No encuentro la prueba (Capítulo 14)
Mara deja muy confundido a Fran.
Capítulo 14
Esta vez le envié un mensaje para advertir a mi ex-esposa que al día siguiente me llegaría por la tarde, porque solo era reponer la silicona de una ventana que estaba dejando pasar el agua de lluvia, mojando la pared por dentro de la vivienda. No le pedí que se quedara o se fuera mientras yo estuviera allí.
Cuando llegué a la casa volví a pulsar la tecla del portero electrónico como la otra vez. Al momento me abrió la cancela sin ruidos estridentes de por medio y cuando fui a acceder al porche, allí estaba ella esperándome en el umbral de la puerta de entrada a la vivienda, con una gran sonrisa pintada en su preciosa cara.
-Hola Mara -la saludé con los consabidos besos en las mejillas y nuestras manos apoyadas en los hombros de cada uno-, se te ve muy guapa.
Y es que era verdad, en esta ocasión no la pillé desprevenida y seguro que había dedicado buena parte de la tarde desde que volvió del trabajo a arreglarse. La prueba estaba en el pelo que lo tenía con menos risos de lo habitual y eso le llevaba un buen tiempo de cepillos y planchas. Otra vez llevaba sujetador, seguro que para provocar un poco de canalillo en el escote de la camisa blanca, a la que adornaban algunos encajes, con los botones precisos para no ocultármelo. Debajo se había puesto unos pantalones tipo leggins negro de media caña, que ella sabía cómo me pondría de berraco cuando se volviera de espalda y estaba seguro que hoy esa parte de su cuerpo me lo iba a enseñar hasta ponerme turulato perdido. Todo lo completaba con unas deportivas atada con cordones de lazos dorados. También se había dado unos retoques de maquillaje para resaltar sus ojos y los pómulos.
Perdonadme, pero ni punto de comparación con las chicas del grupo ni con Tali, que eran las que yo había disfrutado últimamente, todas muy monas, pero lo que tenía delante de mí era de otra calidad, de la de gurmet vamos.
-Hola Fran -me correspondió al saludo-, pasa y te enseño la ventana y la mancha que ha dejado el agua en la pared.
Pues la ventana era la alta de la escalera de subida a las habitaciones y era verdad que la pared estaba manchada. Le pondría la silicona y llamaría al seguro para que enviara un pintor.
Ella me ayudó a sujetar la escalera por la parte de fuera de la casa y en unos minutos quedó sellado nuevamente.
Después nos sentamos a tomar otro café que ella acababa de hacer. Estuvimos hablando del problema del agua y de las calamidades que produce cuando se desbordan los ríos por las lluvias, algo muy interesante desde luego, cuando me soltó la bomba que me iba a hacer saltar a cincuenta metros de mi asiento.
-Fran hay un chico, un chico italiano que me está pidiendo salir con él, sería en un plan serio.
No tiré la taza de milagro, aunque sí que llegué a vaciarme la mitad del café sobre la rodilla derecha, a la que dejé algo achicharrada. Mara sabe que me gusta muy caliente. Me lo tenía que haber dicho cuando tenía el bizcocho. Enseguida trajo de la cocina un trapo mojado para colocarlo encima de la quemadura de primer grado.
-Perdona, ¿Te duele? -se disculpaba sabiendo que tenía que haber escogido un mejor momento.
-No, no duele mucho -le respondí con dos lagrimones a punto de rodar por mis mejillas.
Bueno, aquel trapo estaba haciendo su trabajo y ya solo me quedaba una pequeña quemazón en la zona.
-Pero Mara, tú no sabes italiano -le dije como el motivo más evidente por el que tendría que rechazarlo de inmediato.
-Mira es éste, -me dijo mostrándome un selfie de los dos muy risueños tomando algo en una terraza, donde también se apreciaban la mesa y un par de copas.
Era un tío moreno como casi todos los italianos, digo yo, peinado hacia atrás con una pequeña melena que casi le cubría las orejas, bien vestido y con el brazo apoyado en el hombro de mi mujer, bueno de mi ex-mujer.
-Tiene 35 años igual que tú, se llama Enzo y es el dueño de la agencia de viajes más importante de Milán. Últimamente hemos afianzado muchas operaciones con su agencia y por eso es normal que nos reunamos casi todas las semanas -lo estaba oyendo y no daba crédito a lo que me decía.
-Pero Mara, ¿Qué es lo que te ha propuesto para que creas que va en serio? -le pregunté en un congojo.
-No hemos salido a ningún lado porque hasta ahora yo me he negado a hacerlo. Él sabe cual es mi situación, incluso que vivo en la que ahora es tu casa, porque se lo he dicho yo misma, pero insiste en que no es justo que siga como una monja de clausura, que quiere conocerme mejor el tiempo que yo crea necesario, que luego viviríamos en Milán y que nos casaríamos en breve, que quiere tener una familia conmigo -conforme me decía ésto el vientre se me descompuso un poco, hasta el punto que tuve que ir al váter de la entreplanta a la carrera.
¡Joder! Que mal rato pasé y no querráis saber cómo puse todo el váter, qué vergüenza, Mara me tuvo que alargar la fregona por la puerta entreabierta. Al fin pude salir algo indispuesto todavía.
-Me ha debido sentar mal el rabo de toro que comí al medio día, -le dije, aunque luego me di cuenta que eso fue el día anterior.
-No pasa nada Fran, ya te ha pasado otras veces cuando vivíamos juntos, no te preocupes por eso, -encima trataba de tranquilizarme.
Nos quedamos los dos en silencio, que volvió a romper ella.
-¿Quieres que te prepare una infusión de manzanilla? Es lo mejor para que asientes el estómago, -me dijo preocupada porque mi tez no mostraba nada bueno.
-Te lo agradecería ¿Quieres que lo haga yo? -le dije.
-Que va Fran, enseguida te lo traigo, quédate ahí sentado mientras.
Menudo papelón estaba haciendo, sabiendo los dos que todos mis problemas estomacales eran por culpa del cabronazo del italiano ese. ¿Habrían follado ya? Ella decía que ni siquiera habían salido juntos y que los tiros no iban por ahí. Pensándolo bien tampoco yo le propondría matrimonio a Tali si en una hora ya me la estaba follando.
Por otra parte, estaba claro que Mara me estaba enviando el Whatsapp más claro de la historia de los mensajes, o nos arreglamos nosotros, o me voy con Enzo a tener cuatro hijos con él, eso sí yo te prefiero a ti y tenerlos contigo, pero te tienes que casar conmigo y dejarte de rolletes de una noche, porque te la corto a trocitos.
¡Joder! Menudo mensaje claro de la historia, ya me estaba doliendo la cabeza de lo engorroso que lo veía, mierda de psiquis de los cojones tenía yo, que hasta conseguía liarme más que a un trompo, de los de antes, sí.
Mara estaba en la cocina, ¿Que en qué estaría pensando? Pues se lo dejo a ella, porque yo ahora no estoy para más elucubraciones mentales.
.../...
Hola a todos, soy Mara, la ex-mujer de Fran.
Le acabo de contar a mi ex todo lo que me pasa con Enzo, un italiano guapísimo que se ha enamorado de mí, al menos eso es lo que me dice, entonces el pobre de Fran se ha puesto muy malo y le estoy haciendo una manzanilla para ver si se repone.
Pero ya que me ha dejado otro hueco en su relato, voy a provechar para deciros unas cuantas cosas.
Cuando nos divorciamos, él me dejó quedarme en la casa a pesar que ya me pagó mi parte para hacerla suya. Nuestra separación la considero justificada, porque si él me hubiera hecho lo que le hice yo, además del divorcio lo capo, pero con tres días de duración.
Él piensa que lo engañé más veces, pero todas mis infidelidades las conoce Fran, todas, todas. Sí las cuatro, porque no hubo ninguna más. Sí que tuve muchas oportunidades de serle infiel, siempre provocadas por mi ex-amiga Carla y conocida enemiga de Fran.
Todo lo que conté anteriormente lo tengo que matizar porque seguro que algunos no me creéis después de que Fran descubriera mi primera infidelidad por culpa de mi corte de pelo.
Yo sabía que él empezó a sospechar desde que me vio el moratón en mi nalga, por eso siempre partí de ahí para confesarle mis infidelidades, sin embargo ese primero, de verdad que lo sentía tan lejano y fue tan desagradable para mí, que hasta me daba vergüenza recordarlo, además aquel día no fue porque Carla me diera droga alguna, sino que rebajó mi resistencia a follar con aquel gilipollas de media polla, a base de chupitos de vodka, que en principio no me harían efecto, pero que al final me puso como una perra en celo. En la vida podría suponer que aquella mierda de follada iba a conducir a la ruptura de mi matrimonio.
Todas mis infidelidades fueron tres tríos con la participación de Carla y el día del coche con Andrés, influida también por el alcohol y algo más que ella me pondría en la bebida.
Como ya no me importa que contaros lo ocurrido, ahora os voy a explicar lo que pasó con esas ayudas que ella me proporcionaba para conseguir que engañara a mi marido, su objetivo final. Ella no es adicta a droga alguna, pero las usa cuando quiere disfrutar de una buena noche de sexo. No sé qué tipo de estimulante me proporcionaba, lo que sí sé es que me sentía siempre eufórica. No me anulaba toda mi voluntad, podría haber renunciado al sexo en esas condiciones, pero es que a mí el sexo me gusta y mucho, también sé que sin la estimulación que Carla me proporcionaba, jamás le hubiera puesto los cuernos a Fran.
De todos modos quiero dejar claro que el verdadero amor de mi vida ha sido siempre Fran, estando con él no necesito a nadie más. No sé si lo sabéis pero es un amante perfecto en la cama, encima el puñetero está muy bien dotado y sabe usar su herramienta mejor que nadie, bueno, Andrés está muy parejo a él.
Sé que ha estado con todas las amigas del grupo de Carla, menos con ella, eso no me ha sentado nada bien, pero por otro lado tengo que felicitarlo porque la tiene con un cabreo del catorce y no os cuento como se pone cuando entre ellas hablan de lo bien que las ha follado Fran. Era lo que se merecía por haber destruido nuestro matrimonio.
Por otra parte espero que Fran se haya desahogado con el sexo que ha tenido con esas capullas, aunque no me gusta mucho que ya esté repitiendo, al menos con Cati y Lucía que son con las que me escribo, con ellas ha repetido ya varias veces. La primera siempre me dice que su marido está encantado con Fran, que es el mejor de todos. Lucía sigue con su novio del que está muy enamorada y muy contenta porque se van a casar dentro de poco.
Yo quiero recuperar a mi ex-marido, para eso llevo un año sin relaciones sexuales y os juro que estoy que me subo por las paredes por tener una noche entera de sexo con Fran, pero se ha tomado muy en serio que estamos divorciados y que me tiene que dar mi espacio, cuando yo lo que quiero es un espacio estrecho con él en la cama de invitados que es la más pequeña. No creo que eso sea malo ni que inflija alguna regla, somos libres y podemos echar un polvo en plan amigos cuando nos de la gana y a mí me dan muchas ganas.
Hoy me he puesto unos leggins súper pegados a mis piernas y mi culo, para que vea lo que se está perdiendo, pero cuando le he contado lo de Enzo le ha entrado una diarrea que no veas, así que me parece que hoy tampoco va a poder ser. A ver si con la manzanilla se repone y me da una alegría.
En cuanto a Enzo, todo lo que le he contado a Fran es cierto, él no lo ha visto de pie pero debe tener la misma estatura que Andrés. Le he pedido un mes para pensar en su oferta, así que si hoy no ha podido ser con Fran, no voy a parar de provocar averías hasta incendiar la casa si es preciso, a ver si mi marido se entera ya de una vez que yo lo que quiero es volver a estar con él, me da igual si no se quiere casar, pero que se venga ya conmigo.
-¿Mara?... -perdón me está llamando mi esposo.
-Voy a tener que entrar otra vez al váter, no me pongas todavía la manzanilla -me ha dicho como si tuviese otra urgencia.
-Ve al aseo nuestro y aprovecha luego para darte una ducha, ahora te llevo ropa limpia tuya.
Ni me ha contestado, le estoy oyendo subir a toda leche las escaleras, voy a ver si después de la ducha le puedo provocar un poco, me enseña algo de lo suyo o lo tengo que llevar al hospital.
Ha sido un placer volver a estar con vosotros, muchos besos, que sé de buena tinta que me queréis y sois mis mejores amigos.
.../...
¡Qué asco joder! He tenido que meter los pantalones, los bóxer y los calcetines en el bidé, porque están para echarlos a la chimenea. He abierto la ventana y echado perfume de Mara por todo el cuarto de baño, ahora me hubiera hecho falta el que me regaló por el aniversario para vaciarlo entero. Me acabo de duchar y no sé si pedirle la ropa para vestirme aquí o hacerlo en el dormitorio mientras se descontamina el aseo, pero conociéndola como la conozco, ésto último seguro que provocará algún rechazo en ella por eso de la vergüenza.
Sujetando la toalla en la cintura, me decidí a irrumpir en la habitación porque me estaba asfixiando con tanto perfume mezclado. Mara estaba poniendo la ropa encima de la cama, o sea, un pantalón tipo bermudas y una camiseta de verano.
-¿No hay bóxer? -le pregunté algo apurado.
-De eso no queda aquí, espera que me de la vuelta mientras te vistes -me dijo mientras se iba girando lentamente, pareciendo incluso que lo hacía sensualmente, seguro que figuraciones mías por las secuelas que me habían producido mis dolencias recientes.
Dejé caer la toalla al suelo para ponerme esas bermudas, pero se ve que serían de cuando nos fuimos a vivir juntos, que estaba más delgado y tenía tres tallas menos. Por fin me entraron los pies pero cuando me incorporé para tirar de ellos hacia arriba, se quedaron bloqueados a la altura de las rodillas, de ahí ya no pasaban, entonces perdí el equilibrio y fui pegando saltitos con los pies muy juntos, tirando como un desesperado de la cinturilla de las bermudas hasta darme de bruces contra el butacón. Vaya caída más tonta y qué ridículo estaba haciendo delante de Mara, que me miraba de costado con los ojos desorbitados viendo cómo mostraba mi desnudez más absoluta por la parte de atrás. Encima sin poder levantarme porque era como si me hubiesen amarrado las piernas con una maroma. Por fin logré girarme quedando sentado en el suelo, luego haciendo un esfuerzo ímprobo, conseguí zafarme de las puñeteras bermudas. Mara estaba delante de mí ofreciéndome la toalla colgando de su mano izquierda, mientras usaba la derecha para taparse los ojos con todos los dedos abiertos en abanico y su culito marcado en los leggins a medio metro de mi cara.
En vez de agarrar la toalla me decidí por su mano que tiró de la mía ayudándome a levantarme del suelo, los dos quedamos a veinte centímetros el uno del otro en la parte de arriba y a cero en la parte de abajo, pues un lado de su culo tocaba todo mi rabo. Ella no se apartaba, todo lo contrario, ese lado de su culo presionó con más fuerza mi nervioso miembro que empezaba a tomar decisiones propias. Mi mano derecha que estaba libre decidió esta vez con mi permiso, acceder al resto del culito que no tapaba mi rabo para apretarlo con más fuerza de lo moralmente correcto. Mi mano izquierda terminó por arrojar la toalla nuevamente al suelo para acabar refugiándose entre sus rizos y su nuca, los veinte centímetros pasaron a ser solo cinco, la distancia exacta que separaba nuestros labios, a partir de ahí no respetamos las distancias por lo que esos labios se estrellaron irremediablemente el uno contra el otro.
Ya no hubo pausas y todo fue lujuria y frenesí. La llevé dándole besos hasta la cama para dejarla en pelota picada como a mí me gustaba. Luego nos besábamos restregándonos los cuerpos el uno contra el otro, cogiendo temperatura debido a tanta caricia anhelada desde hacía tanto tiempo. No queríamos más preliminares, ella se me ofrecía y yo estaba dispuesto a colmarla con los mayores placeres que se pudiera imaginar. La penetración fue algo rápida rayando la brutalidad, pero era lo que los dos necesitábamos, estábamos ansiosos y enseguida cogimos un ritmo endiablado, ella gritando sus gozos y yo bufando los míos, no parábamos de cambiar las posturas, esas pequeñísimas pausas me estaban viniendo muy bien para prolongar mi aguante, la peor fue cuando ella tomó el mando cabalgando encima de mí, eso no hay ser humano que lo aguante, con esas nalguitas golpeando sobre mis muslos con la fuerza de un martillo pilón. Le tuve que quitar esa iniciativa para volverla a tomar yo en la postura del misionero, esa que a la postre iba a desembocar en la liberación que con tanto afán estábamos buscando, ella me miraba con las mandíbulas apretadas exigiéndome más potencia en mis acometidas, elevando sus caderas para que las penetraciones fueran más profundas y mi mente pidiendo a gritos que se corriese ya porque mi cuerpo no aguantaba más. Por fin vi cómo arqueaba su espalda sobre el sufrido colchón anunciando la inminencia de su orgasmo.
-Sigueeee... dame mássss... no paressss... me corroooo... Aaaahhhh... aaaahhhh... aaaagggg... huuummm... aagg... aagg...
No podía más, notaba sus contracciones sobre mi polla y entre espasmos me fui vaciando con una abundancia que ya ni recordaba. Luego me eché sobre ella aguantando mi peso sobre los codos para no aplastarla. Qué gozada de polvo salvaje acabábamos de protagonizar. Ella me echó los brazos al cuello intentando atraerme, buscando que mis codos cedieran para que la aplastase de una puñetera vez, estaba gozando la cabrona de aquel momento de pasión y gozo que acabábamos de vivir.
A mí se me habían evaporado todas mis dolencias estomacales, hasta pude comer algo durante la cena que compartimos más tarde, luego seguimos repitiendo esos ejercicios lujuriosos casi toda la noche.
Serían las siete de la mañana cuando le dije que tenía que llamar a mi hermana para que me trajera alguna ropa antes de irse al trabajo.
-Espera que ahora vuelvo -me dijo saliendo de la habitación.
Dos minutos después venía con un traje colgando de una percha en su mano derecha y toda la ropa complementaria sujeta entre su antebrazo izquierdo y su pecho, terminando con un par de zapatos en la mano.
-Si no te gusta esta camisa, tengo otra, -me dijo con un desparpajo que me dejó alucinado.
Enseguida deduje que lo de las bermudas fue más que premeditado, a mí no se me va una, ya sabéis. ¿Será cabrona que por poco me parto la cabeza contra la pared si no llega a ser por el butacón? ¿Entonces lo del italiano era otra treta para que me angustiara?
Me dio por reírme mentalmente por haber caído en tan inocentes jugarretas, ¡Qué tonto! A veces hacía conmigo lo que quería. Después de dejar toda la ropa bien colocada sobre el butacón y el arcón que teníamos pegado a la pared, cogió su móvil y estuvo manejándolo un momento.
-Me quedan 23 días para contestarle a Enzo, -me dijo mirándome muy seria-, a ti te doy diez días para que te aclares conmigo Fran, si no nos vamos a arreglar, pasados esos días dejaré la casa y me iré a la de mis padres, comprenderás que no puedo seguir aquí.
Mi risa interna se me cortó de inmediato, ¿Pero qué coño estaba diciendo Mara? Las bromas estaban llegando demasiado lejos, eso era ya una provocación y una amenaza. Pues si quería jugar fuerte, yo no le iba a ir a la zaga, ¿Quería jugar? Pues yo también.
-Mara de momento no vamos a cambiar nuestro estado de cosas porque nos hallamos acostado una noche, esas cuestiones no se resuelven por un calentón y si tantas ganas tienes de irte de la casa, no tienes porqué esperar diez días. -Toma réplica sarcástica.
No llegó a soltar el móvil, sino que hizo una llamada y se lo llevó a su oreja derecha.
-Sí, estoy bien mamá, te llamo porque voy a hacer las maletas para irme a tu casa, -hubo una pausa-, no, no he hablado con Enzo todavía, pero no está bien que siga viviendo en casa de mi ex-marido, estando pendiente de decidir lo que voy a hacer, -otra nueva pausa-, sí luego llamo a Samu para decírselo, un beso.
-Deberías marcharte o si quieres ayudarme con las maletas... si no te importa me quedaré con las llaves unos días por si se me olvida algo.
No llegué a responderle, me vestí y me marché de allí antes de que se me reprodujeran las dolencias estomacales.