No encuentro la prueba (Capítulo 9)

Fran se va de la casa.

Capítulo 9

Mara se había restablecido totalmente cogiendo algo más de peso, también se encontraba muy animada con los muy pequeños avances que pensaba nos acercaban más a los dos. Pero yo quería liberarme de lo que me corroía por dentro, que no se quedara esa herida ahí para siempre, tenía que conocer qué es lo que había ocurrido de verdad y después decidir lo que iba a hacer.

Ella pensaba que el tiempo iría reparando los errores que cometió, que de sus infidelidades no teníamos que volver a hablar, pero la realidad era que yo no terminaba de mostrar ningún atisbo de que eso iba a ser así.

De hecho todos los acercamientos los iba haciendo ella y yo solo los aceptaba, pero mi comportamiento no era recíproco. En el fondo ella lo sabía. Al final fue ella la que provocó sin quererlo que hablásemos sobre todo lo ocurrido. Fue otra de las tardes en las que volvimos a estar juntos a temprana hora.

-Fran, me gustaría que regresaras a nuestro dormitorio, que volvamos a ser como antes, por lo menos a intentarlo. No estoy tomando las pastillas...

-Espera Mara, -le dije para no dejarla seguir haciéndose ilusiones-, no sigas por ahí, sabes que antes necesitamos hablar de todo lo que ha pasado desde hace casi seis meses, tengo derecho a conocerlo para después tomar la decisión que tenga que tomar.

-¿No te basta si te digo que estoy muy arrepentida? -me respondió otra vez con una pregunta.

-No, no me basta aunque sospecho que de verdad estás arrepentida, posiblemente a otro marido le valdría, pero no es el caso Mara, yo necesito saber lo que ha pasado, pero todo y desde el principio, desde antes que conocieras al simpático ese en la discoteca, porque lo que que me contaste creo que no alcanza ni por asomo a lo que pasó de verdad. Si quieres no me contestes ahora, tómate el tiempo que quieras, pero si deseas que volvamos a ser un matrimonio de nuevo, tienes que contármelo todo.

Terminé mi respuesta que era todo lo que en realidad llevaba mucho tiempo rumiando en mi interior y luego salí de casa para ver si Sebas me podía acompañar en otras charlas más tranquilas mientras disfrutábamos de una cerveza.

Pasó más de un mes cuando mi esposa me pidió retomar la conversación que habíamos dejado pendiente.

-Fran no podemos seguir así de esta manera -comenzó a decirme muy nerviosa, aunque por su actitud más decidida-, te voy a contar todo lo que pasó, si quieres alguna aclaración solo me tienes que interrumpir para pedírmelo, ¿Bien?

Asentí con la cabeza para que empezara lo que tanto temía que me contara, por mucho que lo deseara.

-Te adelanto que todo lo que hice siempre  inducida por Carla, aunque no la culpo de nada porque al final fui yo la que lo permitió. De todos modos he roto mi amistad con ella.

Volví a asentir.

-La primera vez fue hace casi seis meses. Quedamos para nuestra tarde de siempre pero me esperaría en su casa para que viera una mesa que había comprado para el salón, Cuando llegué se encontraba acompañada del último de sus ligues, más bien un folla amigo que me presentó. Me tuvo que insistir mucho para que me quedara porque yo me quería ir a la casa. Ellos se tomaron una copa y yo también pero casi sin alcohol, sabes que si tengo que conducir, no bebo. Antes de la cena empezaron a tontear al lado mía porque los tres estábamos sentados en el sofá. Poco a poco la cosa fue a mayores y yo me quería ir otra vez, pero entre los dos me decían que era una tontería, que lo iba a pasar bien, que solo sería hasta donde yo quisiera, ellos ya se habían desnudado y al final yo lo hice también y terminé follando con él, hicimos un trío que según ellos hoy día era muy normal.

Hizo una pausa para beber de la botella de agua mineral que tenía en la mesita del salón.

-Te dejó un chupetón en tu nalga izquierda -le dije, dejándola muy sorprendida.

-Sí, pero no fue él, me lo hizo Carla mientras él me follaba a cuatro patas.

Volvió a hacer una pausa por si yo quería volver a intervenir. Luego siguió.

-El segundo fue en la discoteca con Andrés, es verdad todo lo que te conté, pero en el coche suyo follamos en un parking cercano a la disco -me miró por si también quería saber algo más, pero yo guardé silencio-, y el tercero fue otro trío con él y con Carla en el reservado de su pub. Ocurrió igual que la primera vez en la casa de mi amiga, los tres sentados en el sofá, ellos empezaron primero para después unirme yo. De todos me siento muy culpable, pero de éste último no me perdono ni yo misma, Carla sabía lo que pasó en el parking con Andrés, sin embargo me insistió, pero no tenía que haber ido de ninguna manera. Si lo hice al final fue porque pensaba que tomaríamos un refresco rodeados de gente, pero no fue así, no pude prever que en el pub podría haber un reservado como ese. Lo siento Fran...

Pues ya me lo había contado todo. El estómago se me hizo muy pesado, en esos momentos creo que si me moría sería un verdadero descanso para mí. No sabía qué hacer, si irme al bar a emborracharme hasta perder el conocimiento, si ir en busca del abogado porque casi seguro que todavía lo podría pillar en su despacho, si coger el coche y hacerle veinte mil kilómetros sin volver la vista atrás, de verdad que no le deseo a nadie que pasara por lo que yo estaba pasando en esos momentos, no me sentía nada bien y tuve que ir al aseo de esa planta de la casa a vomitar como un cerdo, pero la pesadez del estómago no se me iba. Luego me lavé la cara para ver si cogía algo de lucidez.

Salía del aseo donde Mara me estaba esperando para abrazarse a mi cintura poniendo su cara llorosa en mi pecho, pero sentí un rechazo hacia su persona que nunca había sentido y la aparté como pude. Cogí las llaves de la casa y me marché sin abrir la boca ni para despedirme.

En el bar de la esquina estaba mi amigo Pepe el del taller que enseguida se me acercó para darme una de sus tremendas charlas. Me daba igual, que me hablara de lo que quisiera porque yo lo único que quería era que se me borraran las ideas de la cabeza, no quería seguir rumiando todo lo que me dijo, tenía que dejar de pensar que aquello me había desbordado, porque sabía que no me lo había contado todo, pero no me esperaba eso, no todo eso.

Pepe me seguía contando cosas sin pausas ni para respirar y yo solo entendía el primero me folló, el segundo me folló, el tercero me folló, me folló, me folló... y el pobre Pepe me preguntaba algo y yo no sabía qué contestar.

Serían las dos de la madrugada cuando casi arrastrando los pies por el suelo, regresé a casa. El salón estaba oscuro, pero Mara ya venía bajando las escaleras, vestida tal como la dejé cuando me lo contó todo. Al ver el estado en que me encontraba me cogió por el codo para que no tropezara y me cayera al suelo.

-Mejor te sientas en el sofá y te hago un café cargado -me dijo-, pero yo me quería soltar y tirarme voluntariamente a ver si me rompía la crisma de una vez, estaba fatal, aunque fue su firme decisión la que venció.

No recuerdo haberme emborrachado de esa forma en mi vida. Todo me daba vueltas y creo que poco más recuerdo de lo que pasó a partir de ahí, solo que unas veces me encontraba muy feliz y otras hecho una mierda. Sé también que vomité, que me desnudaban y que me metían en una cama.

Mara se quedó conmigo casi hasta media mañana del día siguiente, esperando que me despertara, cosa que hice sobre las diez, estaba acostado en mi nueva habitación con un dolor de cabeza como nunca había tenido, el cuerpo me dolía como si acabara de correr una maratón, todo eso era como consecuencia de la única resaca de mi vida.

Mi esposa me ayudó a ir a la aseo de nuestro dormitorio para que me pudiera duchar, luego me preparó la ropa que me tendría que poner, me hizo también el desayuno que tomé junto a un paracetamol y medio, por último dejó todo limpio y se dispuso para salir.

-Me marcho al trabajo, ya he llamado a mi hermano para decirle que me tomaba media mañana. Te veo luego -me dijo mientras me daba un beso en la mejilla y se marchó.

Estaba claro que me había ayudado, tanto cuando llegué esa noche como cuando desperté hacía un rato. Pero hasta ahí sabía que podía llegar, ahora me tocaba a mí arreglármelas para ver qué iba a hacer. Yo no daba mi brazo a torcer y nunca íbamos a salir de ese mal ambiente que habíamos establecido en nuestra penosa convivencia de esos últimos meses, además se lo había dicho expresamente y cualquier día me podría presentar en casa con los papeles del divorcio. Así que si eso era lo único que podría salvar nuestro matrimonio, pues lo contaría, así me pasaba la patata caliente para que fuera yo el que tomara la decisión de lo que íbamos a hacer con nuestra vida en pareja.

Subí a mi dormitorio con una maleta que cogí del trastero, metí todo lo que me permitió su escasa cavidad, llevé la bolsa de deporte y la maleta al coche y subí a dejarle una nota a mi esposa antes de marcharme.

Mara

Necesito reflexionar sobre todo lo que ha pasado antes de precipitarme en tomar una decisión equivocada.

No puedo hacerlo estando los dos juntos, conviviendo de esta manera. Necesito estar solo, no sé por cuanto tiempo, te ruego tengas paciencia.

Si tienes que ponerte en contacto conmigo para cualquier cosa, no dudes en hacerlo, siempre estaré a tu disposición.

Te quiero, siempre te he querido, pero no sé si lo podré seguir haciendo en un futuro, de eso se trata ahora, de pensar en nuestro futuro.

Tuyo - Fran

Salí con el coche de mi casa sin rumbo fijo, poco después paré en la parte opuesta de la ciudad y el Geoogle Maps, me mostró varios hoteles cerca de donde yo estaba, elegí uno de cuatro estrellas que no estaba mal de precio y allí me alojé.

Llamé a mi madre primero y a mi hermana después para decirle que Mara y yo habíamos tenido un desencuentro que había dado con mis huesos en un hotel, que no sabía el tiempo que podría durar esa separación momentánea, pero que supieran lo que había pasado. Ellas también hablaban a menudo con Mara, lógicamente sospechaban algo, pero no quería que se enteraran por mi esposa de nuestra situación actual.

Cómo suponía mi madre me pidió que me fuera a su casa, que allí seguía mi habitación de siempre, casi igual que yo la dejé cuando me fui a vivir con mi novia por aquel entonces. Pero entendió que yo necesitaba estar solo por un tiempo y no insistió mucho más. La madres siempre apoyando a sus hijos, al menos la mía y si ahora tocaba dejarme el espacio que necesitaba, pues diez mil espacios si hicieran falta. Después ella se lo contaría a mi padre a su manera, claro, él era un alma bendita que se conformaba siempre con lo que ella le daba.

Por último llamé a la oficina y hablé con Carmen, mi empleada, a la que le informé de la situación muy por encima, para decirle que volvería al día siguiente como siempre hacía.

Comí en el buffet del restaurante del hotel que tenía un precio fijo muy asequible para la buena calidad de la comida. Luego me fui a la cafetería donde me tomé un cortado y una copa.

Allí cogí el móvil y llamé a Sebas que se encontraría en ese momento en su trabajo. Le conté también lo que había pasado sin entrar en detalle y quedamos para vernos esa tarde en mi mismo hotel, porque a él le venía bien para ir a su casa.

Sebas a veces es un cabronazo que no entiende de amigos, de jefes, de familia ni de nadie cuando le hacen una trastada, en esos momentos no tiene ninguna clase de escrúpulos para meterse en sus vidas y averiguar hasta la marca de la primera papilla que les dio su madre al nacer, siempre que eso le favoreciera. Por otro lado es un buenazo, tiene un gran corazón y es el amigo ideal que me hacía falta en estos momentos para descargar todas mis congojas, esperando sus preciados consejos.

Como era de esperar se presentó a la hora prevista en la cafetería del hotel donde yo le estaba esperando. Le puse al día de todo lo que pasó en las últimas 24 horas. Su sorpresa fue sincera, lo cual me indicaba que me hizo caso y dejó de indagar en nuestros celulares desde que le pedí que no lo hiciera.

-Sebas si estoy en el hotel es por dos motivos, el primero porque tengo que pensar en cual es la decisión voy a tomar y lo tengo que hacer sin la presencia continuada de ella y el segundo que de verdad en estos momentos no soporto tenerla a mi lado sabiendo lo que ha estado haciendo últimamente. -Le dije esperando con ansiedad su respuesta.

-Mira Fran, me parece bien que te hayas venido a pasar un tiempo a este hotel, pero no puedes demorar mucho tu decisión sea cual sea. Mara está muy arrepentida por lo que me has contado. Es normal que al principio tratara de reservarse todo lo que había hecho, lo que no es normal es que se haya sincerado de esa manera. Creo que la has estado acorralando en la esquina del ring durante tanto tiempo, que la pobre no ha visto otra manera de salirse de las cuerdas que no sea contándotelo todo. No le quedaban más armas que usar Fran.

El cabrón me acababa de desmenuzar toda esta situación en diez segundos. Solo faltaba un último consejo, el consejo de los consejos. El que yo más necesitaba.

-¿Qué harías tú? -le pregunté casi en un hilo de voz, casi sin haber querido pronunciarlo.

-¡Perdonarla coño! Joder tío, despierta ya, a ver, tú estás loco por ella y ella está loca por ti y encima arrepentida, eso es un seguro de que ya no va a haber más engaños, la conozco Fran y si no es porque me lo has contado tú, nunca hubiera creído  que ella podría hacerte eso. Seguro que todo lo hizo por las malas influencias de su amiga Carla. Si quieres la jodemos a la puta esa.

Su respuesta tan categórica me alegró el cuerpo, creo. Necesitaba que alguien me dijera algo así, positivo, porque si me hubiera dicho que la dejara definitivamente, mi siguiente destino hubiera sido Australia, eso sí tendría que aprender inglés con lo mal que se me dan los idiomas.

-No Sebas, deja a la cabrona esa, bastante tiene con haber perdido la amistad de Mara. En su vida va a volver a tener una amiga como ella.

Esa noche extrañé mucho mi hogar, ver a mi esposa aunque solo fuera para sentirme acompañado por ella. El sueño me llegó fuera de hora y por la mañana tuve que hacer verdaderos esfuerzos para levantarme y llegar a tiempo al desayuno que daba el hotel en su franja horaria.

A media mañana recibí un mensaje de Mara.

Hola cariño.

Anoche me fui a casa de mis padres porque sin ti la casa se me venía encima.

Tómate el tiempo que necesites, pero perdóname cielo, por favor.

Te quiero - Mara.

Fue como si una aguja enorme me atravesara el corazón. Nuestro hogar estaba vacío, se acababa de convertir en un lugar inhóspito para los dos, debido a distintas razones, pero ninguno quería seguir allí.

Ojalá la ofensa hubiese sido menor porque estaba loco por perdonarla, pero no se me iba de la cabeza todo lo que llegó a hacer, no una sino tres veces y dos con el mismo tío. Tenía que quitarme eso de la cabeza porque de lo contrario no la podía perdonar nunca. Necesitaba más tiempo para que eso ocurriera.

Tenía un problema grave con la ropa, la sucia me la lavaría el propio hotel, pero necesitaba más mudas, más camisas, planchar los pantalones de los dos trajes que me pude llevar.

Al tercer día de mi estancia en el hotel, me estaba cambiando para llegarme a mi casa ya que estaba vacía a aprovisionarme de más ropa. En ese momento llamaron a la puerta, sería que me traían ropa limpia, pero cuando abrí, en la puerta estaba Mara con una maleta y un bolso grande.

Me quedé anonadado viendo allí a mi esposa con una media sonrisa, mirándome como si le diera vergüenza que yo la viera. No pude pronunciar palabra, solo me aparté al tiempo que le terminaba de abrir la puerta que estaba entornada. ¿Es que se pensaba venirse a vivir conmigo al hotel?

-Hola Fran -me dijo con una decisión poco convincente mientras entraba a la habitación arrastrando aquella maleta-, te he traído ropa limpia porque seguro que ya no te quedará casi nada de lo que te llevaste.

Luego siguiendo con esa impostada determinación aunque eso sí con mucha fuerza, alzó la maleta y la colocó encima de la cama abriéndola en un segundo dejando ver todo lo que allí traía.

Sin haber tenido tiempo de reaccionar, ya estaba abriendo el ropero para empezar a colocar la nueva ropa, al tiempo que iba sacando la que yo tenía allí colocada. En el bolso traía varios zapatos y un pequeño paraguas que también dejó en el ropero.

-Pero Mara -le dije cuando pude reaccionar-, precisamente iba a llegarme a la casa por más ropa... además no te vas a llevar la ropa sucia a casa de tus padres ¿No?

-No Fran, yo estoy en la casa, es de noche cuando me voy a casa de mis padres a dormir.

-¡Ah! Es que no te entendí bien el mensaje -le dije a modo de excusa.

-No dejes que el hotel te lave la ropa sucia que te la van a estropear, yo iré viniendo cada dos o tres días -me decía mientras yo no me recuperaba de la sorpresa y tanto desparpajo por parte de ella.

En cuanto terminó cerró nuevamente la maleta con la ropa sucia y los trajes por planchar y ya se disponía a marcharse. Aquello había sido un ciclón que había pasado por mi habitación. Por fin reaccioné, aunque no sé exactamente si fui yo o mi intelecto el que tomó la iniciativa.

-¿Tienes tiempo para tomarte un café conmigo en la cafetería?

Se paró en seco girando su cabeza para mirarme de una manera que no sabría decir si era de miedo o esperanza. Tardó un pelín en decidirse.

-Sí, claro Fran, ¿Porqué no?

Hubo un momento de tensión en el ascensor porque ninguno se atrevía a decir nada. Tampoco íbamos a hacerlo sobre el tiempo que hacía, no pegaba nada.

Nos sentamos en una mesa muy discreta al fondo del salón donde nadie nos podía molestar. Era la misma donde estuve con Sebas.

-Mara no creas que no pienso en lo nuestro, no paro de hacerlo porque tú eres la única mujer que me importa en esta vida, no hace falta que te lo diga porque tú lo sabes.

Ella asintió alargando su mano derecha para darme un pequeño apretón en la mía, cosa que permití como no podía ser de otra manera. Luego seguí con lo que le estaba empezando a decir.

-Todo mi ser quiere perdonarte, mi corazón es tuyo igual que siempre, estoy loco por seguir disfrutando los dos de nuestra casa, tener hijos contigo, los que tú desees...

Ella me miraba muy emocionada, sus ojos brillaban prestos a llenarse de lágrimas.

-Sé lo que me vas a decir, pero prefiero que no lo digas -me decía ya con las primeras lágrimas mojando sus mejillas-, por favor, tómate todo el tiempo que quieras, sé que para ti es muy difícil que me perdones, pero inténtalo cari... Fran, por favor...

Sacó un pañuelo de su bolso para poder secarse las lágrimas que ya eran un torrente en su cara. Yo estaba al borde de mostrar las mías, pero como pude las aguanté.

Luego algo más sosegados, le dije que no dejara de comer, que me llamara para cualquier cosa que necesitara, que el restaurante estaba bien, en fin que por primera vez desde hacía 6 meses, tuvimos una conversación como si no hubiese pasado nada. Ocurrió casi darnos cuenta, así estuvimos casi dos horas en aquella cafetería, pero nos teníamos que despedir porque su madre la estaba esperando para cenar.

-La próxima vez te quedas a cenar conmigo -le dije-, verás que bien está el buffet.

Nos acercamos a recepción para que me dieran otra tarjeta de la habitación para ella, no fuera a ser que llegara otro día y yo no estuviera, luego nos dimos dos besos en las mejillas y se marchó.

El camino estaba más que allanado, ahora solo me quedaba una cosa por resolver y no era otra que aquel maldito monosílabo que afirmara o negara, la también más que maldita pregunta.

¿Sería capaz de perdonarla?

Nota.- El próximo capítulo no es mío.