No encuentro la prueba (Capítulo 16)

Final del relato.

Capítulo 16

Nuestra casa da a dos calles, la de la entrada principal que es el acceso a la entreplanta, está en un nivel superior a la de la entrada al garaje, que está en la calle de abajo a unos tres metros de desnivel.

Carla estaba en la puerta de la cancela esperando que la abriera para acceder a la casa por la entrada principal.

Yo miraba a Carla muy sorprendido por su atrevimiento a venir a mi casa sin haberle dado mi consentimiento y a Mara que estaba tan sorprendida como yo. Carla sin embargo mostraba una cara seria y decidida que no pedía que le abriera la puerta, sino que lo exigía.

Francamente era una situación de lo más tensa, al no saber con qué intenciones venía esta tía a mi casa a decirme no sé que cosa que yo ya no quería oír, el daño ya me lo hizo con la puta foto que me envió, ¿A qué venía ahora?

Primer supuesto - A decirme que Mara follaba más que el resto de amigas juntas.

Segundo supuesto - A decirme que Mara follaba poco y que eran polvos inocentes, vamos, de la Señorita Pepis.

Tercer supuesto - Que en todos los casos intervenía o incitaba ella.

Cuarto supuesto - Que no intervino en ninguno.

No quise seguir con más supuestos, sobreponiéndome a los dictados que me enviaba mi cerebro súper activo, que a velocidad de vértigo quería incluir los de la droga, los que hizo con tríos, sola con otro tío, tríos con dos hombres... ¡Basta! Que te pares ya coño, me estaba mareando y menos mal que me agarraba a la puerta aún entreabierta.

Fue mi ex-esposa la que apretó el pulsador abrepuertas haciendo sonar el zumbido de la puerta de la cancela. De un empujón enérgico ésta se abrió dando paso a una Carla que en tres zancadas estaba ya atravesando la puerta principal de nuestra casa, haciendo que nosotros dos retrocediéramos para dejar paso a aquel torbellino de mujer.

Una vez dentro se orientó directamente al salón donde se quedó de pie con la mano derecha apoyada en la cómoda y la izquierda en jarras sobre la cintura. Menudo bicho acababa de entrar en mi casa y encima nos había cortado el segundo último polvo de despedida a mi ex-mujer y a mí.

Al final cerré la puerta y los dos la seguimos al salón, porque la subida a nuestro dormitorio estaba descartada, al menos de momento.

-Quería hablar contigo, -me señaló a mí con un gesto de lo más enérgico-, pero ya que está aquí Mara, mejor, así matamos dos pájaros de un tiro.

¡Qué agresividad! Pues sí que parecía ¿La hembra alfa? No sé, pero esa es la impresión que daba, seguramente envalentonada porque tenía delante a una de sus cachorras. Además no tenía muy claro si nos estaba insultándonos llamándonos pajarracos.

-Vamos a ver, vosotros estáis separados desde hace nueve meses, tú no me hablas desde el día del pub, -le indicó a mi ex- y tú me rechazas desde que te envié la foto aquella -ahora me señalaba a mí, pero no la dejé seguir.

-Sí, la foto pornográfica de vosotras dos con un tío con el que Mara me ponía los cuernos hacía más de año y medio. Esa que provocó mi separación después de diez años de estar con mi mujer. Ya puedes seguir -le dije dando por terminada mi interrupción.

-Pues resulta que estoy muy jodida por vuestra actitud, yo no merezco que me tratéis así. Esa foto te la envié porque tú no me hablabas desde hacía demasiado tiempo, -le decía a Mara-, luego te llamé varias veces y no me cogías las llamadas, cuando al final lo hiciste, me dijiste que no querías hablar conmigo y que no te llamara más, fue por eso que me enfadé y los nervios provocaron que te enviara aquel el mensaje -ahora se dirigía a mí-. Os juro que enseguida me arrepentí, luego me llamaste tú muy enfadada pidiéndome que parara cualquier otro envío, -otra vez hablaba con Mara- y que borrara las demás, entonces borré dos más de ese mismo día, porque de otro no tenía, aunque después la perdí la que envié al estropearse mi móvil y el portátil al mismo tiempo.

-Carla yo no te he dejado de hablar, porque cuando quedamos tu grupo de amigas con Sebas y conmigo, no he tenido problemas para conversar contigo, pero tú lo que quieres es que pasemos la noche juntos y eso no va a ocurrir nunca.

-Pero te estás acostando con todas las demás y tú lo sabes porque te escribes con Cati y Lucía que te lo cuentan todo, -le dijo a mi ex-esposa-, ya no es porque te acuestes o no conmigo -otra vez a mí-, es que me estás despreciando delante de mis amigas, eso es desacreditarme Fran. Cuando lo hiciste la primera vez, ya no quería que vinierais Sebas y tú nunca más con nosotras, pero aunque cambiábamos de sitio para quedar, vosotros siempre aparecíais. Luego para no seguir perdiendo mi reputación decidí liarme con Sebas como mal menor.

Me pensé qué responderle unos segundos.

-Carla si no quieres quedar mal con tus amigas, procura no intentarlo más conmigo y nadie va a pensar que yo te estoy despreciando, vete con Sebas o con cualquier otro chico que encuentres por allí, pero que seas tú la que me rechaces, por eso yo no voy a tener ningún problema -le dije con la misma altanería con que ella se dirigió a mí.

Mara no decía nada, pero yo sabía que estaba molesta por todo lo que se decía sobre mis aventuras con aquellas chicas. Ella esperaba que yo dijera que no iba a ir más por aquellos lares a encontrarme con el famoso grupo, pero yo no le tenía que dar explicaciones a nadie y era libre de irme adonde yo quisiera. Si me hubiese sido fiel ahora seguiríamos felizmente casados y esperando tener algún bebé. En ningún momento le pedí que dejara al italiano. Que me gustaba follar con ella, pues claro, ahora y siempre, pero luego cada uno por su lado, aunque me jodiera a reventar que ella se fuera con otro.

-Está bien, asunto aclarado contigo, procuraré no intentarlo más contigo -joder con el procuraré-, y ahora tú Mara.

-¿Yo qué?

-Tu reacción en el pub todavía no la entiendo -se dirigió otra vez a Mara-, otra vez se te metió en la cabeza que yo te había drogado, que deberías ir a un hospital para que te analizaran la sangre y luego denunciarme. Me acuerdo perfectamente de aquella acusación y todavía no sé a que vino eso, yo nunca te he drogado, eras tú la que te calentabas enseguida cuando un tío te provocaba, joder tía que estaba yo delante.

-Carla, -intervino Mara-, cuando lo hicimos con el tío de la foto reconozco que fue porque estaba muy bebida, al igual que la primera vez que lo hice con Andrés, aunque creo que también me echaste algo en la bebida, -Carla quiso intervenir pero la detuvo con el gesto de la mano para proseguir-, luego vino el primer trío con León, mi ex-novio... -¿Quéeee?

-¿Con ese también te acostaste? -la interrumpí sin dar crédito a lo que acababa de oír, otro más en la lista, pero decidí callarme y dejar que se dijeran lo que les diera la gana, ese ya no era mi problema, ¿O sí? ¡Me cago en la leche!

-No Fran, con ese también no, ese era el que estuvo con nosotras cuando Carla me hizo el moratón en la nalga, te dije que me preguntaras lo que quisieras, pero tú no quisiste saber quien fue ese tío, el caso es que estuvo saliendo un mes con ella y ese día lo hicimos los tres en su casa. En esa ocasión no había tomado nada de alcohol o no sé si muy poco, pero me calenté de una forma extraña y lo hicimos. Después me enfadé contigo -le decía a Carla-, porque sospechaba que me habías puesto algo en la bebida y todavía lo sigo creyendo. Acuérdate que estuve dos semanas sin hablarte después de echártelo en cara, luego vino lo del coche con Andrés, otra vez muy bebida y por último el día del pub.

Hizo una pausa seguramente para aclarar algo más de lo que ocurrió ese día.

-Tu me dijiste que nos tomaríamos un refresco y nos iríamos de inmediato, pero ahí sí que me engañaste a sabiendas Carla, no me dijiste nada del reservado y tú lo conocías porque ya habías estado allí, me tendiste una trampa para que estuviera otra vez con Andrés, estoy segura que por una petición que te hizo él -Entonces la interrumpió Carla.

-Yo no sabía que allí había un reservado, ¿Porqué dices eso? -le dijo muy alterada y posiblemente nerviosa.

-Porque cuando me acerqué a una puerta que estaba cerrada y que Andrés no nos había enseñado todavía, tú me dijiste que entrara, que se trataba de un baño muy chulo.

-No me acuerdo de lo que te dije exactamente, pero es que estaba más claro que el agua, aquello tenía que ser el baño que faltaba allí, -esto lo dijo mostrando poca convicción.

Mara tuvo un gesto de desagrado ante aquella justificación claramente improvisada.

-Carla si ésta es tu forma de intentar arreglar las cosas con Fran y conmigo, vas por muy mal camino. ¿Cómo se te ocurre venir a pedirle a Fran que se acueste contigo para salvar tu reputación? Encima delante mía sabiendo que me estás haciendo daño. Y luego para retomar mi amistad, insistes en que no me ponías nada para estimularme, si sé que te lo tomabas tú, ¿Por qué no me lo ibas a dar a mí? -Estaba claro que no se iban a poner de acuerdo ninguna de las dos-, sin esas ayudas jamás le habría sido infiel a mi marido y tú lo sabías.

Carla no contestaba nada de momento, se veía que se lo estaba pensando, yo miraba a una y luego a la otra, entonces fue cuando vi que Mara parecía que no se encontraba bien, noté como un leve desfallecimiento se había apoderado de ella, entonces la cogí entre mis brazos y su cabeza cayó flácida golpeando mi pecho.

-Mara, Mara, ¿Qué te pasa Mara? Dime algo por favor... Carla moja una toalla de este aseo y tráela, -enseguida se fue a por la toalla y en un momento estaba de vuelta con ella en la mano.

Mientras yo la mantenía sentada sobre mis piernas, ella le iba refrescando la frente, el cuello y la parte del pecho que estaba descubierta. Después hizo lo mismo en sus brazos. Por último metió sus manos por debajo de la camisa rosa y le soltó el sujetador que francamente parecía que le apretaba algo el pecho.

Entre los dos no dejábamos de intentar llamar su atención para que se despertara.

-Mara, reacciona, ¿Estás bien? Dinos algo...

Por fin abrió los ojos lentamente y luego hizo un intento de sacudirse la cabeza pero parecía que no terminaba de controlar sus movimientos. Carla se acercó deprisa a la ventana del salón y la abrió de par en par, luego se fue a la puerta principal que también dejó abierta, dejando que una brisa de aire fresco nos abarcara a los tres. Muy nerviosa seguía repitiendo las refriegas, más que nada en la frente.

-Estoy bien... -nos dijo con una vocecilla que casi no se entendía, pero que consiguió que al menos nosotros pudiéramos empezar a respirar-, ha sido otro pequeño mareo.

A partir de ahí su recuperación se hizo evidente y en un minuto estaba prácticamente normalizada. Tal como la tenía en mi regazo, elevó sus brazos para abrazarse a mi cuello pegando su mejilla contra la mía, comenzando un sollozo acompañado por un torrente de lágrimas que me inundaba la cara.

-Está bien Mara, tranquila cariño, vaya susto que nos has dado, anda relájate.

Carla no decía nada, pero lloraba más que Mara mientras le iba acariciando los rizos de su pelo muy despacito, una y otra vez.

Unos minutos después los tres nos fuimos calmando, Carla se había sentado a mi lado acariciando ahora la espalda de Mara mientras me miraba mostrando una gran preocupación en su cara. Mara se despegó de mí secándose las lágrimas con ambas muñecas y los dorsos de sus manos. Luego se sentó entre su amiga y yo.

-Ya estoy bien -nos dijo sin conseguir aclarar su voz todavía-, no me pasa nada, de verdad.

-Mara acabas de decir que ya has tenido más mareos anteriormente -le dijo Carla-, te vamos a llevar a urgencias para que te miren a ver lo que te ha pasado. María está de guardia hoy, así que nos podrá echar una mano -mientras hablaba con ella yo me estaba incorporando para preparar nuestra marcha. Nos marchamos en el coche de Mara que estaba justo delante de la cancela.

En el hospital, mientras yo acompañaba a Mara que estaba dando sus datos en la recepción de urgencias, Carla ya hablaba con un celador para que localizara a su amiga María.

Ella se presentó un par de minutos después, le explicamos lo que pasó, entonces sentó a Mara en una silla de ruedas, nos dejó esperando en una salita pequeña y se perdió con ella por los pasillos interiores de urgencias. De vez en cuando volvía con nosotros para explicarnos cada prueba que le iban haciendo, que la tensión estaba un poco descompensada, que el electrocardiograma no detectó ningún problema de corazón, todo iba muy bien y tendríamos que esperar un buen rato para ver los resultados de unos análisis que de sangre y orina.

Carla estaba sentada en uno de los asientos que tenía frente a mí, leyendo mensajes y contestando a los mismos como si fuera un robot, sus pulgares iban a una velocidad de vértigo, seguro que le estaría enviando órdenes a su manada. La expresión de su cara sin embargo no mostraba ningún cambio en su rostro, ni cuando leía, ni cuando respondía. Luego recibió una llamada de alguna de sus chicas y solo contestó para decirle que no podía hablar en ese momento. Menuda era, a ésta tampoco la llevaría al cine, más bien me intentaría llevar ella a mí.

Por fin vimos venir a María llevando a Mara en la silla de ruedas, eso me recordó que ya era la segunda vez que ocurría, sobre todo por los análisis que volvía a traer en la mano.

Enseguida nos acercamos Carla y yo hacia ellas con presteza como era normal. Queríamos saber cuál era el diagnóstico después de los análisis. Traía una cara muy seria con una gran preocupación. Tal como ocurrió la otra vez, me agaché para darle dos besos en las mejillas a los que me correspondió, pero sin echarme los brazos al cuello ni nada de eso, de verdad que me estaba preocupando. A su amiga la recibió de la misma manera.

-¿Qué te han dicho que tienes? -le dije conforme le iba dando los besos, temiendo que tuviera algo que no me iba a gustar.

Pero fue María la que nos contestó con una gran sonrisa pintada en la cara.

-¡Está embarazada!, haciendo que tanto Carla como yo nos quedásemos atónitos sin mostrar ninguna reacción por unos eternos segundos.

Luego fue ella la que se abalanzó sobre Mara dándose un gran abrazo, las dos muy emocionadas. María se unió a las dos desde atrás para darle más fuerza a ese abrazo. Yo miraba aquella algarabía con menos euforia, vamos que la ola no la iba a hacer.

¿Se equivocó Mara al hacerme saber que no estaba en sus días fértiles? ¿Fue intencionado y me había vuelto a engañar? Tampoco yo era un dechado en tomar precauciones, ¿Por qué no le pregunté si se tomaba la píldora anticonceptiva? Y la pregunta más importante de todas ¿Y ahora qué? De momento no tenía ninguna respuesta, ni psiquis, ni intelecto, ni leches, eso era cosa únicamente mía.

Otra vez en el coche de Mara las iba a dejar a cada una en su casa y luego yo cogería un taxi para regresar a la mía, pero Carca insistió en que fuésemos primero a cenar al restaurante donde lo hacían ellas cuando quedaban en sus días de chicas y allí nos encaminamos.

Sería seguramente por ser lunes, pero el local estaba poco concurrido, así que nos pusimos en una mesa más apartada donde íbamos a estar más tranquilos.

Mara seguía muy seria, seguro que enfadada con su amiga que no terminaba de darle la razón en lo de las puñeteras drogas para follar, pero sí lo hizo y seguramente por eso tenía tantas ganas de que fuésemos los tres a cenar. Primero me eligió a mí para comenzar a dar explicaciones.

-Fran, a ver como te lo digo, En ningún momento drogué a Mara para que tuviera sexo con otro tío...  -no la dejé seguir, ni era el momento después cómo acabó la discusión en la casa, ni yo quería saber nada más sobre ese asunto, eso era ya cosa de ellas.

-Carla deja ese tema, eso no me sirvió para detener nuestro divorcio, podría haber sido un atenuante si solo hubiera ocurrido una vez, pero que yo sepa fueron cuatro. Te lo digo de verdad, a mí me habrías drogado la primera vez, después de eso se acabaría nuestra amistad y se lo contaría todo a Mara. No hay nada más que hablar -se lo dije en el tono que ya conocéis cuando estoy cabreado.

Ella me miró algo mosqueada por la forma en que le había cortado su ataque de sinceridad. Entonces eligió a Mara como segunda víctima.

-Está bien, no quiero quedar como una mentirosa ante ti Mara, es cierto que te echaba una pastilla en tu bebida, pero es solo un estimulante que yo me tomo cada vez que quiero tener un buen sexo con un tío, pero no es ninguna droga, ni sé lo que tiene, el que me la vende dice que está llena de cafeína, lo que hace que se te suba un poco la adrenalina y te ayude a aumentar la lívido. Normalmente estas substancias con el alcohol potencian algo más sus efectos. Toma aquí tienes dos por si quieres que la analicen -le decía mientras ponía dos pastillas en la mano de Mara.

-Pues a mí sí que me hacía efecto Carla, hasta llegué a pensar que yo era una ninfómana. Te he dicho muchas veces que sin esa droga, estimulante o lo que sea, yo nunca le hubiese sido infiel a mi marido. Al final mira cómo hemos terminado los dos.

-Bueno, pero ahora eso lo tenéis que hablar, ¿No? -Nos dijo mirando primero a ella y luego a mí-, si algo me ha decidido a contarte lo de las pastillas es porque quiero que os arregléis entre vosotros.

Yo ya había dicho lo que en principio tenía que decir y Mara tampoco lo tenía claro conmigo porque seguía muy seria, sin mirarme directamente a los ojos en ningún momento. El bebé inesperado por los dos ya venía en camino, eso era un hecho innegable que al parecer necesitaba más explicaciones entre nosotros y sin la presencia de esa que decía ser su amiga, ella sabía que era así, me conocía muy bien y estaba segura que esa cena compartida con Carla no iba a solucionar nada.

Después ellas se fueron en el coche de Mara y yo cogí un taxi para irme a mi casa. Nuestra conversación se posponía para otro día.

Otra vez me tocaba pensar, divagar, especular, así estuve casi toda la noche sin ponerme de acuerdo conmigo mismo. Unas veces veía lógica una resolución al caso con determinación definitiva y a los dos minutos la volvía a poner en cuestión. Como siempre terminé por establecer varios planteamientos:

Primero - Le pediría vivir juntos y criaríamos al bebé entre los dos, como si fuésemos un matrimonio. Dormiríamos juntos y podríamos hacer el amor cuando nos viniese en gana.

Segundo - Seguiríamos separados, ella criaría al bebé y yo le ayudaría, después cuando fuese más mayor y me pudiera hacer cargo de él, compartiríamos la custodia y la cama los fines de semana, bueno esto último desde el principio.

Tercero - Seguiríamos separados, pero yo me buscaría una novia para que me ayudara a compartir al bebé desde su nacimiento. Nos acostaríamos una vez al mes por lo menos, sin que se enterara mi novia.

A las cinco de la mañana conseguí dormirme por fin. Ese día estuve sonámbulo toda la jornada en la oficina y cuando me reponía un rato, volvían a mi cabeza las tres opciones que yo consideraba más idóneas, sin saber por cuál de ellas decidirme. Por eso llamé a mi amigo Sebas que se estaba convirtiendo en mi asesor sentimental, para quedar esa misma tarde.

Ya se estaba haciendo costumbre que se riera de mis planteamientos, pero yo le perdonaba comprendiendo que en tecnología no le iba a echar la pata, pero en inteligencia y razonamiento no había parangón que valga entre los dos. El pobre a veces se olvidaba de quien era yo.

-Pero Fran, ¿Tú te has dado cuenta que en las tres opciones te sigues follando a tu ex-esposa? -me decía entre risas-, a ti lo que te pasa es que la sigues deseando todos los días, que me has llamado para que te aconseje la primera opción, así tienes a alguien para echarle la culpa por haberte convencido.

-Bueno, podríamos retocar el tercer punto, lo pondríamos cada dos meses -le respondí dándole parte de la razón, es posible que me hubiese pasado.

Pero el cabrón seguía riéndose y casi mofándose de mí, será mamón.

-Te lo voy a plantear de otro modo. En los dos últimos casos si ella anda sola es probable que encuentre otro tío. ¿Y entonces qué? Los fines de semana te haces una paja, o te acuestas con Carla que te tiene muchas ganas. -joder con el tecnológico de las narices, por ésta única vez llevaba razón, no sé cómo no se me había ocurrido eso a mí.

-Pero Sebas ¿Cómo se va a ir ella con otro tío si tiene que criar a nuestro hijo? Además tendría que respetar el pacto que estableceríamos desde el principio. -Creo que mi razonamiento le hizo zozobrar y ya no sabía por donde salir a flote.

De un trago se bebió media botella de cerveza, luego me miró de soslayo mientras la depositaba en la mesa meneando la cabeza a uno y otro lado.

-Fran, a ver cuando vas aponer los pies en el suelo, que siempre estás por las nubes con tus teorías. Una chica ve un tío, el tío ve a la chica, al final la chica se va con el tío y follan como monos. ¡Joder! Es que no te enteras ¿Qué tiene que ver que tenga o no a un bebé al que criar?

-Cómo te pones Sebas, lo único que necesito es que me digas cual de las tres opciones escogerías tú. -Es que a veces se encerraba en sus propia ideas y se le iba la olla.

-Pues mira, solo tienes dos opciones, o volvéis a ser pareja o no. En la primera follas con ella y en la segunda ella folla con otro.

¿Ya está? Como se nota que tiene mente robótica, o encendido, o apagado, como los bits de las memorias. Y que bruto es al expresarse, qué poco sentimentalismo pone.

Tres días estuve dándole vueltas para tomar la decisión definitiva. Pero seguía sin avanzar un paso, no terminaba de fiarme de Mara, me había engañado ¿Cuatro veces? Y ya lo que le hacía falta es tener las dos pastillas que le había dado Carla.

Entonces recibí su llamada, era la mañana del jueves de esa semana.

-Hola Mara ¿Cómo te encuentras? -le dije algo avergonzado por no haberla llamado al día siguiente de haberla llevado al hospital-, estaba pensando en llamarte hoy mismo sin falta.

-Estoy bien, ahora procuro comer un poco más como me dijo la doctora. Pero te llamaba porque tenemos que vernos esta misma tarde, no quiero que lo dejemos para más adelante. Es importante Fran, -a mí me lo vas a decir que llevo tres días que ni duermo. A ver que solución me ofrecía ella.

-¿No vemos en la casa? -le ofrecí.

-No, Fran, mejor en una cafetería que estemos tranquilos.

-Está bien, como que tú quieras -vamos lo que yo quería era hablar y aprovechar para recuperar el polvo que no llegamos a echar el lunes pasado.

Nos quedamos citados en un local al que habíamos ido muchas ocasiones. Yo llegué primero con casi diez minutos de anticipación y elegí una mesa un poco apartada en la que podríamos conversar de forma relajada.

Poco después la vi traspasar la puerta de entrada por lo que levanté mi brazo derecho, al que agité en el aire para indicarle donde me encontraba. Enseguida se vino hacia mí que la recibí con los dos besos en las mejillas, como siempre hacíamos últimamente. Enseguida nos atendió el camarero con un café para mí y una infusión para ella. Ambos veníamos de trabajar, por lo que nuestra ropa era la propia de muchos días, ella con una falda negra sin ajustar demasiado para que fuese cómoda durante una jornada entera, que le llegaba por encima de las rodillas, una camisa blanca con algunos encajes como le gusta a ella y una chaqueta burdeos muy bonita, sus zapatos eran negros también con medio tacón. Yo como siempre me vestía para ir al trabajo, llevaba un traje, en esos momentos gris oscuro, camisa celeste y corbata roja listada de blanco.

Primero me interesé por su salud lógicamente, luego hablamos de los trabajos, de lo bueno que estaba el café, su infusión y otras cosas interesantísimas, todo por supuesto para no tener que abordar el asunto que nos había llevado allí. Al final me decidí yo mismo a no aclararle nada.

-Mara, no te he llamado antes porque llevo tres días pensando qué es lo que debemos hacer. Me hubiese gustado llegar con la decisión tomada, pero prefiero que lo hablemos los dos, así creo que me será más fácil cuando conozca tu opinión, -de esta manera le cedía a ella el honor de manifestar su postura si ya la había tomado.

Pero no me contestaba, igual el ambiente tranquilo de aquel rincón de la cafetería más la tila que se estaba tomando, la sumía en una relajación exagerada.

-No Fran, tú no tienes que tomar ninguna decisión, porque yo ya la tomé cuando la doctora me felicitó porque estaba embarazada, la pobre, -me dijo con la voz muy apagada como cuando yo me súper enfado.

Su cara tenía una expresión muy triste, tanto, que hasta me dieron ganas de sentarla en mi regazo para tratar de animarla con cien besos y quinientos bocaditos. Por otra parte no entendía porqué me iba a dejar a mí sin la posibilidad de decidir, se trataba de nuestro bebé y creo que yo tendría algo qué decir.

-Mara, no te enfades conmigo pero creo que yo también tengo derecho a opinar en este asunto ¿No te parece? -entonces levantó su mano derecha con objeto de acallar mis palabras, que no siguiera hablando.

-La doctora me dijo que estaba embarazada de mes y medio -me lo soltó mirándome a los ojos, como si fuese el último esfuerzo que iba a realizar ese día-, el hijo que espero es de Enzo, lo siento Fran, no sabes como lo siento.

Sentí que un sudor frío me recorría todo el cuerpo, no sabía qué hacer ni qué decir, solo tenía ganas de morirme en aquel mismo momento, esa sería mi única posibilidad de liberarme de aquella pesadilla que se me presentaba despierto, muy despierto, ojalá fuese un mal sueño, pero eso no me ocurría últimamente, llevaba un año muy malo desde que le vi sin querer aquella mancha en su nalga izquierda, un año negro, lleno de mala suerte, todo venía contra mí, nada me favorecía, encima la seguía queriendo tanto o más que cuando nos conocíamos, siempre estuve loco por ella y ahora se estaba despidiendo de mí, para siempre, ahora era yo el que lloraba encogido como un macho de pacotilla, de barro, de mierda, sin saber a donde agarrarme para no caer al vacío.

Mara trataba de consolarme intentando secarme las lágrimas con las yemas de sus dedos, ella no lloraba porque seguro que ya lo habría hecho hasta quedarse sin ellas. Terminó acercando su silla a la mía para abrazarme con mucha fuerza, la que yo desmadejado, no tenía. No paraba de decirme lo mucho que lo sentía, que la perdonara, que me seguía queriendo, que jamás me olvidaría, que yo tenía que ser fuerte, que nuestros años de convivencia fueron los mejores de su vida, que no me culpara de nada, pero que tampoco la odiara a ella por todo lo que me hizo...

Poco a poco me fui reponiendo, que no tranquilizando, sabía que me quedaban unos últimos minutos de estar con ella. Me dio un pañuelo de papel para que terminara de secarme las lágrimas. Ojalá que esos minutos duraran toda una vida, pero sabía que aquello era un imposible y haciendo de tripas corazón, erguí mi espalda para recuperar la rectitud de siempre. La miré a los ojos observando cómo su expresión a la vez que tristeza mostraba también mucho de impotencia. La entendía porque yo me sentía igual. Mara alargó su mano derecha para apretar la mía.

-¿Lo sabe él? -le pregunté.

-Sí, le llamé al día siguiente por la mañana, está en Milán y vuelve este fin de semana para formalizar nuestra relación. Mañana me reuniré con las chicas y también se lo contaré.

Yo asentía a todo lo que me iba diciendo, pero no sabía que más decirle y guardé silencio. Fue ella la que volvió a hablar.

-Fran, tienes que ser valiente, como siempre lo has sido, lucha por tener una nueva vida llena de felicidad, que es lo que tú te mereces, lo que yo no he sabido darte -qué dolor, joder, qué mal me sentía, pero no quería que se fuera pensando que la odiaba por todo lo que me había hecho sufrir.

-Mara, ésta vez no ha sido un engaño ni una infidelidad, estábamos divorciados, yo hacía mi vida y tú la tuya. Las cosas han ocurrido así y ya no tiene remedio, pero si necesitas que te perdone, ya lo he hecho. No sé si te podré olvidar, dicen que el tiempo todo lo cura, ya sabes. Espero que tú seas feliz aquí o en Italia, que tu bebé nazca sano que es lo importante. -Le estaba diciendo ésto al tiempo que nos incorporábamos para pagar y marcharnos.

En la puerta nos volvimos a mirar intensamente los dos, como si estuviésemos grabando esos últimos momentos en nuestro cerebro, luego nos dimos un abrazo y cada uno tomó una dirección distinta, ella con su italiano y yo aguantando las lágrimas como podía.

FIN