin aliento, pero eso no implica que tú quieras que este “señor” te besé ¿verdad Olivia?

Se me secó la boca ante lo que acababa de decir, de repente ese hombre que hasta hacia media hora me parecía odioso, ahora no solo no me parecía odioso sino que sopesaba que pasaría si…

-Uf “señorita” esperaba sus uñas pero no sus dudas –dijo acercándose peligrosamente-

Yo estaba paralizada, esperando lo que estaba por suceder. Sentí su mano en mi nuca, sus dedos acariciando y erizando mi piel mientras su boca bajaba para apoderarse de la mía. Sus labios calientes y llenos rozaron los míos ligeramente, luego presionó más y sacando la lengua la paso húmeda por ellos, los entreabrió y se coló en mi boca más que dispuesta a recibirle.

Durante dos minutos tan solo me besó y yo poco a poco empecé a responder a esa boca cada vez más apremiante.

Cuando él rompió el contacto me sentí tan frustrada que me odié por ello, ¿como podía ese hombre tirar por suelo todas mis barreras con un simple beso? Bueno simple no, pero si conseguía eso con un beso…

-Ya veo por qué se vuelve loquita mi jefa, no me extraña –le solté furibunda-

Él me miró con rabia y me espetó:

-¿Te has dejado besar solo por jugar con el que consideras el juguete de tu jefa? –dijo con la misma rabia que yo antes-

El ambiente se había roto, fuera la lluvia no daba tregua y sabiendo que era conmigo misma con quien debía estar enfadada y no con él, salí de allí lo más dignamente que pude.

Una hora después le oí subir, media hora después bajó de nuevo y entonces debió dormirme. Desperté con el ruido del móvil que me indicaba que se acababa la batería, recordé que el cargador se había quedado en el coche. Miré la hora y solo eran las doce y media, tendría que ir a por él si quería que no muriera del todo mi móvil.

Bajé con sigilo recordando el beso, fuera seguía diluviando. Menos mal que no hacia frio, me quité los zapatos para no mojarlos y fui hacia el coche solo con una fina camiseta que usaba para dormir y mis braguitas. Si se mojaban podría cambiarme al subir.

Abrí la puerta y rebusqué en el asiento sintiendo el agua en la espalda y el trasero. La camiseta estaba completamente empapada. Justo antes cerrar la puerta, oí un silbido.

-Bravo “señorita” no esperaba esta sorpresa al bajar a que me diera un poco el aire fresco de la noche, pero su espectáculo acaba de subir la temperatura de todo el hemisferio. Tiene usted un culo espectacular.

Me incorporé avergonzada y tiré de mi camiseta chorreando bajo la lluvia. Sentía el agua en mi rostro, en mi cuerpo y aun así no me movía.

-No tires de la camiseta señorita no sirve de nada, desde aquí puedo ver hasta tus pezones duros –dijo con voz tan ruda y sexi acercándose a mi bajo la lluvia-

Tuve que obligarme a tragar la saliva que se acumulaba en mi boca, deseaba a ese hombre, no sé por qué, no se desde cuándo, pero era una realidad.

-Siento lo de antes

-¿Sientes haberme besado?

-No, siento lo de después

-Yo también –dije con sincera necesidad de que se acercara-

Su boca volvió a apoderarse de la mía, pero esta vez después de apoyarme en el coche pegó su cuerpo al mío, movió las caderas haciéndome saber que estaba excitado, que no solo quería un beso.

-“Señorita” pare esto ahora si va a pararlo –dijo sobre mis labios-

En respuesta pasé mis brazos por su nuca, y le devolví el beso. Ambos nos devorábamos hambrientos sin importar que la lluvia nos empapara.

Me agarró de las caderas y empujándome me sentó en el capó del coche, sentía debajo de mí el frio de la chapa que contrastaba con el calor que se formaba en mi interior.

Me quitó la camiseta y me empujó ligeramente, yo apoyé las manos y arquee el torso.

-Son realmente tan espectaculares como parecían bajo la tela mojada –dijo antes de bajar la cabeza para lamer el agua que los mojaba-

Agarró el pezón entre sus dientes y presiono mientras lamia la punta con su lengua. Madre mía iba a correrme solo con esa caricia, ese hombre sabía como poner a cien a una mujer pensé recordando a todas esas mujeres que habían dicho que los amantes maduros sabían más.

Dios, presionó más mientras una de sus manos se colaba bajó mis braguitas, sus dedos se deslizaron por mi anhelante rajita, buscó mi clítoris y lo fricción mientras chupaba con dureza mis pezones, yendo de uno a otro hasta que no pude más, apreté los muslos y me corrí bajo la lluvia.

El agua seguía cayendo con fuerza cuando me quitó las bragas

-¿Quieres que entremos? –me pidió mientras acariciaba mis muslos-

-No, te necesito aquí y ahora-dije jadeando-

-Madre mía “señorita” es usted de lo más convincente –dijo desabrochándose el pantalón-

Este cayó a sus tobillos y él sin importarle que se mojaran liberó su sexo completamente erecto, lo agarró con una mano y lo paseo por mi vulva.

Me miró unos segundos antes de apoyar el glande en la entrada y de un solo empujón me penetró. Ambos jadeamos, agarró mis pechos de nuevo y yo rodee sus caderas con mis piernas. Entraba hasta el final y salía uno poco para volver a entrar hasta el final, lo hacía tan despacio que ambos gritábamos a cada arremetida, sin importarnos nada que no fuera poseernos.

-Olivia no hagas eso cielo vas a matarme –dijo al notar como apretaba su polla con mi vagina y la soltaba-

Me llevó poco a poco al borde de un nuevo orgasmo y que hizo estallar el mundo a mí alrededor.

Aun sentía los últimos coletazos cuando salió despacio, me bajó del coche y dándome la vuelta apoyó una mano en mi espalda, empujó y pegó mis pechos en el capó, separó mis piernas y de nuevo me penetró, esta vez no fue suave ni lento.

Arremetía duramente saliendo luego casi por completo, sin pausa. De nuevo me volvió completamente loca, ambos nos acoplábamos y yo meneaba las caderas a cada arremetida.

-Olivia no puedo más

-No pares Diego

No necesitó más, se agarró a mis hombros y con un alarido volvió a penetrarme, volví a correrme, esta vez con él.

La lluvia seguía mojando mi cuerpo caliente y rendido, al igual que el suyo.

Jamás había sentido nada parecido pensaba cuando un ruido nos alertó. Diego se subió el pantalón y cogiéndome de la mano dijo.

-Vamos dentro Olivia, no me puedo creer haberme comportado como un salvaje  –dijo mirando mi cuerpo temblar bajo la lluvia y sintiéndose culpable-

No tenía fuerzas para rebatirle lo que decía y le seguí desnuda hacia la casa, entré en el baño y dejé que el agua caliente calentara mi piel, poco a poco dejé de temblar.

Oí la ducha en la otra habitación y tras secarme y ponerme ropa cómoda bajé al salón donde Diego se tomaba algo caliente.

-He encontrado chocolate, ¿quieres una taza? –me dijo señalando la suya-

Estaba peligrosamente sexi en medio de ese salón con un pantalón de deporte y una camiseta todo negro. Nunca le había visto sin traje, aunque al recordarle fuera, mojado, con los pantalones en los tobillos y la camisa mojada pegada al cuerpo sonreí mientras me acercaba.

-Di algo Olivia, sé que me he excedido allí fuera.

Me paré a escasos centímetros de él y agarré su taza, la llevé a mis labios y di un trago.

-Esta riquísimo y no creo que te hayas excedido, si tu así lo crees me ha encantado que te excedieras, porque ha estado realmente bien.

Noté como todo su cuerpo se relajaba y una sonrisa terminó de borrar el miedo que había en su expresión esperando mi reacción.

Me sentí poderosa y acercándome saqué un poco la lengua y la pasé por sus labios.

-Tenías chocolate –dije sonriendo al notar su respiración acelerarse-

-Eres un peligro para mi paz mental criatura –dijo cogiendo la taza de mis manos-

Cuando apartó la taza de sus labios vi que se los había manchado de chocolate a propósito y supe lo que quería.

De nuevo lamí sus labios, los entreabrí y metí mi lengua en su boca. Hasta ese momento me dejo hacer, pero entonces me agarró y de nuevo me hizo saber cómo le gustaban mis mimos.

-Acabo de follar contigo Olivia, eso ya me parece impresionante e impensable hace unas horas, lo hemos hecho bajo una terrible tormenta, nunca había sentido tanta necesidad de poseer a alguien, prácticamente en medio de la calle y te acercas ronroneando, me coges mi taza y solo el hecho de verte beber de ella me ha excitado, luego tu lengua me ha rematado y mira como estoy de nuevo –dijo frotando su erección en mi cadera-

Eché la cabeza hacia atrás y solté una carcajada, momento que el aprovecho para lamer mi cuello.

Nos miramos con intensidad y le dije:

-No sé dónde nos lleva esto Diego, no sé qué ha cambiado ni porque. Pero ahora no querría estar en ningún otro lugar ni con ninguna otra persona.

-Olivia, Olivia, Olivia. ¿Qué voy hacer contigo?

-¿No se te ocurre nada?

-Se me ocurren demasiadas cosas teniéndote tan cerca preciosa

Se sentó en el tercer escalón y yo arrodillándome en el primero entre sus piernas tiré del elástico del pantalón y liberé su nueva erección. Acerqué mi boca a su polla y lamí el glande, lo succioné y me lo metí en la boca. Él jadeaba mientras mis labios bajaban por el tallo de su gorda polla palpitante.

Me levanté sin sacármela de la boca y tiré de los pantalones deportivos, no llevaba ropa interior, volví a ponerme de rodillas entre sus piernas y seguí lamiendo, succionando y golpeando la punta con mi lengua mientras con una mano agarré sus testículos y los sobé.

Sus jadeos crecían en intensidad como mis lamidas; agarré con la otra mano su polla y la saqué lentamente de mi boca, cuando la abandoné se quejó, pero cuando sintió mi lengua en sus huevos volvió a jadear como un loco cuando succionaba un testículo y luego el otro con ansia.

-Olivia, Olivia –oírle decir mi nombre con voz ronca y entrecortada me excito más aun-

Tiró de mí poniéndome en pie y con un rápido movimiento tiró de mis pantalones, metió la mano entre mis muslos y palpó mi sexo.

-Ven cielo

Abrí las piernas y fui bajando sobre su sexo hinchado penetrándome ante su atenta mirada. Cuando la tuve toda dentro y animada por sus manos en mi trasero empecé a moverme, a subir y bajar, a mover las caderas.

Diego pellizcaba mi culo y lo masajeaba mientras yo le cabalgaba buscando un nuevo orgasmo que no tardó en estallar.

Apenas había acabado cuando me llevó a la habitación, me tumbó en una enorme cama alta con dosel de madera y separando mis piernas sentí su boca sobre mi sexo, sus dedos separaron mis labios y su lengua paso por cada centímetro de mi vulva.

-Que rico sabes Olivia

Lamió, chupeteó, mordisqueó y dio tironcito a mí ya inflado clítoris cuando apenas podía soportar esa deliciosa tortura lo dejó para seguir por mi perineo y cuando sentí su lengua en mi ano di un alarido, esta hacia círculos alrededor de él y luego me penetró con esta. No podía dejar de jadear y gimotear completamente ida, extasiada.

De nuevo volvió a mi clítoris y lamió este con el mismo deleite, sentí una presión en mi ano y un dedo sustituyó a su lengua. Nunca había tenido sexo anal y me asustaba.

-Tranquila cielo, relájate

Apenas presionaba pero no dejaba de lamer y de nuevo volvía a estar al límite, ahora si empujó su dedo y me penetró suavemente. Entró y salió varias veces dilatando mi virgen entrada al tiempo que su boca me volvía completamente loca y al notarlo incremento la presión y volví a correrme esta vez en su boca. No dejó de lamer hasta que mi cuerpo se destenso después del orgasmo.

Me dio la vuelta en la cama y poniéndome de rodillas se colocó detrás de mí y empezó a lamer mi espalda, mientras masajeaba mis tetas que llenaban sus manos.

-Me encanta tocarte, besarte, lamerte… –dijo jadeando-

Me hablaba mientras su sexo se colaba entre mis piernas y buscaba mi sexo chorreante, en el que se metió de un solo empujón. Entró y salió mil veces acelerando y apurando cada arremetida hasta que ambos jadeábamos de nuevo.

-Quiero poseerte por completo

Y supe que quería mi culo, me eche hacia adelante y apoyé mis manos. Volvió a lamer mi ano, volvió a penetrarme con un dedo sin prisas y agarrando su polla sacó el dedo y puso el glande en la entrada. Me agarró de los hombros como en el coche y empujó un poco. Sentí dolor y me quejé, el paro y pasó una mano por mis riñones.

-Tranquila cielo, no hay prisas –dijo intentando tranquilizarme-

Dejó una mano en mi hombro y la otra la llevó entre mis piernas, frotó mi clítoris poniéndome de nuevo a cien y desviando mí atención había conseguido penetrarme más de la mitad.

Moví ligeramente las caderas y empujó entrando por completo, sentí sus huevos golpearme y me excitó.

-Ya estoy dentro criatura, que bueno es esto preciosa

Poco a poco empezó a moverse, poco apoco empecé a seguir su ritmo con mis caderas mientras sus dedos no paraban entre mis piernas. Sus jadeos eran cada vez más fuertes, más seguidos y sabía que estaba al borde.

-Córrete Diego, párteme en dos, quiero sentir tu semen

Bramó, empujó y se corrió bien adentro mientras mi propio orgasmo me hacía gritar con él al unísono.

Caímos sobre la cama y me dormí al momento exhausta, desperté con los primeros rayos de sol, sola en la gran cama.

-Buenos días cielo –dijo Diego entrando-

-Buenos días –contesté encantada y dolorida-

-¿Cómo se ve todo por la mañana?-pidió con algo de incertidumbre-

-Me duele todo… deliciosamente –añadí al ver su expresión culpable-

Desayunamos en la cama entre caricias sin malicia ya que nuestros cuerpos necesitaban reponerse.

Para nuestra sorpresa llegó la señora del primer día a limpiar y un señor a arreglar unos ventanales. Casi al mediodía entró en la habitación en la que estaba y cerró la puerta, echó la llave y apretándome contra la pared devoró mi boca y yo la suya.

-Joder, me muero por arrancarte de nuevo la ropa, ¿esos dos no piensan irse?

Sonriendo lo eché tras besarnos de nuevo y oír a la mujer subir la escalera.

Al final del día yo había acabado mi trabajo y el casi el suyo. Estaba abajo cuando ellos se fueron y subí a la habitación de Diego, al oír la ducha me desnudé  y me colé detrás de él.

-No te muevas –le pedí-

El apoyó las manos en las baldosas y yo detrás besé y lamí su cuello, su espalda y bajé a su trasero, sus piernas…

Cogí su sexo y empecé a meneársela notando como crecía entre mis manos.

-He pillado dos veces al marido mirándote el culo y las tetas y he pensado pobre, si tú supieras…

Entre risas me coloqué ante el de rodillas, su polla llenó mi boca mientras acariciaba sus tensos muslos y su trasero.

-Resucitarías a un muerto cielo con esa boquita que es una locura.

Seguí un buen rato torturándole hasta que me obligó a parar.

-¡Basta bruja! –dijo saliendo de la bañera tras aclararse-

Salimos de la ducha y me estaba secando cuando tiró de mi toalla, me apoyó al lavabo y desde atrás me penetró sin clemencia.

-Mira en lo que me conviertes –dijo arremetiendo con dureza-

Mi pelvis golpeaba la porcelana a cada arremetida y no me importaba, me ardía la vagina de tanto traqueteo y eso me excitaba aún más.

-Más, Diego

-Madre mía criatura eres insaciable –dijo saliendo al borde del abismo-

-¡No dejes de follarme! –supliqué sollozando-

Me llevó a la habitación y me dejó ante la cama.

-Agárrate fuerte harpía-dijo poniendo mis manos entorno al palo del dosel-

Me agarré fuerte y el subió uno de mis pies apoyándolo al somier que sobresalía un poco y cogiéndome de la cintura tiró inclinándome hacia adelante y me la volvió a meter.

Embestía con tanta dureza que apenas me tenía en pie, seguía ardiéndome el coñito y aun así cinco minutos después me corría.

Se sentó en la cama con la respiración acelerada y yo me arrodillé entre sus piernas y lamí su polla, sus huevos y no paré ahí, seguí por el perineo hasta llegar donde quería e hice lo mismo que él me había hecho a mí. Lamí su ano, hice círculos alrededor de este mientras él jadeaba tumbado en la cama.

Empujé mi legua dentro y mi mano no paraba, tras meterla y sacarla dejándole mojadito, subí de nuevo a lamer su polla aún más gorda, aún más dura y me la metí hasta el fondo de mi garganta al tiempo que con uno de mis dedos hacia presión en su ano, no paré empujé el dedo hasta el fondo y succioné al mismo tiempo. Diego dio un fuerte aullido y llenó mi garganta de semen, no paré, seguí metiendo y sacando mi dedo mientras tragaba su semen, sacaba su polla y lamia hasta tragar la última gota, solo entonces retiré lentamente mi dedo.

-Me da miedo que lejos de aquí esto se desvanezca

-¿Por tu parte o por la mía?

-Por la tuya Olivia, yo sé lo que siento y lo que quiero desde ya. No creía esto posible, por eso quiero que lo pienses y que decidas que quieres y te prometo que aceptaré lo que decidas. Quiero que tengas claro que no solo soy el juguete de tu jefa con el que te gusta jugar para hacerla rabiar

Cada uno volvió en su coche, durante todo el camino analicé lo ocurrido. Quizás unos minutos si sentí que jugaba con el juguete de Alicia y que de alguna manera les arrebataba este a ella y a mi hermana de rebote pero solo durante los primeros minutos bajo la lluvia.   Ahora tenía claro que quería a ese hombre en mi vida.

Al día siguiente no hubo respiro, me reuní con Alicia y su marido y estuvimos horas debatiendo, luego añadí lo que ellos me indicaron y a media tarde ya solo quedaba pasar a limpio el dosier.

Entré en el baño del pasillo, me humedecía la nuca cuando la puerta se abrió.

-Hola “señorita” ¿ha decidido algo?

-Sí, ¿recuerdas la última vez que estuvimos en un baño?

-Calla harpía no me despistes

-No quiero el juguete de mi jefa, no me atrae quitárselo –su cara era un poema-

-Eso quiere decir… -dijo con tristeza-

-Déjame acabar, no creo que seas su juguete, no se lo quito porque nunca has sido suyo

Sonrió dando unos pasos hacia mí

-Diego me da igual si quieres esconderle a todos nuestra relación, me da igual como quieras gestionarlo, pero quiero más de lo que hemos tenido estos dos días.

Me empujó dentro de uno de los baños, cerró la puerta, me besó, le besé y sus manos desabrocharon mi camisa, sacó mis pechos y los lamió. Yo me agarré a su cuello mientras el subía mi falda y bajaba mis bragas para que me deshiciera de ellas, las cogió de mis tobillos y las guardó en un bolsillo mientras yo desabrochaba con prisas su pantalón.

Se sentó en el baño y de nuevo cabalgué sobre su polla mientras el mordía mis pezones. Me echó hacia atrás apoyándome en la puerta para así poder acariciar mi clítoris sin salir de mi interior.

-Olivia, Olivia, Olivia

Decía frotando mi clítoris con dos dedos mientras con la otra mano iba de un pezón a otro y yo movía el culo para sentir bien su gorda polla.

Empecé a sentir el calor cuando alguien entró en los baños, me miró con maldad sin dejar de frotarme; tener que callar me puso aún más cachonda y me corrí en silencio, en solidaridad mientras fuera alguien se secaba las manos él llenaba mi vagina de semen en silencio.

Había sido corto pero intenso pensé colocándome la ropa. Me devolvió las bragas y me las puse.

-Me pone muy cachondo saber que mojaras esas braguitas con mi semen.

Cuando salí del baño y pasé por el despacho de Alicia le oí hablando con ambos y me sorprendió oírle decir:

-Cariño ven un momento.

Los dos me miraban alucinados

-Nena pareces acalorada, ¿te encuentras bien?

-Ahora perfecta

-Me invitan a cenar y les estaba diciendo que tenía que comentárselo a mi chica

-¿Ella es…?-preguntó Alicia, extrañada-

-Cariño mejor otro día, hoy me habidas prometido…-hice un puchero-

-Es una harpía, hace conmigo lo que quiere –dijo saliendo de allí tras de mi-

-No esperaba… -le dije sorprendida por su rapidez y encantada-

-No voy a esconderte Olivia